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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 120 | Octubre 1991

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América Latina

Por una alianza ecológica latinoamericana

En la Primera Cumbre Iberoamericana de Guadalajara se lanzó un SOS ante la crisis ecológica por la que atraviesa América Latina. Este documento surgió de esa reunión, conocido también como "Manifiesto de los Cien"

Equipo Envío

Cada vez más intensa y extensamente se plantean y debaten en Nicaragua y en toda América Latina los temas ambientales. Y la preocupación por la conservación de la naturaleza -de la que somos parte- surge con interés y fuerza entre los más diversos grupos. Es significativo que los temas ecológicos estuvieran presentes en los discursos de un gran número de los presidentes latinoamericanos que acaban de reunirse por primera vez en toda la historia independiente de América Latina.

Durante esta Primera Cumbre Iberoamericana de Guadalajara (18-19 de julio de 1991), en la que participaron los 19 presidentes latinoamericanos de habla española o portuguesa y los mandatarios de España y Portugal, cien intelectuales y profesionales latinoamericanos presentaron esta Propuesta, destinada a llamar la atención de los gobernantes sobre vitales problemas ecológicos del continente. El "Manifiesto de los 100" fue entregado a la Cumbre por el escritor colombiano Gabriel García Márquez y el ecologista mexicano Homero Aridjis.

Este es el texto íntegro de la Propuesta.

"A un año de que se cumplan los quinientos años de encuentro de dos mundos y dos naturalezas, a unos cuantos años del fin del siglo XX y del Segundo Milenio, el planeta Tierra está atravesando por la peor crisis ecológica de su historia, una crisis que no solo pone en riesgo la vida de miles de especies vegetales y animales, sino la sobrevivencia misma del hombre. Por esto, en una reunión que congrega a los 19 presidentes de los países latinoamericanos, el tema del medio ambiente no puede ser soslayado, ni nuestras naciones pueden estar ausentes en las decisiones globales que se están tomando para proteger el patrimonio natural de la humanidad. Para ser mas específicos, nosotros, hombres y mujeres de letras de América Latina, proponemos a nuestros jefes de Estado que procedan a concretizar una Alianza Ecológica Latinoamericana, con el fin de mantener y proteger la biodiversidad de nuestros países en áreas factibles de cooperación.

Sabemos que casi la mitad de los bosques tropicales del mundo han desaparecido; que la Tierra pierde entre 16 y 20 millones de hectáreas boscosas por año y cada hora una especie viva se extingue; que para el año 2000 tres cuartas partes de los bosques tropicales de América habrán sido arrasados y que, probablemente, perderemos 50 por ciento de sus especies. Lo que tomó a la Naturaleza crear durante millones de años, nosotros los habremos destruido en poco mas de cuarenta años. El mundo se pregunta: hay futuro para las selvas tropicales - Nosotros nos preguntamos: hay futuro para nosotros y para el mundo -. Los efectos de la destrucción de los recursos naturales y los daños a la ecología son ya parte de la conciencia latinoamericana y no hay nación en nuestros continentes que escape a sus efectos adversos.

Latinoamérica tiene mucho que salvar: de los 900 millones de hectáreas de bosques tropicales en la Tierra, ella tiene un 58 por ciento (Brasil es depositario del 33 por ciento); Panamá posee tantas especies de plantas como Europa; La reserva peruana de Tambopata es el hábitat de pájaros y mariposas mas rico del mundo; las plantas y los animales que se hallan en los tepuis de Venezuela son verdaderos tesoros naturales; y por la cuenca del Amazonas no solo fluye la quinta parte del agua dulce de la Tierra cada día, sino en su selva se encuentra también la quinta parte de las especies de pájaros en el planeta. México y Colombia son dos de los cuatro países con mayor diversidad de flora y fauna en el mundo.

Tenemos conciencia de la variedad de los problemas ecológicos y de la difícil situación económica por la que atraviesan nuestras naciones. Por ello, queremos concentrar nuestras propuestas en unos cuantos puntos. El primero de todos es el de la protección de nuestras selvas tropicales y bosques, amenazados de destrucción desde los bosques de lenga en la Tierra del fuego, Chile, hasta los bosques vírgenes en la Sierra de Chihuahua, México.

Uno de los acuerdos de cooperación que podrían prepararse durante la reunión de Guadalajara es el de un Pacto Amazónico entre los países sudamericanos que comparten el ecosistema mas rico y complejo de la Tierra y su banco genético mas vasto, la Amazonia. La sola posibilidad de ver este patrimonio natural de la humanidad, y de los pueblos latinoamericanos en particular, convertido en humo y en erial, nos parece intolerable. Una perdida ecológica de esta envergadura será un desastre para todo el planeta, pues la vida no tiene fronteras.

México y Guatemala comparten el río Usumacinta y la gran selva tropical que cubre Chiapas y El Petén, y los valiosos vestigios de la cultura maya. Durante el florecimiento de esta en el primer milenio de nuestra era, el río Usumacinta fue un importante medio de comunicación cultural y las ciudades en sus orillas dominaban grandes áreas a los dos lados del río. Para asegurar la preservación del medio ambiente de esta zona, en peligro de destrucción total se debería crear un parque eco-arqueológico binacional, que podría abarcar las dos orillas del río. Este parque serviría de modelo en las Américas para proyectos compartidos en zonas fronterizas y completaría programas actuales de conservación como es el de la reserva de la biosfera Montes Azules.

La cooperación ambiental interamericana para mantener y proteger la biodiversidad debe ser un objetivo primordial de nuestras naciones. En el marco de esta cooperación debe negociarse un acuerdo para proteger a la tortuga marina en su ruta migratoria, ya que si ninguna nación por si misma puede conservarla efectivamente, una sola puede acabar con ella. Un convenio básico reconocería la naturaleza migratoria de la tortuga marina a lo largo del Pacifico Oriental, de Chile a México, y por las costas del Caribe y del Atlántico. Mediante un acuerdo podría establecerse una comisión de biólogos marinos, conservacionistas y autoridades responsables encargada de preparar un informe sobre la situación actual de la tortuga marina que presente las necesidades nacionales y regionales y las recomendaciones de acciones que deben ser emprendidas, instituidas y apoyadas.

Respecto a las aves migratorias, el corredor de migración mas poblado de México, cruza América Central y desemboca en la Amazonia. Una enorme concentración de pájaros sigue esa ruta cada año. Otro pasillo importante baja de Canadá por el Pacifico y hay especies que llegan hasta el sur de Chile y Argentina. No hay país latinoamericano por el que no haya migraciones mayores de aves, como la del tordo migratorio, el halcón peregrino, la de la cerceta aliazul clara, la aguililla migratoria mayor y la de los zarapitos. Consternados ante el peligro de la desaparición de la biodiversidad de nuestro continente, pedimos a los presidentes de América Latina la protección de las aves migratorias a través de la promoción de santuarios en los países que están en las rutas o son el destino eventual de esas especies, dejando a cada país la determinación de como lo hace.

Los habitats que deben protegerse son humedales, islas, bosques, praderas, desiertos y playas. Cada año se vierten millones de toneladas de desechos tóxicos en América Latina, que se ha convertido en el lugar predilecto para traslado de basura peligrosa de las compañías estadounidenses, europeas y japonesas. El 78 por ciento de los desechos proviene de Estados Unidos. Los destinos mas frecuentes de esa basura son los países del Caribe, Centroamérica y Brasil, Argentina y México, países que ya tienen bastantes problemas con la basura propia para todavía ser inundados por la ajena.

La mayor parte de esa basura consiste en desechos nucleares, sustancias químicas, líquidos tóxicos, cenizas de incineradores, restos de minerales, lubricantes, pinturas y lodos de alcantarillado. Este tipo de comercio va en aumento; muchas veces se encubre bajo el nombre de "reciclaje" y es en gran medida ilícito ya que deja residuos venenosos en el medio ambiente y hace peligrar la vida humana y el entorno físico de nuestra flora y fauna. Por la dificultad de controlar la cantidad, la naturaleza y el destino final de los desechos, pedimos que se prohiban en todo el continente el trafico y los movimientos fronterizos de desechos tóxicos y nucleares y se legisle nacional e internacionalmente sobre ellos. Nuestras legislaciones y normas deben ser iguales a las mas estrictas de los países altamente desarrollados. Nosotros tenemos que ocuparnos de que América Latina no se convierta en el basurero tóxico del mundo industrial.

En el mapa terrestre podemos delinear otro mapa: el de las selvas y bosques que desaparecen delante de nuestros ojos para siempre. Y en ese mapa de deforestación y depredación, podemos aun delinear otro mapa: el de los grupos humanos amenazados por la destrucción de su medio ambiente. En el se encuentran los Yanomami y los Apinaye de Brasil, los Ache de Paraguay, los Yaguas y los Amuesha de Perú, los Mískitos de Nicaragua, los Guaymí y Kuna de Panamá, los Mayas de Guatemala, los Paez y Guambiano de Colombia, los Mapuche de Chile, los Lacandones y Tarahumaras de México, los cuales son afectados por la tala inmoderada y la ganadería extensiva, los asentamientos de colonos y los desalojos forzados de sus tierras por intereses mineros, madereros, ganaderos, por esclavitud económica, la apertura de carreteras y la construcción de presa hidroeléctricas y complejos turísticos.

En vísperas del quinto centenario del encuentro de dos mundos, es una prioridad de nuestros gobiernos que en sus proyectos de desarrollo económico tomen en cuenta a los pueblos indígenas, ya que a menudo se destruye su medio ambiente y se violan sus derechos humanos, al destruírseles su habitar y su sustento, su sistema social y religioso. Desde Alaska a la Tierra del Fuego, antes de la llegada de los europeos, los pueblos precolombinos se sustentaron de los ecosistemas sin acabarlos, y tienen derecho histórico a vivir de ellos.

Señores presidentes: Somos parte de un problema global que exige soluciones globales. Nosotros necesitamos definir una política ambiental que proteja eficazmente nuestra rica biodiversidad. La concertación que entre ustedes logren para establecer una Alianza Ecológica Latinoamericana, y la decisión política que la acompaña en cada una de las naciones, será, estamos seguros, una medida que beneficiara a las generaciones presentes y futuras de latinoamericanos y será un ejemplo a seguir por otros jefes de Estado en otros continentes: el medio ambiente es un tema que debe ser incluido en la agenda en la que se debate el porvenir de los seres humanos."

Claribel Alegría (El Salvador), Isabel Allende (Chile), Jorge Amado (Brasil), Homero Aridjs (México), Mario Benedetti (Uruguay), Adolfo Bioy Casares (Argentina), Joao Cabral de Melo Neto (Brasil), Luis Cardoza y Aragón (Guatemala), Eliseo Diego (Cuba), José Donoso (Chile), Carlos Fuentes (México), Gabriel García Márquez (Colombia), Roberto Juarroz (Argentina), Enrique Molina (Argentina), Carlos Monsivais (México), Augusto Monterroso (Guatemala), Alvaro Mutis (Colombia), Juan Carlos Onetti (Uruguay), Olga Orozco (Argentina), José Emilio Pacheco (México), Nicanor Parra (Chile), Fernando del Paso (México), Octavio Paz (México), Nelida Piño (Brasil), Augusto Roa Bastos (Paraguay), Gonzalo Rojas (Chile), Ernesto Sabato (Argentina), Severo Sarduy (Cuba), Arturo Uslar Pietri (Venezuela), Emilio Adolfo Westphalen (Perú).

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