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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 214 | Enero 2000

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Guatemala

Portillo: ¿populismo demagógico o una revolución de la clase media?

El discurso inaugural, las primeras medidas y algunos rostros del gabinete del nuevo Presidente de Guatemala apuntan a un programa ambicioso y novedoso. Las expectativas se han levantado hasta los cielos. ¿Qué pasará si la realidad se mantiene por los suelos?

Juan Hernández Pico, SJ

El 14 de enero del año 2000, tomó posesión de su cargo el nuevo Presidente de Guatemala, Alfonso Portillo. La ceremonia, en el Teatro Nacional del Centro Cultural Miguel Angel Asturias, comenzó con un retraso de cuatro horas. El nuevo Congreso fue el responsable. El final de la legislatura anterior (1996-2000) y el comienzo de la nueva (2000-2004) tuvieron lugar en el Palacio Legislativo con una notable demora.

Algunos diplomáticos e invitados especiales se durmieron en la larga espera o abandonaron el Teatro. Entre ellos, la Presidenta de Panamá. Pero cuando el nuevo Presidente, Alfonso Portillo, comenzó a hablar, la impaciencia pasó a un segundo plano, tan inusitado sonaba su discurso inaugural.


Desde los tiempos de Arbenz

Tomó la palabra una mezcla de "santo padre", certero y crítico analista y vocero de las propuestas más radicales que hayamos oído en Guatemala desde los tiempos de Jacobo Arbenz en 1950. Todo ello aderezado con un tono de profunda convicción y un ritmo rápido e incisivo que no comunicaba tanto el deseo de ganar tiempo para desarrollar el denso y demorado programa pendiente -al que aún le faltaban encuentros diplomáticos, fiesta popular, bendición de sacerdotes mayas, y Tedeum catedralicio- cuanto la premura para empezar a desarrollar un programa transformador en un país que está llegando al límite de su paciencia.

En primer lugar, Portillo destacó en su discurso la forma "abrumadora" con que el pueblo había elegido el primer gobierno después de la firma de la paz. En el 48% de votos que obtuvo Portillo en la primera vuelta y en el casi 70% de la segunda -con el abstencionismo más bajo de los últimos 10 años- leía un mandato para un cambio profundo del país. Por eso llamó "trascendental" el día de la inauguración de su Presidencia.

Desde el comienzo, Portillo afirmó que va a reformar las pautas del gasto estatal, para orientarlo a las prioridades populares y no a obras destinadas a satisfacer "el deleite" y la vanidad del gobernante. Después de un paréntesis de cortesía y elogio para la obra del gobierno de Arzú -que protagonizó cuando se encontraron en los días de la transición-, Portillo retomaba su orientación de controversial contraste con la gestión de su predecesor.



Reforma del Estado: cinco pilares

En claro contraste con los principios "privatizadores" del gobierno de Arzú, Portillo anunció una "reforma del Estado". La fraseología evocaba más a un Estado al rescate de un extenso espacio público, que a un Estado meramente facilitador y árbitro de intereses privados. "Hemos tenido –dijo- abundancia de Estado en el Ejército, con gran control de la población, y déficit del Estado en otros muchos campos".

En uno de los ejes de su discurso, habló de los "cinco pilares" de su gobierno. El primero, la consolidación de la democracia y de la reconciliación, tomando como punto de partida los Acuerdos de Paz. Rechazó que si bien fue el anterior gobierno quien acabó de negociar los Acuerdos y los firmó, se elaboraron durante cuatro gobiernos, desde 1987, y son por eso "política de Estado y compromiso de Estado", señalando que "en este punto mi gobierno no se diferenciará del anterior".

El segundo pilar lo constituirá "la descentralización del poder", que implica traspaso de poder a las municipalidades. Como una señal, invitó a los 330 alcaldes electos del país al acto de transmisión de mando. Anunció la reforma de los Consejos de Desarrollo -departamentales- y asimismo la formulación de un Pacto de Gobernabilidad con los liderazgos políticos y las organizaciones de la sociedad civil. Hizo de la participación ciudadana el alma de la descentralización y habló de un "recorte del presidencialismo". Para empezar a concretarlo, pidió que la ciudadanía le presentara"nombres de candidatos, y sobre todo de candidatas, para ocupar los puestos de las gobernaciones departamentales", de manera que las decisiones se gesten de abajo a arriba y no al revés como hasta ahora. Algún analista señaló que esta innovación se produjo después de que "candidatos y candidatas" ya habían sido contactados. ¿Pura demagogia?

El tercer pilar será una reforma económica para recuperar un crecimiento sin privilegios. El cuarto, un programa para extirpar las extremas desigualdades sociales. Reconoció Portillo que en el rubro de la inequidad Guatemala ocupa el tercer lugar en el mundo. El quinto pilar será una lucha frontal contra la impunidad y la corrupción.



Economía: seis medidas

Portillo se refirió a la recesión que domina la economía nacional. Resaltó que "las finanzas públicas sufren fuertes desequilibrios como resultado de un imprudente crecimiento del gasto público". Para enfrentarlo, propuso seis medidas concretas. 1) Una reducción del 10% del presupuesto nacional, a fin de bajar el déficit (3.1% del PIB), pero sin afectar el gasto social. 2) Un aumento de la recaudación fiscal, no incrementando impuestos sino mejorando su administración con una rigurosa persecución penal de los evasores. Quizás sus palabras de que no se dejará "presionar por intereses particulares poderosos que pretenden que adoptemos acciones improvisadas", se refieran a las recomendaciones del FMI de incrementar pronto los impuestos para alcanzar así el necesario aumento de la carga fiscal.

Como porcentaje del PIB, es hoy un 9.7%, habiéndola recibido Arzú en un 8%. Sigue siendo aún una de las más bajas de América Latina y es objetivo de los Acuerdos de Paz y de las presiones multilaterales e internacionales llevarla a un 12%, meta que debía haber logrado el gobierno de Arzú. 3) Un marco regulatorio de los bancos y una supervisión financiera que baje las tasas de interés, estimule el ahorro y controle la especulación. 4) Una revisión de los contratos de privatización de la empresa telefónica y de la empresa eléctrica, y de sus tarifas continuamente en alza. Es en este terreno donde puede haber más duro enfrentamiento con el PAN, estrenándose como oposición. 5) Una ruptura de los monopolios privados y de su imposición de precios y el desarrollo de iniciativas institucionales en defensa de los consumidores. 6) Un plan estratégico de estímulo a la inversión productiva nacional y extranjera, generación masiva de empleos, ampliación de mercados para la exportación y aceleración de la negociación de tratados de libre comercio con los países centroamericanos y del resto del mundo.

El programa es impresionante, pero le faltan los límites de cómo concretarlo. Es de destacar que la concurrencia al acto no aplaudió los planes para disminuir desigualdades sociales o suprimir privilegios.



Desmilitarización: dos decisiones

Otro eje de su discurso inaugural lo construyó Portillo en torno a la desmilitarización del país. Expresó su satisfacción porque el Congreso hubiera introducido en su primera sesión el proyecto de Ley Constitutiva del Ejército, que le permitirá nombrar a un civil como Ministro de la Defensa, y que el Ejército se rija por una nueva doctrina, dentro de un proyecto que será debatido por la sociedad civil. Aquí el nuevo gobierno entra en conflicto con la fracción militarista del FRG y con un sector del Ejército. En este, como en otros temas, Portillo retoma aspectos cruciales de las Reformas Constitucionales que fueron rechazadas, en un contexto de muy escasa participación electoral, en el referéndum de mayo de 1999, lo que mostraría que su apoyo de entonces -y el de Ríos Montt- a las Reformas no tuvo un carácter oportunista.

Mientras llega el momento de designar a un civil en el Ministerio de Defensa, Portillo informó que había nombrado para este puesto al Coronel Juan de Dios Estrada, hasta ahora agregado militar en Honduras y en el momento de la firma de la paz jefe de la base militar de Playa Grande en el Ixcán. Nombró también al Coronel César Augusto Ruiz Morales como Jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional, núcleo operativo del funcionamiento del Ejército. Los dos nombramientos significan relegar a la condición de disponibilidad -asignación a un cuartel sin mando y con sueldo- o de retiro a 17 generales de brigada, a 2 de división y a un vicealmirante. Al nivel de oficiales superiores, el "golpe" es mayor ahora que el que en 1996 dio el ex-presidente Arzú, cuando envió a retiro a seis generales, aunque en esa ocasión Arzú retiró también a más de 200 oficiales de menor rango.

El ex-Ministro de la Defensa, General de División Marco Tulio Espinoza, reconoció que "podría haber algún malestar individualmente" en los generales relegados, aunque dijo que se trataba de "una decisión política y el Ejército tiene que acatarla con dignidad y profesionalismo". Es decir, institucionalmente. El Coronel Ruiz Morales comentó a la prensa que "el Presidente de la República tomó una decisión bastante audaz, que creo es parte de su personalidad. Por ello tenemos que reformular nuestros planes y compatibilizarlos con la decisión del gobernante, una vez los apruebe". Como Presidente electo, Portillo ha afirmado en varias ocasiones que sus oficinas presidenciales van a estar en "la Casa Crema", desde hace casi 40 años sede del Ministerio de la Defensa y hogar del Ministro. Porque -dice Portillo- "¿qué es lo que hace que el Ministro de la Defensa tenga tal privilegio por sobre los demás ministros?", refiriéndose a que el Estado no les da hogar en dependencias estatales.

En su discurso, Portillo expresó también su satisfacción porque la nueva legislatura hubiera introducido inmediatamente el proyecto de ley para suprimir el Estado Mayor Presidencial (EMP), tanto en sus funciones de protección del Presidente, del Vicepresidente y de sus familias, como en sus funciones de colector y analista de información estratégica (inteligencia) para sustituirlo por una Secretaría Administrativa de la Presidencia y otra de Análisis Estratégico, encontrando otras maneras de garantizar la seguridad presidencial. Con esta decisión se empezaría a liquidar una de las fuentes más odiosas de control militar arbitrario, el legendario "Archivo" que controlaba a la población. Para no citar más que un solo caso entre muchos, es a los dirigentes del EMP a quienes se atribuye la orden, en 1990, de asesinar a la antropóloga Myrna Mack. El proceso contra ellos, llevado adelante infatigablemente por su hermana Helen Mack, está acercándose a vista oral.



El caso Gerardi

El nuevo Presidente Portillo "ordenó" una investigación para llegar al descubrimiento de los responsables del "execrable crimen" que acabó con la vida del obispo Juan Gerardi. Sin comprometerse con un plazo de tiempo, Portillo indicó que los resultados de esta investigación serán entregados al Ministerio Público, afirmando que el hecho de que este crimen continúe en la impunidad es "una vergüenza nacional". Recogió también Portillo la sugerencia de la Comisión de Esclarecimiento Histórico de hacer del 26 de abril, día del asesinato de Gerardi en 1998, la "fiesta de la dignidad de las víctimas" del conflicto interno en Guatemala.

Portillo asumió, mencionándolas explícitamente, las recomendaciones, tanto del proyecto REMHI de la Iglesia Católica -dos días después de cuya publicación fue asesinado Gerardi-, como las Conclusiones del 25 de febrero de 1999 de la Comisión de Esclarecimiento Histórico pactada en los Acuerdos de Paz. Indicó que se cumplirá con el programa de resarcimiento a las víctimas o a sus familiares, que se harán esfuerzos por encontrar el destino final de los desaparecidos y por dar una definición legal a la situación de "ausencia por desaparecimiento". No hubo ninguna alusión explícita a los cementerios clandestinos.


Desenterrar la verdad

"Guatemala no puede dejar pasar esta oportunidad que nos presentan la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y el REMHI para desenterrar la verdad, reconocer nuestros errores, pedir perdón, propiciar justicia, dignificar la memoria de las víctimas, e instaurar medidas de justa reparación. Estoy convencido de que sólo sobre estas bases se podrá asentar una verdadera reconciliación", dijo Portillo. Después de estas palabras, el Presidente pidió un minuto de silencio por todas las víctimas de la guerra.

No hay duda de la importancia de estas palabras y de este gesto simbólico. Es la primera vez que la más alta autoridad de Guatemala recoge públicamente los resultados de estas dos investigaciones independientes. La primera vez que, con base en ellas y no en general –como lo hizo el ex-Presidente Arzú el 29 de diciembre de 1998- el Estado pide perdón y admite la necesidad de "desenterrar la verdad" y de "propiciar justicia". ¿Hasta dónde será consecuente el Presidente con sus palabras, hasta dónde podrá serlo según las realidades del actual poder? Sea lo que sea, haberlas dicho al país y al mundo al inicio de su gobierno posee un valor histórico innegable, tanto más cuanto que en el FRG, el partido que lo presentó como su candidato, participan militares de baja y civiles -empezando por Ríos Montt- con un horrendo historial, en el que se cuentan imprescriptibles crímenes contra la humanidad. Es esa verdad la que debe ser desenterrada.


Prioridad de prioridades

Otro de los ejes del discurso inaugural fue la enumeración de prioridades. La prioridad de proteger el medio ambiente, para legar a las generaciones venideras una Guatemala mejor. La prioridad de atender al desarrollo y de propiciar el protagonismo de las mujeres, anunciando la creación del Instituto Nacional de la Mujer. La prioridad de la población indígena del país, afirmando la riqueza de la sociodiversidad de Guatemala y propiciando la oficialización de las lenguas indígenas -otra de las medidas rechazadas en el referéndum de mayo-, que no tiene por qué "quitar nada al español como lengua franca" del país. Enfatizó el nombramiento -ya anunciado- de Otilia Lux de Cotí, mujer de etnia k’iché y ex-Comisionada en la Comisión de Esclarecimiento Histórico, como Ministra de Cultura y Deportes. En realidad –dijo Portillo- deberíamos decir "Ministra de las culturas" de Guatemala.

Finalmente, la prioridad del agro guatemalteco, que es como decir la prioridad de atacar la pobreza, tanto la de los indígenas como la de los ladinos. "La Guatemala rural no puede esperar más", dijo, destacando especialmente la necesidad de apoyar legislativamente el levantamiento del catastro, medida trascendental ya prevista en los Acuerdos de Paz. Es necesario -afirmó- que lleguen los servicios sociales a "la Guatemala oculta y olvidada". Notable ausencia entre estas prioridades fue la de la vivienda, drama central en los barrancos de la capital, donde se hacinan los migrantes marginados.

Portillo, profesional de clase media originario de una ciudad departamental (Zacapa) y no de la capital, resumió así sus prioridades: "Soy un hombre del pueblo y me debo al pueblo".

Será necesario jerarquizar estas prioridades en un plan estratégico de largo plazo que contemple metas, plazos y personal, formas de planeación participativa y presupuestos, y es evidente que no hay en estas prioridades nada que no estuviera ya en los Acuerdos de Paz. De ahí la gran importancia de que el Presidente haya reafirmado éstos como "política de Estado".

¿Populismo, demagogia? Portillo apuntó a la educación como la prioridad de prioridades que caracterizará su gobierno, y alrededor de la cual irán articulándose las otras. Anunció que, además de visualizarla desde la primaria a la universidad -¿pasando también por escuelas profesionales para técnicos intermedios?-, serían los maestros quienes recibirían la mayor atención. "Sin educación –afirmó, citando expresamente a Carlos Fuentes- hasta los ricos se volverán pobres".


En la arena internacional

Dos veces en su discurso citó el Presidente al Papa Juan Pablo II. La segunda, resaltando palabras del Papa en su reciente discurso anual ante los diplomáticos: "La globalización económica -repitió Portillo- debe ser completada con la globalización de la solidaridad". Desde esta cita esbozó su proyecto de política internacional. Destacó la necesidad de que Guatemala esté más activamente presente en los organismos multinacionales que se ocupan de las migraciones y que luchan contra el narcotráfico, ambos problemas clave de Guatemala, realzando que en esos capítulos -además de el de la ayuda internacional- se nos plantean tareas comunes con los Estados Unidos. Enfatizó la necesidad de que el gobierno no actúe bajo presión de los organismos internacionales -¿se refería a los últimos dictados del FMI o al diseño de un modelo menos dependiente?-.

Destacó la necesidad de seguir propiciando la integración centroamericana y propugnó por una atención mayor de Guatemala a lo que llamó "el área mesoamericana" -Centroamérica, México y el Caribe- así como a "el Gran Caribe". Agradeció especialmente los buenos oficios de los "países amigos" que ayudaron en la negociación de los Acuerdos de Paz -Estados Unidos, Noruega, España, México y Venezuela- y los ubicó como prioridades en las relaciones internacionales guatemaltecas, junto a la Unión Europea, "especialmente Suecia, Dinamarca, España, Alemania e Italia". Destacó también el agradecimiento a Canadá y Japón y las relaciones con ellos. Se refirió a Belice con la esperanza de que un pronto arreglo dialogado de los diferendos territoriales permita a Guatemala ser el mejor introductor de ese país vecino en la escena centroamericana. No por primera vez, pero sí con notable énfasis, agradeció la labor en el país de Naciones Unidas, a través de MINUGUA.

Al final, Portillo habló de la necesidad de diálogo en un gobierno tan complejo como el que hoy tiene Guatemala. Una Corte Suprema de Justicia con miembros electos recientemente por un Congreso con mayoría del PAN, hoy en la oposición; el Congreso actual con gran mayoría del FRG; y un Ejecutivo que calificó de "popular". Recordó que había comenzado su discurso afirmando que era "un día trascendental". "Lo termino -dijo- afirmando que nadie es tan fuerte como para gobernar solo y nadie es tan débil como para no contribuir con su aporte".


Elecciones que lo legitiman

El 7 de noviembre de 1999 la ciudadanía guatemalteca acudió a las urnas y ninguno de los candidatos para Presidente alcanzó la mayoría absoluta necesaria. Alfonso Portillo, del FRG ,obtuvo el 47.82% de los votos válidos, poco más de un millón de votos. Oscar Berger, del PAN -partido del saliente Presidente Arzú,- consiguió el 30.31%, casi 650 mil votos. Alvaro Colom, de la Coalición Alianza para una Nueva Nación -la ex-guerrilla convertida en partido aliada con el DIA- alcanzó el 12.32% de las preferencias, 263 mil votos. Otros candidatos -entre ellos una mujer- de otros partidos lograron en conjunto menos del 10%. El único porcentaje significativo entre éstos es el 1.29% conseguido por el FDNG, que representaba a una izquierda escindida de la Alianza para una Nueva Nación. Sus votos indican que la izquierda unida habría podido tal vez llegar al 15% del electorado. Sobre unos 2 millones 350 mil votos válidos, casi el 5% fueron votos nulos y el 3.5% votos en blanco.

En el nuevo Congreso -unicameral- el vuelco fue total. Se eligieron 113 diputados en lugar de los 80 del anterior Congreso. En el Congreso saliente, el PAN tenía 43 diputados, 2 sobre la mayoría absoluta, pero 11 menos que los 54 (2/3) necesarios para decisiones de rango constitucional o similares. El FRG del General Ríos Montt tenía 21 diputados, y la izquierda (FDNG) 6. Otros 10 diputados se repartían entre otros partidos o eran independientes. En el Congreso ahora electo el FRG del General Ríos Montt y el Presidente Portillo tiene 64 diputados, 7 más que la mayoría absoluta, pero 11 menos que los 75 necesarios para las decisiones trascendentales. El derrotado PAN tiene 37 diputados, la Alianza para una Nueva Nación 9 y otros tres partidos 3 -uno cada uno, siendo el más significativo el de la Democracia Cristiana, que llevó al ex-Presidente Vinicio Cerezo a ocupar un escaño. Aunque la composición varió respecto al anterior Congreso, persiste la dificultad de la bancada mayoritaria para decidir las votaciones cualificadas.

330 municipios eligieron alcaldes. Exceptuando 9 municipios sin computar, el FRG ganó en 147, el PAN en 106, la Alianza para una Nueva Nación en 12, los Comités Cívicos en 25 y otros partidos en 31. De ellos, la Democracia Cristiana triunfó en 10, el FDNG en 5 y el DIA (parte de la ANN) en 1. El total de alcaldías gobernadas por la izquierda suman 18.


La segunda vuelta

La campaña del Tribunal Supremo Electoral y el consenso en la sociedad civil de que era imperativo acudir a las urnas tuvo un cierto éxito. Desde 1990, cuando la primera vuelta de la elección que enfrentó a Carpio Nicolle y a Serrano Elías como candidatos presidenciales, no había sido tan bajo el abstencionismo. Entonces se abstuvo de ir a las urnas el 43.56% de los empadronados. En la primera vuelta de 1999, se abstuvo el 46% de los empadronados, un 7% menos de los que se abstuvieron de votar hace cuatro años en la primera vuelta en que contendieron Alvaro Arzú y Alfonso Portillo.

Con estos resultados, tenían cierta lógica las gestiones de gente interesada en el bien del país que propusieran a Berger y a Portillo un arreglo que hiciera innecesaria la segunda vuelta electoral. El arreglo implicaba la renuncia de Berger, del PAN, quien quedó en segundo lugar, pero no se consumó porque el PAN le habría impedido a Berger seguir su buen instinto político y renunciar. Expertos en Derecho Constitucional afirmaron que, de todas maneras, la segunda vuelta es un mandato constitucional y, en el caso de la renuncia de Berger, se hubiera celebrado con el candidato del tercer lugar, Alvaro Colom.

El 26 de diciembre fue la segunda vuelta. Portillo la ganó con el 68.29% de los votos válidos. Berger consiguió el 31.71%. Portillo triunfó con una proporción de poco más de dos a uno. Y así como en la primera vuelta Berger había logrado más votos que Portillo en la capital -feudo del PAN desde hace 15 años, hasta ahora, cuando gano Fritz García Gallont, ex-Ministro de comunicaciones del gobierno de Arzú-, en la segunda vuelta Berger perdió en la capital, como en todos los departamentos del país. Portillo ganó las elecciones con un número de votos mayor que el de ningún otro Presidente desde que comenzó la transición a la democracia con la Constitución de 1984.

En la segunda vuelta, el abstencionismo ascendió al 58.93% de los empadronados. Los porcentajes de abstencionismo, tanto en la primera (46.11%) como en la segunda vuelta (58.93%) están probablemente abultados, porque el padrón electoral no ha sido limpiado aún para retirar de él a las personas fallecidas o emigradas.



Decidió la economía

¿Cuáles fueron las razones de resultados electorales tan contundentes? La primera y más importante de todas fue probablemente la razón económica. 1999 fue un año malo para la economía. Aunque la inflación se mantuvo en cifras de un solo dígito, las amas de casa no lo experimentaron así en los mercados, donde fue habitual oirlas decir que lo que hace un año compraban con 50 quetzales ahora les cuesta 100. La caída persistente del precio del quetzal durante 1999 -comenzó con la equivalencia de 6.80 por dólar para situarse en noviembre en 7.80 por dólar ha pesado significativamente en la clase media capitalina, y en general en la población urbana. Los alquileres de no pocas viviendas y locales de oficinas se pagan en dólares. Los alimentos o artículos importados que venden los grandes centros comerciales se calculan en dólares. Los boletos de avión y los de los autobuses más cómodos que recorren el territorio centroamericano, también. Los precios de los combustibles se han disparado: la gasolina pasó de 10 quetzales el galón al comenzar 1999 a más de 14 al terminarlo.

Los precios de los productos de exportación más importantes –café, azúcar y banano- descendieron todos por primera vez en bastantes años, provocando una pérdida en ingresos por exportaciones de alrededor de 600 millones de dólares. La especulación financiera -sobre todo en la bolsa rusa- devoró otros 500 millones. Se dice que el Banco del Ejército perdió en esta operación especulativa hasta 120 millones.


No se come con cemento

Como la reforma constitucional de 1994 prohibe al Banco de Guatemala prestar fondos al gobierno, éste tuvo que recurrir a préstamos del sistema bancario privado para asegurar el financiamiento del gasto social. Aparentemente, o no había podido o no se había preocupado de obtenerlos de otras fuentes menos caras. El número de empresas de la construcción disminuyó drásticamente dejando en el desempleo a miles de obreros. Muchas fincas se hicieron insostenibles en sus operaciones hasta el punto de ver una salida en vender al Fondo Estatal de Tierras. El "Mitch" empeoró la situación de muchos agricultores, y quebraron dos de las más importantes financieras del agro. El Presidente Arzú se atrevió a declarar que Guatemala no necesitaba las ofertas internacionales de reducción o condonación de la deuda externa, cuyo monto es realmente pequeño en comparación con el de otros países centroamericanos pero cuya reducción, dada la enorme deuda del gobierno con el sistema bancario interno tendría un peso significativo.

La ventaja del gobierno de Arzú a la hora de las elecciones era su enorme inversión en infraestructura de comunicaciones: más de 2 mil kilómetros de carreteras pavimentadas y gran cantidad de nuevos caminos rurales. Sin embargo, esto significó un gasto superior a lo que la economía estatal podía sobrellevar, sobre todo después de que las metas de elevar desde el 8% hasta el 12% la carga fiscal no se cumplieron .Con estilo demagógico, el candidato Portillo logró una consigna muy bien acogida: "La gente no come con cemento", aunque no dijo que "con cemento" saca o recibe los productos que genera o que necesita.

Hay quienes opinan que si las elecciones hubieran sido a fines de 1998 o a fines del 2000, el PAN y Berger habrían podido ganarlas. Pero fueron a fines de 1999 y la recesión resultó crucial.


FRG: largos años en campaña

En 1982, cuando los autores del golpe de Estado que derrocó al Presidente, General Romeo Lucas García, ofrecieron al General Efraín Ríos Montt formar parte de la Junta de Gobierno, tal vez no adivinaban la estrategia con que el General iba a terminar de ganar militarmente a la guerrilla e imponer a la sociedad civil una militarización que a duras penas empezó a ser superada con los Acuerdos de Paz catorce años más tarde. La estrategia consistió en la instalación en el altiplano indígena -teatro principal de la guerra- de una nueva estructura armada, las Patrullas de Autodefensa Civil. No menos de 900 mil personas quedaron enroladas entonces, a gusto o a disgusto, en esta nueva forma de militarización.

A esta organización -aún latente- apeló en su campaña electoral el FRG. No pocos militares retirados después de haber alcanzado una alta graduación, acudieron a la convocatoria satisfechos, porque tras tres años de vigencia de los Acuerdos de Paz y de estar expuestos a la vergüenza pública, habían acumulado dosis de amargura y deseos de reivindicación.

La situación de inseguridad ciudadana, probablemente no mayor que la de antes, pero atribuible exclusivamente a los ojos de muchos, una vez acabada la guerra, a la ineficacia del Ministerio de Gobernación y de la Policía Nacional Civil bajo sus órdenes, fue contribuyendo a aumentar las oportunidades del candidato Portillo, a quien se veía bajo la sombra del duro y disciplinado General Ríos Montt. La inclinación de la población evangélica del país a políticas de estricta aplicación de la ley y de riguroso orden público ejerció también alguna influencia en los resultados electorales. La falta de conclusiones en el caso Gerardi alejó a no pocos católicos del gobierno de Arzú y también pudo tener su reflejo en las urnas.

En realidad, el FRG lleva muchos años de "campaña electoral" y no puede desestimarse su capacidad "paramilitar" de organización de masas. No es aventurado preguntarse si no habrá sido parte de la "campaña" la proliferación de linchamientos, que tanto desprestigió al gobierno de Arzú por su incapacidad para imponer el orden y la justicia. La sistemática oposición, sin concesiones, que los diputados del FRG llevaron adelante en el Congreso fue otro elemento que permitió al FRG estar "en campaña" cinco años seguidos. Alfonso Portillo supo montarse en todas estas realidades con una inteligencia notable, con un excelente conocimiento de los problemas nacionales y manteniendo una consistencia inquebrantable en su imagen de hombre fuerte y profesional.


Ríos Montt: ¿cómo explicar su victoria?

¿Cómo el pueblo de Guatemala puede haber elegido a un partido cuyo líder más importante es el General Ríos Montt, durante cuyo gobierno culminó la represión más cruel de la historia de Guatemala? ¿Se trata de una pregunta de la intelectualidad, de la ciudadanía sensible a los derechos humanos, de la comunidad internacional, o también es una pregunta de las mayorías guatemaltecas?

Ríos Montt actuó ya hace 18 años. Muchos de los votantes de hoy, los que tienen entre 18 y 30 años -¿un 40% del electorado?- o no habían nacido o tenían entonces no más de 12 años. La demografía de Guatemala no ayuda a la memoria histórica. La operación llamada "Fusiles y frijoles" del 82-83, que fue una vía más sofisticada para dar continuidad a la operación "Tierra arrasada" del 80-82, logró crear un cordón sanitario alrededor de las zonas masacradas, lo que evitó la difusión de las historias de horror en la capital. Localmente -ha dicho algún intelectual indígena-, la gente veía a jóvenes oficiales y a soldados, pero no a Ríos Montt. Finalmente, según otros analistas, la culpabilidad por las masacres ha sido reinterpretada y hoy es atribuida en cierta medida a la guerrilla provocadora más que al Ejército ejecutor. Algo así como decir que "la culpa de la matanza de los niños inocentes no la tuvo Herodes sino Jesús, por nacer allí".


La hora de la clase media

Sin descontar lo que haya en el movimiento eferregista de capacidad de convocar a las masas populares, a gente dolida y humillada por la pobreza -capacidad aumentada por la agilidad mental de Portillo, volcada en discursos populistas y de tonos demagógicos- el triunfo de Portillo puede ser también el triunfo de una clase media profesional que ha visto llegar con él su hora histórica.

La revolución de 1944-54 fue un intento de revolución de la clase media, de los intelectuales, los universitarios, los maestros, los líderes sindicales, los profesionales, los oficiales jóvenes del Ejército. Aquella revolución se adelantó a los tiempos, a su tiempo internacional y a su tiempo nacional. Fue estigmatizada como "comunista" y se malogró por el intervencionismo del imperio estadounidense y por los grandes miedos oligárquicos, que compraron la defensa de sus intereses o los introyectaron en otros intelectuales, otros profesionales y otros oficiales. Los militares y sus aliados civiles "militaristas" cobraron cara esa defensa y abrieron una nueva competencia con la oligarquía en sus propios terrenos de juego económicos y financieros.

Se dice que detrás de la campaña de Alfonso Portillo -además de la capacidad organizadora del General y de los Generales- ha estado también la astucia política, incluso maquiavélica, de Alfonso Cabrera, antiguo Canciller del Presidente democristiano Vinicio Cerezo y él mismo ex-candidato presidencial en 1990.

Conviene recordar que Alfonso Portillo, en su tortuoso camino político, pasó de la izquierda radical a la democracia cristiana, con cuyos colores fue electo diputado antes de transmigrar al FRG. Cabrera, al igual que Cerezo y otros políticos guatemaltecos, pertenece a la más pura raigambre de la clase media, deseosa de no depender ya ni de la oligarquía ni de los militares ni de los Estados Unidos.

No poca gente del equipo plural que el Presidente Portillo ha juntado en su gabinete procede de esta cantera. Rubén Calderón, nuevo Secretario de Paz, fue profesor en Chapingo, México; Edgar Gutiérrez, nuevo Secretario de Análisis Estratégico, dirigió el proyecto eclesial REMHI; Miguel Angel Reyes, nuevo Secretario Técnico de la Presidencia, fue negociador de los Acuerdos de Paz por la URNG; Otilia Lux de Cotí, nueva Ministra de Cultura y Deportes, fue comisionada en la Comisión de Esclarecimiento Histórico; Demetrio Cojtí, ilustre profesor universitario e intelectual maya, es el nuevo viceministro de educación. Y así muchas otras personas de mayor o menor rango en el nuevo gabinete. Todas ellas tienen un historial progresista y extracción de clase media . Y hasta el momento, todas ellas tienen gran ventaja sobre Alfonso Cabrera y Vinicio Cerezo, por no estar manchadas por la corrupción, como quedaron ambos políticos en el tiempo en que ejercieron el poder.

Es innegable que tanto la Democracia Cristiana como los incipientes y truncados partidos socialdemócratas, han sido en Guatemala los representantes de la clase media. La Democracia Cristiana está no poco presente en el gobierno de Portillo. Fue notable que la DC no presentara candidaturas a la Presidencia de la República, sólo a algunas alcaldías y a diputaciones. Hoy tiene en el Congreso a Cerezo, gracias a cuya elección se ha librado de su extinción como partido político. Además, ha colocado a Manuel Maza en el Ministerio de Finanzas y a Lizardo Sosa en el "gabinete sombra" -un novedoso grupo fiscalizador de la gestión gubernamental creado por Portillo-. Cuenta, sobre todo con la influencia, como eminencia gris, de Alfonso Cabrera.

Al referirse a la empresa privada en su discurso inaugural Portillo mencionó exclusivamente a los pequeños y medianos empresarios. Ningún representante de los grandes empresarios ocupa puestos en su gabinete. Otra señal de la afirmación política de la clase media, aunque es difícil pensar que el Presidente pueda gobernar eficazmente sin alguna relación estrecha o de diálogo con el gran capital.

El costo de la arrogancia

El abolengo -combinado con la arrogancia, rayana en altanería- del Presidente Arzú es una de las razones de la derrota de su partido y de su candidato. Esas características parecen ser atributos de la oligarquía que se lanza a la arena pública. Arzú nunca admitió las críticas. Hasta su último discurso como Presidente, en la transmisión del mando, no hubo un asomo de autocrítica. Sus apariciones públicas de despedida en la televisión lo mostraron en el jardín de su residencia de Antigua, poco menos que acusando al pueblo de Guatemala de ingratitud por no haber reconocido todo lo que su Gobierno hizo. En el mundo actual es difícil gobernar con la oposición de los medios de comunicación social. Alvaro Arzú se enemistó con ellos desde demasiado temprano.

Portillo le ganó la partida a Berger en términos de claridad e inteligencia propositiva, pero también es verdad que a Berger lo derrotó la arrogancia de Arzú y la sensación de que era Arzú y no el candidato Berger quien seguía mandando en el PAN. Para la clase media y para el pueblo, pesó también mucho la sombra de corrupción que veló la imagen de honradez y de desinterés con la que comenzaron su período de gobierno los miembros del PAN y el propio Presidente Arzú. Se afirma que Arzú terminó su gestión convertido en uno de los más grandes accionistas, si no el más grande, de TELGUA. Hace cuatro años, cuando lo eligieron se decía: "Estos, como son ricos, no van a robar". La imagen cambió y la decepción ha sido grande.


¿Revolución de la clase media?

El Presidente Jacobo Arbenz representó la revolución de la clase media en 1950-54. Aquella fue una revolución con gran sensibilidad popular y no en vano lo llamaron "el soldado del pueblo". También Fito Mijangos, Manuel Colom y Alberto Fuentes Mohr - vidas acabadas por balas asesinas- fueron opciones para una transformación democrática de Guatemala liderada por la clase media. ¿Podrá realizarse hoy en Guatemala una propuesta transformadora como la que esbozó en su discurso inaugural Portillo?

Mala señal que el Presidente comenzara su gestión cambiando su residencia, de un lugar sencillo de clase media a una zona que es el mero cogollo de la oligarquía y de los magos del dinero. Mala señal que los diputados se aumentaran sus salarios en 5 mil quetzales para gastos de representación. Por sobre todas estas señales, lo fundamental para Portillo será deslindarse pronto del lastre que supone un Congreso presidido por el General Ríos Montt, que el 19 de enero retrasó la ceremonia de reconocimiento del Ejército a su Comandante en Jefe "porque a mí también me deben rendir los honores", y a cuyo período de gobierno corresponde la acusación de "genocidio" que formuló la CEH, la Comisión de Esclarecimiento Histórico.


¿Qué pasará?

Las palabras inaugurales de Alfonso Portillo han levantado las expectativas hasta los cielos. ¿Qué pasará si la realidad se mantiene por los suelos? ¿Qué podría pasar si, con la presencia en el nuevo gobierno de algunas personas serias de la izquierda y, sobre todo, con la presencia de dos de los responsables de las investigaciones del REMHI y de la CEH, sólo se quisiera limpiar "simbólicamente" a un gobierno en el que también participan responsables de desapariciones, torturas y otros crímenes contra la humanidad? ¿Qué pasará si las tendencias estructurales del FRG y de otras fuerzas económicas y políticas "chuparan" –como teme Edelberto Torres Rivas- a los intelectuales de izquierda presentes en este gobierno? ¿O si –como algunos analistas piensan y temen- el discurso de Portillo ocultara la estrategia de instalar en el poder una burocracia de Estado, al estilo del PRI de México? No debe extrañar esta brecha de décadas entre el experimento mexicano y el guatemalteco, porque no pocas veces ha ocurrido que "cuando México tiembla, Guatemala se estremece", aunque sea con un gran retraso. Juárez y Barrios son paradigmáticos, como lo son las revoluciones de 1910 en México y la de 1944 en Guatemala.

Las propuestas y los retos han sido formulados. Es tarea de la sociedad civil, con todas sus organizaciones de intelectuales, de derechos humanos, contra la impunidad, étnicas, ecológicas, de género, religiosas, preparar las pruebas que vayan comprobando cuál es realmente la voluntad política del gobierno de Portillo; exigir que se tomen las medidas -fiscales por ejemplo- sin las cuales el nuevo gobierno no podrá superar los límites financieros que lo pueden asfixiar; y explicar esas medidas de tal forma que la gente las comprenda y no sólo se indigne contra ellas. Es tarea de las organizaciones sociales el motivar la movilización que restaure en el pueblo su capacidad de diálogo y departicipación. Si Portillo conduce un gobierno que realiza un poco de lo que ha propuesto, Guatemala entera saldrá ganando. Si no es así, el pueblo podría perder la paciencia hasta límites impredecibles.

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