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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 137 | Mayo 1993

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Nicaragua

¿Qué hacer? Programa "Finquero": una alternativa

96 millones y medio de dólares es el costo calculado de este programa de reactivación económica, rescate ecológico y fomento de la empresa privada. Para los "finqueros". Un millón de nicaragüenses serían los beneficiados.

Equipo Nitlápan-Envío

El crecimiento de la economía nicaragüense depende de la reactivación de la producción agropecuaria. En gran medida, depende también del aumento de la producción exportable.

Los cambios en el sistema económico mundial han avanzado más rápido que la reestructuración de la economía nacional. Nuestro aparato productivo agropecuario se ha adaptado muy lentamente a las nuevas oportunidades del mercado mundial y los programas de ajuste se han concentrado en la estabilización de la moneda y no en la reactivación económica.

Desde hace 30 años el aparato productivo agropecuario de Nicaragua no ha logrado incorporar cambios significativos en las especies producidas ni en las prácticas técnicas. Tenemos un gran atraso y se ha comenzado ya a tocar fondo en la crisis del medio ambiente, en la masiva mano de obra desempleada, empobrecida y excluida del mercado y en la viabilidad de nuestros déficits comerciales.

Finqueros: empresarios privados marginados

En el nuevo contexto del ajuste económico, han sido pocos los logros de la iniciativa privada nicaragüense. Este fracaso se explica por el difícil contexto económico, por la profundidad del atraso de la economía nacional frente al mercado mundial y por la persistencia de la inestabilidad política.

Otra realidad que agrava la situación son las muy desiguales oportunidades que se han dado a los diferentes sectores de la empresa privada nicaragüense para que participen en la reorganización económica. Las energías potenciales de toda la empresa privada nicaragüense no han sido suficientemente liberadas.

En comparación con el sector de lo que se llama hoy "agrobusiness" (empresarios agrícolas urbanizados y sociedades anónimas agrícolas), un sector mayoritario de los medianos empresarios rurales - conocido como los "finqueros" - han sido marginados. Manejan poca o ninguna información sobre nuevas tecnologías y sobre las oportunidades del mercado. Tienen menos presencia en las estructuras de poder nacional. Y sus posibilidades de desplazar sus capitales a otras actividades que no sean las rurales son muy limitadas.

Sin embargo, el potencial productivo, la racionalidad técnica y económica y las características sociales de estos finqueros los convierten en sujetos cruciales para el crecimiento económico, la conservación del medio ambiente y la institucionalización democrática de Nicaragua.

CUÁNTOS SON

De las manos y el trabajo de los "finqueros" -mayoría de los medianos empresarios rurales- sale el 70% de la producción agropecuaria de Nicaragua. Son 42 mil familias propietarias de fincas. Su actividad económica involucra directamente a otras 120 mil familias rurales como asalariados, comerciantes, transportistas y trabajadores de industrias rurales. Reactivar a los finqueros significa reactivar a 1 millón 70 mil personas, al 25% de la población total de Nicaragua.La evolución de las fincas de estos finqueros es también clave desde el punto de vista ecológico. Porque aunque los finqueros están dispersos en todo el país, poseen 30 mil fincas en zonas en donde la frontera agrícola avanza sobre el bosque tropical húmedo y amenaza destruirlo.

Personajes claves para la democracia

El potencial productivo de los finqueros está bloqueado hoy por las desfavorables políticas de estabilización, por la baja de precios de sus productos y porque las estructuras institucionales son inadecuadas para organizar la modernización de sus sistemas de producción.

Aunque estos finqueros tienen un gran peso cuantitativo en la empresa privada, apenas tienen peso en las decisiones nacionales para orientar el desarrollo. Y esto es más grave porque en las zonas rurales los finqueros tienen no sólo funciones económicas. Son los líderes socio-culturales. Y esto los convierte en figuras decisivas para insertar a sus zonas en la naciente democratización.

A este sector de la empresa privada nicaragüense que son los finqueros pertenecen fincas familiares, donde los finqueros son "patrones" que establecen relaciones personales con sus trabajadores. Se caracterizan también los finqueros por tener recursos de producción agropecuaria en cantidades que les permiten niveles de vida aceptables. Esto los diferencia de los "pobres rurales".

También se diferencian del empresario agrícola urbanizado. Porque viven en sus fincas. Porque tienen una cultura rural, con estilos de consumo mas austeros y nacionales. Y porque participan directamente en la producción rural. Generalmente, gestionan sus fincas con racionalidades técnicas y económicas que valoran adecuadamente los recursos del país.

Pero su proyección y participación social no pasa de las fronteras de muy pequeños territorios (municipios o comarcas), donde no se han institucionalizado instancias de concertación y de diálogo entre el Estado y la empresa privada.

Esto bloquea la incorporación efectiva de las familias finqueras a las prácticas democráticas. Por esto, la promoción de innovaciones institucionales tendientes a la participación eficaz de los finqueros en el desarrollo se convierte en un medio privilegiado para profundizar la democracia, para garantizar la estabilidad política y para la liberación del potencial económico de la empresa privada nicaragüense.

Vacas gordas y vacas flacas

Un amplio sector de finqueros se benefició durante los años 60 y 70 de una coyuntura económica favorable para la producción de café y de ganado. Fueron tiempos de expansión acelerada de la frontera agrícola con el apoyo de inversiones públicas. Además, hubo en estos años un programa de crédito rural de la banca estatal que llegó a incluir hasta a 23 mil clientes.

Las políticas de desarrollo del sandinismo privilegiaron la producción estatal y dieron mucha legitimidad a los colectivos de producción agrícola, creados a partir del proceso de distribución de tierras de la reforma agraria. Los finqueros fueron marginados, como sujetos sociales y económicos, en las políticas sandinistas. Por esto, participaron como líderes del movimiento campesino antisandinista y muchos de ellos fueron dirigentes de "la contra". Los territorios donde estaban sus fincas fueron el escenario de los más duros combates y fueron sus tierras y sus familias quienes soportaron la mayor destrucción social y material de la guerra.

De mal en peor

Durante la década de los 70 los finqueros habían iniciado un acelerado proceso de organización de empresas cooperativas de servicios agrícolas en zonas de importancia en la producción de algodón, café y ganado. La clave de aquellas cooperativas fue adaptarse al potencial local y ofrecer servicios agrícolas que cada finquero no podía costear individualmente. Esta importante experiencia se fue perdiendo con el sandinismo. La mayoría de aquellas cooperativas de servicio agrícola local fueron afectadas por la nacionalización del comercio, por la centralización de los créditos y porque el gobierno sandinista aisló este tipo de organizaciones locales autónomas.

El cambio de gobierno no mejoró las cosas. Desde 1989 aumentaron calamidades que el ajuste estructural del nuevo gobierno acentuó. Más restricciones en los créditos. El hundimiento de los precios de sus productos. La desactivación de gran parte de la infraestructura en las zonas afectadas por la guerra. Y la desarticulación de los circuitos comerciales-financieros públicos, con una débil reconstitución de los circuitos privados.

Una difícil transición

El sector de los finqueros se fue incrementando potencialmente con la redistribución de tierras realizada en los años 80. La asignación de tierras hecha por el sandinismo en forma de propiedades colectivas y organizada con métodos que dieron poco lugar a la autonomía de los beneficiados para decidir cómo explotar esas tierras, entró en crisis y dio paso a un lento y oculto proceso de parcelación, que se desarrolló hasta 1990 y que se aceleró abiertamente desde el cambio de gobierno.

Pero las prácticas de un beneficiario no son iguales a las de un finquero. El que recién ha recibido tierras tiene prácticas agrícolas extensivas y de poco riesgo a causa de la inseguridad. El finquero apuesta al largo plazo. La transición de beneficiario a finquero depende de que el nuevo propietario alcance seguridad con una escritura de propiedad privada y recursos materiales básicos para instalarse en su finca. Hoy, unas 30 mil familias están en el difícil proceso de consolidar su transición de beneficiarios a finqueros.

Protagonistas del cambio

Durante los últimos 40-50 años, las familias de finqueros tuvieron un importante dinamismo y crecimiento económico, basado en la explotación de tierras del bosque tropical húmedo con la producción de granos, café y ganadería extensiva principalmente. Pero este sistema productivo ya no es sostenible. Por la crisis de rentabilidad de estos productos y por los daños que causa al medio ambiente.

Las nuevas y potenciales líneas de producción agropecuaria exportables, y en las que más podrían aportar los finqueros, están ligadas a la suma de la producción y de la organización de muchos territorios pequeños, a diferencia lo que sucede con de las producciones exportables tradicionales; café, caña, algodón y carne. Esta realidad y la eficaz gestión que logran los finqueros en escalas territoriales locales los hace potenciales protagonistas de las innovaciones agrícolas que Nicaragua necesita.

Presentamos a continuación 7 proyectos estrechamente relacionados entre sí que podrían reactivar la economía nacional reactivando al sector de los finqueros.

1.- NUEVOS PRODUCTOS

Frenar el avance de la frontera agrícola sobre las reservas estratégicas del bosque tropical húmedo depende en gran medida de la creación de oportunidades para líneas de producción agropecuaria más intensivas que la ganadería extensiva practicada en los últimos 50 años.

30 mil explotaciones de finqueros tienen un gran potencial en fuerza de trabajo y en experiencia productiva para incorporar producciones vegetales comerciales en las tierras de baja altura. Ya lo hicieron con éxito con la producción cafetalera en las tierras de frontera agrícola situadas a 400 metros sobre el nivel del mar.

Los finqueros producen ya especies vegetales destinadas al mercado interno que tienen muy buenas oportunidades en el mercado mundial. Lo que falta son esfuerzos institucionales que investiguen las salidas que tendrían estos productos en los mercados latinoamericanos, en el TLC (México-USA-Canadá) y en Europa. Esfuerzos que busquen posibilidades de inversiones entre grupos de finqueros y empresas comerciales-productoras de esos nuevos productos.

Hay que identificar oportunidades en los mercados externos para las líneas de producción con potencial de realizarse en los sistemas de producción de los finqueros y diseñar estrategias globales y por línea de producción: tecnología, políticas fiscales y financieras, inversiones públicas, asociación comercial con capital extranjero, etc. Se calcula que un equipo de 15 expertos nacionales tiene capacidad para esta investigación, que abriría una salida de reactivación económica y de rescate ecológico. (En su primer año, el costo del proyecto está calculado en 2 millones, 200 mil dólares).

2.- MEJOR INFRAESTRUCTURA

Los territorios en que predomina la producción finquera coinciden con los más afectados por la destrucción de la guerra. Las fincas de esas zonas están en un proceso muy lento de reactivación de sus sistemas de producción tradicional de café, ganado o cacao. Hay que reactivar las redes de caminos principales de las regiones del interior del país y no construir nuevos caminos que incentiven la extensión de la frontera agrícola. Por su parte, los nuevos productos requieren de una infraestructura especializada: almacenamiento-conservación, transporte, etc.

Este proyecto busca también mantener a los finqueros en sus fincas y crear las condiciones materiales que alienten a las 20 mil familias de nuevos finqueros a vivir en las tierras con que han sido beneficiados. Ayudará a esto organizar bancos de materiales de construcción a nivel municipal. Y construir infraestructura social básica (agua, luz, escuelas, centros de salud, tiendas populares) en los lugares de concentración de familias que se trasladan a residir en sus fincas. (Costo calculado para el primer año del proyecto: 40 millones, 600 mil dólares).

3.- BANCOS LOCALES

Desde 1989 los finqueros sufren una cada vez mayor restricción en los créditos. La descapitalización de sus economías familiares, cada vez más frágiles, o una muy lenta reactivación, es lo mas frecuente.

Los nuevos bancos privados que operan desde Managua no están financiando la producción agropecuaria de los finqueros y los programas públicos de crédito rural se han reducido en un 75%.

Por una parte, hace falta aumentar el crédito a los finqueros. Y por otra, hay que organizar bancos locales que den servicios financieros (ahorro, créditos y otros servicios agrícolas) a las empresas finqueras, con lo que se estaría creando una importante innovación económica. Ya hay experiencias nacionales de estos bancos campesinos locales y podrían multiplicarse. (El costo del primer año de un programa así está calculado en 43 millones 600 mil dólares).

4.- ESCRITURAS DE TIERRAS

Unas 30 mil familias de potenciales nuevos finqueros beneficiados recientemente con tierras están en una difícil situación de inseguridad.

Tener escrituras individuales de las tierras recibidas es condición para que estas familias se decidan a hacer inversiones en trabajo (pozos, siembra de árboles), a arriesgarse en nuevos cultivos y a quedarse a vivir en la finca. La escritura individual los estimularía también a elegir modalidades de cooperación agraria con otros finqueros. La escritura individual de propiedad favorecería la capacidad de estos nuevos finqueros para adaptarse a las actuales condiciones institucionales y de mercados.

Un positivo efecto ecológico de estas medidas será inmediato: la escritura alentará la instalación en los linderos de las fincas de cercas hechas con árboles locales, lo que contribuirá a la reforestación. (Costo calculado del proyecto en el primer año: 1 millón 400 mil dólares).

5.- ASOCIACIONES LOCALES

Los finqueros no están organizados a nivel local. Esto bloquea sus posibilidades de diálogo y concertación con el Estado y limita cualquier potencial negociación comercial con otros sectores económicos. Sin esta relación productores locales-instancias nacionales no se liberará el potencial de la iniciativa privada.

Es necesario dar apoyo técnico y promocional a asociaciones locales de finqueros, que sean las que gestionen el desarrollo agrícola local. Lo esencial de esta innovación es abrir con estas asociaciones espacios a propuestas locales de desarrollo formuladas descentralizadamente. Está calculado que podrían formarse 105 de estas asociaciones, integrando en ellas a 25 mil finqueros de 35 municipios en los que este sector tiene peso. (Costo para el primer año: 1 millón 500 mil dólares).

6.- PRESERVACION DEL BOSQUE

Con el proceso de pacificación de Nicaragua se reanudó el avance de la frontera agrícola, que significa despale y ruina para nuestros bosques. El ritmo estimado de deforestación en los últimos dos años es de 125-150 mil hectáreas por año. A pesar de la todavía elevada superficie de bosques con que cuenta el país - alrededor de 4 millones 282 mil hectáreas -, la situación es crítica. Porque la tendencia más característica en la actualidad es la presión de los agricultores sobre las dos principales reservas forestales nacionales (Indio-Maíz al Sur y Bosawás al Norte), territorios que no son fácilmente controlables.

Hay que preservar estas dos reservas y conservar también las áreas colonizadas hace 10-20 años por campesinos provenientes de las mesetas centrales del país, donde existen todavía importantes bosques latifoliados. Existe también un tercer territorio a preservar: las sabanas de pinares del Atlántico Norte, con gran potencial económico y ecológico.

Una efectiva protección (guarda- bosques, sensibilización de la población, control de incendios, etc.), el monitoreo terrestre y vía satélite del avance de la frontera agrícola, subsidios específicos a los campesinos para que no talen el bosque, el apoyo a la explotación forestal no maderera, etc. serían elementos claves de este proyecto.

15 mil familias de campesinos pobres y mestizos ubicados en los límites de la frontera agrícola y 10 mil familias indígenas (sumos y mískitos), ubicados cerca de bosques latifoliados o de pinares podrían beneficiarse con este programa. (Su costo en el primer año está calculado en 6 millones de dólares).

7.- UNIVERSIDAD A DISTANCIA

Nuevas producciones y nuevas tecnologías agrícolas no son posibles sin que los finqueros tengan el poder de la información y del saber.

La formación técnica de los hijos de finqueros involucrados en la producción, de técnicos medios que demandan actualización profesional, de finqueros con niveles de formación básica, etc. es un elemento clave para hacer exitoso cualquier programa de reactivación.

La mayoría de los países con sistemas agrarios desarrollados pasaron por aleccionadoras experiencias de formación de capital humano en las familias finqueras, implementando sistemas de formación descentralizados ligados a las realidades técnicas e institucionales locales. En Nicaragua también es posible y es necesario hacer esto.
(El costo calculado para el primer año del proyecto es de 1 millón 650 mil dólares).

Una acción de desarrollo concertada

El conjunto de proyectos de este Programa "Finquero" es una acción de desarrollo concertada en la que el Estado jugaría un rol de animador y facilitador. Se trata de proponer a los finqueros señales claras de las reglas del juego y de las oportunidades de su desarrollo empresarial en la reconstrucción nacional.

El programa está dirigido a fomentar la producción y la renovación empresarial de los "finqueros", apuntando hacia su reactivación en el corto plazo y hacia su reestructuración productiva y organizativa en el mediano plazo. Por los recursos que pondrían los mismos finqueros, éste es un programa de crecimiento económico y no de compensación social.

El impacto macroeconómico de este programa será positivo sobre las tendencias actuales de la brecha comercial. En el corto plazo los finqueros producirían más bienes exportables y más bienes de consumo interno que hoy son importados. El Programa "Finquero" fomentaría la producción agropecuaria nacional y fortalecería a la iniciativa privada en el despegue económico de Nicaragua.

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