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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 210 | Septiembre 1999

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Internacional

Deuda externa: la "solución" de los ricos

En junio, en Colonia, Alemania, los Jefes de Estado del G-7 que agrupa a los siete países más ricos del planeta realizaron una operación de maquillaje ante la angustia de millones de pobres del Sur y ante una opinión pública internacional muy sensible que exige la cancelación de la deuda externa de los países pobres.

Eric Toussaint

Unas 17 millones de firmas exigiendo la anulación de la deuda externa de los países pobres se recogieron en todo el mundo como preparación a la reunión anual del Grupo de los Siete países más ricos del mundo (G-7) en Colonia, Alemania. El 19 de junio de 1999 fueron entregadas a los Jefes de Estado de estos países. Ese mismo día, anunciaron que iban a dar una solución a la deuda de los países pobres: el valor anunciado de condonación fue de 70 mil millones de dólares, lo que según ellos representaba el 90% de las deudas de los pobres. Se trata de una mentira.

Una gota en el océano

Aceptando las cifras del comunicado del G-7, 70 mil millones de dólares representarían sólo un 3% de la deuda total del Tercer Mundo, que en 1998 ascendió a 2,030 miles de millones de dólares, sin incluir las deudas de los países del antiguo bloque del Este, y según el último informe del Banco Mundial. Este valor equivale al 35% de la deuda de los países más pobres afectados por la deuda. Los 41 países más endeudos tenían, según el Banco Mundial, una deuda de 205.7 miles de millones de dólares en 1998. Estos 41 países son: Angola, Benin, Birmania, Bolivia, Burkina Faso, Burundi, Camerun, Chad, Congo, Costa de Marfil, Etiopía, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Guyana, Honduras, Kenya, Laos, Liberia, Madagascar, Mali, Mauritania, Mozambique, Nicaragua, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Ruanda, Sao Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Togo, Uganda, Vietnam, Yemen y Zambia.

El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) estima que el monto real de las anulaciones sería solamente, y como máximo, de unos 25 mil millones de dólares, lo que equivale aproximadamente al 12% de la deuda de los países que caen dentro de esta iniciativa y al 1.2% de la deuda total del Tercer Mundo. Una gota de reducción en el océano de las deudas...

¿Por qué calculamos 25 mil millones en lugar de los 70 mil millones anunciados? ¿Por varias razones. Primera: de esos 41 países, varios no llegarán a cumplir las condiciones fijadas por el G-7, y si un país no aplica al pie de la letra las políticas de ajuste, debe renunciar a la condonación. La reducción de deuda se hace caso a caso, país por país, e implica la aplicación de al menos tres años de ajuste estructural reforzado y el acuerdo conjunto del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y del Club de París, que agrupa a los Estados acreedores del Norte. La República Democrática del Congo, Sudán, Liberia, Sierra Leona, incluso Angola y Nigeria, no cumplirán las condiciones, y la deuda de estos países representa aproximadamente la mitad de la deuda de los 41 países más pobres y más endeudados.

Segunda razón: la deuda de estos países con el BM y el FMI no será objeto de anulación. El estatuto del BM y del FMI les prohibe renunciar a un crédito. El reembolso de una parte de la deuda de estos países a estas dos instituciones recaería en un fondo fiduciario alimentado por sus países miembros, y el BM y el FMI tomarían de este fondo para pagarse.

Tercera razón: una parte de las deudas bilaterales que serán anuladas son deudas incobrables que datan de comienzos de los años 80. Los miembros del G-7 que renuncian ahora a estos créditos lo hacen porque saben perfectamente que ya no tienen valor alguno. Esta parte de la condonación es una operación puramente contable, que borra de antiguos libros créditos que son totalmente incobrables.

Por todo esto, el canciller alemán Schröder confirmó a un diario, dos días después de la declaración del G-7, que la condonación de la deuda a los países más pobres no implicaba costo alguno para el tesoro alemán. Y por todo esto, The Wall Street Journal Europe tenía razón al decir, en un editorial, que las dos instituciones de Bretton Woods (BM y FMI) habían conseguido del G-7 poder refinanciar antiguos préstamos incobrables por medio de otros nuevos.

Conclusión: en Colonia, los Jefes de Estado miembros del G-7, realizaron una operación de estética ante una opinión pública sensible -17 millones de firmas- y ante la angustia de los más pobres del Sur, sin tener que aflojar sus carteras.

Sur: gana menos - Norte: gasta menos

Desde comienzos de los años 90, el G-7 viene comunicando periódicamente que ha adoptado las medidas adecuadas para mejorar la situación de los países más pobres. En 1994, en Nápoles, anunció la anulación del 67% de sus deudas externas. En 1996, en Lyon, proclamó que iba a llegar hasta el 80% de anulación. A pesar de todo, desde 1994 la deuda de los países más pobres no ha dejado de crecer.

¿Cómo explicarse que pese a las sucesivas anulaciones, la deuda aumente? ¿Será porque las medidas anunciadas no se concretan? Puede encontrarse una explicación, suplementaria, en este párrafo del discurso de François Miterrand en Nápoles, en la reunión del G-7 de julio de 1994: "A pesar de las considerables sumas destinadas a las ayudas bilaterales y multilaterales, el flujo de capitales de Africa hacia los países industriales es más importante que el flujo de estos países hacia los países en desarrollo". Esta afirmación sobre el caso de Africa puede extenderse a todo el Tercer Mundo.

Para entender el problema hay que tener en cuenta tres indicadores:
- En 1998, el Tercer Mundo reembolsó 30 mil millones más de lo que recibió como nuevos préstamos.

- La ayuda pública al desarrollo ha alcanzado su mínimo histórico: entre 1990 y 1998 descendió un 33% en términos reales.

- En 1998, el Tercer Mundo en su conjunto reembolsó 250 mil millones de dólares, mientras la ayuda pública al desarrollo apenas superaba los 30 mil millones.

Esto significa que los países del Tercer Mundo han transferido hacia los países ricos ocho veces más cantidad de dinero de la que han recibido de la tan proclamadamente generosa Ayuda al Desarrollo. Nuevas crisis de la deuda estallan y estallarán porque los precios de los productos vendidos por los países del Tercer Mundo en el mercado mundial bajan considerablemente de precio, mientras los tipos de interés aplicados en el servicio de la deuda aumentan. En resumen, los países del Tercer Mundo ganan menos pero reembolsan más. Por su parte, los países más industrializados ahorran en sus importaciones de materias primas procedentes del Tercer Mundo. Además, los tipos de interés sobre las deudas públicas de los países industrializados han bajado desde que la crisis asiática atrajo un reflujo de capitales del Tercer Mundo hacia el Norte -la llamada huida hacia la calidad-. En resumen, los países del Norte gastan menos.

¿El Sur paga o no sus deudas?

Desde el estallido de la crisis de la deuda en 1982, los países del Tercer Mundo han reembolsado cuatro veces lo que debían, para acabar encontrándose hoy 3.5 veces más endeudados que entonces. Entre 1982 y 1998, el Tercer Mundo pagó unos 2 mil 500 millones de dólares. En 1982, la deuda total del Tercer Mundo se elevaba a unos 590 mil millones. A finales de 1998 ya alcanzaba los 2,030 miles de millones. Por lo que se refiere a América Latina, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) estima que la transferencia neta de capitales de América Latina hacia el Norte ascendió entre 1983 y 1991 a más de 200 mil millones de dólares.

Los países de América Latina han transferido a los acreedores del Norte sumas colosales: entre 1982 y 1996, en servicio de la deuda pagaron 739.900 miles de millones de dólares, más de tres veces el nivel de la deuda en 1982.

En esta situación, ¿va a mejorar la suerte de la mayoría de los pobres del mundo con las medidas anunciadas en Colonia? La mayoría de los pobres del planeta vive en India, Indonesia, Brasil, Bangladesh, Pakistán y México, pero ninguno de estos países será beneficiado por medidas de condonación. Los países candidatos a la condonación deberán aplicar durante tres años -hasta seis- medidas de austeridad draconianas: disminución del poder de compra de los ciudadanos más pobres como consecuencia de la mayor presión fiscal sobre los servicios y los bienes de consumo de primera necesidad, degradación de las condiciones de acceso a la salud, y a la educación, etc. En estos países, el 50% o más de la población vive ya por debajo del umbral de pobreza absoluta. En el caso de Mozambique y Ruanda, es más del 70%.

La cuadratura del círculo

Las medidas anunciadas en Colonia son una extensión de la iniciativa tomada en 1996 por el BM, el FMI y el G-7, la llamada Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC, por sus siglas en inglés). Las medidas tomadas en el marco de esta Iniciativa, ¿han mejorado la suerte de las poblaciones afectadas? No. El propio Banco Mundial lo reconoce y pide paciencia.

Aunque el nivel de vida de la gente no haya mejorado, ¿se ha producido por lo menos una mejora en la situación económica de estos Estados? ¿Gastan menos por año en el pago de la deuda? No. Todo lo contrario. Los Estados siguen pagando y deben reembolsar más de lo que reciben. En 1997, los países ricos prestaron a los países más pobres 8 mil millones de dólares, y éstos reembolsaron 8.2 miles de millones. Es decir, 200 millones de dólares más. Así, el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo -del grupo BM- y el FMI reciben de los países pobres más de lo que les prestan.

De cara al futuro, el BM acaba de reconocer que, a pesar de las medidas de reducción de deudas previstas, las sumas a reembolsar no van a disminuir y, lo que es peor, algunos países deberán reembolsar más que antes -Mali y Burkina Faso-. El FMI y el BM han sido encargados por el G-7 para vigilar el cumplimiento de las políticas económicas en los países del Sur. Es como pedir a pirómanos que hagan de bomberos. Según el comunicado del G-7, estos planes deberían favorecer una mejora en la atención de la salud y de la educación de la población. ¿Se puede imaginar esta mejora en el estricto marco de la austeridad presupuestaria? Es la cuadratura del círculo. Después de reducir su deuda, Mozambique deberá todavía dedicar más del 40% de su presupuesto al reembolso de la deuda. ¿Cómo mejorar en estas condiciones la salud de su población?

Anulación total: única solución

Según el Banco Mundial, entre 1987 y 1999, el número de personas que a nivel mundial viven por debajo del umbral de la pobreza absoluta -con una renta inferior a un dólar diario-, ha pasado de 1 mil 200 millones a 1 mil 500 millones. Más del 80% de la población mundial vive en el Tercer Mundo y sólo el 12% vive en América del Norte, la Unión Europea y Japón.

En realidad, como lo indica cada año el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), no es el Norte quien acude en ayuda de los países del Sur, sino que son las poblaciones del Sur quienes transfieren a los poseedores de capitales del Norte riquezas considerables, al precio de sufrimientos y sacrificios intolerables. Esta transferencia se realiza a través de dos mecanismos fundamentales: el pago de la deuda y el comercio desigual.

Por este motivo, no hay más solución que anular totalmente las deudas públicas exteriores de los países del Tercer Mundo. Y para que esta anulación no favorezca a los regímenes dictatoriales y corruptos del Sur, haría falta congelar los haberes que éstos poseen en los países ricos y, después de una investigación, re-enviarlos a las poblaciones del Tercer Mundo a través de un fondo de desarrollo gestionado democráticamente en el propio país de origen. De manera complementaria, habría que tomar otras medidas: abandono de los planes de ajuste estructural, establecimiento de un impuesto sobre las transacciones financieras -la tasa Tobin u otra-, desarrollo de acuerdos regionales Sur-Sur... Y para impedir que el mecanismo de endeudamiento se vuelva a poner en marcha tras la anulación de las deudas, habría que ir aún más lejos: iniciar la creación de un nuevo orden económico internacional más humano y más justo.

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