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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 143 | Noviembre 1993

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Nicaragua

León: imaginación y producción paralizadas

Desde hace 40 años León vivía para el algodón. Pero el algodón ya no tiene salida. No es rentable su producción. No atrae inversión. No es competitiva su exportación. Con la muerte del algodón, León agoniza.

Moisés González

En la última semana de octubre, 120 desempleados de León marcharon a pie hasta Managua. "¡Queremos empleo!", "Nuestros hijos se mueren de hambre", repetían en nombre de otros miles. El gobierno no los recibió. León agoniza. Al colapsar la producción algodonera prácticamente ha colapsado la economía del departamento. Son cerca de 31 mil los desempleados, sin alternativa a corto plazo.

La agonía de León es una enfermedad para toda la nación: en los mejores años, el algodón llegó a generar el 35% del PIB nacional. Y más grave que la agonía económica es la ecológica. Con la mota blanca han desaparecido los mejores recursos naturales de la zona. El desastre ecológico causado por el monocultivo del algodón rompió el equilibrio de la naturaleza: acabó prácticamente con los bosques, envenenó la tierra y los ríos, y arruinó el control natural de la plagas. Las consecuencias para el futuro son aún incalculables, pero evidentes. Basta abrir los ojos, basta respirar.

Sin visión y sin previsión

El algodón generaba 20 mil empleos entre temporales y permanentes en todo el departamento. La crisis algodonera trajo el cierre de las empresas o su privatización y el recorte del financiamiento para la producción algodonera. Pero no se decidió un reemplazo paulatino de este cultivo por otros ni la readecuación de la infraestructura ya existente. No se diseñaron alternativas de sobrevivencia para productores y trabajadores en el corto plazo ni de crecimiento económico para Nicaragua en el largo plazo. No se crearon otras fuentes de empleo para una población mayoritariamente dependiente del monocultivo en Telica, Quezalguaque, La Paz Centro, Nagarote y Malpaisillo.

Pequeños y medianos productores se han visto sin créditos rurales y sin planes de contingencia ante las sucesivas sequías. Esto ha llevado a una situación de desesperada indigencia a 12 mil familias de los municipios de Achuapa, El Sauce, Santa Rosa del Peñón, El Jicaral y parte de Malpaisillo. Abundando en las desgracias, se cerró la mina Santa Pancha y el proyecto minero soviético-nicaragüense de El Jicaral. Más: prácticamente ha desaparecido toda actividad en Puerto Sandino. 10 mil son los desempleados en el casco urbano del municipio de León, víctimas del cierre de las agroindustrias, retirados del EPS o acogidos engañosamente al tan publicitado plan de conversión ocupacional.

Para las autoridades locales la situación es agobiante. La agrava la insensibilidad e insensatez que ha mostrado el gobierno central para responder al grave problema de León. Los escasos recursos con que cuenta el departamento, las pocas empresas existentes y una población sin dinero para pagar los impuestos, limitan las soluciones municipales para enfrentar el desempleo. Hasta ahora no han pasado de la fórmula transitoria y "limosnera" de trabajo-por- comida para algunos que limpian calles o reparan caminos.

El prolongado arraigo de la actividad algodonera monocultivista de carácter dependiente, en lo tecnológico y en lo ideológico, muestra hoy toda su fatalidad. No es sólo la parálisis de la producción. Más grave aún es la de la imaginación, el haber reducido la mentalidad del productor a la dependencia de un solo producto, que en sí mismo no le garantizaba su alimentación básica. Esta miopía histórica explica los niveles de extrema pobreza a los que está siendo empujada la mayor parte de la población leonesa.

Menos trabajo y menos impuestos

En las calles de León pululan, como en cualquier ciudad del país, los vendedores de raspadita, agua helada, peines, espejos o cigarros. Muchos de ellos son contadores, mecánicos, secretarias, constructores y hasta algunos médicos. Todos buscan sobrevivir, no encuentran un empleo para vivir.

Son muchos los habitantes de León que no pagan los impuestos municipales y el déficit de la alcaldía es ya muy elevado. Sin los ingresos de los impuestos es imposible poner en marcha algunos de los proyectos que necesita el municipio y que darían empleo, dice el concejal de la alcaldía de León, Federico Palacios. "La respuesta que puede dar la alcaldía es insignificante".

Julio Romero, del Comité de Desempleados de León, nos cuenta que la población sin empleo está exigiendo a las autoridades locales una prórroga en el pago de los impuestos por servicios y por bienes inmuebles, mientras el gobierno central no garantice la generación de empleos en el departamento. "No nos negamos a pagar, pero mientras no tengamos empleo no podemos. Es una responsabilidad constitucional del gobierno el garantizarnos empleo", dice.

El mismo FISE ha recortado el aporte a León considerando que hay zonas en peores condiciones y que requieren de atención inmediata. El proyecto de mayor envergadura que piensa realizar la alcaldía en 1994 es el adoquinamiento y construcción de andenes en algunos barrios. Con una inversión de 1.5 millones de dólares, generará 600 empleos temporales. No es más que un paliativo, pero cuando no hay nada, algo es mucho.

La municipalidad tiene también planeado iniciar el saneamiento del Río Chiquito, con una inversión de 10 ó 12 millones de córdobas y construir 200 viviendas. Los dos proyectos generarían 2 mil empleos temporales.

Viviendo de la caridad internacional

Si la municipalidad ha sobrevivido, si puede afrontar estos proyectos, es por el hermanamiento de León con seis ciudades europeas: Hamburgo (Alemania), Oxford (Gran Bretaña), Lund (Suecia), Salzburgo (Austria), Alicante (España) y Utrecht (Holanda). Como sucede en la economía nacional, es la ayuda externa la única fuente de ingresos. Sólo la caridad internacional garantiza la sobrevivencia mínima.

Resulta sintomático que en los cabildos municipales no participen nunca los representantes de instituciones gubernamentales del nivel central como INAA o INE (agua, energía). Es una muestra más de la incapacidad del gobierno central para buscar salidas viables de común acuerdo con los afectados. La alcaldía, con alcalde sandinista, se ha convertido en el único espacio en donde son escuchadas las demandas populares, pero la alcaldía oye preguntas a las que no puede dar respuesta por la carencia de recursos.

El hambre, la violencia, el aumento de la prostitución en un 80%, la mendicidad infantil, son expresiones del deterioro de las condiciones de vida a causa del desempleo. La ola de suicidios empieza a ser alarmante. Muchos de los que se quitan la vida son desempleados, llevados por la falta de esperanza a esa decisión límite.

La migración del campo a la ciudad, en busca de algún "pegue", ha dado lugar al surgimiento de 50 asentamientos espontáneos en la periferia del casco urbano de León, sin que haya capacidad de dar a esas familias atención básica en agua potable o letrinas. La mayoría de los que llegan vienen de zonas remotas de Matagalpa, Estelí y Chinandega, con la esperanza de que en León se les puedan garantizar los servicios básicos que vieron desaparecer en sus lugares de origen. También hay un considerable grupo de inmigrantes de Managua. Su ilusión: hay mayores posibilidades de conseguir un lote en León que en la capital. El descontrol migratorio y la ocupación de propiedades privadas para levantar los asentamientos ha traído nuevos problemas. La municipalidad dialoga con los propietarios de los terrenos ocupados para encontrar una salida, pero calculan que la solución de estos conflictos supondría a la alcaldía unos 40 mil dólares en gastos. Y las arcas están vacías.



Educación: menos maestros, más deserción

Dionisio Mora, Secretario General de ANDEN en el departamento de León, nos explica cómo el desempleo también ha golpeado a los maestros. En 1990 trabajaban en el departamento 3,150 educadores. Hoy son 2,478. Más de 400 quedaron sin trabajo, un 13% del total. ¿Razones? El espejismo del plan de conversión ocupacional, los chantajes administrativos, la represión sindical, el reordenamiento administrativo en las oficinas del Ministerio de Educación departamental y la privatización de algunos centros de educación.

Evadiendo sus responsabilidades sociales, el gobierno ha presentado el mecanismo de la privatización como un proceso de autonomía administrativa. Con esta fórmula suspendió la subvención estatal a varios centros de estudio, quedando fuera del apoyo ministerial unos 200 maestros. En 1993 fueron tres los centros que pasaron a "gozar" de autonomía administrativa: el Instituto Nacional de Occidente, el Instituto Fernando Salazar de Nagarote y el Instituto Socorro Santana de Telica. La autonomía administrativa implica el cobro de la educación, para garantizar los salarios de los maestros y la existencia misma del centro.

El Ministerio de Educación no ha cumplido tampoco con la ley de carrera docente, al no garantizar una plaza a los que egresan de la Escuela Normal. En 1993 el departamento de León contabilizaba a 60 egresados de la Normal en el desempleo. A este grupo habría que sumar a los desempleados de los años anteriores y a aquellos que al terminar su servicio social en otros departamentos han quedado sin empleo y viven en León. En 1993 el Ministerio de Educación otorgó solamente 25 plazas de las 75 ofrecidas al departamento.

Los maestros buscan cómo sobrevivir. En León proliferan los pre-escolares privados fundados por educadores sin empleo. Otros han recurrido a pre-escolares comunales, en los que piden una colaboración mínima a las familias. Se consideran como subempleados. También abrieron sus puertas en León dos centros privados, el Instituto San Francisco de Asís y el Instituto Bilingüe Metropolitano.

La inestabilidad en la educación tiene graves repercusiones entre la población más pobre. Al suspender las subvenciones a los centros de estudio, el Ministerio de Educación obliga al pago mensual de los servicios de agua y luz, al que deben colaborar los alumnos. Muchos estudiantes dejan la escuela. No tienen dinero para pagar porque sus padres están en el desempleo. En otros casos, al compactarse varias escuelas, muchos niños abandonan el estudio porque les queda demasiado lejos y no tienen para el transporte diario. El desempleo y la deserción escolar crean un círculo vicioso que crece cada día y que lleva al gobierno a justificar más privatizaciones.

El mito del algodón

La falta de crédito para los productores y el fin de algodón han conducido a una irreversible agonía económica. Para los obreros agrícolas, el mundo se reducía a la empresa o a la hacienda algodonera. Su vinculación con la tierra no rebasaba esos límites. Incluso, en su propia parcela cultivaban algodón y no alimentos. La parcela para el autoconsumo prácticamente no existía entre los obreros agrícolas del algodón, lo que provocaba ya una situación precaria para la economía familiar.

Todo indica que la actual parálisis -objetiva y también subjetiva- que padecen muchos de los desempleados del campo que fueron obreros agrícolas del algodón se debe a que no superan una mentalidad monocultivista que les hizo pensar que sólo una gran extensión sembrada de la mota blanca les garantizaba hacer frente a cualquier crisis.

Al quebrarse este mito del monocultivo y retornar a sus pequeñas parcelas, los desempleados parecen no tener respuestas creativas a su situación. Enrique Lanzas, miembro de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) en León, señala: "En la finca de la empresa nos daban la comida, la casa, teníamos todo. Sólo nos preocupábamos por sacar la tarea y buscar el pago a la catorcena. Por eso no le dábamos importancia a la propiedad ni a la conservación del medio ambiente ni a la mejora de la producción, como los campesinos de otras regiones del país. Esta situación de ahora ha dejado a la gente de las comunidades sin creatividad y sin iniciativa para enfrentar el desempleo". No parece haber disposición para introducir nuevos cultivos que sustituyan al algodón y garanticen la sobrevivencia a la población del campo.

Más carga para las mujeres

En este clima de pasividad en el que se hunden muchos desempleados, le ha tocado a la mujer, asumir toda la responsabilidad de que la familia sobreviva. Se observa un incremento de la subordinación y sobrexplotación de la mujer al argumentar el varón: "No hay trabajo para mí". Pero para ellas lo sigue habiendo y hasta se ha aumentado. Muchas mujeres tienen que levantarse a las cuatro de la madrugada, salir a las fincas vecinas en donde hay cierta producción lechera y salir a la ciudad a vender la leche para regresar a casa a las once de la mañana y comenzar a hacer los oficios domésticos, mientras el varón pasa el día en casa lamentándose de su desgracia. Se rompe así la solidaridad de la pareja, en momentos en que es aún más vital.

El mayor reto que enfrentan los hombres y las mujeres del campo es superar el modelo de producción monocultivista en el que nacieron, el único que conocen. Cualquier producción alternativa tiene que pasar por la ruptura de ese modelo. No les ayudará mucho sembrar maíz, soya o ajonjolí si lo hacen desde una perspectiva de monocultivo, porque no tendrán capacidad para enfrentar la crisis cuando el producto pierda demanda en el mercado. Si es cierto que las medidas gubernamentales provocaron un masivo desempleo entre los obreros del campo, también es cierto que ellos se encontraron doblemente inválidos al no conocer otro modo de hacer producir la tierra.

Los que aguantan menos

Empobrecida y confusa, la población campesina del departamento está también siendo diezmada por las enfermedades venéreas y por la desnutrición, especialmente las mujeres y los niños. Antonio Urrutia, desempleado de la comunidad El Porvenir (Quezalguaque) comenta: "En tres años no sé lo que es tener un empleo fijo, un salario para comer con la familia. Se nos prometió trabajo y era mentira. No sabemos cómo es que estamos vivos si casi no comemos. Y nos late que el gobierno no nos va a dar solución en el campo".

Mujeres y niños, los más vulnerables en esta crisis, son los que menos atención reciben de parte de las instancias gubernamentales. María Carrillo, ex-cortadora de algodón y vecina de la comunidad Ceiba Chachagua dice: "Lo que más duele es ver cómo nuestros niños se van poniendo flaquitos, desnutridos y no podemos remediarlo. Ahora con cualquier cosita nos enfermamos. Casi todos los niños de la comunidad están agarrando una enfermedad de los riñones que antes sólo atacaba a los viejos. Ya hemos tenido que cerrar el pre-escolar porque los niños casi no comen y ellos son los que aguantan menos". El vaso de leche que se da en las escuelas es el único alimento que reciben durante el día la mayoría de los niños del campo leonés y muchas madres envían a sus hijos a la escuela sólo por garantizarles al menos eso.

El cuerpo de estos obreros agrícolas no sólo carga con los males que trae el desempleo. Están también los venenos que el irracional cultivo del algodón dejó en su sangre y sus células. Entre las mujeres abundan las enfermedades del aparato reproductor a causa de la contaminación provocada por los agroquímicos. Son casi 700 los casos de cáncer uterino sólo en el primer semestre de 1993, existe un alto grado de contaminación por DDT en la leche materna, y se multiplican los casos de abortos prematuros y de esterilidad.

En un intento por enfrentar la escasez de alimentos se han impulsado los huertos familiares, para aprovechar al máximo la tierra con que se cuenta y sembrar hortalizas. Se trata de comer más y mejor y también se trata de capacitar a la gente para que rompa con la dependencia del algodón en que vivió toda su vida. Este proceso educativo es un reto y puede conducir a los ex-obreros agrícolas a un nuevo tipo de relación con la tierra. Porque aún existen entre ellos ilusiones y hay que erradicar de su corazón la falsa esperanza de que la producción de algodón volverá a ser lo que era antes, la principal fuente de riqueza y empleos. Se abre un largo y arduo proceso de toma de conciencia sobre la nueva realidad productiva del país y sobre la necesidad de abrirse a cultivos alternativos viables.

Nacen nuevas organizaciones

Para enfrentar la crisis generada por el desempleo masivo en el departamento de León han surgido tres nuevas organizaciones: el Comité Salvemos León, el Comité de Desempleados y los Comités Comarcales. El Comité Salvemos León reúne a diversos sectores del departamento interesados en la superación de la crisis: productores, autoridades municipales, el movimiento comunal y la pequeña y mediana industria. El Comité de Desempleados se fundó en julio de 1993 tratando de organizar a los distintos grupos de desempleados del campo y la ciudad. Se consideró una necesidad aunar esfuerzos para presentarse con mayor fuerza ante el gobierno y para buscar alternativas comunes y responder a la urgencia de la falta de empleo y de alimentación. En el campo, los Comités Comarcales intentan encontrar alternativas de solución desde las necesidades específicas de cada comarca.

Cada Comité Comarcal está pensado como una alternativa integral. La participación directa de los pobladores debe crear condiciones socio-productivas que garanticen el autosostenimiento y la autogestión. En los Comités se integran campesinos, desempleados, mujeres y trabajadores del Area Propiedad de los Trabajadores. La perspectiva es comunitaria y se busca fortalecer la solidaridad. Todo este esfuerzo organizativo está encabezado por la ATC del departamento de León.



Promesas que el viento neoliberal se lleva

El Comité Salvemos León ha sostenido diversas reuniones con representantes del gobierno central . En ellas se les hicieron promesas a los leoneses. No se han cumplido. La última de estas reuniones fue en agosto/93 y lo prometido por el gobierno resultó alentador. Para responder a la producción de postrera de ajonjolí, maíz y sorgo, el gobierno se comprometió a flexibilizar las políticas crediticias, haciendo así posible el incremento del área de siembra y el número de productores sujetos de crédito. Para garantizar ese crédito, el gobierno ofreció redistribuir el financiamiento no utilizado para el algodón. Pero nada se cumplió y la siembra de postrera está perdida.

Asumió también el gobierno el compromiso de financiar a ENABAS y a las plantas acopiadoras del departamento, el de dar una prórroga a la pequeña y mediana industria en sus pagos y el de destinar parte o todo el bono tecnológico al financiamiento agrícola. Nada se ha cumplido.

Por su parte, el Fondo Nicaragüense de Inversiones (FNI) habló de fondos para la pequeña empresa por un monto de 20 millones de córdobas, de otros 6 millones para la pesca artesanal y de 17 para el turismo. Expresó también la disposición para financiar 30 manzanas para la siembra de frijol negro y créditos para la ganadería por 20 millones de córdobas. Todas estas promesas tampoco se han concretado. La solicitud del Comité Salvemos León y del Comité Pro-Defensa y Desarrollo de Occidente - más amplio pues abarca Chinandega - de reunirse con todo el gabinete social y el gabinete económico nunca ha sido tomada en cuenta.

La propuesta agroecológica

El monocultivo del algodón significó que "el hacha criminal" mutilara extensos bosques que eran refugio para muchos animales silvestres. Significó también la para muchos animales silvestres. Significó también la casi total desaparición de los recursos combustibles y la erosión de los suelos, con la pérdida de toneladas de tierra fértil que ha ido a parar a los manglares costeros, convirtiéndolos en amplios depósitos de veneno.

La dependencia tecnológica e ideológica que dominó a esta región redujo la mentalidad productiva al tractor y al agroquímico. La Universidad de León, a través del Departamento de Control Integrado de Plagas (CIP), ha propuesto la búsqueda de una alternativa que recupere hasta donde sea posible el equilibrio ecológico de la zona y garantice la sobrevivencia de los pobladores mediante el cultivo de alimentos básicos para la dieta humana.

El biólogo Tito Antón y el agrónomo José Ernesto Escobar, responsable del Programa de Investigación del CIP, plantean lo que intenta esta propuesta agroecológica: "Obtener la mayor cantidad de alimentos a partir de los recursos naturales disponibles sin tener que extinguirlos". Buscan la diversificación y la rotación de los cultivos y la implementación de cultivos en relevo. Todo esto implica un nuevo manejo del suelo mediante la fertilización con abonos verdes.

La diversificación de la producción, contraria a la tradición del monocultivo, permitirá alcanzar una mayor estabilidad ecológica, al poder desarrollarse un mejor control biológico de las plagas. Las ventajas para la comercialización de los productos es evidente: con una variedad de productos se puede hacer frente a la variación de los precios y se garantiza la sobrevivencia en el caso de que uno de los productos sea afectado o por las plagas o por el clima.

La recuperación del equilibrio ecológico permitirá un aumento en la productividad, la disminución del uso de los químicos y el fin del sobre-laboreo de la tierra. Conservará especies vegetales y animales. Y especialmente, beneficiará a la especie humana, hoy mayoritariamente en la miseria.

No basta simplemente con reforestar para hablar de superación del desequilibrio ecológico. Es necesario preocuparse también por el jardín de hortalizas diversificado, por los árboles frutales, por el abono orgánico, por el pequeño bosque para la leña. Se trata de una propuesta que ha comenzado a implementarse en varias comarcas de León y Chinandega. Basta con una propiedad de media a 2 manzanas para realizar en ella este modelo agroecológico.

La nueva metodología necesita de la integración de todos los que se encuentran vinculados a la tierra, siendo prioritaria la integración de las mujeres, de los niños y de los jóvenes cuyos padres están intentando la aplicación de esta propuesta en sus parcelas. Esto es de gran importancia porque los más jóvenes no están influenciados por la mentalidad monocultivista y hay mayores posibilidades de que hagan suya la perspectiva ecológica en la producción.



¿Y el estallido social?

Si en León no han surgido movimientos armados como los del Norte no es porque el gobierno inspire a los leoneses credibilidad o confianza. Ni porque falten razones a la población para alzarse en armas. Sencillamente, la geografía del departamento no se los permite. El esfuerzo por organizar a los desempleados sin que rompan el marco de la protesta y los reclamos cívicos ha sido también un freno poderoso a los fusiles. Los diversos comités creados en el departamento son la expresión de la madurez de los pobres, que buscan caminos de solución a la crisis y no quieren la confrontación violenta con el gobierno.

En estos difíciles tiempos, en los que todas las organizaciones pasan por dificultades de movilización y afiliación, considerándolas el pueblo sospechosas e infuncionales, en León han nacido y crecido y se mantiene vivo el esfuerzo por fortalecerlas. En ellas recuperan pobladores de comarcas y barrios su capacidad de protesta y de propuesta.

Si este tipo de expresiones organizadas cívicamente no son apoyadas y no reciben respuestas satisfactorias, tal vez se llegue al límite de la tolerancia. Como nos decía, firme y dolido, un dirigente de los desempleados: "Si aquí no se ha dado un estallido social, si no se han saqueado los supermercados, no es porque la gente no tenga motivos para hacerlo, sino porque no ha querido, porque sigue esperando respuesta del gobierno. El día que estalle esto, que puede ser mañana, o la próxima semana, o en la época más dura del verano, nadie va a poder frenarlo. Porque ninguna organización está en capacidad de convencer a un pueblo muerto de hambre. Entonces será muy tarde para el gobierno y lo va a lamentar".

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