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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 446 | Mayo 2019

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Internacional

Reflexiones tras décadas de trabajo solidario

Sally O´Neill sobrevivió a escuadrones de la muerte, a la violencia de Centroamérica, a varios terremotos y al cáncer… y murió en un trágico accidente en una carretera de Guatemala el 7 de abril. Durante 37 años dirigió Trocaire, la agencia para el desarrollo de la Iglesia católica de Irlanda. La conocimos en Nicaragua y en toda Centroamérica, en los difíciles años 80 y 90, años de guerras civiles y de difíciles transiciones hacia la paz. Nunca olvidaremos su alegría, su energía y su compromiso. Hace ya quince años nos dio una charla sobre la historia y los desafíos de la cooperación Norte-Sur. Aún tiene vigencia. En su memoria, reproducimos fragmentos de aquella charla, en la que habló también de su propia historia.

Sally O´Neill

Existen tres grandes formas de cooperación del norte con los países del Sur. Una es la cooperación multilateral: la del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el BID y la Unión Europea. Otra, la cooperación bilateral que llega a los países, de gobierno a gobierno. Y otra, la cooperación privada.

En la cooperación privada encontramos ONG de las más diversas tendencias: agencias católicas con distintos perfiles, agencias de las iglesias protestantes -especialmente de las iglesias históricas europeas- y agencias de cooperación que no pertenecen a ningún grupo religioso, como los Oxfam, los Save the Children y otros muchos, con una larga tradición y trayectoria.

AÑOS 60 Y 70: TIEMPOS MÁS IDEALISTAS


La cooperación, como una vía para que los gobiernos de los países desarrollados se vinculen a los países en desarrollo y los apoyen es una realidad en el mundo desde hace unos cincuenta años. Los dos primeros países en crear agencias oficiales de cooperación fueron Inglaterra en 1935 y Francia en 1940. Las crearon para cooperar con proyectos sociales en los países que empezaban a dejar de ser sus colonias.

La cooperación privada, la de ONG privadas, existía desde mucho antes. La primera Cáritas se fundó en Alemania en 1895. Save the Children–Redd Barna, muy conocida en Nicaragua por su trabajo con la niñez, fue creada en 1919. El ONG más antiguo de todos nació en 1854 en Inglaterra para promover la lucha contra la esclavitud. Al menos en el Norte, las ONG tienen más de un siglo de existencia.

La cooperación para el desarrollo comenzó a tener gran auge en las décadas de los 60 y 70. Eran tiempos más “idealistas” que los actuales. Se propuso entonces que los países ricos dedicaran un 0.7% de su PIB a apoyar a los países en desarrollo. Hoy (2004), los países más ricos entregan como cooperación al desarrollo, en promedio, sólo el 0.22% de su PIB. Hace 20 años, entregaban el 0.48%, una clara señal de que la tendencia iba a la baja. Entonces, el país más generoso en términos de porcentaje es Dinamarca. Y el menos generoso, Estados Unidos, que entrega sólo el 0.10% de su PIB. En términos absolutos, el país que más aportaba a la cooperación era Japón: en 2003 entregó en cooperación unos 12 mil millones de dólares.

APARECE EL CONCEPTO DE LA SOLIDARIDAD


La cooperación privada al desarrollo inició en Europa al término de la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de apoyar a las víctimas del conflicto. Años después surgió una segunda ola, para atender a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los años 50, y con toda la experiencia acumulada, estas organizaciones empezaron a ponerle atención a la problemática de los países en desarrollo.

En el mundo católico -que es donde se inserta Trocaire- las décadas de los años 50 y 60 vieron la creación en Europa de un sinnúmero de organizaciones. Nacieron entonces CAFOD en Inglaterra, CFCD en Francia, CEBEMO en Holanda. En la década de los 70, con todos los cambios que produjo el Concilio Vaticano Segundo (1961-65) y la Conferencia de Obispos de Medellín (1968), comenzó a ganar fuerza el concepto de la solidaridad, dejando atrás conceptos previos: caridad y asistencialismo.

Nacen entonces más organizaciones que comienzan a en¬tender que su trabajo no consiste únicamente en transferir dinero a los países en desarrollo, sino que deben luchar en sus propios países, educando a sus compatriotas para que contribuyan a un cambio en las relaciones mundiales, tratando de influir en las políticas públicas de sus propios gobiernos para que asuman un adecuado concepto de desarrollo. Se consolida entonces la que yo llamo “cooperación solidaria”.

LOS ONG: UNA CONTRIBUCIÓN IMPORTANTÍSIMA


En la década de los 80 surgió otra ola de organizaciones en el mundo de la cooperación privada. Algunas manteniendo esta visión solidaria. Otras ya empezaban a tener una visión más mercantilista. Nacieron entonces esas organizaciones a las que, entre nosotros, llamamos “los caza-ambulancias”, creadas para atender “humanitariamente” las grandes hambrunas en África. Hubo también una nueva ola que buscaba aprovecharse de fondos públicos. Y surgieron otras que trabajaban con una mentalidad de corto plazo, no tanto con el interés de apoyar al Sur desde el Norte, sino con el afán de venir desde el Norte al Sur a resolver los problemas del Sur, desplazando así las capacidades locales.

Estos ONG no tuvieron tanta influencia en Centroamérica, pero sí mucha en África. Después del huracán Mitch (1998) aparecieron como invasión por toda Centroamérica. Ya habían aparecido antes en Guatemala en 1996, después de los Acuerdos de Paz.

¿Cuál es el tamaño de la cooperación privada en relación a la cooperación oficial, la multilateral y la bilateral? Según la información de la OCDE -organización de los 26 países más ricos del mundo-, en el año 2000 la cooperación privada de los ONG del Norte trajo en su conjunto a los países del Sur 6 mil 600 millones de dólares. De ese monto, el 20% vino como co-financiamiento de gobiernos a ONG y el resto como donaciones privadas. La cooperación privada constituye, pues, una contribución importantísima para los países del Sur, no sólo por montos tan significativos, también por el trabajo que hace en educación y en incidencia, tanto en el Sur como en el Norte.

DE DÓNDE SALE EL DINERO


¿De dónde saca la cooperación privada tanta cantidad de dinero? En los países del Norte se organizan muy variadas formas de recoger dinero para apoyar proyectos de desarrollo. En el caso de Trocaire, hacemos cada año en Irlanda lo que llamamos la Campaña de Cuaresma: durante seis semanas solicitamos a la población sus aportes. Para darles un ejemplo de la dimensión que alcanzan iniciativas de este tipo: con una población en el sur de Irlanda de unos 3 millones de personas, hasta 2004 Trocaire recogía anualmente
30 millones de euros.

A lo largo de los últimos años observamos cambios significativos en el comportamiento de la población donante de los países del Norte. Hace 20 años a los donantes les convencía más aportar para cambiar las estructuras que causaban el subdesarrollo. Pensaban más en un aporte estructural. Hoy (2004) es cada vez más difícil “vender” en Europa el concepto de apoyar el desarrollo en América Latina.

Son más populares las ayudas puntuales para emergencias. Por ejemplo, en 1994,durante la crisis del genocidio en Ruanda, con una pequeña campaña en la que no usamos los medios y nos valimos sólo de las parroquias, Trocaire consiguió la colecta récord de su historia: recogimos en un solo día 14 millones de dólares.

EL DESAFÍO ES ACORTAR
LA BRECHA DE LA DESIGUALDAD


A pesar de los 60 mil millones de dólares transferidos del Norte al Sur, la problemática del subdesarrollo permanece y la brecha entre los países ricos y los países pobres se ha triplicado en los últimos diez años. Cuando yo comencé a trabajar en el desarrollo, hace ya 25 años, la brecha entre el ingreso de los países europeos y el de los países más ricos de América Latina -Chile, Argentina y Uruguay- era de 10 a uno. Hoy (2004), la brecha se ha ensanchado enormemente: es de 57 a uno.

Vengo de un país, Irlanda, que hace unos años era el más subdesarrollado de Europa. Sin embargo, hace tan sólo 15 años, con su integración a la Unión Europea y con las transferencias de recursos recibidos por esa vía, ocupa ya el puesto número 16 entre los países con ingreso per cápita más altos del mundo. Actualmente (2004), el ingreso per cápita de la población irlandesa es de unos 27 mil euros anuales, mientras que el de Nicaragua es de unos 500 dólares.

Para quienes trabajamos en la cooperación, el desafío, el dilema, es cómo podemos ir acortando esa brecha, entendiendo cada vez en mayor profundidad cuáles son los factores de injusticia que existen en el mundo y que la han ahondado. Necesitamos entender también cuáles son los factores de injusticia que han conformado en América Latina sociedades tan desiguales.

¿A DÓNDE HA IDO A PARAR TANTO DINERO?


Para Nicaragua, la cooperación ha sido especialmente significativa. Desde 1979 -cuando se comenzaron a guardar estadísticas- hasta 2003, Nicaragua había recibido en donaciones de la cooperación bilateral, de gobierno a gobierno, 14 mil 681 millones de dólares. ¿A dónde ha ido a parar todo ese dinero? ¿Qué diferencia ha hecho, viendo que hoy (2004) Nicaragua tiene más pobres que los que tenía cuando yo comencé a conocer este país, en 1978?

De la cooperación solidaria durante los años 80 no hay datos confiables. A partir de los años 90, cuando todas las organizaciones con presencia en Nicaragua están obligadas a informar al gobierno de sus recursos, ya hay datos. En el año 2000, por ejemplo, la cooperación privada, la de los ONG internacionales, aportó 152 millones de dólares. En 2003 se redujo: 90 millones de dólares.

Casi 62 de esos 90 millones vinieron de ONG de países miembros de la Unión Europea. No son datos totalmente exactos, porque hay muchos ONG que no tienen oficinas en Nicaragua, pero que sí envían contribuciones significativas. Estimo que el dato real para 2003 es de 130 millones de dólares.

NO EXIGÍAMOS RESULTADOS


¿Cuáles son algunos de los grandes temas que más preocupan hoy, tanto a la cooperación privada y solidaria como a la cooperación bilateral? ¿Qué dirección está tomando la cooperación? Preocupa mucho, y en primer lugar, la efectividad, la eficacia que logra la cooperación.

Después de haber invertido durante tantos años miles de millones de dólares queda la gran pregunta: ¿Por qué hay más pobres? ¿Por qué la cooperación no ha ayudado a cambiar las injustas relaciones entre el Norte y el Sur ni tampoco ha reducido la exclusión social en los países de América Latina, Asia y África?

La preocupación por la eficiencia en el uso de los recursos de la cooperación ha conducido a un giro, que se fue imponiendo durante la década de los 90, al término de la Guerra Fría, exigiendo los ONG del Norte a sus contrapartes en el Sur toda una serie de indicadores para medir la eficacia: marco lógico, plan estratégico, fortalecimiento institucional... Hoy, si alguien presenta a la cooperación cualquier proyecto y no lo envuelve en toda esta terminología no conseguirá nada. Antes, las claves del trabajo eran el corazón, la mística, el compromiso. Ahora, nada de eso basta.

Esto ha ocurrido, también y en gran medida, porque la ciudadanía de los países ricos ha comenzado a exigir resultados a las agencias de financiamiento y a sus gobiernos. Durante la Guerra Fría, los gobiernos y las agencias de cooperación de Estados Unidos y de Europa, prestaban y donaban dinero para “comprar corazones y amigos”.

En las décadas de los 70 y los 80 -época de las guerras civiles en Centroamérica, de los conflictos en África, del asesinato de dos millones de personas por orden de Pol Pot en Cambodia, de las hambrunas que mataron a miles en Etiopía, época de asesinatos y desaparecidos en Chile y en Argentina- la cooperación solidaria no exigía resultados. Sólo estábamos allí, haciendo todo lo que podíamos.

¿QUÉ PUEDE HACER EL DINERO?


También en esas décadas se generalizó la idea de que la gente de los ONG éramos todos de buen corazón. Nos miraban como una nueva ola de misioneros laicos, heroicos porque íbamos a trabajar a los países en desarrollo, y algunos hasta pensaban que vivíamos en covachas miserables y no comíamos. En muy poco tiempo, la opinión pública de nuestros países y los medios de comunicación pasaron de esa idealización a hacernos una montaña de cuestionamientos: qué ha¬ce esta gente, cómo viven, qué ganan con el trabajo que hacen, por qué andan metidos en ese negocio...

La opinión pública europea comenzó a exigirnos rendición de cuentas: a cuántas personas ayudábamos, en qué condiciones, qué habíamos logrado cambiar... Naturalmente, quienes trabajamos en la cooperación no vamos a ser tan ingenuos como para pensar que el dinero todo lo puede cambiar. El dinero nunca cambia las condiciones culturales de la pobreza, aunque sí sabemos que, bien orientado, puede ayudar y ser un elemento más en la construcción de un mundo más justo.

EL USO TRANSPARENTE DEL DINERO


En el debate sobre la efectividad, y entre marcos lógicos e indicadores, también llegó el debate sobre el uso transparente de los fondos, sobre la corrupción.

En los años 70 y 80, con una problemática de violación a los derechos humanos tan generalizada en Centroamérica, no poníamos suficiente atención a cómo se usaban los fondos que entregábamos. Y hubo abusos. Recuerdo que cuando regresé a Centroamérica a comienzos de los 90, después de cinco años de trabajar en Asia, empecé a escuchar testimonios de gente salvadoreña que nos contaba cómo durante la guerra civil en El Salvador el FMLN cobró un impuesto a las organizaciones que recibían fondos internacionales de cooperación, un impuesto que llegaba a veces hasta el 50-60% de los ingresos. La gente no lo contó antes por miedo, pero después de la paz, cuando las organizaciones de base comenzaron a buscar independencia de las organizaciones político-militares, empezaron a hablar.

Hoy, es un desafío no permitir que esas cosas ocurran. Y en esto se han ido viendo avances. Antes, la práctica más frecuente era que las comunidades ni sabían qué fondos estaban solicitando los ONG en su nombre. Ahora, la gente se involucra mucho más: conocen los presupuestos, conocen lo que se está solicitando, exigen, reclaman. En la medida en que haya más gente involucrada habrá menos riesgos.

UN NUEVO TIPO: LOS “MONGOS”


Desafortunadamente, la corrupción no afecta únicamente a los gobiernos. También a las sociedades. También a la cooperación. Y también a la cooperación solidaria. Lamentablemente, conocemos bastantes casos en los que los fondos privados para proyectos de desarrollo se usan para beneficio personal.

Cuando nos reunimos entre nosotros, las agencias de cooperación privada, tenemos ya tipificado un nuevo tipo de ONG. Hasta le hemos dado un nombre: “mongo”, que en inglés significa “my own ong”, mi propio ONG. Abunda, desgraciadamente, el fenómeno de los ONG de maletín, los ONG familiares, ONG que son sólo un “modus vivendi”, ONG de gente oportunista que, porque sabe hablar inglés -la lengua franca de la cooperación-, y porque maneja mejor el “caliche” de los ONG -las ocho o diez palabras fundamentales de la nueva terminología que hay que meter en cualquier proyecto (marco lógico, sinergia, foda, etcétera, ecétera), se han ido abriendo camino.

La mayoría de la terminología para los proyectos está copiada de la de las grandes empresas. Muchos de los conceptos que se emplean en la planificación estratégica vienen de la empresa privada. El “marco lógico” viene de la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos, que lo inventó hace cuarenta años.

Todos estos cambios en el lenguaje expresan también cambios en la concepción: en gran medida, la cooperación dejó de ser una actividad de solidaridad entre quienes tenemos más hacia quienes no tienen, para convertirse en una forma de negocio. Desde el lenguaje, eso se va filtrando en nuestros métodos y en nuestras percepciones. Naturalmente, profesionalizar el mundo de la cooperación y los sectores de la sociedad civil es un valor y ha sido positivo, pues con profesionalismo debemos poder demostrar que estamos llegando a la gente más pobre y siendo eficaces con los recursos y métodos que empleamos.

Realmente, los ONG son como los hongos: los hay sanos y nutritivos y los hay venenosos y fatales. Los hay de todo tipo, y no se debe pintar a todos con la misma brocha. También hay que reconocer que, en ocasiones, la misma gente de la cooperación es corresponsable por haber cerrado los ojos ante casos de corrupción que conocía perfectamente.

CUANDO APARECIÓ EN ESCENA
LA SOCIEDAD CIVIL


En los últimos cincuenta años la cooperación tuvo una primera etapa, en la que se intentó fortalecer el Estado de los países en desarrollo. Ahora, cuando el modelo neoliberal se ha propuesto desmantelar el Estado y privatizar la ayuda, ha surgido con fuerza el concepto de Sociedad Civil.

El modelo neoliberal está obsesionado con achicar los Estados nacionales en Centroamérica y en toda América Latina y con eliminar en Europa el Estado de bienestar, que fue lo que nos permitió desarrollar en nuestros países “capital humano” -concepto muy frío pero lleno de contenido-, que fue lo que nos permitió crear masivamente capacidades entre la gente, generar una gran movilidad social dentro de todos nuestros países y ampliar las clases medias, un proceso que en América Latina no ha ocurrido aún.

Los neoliberales pretenden que la sociedad civil, los ONG, asuman todas las responsabilidades que los Estados abandonan. Naturalmente, todo el lenguaje en torno a la sociedad civil debe ser muy bien analizado. La sociedad civil es muy amplia, no son sólo los ONG. La sociedad civil no siempre es progresista, no siempre es “de izquierda”, tampoco es un espacio angélico: en ella conviven desde las organizadas pandillas de los barrios hasta las cámaras de comercio de los empresarios más ricos.

CUANDO ENTRÓ EN EL ESCENARIO
EL DEBATE SOBRE LA POBREZA


En la década de los 90 y en los últimos dos-tres años del siglo 20 otro tema que acapara gran atención en el mundo de la cooperación es el de la pobreza extrema. En la década de los 70 y 80, cuando teníamos la esperanza de que con el cambio político podríamos cambiar las estructuras de injusticia, no se reflexionaba directamente en la problemática de la pobre¬za. Las organizaciones de masas, las organizaciones populares, las organizaciones gremiales eran las favorecidas por nuestra cooperación: las veíamos como los instrumentos del cambio en Centroamérica.

No favorecíamos directamente a los pobres. Considerábamos que esas organizaciones los representaban. Ahora, retorna el tema de la pobreza el de los pobres, un tema que adquirió gran relevancia a partir de la Cumbre Social de la ONU en Copenhague en 1995. Fue entonces cuando el Banco Mundial publicó un Informe sobre la Pobreza en el Mundo. Cuando uno lo lee hasta podría pensar que fue escrito por algún radical de la sociedad civil.

Aquel texto nos mostraba un giro espectacular: “nuestro” lenguaje ya no era nuestro. Hasta el Banco Mundial lo asumía, abandonando la teoría que había mantenido durante cuarenta años, cuando consideró que la pobreza era simplemente limitación en los ingresos. Ahora, el Banco hablaba de otras formas de pobreza: de la falta de participación, de la falta de autonomía, de las carencias en el desarrollo humano... Y así sigue hablando hasta hoy. Quienes tenemos otra visión, ¿qué lenguaje vamos a inventar para comunicar esa otra visión, para diferenciarnos del lenguaje de los organismos multilaterales?

En Centroamérica el debate sobre la pobreza adquirió un importante nivel después del huracán Mitch, y se vinculó al tema de la deuda externa. Fue un momento internacional muy importante y las iglesias, especialmente las protestantes, jugaron un papel muy importante al vincular el perdón de la deuda externa de los países en desarrollo al del Jubileo del año 2000.

Este movimiento generó mucha pasión y mucha energía en las sociedades de toda Europa. Realmente, en Europa no existe fatiga ante el concepto de la solidaridad y pervive el interés por apoyar a los países en desarrollo. Lo que genera cierta fatiga son las dudas sobre la eficacia que tienen los recursos de la cooperación.

MOZAMBIQUE Y NICARAGUA:
DOS PAÍSES MIMADOS


Hasta 2004 Nicaragua había sido el país más favorecido por la cooperación en toda América Latina. En el año 2003, el 28% del PIB de Nicaragua provino de la cooperación, el porcentaje más alto en todo el continente. En Honduras, el país más próximo en geografía y en pobreza a Nicaragua, la cooperación aportaba ese año sólo el 6% del PIB. En El Salvador, la proporción era el 2%. En México, Perú, Ecuador y países del Cono Sur, no llegaba ni al 1%.

Montos tan elevados de cooperación mantienen a Nicaragua en una situación de riesgo. ¿Qué pasaría si la cooperación decidiera un día que Nicaragua no es prioritaria? Es una pregunta en la que debe reflexionar seriamente no sólo el gobierno de Nicaragua, también la sociedad nicaragüense.

De esos 14 mil millones, una buena cantidad, más de 8 mil millones, llegó a partir de los años 90, al final del gobierno sandinista, y se ha mantenido constante hasta hoy (2004), lo que significa que, a pesar de los cambios de gobierno, la cooperación sigue apostando a Nicaragua.

Sólo dos países en el mundo han logrado ser “niños bonitos”, mimados, favorecidos, priorizados por la cooperación multilateral, bilateral y privada, a pesar de sus pésimos resultados en el uso de los recursos que se les entregan: Mozambique y Nicaragua. ¿Podemos garantizar que eso continuará siendo así para Nicaragua? No estoy muy segura. Porque ya viene el relevo de quienes llevamos muchos años en la cooperación. Ya viene una nueva generación con otra visión, con otros intereses, gente que jamás recogió un grano de café en las montañas de Nicaragua, como sí los recogieron en los años de la Revolución muchos funcionarios de gobiernos de la Unión Europea.

UN CAMBIO DRÁSTICO


Otro tema que acapara nuestra atención son los cambios tan drásticos que ha habido en el liderazgo de la cooperación internacional. Hace diez años, las agencias de Naciones Unidas eran los principales actores. Hoy, los actores dominantes son el Fondo Monetario y el Banco Mundial, que se han ido metiendo cada vez más en los temas del desarrollo, dejando de ser bancos que prestan dinero para convertirse en organismos que fijan metas, ponen condiciones, influencian a los gobiernos y controlan la cooperación.

Naciones Unidas ha ido perdiendo cada vez más espacios y el Fondo y el Banco han pasado a liderar los procesos de democratización, los de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza... Hoy, el Banco Mundial tiene una especie de monopolio sobre la investigación, la información y el conocimiento sobre el desarrollo en los países del Sur. Y en la Era de la Información en la que ya vivimos, quien tiene el monopolio de las ideas tiene un poder demasiado grande. Es un riesgo que un único organismo mantenga tanto control sobre la información del Sur. Es un peligro que se dejen de escuchar otras voces.

Y es evidente que cada vez se recortan más las fuentes de financiamiento del Norte para la investigación, los medios y las voces alternativas en el Sur.

AMÉRICA LATINA:
EL CONTINENTE MÁS DESIGUAL


La problemática de la desigualdad que existe en América Latina, el continente más desigual del planeta, espanta a la cooperación. Ése es un gran tema de debate entre nosotros, cuando nos juntamos los de la cooperación solidaria y los de la bilateral a puertas cerradas... y sin ningún latino presente en la reunión.

Con estos niveles de desigualdad, cuesta persuadir a nuestras poblaciones para que cooperen solidariamente con los países de Centroamérica. En el caso de Trocaire, la gente que apoya nuestras campañas no son los ricos de Irlanda. Son los trabajadores, la juventud, la gente común que todavía va a la iglesia y apoya los proyectos con un gran sentimiento de solidaridad. Pero cuando ven cómo se concentra el ingreso, cuando ven las políticas públicas en los países centroamericanos, cuando ven cómo la sociedad civil de Centroamérica ha sido incapaz de influir sobre esas políticas, entonces se desaniman.

¿CUÁLES ONG SOBREVIVIRÁN?


Son muchas las señales que hoy vemos y que nos deben alertar. Yo estoy segura que en los próximos diez años la cooperación bilateral va a ir disminuyendo y la cooperación solidaria va a ir siendo cada vez más exigente. No sé qué nuevos instrumentos se van a inventar para medir las exigencias y confío en que esta ola de técnicas de profesionalización de los ONG, envasadas en esa terminología empresarial, ya llegó a su tope.

Pienso que las organizaciones que en el futuro van a sobrevivir, las que van a continuar teniendo apoyo, serán las que logren una más transparente rendición de cuentas, no sólo hacia las agencias sino hacia las personas con quienes trabajan, combinando el uso eficaz y transparente de los recursos con la participación de la población.

Pienso también que sobrevivirán las que tomen en serio el tema de la desigualdad social en sus países y busquen y encuentren mecanismos para incidir en que las políticas públicas apunten a la equidad. En la cooperación hay modas: el medioambiente, el género, la incidencia… Pienso que la incidencia es una de las modas que más va a durar y a mantener su importancia en el futuro.

Esto pienso, esto creo. Lo que espero, contra toda esperanza, es que llegarán nuevos tiempos en que se revalorice la solidaridad, el compromiso y la mística y por fin los pobres participen en su propia liberación. Y así podamos, entre todos, construir un mundo más justo.


ACTIVISTA DE LA COOPERACIÓN
Y DE LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS.
EN 2011 RECIBIÓ EL PREMIO HUGH O´FLAHERTY
EN 2017 LA UNIVERSIDAD DE ULSTER LE OTORGÓ
UN DOCTORADO HONORARIO EN DERECHO.

EXTRACTO DE LA CHARLA PUBLICADA EN ENVÍO
(JULIO 2004). AL MORIR, SALLY O´NEILL
ERA REPRESENTANTE PARA HONDURAS
DEL FONDO GLOBAL DE DERECHOS HUMANOS.
EN EL ACCIDENTE MURIERON TAMBIÉN
ANA PAULA HERNÁNDEZ, MEXICANA,
OFICIAL DEL PROGRAMA DEL FONDO
PARA AMÉRICA LATINA; ANA VELÁSZQUEZ, GUATEMALTECA, DEL CONSEJO DE PUEBLOS
DE OCCIDENTE; Y DANIEL TUC,
QUIEN CONDUCÍA EL VEHÍCULO.

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