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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 211 | Octubre 1999

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Nicaragua

Ciudad Darío: cuna de un poeta y de miles de linieros

Pequeños grandes logros alcanzó Ciudad Darío en el terreno de la justicia y en el de la organización en los primeros momentos de la emergencia por el huracán. Pequeños grandes logros ha venido cosechando para hacerse menos vulnerable a los desastres naturales y a la crisis económica.

José Luis Rocha

Sucedía hace un año. La multitud se había congregado a un extremo del "puente provisional" que servía de nexo a dos barrios de la ciudad, que quedaron divididos por las desbocadas aguas del río Grande de Matagalpa. "Véngase para acá, señor alcalde, venga a ver nuestro barrio", reclamaban los pobladores del barrio Blandón, uno de los nueve barrios Bde los dieciséis con que cuenta el casco urbano de Ciudad Darío- que fueron anegados por las persistentes lluvias del Mitch y el desenfreno del río.

Pueblo indignado y moclín en apuros

Se contabilizaban ya 142 casas totalmente destruidas cuando el alcalde -tras seis días de inoportuna reclusión en su casa de habitación, justificados por enfermedad- se decidía a dar un paseo exploratorio por la ciudad. Las lluvias del Mitch ya se habían sosegado. Armado de forma muy rudimentaria, pues eran sólo unos pocos tablones de frágil equilibrio, el puente fue cómplice de la imprudencia del alcalde. "No vaya, señor alcalde, la gente está enojada con usted", le advirtieron inútilmente. AYo soy la autoridad@, dijo antes de cruzar, y apenas lo hubo hecho, pálido y chirizo, vio cómo los pobladores que lo habían llamado, lo daban por secuestrado. Empezaron a insultarlo, reclamándole su ausencia y el no haber tomado medidas oportunas para prevenir la desgracia: los 17 ahogados, las 360 casas totalmente destruidas en el área rural, las 260 afectadas, los 332 refugiados en el casco urbano... En fin, los 5 mil 24 afectados en la ciudad y los más de 30 mil damnificados en el campo.
La multitud hormigueaba enardecida en torno al alcalde. "Hay que ahogarlo, hay que matarlo! (Tirémoslo del puente!", propuso, entre el enjambre de aguijones prestos al ataque, una voz femenina. La sugerencia no caía en oídos ayunos de ganas y viejos rencores. Antes del Mitch, a Mario Quijano se le imputaba la violación de una niña de 13 años, niñera de uno de sus nietos. El Mitch puso en segundo plano el seguimiento de esa acusación. Pero, con su comportamiento durante la emergencia, el alcalde continuó abonando una impopularidad bien sembrada y labrada. Aun en momentos tan trágicos sus captores no perdieron la oportunidad para recordarle su pasado de "moclín" y "violín"...

En ayuda del alcalde acudieron algunos ciudadanos notables, el anterior alcalde, gente de la Iglesia y de la municipalidad. Tras horas de negociación se llegó a un acuerdo, a un trueque. El alcalde fue intercambiado por víveres, por la promesa de ayuda en médico y medicinas -a seis días del Mitch ya empezaban a multiplicarse los brotes de hongos, conjuntivitis y las infecciones en las vías respiratorias- y por el compromiso, firmado por el propio alcalde, de que no emprendería demanda alguna en contra de la población que lo había secuestrado.

El precio de una mala administración es alto. Siempre es muy alto para la población, aunque sólo en muy peregrinas ocasiones resulta alto para los administradores. Pudo haberlo sido más, en este caso, con esta suerte de plebiscito llevado a su extremo rigor y carácter expedito por los ciudadanos del barrio Blandón de Ciudad Darío. A nivel nacional, esta suerte hubiera corrido el Presidente de la República si los damnificados -cuyas miserias le sirvieron de argumento en Estocolmo- pudieran haberle echado el guante durante aquellos trágicos días. No hay duda de que en el nivel local hay a veces pequeños grandes logros, como esta justicia a lo Fuenteovejuna -todos a una-, más diligente en el municipio que en la aparatosa maquinaria central, oxidada por mil rémoras legales, pactos políticos, componendas partidarias, sobornos e inmunidades.

La "estabilidad" del pacto no llega aquí

La falta de previsión para emergencias y la tardía actividad del edil de Ciudad Darío fue facturada por los ciudadanos en forma nada convencional, pero eficaz. No sólo fue el secuestro. Mientras el alcalde estaba ausente, los vecinos ya se habían dado a la tarea de estructurar un Comité de Defensa Civil, que organizó la evacuación de los barrios más afectados, el trabajo en los refugios y, ulteriormente, la distribución de un 80% de los donativos para la rehabilitación del municipio. El comité estuvo conformado por un concejal liberal, uno sandinista y uno conservador, el vicealcalde, un representante de la Iglesia católica y un representante de la evangélica, miembros de ONGs, y el anterior alcalde, de quien parece provino la iniciativa de articular el comité.

Cuando emergió de su refugio, y fue liberado, el alcalde formó otro comité y declaró que la población podía tener su propio comité, pero que la ayuda gubernamental sería distribuida a través del comité municipal. A pesar de esto, el comité de defensa civil continuó funcionando, con reuniones diarias a las 7 de la mañana y a las 7 de la noche, para programar y evaluar actividades.

Todo se polarizó. El anterior alcalde recuerda: "Un comité repartía en la mañana y otro comité repartía en la tarde. Todos se dividieron. La Iglesia también se dividió. Dos padres estaban con nosotros y un padre estaba con el alcalde. El Comité de Defensa Civil trabajó seis meses continuos. Y trabajó. Antes de seis meses ya estaban construidas las primeras casas. Cuando nosotros entregamos las 81 casas del Barrio "Monseñor Carlos Santi", en el resto de Nicaragua no se había inaugurado aún ningún proyecto. Los padres franciscanos nos donaron cuatro manzanas para ese proyecto de vivienda. Y don Eulalio Torres donó dos manzanas. Aún así, fue imposible lograr un acuerdo con el alcalde. Nosotros le hicimos propuestas de formar un solo comité y de formar un Comité de Reconstrucción Municipal. Primero aceptó, pero luego en una ceremonia dijo que él ya se había preparado de antemano para este desastre y que iba a dar a conocer otro comité. Todos los integrantes de ese comité eran personas que no habían participado en la emergencia."
Fue imposible toda concertación entre la alcaldía liberal y el eficaz comité que reunió a todos los colores políticos, a ONGs de raíces sandinistas, al vicealcalde liberal -que terminó renunciando a su cargo- y al anterior alcalde, del Partido Conservador. No deja de ser curioso que todos los vigores dispersos del municipio de Ciudad Darío lograran unirse, con la excepción precisamente de las autoridades municipales.

Más curioso aún que la alcaldía no haya podido nunca -ni antes ni después del Mitch- coordinarse con la Fundación Rubén Darío, la de mayor presencia en el municipio y en las actividades de rehabilitación. Aduce su color sandinista, pero lo hace en el contexto de un diálogo al más alto nivel entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, entre el PLC y el FSLN. Lo que prueba que la onda expansiva y propiciadora de "estabilidad" y "gobernabilidad" de tan cuestionado pacto bipartidista tiene muy corto alcance. Las concertaciones locales no deben figurar en su agenda. Un ciudadano del municipio mencionó que el alcalde siempre se firma "el Alcalde Liberal". Cuando se percató de ello, el ciudadano le preguntó al alcalde: "¿Eso quiere decir que yo me tengo que buscar un municipio donde el alcalde sea conservador para que me den respuesta a mis demandas?"

La cuna de un Príncipe

Como en otros muchos lugares, el Mitch puso en evidencia la fragilidad del municipio de Ciudad Darío, antiguamente conocido como el pueblo de Chocoyos, posteriormente como Metapa, y en la actualidad Ciudad Darío, en memoria de Rubén Darío, el egregio poeta nacido en este pueblo en 1867.

En 1627 algunos frailes fundaron en el antiguo Valle de Metlalpán o Metapán una reducción de indios caribes provenientes de las montañas del oriente del actual departamento de Matagalpa. Esta población recibió con el tiempo el nombre de Metapa. Durante siglos no fue más que un pueblo de Matagalpa. Aun cuando en 1856 fue asiento de la Junta Patriótica de recursos del Partido Legitimista, para proporcionar rancho o alimentación a los ejércitos que enfrentaban a los filibusteros norteamericanos lidereados por William Walker, no fue sino hasta el 25 de febrero de 1920, cuando por decreto del Congreso General de la República, durante la administración del General Emiliano Chamorro, que se le concedió al pueblo de Metapa el rango de cabecera municipal y se le dio el nombre de Ciudad Darío.

Con una extensión territorial de 806 kilómetros cuadrados, el municipio ocupa el sector suroeste del departamento de Matagalpa. Está a 40 kilómetros de la ciudad de Matagalpa y a 90 de Managua. De acuerdo al último censo de 1995, su población es de 35 mil 416 habitantes, para una densidad poblacional de 44 habitantes por kilómetro cuadrado. El 76% de la población vive en las 22 comarcas rurales y el 24% en los 16 barrios del casco urbano.

Haber sido cuna del Príncipe de las Letras Castellanas -título con el que se honra a Rubén Darío- no le ha valido de nada a este municipio, tan alejado de cualquier rasgo principesco. La red de alcantarillado apenas tiene cobertura para el 9.9% de las viviendas del casco urbano. Hasta no hace muchos años, un estudio revelaba que el municipio contaba con sólo cuatro talleres de mecánica, y nada menos que con 87 cantinas. La población económicamente activa del municipio la constituyen 7 mil 437 personas, el 20% del total. De ellos, 14.7% tiene empleos temporales, 26.3% trabaja por cuenta propia y 29.6% está desempleado.

Erosión, leyenda y leche "en polvo"

Las oportunidades para la producción no son muchas. Un estudio técnico del Programa Nacional de Desarrollo Rural (PNDR) encontró en 1997 que "el 63.23% (48 mil 197.8 hectáreas) de los suelos del territorio del Municipio de Ciudad Darío están siendo sobrexplotados y se encuentran por lo tanto en un acelerado proceso de degradación, por erosión hídrica y contaminación con agroquímicos en las áreas de agricultura tecnificada de la gran producción y en las de algunos medianos productores que tienen acceso a insumos. Las áreas que tienen un uso potencial para conservación y protección de recursos naturales han estado sometidas a explotación del bosque, o han sido utilizadas para actividades agropecuarias, o son áreas con vocación para explotación del bosque bajo manejo forestal y están siendo utilizadas para actividades agropecuarias, o son áreas aptas para cultivos agroforestales perennes y semi-perennes y están siendo utilizadas para actividades agropecuarias de uso intensivo, sin aplicar técnicas de conservación de suelos".
El estudio concluyó que solamente 19 mil 878 hectáreas (27.35% del territorio municipal) están siendo utilizadas de conformidad con la vocación del suelo. Las áreas de uso inadecuado incluyen más de 4 mil hectáreas de terrenos subutilizados, suelos de vocación agropecuaria que se encuentran bajo un uso forestal, debido a la falta de recursos de sus propietarios para hacerlas rendir adecuadamente.

Aunque las propuestas técnicas para uso de los suelos no tienen la última palabra -la tienen realmente los requerimientos de los productores-, al menos ponen en evidencia algo que los habitantes de Ciudad Darío comprenden sin necesidad de sondeos técnicos: el agro no es la solución para Ciudad Darío. Los suelos tienen muy baja fertilidad, en parte como consecuencia de la erosión. La productividad está en declive. Un ejemplo: la producción de leche es de apenas cuatro litros por vaca al día. Para explicar esta crisis no faltan quienes echan mano de una antigua leyenda que aún circula: un párroco calumniado por sus feligreses por supuestos amoríos, murió de pena moral, no sin antes maldecir al pueblo condenándolo a "padecer hambre y escasez de invierno."
El hecho de estar situados en la zona seca pesa bastante. Y no deja de asumirse esta calamidad con humor, como ocurrió cuando en 1994 el anterior alcalde presentó ante Antonio Lacayo y el PNDR una propuesta de financiamiento para el agro y precisó: "Es cierto que Ciudad Darío no es ganadera, ni es productora. Pero como es un municipio seco, aunque no sea ganadero, aquí la leche la sacaremos en polvo."

Un fracaso y tres caminos

A raíz de esta peculiar propuesta, se formó en Ciudad Darío y en Terrabona un pequeño Polo de Desarrollo, destinado a apoyar parcialmente a los desmovilizados de la Resistencia. En el Polo fueron distribuidos implementos agrícolas: dos tractores agrícolas, un tractor grúa, abono vendido a precios de compensación social, semilla... Incluso hubo proyectos de roturación de caminos rurales. Todo coordinado por una cooperativa y repartido de manera muy equitativa al inicio, porque el Banco Mundial -institución que proporcionaba los fondos- exigió organización y equidad. El BID financió capacitaciones en aves de corral y en temas ganaderos: manejo de pastos y forraje.
Pero el proyecto fracasó en dos años. Lo recuerda Francisco Trujillo: "Por falta de rotación se estancó todo y ahora no han conseguido financiamiento. La cooperativa fue monopolizada por la directiva. Se creó una dictadura que ha durado cinco años. Fue una lástima. Porque ésa era una solución muy importante. La banca privada y la estatal están ausentes en Ciudad Darío, y el financiamiento del PNDR funcionó como un fondo revolvente otorgado al municipio con carácter de donación. Pero todo se vino abajo cuando la municipalidad perdió su injerencia y no continuó con el seguimiento."
Espontáneamente, la población ha buscado otras soluciones para el desarrollo: tres tipos de migraciones. En orden de menor a mayor importancia son las remesas, Managua y la maquila. Algunos se fueron a los Estados Unidos y envían a sus familias dólares que permiten a sus hijos realizar estudios universitarios. No son un grupo muy significativo de momento, pero podrían adquirir mayor peso con el tiempo.

Otros, los profesionales, se fueron de forma definitiva a Managua, atraídos por la fuerza de gravedad de la capital, único espacio capaz de satisfacer las expectativas salariales, laborales y de consumo de quienes lograron obtener un título universitario. Mientras los analistas dirigen su atención hacia los grandes indicadores macroeconómicos, estas pequeñas migraciones de profesionales van construyendo la historia, sus límites y sus posibilidades.

El grupo de mayor importancia es el de los que han hecho de Ciudad Darío no más que un pueblo dormitorio. Son los trabajadores de la zona franca de Tipitapa, que perciben magros salarios, y a los que no queda otra opción que este viaje diario o el desempleo. En este grupo de los que sólo duermen en Ciudad Darío están también otros y otras que viajan a Matagalpa a trabajar, y los pequeños y medianos comerciantes, una legión que va en aumento.

"Linieros": una estrategia autóctona

Los pequeños y medianos comerciantes transitan la vía más curiosa de solución al desarrollo económico del municipio. La idea brotó por generación espontánea y ha resultado contagiosa y multiforme. El primero en echarla a andar fue José Alberto Trujillo, el Chele Trujillo, sujeto audaz y cosmopolita, que en la época de mayor escasez de los años 80 se movió por toda Centroamérica -cual nuevo Güegüense en tiempos que ya no eran los del hilo azul- como buhonero, tratando de introducir al país diversidad de artículos: planchas, licuadoras, vajillas, mangueras, espejos, ropa, muebles, pailas, abanicos, radios, televisores...

El Chele repartía estos productos con su camión a sus socios vendedores, cada uno de los cuales tenía fijada una ruta para colocarlos y cobrarlos. La ruta era la línea que debía seguir el vendedor. De ahí el nombre de "linieros" que reciben los que de alguna manera se sienten propietarios de la línea, los que construyeron ya una clientela, los que la tienen cautiva y distribuida a lo largo de rutas que van de Ciudad Darío hasta... todas partes.

El sistema resultó atractivo y no faltaron imitadores del Chele. Hoy los "linieros" son legión. "Donde uno encuentra a un vendedor ambulante, uno pregunta de dónde viene y siempre es un habitante de Ciudad Darío. De aquí salen diariamente dos mil personas al comercio informal", observa Francisco Trujillo. Los "linieros" llegan hasta San Pedro del Norte, La Dalia, Chinandega, Río San Juan... Discurren por todo el territorio nacional, en camiones y a pie.
Así como los comerciantes de La Concha, los concheños, se mueven por todo el territorio nacional comerciando naranjas y otras frutas, algunos pobladores de Ciudad Darío se han especializado en el comercio de artículos de importación. Se calcula que en Ciudad Darío son unos 150 los dueños de línea, algunos con hasta 40 y 50 líneas. Muchos de ellos empezaron como vendedores a sueldo de un "liniero" y en el itinerario aprovecharon para ir colocando sus propias mercancías. Así acumularon capital hasta ser capaces de independizarse, habitualmente apropiándose de la línea y de la clientela. De esa forma se expande el negocio y se multiplican los "linieros".

Ciudad Darío será pobre en sus tierras, pero es rica en las estrategias de sobrevivencia de sus gentes. El trabajo de los "linieros" incrementa los ingresos del municipio. La estrategia va dando sus frutos. Pero no es suficiente. ¿Cómo desarrollar alternativamente este municipio? Existen otras vías, en el marco de varios programas formales. Destacan entre ellas las puestas en marcha con el esfuerzo de la Fundación Rubén Darío para el Desarrollo Humano Sostenible.

Una ONG ágil, eficaz y participativa

La Fundación Rubén Darío para el Desarrollo Humano Sostenible es una ONG que no tiene mucho más de dos años de haber sido fundada, precisamente con la finalidad de impulsar diversos proyectos orientados a mejorar el nivel y la calidad de vida de la población del municipio de Ciudad Darío y de tres municipios vecinos: Sébaco, San Isidro y Terrabona.

La organización cuenta con una junta directiva de cinco miembros y una asamblea compuesta por 405 afiliados, la mayoría de ellos estudiantes de cuarto y quinto año de bachillerato. Los afiliados se distribuyen por grupos de intereses: programas productivos, salud y educación, medio ambiente, derechos humanos, género, cultura y deportes. En cada grupo de interés los afiliados eligen a su representante ante un comité, en donde desembocan las inquietudes e intereses de los afiliados. Por este canal los afiliados han conseguido que cuajen en proyectos propuestas como la de arborizar la ruta de Ciudad Darío a Calabazas. La Junta Directiva analiza la viabilidad de los proyectos y los formula de manera adecuada para presentarlos a los potenciales financiadores.

Con un mínimo de personal administrativo logran rendir cuentas en tiempo y forma a todos sus financiadores, de las más diversas nacionalidades. Nada más alejado de las pesadas maquinarias administrativas de otras ONGs, que constituyen una rémora que aumenta el costo de los proyectos y que parecen diseñadas para hacer el centro de toda su actividad su propio aparato administrativo. Para este fin, se dan a la tarea de multiplicar papeleos, urdir vericuetos burocráticos y, en no pocas ocasiones, inflar presupuestos a espaldas de sus trabajadores. La Fundación Rubén Darío no. Se ha montado de acuerdo a un modelo enormemente económico que logra canalizar de manera directa un alto porcentaje de sus recursos financieros.

Proyectos de emergencia y estratégicos

Tras el Mitch, el más importante proyecto de la Fundación fue la construcción de 81 viviendas. "El río se me llevó completamente todo, todo, todo, incluso mi ladrillería, quedamos en short", cuenta Faustino Alberto González, uno de los beneficiarios de este proyecto. La entrega de las 81 viviendas se enmarcó en el segundo aniversario de la Fundación Rubén Darío, y el proyecto habitacional lleva el nombre del recordadísimo obispo Carlos Santi.
El nuevo barrio fue construido junto al estadio y en un área de cuatro manzanas, donadas por los frailes franciscanos. Los beneficiarios vivían anteriormente en los barrios San Pedro, San José, Laborío y Villa El Triunfo. El área de construcción es de ocho por ocho y cuenta con un patio de 300 metros cuadrados, letrinas, lavaderos, cocinas mejoradas y 30 arbolitos para sembrar en el patio. Se estableció que las casas no podrán ser vendidas en un lapso menor de cien años. La apertura del acto de entrega estuvo a cargo de Francisco Trujillo Vega, anterior alcalde y miembro destacado del Comité de Defensa Civil, que tanto hizo en la emergencia.

Pero ayudas de emergencia como ésta no han restado bríos a otras inversiones de largo plazo en programas estratégicos para el desarrollo del municipio. Los bosques energéticos, las barreras vivas y la protección de cuencas son prioridad en la agenda de la Fundación. Brigadas de jóvenes estudiantes se aglomeran los fines de semana en torno a su local para partir hacia las zonas en reforestación.
El trabajo con la juventud ha sido priorizado por la Fundación, habida cuenta de que en Ciudad Darío más del 50% de la población (16 mil 982 habitantes) son menores de 16 años. Es de esperar que en los diversos proyectos de la Fundación algunos jóvenes profesionales podrán encontrar empleo y no tendrán que emigrar.

Briquetas y néctares: dos caminos

La inversión más significativa de la Fundación se encuentra en la ciudad y en un sector al que muchas instituciones se han resistido: la agroindustria. Es el caso del proyecto de briquetas y la fábrica de encurtidos y néctares.

De acuerdo a Jairo Valle, en el municipio existen 38 ladrilleras inscritas en Jinotega y Matagalpa. Esas fábricas artesanales consumen 3.8 toneladas de leña al mes, cantidad nada despreciable que incrementa la deforestación. La Fundación Rubén Darío ha encontrado una forma de satisfacer la demanda de combustible de las ladrilleras, a un costo menor que el de la plantación de árboles, introduciendo la fabricación de briquetas. Las briquetas son pequeñas piezas rollizas hechas a base de la compactación de la cascarilla del arroz. La briqueta alcanza 1.8 grados más de calor que la leña y sus costos son un 50% menores que los de la producción de leña. La cascarilla de arroz, materia prima de la briqueta, es muy abundante en la zona.

La fabricación de briquetas fue una recomendación en el estudio del PNDR: "La introducción de tecnología adecuada a la producción local de ladrillos debería incluir la utilización de la cascarilla de arroz en el proceso de manufactura. La cascarilla se utilizaría con el doble propósito de aumentar la resistencia de los cuarterones, al incorporarla a la materia prima, y de sustituir la leña como combustible, lo que contribuirá a disminuir la presión sobre la masa boscosa del municipio. Un beneficio adicional sería la eliminación de la contaminación causada por la quema de cascarilla y acumulación de la misma o sus residuos."
Aunque esta innovación, largamente acariciada por muchos, ha sido hecha realidad tardíamente, ya esta ahí. Y promete. La fábrica de briquetas es todavía un proyecto piloto. La briquetadora que actualmente posee el proyecto procesa sólo 110 kilogramos por hora, pero se planea comprar una con capacidad para procesar más de mil kilogramos por hora. Una vez comprobada su viabilidad y el grado de aceptación entre la población, la fábrica ex- tenderá su producción. En el ínterin, las gestiones avanzan y se va constituyendo una pequeña empresa que ya tiene demanda en las ladrilleras y suscribe contratos con las trilladoras de arroz. Los excedentes que genere la empresa estarán destinados al cuido y mejoramiento del medio ambiente.

El otro interesante proyecto es la fábrica de encurtidos. Con financiamiento del gobierno de Alemania, la Fundación Rubén Darío, junto con algunos ciudadanos avispados del municipio, han montado una fábrica de encurtidos y néctares, bautizada como Agroindustria Darío S.A. En ella laboran ocho mujeres, el gerente general y un ingeniero químico. Los innovadores ya consiguieron registrar su marca y pasar los rigurosos controles fitosanitarios.

Satisfecho de su criatura, el ingeniero químico Víctor Hugo González, graduado en Italia, nos muestra las instalaciones de la empresa y comparte sus proyecciones. Pasamos entre la colección de frascos, prestos a recibir néctares y encurtidos. Junto a ellos está un pasteurizador rústico, algunos toneles de vino y néctares de piña, maracuyá, melocotón y granadilla, con tres cuartos de pulpa y un cuarto de agua. Víctor Hugo revela que, por el momento, el encurtido lo elaboran con ácido acético, pero en un futuro cercano lo prepararán con vinagre natural para ofrecer un producto netamente orgánico. Ahora compran la materia prima a la Asociación Nicaragüense de Productores y Exportadores de Productos No Tradicionales, pero en el futuro planean controlar toda la cadena, desde la siembra hasta la exportación. Piensan en hoy y planifican para mañana.

Tantos vigores dispersos se unen

Estos dos pequeños grandes proyectos forjan en Nicaragua un eslabón más en la cadena productiva. Son iniciativas estratégicas que van más allá de la rehabilitación post-Mitch. A lo que colaboró el Mitch fue a demostrar que fuentes de ingresos alternativas y complementarias -en el sentido de que fijan en el municipio un valor agregado que antes era fijado en el extranjero- contribuyen a reducir la extrema vulnerabilidad del municipio. Y la de país. Por eso, son pequeños grandes logros.

Iniciativas como éstas están al alcance de las manos de otros municipios. ¿Cómo hacer saltar la chispa? ¿Cómo enyuntar tantos vigores dispersos? Está claro que una señal de que ya estamos más cerca del desarrollo será la de los "linieros" colocando por toda Nicaragua los productos industriales que se fabriquen en Ciudad Darío.

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