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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 227 | Enero 2001

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Nicaragua

Espinosa Villarreal: la punta de un turbio iceberg

A mitad de noviembre, vino a refugiarse en Nicaragua -en una operación gobierno Zedillo-gobierno Alemán no bien esclarecida- un "pez gordo" del océano de la corrupción priísta. Este es un breve resumen de su expediente.

Jorge Alonso

En México, son los medios los que nos han permitido ir conociendo la trayectoria de Oscar Espinosa Villarreal, un típico alto funcionario del régimen del PRI. Los datos llevan hasta los años 80. Espinosa Villarreal llegó a la Comisión de Valores, institución en donde, de alguna manera, le tocó cubrir con un velo operaciones no claras de su antecesor en ese puesto. Cuando a finales del sexenio de Miguel de la Madrid la quiebra de la Bolsa implicó tanto el empobrecimiento de muchos mexicanos que se habían deslumbrado con los altos intereses de la Bolsa, como el enriquecimiento ilícito de un puñado de privilegiados, Espinosa estuvo implicado en la quiebra de la casa de bolsa MexFin. Bajo la protección del Presidente Carlos Salinas de Gortari, Espinosa llegó a dirigir una institución financiera pública de gran importancia: Nacional Financiera. En 1991, intervino allí para que, de manera irregular, familiares de Salinas y de Zedillo se vieran beneficiados con créditos.

Premiado por corrupto

En 1992 se informó a funcionarios de la Comisión Nacional de Valores que Espinosa -quien desde Nacional Financiera seguía fungiendo como su Presidente- había decidido el cobro obligatorio al personal de elevadas cuotas anuales para financiar las campañas electorales del PRI. Las aportaciones debían entregarse por cheque nominativo a una de las direcciones de dicha Comisión, que se convertía así en ventanilla de cobros de un partido político. De nada sirvió que algunos funcionarios alegaran la necesaria imparcialidad del organismo y hasta su propia decisión de no afiliarse a ningún partido.

Bajo Espinosa, la dirección de Nacional Financiera se implicó en una quiebra financiera de 20 mil 918 millones de pesos. El informe de Hacienda a la Cámara de Diputados para explicar las razones de esta quiebra señalaba que se había dado crédito a uniones que no contaban con estructura adecuada, irregularidades en esquemas crediticios, expedientes inexistentes o sin garantías, créditos asignados preferentemente a personas influyentes y altos gastos administrativos. Pese a tantas irregularidades encontradas en ese organismo, bajo la responsabilidad de Espinosa, éste no recibió ninguna reclamación y los pasivos de la institución tuvieron que ir a parar al FOBAPROA, para que fueran cubiertos por todos los contribuyentes mexicanos. En torno al FOBAPROA se produciría el mayor escándalo financiero de la historia de México y de América Latina.

La habilidad para allegarle recursos de todo tipo al PRI le valió a Espinosa ser nombrado Secretario de Finanzas del PRI a finales del salinismo. En esta nueva función organizó un mecanismo para darle a muchos militantes priístas tarjetas de crédito sin garantías. Muchas de las deudas de estas tarjetas también pasaron al FOBAPROA. El mayor logro de Espinosa fue conseguir que Cabal Peniche -banquero mexicano ahora preso en Australia- y otros financieros otorgaran montos a las campañas del PRI, de manera particular a la de Ernesto Zedillo, lo que contribuyó a la quiebra financiera de varias instituciones bancarias, cuyos pasivos fueron a parar también al FOBAPROA. Estos montos no fueron declarados al Instituto Federal Electoral, como lo ordena la ley.

Como pago de estos sucios servicios, Zedillo premió a Espinosa con el puesto de regente de la Ciudad de México. En la alcaldía del Distrito Federal, Espinosa contribuyó a la irregular quiebra de una ruta de transporte público, fue responsable de falta de supervisión en la construcción de líneas del metro, causó un excesivo e irregular endeudamiento, etc. Sin embargo, para seguirlo protegiendo, Zedillo lo nombró Secretario de Turismo en el segundo trienio de su período.

El 22 de febrero del año 2000, la Contraloría General del Distrito Federal -ya bajo la gestión del PRD- citó a declarar a Espinosa. Se le acusaba de haber cometido un peculado de 420 millones de pesos. Diputados del PAN y del PRD presionaron para que informara sobre el destino del 50% de los recursos que generaban los impuestos turísticos. La Secretaría Interna de la Contraloría de la Secretaría de Turismo reconoció irregularidades. Con el apoyo del Presidente Zedillo, Espinosa se escondió y se hizo prófugo de la justicia ante las acusaciones del gobierno del Distrito Federal. Previamente, también amparado por Zedillo, había dejado al frente de la Secretaría de Turismo a su incondicional camarilla.

En agosto del 2000, el electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, insistió en que, debido a una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la que se debían entregar a la Cámara de Diputados los datos de uno de los bancos quebrados y cuyos pasivos habían ido a dar al FOBAPROA -convertido en Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB)-, tendría que revelarse que Ernesto Zedillo había recibido ilegalmente dinero de Cabal Peniche.

López Obrador pidió al Presidente electo, Vicente Fox, que cumpliera su deber sin temblarle la mano, y que constituyera una Comisión de la Verdad que investigara todo lo relacionado con el IPAB. Fue enfático al declarar: "Quiero señalar que en ese entonces el Secretario de Finanzas del PRI era Oscar Espinosa Villarreal. Eso está probado. El fue el que finiquitó, el que canceló el fideicomiso entre Banco Unión y el PRI".

¿Tocarán a este "intocable"?

Ya sin la protección de un régimen priísta en la Presidencia de la República, Espinosa ingresó a Nicaragua el 12 de noviembre del 2000 cargando ilegalmente un millón y medio de dólares en efectivo. Dos semanas después solicitó asilo, pero poco después -por presiones del gobierno de México sobre el gobierno de Nicaragua- el personaje fue detenido. López Obrador declaró que Espinosa poseía información clave para investigar al ex-Presidente Zedillo, subrayando que este caso era importante para acabar con la máxima de que en México no se puede tocar al "intocable", y que México no debía seguir siendo el país de la impunidad.

Espinosa podría informar sobre muchas cosas, no sólo sobre las anomalías que cometió durante su gestión al frente del Distrito Federal (1994-1997), sino sobre otros asuntos de suma importancia como todo lo relacionado con las finanzas del PRI. Otra línea de investigación debería descubrir quiénes se enriquecieron con recursos del gobierno de la capital del país. El PRD ha recalcado que Espinosa tiene responsabilidad en los financiamientos ilegales de las campañas priístas y en irregularidades cometidas al frente de un organismo financiero público. Los grupos parlamentarios del PRD y del PAN en el Senado de la República han coincidido en exigir que se investigue si Zedillo encubrió las corruptelas de Espinosa y preparó su salida del país.

A principios de enero, México solicitó a Nicaragua la extradición de Espinosa. A mediados de enero la justicia nicaragüense negó en dos ocasiones su excarcelación. Y a finales del mes de enero rechazó darle asilo.

Como uno de los Poderes que requiere de mayor depuración en México es el Poder Judicial, no sería raro que al llegar a México Espinosa fuera puesto en libertad. En México falta todavía mucho para erradicar la corrupción. El priísmo la convirtió en un blindado muro de complicidades, extraordinariamente resistente a cualquier esfuerzo de penetración.

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