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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 181 | Abril 1997

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Nicaragua

"Paz en la superficie, tormenta por debajo"

El 7 enero, en vísperas del ascenso al poder de Arnoldo Alemán, su partido, el PLC, elaboró un documento que diseña la estrategia liberal para los 6 primeros meses de gobierno, con la que asegurar el poder al menos hasta el año 2015. El documento es real. Y es esclarecedor. Se filtró, ólo lo parcialmente, a fines de marzo. Publicamos unos extractos.

Equipo Envío

El Partido Liberal es un partido histórico enraizado en la historia nacional. La independencia fue producto de hombres ilustres que portaron nuestros ideales libertarios: Miguel Larreynaga, José Cecilio del Valle, el sabio leonés Don Gregorio Juárez y otros prohombres. La forja de la nación tuvo en patriotas centroamericanos como Francisco Morazán, Justo Rufino Barrios y nuestro Máximo Jerez el aliento para oponerse política y militarmente a los intentos de las oligarquías criollas conservadoras de romper la Federación Centroamericana y hundirnos en el oscurantismo y localismo.

La falta de visión de los líderes Castellón y Valle durante la Guerra Nacional le permitió a los conservadores desplazar y perseguir al liberalismo durante treinta años.

En 1893 se produce la gloriosa Revolución Liberal liderada por José Santos Zelaya, que derrota al Partido Conservador de Granada y abre para Nicaragua una era de modernidad política, jurídica y económica. El nacionalismo liberal sostenido por 17 años despertó las suspicacias de los Estados Unidos, que en alianza con los conservadores, precipitaron el desplazamiento del General. Zelaya y del liberalismo.

Tras 19 años de oscurantismo, corrupción y estancamiento de los gobiemos conservadores sucesivos, estalla la Guerra Constitucionalista, que concluye con el ascenso al poder del General José María Moncada.

En una nueva época donde los Estados Unidos se inclinan por la estabilidad, el liberalismo conservará el poder, afincado en la habilidad militar y negociadora del General. Anastasio Somoza García. La mano dura de Somoza y su desconfianza para permitir la alternabilidad en el poder, que sólo transmitió a sus propios hijos y familiares, erosionaron el liberalismo, acusado de dinastía y corrupción. En 1979, conservadores y liberales disidentes, apoyados por el capital y por Carter, se unieron al sandino- comunismo, quien en pocos meses destrozó la obra del liberalismo arrojando a éste al penoso exilio.

En las elecciones de 1990 el pueblo nicaragüense le dio la espalda al sandinismo, eligiendo al Gobierno de la UNO. El liberalismo unido con la Resistencia, mucho más que los conservadores, fue el pilar nacional de esta lucha y quienes influyeron más para que el Presidente Reagan golpeara al régimen del sandinismo. Sin embargo, desde abril de 1990 el liberalismo fue marginado por completo y obligado a oponerse frontalmente a la traición del co-gobierno Chamorro-Lacayo-Ortega. Arnoldo Alemán desde la Alcaldía de Managua, inició la verdadera reconstrucción y ascenso del liberalismo, teniendo como eje al PLC. Después de 17 años de humillaciones, exilio, confiscaciones y ostracismo politico, los liberales reconquistamos el poder en 1996.

Los liberales hemos iniciado una nueva época. No se trata sólo de haber ganado unas elecciones en el 96. Se trata de la apertura de una era en la que irrumpimos nuevamente en la escena nacional con grandes oportunidades para afirmar nuestra hegemonía por lo menos para los próximos veinte años. Ese debe ser nuestro horizonte y nuestra meta histórica. El gobierno presidido por el Dr. Alemán debe ser el instrumento para iniciar con firmeza la remoción de los obstáculos que se oponen hoy a este propósito. El actual orden de cosas no es tan favorable a los liberales y debemos cambiarlo decididamente sabiendo sortear el precio de las consecuencias.

La Alianza Liberal es frágil. Nuestro primer anhelo debe ser la reunificación liberal bajo una sola bandera teniendo como centro al PLC. El renacimiento del gran Partido Liberal es la primera tarea. Esta unificación se realizará más pronto y eficazmente si, atendiendo a razones pragmáticas, se reúne la familia liberal como en 1855, 1893 y 1936, alrededor de un caudillo auténtico y de cepa, que en este caso es el Dr. Arnoldo Alemán Lacayo.


La reunificación liberal tiene que ser completa o no ser. Desde 1979 hasta hoy una parte esencial del liberalismo ha sido atacada y acusada de latrocinio, somocismo, torturas y genocidio. Es deber liberal acogerlos, defenderlos y legitimarlos contra la pretensión sandinista y cachureca, empezando por los familiares de los últimos tres presidentes Somoza y por quienes colaboraron con su obra liberal, desde el ejército o el gobierno. Sus medios económicos, amigos e influencias serán de gran ayuda.

El cuadro político del país ha sido trastocado. Las paralelas históricas deben restablecerse. No podemos aceptar al Frente Sandinista usurpando el lugar que le corresponde al Partido Conservador. El liberalismo ha gobernado el país con la mancomunidad de los conservadores en varias épocas. Liquidar políticamente y de modo integral al sandinismo de la escena del país es tarea de este gobierno. El liberalismo no puede alternar con el sandinismo como oposición ni permitir que tenga existencia en el largo plazo.

En 1979, el ascendiente económico de los miembros de la familia liberal, consistente en miles de empresas agrícolas, industriales, comerciales y financieras, fue confiscado y luego repartido entre los sandinistas. Este socavamiento de nuestra influencia económica en la sociedad, producto de centurias de trabajo industrioso, continuó durante el gobierno del chamorrismo. En ambos casos, como una vendetta histórica que debía debilitar el resurgimiento del liberalismo. La "privatización" practicada por el gobierno Chamorro se hizo deliberadamente en favor de sus amigos y clanes conservadores, para terminar con la esperanza de recuperación de nuestros bienes y mientras la mayoría nos encontrábamos fuera del país. La recuperación de los bienes es indispensable para contar con la base económica de nuestros planes políticos. Sin esa base no podemos llegar muy

La composición actual del gobierno, aun cuando refleja nuestros acuerdos pre-electorales, debilita la unificación liberal y la cohesión que se requiere para gobernar realmente. Lo único seguro que tiene el liberalismo es el Ejecutivo, donde están los recursos económicos y otros medios legales y sociales necesarios para consolidarnos. Los acuerdos y alianzas hay que trasladarlas al Congreso Nacional y a otros poderes y cancelarlas en el Ejecutivo tan pronto cuanto sea posible.

El gobierno liberal no tiene control sobre aparatos de poder esenciales: el Ejército y la Policía. Tampoco tiene medios de comunicación propios. La Corte Suprema se está balanceando con una correlación dejada por los gobiernos anteriores. En la Contraloría hay un foco de oposición y problemas para el Presidente en la persona del propio Contralor.

Todos estos problemas se deben afrontar en los primeros seis meses, cuando el gobierno se encuentra fuerte interna y externamente. En este período las reacciones son débiles y con bajo apoyo. Lo importante es actuar con decisión. Para ello es indispensable que las medidas que se proponen sean cuidadosamente implementadas por un equipo interdisciplinario centralizado en la Presidencia y que cuente con personal calificado en aspectos jurídicos y políticos.

Se debe proceder a sanear el Poder Ejecutivo de funcionarios y empleados que no respondan a nuestros lineamientos. No cometer el error del gobierno Chamorro, que convivió con sus adversarios.


Se designará en los cargos ejecutivos de los Bancos, Hacienda, Dirección de Ingresos, FNI, Aduanas, Transporte y Aeropuertos y donde se puedan movilizar medios económicos, a liberales de cepa y de la entera confianza del Presidente.

Se deben diseñar medidas para tener control e influencia sobre todos los medios de comunicación. Los mejores periodistas deben ser empleados por el propio Presidente en los entes del Estado. Controlar la publicidad estatal, que es un 36% de la pauta nacional. Debilitar a los medios de oposición y premiar a los que se alineen.

El llamado al diálogo debe partir del liberalismo y del Presidente en persona y ser dirigido únicamente al FSLN, en el entendido que nosotros representamos a las demás fuerzas y no debe fortalecerse una tercera vía. Este diálogo es la oportunidad de desenmascarar al FSLN en su falta de vocación democrática y se le debe proyectar como piñatero. Al fracaso del diálogo, se llamará al Partido Conservador más cercano (Calero) como interlocutor.


En el tema de la propiedad tres son los objetivos: limpiar el período liberal demostrando que los dos gobiernos anteriores fueron más corruptos; realizar una presión para la devolución de las propiedades que realmente nos interesan dejando en la primera fase las entregadas a los pequeños; hacer una entrada golpeadora hacia la base económica en manos sandinistas.

El objetivo más importante es recuperar efectivamente propiedades. Los reclamantes de las mejores y más grandes son la familia de los Presidentes Somoza. Para lograr se les devuelvan debemos proyectar que los dirigentes sandinistas se las robaron y no son reforma social. Se deben buscar datos para atacar a los nueve Comandantes eligiendo a los principales responsables de las medidas confiscatorias. No atacar la reforma agraria frontalmente. Sacar a luz lo de las mansiones, potentados sandinistas, etc. Todo lo que los golpee ante la opinión pública. Empezar por el lado más débil hasta aislarlos. En un segundo plano "destapar" la corrupción de la CORNAP y de Dayton Caldera y Antonio Lacayo y lo que pueda conseguirse del gobierno Chamorro. Interesa sacar y dar a conocer listado de empresas que los cachurecos (Chamorros, Calderas, Baltodanos, Lacayos, Cuadras) se robaron al Estado.

En sentido más amplio de la propiedad, avanzar de hecho dándole juego a la presión de los reclamantes en el terreno y en los tribunales en todo el país. Coordinar con el Poder Judicial para que esto coincida con el saneamiento de los jueces en las salas civiles. A los miembros de las fuerzas armadas hay que darles por ahora seguridades que se les respetarán sus casas. Al fin todos tendrán que pagarlas.

Proceder a la privatización de empresas importantes que aún están manejadas por el Estado: el Banco Nicaragüense, que debe volver a ser un banco liberal; el Canal 6 de TV, que es el único con cobertura nacional y clave para nuestras campañas electorales (hacerlo en armonía con los antiguos dueños); lo mismo Radio Nicaragua, que está quebrada.

Empujar la recuperación de algunas empresas grandes ya privatizadas reclamables por la familia Somoza-Urcuyo o sucesores. Otras pueden negociarse con amigos inversionistas de la Fundación Cubano Americana en el exilio, nicas amigos de éxito en Estados Unidos, el Grupo Guatemala y otros.

Procurar el debilitamiento y hasta ruptura de los vínculos entre el FSLN y bases de apoyo. Primero se requiere un paquete social: entregar títulos de propiedad a los pobres, entregar materiales y crédito, condonar o subsidiar deudas, apoyar a dirigentes. Segundo, se debe cortar el oxígeno económico y financiero que reciben estos grupos de una pléyade de organismos no-gubernamentales, la mayoría afines al FSLN.

Estas primeras medidas van a traer tensión interna, más presumible con el sandinismo. Dos escenarios son aconsejables. El primero, mantener por todos los medios la estabilidad monetaria y los controles fiscales para servir de secante y amortiguador de la presión, para que haya en el país un campo de estabilidad apreciado por todos que aísle a los sandinistas. Segundo: a pesar de cualquier tensión se debe proyectar en los medios una acción enérgica y positiva del Presidente y una imagen de aceptación, control y tranquilidad. Con paz en la superficie podremos mantener la tormenta por debajo.

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