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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 212 | Noviembre 1999

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Honduras

A un año, más organización y una esperanza madura

A un año del Mitch, los hondureños han descubierto la organización. Y han aprendido a participar. Y donde ha habido participación y organización han funcionado bien los proyectos de reconstrucción. Así, se demuestra que la participación y la democracia son indispensables para el desarrollo.

Ricardo Falla

Desde el punto de vista de la reconstrucción -aspecto dominante de la vida nacional- el año del post-Mitch tuvo cuatro etapas fundamentales. En cada una de esas etapas -con sus períodos y momentos particulares- y, como alambres de diferentes colores, aparecen los temas coyunturales y sus actores: la gente damnificada, el gobierno, el congreso, la solidaridad internacional, y también la deuda externa, la inmigración al norte, la violencia.



Primera etapa: desastre y emergencia

(de fines de octubre 98 a fines de noviembre 98)

El huracán Mitch, que tocó primero la isla de Guanaja, y luego la Costa Norte, Tegucigalpa y Choluteca, causó una destrucción inimaginable, que se fue desvelando poco a poco ante la conciencia nacional.
Según las cifras oficiales, hubo 5,657 personas muertas, 12,272 heridas, 8,058 desaparecidas y 1 millón y medio resultaron damnificadas. 60 mil familias quedaron sin vivienda. Sus casas fueron arrasadas, soterradas, inundadas. La infraestructura vial quedó fraccionada, con 84 puentes destruidos e innumerables trozos de carretera hundidos o cubiertos de derrumbes. La producción sufrió daños enormes, con pérdidas calculadas en 1 mil 723 millones de dólares. Miles de manzanas de milpa quedaron inundadas, cientos de hectáreas de banano caña de azúcar, plátano y café completamente dañadas. Esto provocó un gran desempleo en sectores clave de la economía, como el bananero. El total de todos los daños fue calculado definitivamente por la CEPAL en 3 mil 794 millones de dólares.

Con derroche de solidaridad, la gente damnificada fue evacuada de sus lugares, donde estaban en riesgo. Habiendo perdido sus viviendas se albergaron en escuelas, iglesias, salones comunales, gimnasios, donde se pudiera. No se cerraba ninguna puerta. Fueron momentos en que toda Honduras sintió gran compasión y se volcó a ayudar.
Se iniciaron de inmediato los primeros programas de ayuda: alimentos, agua, ropa, utensilios de cocina, con fondos propios de Iglesias y de ONGs y con lo que miles de personas de buena voluntad llegaban a regalar a los improvisados centros de acopio. En esos días, los medios de comunicación -especialmente las radios- se convirtieron en agentes de recolección y de distribución de ayudas. Todo el mundo hacía de todo.

Enseguida comenzó a llegar la solidaridad internacional. Llegaron personalidades a ver y a dejar que su corazón se conmoviera: Tipper Gore, Nora de Pastrana, Jacques Chirac, Roberto Robaina, César Gaviria, Michel Camdessus... La primera dama hondureña, Mary Flakes de Flores, sirvió de nexo con esas personalidades y adquirió por esto una imagen nacional muy popular.

Muchos países comenzaron a enviar personal de ayuda. México aportó maquinaria pesada. Llegaron los marines de Estados Unidos. Los holandeses con lanchas. Los japoneses con sus fuerzas de autodefensa para prestar servicios de salud y de control de epidemias. Muchos países también prometieron ayuda en dinero.

Respaldo al gobierno

Durante este mes el gobierno se vio respaldado interna y externamente. Predominaba un sentimiento de unión ante los estragos del huracán y el Presidente Flores dio pasos para institucionalizar ese respaldo centralizando el poder. Para hacerle frente a la emergencia, promovió la aprobación por el Congreso de la Ley de Facilitación Administrativa, que le dio flexibilidad en las decisiones y capacidad para reformular el presupuesto. Esta ley hizo posible crear el Gabinete de Reconstrucción, conformado por los ministros más cercanos. No se oyeron apenas críticas a estos pasos de centralización del poder. El país estaba azurumbado y confundido por la tragedia.

Después, el Ejecutivo reclamó al Congreso para que los diputados salieran de su inactividad. Habían brillado por su ausencia ante la emergencia en sus departamentos.
Su actividad se concretó en aprobar, a la carrera y a medianoche, leyes que estaban engavetadas y que debían aprobarse para modernizar el Estado conforme a un patrón neoliberal, como la Ley de Concesiones.

¿Castigo, mala suerte, pobreza?

En esta etapa, en los medios y en los foros se maneja que la catástrofe nos ha puesto ante una gran oportunidad: no sólo reconstruir el país, sino transformarlo. Nadie quiere volver al pasado de inseguridad y pobreza que permitió que los daños fueran tan gigantescos. El gobierno entiende la transformación del país de una manera y la sociedad civil organizada de las clases medias e intelectuales la entiende de otra manera: como una oportunidad para democratizar el país, convencidos de que sin democracia no puede haber desarrollo.

Las percepciones sobre la magnitud de la catástrofe son parecidas, pero sólo en la apariencia. Hay muchas maneras de interpretarla. Fueron tres las interpretaciones principales. Según la interpretación religiosa, el huracán fue un castigo de Dios. Es la percepción popular más difundida. Fue exagerada por las iglesias evangélicas de corte pentecostal y corregida por las iglesias católicas más progresistas. No se ha analizado en serio por qué el pueblo espontáneamente sintió así la catástrofe.
Una segunda interpretación es la que acentúa la causalidad de la Naturaleza y hasta la mala suerte que parece perseguir a Honduras. Esta es la percepción del gobierno, para el cual antes del Mitch nos iba bien, porque íbamos con "las banderas de la esperanza desplegadas", como diría meses después el Presidente Flores en Estocolmo. La estrategia ideológica del gobierno será agigantar el tamaño de la desgracia lo más posible para que así se excuse su ineficacia y lentitud en la reconstrucción.
Una tercera interpretación es la que acentúa más la causalidad social. El huracán causó tanta destrucción porque la estructura social del país privilegia a los ricos y desprotege a los pobres, y aunque el Mitch golpeó también a la clase media, la inmensa mayoría de los damnificados fueron los pobres y los indigentes. Según esta percepción, el Mitch fue para la conciencia como un fogonazo de rayos X sobre la realidad de Honduras.

Alianza con la Iglesia

En esta etapa, el gobierno se da cuenta del sentimiento religioso de la población damnificada y de su propia incapacidad para atenderla. Elemento que profundiza esa incapacidad es la sospecha de corrupción que pesa sobre Honduras, calificada poco antes del Mitch por Transparecia Internacional como uno de los países más corruptos del globo. En esta situación, el gobierno decide entregar a las Iglesias el manejo de los albergues, principalmente en Tegucigalpa.

La orientación política de acercamiento a las Iglesias baja también a los municipios. Y en varios lugares se establece un convenio entre el poder local y las iglesias o parroquias para responder a la emergencia inmediata. Por ejemplo, en El Progreso, donde la Iglesia firmó un acuerdo con el alcalde por el cual éste se comprometía a pasar a la Iglesia todas las ayudas para que ella las distribuyera. Aunque dejaron muchas lagunas irresueltas, estas experiencias fueron un paso importante para iniciar una nueva estrategia de la Iglesia en alianza con el poder local y frente al poder nacional. La alianza suponía que la negociación con la municipalidad iría respaldada por la presión popular. A la vez que se hablaba con la municipalidad, la Iglesia organizaba a la gente damnificada, tanto en la ciudad como en el campo.

Condonación y deportación

En el primer mes de la emergencia el gobierno, la sociedad civil organizada y las Iglesias reiniciaron con redoblada fuerzas dos movimientos muy importantes a nivel internacional. El primero, la movilización para la condonación de la deuda externa de Honduras, que tiene al país como un pájaro que no puede volar, porque su pata está amarrada a un peso que cada vez crece más.
De 1980 a 1998 Honduras destinó 6,084 millones de dólares para el servicio de la deuda (capital e intereses), pero en ese mismo período el saldo de la deuda creció de 1 mil 388 millones a 4 mil 264 millones, según cifras recientes del Banco Central.
La demanda por la condonación fue un grito que conmovió a los países industrializados y levantó muchas expectativas a nivel interno, que luego se irían frustrando. Abanderados de esta causa han sido, entre otros, Mauricio Díaz Burdett, del Foro Social de la Deuda Externa (FOSDEH) y el Arzobispo de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez.

El segundo movimiento fue la demanda al gobierno de los Estados Unidos para que flexibilizara su política migratoria con los hondureños, pues era injusto seguir cargando al país con más deportados, teniendo en cuenta que la calamidad había acentuado en mucha gente la tendencia a emigrar al Norte.

Un momento inolvidable

La primera etapa terminó pronto. Esta corta pero intensa etapa de dolor, de sentimientos de unión, solidaridad, creatividad, esperanzas y entusiasmos desmesurados se fue cerrando a finales de noviembre. El 30 de noviembre terminó el toque de queda. Admirablemente, durante un mes de aplicar esta medida no hubo hechos de violencia notorios, como asaltos a bodegas o disturbios callejeros. Tampoco hubo manifestaciones populares.


Segunda etapa: comienzan las divisiones

(de principios de diciembre 98 a mediados de enero 99)

Esta corta etapa fue muy significativa porque rápidamente se fue cambiando en el país el ambiente general de unión y fueron naciendo las principales divisiones que caracterizarán el resto del año.
La etapa comienza con el Foro Consultivo en Washington, donde se sientan las bases para organizar la colaboración internacional, y se cierra con el aniversario del primer año de gobierno, que coincide con la ratificación, por el Congreso, del despojo de su autonomía a los militares. Tanto el Foro Consultivo como esa ratificación fueron dos hitos favorables a la imagen del gobierno ante la comunidad internacional y la opinión pública nacional. Son como dos pequeñas cumbres. Pero en medio y a la base estuvieron los brotes de las divisiones.
La primera división consistió en el gradual alejamiento y desencantamiento de la población frente al gobierno. El Presidente Flores se lució en Washington. El BID y el Banco Mundial otorgan allí préstamos millonarios -166 y 45 millones de dólares- y las naciones anuncian grandes y prontas donaciones. Pero en Honduras las cosas siguen iguales. Nadie le ve la cara a todo ese dinero y la población pregunta dónde está. A fines de noviembre, la Contraloría declara que el país sólo ha recibido 5.5 millones de dólares, pero la gente no le cree. El gobierno va perdiendo credibilidad. Se va ganando, uno tras otro, los calificativos de lento, poco transparente, ineficaz... Y siempre pende sobre él la sospecha de la corrupción.



Garífunas vs. gobierno

El gobierno se gana también la antipatía de los indígenas y los garífunas, quienes, aunque porcentualmente pocos, tienen organizaciones ruidosas y gozan del apoyo de la comunidad internacional.
En sus sesiones nocturnas, el Congreso aprueba en primera lectura la reforma al artículo 107 de la Constitución, por el cual se prohibía a los extranjeros ser propietarios dentro de una franja de 40 kms a lo largo de los litorales y las fronteras. Para fomentar la inversión turística, el gobierno empujó al Congreso a cambiar este artículo. Cuando se aprueba la reforma, los garífunas -que viven en el litoral atlántico -están postrados tras el paso del Mitch y sienten esta medida como una puñalada trapera. Y aunque en ese momento no pueden hacer nada, cuando se instala la segunda legislatura, al cumplir el gobierno un año, montan una manifestación en los bajos del Congreso. Se siembra allí una semilla de descontento que estallará mas tarde.

Población vs. damnificados

Otra tensión y división nace entre damnificados y no damnificados. A medida que se acerca el año escolar, los padres de familia y los maestros reclaman las escuelas ocupadas como albergues. La gente damnificada pasa a ser un estorbo: llenan las aulas y las han ensuciado. La presión para que salgan es muy fuerte. Los damnificados se resisten a abandonar las escuelas, porque no tienen a dónde ir. Los macroalbergues que la OIM (Organización Internacional de las Migraciones) está construyendo no están listos.

Se va difundiendo así la imagen de que el damnificado, sobre todo urbano, es haragán, pedigüeño, totalmente inculto, peligroso, ladrón. En una palabra, chusma de la peorcita. Un cambio total en la percepción que existía hacía pocas semanas.
En esta etapa, la sociedad civil de clases medias intelectuales, organizada en el Foro Ciudadano, comienza a criticar duramente al gobierno por la forma antidemocrática, intolerante y manipuladora en que se estaba comportando. Los medios de comunicación han dejado de ser sociedad civil -decía el Foro-, pues los periodistas pagados por el gobierno se han convertido en una extensión del Estado. Estas críticas tiene resonancia y se filtran lentamente a todas las capas sociales.

Crisis civil y militar

También dentro del mismo gobierno y dentro de su Gabinete de Reconstrucción estalla la división y el Presidente le pide la renuncia al Ministro de Relaciones Exteriores, a quien días después se le ve mezclado entre los indígenas que protestan en los bajos del Congreso. El Presidente aprovecha el inicio de su segundo año para cambiar a otros ministros.

Hay que recordar que el año 1999 comenzó con tres secuestros, clase de delitos que habían desaparecido con el Mitch. La clase empresarial se aflige, porque parecen inaugurar una ola de violencia organizada, que podría verse alimentada por la situación crítica que vive el país. El cadáver del empresario José Domingo Mitry Ritshmawi aparece a los pocos días de haber desaparecido. El tiempo muestra que los secuestros fueron hechos aislados, y es justo pensar que el gobierno, con presiones a los militares, contuvo una eventual actividad del crimen organizado.

Al término de esta etapa de mes y medio el gobierno, y particularmente el Presidente, salen fortalecidos, por la ratificación hecha por el Congreso en segunda lectura de la reforma constitucional que despoja a las Fuerzas Armadas de la tradicional autonomía de la que gozaban. Esto no sólo reviste al Presidente del prestigio de un triunfo civilista, sino que lo lleva a asumir él la estructura vertical de los militares. A lo interno de las filas castrenses queda incubada la pugna, que meses después será resuelta, entre los más militaristas que no asumen la pérdida de autonomía y los más civilistas que respaldan la línea del Presidente.

Triunfos internacionales

El movimiento por la condonación de la deuda externa avanza y el Club de París suspende el pago de la deuda bilateral durante tres años, lo que supone un alivio de unos 432 millones de dólares hasta el año 2002. El movimiento a favor de los indocumentados surte también su efecto. Estados Unidos promete suspender las deportaciones hasta el 7 de enero de 1999 y después aprueba el TPS (Estatus de Protección Temporal), por el cual se da permiso temporal hasta junio del 2000 a hondureños y nicaragüenses que entraron a Estados Unidos antes del 31 de diciembre de 1998. Según el Subsecretario de Estado Adjunto, 200 mil centroamericanos ingresaron a Estados Unidos a raíz del Mitch y, según el INS (Servicio de Inmigración y Naturalización), 90 mil indocumentados hondureños y 60 mil nicaragüenses viven en territorio estadounidense. La fecha de registro en el TPS vencería el 6 de julio de 1999.



Tercera etapa: carrera hacia Estocolmo

(de mediados de enero 99 a fines de mayo 99)

Durante esta etapa de dos meses y medio la reunión de Estocolmo es el foco que centra toda la atención del gobierno. En diciembre, en Washington, el BID había convocado a los países a presentar sus planes de reconstrucción en Estocolmo, el 25 de mayo de 1999. Honduras tenía seis meses para elaborarlos.

El gobierno bebe Estocolmo, come Estocolmo y sueña con Estocolmo. La preparación del plan que debe llevar a esta cita no atraviesa sólo por un proceso técnico, sino por un proceso político de reclamos de la sociedad civil, a la que no se le da participación en la confección del plan. En el decurso de los días, cualquier crítica empieza a ser rechazada por el gobierno con una hipersensibilidad exagerada. Es el caso, por ejemplo, de la denuncia del Comisionado de los Derechos Humanos al gobierno por actos de corrupción en el manejo de las ayudas.
Por su lado, quienes no piensan en Estocolmo, los campesinos damnificados de la Costa Norte, se apresuran a sembrar a pesar de que en los valles inundados las tierras están todavía "muy frías", y la semilla se pudre. Tienen que resembrar varias veces. Cuando la semilla pega por fin, ya es tarde. La milpa ya crecida se seca con el inclemente sol del verano de abril y mayo. También durante estos meses se difunde el sistema de alimentos por trabajo donados a través de programas como los del PMA (Programa Mundial de Alimentos), CRS (Catholic Relief Services) o CARE.

Construcción de viviendas

En las ciudades inicia el año escolar con pocos alumnos. Lentamente, la gente damnificada es trasladada de las escuelas a los macroalbergues que, aunque parecen "gallineros", al decir de la gente, son un espacio de libertad, porque los damnificados ya no sienten que de allí los quieran sacar.
En los macroalbergues deben esperar la construcción de su vivienda definitiva, lo que tardará mucho tiempo, sobre todo si se trata de proyectos grandes. El problema principal de la vivienda es la tierra. El gobierno presenta ante el Congreso una iniciativa de ley para poder comprar terrenos al valor de mercado, no al valor catastral. En ningún caso se da una expropiación por razones del bien común. Tampoco los damnificados invaden terrenos. Están en una situación de mucha debilidad y de poca capacidad organizativa, ya que en los macroalbergues se junta gente de distintas colonias que nunca antes se habían conocido.

Es el momento en que se van elaborando los proyectos de vivienda. El gobierno está prácticamente ausente de este proceso. Las Iglesias y las ONGs toman la delantera, porque aunque se espera que de Estocolmo venga dinero para viviendas, la urgencia es grande y ya hay dinero de la solidaridad para esto. Se establecen convenios entre las Iglesias y los poderes locales. En algunos casos excepcionales se toma en cuenta en esos convenios a la misma población damnificada, que nombra, a pesar de las dificultades organizativas, a sus propios representantes.

Crecen violencia y críticas

El clima de violencia popular y delincuencial de las ciudades se va caldeando y en este período comienzan a multiplicarse las noticias de mareros que se matan entre sí, aunque no se sabe si es la policía la que se vale de una mara rival o de facciones internas a ellas para matar a jóvenes, o si los conflictos son autónomos.

El CODEH (Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras) denuncia que hay escuadrones de la muerte ligados a la policía, que son los responsables. La violencia urbana, como secuela del Mitch, va creciendo. Crece también la represión policial, que trata de controlarla extrajudicialmente.

El potencial de violencia crece cuando los aviones con deportados comienzan a llegar desde los Estados Unidos. Muchos de los deportados tienen causas criminales. Aunque las cifras del primer semestre de 1999 indican un promedio de 286 deportados por mes -inferior a los 380 por mes del mismo período de 1998 probablemente a causa del TPS-, la llegada de gente problemática asusta al gobierno y a la sociedad en general.
Todo ocurre mientras se agudiza la tensión entre el gobierno y la sociedad civil, organizada en un espacio de discusión llamado Interforos, instancia que reúne a varios foros, incluido el Foro Ciudadano, que había iniciado las críticas en la etapa anterior. La crítica va acompañada de propuesta, con un documento que se elabora y presenta al gobierno, aunque éste no le hace prácticamente ningún caso.

El gobierno se resiste a publicar borradores del plan que va elaborando y a discutirlo con la sociedad civil. Incluso, la presentación que se ve obligado a hacer del plan ante el Congreso es muy vaga, sólo en líneas generales.

Corrupción: primera gran crisis

En este ambiente se publica una auditoría social que, con fondos daneses, ha hecho el Comisionado de Derechos Humanos sobre los proyectos de reconstrucción. En la auditoría se denuncian 17 casos de corrupción. El gobierno muestra su inconformidad, pero no estalla el conflicto con dimensiones internacionales, hasta que el Congreso, impulsado como siempre por el Ejecutivo, le da un zarpazo a la figura del Ombudsman, el Comisionado, recortándole las atribuciones que la ley le concede y reduciendo de 6 a 4 años su período. Con esa reforma se pretende que el Comisionado limite sus investigaciones a violaciones de derechos humanos como los secuestros políticos y las ejecuciones extrajudiciales, tal como en la década de los 80, y que no se meta a investigar casos de corrupción, por ser eso tarea de la Contraloría y de otros organismos del Estado.

Buscando impedir que alguien le señale un lunar en la cara -eso eran los 17 casos-, el gobierno se echa encima una carretada de lodo. La opinión pública nacional e internacional se le vuelve en contra, haciendo peligrar el éxito de Estocolmo.
Es la primera crisis grave del gobierno después del Mitch. Presionado, el Congreso tiene que dar marcha atrás en la reforma, y detrás de él el Ejecutivo, rectificando la medida con la que quiso silenciar la voz crítica del Comisionado.

Poco antes de Estocolmo, el gobierno logra dividir a la sociedad civil organizada, cuando el Foro Ciudadano se separa de Interforos y respalda el Plan que el gobierno presentó en el Foro Consultivo en Washington. Interforos manda a sus representantes a Estocolmo y allá el Presidente dialoga con ellos e integra a dos de sus miembros en su delegación oficial, prometiéndoles que de regreso en Honduras se promoverán sesiones de trabajo conjuntas para impulsar el plan consensuado.

En Estocolmo, el Presidente Flores declama un discurso lírico y vago, repitiendo conceptos ya dichos en Washington y volviendo a decir que Honduras iba bien antes del desastre: "Las banderas de la esperanza estaban desplegadas..." No habla del plan que lleva escrito y cuando se le hacen preguntas a la delegación, ésta no responde a cabalidad ante los expertos de los países, que están muy bien informados de la situación real en Honduras.


Cuarta etapa:se supone la reconstrucción

(de principios de junio 99 a fines de octubre 99 )

¿Qué logramos de Estocolmo? Esa es la gran pregunta que, entre tantas cifras y declaraciones oficiales y no oficiales, se hace la opinión pública. El gobierno le insiste a la gente que no piense que el Presidente traerá millones en su equipaje, y explica que hay dinero que ya se recibió y ya se gastó, que hay dinero que no se dará sino después de que pase un tiempo, pues hay proyectos de tres años de duración, y que hay dinero que son préstamos que habrá que devolver. Antes de viajar a Estocolmo, el gobierno había afirmado que hasta mayo había recibido 502 millones de dólares y había gastado 82. Queda en claro que en Estocolmo Honduras logra 2,700 millones de dólares, el 70% de lo solicitado. De esa cantidad, 1,500 millones son recursos adicionales y frescos, que irán llegando en dos o tres años; y 1,600 millones son préstamos. Así, el país se ha endeudado más.

Mientras la Iglesia en su editorial de FIDES exige transparencia en el manejo de los 2,700 millones de Estocolmo, arranca en el mundo la campaña del Jubileo 2000 y el arzobispo de Tegucigalpa demanda la condonación total de la deuda hondureña. En la reunión del G-7 en Colonia, Alemania, son buenas las perspectivas para que Honduras entre en la categoría de los HIPC, países muy pobres y altamente endeudados, para una condonación parcial de su deuda multilateral. Jubileo 2000 critica como insuficiente la decisión del G-7: la condonación de la deuda debe ser total, porque la deuda es injusta.

Economía maquillada

En esta etapa se publican datos de la economía, que muestra una cara -o más bien un maquillaje- de buena apariencia, debido a la inyección de dinero para la reconstrucción y a las ayudas en alimentos. La devaluación del lempira ha sido baja: 0.4% semestral, inferior a la del mismo período de 1998 antes del Mitch. La inflación ha sido de 5.3% semestral, la más baja en seis años. El rubro de la construcción tuvo un repunte de 21% en los dos primeros meses del año. Algunas de estas cifras macroeconómicas explican probablemente por qué no ha habido más desequilibrios sociales y más protestas.

Pero hay señales de recesión. La demanda de créditos es de 4%, cuando en años anteriores y para estos meses era de 30%. Hay más desempleo. Se prevé un decrecimiento del PIB de -2%, aunque la producción agropecuaria -el banano- se vaya recuperando lentamente. El precio internacional del café, principal rubro de la exportación, ha bajado. La maquila, que sufrió poco por el Mitch, se encuentra estacionaria, debido a que no se ha aprobado en el Congreso de Estados Unidos la paridad con el TLC. Las remesas familiares, tercer rubro de ingreso de divisas, son inestables debido a que el TPS sólo abarca hasta mediados del 2000, cuando podría producirse una deportación masiva.

El virus de la presidentitis

En julio, comenzó una agitación política inesperada, que opacó la preocupación por la reconstrucción y que no parecía estar alentada por el gobierno, sino alentada subterráneamente por las expectativas creadas con el dinero de Estocolmo. Con el dinero se puede hacer política. Se perfilan desde entonces los candidatos a candidatos presidenciales, que comienzan ya a hacer giras por los departamentos. Por el Partido Liberal, el eterno candidato de la Costa Norte, el empresario Jaime Rosenthal; el presidente del Congreso, Rafael Pineda Ponce; y Manuel Zelaya, ex ministro del FHIS. Por el Partido Nacional, el banquero Ricardo Maduro y el candidato del anterior período, Elías Asfura. También aparece un candidato independiente, que luego tendrá que incorporarse en algún partido, el ex presidente del CODEH, Ramón Custodio.

La presidentitis entra como un virus en las estructuras del gobierno y las distrae y desordena. Por parte del FOSDEH ha habido denuncias de que este virus ha atacado al mismo gabinete de gobierno. Pocas semanas antes de esta denuncia, Mel Zelaya renunció al ministerio del FHIS para dedicarse abiertamente a la campaña política. Y meses después, a pocos días del aniversario del Mitch, Tomás Lozano, del mismísimo gabinete de Reconstrucción, anunció también que se dedicará próximamente a la política.
La solidaridad internacional queda perpleja viendo cómo, teniendo pendiente la reconstrucción y no cumplida aún la mitad del período de gobierno, ya se da inicio a la campaña electoral. Lo que sucede a nivel nacional se repite a nivel municipal, donde regidores, patronatos y asesores son llamados por los grupos de campaña de los líderes.

El Presidente, Flores no parece muy contento con esta campaña, pues le divide su equipo de gobierno, le recorta su poder -basado en estos momentos más en las obras que en la campaña- y daña su imagen nacional e internacional, al fomentar un ambiente favorable a las críticas y a la desunión.

Crisis en el Ejército

En esta etapa, y también dentro del gobierno, está por estallar la división interna en las Fuerzas Armadas. Se dan amenazas de un golpe de barracas y el Presidente tiene que resolver tan espinoso problema. Dos grupos de promociones militares se enfrentan: una la que domina la cúpula militar y no ha asimilado la reforma constitucional que les despoja de la autonomía, y la otra la de la promoción más cercana al Presidente, más civilista, que había sido excluida del Alto Mando a pesar de que por jerarquía le tocaba estar.
El Presidente supo aprovechar la división y cambia los principales jefes militares, con lo que consolida su poder, unificando a las Fuerzas Armadas y teniéndolas bajo su obediencia.
Pero el civilismo que avanza en las estructuras de gobierno no significa necesariamente un avance en la democracia. Una ventaja es que a partir de ahora los militares pueden desempeñar con más neutralidad tareas propias de un ejército moderno. Entre ellas el apoyo en tiempos de emergencia, como se comprobó a fines de septiembre cuando las lluvias arreciaron y hubo necesidad de evacuar a mucha gente.

De nuevo, inundaciones

Durante esta etapa, el campesinado siembra maíz con la ayuda de Iglesias y ONGs, que le facilitan semilla y químicos. Se espera una buena cosecha. Pero en los valles los bordos de contención de los ríos no han sido reparados y los cauces no han sido dragados. De balde se habrá sembrado si de nuevo se inundan los llanos. Los campesinos comienzan a escribir cartas al gobierno, a enviar avisos por radio. Incluso, se toman pacíficamente la sede de la Comisión del Valle de Sula, encargada de la reparación de los bordos en terrenos que no son de la bananera. También los agricultores de plátano, e incluso los administradores del aeropuerto de San Pedro Sula, levantan la voz para que se les dé la protección necesaria contra las inundaciones que se prevén para septiembre y octubre.
Parece que el gobierno se sentía seguro y no atendió a las llamadas de atención hasta que las torrenciales lluvias azotaron al país después de la fiesta de la independencia, el 15 de septiembre. Entonces se le cayeron las vendas de los ojos y descubrió la fragilidad de sus propias obras de rehabilitación de carreteras y puentes. Con las lluvias del 99, 15 puentes fueron destruidos y 26 vías de comunicación fueron declaradas por COPECO en mal estado. De nuevo hubo inundaciones en el valle de Sula. Muchos bordos que habían sido mal hechos y a la carrera por la Comisión de Sula cedieron al agua. Otros ni siquiera fueron hechos. Los ríos tampoco habían sido dragados. No hacía falta una tormenta de la dimensión del Mitch para causar estragos semejantes a los del Mitch. En septiembre y octubre del 99, fueron 28 las personas muertas y 17 mil 609 las evacuadas.

Cae la imagen del gobierno

En el valle de Sula no llovió torrencialmente, pero la represa de El Cajón se llenó al máximo, y las descargas de la represa fueron las que causaron la destrucción de los cultivos de muchas comunidades. Muchos campesinos damnificados que habían sembrado en febrero y habían perdido su cosecha por la sequía, y que habían vuelto a sembrar en junio, veían ahora las matas secas del maíz todavía no seco en medio de un mar de agua.
El malestar contra la mala administración de El Cajón -que debía haber tenido la represa preparada para recibir las aguas de septiembre y octubre sin necesidad de hacer descargas- fue grande. La imagen del gobierno cayó por los suelos. El Presidente se hizo presente en persona en los lugares más afectados para cerciorarse de la destrucción. Se le oyó dando declaraciones sobre la debilidad del país ante las catástrofes y encomendándose a Dios todopoderoso. Su argumento constante ante las críticas de ineptitud y lentitud fue que no nos damos cuenta de la magnitud del Mitch ya que el país está todavía herido y es sumamente vulnerable.

Gobierno: represivo y corrupto

Cuando el sol salió y el aniversario del Mitch se acercaba, el gobierno comenzó a pensar en la recuperación de su imagen. El gabinete se puso a hacer un informe detallado de los avances del año.

Dos hechos le empañaron la imagen. El primero, a nivel nacional, tenía su origen en la premura del gobierno y del Congreso por aprobar leyes sin consulta con la población. El tema del artículo 107 y la protesta de los indígenas salió a flote de nuevo en una manifestación en el Día de la Raza, 12 de octubre. La policía la reprimió violentamente con gases lacrimógenos y balazos frente a la casa de gobierno.

Aunque los medios locales se pusieron al lado del gobierno, acusando a los manifestantes de haber ido preparados con piedras y palos desde que salieron de sus comunidades, la verdad de los hechos se difundió internacionalmente y el gobierno fue presionado para que hiciera una investigación que aún no ha terminado.

El otro hecho, de nivel internacional, tuvo que ver con la imagen de honestidad del gobierno. Poco antes del aniversario del Mitch le llegó un balde de agua fría desde Europa: Honduras fue declarada de nuevo por Transparencia Internacional como uno de los países más corruptos del mundo y como el más corrupto de América Latina. Esto puso en peligro la condonación de la deuda externa, al crecer la sospecha de que el gobierno no aplicará el dinero perdonado para el desarrollo, sino para el enriquecimiento de unos pocos.

Hay corrupción en el país. Los casos de los que más hablan los medios son: las 17 denuncias del Comisionado no investigadas, el hecho de que no hay nadie preso por corrupción, o el de que el sistema judicial tapara la corrupción del recientemente quebrado Banco Corporativo.

Una misa y un informe

Al llegar el aniversario del Mitch, el acto simbólico se celebra en el Santuario de Suyapa. El Presidente y su esposa, junto con miembros de su gabinete, de las Fuerzas Armadas y del cuerpo diplomático, asisten a la misa de acción de gracias del Arzobispo. Monseñor Rodríguez pide que los diversos sectores no se denigren y que el pueblo hondureño se una para construir una nueva Honduras. Agradece a la comunidad internacional y anima al Presidente afirmando que es fácil criticar cuando no se hace nada.
El arzobispo ha luchado mucho por la condonación de la deuda externa y en el extranjero ha tenido declaraciones muy fuertes y proféticas, pero dentro del país suele ser parco en su denuncia, resultando más bien conciliador. Aunque no se le hicieron grandes alabanzas al gobierno, el Presidente salió legitimado del acto.

Los periódicos publican el informe de los avances de la reconstrucción, también difundido en cadena nacional por las radios. El informe destaca todo lo positivo hecho, pero no menciona los problemas sociales enfrentados. El único "enemigo" que aparece en el informe son las fuerzas de la Naturaleza y la mala suerte. El gobierno no reconoce deficiencias en su gestión, no distingue entre los avances en los que el gobierno tiene responsabilidad y aquellos que corresponden al esfuerzo de la sociedad civil y a la comunidad internacional. Un ejemplo: el gobierno se arroga la construcción de 59 mil casas en proceso de construcción o ya construidas, cuando es sabido que el gobierno no ha hecho proyectos de vivienda y sólo se ha comprometido a ponerles servicios, de agua potable, luz y alcantarillado, lo que aún casi no ha hecho. En conjunto, se trata de un informe puramente cuantitativo, que no evalúa la calidad de las obras.

Este es un resumen del informe presentado por el gobierno en el aniversario del Mitch.

** Gestión de recursos

- Estocolmo: apoyo financiero de 2,763 millones de dólares.

- Deuda externa: el Club de París condona 224 millones de dólares y concede una moratoria en el pago de intereses de 1999 al 2002 equivalente a 439 millones. Francia y España condonan 30 y 16 millones.

** Panorama económico

- Inflación: reducida a 5.3% semestral.

- Devaluación: reducida a 2.9%.

- Salario mínimo: sube a un promedio de 32.6%.

** Sectores sociales

* Educación
- Aulas escolares: 747 reparadas o construidas.

- Merienda escolar: 220 mil alumnos.

- Proheco:
> Escuelas: 500 nuevas en funcionamiento.

- Educa todo:
> Becas: 3,847 a estudiantes de nivel medio.

> Bono estudiantil (transporte): 47 institutos.

* Salud
- Rehabilitación: 100 unidades prestadoras de servicio (15 hospitales, 26 césamos, 57 centros de salud rurales, 2 clínicas)
- Vacunación.

* Vivienda
- "El gobierno central con el apoyo de la cooperación internacional, ONGs, gobiernos municipales y la participación de los beneficiarios está realizando... la construcción de más de 59 mil 689 viviendas..."
* Acciones de combate a la pobreza
- PRAF: 225,670 bonos.

- FMIS: 2,594 proyectos en ejecución municipal (educación, agua y alcantarillado) por 708 millones de lempiras

** Sectores productivos

* Sector agropecuario
- Recuperación de banano y plátano: 4,300 hectáreas rehabilitadas.

- Recuperación de tierra para los campesinos: 8,400 hectáreas.

- Tenencia de la tierra: 32,831 títulos emitidos.

- Infraestructura: 2,194 kms en ejecución de carreteras del Fondo cafetero.

* Turismo
- Proyecto estratégico con México.

- Campaña internacional.

* Financiamiento de emergencia
- FONAPROVI: 1,548 millones de lempiras en 9,513 préstamos.

- SAG: 20.4 millones de lempiras en créditos (semillas, fertilizantes, etc.)
- IHCAFE: 231.8 millones de lempiras transferidos a 60,861 productores.

** Infraestructura

- Red vial: 16 puentes metálicos, 11 permanentes, 1,607 kms.

- Agua y saneamiento: 483 soluciones en servicios de agua, miles de letrinas, 1,728 proyectos de rehabilitación de acueductos urbanos y rurales, 70% del alcantarillado de ciudades rehabilitado.

- Energía: 200 kms de líneas, cables de 3 turbinas de El Cajón.

- Telecomunicaciones: 54 centrales reparadas, 95% del servicio telefónico reparado.

- Puertos y aeropuertos: reparación de Puerto Cortés y licitación del concesionamiento de los 4 aeropuertos más importantes.

- Gestión de riesgos
> Bordos de contención: bordos en Valle de Sula (4.2 millones de dólares).

> Drenaje en Valle de Sula (5 millones de dólares) y en río Chamelecón (20 millones)
> Canalizaciones de quebradas y ríos menores (5.3 millones de dólares)
> Obras de protección contra inundaciones: en cuencas del país y en Tegucigalpa.

** Transparencia y gobernabilidad

- Auditorías financieras de la Contraloría, consultorías internacionales para seguimiento del Plan Maestro, Comisión de Supervisión de Obras de Reconstrucción nombrada por el Presidente, creación de la Inspectoría General de Proyectos.

- Instancias para impulsar la reconstrucción: dos unidades, el SINEG (Sistema nacional de evaluación de gestión) y la UPREI (Unidad de Preinversión)

** Participación ciudadana

- Comisión de participación ciudadana: 10 notables juramentados.

- Auditoría social del Comisionado de Derechos Humanos.


Más organización

A un año de la catástrofe, ¿qué ha dejado el Mitch? La gente amnificada afirma que el Mitch les ha dejado algo muy positivo: el haberse conocido entre ellos, el haber conocido instituciones que les ayudan, el haberse acercado a la Iglesia -no a la misa o al culto, sino al contacto personal con gente de iglesia-, el haberse organizado. Valoran la organización como la vía para poder superar grandes necesidades.

¿Cómo se hubiera podido distribuir alimentos a 100 mil familias, sin una organización por sectores y por comunidades? ¿Cómo se hubiera conseguido que la alcaldía comprara el terreno para edificar las viviendas, si no se le hubiera presionado organizadamente? La gente ha descubierto la organización.

El descubrimiento de la organización ha generado nuevos brotes de organización, aunque no siempre referida directamente a las tareas de reconstrucción. Donde había un cierto grado de organización -Colón, Choluteca, Intibuca, Lempira- ésta se ha extendido a la inmensa mayoría de las comunidades. Donde antes hubo poca organización, ahora hay nuevas expresiones. Donde la gente está organizada y ha participado en la reconstrucción, los proyectos se han ejecutado, el dinero de la solidaridad ha llegado hasta las bases, y las comunidades han aprendido a ser contrapartes de las ONGs nacionales y a iniciar procesos de negociación con sus autoridades locales. Donde no hubo organización la reconstrucción ha estado paralizada. Se verifica así que la participación y la democracia son necesarias para el desarrollo, postulado en el que la sociedad civil ha estado insistiendo desde hace tanto tiempo.

Ayuda: dos líneas

Subiendo a los altos niveles, se han visto y se ven dos líneas en la política de reconstrucción, que afectan el desembolso de fondos y su ejecución en proyectos. Por un lado, el BID el Banco Mundial y los países europeos, que abogan por mayor descentralización y participación ciudadana en la reconstrucción. Por otro lado, la AID y el gobierno, que tienen una línea más vertical.
Los fondos de Estocolmo están condicionados a procesos de descentralización municipal, auditoría social, participación ciudadana y sostenibilidad medio ambiental, de género y de etnias. El gobierno no abre esos espacios y los países europeos y los organismos multilaterales responden con demoras en el proceso de desembolso del dinero. Las organizaciones e Iglesias que están trabajando en convenios con el poder local de las municipalidades resienten que no les lleguen los fondos de los países y entidades que abogan por la participación, ya que necesariamente tienen que pasar por el gobierno -y por la AID- que constriñen estos flujos.
En general, se puede hablar de dos canales de ejecución: proyectos verticalistas de la AID diseñados y supervisados desde Tegucigalpa, y proyectos más democráticos financiados por agencias internacionales no-gubernamentales.
Existe una tensión fuerte sobre la mayoría de los fondos. La sociedad civil presiona por el cumplimiento de los acuerdos de Estocolmo y el gobierno se resiste a aceptar esta transformación, esperando que el tiempo quiebre la voluntad de los europeos antes del año 2001, cuando el gobierno quiere ejecutar los fondos como parte esencial de su campaña electoral.

Lentitud en las respuestas

La lentitud en la reconstrucción de la que se puede culpar al gobierno inició en el mes de marzo. Antes de esa fecha, la ayuda de emergencia llegó tardíamente, por la ineficiencia tanto de la AID como del PMA. Los alimentos no llegaron sino hasta la segunda etapa, tardía y desbalanceadamente. Si el PMA enviaba mil toneladas de maíz no enviaba aceite. Si traía aceite, no venía maíz. Los macroalbergues, financiados con dinero de la AID, se construyeron en la segunda y tercera etapa, se hicieron a la carrera y con defectos de adaptación a las costumbres de la gente. Y al dinero para las viviendas no se le ha visto la cara.
A partir de marzo, la lentitud en la entrega de ayuda tiene dos causas. Primera: es muy difícil que en poco meses el gobierno incremente su capacidad de ejecución. Antes del Mitch, el gobierno no tenía capacidad para ejecutar proyectos. Mucha menos capacidad podía tener con la avalancha de fondos que trajo el Mitch. Segunda causa: el gobierno se niega a compartir la responsabilidad de la reconstrucción con las municipalidades y con la participación ciudadana, único camino para responder a las necesidades del país.

Ineficaz infraestructura

En 1999, el gobierno se ha dedicado principalmente a rehabilitar la infraestructura: sistemas de agua potable, puentes, red vial, bordos de protección, dragado de los cauces de quebradas y ríos pequeños. Pero no ha trabajado en el dragado de ríos como el Aguán, San Pedro, Cuaca, Tocoa, Chamelecón y Ulúa.
Muchas de las obras de rehabilitación de la infraestructura han sido mal hechas y han costado caras. Las inundaciones de octubre se llevaron la mayor parte de la "rehabilitación" en el norte del país. Es en estos espacios donde se encuentra la principal sospecha de corrupción. Frente a esto, las auditorías no parecen surtir su efecto y el Comisionado de los Derechos Humanos está agobiado de tareas para poder estar en todas. Haría falta una auditoría de la sociedad civil desde las localidades. Para lograrla, es necesaria la organización.

El reto de la vivienda

Las ONGs y las Iglesias han sido más rápidas que el gobierno al canalizar fondos y al ejecutarlos, tanto en programas de emergencia como las siembras, como en programas de viviendas. La cifra oficial de 59 mil viviendas en proceso de construcción o ya construidas no parece exacta, porque en ella se incluyen proyectos de viviendas que todavía están únicamente en el papel.

De todas maneras, aunque lento, los proyectos de vivienda han avanzado y parece que dejarán una base de organización porque han acentuado el trabajo y la participación de los damnificados, y porque se van estableciendo cautelas en la tenencia para que las casas no se vendan al año de tenerlas. Al ritmo actual, es posible que dentro de tres años se haya solventado el problema de los damnificados sin techo, aunque esto sea insuficiente para cubrir el déficit de viviendas del país, que según cifras oficiales, era 700 mil antes del Mitch.

Una economía en recesión

En cuanto a la economía, los indicadores macroeconómicos no pueden ser mejores: baja inflación, valor de la moneda estable y mayor recaudación de impuestos. Todo esto encubre la bomba de tiempo del desempleo y de la poca reactivación de la economía real de Honduras.
La producción agropecuaria está muy relacionada con la protección contra las inundaciones, y es incierto que el gobierno ofrezca ya seguridad para el momento peor del próximo invierno, en septiembre y octubre del 2000. Las bananeras tardarán al menos tres años para rehabilitar sus cultivos y no sembrarán todos los campos, sino que plantarán palma africana. Muchos bananeros independientes se han cambiado a la caña, y sólo un tercio de los aproximadamente 15 mil trabajadores del banano está trabajando. Cuando se rehabiliten todos los campos, el 70% de la mano de obra volverá a su trabajo.

Todo esto supone una disminución de divisas para el país y un desempleo que se expresa en las cifras de la baja inflación. Por otra parte, la palma africana concentrada en el valle del Aguán fue destruida en un 45% y el precio del aceite de la palma ha bajado en un 50% por la opción del gobierno de Malasia de enfrentar su crisis financiera con la venta de sus reservas de aceite. Los ingresos y el empleo han caído en un 70% en la palma africana.
Falta un programa de crédito diseñado para reactivar la producción agropecuaria como camino más directo para disminuir la pobreza rural que ya existía y que con el Mitch sólo se profundizó. El gobierno ha dado préstamos para la producción, pero principalmente a los agricultores medianos o bastante grandes. El promedio de préstamo de FONAPROVI ha sido de 150 mil lempiras, cantidad con la que ningún campesino puede endeudarse. La rehabilitación de la producción campesina ha corrido a cargo de las ONGs y de las Iglesias.

Contaminación y despertar

La política ha venido a trastocar el escenario de la reconstrucción. O tal vez, la reconstrucción ha acelerado prematuramente el escenario de la política. Si en el segundo año de gobierno las campañas pre-electorales han eclosionado de una manera tan sorpresiva, cuando se acerquen las elecciones es muy grande el peligro de politizar totalmente la reconstrucción. En este contexto, es de esperar que el mismo gobierno -que ahora critica las campañas y la política que se hace dentro del propio gobierno- manejará estos hilos en su provecho para dar continuidad en el poder a las mismas argollas de siempre. Esto a nivel nacional. A nivel municipal, se repetirá esta tendencia, que chocará con el movimiento descentralizador que exige la sociedad civil, que por primera vez está retando al sistema de gobierno tradicional y a los poderes de los caciques locales.

A nivel nacional, la Iglesia católica ha comenzado a abandonar su aislamiento de la sociedad civil. Obispos y representantes de Cáritas van dejando el viejo modelo de separar la crítica de la sociedad civil y la crítica leal de la Iglesia que sigue legitimando al régimen. Es una tendencia nueva que tiene sus bases en las parroquias y en los municipios.

Es también una novedad que las Iglesias locales comiencen a hacer alianzas con los poderes locales, sea municipalidades o incluso patronatos, para reivindicar ante el poder nacional su cuota de participación. Esta novedad supone un cambio de mentalidad en los agentes de pastoral de "izquierda", que antes criticaban sistemáticamente al poder local, y en los más conservadores, que lo legitimaban. La desnuda necesidad de los damnificados fuerza a los "de izquierda" a buscar medios eficaces para la reconstrucción y a los tradicionales les abre los ojos a la realidad que desveló la catástrofe.

Una esperanza madura

A un año del huracán, podemos seguir afirmando que el Mitch no sólo fue la causa de una desdicha y una destrucción enormes, sino que abrió una nueva oportunidad. Y si ya no está presente el entusiasmo de la primera etapa, existe una experiencia de logros y avances -lentos y contra miles de obstáculos- pero logros y avances. Por esto, en medio de la desesperación que se saborea en algunos momentos, se mantiene la esperanza, y ésta es hoy mucho más madura.

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