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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 144 | Diciembre 1993

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Honduras

Un voto contra el neoliberalismo

"El programa de ajuste de la economía quedó en buenas intenciones. Se debilitó la producción, las exportaciones decayeron, continuan los desequilibros macroeconómicos. Mi gobierno no mostrará temor ante el FMI. No desconocerá la deuda externa, pero no la seguirá pagando con la vida de los hondureños". (Carlos Roberto Reina).

Mario Posas

Carlos Roberto Reina, 67 años, del opositor Partido Liberal, es el nuevo Presidente de Honduras. Se alzó con un triunfo electoral que ninguna de las encuestas de opinión pública pudo prever con claridad. Los últimos de estos sondeos estimaban que los liberales podrían ganar las elecciones, pero sólo por una diferencia de tres puntos o menos. El Partido Nacional - partido en el gobierno - confiaba en recuperar esa pequeña diferencia que lo separaba de los liberales con su reconocida capacidad de organización y de movilización. Sin embargo, ni la organización ni la movilización del partido de Callejas pudieron evitar el triunfo electoral de los liberales, que les sacaron más de diez puntos de ventaja. ¿Cómo explicarlo?

Voto de castigo

Algunos observadores previeron que el aumento del costo de la vida provocado por las medidas de ajuste estructural ("el paquetazo"), llevadas al extremo por el régimen callejista, decidieran estas elecciones. Fue así. Se hizo realidad el voto de castigo a la política económica neoliberal, al que llamaron a los electores los publicistas y los principales líderes liberales.

Los resultados también pueden explicarse por la furibunda campaña anticomunista en que se embarcaron los dirigentes del Partido Nacional. Mario Rivera Callejas - jefe de campaña del derrotado Ramos Soto - tuvo que reconocer públicamente el fracaso de la campaña anticomunista que tan burda y ardorosamente planteó su partido político.

El objetivo fue distraer la atención de los electores del tema del costo de la vida, pues los sondeos secretos practicados por su agencia publicitaria señalaban que afectaría seriamente las posibilidades electorales de su candidato: eso reconoció también el fracasado publicista. Pero con el "circo" anticomunista no se pudo disimular la falta de pan. Y prevaleció el voto de castigo.

El anticomunismo

La campaña anticomunista del Partido Nacional preocupó al alto mando del Partido Liberal, que recurrió a todo tipo de medios para desmentirla. Entre los últimos argumentos, los liberales llegaron a presentar declaraciones telefónicas hechas por el ex-embajador norteamericano en Honduras, Crescencio Arcos, en las que este conocido anticomunista sostenía que los cuatro candidatos a la Presidencia eran todos de reconocida vocación democrática. Como declaró después y públicamente Rivera Callejas, las palabras de Arcos resultaron un severo golpe a la campaña que estaba patrocinando.

La propaganda anticomunista del Partido Nacional tuvo a la larga un efecto contraproducente. Llevó ciertamente a algunos electores liberales a creerla y a no votar por Reina. Pero la mayoría de los votantes tradicionales del liberalismo la ignoraron.

Por otra parte, la virulencia de esta campaña anticomunista tuvo un gran impacto entre los intelectuales y electores independientes, que la rechazaron con similar virulencia, provocando que visualizaran a Ramos Soto y a su partido político como el enemigo principal, representante de la intolerancia y el fascismo, y que se dispusieran a apoyar sin condiciones a Reina. Derrotar al fascismo oswaldista se convirtió en la consigna electoral de amplios sectores de las capas medias ilustradas del país. Esto les animó no sólo a dar su voto a Reina sino también a poner sus automóviles al servicio de los electores del Partido Liberal que no tenían medios para transportarse a las urnas electorales, lo que resultó determinante a la hora de sumar los votos al liberalismo.

RESULTADOS DE LAS ELECCIONES

El Partido Liberal, que llevaba como candidato presidencial al abogado y doctor en Derecho Internacional Carlos Roberto Reina, de 67 años, se alzó con un triunfo inobjetable. Sobre más del 90% de los votos computados, Reina obtuvo 822,677 votos (51.72%). El Partido Nacional, que llevaba como candidato al abogado conservador, de trayectoria anticomunista, Oswaldo Ramos Soto, de 47 años, obtuvo 660,570 votos (41.52%). El Partido de Innovación y Unidad (PINU) tuvo 44,772 votos (2.81%) y el Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH) consiguió 17,279 votos (1.08%).

El Partido Liberal gobernará durante los próximos cuatro años con una cómoda mayoría en el Congreso Nacional. Tendrá 71 diputados al Congreso Nacional. El Partido Nacional tendrá 55, el PINU 2 y el PDCH ninguno. Serán del Partido Liberal 13 de los 20 diputados hondureños al Parlamento Centroamericano (PARLACEN). Los resultados dan al Partido Liberal el control de 159 de las 191 alcaldías. El Partido Liberal triunfó abrumadoramente en 13 de los 18 departamentos del país. El Partido Nacional triunfó sólo en 5 departamentos, 4 de los cuales se distinguen por ser los de menor desarrollo capitalista y bastiones tradicionales del Partido Nacional (Lempira, Intibuca, Copán y Valle).


Bipartidismo tradicional

La ardorosa campaña anticomunista del Partido Nacional afectó a última hora las posibilidades de que los socialdemócratas del PINU y los socialcristianos del PDCH consiguieran mejores resultados. Las capas medias ilustradas y los electores independientes prefirieron concentrar su voto en Reina que dispersarlo en candidatos de los minoritarios PINU y PDCH. En este contexto resultó significativo, que el llamado hecho por un líder de un partido de izquierda - de reconocida militancia en el movimiento cooperativista y popular - invitando a votar por el candidato del PDCH, no sólo fuera ignorado sino activamente adversado. La campaña anticomunista de los nacionales tuvo así el efecto de potenciar el tradicional carácter bipartidista del sistema político hondureño. Y demostró también que asustar con "el mono" del comunismo tiene cada vez menos efectos en un pueblo que va aprendiendo las lecciones de la historia.

Finalmente, fue también un determinante básico de la derrota del Partido Nacional su decisión de oponerse, a través de un amparo ante la Corte Suprema de Justicia - controlada por magistrados leales -, a que los hondureños que tuvieran cédula pero que no estuvieran inscritos por una u otra razón en el censo electoral, pudieran votar. Muchos electores indecisos concurrieron a las urnas a votar en contra de los nacionales en protesta por esta burda manipulación.

Contra el "paquetazo"

La respetable figura del abogado Carlos Roberto Reina, un intelectual con 50 años de reconocida militancia en el Partido Liberal, jugó a favor del triunfo de su partido. En la fase final de su campaña, Reina se comprometió a hacer un ajuste al ajuste estructural callejista y a luchar con todas sus fuerzas contra la corrupción. Esto agigantó su imagen frente al electorado nacional. La imagen de hombre inescrupuloso, mentiroso y poco serio que tiene Ramos Soto, y que los publicistas de Reina se ocuparon de acentuar, contribuyó también, por contraste, a la victoria de Reina.

Al final, la estrecha asociación de Ramos Soto con el Presidente Callejas le perjudicó. La gran mayoría de los electores votaron en contra del "paquetazo" económico callejista, que ha deteriorado considerablemente la vida de esa gran mayoría. En Honduras se ha dado así la primera seria derrota que experimentan en Centroamérica los políticos neoliberales identificados con los programas de ajuste estructural impuestos por los organismos financieros internacionales.

ELECCIONES LIMPIAS Y FESTIVAS

Las elecciones del 28 de noviembre fueron la quinta elección general consecutiva a la que han acudido los hondureños desde 1980. En los 20 años anteriores, los golpes de estado y las elecciones fraudulentas fueron los mecanismos de acceso al poder estatal que emplearon los militares y los políticos hondureños.

A pesar de haber intentado bloquear el ejercicio del sufragio a algunos adherentes del Partido Liberal, que se distinguen por portar una cédula de identidad perforada en uno de sus extremos -a consecuencia de una decisión interna del partido tomada en los años 80-, las elecciones resultaron limpias y honestas.

Fueron también una verdadera fiesta cívica. Se temió que no fuera así. El ambiente de tensión que se vivió en los días previos presagiaba la revitalización de viejos y seculares odios interpartidarios. Pero el día de las elecciones transcurrió sin incidentes que lamentar.

Apenas una bomba casera arrojada desde un auto de vidrios polarizados al patio de un colegio de San Pedro Sula, habilitado para instalar urnas y un duelo a mano armada, en el que dos olanchanos, un liberal y un nacional, emulando a los pistoleros del Oeste norteamericano, acabaron con sus vidas.


Reales desafíos de Reina

El presidente electo de los hondureños tomará posesión de su cargo el 27 de enero de 1994 para gobernar durante un período de 4 años. Con el poder adquisitivo de sus salarios seriamente deteriorado, la gran mayoría de los hondureños que lo favoreció con su voto confían en que este hombre será capaz de detener el avance del acelerado empobrecimiento que ha experimentado en los últimos cuatro años.

Los consejeros económicos de Reina y él mismo se han comprometido a hacer serios ajustes al programa de ajuste estructural de la economía, iniciado por Callejas en marzo de 1990. Se espera que Hugo Noé Pino -joven economista, Coordinador de la Maestría Centroamericana en Economía y Planificación, que funciona en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y coordinador de los economistas que elaboraron la propuesta económica de los liberales- se convierta en uno de los hombres clave del próximo gabinete económico: Ministro de Economía o Secretario de Planificación Económica.

Quienquiera que sea el que ocupe estas responsabilidades, tendrá que enfrentarse con solvencia a los problemas derivados de la baja de los precios de los principales productos de exportación del país, de los desastres naturales que han ocurrido a lo largo de este año, de las presiones de los organismos financieros internacionales y del anhelo de los ciudadanos, que exigen la estabilización de los precios de los artículos de consumo popular.

El Presidente electo tiene ante sí el enorme desafío de devolver la credibilidad al Partido Liberal hecho gobierno. Se trata básicamente de recuperar el prestigio de entidad política reformista que el Partido Liberal perdió durante el régimen de Roberto Suazo Córdova (1982-1986), período en el que los liberales pactaron con las fuerzas más conservadoras del ejército y de la sociedad civil y permitieron que Honduras se convirtiera en base para la acción contrarrevolucionaria norteamericana en la región.

Para recuperar el prestigio político perdido, el Partido Liberal deberá potenciar las organizaciones de la sociedad civil, seriamente debilitadas por el régimen neoliberal de Callejas, y embarcarse en un serio programa de concertación con la sociedad civil en su conjunto. El régimen de Reina deberá hacerse eco de las demandas de las organizaciones campesinas, que han desafiado al régimen callejista oponiéndose a la ley de modernización agrícola, que ha contribuido a acelerar el proceso de concentración de la tierra y que ha asestado un severo golpe a los sectores sociales que viven de la agricultura.

UN ALTO ABSTENCIONISMO

En las elecciones hubo un alto nivel de abstencionismo. Un 35% de los electores hondureños no acudió a las urnas. En las anteriores elecciones (1989) hubo un 24% de abstención electoral. En 1985 fue del 16%, en 1981 del 17% y en 1980 del 18.2%. El abstencionismo viene creciendo. ¿Cómo explicar el alto nivel que alcanzó en esta oportunidad?

Pueden identificarse tres causas.
1) El traslado malicioso que el Partido Nacional hizo de electores rivales para que tuvieran que desplazarse a votar a comunidades distantes de su lugar de residencia.
2) La demora calculada en la entrega de tarjetas de identidad a muchos electores por parte del Registro Nacional de las Personas, una institución en la que el Partido Nacional tiene gran influencia.
3) El desinterés de muchos electores en ejercer el sufragio ante la falta de propuestas serias de los partidos en sus campañas o ante la falta de identificación de los electores con el candidato de su partido, lo que parece haber afectado fundamentalmente al Partido Nacional y a Ramos Soto.


Primeros compromisos

En su primer discurso, al reconocer su triunfo, Reina reiteró su decisión de librar una lucha a fondo contra la corrupción, repitiendo una y otra vez su lema de llevar a cabo "una revolución moral". Para librar esta lucha y ganarla, Reina deberá potenciar el Ministerio Público, cuya aprobación constitucional se mantenía todavía pendiente. También se comprometió el nuevo Presidente a transferir al poder civil los cuerpos policiales que todavía permanecen bajo el control del ejército.

Se comprometió a concertar con los militares la reducción del presupuesto de las fuerzas armadas, para dedicar una parte del mismo a gastos prioritarios en materia social. Reiteró su decisión de eliminar la controversial partida confidencial del Presidente de la República, que ha permitido a algunos titulares del Ejecutivo enriquecerse o utilizarla para comprar líderes de organizaciones populares o para favorecer a los miembros de su familia, a sus amigos o a la clientela partidaria. Son muchos los compromisos. Son difíciles. El camino y las preguntas quedan abiertas. ¿Las fuerzas que se han opuesto siempre a estas reformas, porque afectan sus intereses y privilegios, las aceptarán de buen grado? ¿De qué forma se opondrán a ellas? En 1994, Honduras podría empezar a vivir situaciones nuevas.

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