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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 409 | Abril 2016

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Nicaragua

“Sin rumbo cierto”

Ningunas palabras describen mejor el escenario político de este ardiente verano nicaragüense que las del verso de Rubén Darío en “Lo fatal”, su poema más famoso y más dramático: “Sin rumbo cierto”. No sabemos cómo se desarrollarán las elecciones de noviembre y qué pasará después... No sabemos siquiera si habrá elecciones. Y la Naturaleza empieza a pasarnos la cuenta agotando el recurso más fundamental para que la vida siga su rumbo: el agua

Equipo Envío

El panorama mundial y regional en el que Daniel Ortega consiguió por tercera vez la Presidencia de Nicaragua en las elecciones de 2011 ha cambiado radicalmente.

En aquel momento, favorable para la economía del país y con aliados y socios en toda América Latina, le fue más fácil camuflar internacionalmente la pérdida de legitimidad por el fraude con el que se aseguró la primera magistratura y una mayoría absoluta en el Parlamento. Para su cuarta reelección, no la tiene tan fácil, la tiene que pensar mejor...

SIN SOCIOS Y SIN ALIADOS


En América Latina Ortega se ha ido quedando aislado. Con la muerte de Chávez en 2013 se inició en Venezuela, a velocidad de vértigo, una crisis política y económica a la que no se le ve rápida salida. Ya no puede contar Ortega con el respaldo petrolero y financiero de Caracas. En el sur, Argentina ha girado drásticamente a la derecha. En Bolivia y Ecuador la reelección presidencial de dos aliados de Ortega en el ALBA, Correa y Morales, ha quedado en entredicho. Y en Brasil, otro aliado, el megaescándalo de corrupción de la estatal Petrobras canceló la construcción de la presa hidroeléctrica Tumarín, cubierta de privilegios por este gobierno como uno de sus proyectos estratégicos.

Si el golpe de Venezuela toca el bolsillo de Ortega, es en el Caribe donde el golpe toca el corazón y resulta más simbólico. Cuba ha tenido que arriar banderas que enarboló durante décadas y los cambios que necesariamente irán desarrollándose en la isla irán convirtiendo en caricatura retórica los discursos anti-imperialistas desde Caracas a La Paz, pasando por Managua.

SON OTROS TIEMPOS
EN LA REGIÓN


El gobierno de Estados Unidos está muy presente y quiere estar muy activo en el nuevo, y también incierto, momento latinoamericano. En Centroamérica, la mano del Norte ha promovido en Guatemala y en Honduras importantes casos judiciales, por corrupción y por violación de derechos humanos, afectando a políticos y militares hasta ahora intocables.

La influencia de Estados Unidos se despliega en varias direcciones. En su visita a La Habana, Obama fue acompañado del Secretario de Estado John Kerry, quien se reunió por aparte con el equipo negociador del gobierno de Colombia y con el de las FARC para acelerar el proceso de paz en el que están empeñados gobierno y guerrilla desde hace casi cuatro años. No deja de sorprender que, en un comunicado después del encuentro diga esta guerrilla, también aliada histórica de Ortega: “Nos asisten razones para creer que los Estados Unidos están en condiciones de ver en las FARC un socio confiable en la construcción de la paz continental”.

¿QUÉ RUMBO TOMAR?


Son otros los tiempos del continente. ¿Será posible que, a pesar del poder institucional, económico y político que Daniel Ortega ha acumulado en estos diez años de gobierno, tan drásticos cambios en el entorno regional no lo hagan pensar como a otros muchos sobre el rumbo a tomar?

Seguramente, Daniel Ortega analiza la situación y entiende las ventajas que tendría legitimar su próxima reelección promoviendo comicios de resultados diáfanos, muy diferentes a los opacos con que ganó en 2011. El rumbo para la legitimación parece pasar por aceptar una observación electoral creíble…

LA VISITA
DEL CENTRO CARTER


En el contexto del abanico de acciones y presiones de Estados Unidos en una región que gira a la derecha, no dejó de llamar la atención que en este caluroso marzo se hiciera presente en nuestro país una delegación del Centro Carter, presidida por su directora, experta en procesos electorales, para conocer cómo va el de Nicaragua en noviembre.

El Centro Carter ha observado las elecciones nicaragüenses desde 1990, cuando jugó un papel crucial. En las de 2006, cuando Ortega recuperó el gobierno, el Centro Carter fue invitado en enero y eso le permitió estar en el país desde marzo y organizar su equipo para observar el proceso en su totalidad y certificar su transparencia.

En el año electoral 2011 el Centro Carter visitó el país en mayo y junio solicitando encontrarse con el Consejo Supremo Electoral (CSE), que no los recibió. Aquel año, el reglamento que el CSE publicó tardíamente -a mediados de agosto- para normar la actuación de los observadores, a los que se giró invitación hasta entonces, fue diferente al que funcionó en 2006 y era violatorio de los principios internacionales para la observación de elecciones.

La Unión Europea negoció bilateralmente con el CSE para que flexibilizara el reglamento en los puntos más cuestionables (libertad de movilización y expresión y libertad en la elaboración del informe final). Lo consiguió, pero sólo para los 40 observadores de su misión, a pesar de que lo solicitó para otros observadores internacionales, y especialmente, para los nacionales. Fue hasta septiembre que la OEA consiguió una flexibilidad similar para sus 80 observadores.

Fue entonces que el Centro Carter expresó su disposición a participar y solicitó al CSE modificar el reglamento y acreditar a los observadores nacionales. El presidente del CSE, Roberto Rivas, calificó de “ofensiva” la solicitud y ofendió a la institución diciendo que en algún lugar le habían comentado que al Centro lo llamaban “Centro Cartera”… El Centro declinó participar. Según Rivas, se autoexcluyó. Ahora, el Centro Carter llega de nuevo en misión exploratoria.

ES NECESARIO
UN CONTRAPESO AL PODER


¿Habrá este año observación electoral? Para muchos ésa es la clave para saber si Ortega realmente apuesta a legitimar su reelección. Si la va a haber o si no es un tema que está presente todos los días en todos los análisis. Si Ortega acepta la observación es que calcula que puede abrir puertas a observadores creíbles porque sabe que no necesita de un fraude para ganar, incluso con porcentajes similares a los de 2011.

Hay quienes opinan que en elecciones transparentes, por observadas, Ortega perdería. Otros creen que ganaría la Presidencia, pero lo que no conseguiría esta vez es la mayoría absoluta parlamentaria (casi 63%), que le asignó el CSE por fraude en 2011.

Hacerse con esa mayoría era clave en su estrategia: en estos cinco años, una bancada de diputados que actúan como aplanadora, sin cambiarle una coma a sus proyectos, le ha permitido a Ortega reformar la Constitución y las leyes del Ejército y de la Policía y entregar el país a la empresa china HKND con la ley de la concesión canalera.

Hay quienes se conformarían con que la observación electoral contribuyera a evitar el fraude en la distribución de escaños en el Legislativo. Porque, hasta los grandes empresarios aliados del gobierno, coinciden en que el país necesita de contrapesos al omnímodo poder que hoy ostenta Ortega.

EL RETRASO
EN LA CONVOCATORIA


¿Por qué el CSE ha pasado cinco meses sin convocar a las elecciones? Todo tipo de rumores y especulaciones tratan de explicarlo. El CSE llevaba más de treinta años convocándolas exactamente un año antes.

El retraso genera incertidumbre. Rumores y especulaciones buscan explicar el silencio. Algunos creen que mientras más tarde se convoquen las elecciones, más tarde el CSE invitará a los observadores… si es que los invita, y menos tiempo tendrán las misiones de observación para organizar su trabajo en el país.

También se achaca el retraso a contradicciones internas en el círculo gobernante sobre quién debe acompañar a Ortega como fórmula para la Vicepresidencia.

Roberto Courtney, director del organismo de observación nacional Ética y Transparencia, dice que el “atípico” silencio del CSE es para favorecer al partido de gobierno. “Unas elecciones sin mucha propaganda y sin mucho ruido, deslucidas y calladitas, le convienen porque promueven baja participación. Y así ganarían”. No hay que olvidar que en la reforma a la Constitución de 2014, promovida por Ortega, se puede ganar la Presidencia con cualquier porcentaje y no se necesita ninguna mayoría simple.

¿SUSPENDER LAS ELECCIONES?


Hasta corre el absurdo rumor, surgido de la conciencia mágica de una parte de la población, que no habrá elecciones porque tantos volcanes activos provocarán un desastre natural que obligará al gobierno a cancelarlas.

Otros hablan de que Ortega, sin rumbo cierto a tomar sobre la observación que lo legitime, sustituirá los comicios por una Asamblea Constituyente, que prolongaría el período de Ortega y reformaría la Constitución, convirtiendo el actual sistema presidencialista en uno parlamentario.

De esa posibilidad se desgranan varias incertidumbres. ¿Se transformaría automáticamente la actual Asamblea Legislativa, con mayoría orteguista, en Asamblea Constituyente? ¿Qué artilugio legal usaría Ortega, capaz de inventar cualquiera, para darle legalidad a esto? ¿Por cuánto tiempo prolongaría la Constituyente el mandato de Ortega?

¿Qué implicaría un régimen parlamentario, teniendo en cuenta la total falta de independencia de poderes con la que hoy gobierna Ortega el país? ¿Se reduciría el cambio de sistema a nombrar a Ortega Jefe de Estado y a Rosario Murillo Primer Ministro, garantizando así la sucesión familiar del modelo cuando Ortega ya no esté y prescindiendo de la figura del Vicepresidente? ¿Cómo recibiría la comunidad internacional este inesperado giro político?

“EN SU MOMENTO”


Cuando los rumores aseguraban que el cuestionado presidente del CSE, el funcionario más repudiado del país, Roberto Rivas, había sido apartado de ese cargo, dándole a cambio una embajada en Europa, para así maquillar algo al Poder Electoral, Rivas reapareció públicamente el 10 de marzo.

Llegó al evento en el que se le entregó al Cardenal Obando su nombramiento como “prócer nacional” para decir que la convocatoria a las elecciones se hará “en su momento”. Para decir que “Nicaragua vive tiempos de felicidad” y que eso garantiza unas elecciones “tranquilas”. Para decir que es a los mismos nicaragüenses a quienes corresponde observar las elecciones y que “en su momento” el CSE decidirá si invita o no a otros observadores. “Yo creo que no es el momento de hablar de observación”, concluyó.

Todas estas declaraciones las acompañó Rivas de una sonrisa, tratando de quitar importancia a todo lo que decía.

¿PARTICIPARÁN O NO?


En el lado de los partidos políticos de oposición también hay incertidumbres. Aunque parezca mentira, “¿ustedes ya han decidido si van o no a participar en las elecciones?” es una pregunta que a escasos seis meses de los comicios le hacen frecuentemente a los dirigentes de la Coalición Nacional por la Democracia.

La Coalición, liderada por los liberales del PLI, en alianza con los sandinistas del MRS, los democristianos de la UDC, los evangélicos del PANAC, disidentes del PLC y una facción de la Resistencia, cumplió este mes un año consecutivo de encabezar protestas callejeras las mañanas de todos los miércoles exigiendo “elecciones libres y transparentes”.

Siempre dijeron los dirigentes de la Coalición que sólo irían a las elecciones “si había condiciones”. Hoy siguen diciendo que aún no las hay y responden a la pregunta de si participarán o no afirmando que están preparados “para cualquier escenario”. Algunos incluso afirman que hasta el sábado 5 de noviembre, veinticuatro horas antes de la contienda, pueden retirarse.

FABIO GADEA DICE NO


En prolongada incertidumbre mantuvo Fabio Gadea a quienes le solicitaron, por unanimidad de todos los partidos de la Coalición, que se lanzara nuevamente como candidato presidencial. Después de una profunda reflexión, Gadea anunció el 7 de abril que no aceptaba.

En el formato de sus tradicionales “Cartas de amor a Nicaragua”, que se escuchan en la emisora que dirige desde hace más de medio siglo, Radio Corporación, Gadea dio su razón: “haber vivido una experiencia similar en el 2011, donde conseguí una montaña de votos que terminó en un enorme fraude, y no haberse producido hasta hoy ningún cambio favorable en el CSE”.

Al referirse a “la falta de garantías” electorales señaló: “manejo partidario de las cédulas de identidad, padrón electoral no puesto al día por la renuencia a someterlo a una seria auditoría, irrespeto con las urnas, las boletas y las actas electorales, predominio dictatorial de funcionarios previamente entrenados por el CSE y no previstos en la Ley Electoral, expulsión arbitraria de los fiscales de la oposición y ausencia de observadores legítimos, tanto internacionales como nacionales”.

Gadea, que tiene 84 años, afirma que “existiendo las debidas condiciones no vacilaría en dedicar mis últimos años para poner a Nicaragua en el honroso camino de la democracia”. Despejada la incertidumbre sobre la decisión de Gadea, la Coalición está en una situación más frágil. Con la candidatura de Gadea partían con varias ventajas: un piso de simpatía importante, el respaldo de la oposición en las zonas rurales y el casi nulo esfuerzo por fabri¬carle una imagen, porque ya la tiene.¬

A NOEL VIDAURRE LE DICEN NO


La incertidumbre sobre Noel Vidaurre, a quien Arnoldo Alemán lanzó como candidato presidencial por el PLC para dar apariencia de cambio en el partido que controla, se despejó también.

El 5 de abril Vidaurre declinó ser candidato de la “unidad” creada por Alemán, después de enfrentarse con él al ver que colocaba como primera candidata en la lista de diputados a su esposa, María Fernanda Flores. “Fui muy claro con él -dijo-, no acepto que vayan de candidatos ni familiares ni amigos suyos. Tiene que haber rostros nuevos que le den una nueva imagen al partido y que lo hagan más creíble. ¿Me destituirán por eso? No tengo ningún problema si lo hacen”.

No lo destituyeron, él renunció. Este episodio despejó cualquier incertidumbre, si es que la había, sobre una unidad opositora que incluyera al liberalismo que sigue en el PLC, dominado por los intereses familiares de Alemán.

¿SALDRÁN A VOTAR?


Aunque la primera encuesta electoral de M&R (25 febrero-6 marzo), revela que el 78.8% de los encuestados que no simpatizan con el gobierno dijeron que saldrían a votar, ese porcentaje se reduce en más de diez puntos en la última encuesta de CID Gallup realizada en enero.

La encuesta revela lo que la directora de proyectos especiales de la encuestadora, Olda Acuña, describió era el escenario pre-electoral a inicios del año: una población polarizada en dos partes similares, la de quienes aceptan a Ortega incondicionalmente y la de quienes no se sabe cuál será su comportamiento en las elecciones.

El rumbo incierto que seguirá esa mitad de la población se basa en un creciente escepticismo en la política y en la desconfianza hacia los partidos de oposición y sus líderes.

Los políticos del día -decía Rubén Darío hace más de un siglo, observando la crisis política de España- agotan sus energías en batallas de grupos aislados, en asuntos parciales de partidos, sin preocuparse de la suerte común, sin buscar el remedio del daño general, de las heridas en carne de la nación. No se sabe lo que puede venir.

Aquella descripción resume lo que se observa hoy en esa mitad de la población nicaragüense, especialmente entre la más joven y la más informada y preparada profesionalmente.

EN CRISIS EL DERECHO
HUMANO BÁSICO


Y mientras varias incertidumbres electorales no se despejaban, en marzo y abril quien se expresó fue la Madre Naturaleza. Habló con clara certeza del agua, el derecho humano básico, fundamental y universal, condición para el ejercicio de los demás derechos humanos, en palabras del Papa Francisco en su encíclica “Laudato Si”.

La crisis del agua se ha hecho más evidente este año, cuando se han combinado los efectos del cambio climático y una deforestación cada vez más acelerada: según el Centro Humboldt se pierden entre 70 mil y 130 mil hectáreas de bosques cada año y ocupamos ya el sexto lugar en el mundo por los niveles de deforestación.

A estos dos factores se suma el arraigado descuido ambiental y dos años consecutivos de sequía, que han secado pozos artesanales, ríos, quebradas y embalses, no sólo en el corredor seco -tradicionalmente afectado en los años de sequías cíclicas-, sino por toda la zona del Pacífico, también en el Norte. La escasez de agua ha afectado a los monocultivos de los grandes empresarios, a la producción de subsistencia de los pequeños, a la ganadería, también al turismo.

LO QUE SE PREVÉ


Nicaragua ocupó en 2015 el cuarto lugar entre los países del mundo, según el Índice de Riesgo Climático. El cambio climático es un fenómeno ya irreversible que afectará a todo el planeta a partir de ahora y que hace especialmente vulnerable nuestra región por tener una geografía muy estrecha entre dos inmensos océanos. Lo único que podemos hacer es adaptarnos y eso requiere no sólo de leyes, que en Nicaragua sobran. Exige voluntad política y un cambio cultural.

Un estudio de la UCA de Managua ha analizado las consecuencias del cambio climático en las aguas de Nicaragua: se prevé la disminución de las aguas subterráneas del manto freático -las que se consumen en el Pacífico-, olas de calor que afectarán todos los cuerpos de agua en cantidad y en calidad y una elevación del nivel del mar en el Caribe que salinizará las fuentes de agua superficiales.

En el Encuentro Nacional de Responsabilidad Hídrica, celebrado en la UCA el 5 de abril, se hizo énfasis en la urgencia de cambiar las prácticas de derroche del agua.

En un anuncio radial que financia la cooperación suiza estos días para concientizar sobre el problema se escucha: “¿Ya te diste cuenta? ¡Le están cambiando el nombre a Nicaragua! ¡Ahora se va a llamar Nicaseca!”

“NUNCA SE HABÍA VISTO”


Lo que hoy experimentamos no es sólo producto del cambio climático. Es consecuencia de un modelo de desarrollo insostenible, basado en el extractivismo, en la explotación irracional de los recursos naturales -agua, bosques, suelos- como si fuéramos a tenerlos para siempre.

Ya el 18 de febrero, en su alocución diaria, Rosario Murillo informaba de 51 mil familias de 34 localidades a lo largo y ancho del país, que tenían sus acuíferos en riesgo. Esta situación ha empeorado desde entonces y aún es incierto cómo será la temporada de lluvias este año. “Vamos atendiendo en la medida de lo posible”, dijo Murillo.

Parece llegado el momento en que no bastan las respuestas coyunturales. “Nunca en la historia de Nicaragua se había visto una destrucción forestal tan intensiva y extensiva como en los últimos años”, dijo el científico Jaime Incer Barquero, que se refirió a los sobornos con los que las mafias madereras -en las que participa Alba Forestal- compran a autoridades locales. El científico Víctor Campos, al frente del Centro Humboldt, ha señalado que “hasta ahora no se ha demostrado voluntad política para poner orden en el manejo forestal nacional”.

“LA MIOPÍA DEL PODER”


En este año electoral resuenan con un eco especial estas palabras de Francisco en su encíclica por “el cuidado de la casa común”, que vinculan la responsabilidad política con la responsabilidad ambiental.

Dice el Papa Francisco: "El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar el nivel de consumo o poner en riesgo inversiones extranjeras. La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos. Se olvida así que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder. La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo".

El partido de gobierno, que ha hecho de “la restitución de derechos” una de sus consignas más repetidas debe tomar en serio la restitución de los derechos de la Naturaleza. Y los partidos de oposición deben tomar en serio la agenda ambiental cuando plantean una alternativa al actual gobierno. Deben superar la miopía y pensar en el bien común a largo plazo. Porque “estamos en momentos difíciles” y “no se sabe lo que puede venir”.

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