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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 411 | Junio 2016

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Nicaragua

Ortega juega con las cartas marcadas y la oposición presenta sus primeras cartas

Desde la tardía convocatoria a las elecciones el Poder Electoral ha dado, una tras otra, señales de que el guión del 6 de noviembre ya está escrito, que estos comicios serán un juego con las cartas marcadas a favor de Daniel Ortega. Le toca a la oposición el inmenso desafío de convencer a la población que espera mejores tiempos de que está dispuesta a jugar para ganar y de que es capaz de ganar para transformar las cosas.

Equipo Envío

El 6 de mayo, en el mero límite del tiempo legal, el Consejo Supremo Electoral (CSE) convocó a las elecciones. No avisó a buena parte del periodismo nacional. Y no permitió a los periodistas que llegaron a la actividad hacer preguntas. Nunca desde hace más de treinta años unos comicios generales habían tenido una antesala tan confusa y desalentadora.

DESDE EL COMIENZO


En la convocatoria y como es habitual, el CSE presentó el calendario electoral, herramienta clave para que los partidos políticos se preparen y se organicen. Desde el comienzo de la contienda, el calendario electoral confirmó que las cartas están marcadas a favor de Ortega.

Fue presentado un viernes. A los partidos políticos el CSE les dio sólo tres días para presentar observaciones y objeciones. Siempre les habían dado siete días. El lunes las presentaron algunos partidos y el martes, sin tomar en cuenta ninguna, el calendario quedó “aprobado” exactamente igual.

Entre otros vacíos, el calendario no establece cuándo se publicarán los reglamentos y manuales que rigen el proceso electoral. En elecciones anteriores el CSE los publicó tardíamente, parcialmente o haciendo cambios en el último momento con el objetivo de entorpecer la organización de los partidos opositores.

El calendario tampoco establece cuándo se publicará un padrón electoral depurado. Entre otras incongruencias, el CSE creó en 2011, supuestamente para depurar el padrón, el “padrón pasivo” a donde envía a quienes llevan tres comicios sin votar, y el “padrón activo” con los votantes. Pero en el activo aparecen inscritas personas difuntas, incluso muertas hace años, que después aparecen “votando” por el FSLN…. Dionisio Palacios -director de cedulación en el CSE, apartado del cargo en 2005 en una más de las ondas expansivas del nefasto pacto Ortega-Alemán- opina que el desorden que el CSE provoca con dos padrones -en los dos hay anomalías- es intencional, porque “en padrón revuelto ganancia de sandinistas”.

Además de esta confusión provocada, en elecciones anteriores el CSE ha entregado únicamente al partido de Ortega un padrón íntegro, con datos y fotografías, mientras que a los partidos opositores les entrega un padrón parcial y no actualizado.

El calendario tampoco establece fecha para la publicación de los resultados exactos que hubo en cada Junta Receptora de Votos, tal como manda la Ley Electoral. A partir de las elecciones municipales de 2008 el CSE empezó a violentar la ley publicando sólo sumatorias generales, camuflando así los resultados que alteró para darle la victoria en un buen número de alcaldías al partido de Ortega. Repitió esa táctica en las elecciones generales de 2011 y en las municipales de 2012.

Al conocer el calendario, Palacios afirmó: “Los resultados ya los tienen, no es que se avecine un fraude, el fraude ya está listo”. ¿Exagera? Lo que sí parece listo es el objetivo del juego electoral de Ortega: desestimular a la población votante promoviendo la abstención, ya que con baja participación no necesitaría hacer fraude.

ESPADAS SOBRE LA COALICIÓN


El otro objetivo del juego de Ortega es provocar que la Coalición Nacional por la Democracia, única opción opositora y pluralista que participa en las elecciones, se retire y abandone la partida. Anomalías específicas indican que Ortega quiere hacer un simulacro electoral, que quiere jugar solo…

Primera anomalía. Por ley, al FSLN, partido en el gobierno, le corresponde presidir 9 de los 17 Consejos Electorales Departamentales (CED) y Consejos Electorales Regionales (CER) del Caribe. Y al PLI, por haber quedado en segundo lugar en 2011, le toca presidir 8. Sin embargo, a la presentación del calendario electoral el CSE no invitó a los presidentes de CED del PLI y sí a los “coordinadores” de CED del FSLN en esa mitad de consejos que le corresponden al PLI.

La figura de los “coordinadores” es ilegal. El CSE los impuso en las elecciones de 2011 en los CED, también en los concejos municipales y en los centros de votación. El informe que la misión de observadores de la Unión Europea emitió aquel año se refiere al “poder absoluto en los centros de votación de unos coordinadores nombrados a última hora, una figura no contemplada por la ley y no sujeta a la fiscalización de los partidos”. Señala a estos individuos como una de las “limitaciones a la transparencia” de aquellos comicios.

PARA QUE SE RETIREN


La otra “anomalía” para provocar el retiro de la Coalición apunta más a fondo. Aunque el CSE otorgó desde 2014 la representación legal del PLI a Eduardo Montealegre, quien dirige actualmente ese partido, el CSE convocó a participar en las elecciones “a otros tres PLI”, a tres facciones que reclaman desde 2010 esa representación y que carecen de presencia política en el país. Desde hace años la Corte Suprema de Justicia no resuelve, intencionalmente, esta disputa y desde hace meses viene declarando que con una sentencia establecerá “cuál es el verdadero PLI”. La ha dejado en suspenso para presionar a la Coalición y para que Ortega “negocie” con políticos de “los cuatro PLI” y decida con cuál quiere jugar su partida.

Para seguir afilando las espadas que penden sobre el PLI, el 3 de junio, día en el que, según el calendario, el CSE debía acreditar y juramentar en sus cargos a los presidentes y miembros de cada CED y CER, tanto los que corresponden al FSLN como al PLI, 34 miembros del PLI, entre propietarios y suplentes llegaron a la actividad, pero fueron expulsados del lugar. El CSE alegó que lo hacía en obediencia a una resolución de la Corte que le ordenó no integrar a nadie del PLI en ningún CED o CER hasta que no se resuelva el litigio entre “los cuatro PLI”.

Esta manipulación paralizó el proceso de conformación de las autoridades electorales en la mitad del país, convirtiéndose en una nueva señal de arbitrariedad calculada para provocar que la Coalición abandone el juego.

Una vez acreditados, los presidentes de CED y CER se constituyen en estructuras electorales estatales y a ellos corresponde seleccionar a los presidentes y miembros de los Consejos Electorales Municipales (CEM) de ternas que les presenten los partidos que participan en los comicios. Este año, sin embargo, será el CSE el que centralizará esta tarea: será una dependencia del Poder Electoral la que recibirá las ternas y seleccionará a los integrantes de los CEM, una señal más de que Ortega quiere jugar con todas las cartas marcadas.

SI QUIERE LEGITIMARSE…


Desde hace meses es comentario generalizado que lo que más conviene a los intereses del mandatario nicaragüense es legitimar su reelección. Y que lo que más la legitimaría es un proceso verdaderamente competitivo con la presencia de observadores nacionales e internacionales en el proceso.

El gobierno está resintiendo ya la crisis en Venezuela. Se conoce de una reciente auditoría realizada por la parte venezolana de Albanisa, que ha decidido poner coto a la discrecionalidad con que la familia presidencial ha usado los millonarios recursos del convenio petrolero.

Además, Ortega ha ido perdiendo aliados por los cambios políticos que se vienen dando en el continente. Un nuevo fraude en Nicaragua sería ahora más “visible” que los de años anteriores.

Con el respaldo mayoritario que le dan las encuestas y ante una oposición más debilitada que en 2011, cuando la candidatura de Fabio Gadea y Mundo Jarquín levantaron esperanzas en buena parte de la población, todos los análisis coinciden en que Ortega no debería temer la presencia de observadores independientes.

“EXPERTOS ELECTORALES”


Para estas elecciones, más que en las anteriores es prácticamente unánime la demanda de la observación electoral. Desde hace un año piquetes de los grupos que integran la Coalición han demandado en las calles, miércoles a miércoles, que haya observadores. Los ha reclamado la gran empresa privada, principal aliada de Ortega. También, la jerarquía católica y la población, tanto la que rechaza al gobierno como la que lo respalda, según vienen indicándolo todas las encuestas desde hace meses.

Ante este clamor mayoritario, el vacío más significativo del amañado calendario electoral presentado por el CSE es no señalar fecha para invitar a misiones nacionales e internaciona¬les de observación electoral para que validen si el proceso se ajustó a la legislación nacional y a los estándares internacionales, tal como lo manda la ley electoral.

Al convocar a las elecciones, Roberto Rivas -sigue al frente del CSE a pesar de los indicios de que Ortega lo iba a sustituir por su segundo, Lumberto Campbell, “maquillando” así el rasgo más cuestionado en el deteriorado rostro de ese poder del Estado- no mencionó a observadores, tampoco a “acompañantes” como en 2011. Lo que anunció fue la presencia de 14 “especialistas electorales”, todos ex-funcionarios de instituciones electorales de países latinoamericanos. Citando sus nombres y credenciales, Rivas indicó que sustituirían a los observadores independientes.

“Se ha presentado -se escuchó en la alocución diaria de la Secretaria de Comunicación- un impresionante listado de expertos electorales de Nuestramérica invitados para aplicar su experiencia”.

“LO HEMOS DEJADO CLARO”


Poca “impresión” parece haber provocado ese listado en quienes demandan observadores. Tres días después de la convocatoria, la embajadora de Estados Unidos en Managua, Laura Dogu, escribió en su cuenta de twitter: “Los nicaragüenses merecen una observación internacional reconocida, no un acompañamiento”. “Yo he dicho muchas veces -reiteró días después- que es importante traer observadores de fuera de Nicaragua para las elecciones”. Lo ha venido repitiendo siempre que ha tenido ocasión.

Una declaración que supone una posición consensuada entre las diversas estructuras y agencias del gobierno de Washington, fue la que escuchó Ortega el 19 de mayo en boca del vocero del Departamento de Estado John Kirby en conferencia de prensa en la Casa Blanca: “Lo hemos dejado claro: permitir observadores internacionales para que monitoreen libremente las elecciones serviría para fortalecer a Nicaragua… Creemos que es importante y los animamos a hacer esas invitaciones”.

El embajador de la Unión Europea, Kenny Bell, dijo que para responder positivamente a la invitación del CSE es fundamental “el factor tiempo”. Primeramente dijo que necesitarían ser invitados con seis meses de antelación. Después dijo que tal vez bastaría con cinco meses…

“DESMORALIZAMOS
A LA SOCIEDAD”


En este contexto de desgaste y espera, el IPADE (Instituto para el Desarrollo y la Democracia) informó el 20 de mayo en un escueto comunicado que no observará las elecciones del 6 de noviembre. No precisó las razones. Afirma que seguirá priorizando programas y acciones de desarrollo local que también son su misión.

Es muy probable que el IPADE haya tomado la decisión convencido de la falta de garantías que hay en el proceso de este año. En 2012, Mauricio Zúñiga, al frente de la misión de observación electoral del IPADE en los últimos años, señalaba en las páginas de Envío las raíces de la crisis electoral de Nicaragua: “La lógica con la que el FSLN y el PLC (Ortega y Alemán) diseñaron (en el pacto de 1998-2000) el actual Poder Electoral fue que la suma de dos parcialidades partidarias generaría una institución imparcial. Esa lógica puede funcionar en países con una cultura democrática sólida y con una institucionalidad política aceptable. Pero en nuestro país este esquema colapsó muy pronto con el rejuego de cuotas de poder”.

Es precisamente el rejuego de cuotas de poder que inició aquel pacto lo que ha ido debilitando a los partidos que lo forjaron y, en general, a partidos y a liderazgos. No buscan la transformación de Nicaragua, prefieren cuotas de poder, cuotas que reciben siempre adobadas con corrupción. En ocasión de analizar la crisis en Brasil escuchamos al diputado liberal ex-PLC ahora en el PLI, Eliseo Núñez Morales, decir una gran verdad: “Hubimos liberales, y en eso me incluyo, que cometimos el error de defender a un presidente corrupto (Arnoldo Alemán). Sabemos el daño que con eso se hace y el daño que se hace es destruir la moral de un país. En Nicaragua destruimos la capacidad de creer en la política por la corrupción”.

Ese daño la población lo resiente cada vez más. Percibe que, aunque todos no dejan de llenar sus discursos con lugares comunes (“aman a Nicaragua”, “piensan en Nicaragua”, “deciden por Nicaragua”…) no logran probarlo ni en el ejemplo de sus vidas ni en propuestas coherentes que lo demuestren y que supondrían reconocer, renunciar, compartir, cambiar...

La desconfianza en los políticos y en sus promesas ha ido abonando la apatía con que buena parte de la población descontenta con el modelo Ortega-Murillo llega a estas elecciones.

¿UNIDAD? ¿O VOTACIÓN
MASIVA + OBSERVADORES?


Dos discursos sobre lo que contribuiría a superar la desmoralización y la apatía entre la población opositora, y hasta podría darle el triunfo sobre Ortega, se vienen escuchando estos meses.

Partidos, grupos y políticos que dicen ser opositores y que “revolotean” en torno al PLC han sido insistentes en afirmar que sólo con “la unidad” de toda la oposición se puede vencer a Ortega. Se trata de una unidad en la que debería participar Arnoldo Alemán y el PLC que él mantiene bajo su control. Pero todos los intentos que se han hecho y se han deshecho en estos meses tropiezan con la determinación de Alemán de seguir negociando con Ortega cuotas de poder… A inicios del mes de abril un editorial del diario “La Prensa” recogía un comentario que circulaba en los corrillos políticos: en estas elecciones el CSE le dará al PLC el segundo lugar, desplazando de esa posición al PLI-MRS.

Hay otro discurso. Los partidos, grupos y políticos integrados en la Coalición afirman que la clave del éxito sobre Ortega no es esa unidad forzada, mucho menos con el PLC, sino la combinación de una observación electoral nacional e internacional independiente y creíble y una votación masiva.

Una cosa retroalimentará la otra. Sabiendo que hay observadores independientes la población ganará confianza, sentirá que existen garantías y saldrá a votar masivamente y ese día se podrá ver qué amplio es el rechazo que ha cosechado el gobierno Ortega-Murillo. A su vez, la votación masiva hará difícil, si no imposible, que aun con las cartas marcadas, Ortega haga fraude. Y si acaso lo intentara, los observadores electorales lo descubrirían más fácilmente y lo denunciarían con una fuerza mayor que en otras ocasiones, apalancados por la masividad de la participación ciudadana.

¿LA HISTORIA SE REPITE?


Pareciera que Ortega está marcando con tanta antelación las cartas y quiere jugar solo porque teme una situación que combine masividad de votantes con presencia de observadores. ¿Son las encuestas internas que hace el partido de gobierno las que alimentan su inseguridad...?

Masividad y observación fueron los ingredientes de la “receta” de 1990, cuando Ortega perdió ante doña Violeta. Los más entusiastas en la oposición dicen que la historia puede repetirse con esa misma receta.

Cuatro elementos hacen totalmente diferente la situación de entonces a la de hoy. Nicaragua llevaba nueve años de una guerra civil desgastan¬te. Doña Violeta lanzó la promesa más atractiva que se podía imaginar: suprimiría el servicio militar obligatorio. Ninguna promesa de similar peso podría lanzar hoy la oposición. El FSLN de entonces ni sospechaba que podía perder las elecciones, actuó confiado y desprevenido. Hoy está preparado con todas las estratagemas imaginables para impedir una derrota. Y el Poder Electoral en 1990 respetaba la Ley.

Ante la “receta” también hay que preguntarse si existe ya en la población nicaragüense una masa crítica tan desesperada y descontenta que dé por agotado el modelo Ortega-Murillo y esté dispuesta a expresarlo masivamente en las urnas, arriesgándose a pagar cualquier costo por hacerlo.

ESTRATEGIAS PRO-ABSTENCIÓN


Evitar la “unidad” de todos los partidos es sencillo para Ortega. Lleva años sembrando desunión al promover activamente los rejuegos de cuotas de poder. ¿Podrá esquivar la presión para invitar a observadores electorales internacionales? Eso no lo tiene tan fácil. Lo que sí puede hacer, y ya lo está haciendo, es tratar de evitar la votación masiva desestimulando la participación de la población y provocando el retiro de la Coalición.

En Managua y en las zonas urbanas la receta que el partido de gobierno está empleando para promover la abstención es mantener las señales de la falta de garantías. Resultado: “¿Para qué votar si de todos modos se lo van a robar?” En las zonas rurales la receta combina el hostigamiento y la intimidación que provoca la presencia del Ejército con la no entrega de cédulas de identidad, documento necesario para poder votar. Resultado: “Nos da miedo salir a votar” o “No podremos votar sin cédula”.

En municipios tradicionalmente antisandinistas y en los que se mueven grupos de rearmados con motivaciones políticas ya se ha puesto en marcha la tradicional maquinaria de desidia e indolencia con que el CSE se comporta en estas comunidades campesinas, negándoles la cédula o complicándoles los trámites para obtenerla.¬

ORTEGA QUIERE JUGAR SOLO


En la última encuesta nacional de Cid Gallup, de inicios de mayo, sólo el 31% de los encuestados parece “muy decidido” a votar. “Algo decidido” dice estar el 22%, mientras que los “poco decididos”, “nada decididos” y los que no saben o no responden suman el 47%. Sólo el 77% dijo que tenía cédula para votar. Estos números de partida favorecen la estrategia pro-abstención de Ortega. También lo favorece ser el candidato con una intención de voto del 57% según esa misma encuesta.

Al jugador que quiere jugar solo lo favorece la falta de un liderazgo que genere confianza en que habrá un cambio, no un nuevo “rejuego de cuotas de poder” para obtener algunas diputaciones o cargos… Un liderazgo que la gente sienta que está a la altura del difícil reto de cambiar las cosas en el país, y de cambiarlas para mejorarlas…

Mirando la fórmula que en 2011 llevó la coalición que también entonces encabezaba el PLI, Fabio Gadea y Mundo Jarquín, la Coalición Nacional por la Democracia aparece hoy más frágil. Hoy no tiene lo que entonces tuvo y hoy tiene lo que no tuvo entonces: en 2011 con mejores candidatos tenía menos organización y hoy, con un mayor desarrollo organizativo, sus candidatos son de menor peso.

LAS PRIMERAS CARTAS
DE LA OPOSICIÓN


La Coalición ha presentado ya sus primeras cartas. El candidato presidencial es Luis Callejas, médico en las filas de la Contra durante la guerra civil y diputado del PLI durante los diez últimos años. Irá en fórmula para la Vicepresidencia con Violeta Granera, una mujer luchadora, hasta ahora directora de la ONG Movimiento por Nicaragua, que desde hace dos décadas ha trabajado desde la sociedad civil, por causas justas. Ella, más conocida que él, hacen una combinación que busca equilibrio: Callejas trataría de captar el voto rural de tradición antisandinista y Granera el voto urbano de los independientes.

La otra carta que anunció la Coalición fue la de la primera candidata a diputada por Managua: Berta Valle, 32 años, reina del carnaval en 2003 y presentadora del programa mañanero “Todo en positivo” del canal 14. Valle era gerente del canal al entrar en la política y es conocida por ser cara de la televisión.

¿Es Valle un anzuelo para la juventud urbana que tiene ya su hábitat en Facebook, para los “milénicos”, como llaman a la juventud nacida entre 1990 y 2000, el 43% de los votantes del 6 de noviembre? ¿Es una señal que esta oposición le da al gran capital de que no está comprometida en enderezar lo que “todo en negativo” continúa haciendo de Nicaragua el país más empobrecido del continente?

“EL RESPONSABLE
ES EL CAPITALISMO SALVAJE”


Conociendo las contradicciones que existen entre la pareja presidencial y su círculo en torno a quién de los dos debía ser candidato presidencial, a lo largo del mes de abril y mayo líderes sindicales afines al partido de gobierno proclamaron a Daniel Ortega como candidato necesario, indiscutible e imprescindible. Preparado así el terreno, el FSLN cumplió después con los distintos escenarios formales de la institución partidaria.

El 16 de mayo se reunió en un hotel de la capital el Consejo Sandinista Nacional, una costosa y breve asamblea en la que nada se debatió y sólo se aprobó una resolución que orienta a “trabajar de cara a las elecciones”. Ortega dijo ese día que el programa de gobierno para los próximos cinco años sería “seguir fortaleciendo el modelo cristiano, socialista y solidario”.

El 20 de mayo se celebró la Asamblea Sandinista Nacional, con una audiencia similar, que sólo aplaude y alza las manos para aprobar todo lo que se plantea. En esta ocasión, Daniel Ortega, consciente de que no le basta con ofrecer “más de lo mismo”, lanzó la promesa de un nuevo megaproyecto.

Durante una media hora el candidato “se puso la camiseta de ambientalista” para referirse a los estragos que está provocando el cambio climático en Nicaragua, responsabilizando al “proceso desarrollista del capitalismo salvaje”. De forma confusa afirmó que el acuerdo climático de diciembre de 2015 en París “no resuelve el problema de fondo y lo que hace es proteger el mayor envenenamiento del planeta”. Saltando de un tema a otro muy superficialmente habló de la vulnerabilidad de Nicaragua, de lluvias cada vez más impredecibles, de los aspectos negativos de las grandes presas hidroeléctricas como Tumarín, de que el pavimento urbano no permite recargar los mantos acuíferos…

Con esta enumeración de cuestiones ambientales Ortega rompía el silencio que guardó él y toda la maquinaria mediática oficialista en estos últimos meses cuando organizaciones civiles y medios independientes clamaban por poner atención a la crisis ambiental que padece nuestro país tras tres años de sequía, agudizados sus efectos por la falta de voluntad política para cumplir con las leyes ambientales y para cambiar el patrón de desarrollo que ha prevalecido en Nicaragua, precisamente un modelo de capitalismo salvaje, depredador de bosques, promotor de monocultivos, agotador de fuentes de agua y suelos, un modelo fomentado por él en alianza con el gran capital.

LA PROMESA ELECTORAL
DE ORTEGA


El desordenado río de “preocupaciones ambientales” de Ortega desembocó en el que dijo sería el “proyecto que tiene que encarnar el programa de gobierno del Frente Sandinista para este nuevo período que va del año 2017 al año 2022”.

Se refirió al proyecto Cota 100, elaborado durante el somocismo, una ambiciosa obra de ingeniería para irrigar los cultivos de las tierras de Occidente y del Pacífico con las aguas del lago Cocibolca y así convertir a Nicaragua en “el granero de Centroamérica”.

Años después, con modificaciones, el proyecto fue retomado por el ingeniero Modesto Armijo, quien lo llamó “Puronica”. Armijo proponía una compleja obra ingeniera que trasvasara las aguas del Cocibolca al lago Xolotlán para irrigación, para generación de electricidad y también para limpiar las ya muy contaminadas aguas del Xolotlán.

En los primeros años de la Revolución la cooperación soviética se interesó en estos proyectos, los estudió y calculó que la megaobra ingeniera requeriría de una importante infraestructura vial y para almacenamiento de las cosechas, también de una sostenida capacitación técnica. Eran tantos los esfuerzos que se requerían que el proyecto se abandonó por irreal y los estudios que hicieron los rusos quedaron guardados en Nicaragua.

También prometió Ortega esa noche que el Cocibolca no sólo se dedicaría a irrigar cultivos, también se destinaría a suministrar agua potable a la población. El mandatario delegó en Manuel Coronel Kautz actualizar el Cota 100 y en el Ministro de Hacienda el buscar los recursos para realizarlo. “Es de vida o muerte para nuestro país -dijo- desarrollar este proyecto” y con voz solemne anunció: “¡Aquí, desde el gobierno que hoy estamos presidiendo, ya levantamos ese proyecto que vamos a llevar ante nuestro pueblo y que vamos a convertir en realidad!”

“ES UN SOMBRERAZO”


Ruth Selma Herrera, experta en temas de agua, quien conoció de cerca la etapa en que la cooperación rusa analizó estos proyectos, dijo a Envío que Ortega es irresponsable al hablar de ellos como algo posible… “Es un sombrerazo. Como sabe que el proyecto del Canal se esfuma y no tiene nada que ofrecer, saca ahora aquello. Es una irresponsabilidad más porque no se trata de desempolvar los estudios. Ningún proyecto concebido hace 40 ó 60 años, menos si depende del estado de la Naturaleza, se retoma así nomás y se mantiene igual. Antes de hacer promesas fantasiosas hay que hacer nuevos estudios y eso lleva años. En tiempos de Somoza, cuando ese proyecto se manejó, el Xolotlán estaba menos contaminado, sin tantos residuos de diverso origen, el Cocibolca estaban sensiblemente menos sedimentado y la cuenca de los lagos menos deforestada”.

El megaproyecto que promete el candidato Ortega viene a engrosar la lista de otras grandes obras que ha prometido durante estos años, ninguna de ellas realizada. Quizás eso explica la escasa o nula difusión que tuvo la nueva promesa en medios independientes y la sobriedad con que la trataron los medios oficiales.

No era la primera vez que el mandatario nicaragüense anunciaba algo “grande” para las aguas del Gran Lago de Nicaragua.

En octubre de 2009, durante la séptima Cumbre del ALBA, celebrada en Cochabamba, presentó un ambicioso proyecto de riego que evoca el original de la Cota 100: con las aguas del Cocibolca se irrigarían anualmente 65 mil hectáreas de cultivos hasta llegar en diez años a regar 650 mil hectáreas, que producirían alimentos para garantizar la soberanía alimentaria de Nicaragua y para exportar masivamente a los países del ALBA.

Sin dar un solo paso para hacer realidad ese proyecto, cuatro años después Ortega concesionó las aguas del Cocibolca al empresario chino Wang Jing para que las atravesara un canal interoceánico.

A QUÉ DEDICAR
LAS AGUAS DEL COCIBOLCA


Un mes después de entregar la concesión canalera a la empresa china HKND, el ingeniero Víctor Campos, director del Centro Humboldt, compartió con Envío sus reflexiones: “El uso que Nicaragua debe dar a las aguas del lago Cocibolca -dijo- debería ser una decisión de carácter nacional y no una decisión unilateral del gobierno, porque es un asunto que tiene que ver con esta generación y con las generaciones futuras”.

Considerando que es prioridad nacional asegurar la soberanía alimentaria y la seguridad hídrica de toda la población, Campos afirmó que el proyecto del Canal no era compatible con el proyecto del riego de cultivos. “Mucho menos compatible es el Canal si pensamos en el agua del lago para el consumo humano”. Para demostrarlo, Campos se refirió, entre otras cosas, al fuerte y permanente oleaje que mueve las aguas del Cocibolca. “No podemos descartar -dijo- que ese movimiento continuo pueda provocar derrames de combustible de los barcos y supertanqueros que atravesarían el lago. Es un accidente con altas probabilidades y una grave amenaza a considerar”.

“O PRODUCIMOS ALIMENTOS
O VEMOS PASAR BARCOS”


Se refirió también a lo somero del lago, lo que requeriría excavar el lecho del lago para construir el Canal, lo que significaría remover toneladas de sedimentos, algunos tóxicos. “¿Se imaginan -dijo- cómo esos sedimentos contaminarían las aguas y dificultarían su potabilización?”

Aunque defendiendo la concesión canalera algunos comenzaron a decir optimistamente que Panamá tiene un canal y la población panameña toma agua de ahí, Campos aclaró que “no toman agua del lago Gatún, por donde pasan los barcos, sino de los afluentes antes de que lleguen a ese lago”. A esto hay que añadir que, por el enorme volumen de agua dulce que se pierde en el mar con cada barco que pasa por el canal, en los barrios pobres de la ciudad de Panamá hay serios problemas de suministro de agua.

El proyecto de riego prometido por Ortega a los países del ALBA, resucitado ahora en la nueva promesa, son excluyentes, concluía Campos: “O producimos alimentos y bebemos agua o miramos pasar barcos. No hay una solución intermedia… ¿Para qué queremos usar el agua del Lago Cocibolca? Sabemos que todas las actividades que hagamos con el agua del lago -agricultura, pesca, turismo, cualquier otro destino- deben ser relativamente compatibles y mantener entre ellas cierta racionalidad”.

UNOS DICEN, OTROS DICEN…


Dejando a un lado la racionalidad del “sombrerazo” de Ortega, unos se preguntaron si es viable el proyecto Cota 100 precisamente por haber sido confiado por Ortega a Coronel Kautz, el mismo funcionario a quien puso al frente de la inoperante Autoridad del Canal Interoceánico.

Otros señalaron que aun cuando las dificultades del tiempo en que Armijo concibió el proyecto y las actuales fueran similares, lo que ha cambiado es la tenencia de las tierras que se beneficiarían con el riego, la mayoría actualmente en manos de grandes empresarios, que han intensificado los monocultivos para la exportación.

Otros dijeron que lo más realista y beneficioso, dado el desastre ambiental del país, hubiera sido que el mandatario prometiera comprometerse en serio a cumplir con la Ley de Aguas y con todo lo que supone esa legislación de cuido y conservación de las cuencas de ambos lagos.

¿EL FIN DEL CANAL…?


Otros dicen que Ortega “se sacó de la manga” el proyecto de hace 60 años para demostrar sensibilidad al tema ambiental y, sobre todo, para tener algo nuevo “y grande” que ofrecer en su campaña, pues el proyecto del Canal Interoceánico resulta cada vez más inverosímil, como demuestran las informaciones recogidas por el periodista Peter Costantini en páginas siguientes de este mismo número. En ese sentido, otros opinan que esta promesa imposible no es más que “la escalera” por la que Ortega empieza a bajarse ya del fantasioso proyecto del Canal…

Si algo está claro es que si de verdad el proyecto Cota 100 se hiciera realidad es porque el proyecto canalero está descartado. “No hay agua pa´tanto proyecto”. Por esta razón, las declaraciones más entusiastas con la promesa de Ortega fueron las de los campesinos organizados en el Consejo en Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía.

Francisca Ramírez, “doña Chica”, líder del movimiento campesino que lucha contra el Canal, declaró de inmediato: “Estamos escuchando la noticia y me imagino que el Presidente va a derogar ya la ley 840 porque si está ofreciendo el agua del lago para ese otro proyecto me imagino que es que ya revocó el trato con Wang Jing. En este momento el lago es de Wang Jing, mientras la Ley no sea derogada. Sentimos que si ya el Presidente nos está prometiendo que va a dar agua del lago a las zonas en las que no hay agua eso significa que va a derogar la ley y eso nos alegra”.

CANDIDATO POR SÉPTIMA VEZ


El último acto de la formalidad institucional del partido de Ortega era la celebración del Congreso Sandinista Nacional para ratificar la séptima candidatura del único candidato que ha tenido el FSLN en su historia. Se celebró el 4 de junio rodeado de un extraño hermetismo, porque ninguno de los varios canales oficiales lo transmitió en directo y sólo se logró ver en algunas redes sociales oficiales.

Sabido ya que Ortega se lanzaría a su tercera reelección, no fue sorpresa para nadie que su candidatura fuera ratificada “por unanimidad”. La única expectativa de la noche giraba en torno al anuncio de si sería su esposa quien le acompañaría como candidata a la Vicepresidencia.

Pero Ortega no anunció aún su fórmula. En otros años el calendario establecía que entre marzo y mayo debían presentarse los candidatos a Presidente y Vicepresidente y las listas de candidatos a diputados. Este año, el CSE postergó hasta agosto la fecha de esa presentación. Si el juego es con cartas marcadas, podemos pensar que lo hizo para dar tiempo a que se resuelvan las contradicciones internas en el círculo del poder o a que permanezcan enconadas el menor tiempo posible.

Según la última encuesta de Cid Gallup, un 52% de los entrevistados no considera “conveniente para Nicaragua” la reelección de Ortega y un 50%, incluyendo a uno de cada cuatro simpatizantes del FSLN, considera que “no es buena idea” una candidatura de Rosario Murillo a la Vicepresidencia de la República.

El Congreso aprobó a mano alzada cuatro resoluciones. Primera: designó a Ortega como candidato para que “de la Mano de Dios y del Pueblo siga cambiando Nicaragua”. Segunda: facultó a Ortega para que escoja “a su compañero de fórmula”. Tercera: facultó a Ortega a “dar continuidad a la política de alianzas” (con el gran capital). Cuarta: facultó a Ortega para designar las listas de candidatos y candidatas a la Asamblea Legislativa.

“¡AQUÍ SE ACABÓ
LA OBSERVACIÓN!”


Dejando expectantes a adversarios y a seguidores sobre quién será su fórmula y sin que esas cuatro resoluciones tampoco resultaran novedad, lo que sí sorprendió en el Congreso fue lo que Ortega planteó en su discurso sobre la observación electoral. “¡Observadores sinvergüenzas -dijo-, aquí se acabó la observación! ¡Que vayan a observar a otros países!”

El mandatario arremetió también contra “los diplomáticos” que llaman a magistrados y a diputados para hablar sobre este asunto. “¡Que se olviden de estar pidiendo cuentas los embajadores intervencionistas a los poderes del Estado!” Por su nombre se refirió a la Unión Europea, al Centro Carter y a la OEA, que han enviado otros años misiones de observadores. “Se presentan con las manos limpias y son los que más sucias tienen las manos”, les espetó alterado.

¿Otro “sombrerazo” de Ortega? ¿Un exabrupto, pura retórica para apan¬tallar y seguir abonando a sus objetivos de provocar que la población se desanime y se abstenga y que la Coalición se indigne y se retire y así pueda jugar solo su juego?

Las reacciones inmediatas del gran capital nicaragüense, de varios obispos del país, del Centro Carter, de la Oficina de Derechos Humanos del Departamento de Estado, y el revelador hecho de que su discurso no fuera publicado íntegro con estas bravuconadas en ningún medio oficialista, son un índice de que Ortega tendrá que rectificar.

Faltan varios meses. El calendario solar, no el electoral, indica que aún no está todo escrito.

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