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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 137 | Mayo 1993

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Guatemala

"Masacres de la selva": ¿Nunca más?

El sacerdote jesuita Ricardo Falla ha dedicado los últimos cinco años de su vida a acompañar a las Comunidades de Población en Resistencia y acaba de escribir un libro que relata los horrores que esta gente vivió en 1982. Envío habló con el P. Falla.

Emma G. Martínez

"¡Guerrillero a los 60 años!" Así, con incredulidad, contestó el sacerdote jesuita guatemalteco Ricardo Falla a la acusación del Ministro de Defensa de Guatemala, que lo señaló como el ideólogo de la guerrilla. "Sólo soy sacerdote", dijo.

Pero no se trata de cualquier sacerdote. Este cura antropólogo ha dedicado los últimos cinco años de su vida a acompañar a las Comunidades de Población en Resistencia (CPR), en las selvas del Ixcán, en El Quiché, zona de combates entre el ejército y la guerrilla de la URNG. Vivía con las comunidades, huyendo de los bombardeos de la fuerza aérea, los acompañaba en sus constantes desplazamientos con una pequeña iglesia móvil, y como científico social documentaba los métodos de organización y producción de la comunidad. Para esta misión pastoral contaban con toda la aprobación de la Compañía de Jesús, aunque su trabajo no era público, para protegerle a él y a esta población, considerda insurgente por el ejército.

En 1992, el libro de Ricardo Falla Masacres de la Selva fue publicado en Guatemala. En él informa, con testimonios de primera mano, sobre la campaña contrainsurgente que en 1982 llevaron a cabo en el Ixcán los militares. El libro lo convirtió en "enemigo público, número uno" del ejército guatemalteco.

Desde entonces ha sido blanco de una amplia campaña en los medios de comunicación. En diciembre, Falla tuvo que "salir al claro", como dice la gente de las CPR, dejando el Ixcán y Guatemala para salvar su vida.

"El Popol Vuh me condujo a la antropología"

ENVIO - ¿Cómo llegó usted a la antropología?

FALLA - Estando en Austria estudiando teología empecé a estudiar también el Popol Vuh. Y comencé a leer libros de sicología que comparaban la sicología del "primitivo" con la sicología del niño y con la del enfermo. En la universidad de Innsbruck fui a preguntarle a un sicólogo: "Y de esto ¡¿dónde puedo estudiar más?" Me parecía sugerente, aunque muy alejado de la realidad, "Esto se llama antropología, pero no lo busques en Europa, sino en los Estados Unidos", me dijo. Fue por el Popol Vuh dentro del contexto de la teología que llegué a la antropología.

ENVIO - ¿Y no conocía de antes el Popol Vuh?

FALLA - Sí, lo conocía y veía en él mucha fuerza, pero no lo entendía. Escribí mucho sobre él, pero no entendía su fondo porque lo estaba viendo desde fuera y no desde dentro. Y porque no tenía los instrumentos para entrar. Cuando terminé teología, fui a estudiar antropología en Tejas, y después vine a hacer trabajo de campo en El Salvador. De nuevo en Centroamérica se me fue iluminando el Popol Vuh y fui viendo cómo esta sociedad de hoy, de raíces indígenas, había resistido tantos siglos conservando intacta su misma estructura social. Con el tiempo, el Popol Vuh ya no fue para mí solamente un texto maravilloso, sino algo real. Era la raíz de un pueblo pobre que está sufriendo y resiste.

ENVIO - ¿Ha vivido y estudiado antropología en varios países?

FALLA - Antes de hacer el doctorado, leí a Levi Strauss. El habla en su libro "Los Tristes Trópicos" sobre el choque cultural que supone la antropología. Pensé: voy a ir a vivir a un lugar muy distinto y muy primitivo, para sentir ese choque, lo que no experimentás leyendo un libro. En 1968 fui a estar tres meses con los Yaruros de Venezuela. Fue una experiencia muy buena. Es algo que te cambia porque te hace imaginar la otra cara de la luna: así fuimos todos los seres humanos hace poco tiempo. Me impactó mucho.

He estado también en otros lugares de Centroamérica. A Nicaragua llegué antes de la revolución. ¿Cómo podemos ayudar?, decíamos después de la insurrección de septiembre del 78. Algunos nos dijeron: "Ayúdanos a hacer un estudio sobre cuáles son los resortes de la insurrección urbana". Lo hicimos, pero con gran dificultad, porque la mayoría de los informantes estaban escondidos. También me tocó trabajar en El Salvador a finales de los 70, para hacer una evaluación sobre el movimiento campesino, que entonces era tan fuerte. Después estuve de nuevo en Nicaragua los primeros dos años de la revolución, haciendo un estudio sobre los primeros grupos contrarrevolucionarios. Advertimos entonces a los sandinistas que la contra tenía base social y que podía crecer. Pero en aquel momento no lo creyeron.

"Me interesaba conocer cómo la gente resistió tanto"

ENVIO - ¿Cómo escribió "Masacres de la Selva"?

FALLA - Estuve en las CPR en 1983 al comienzo, cuando todavía no se llamaban así. También estuve entre los refugiados. La mayoría de los datos del libro los recogí en los campamentos de refugiados. El trabajo de campo duró cinco meses y el análisis y la redacción dos años y medio. Cuando salí de la zona, en febrero de 1984, tenía la idea de escribir una trilogía. El primer libro sería el surgimiento de la organización campesina, desde que se abre la selva en 1966 hasta las masacres de 1982. El segundo, serían las masacres, presentadas mucho más ampliamente que lo que aparecen en este libro que ahora se publicó, con más testimonios y más análisis. La tercera parte iba a ser sobre la resistencia, tanto en las CPR como en los refugios. Escribí los dos primeros libros, de 700 páginas cada uno, y los dí a leer a algunos amigos. Me dijeron que no se podían publicar, porque perjudicarían a la misma gente, por describír yo en detalle cuáles fueron los métodos de la gente para resistir y organizarse. El libro publicado ahora es un extracto de estos dos volúmenes.

ENVIO - Todas las noches, mientras leía su libro, tuve pesadillas. Aunque haya un mensaje de esperanza al final, hay mucho más horror... ¿No es duro escribir sobre estas cosas?

FALLA - Yo no ví estas masacres de las que escribo. Por eso digo en el libro que soy como Marcos el evangelista, que sólo escribió lo que le contaron. La primera vez que escuché un testimonio impactante sobre una de estas masacres, la de San Francisco , me dejó apabullado y pensando cómo era posible que quien lo había vivido lo contara tan serenamente. Viví una experiencia tristísima, de noche oscura, pero sentí que había una luz invisible que lo atravesaba todo. Yo decidí entrar en esa experiencia. Es como cuando uno lee una tragedia griega, en la que hay una grandeza tremenda. Estaba conmovido, emocionado y reflexionando qué podía hacer.

"La guerrilla cometió un error político muy grande"

ENVIO - En su libro, usted se plantea la interrogante de por qué la guerrilla no defendía a la gente, y la respuesta es que no tenía capacidad para defenderla. También describe cómo el ejército se retiró del área del Ixcán por unos meses entre 81 y 82 y hubo una especie de insurrección popular. Pensaba la guerrilla en ese tiempo que realmente podía tomar el poder? ¿Por qué alentó a la gente a una insurrección sabiendo que provocaría la reacción del ejército? ¿No fue esto una irresponsabilidad?

FALLA - Creo que la guerrilla se equivocó entonces y que fue un error político muy grande. Ellos pensaban tomar el poder antes del 82 o a principios del 82. Y quemaron todos los cartuchos. En aquella insurrección -que no fue exactamente una insurrección, pero algo parecido-, quemar cuarteles y poner banderas en ellos fue atraer más al ejército, aunque también fue una expresión de triunfo de la gente. Era como un anticipo de las zonas liberadas, pero no se calculó la fuerza que podía tener el ejército.

¿Por qué no lo calcularon? ¿Dónde estuvo el error? Yo no sé cómo lo analizan ellos, pero desde fuera, a mí me parece que hubo un doble error. La gente sintió que la guerrilla tenía las armas y la fuerza necesarias para tomar el poder. Y entonces se dejaron ir, aunque no estuvieron muy convencidos. Confiaron en la fuerza de la guerrilla. Y la guerrilla, a su vez, confió en la fuerza del pueblo. No tenemos suficientes armas, pero tenemos a todo el pueblo, decían. Se sentían invencibles. Confiaron mutuamente, sin que esa confianza tuviera bases sólidas. El pueblo no se dio cuenta de que la guerrilla no tenía suficientes armas y la guerrilla no se dio cuenta de que el pueblo sería masacrado. Se produjo un movimiento de tipo mesiánico. Hubo zonas en que este movimiento no tuvo una expresión política sino religiosa, carismática. Fue la expresión de una convicción profunda y común a la guerrilla y al pueblo: venía un mundo nuevo.

"Nos quemaron a todos"

"Los soldados agarran leña, porque hay leña jateada allí. Tiran la gente al hoyo. La gente se va al hoyo y encima echan leña y leña. Riegan gasolina encima. Bien rociada la leña.Se salen de lejos y tiran el fosforito. Cuando cae es como una bomba. ¡Pum!...el gran fuego. Toda la boca del hoyo se llena de llama hasta arriba. Está ardiendo como veinte minutos. La leña todavía se mueve, porque los finados todavía están pataleando.El espíritu esta vivo. Pero cuando miran que va calmando el fuego, ¡más gasolina! Y en media hora se termina el fuego. Ylos cadáveres quedan pura ceniza. Las manos se desboronan..En el cuerpo, ¡qué manteca hay! Agarra el fuego la mantecay al rato se terminan los pobres"."Me llevaron a mí para conocer y para que dé más información,pero por la gracia de Dios nunca cambié la información".El testigo estuvo en este lugar en 1982.El crematorio estaba situado en un campo a mediokilómetro abajo del río Chixoy, en Playa Grande, regióndel Ixcán, departamento del Quiché, Guatemala, Centroamérica.("Masacres de la Selva", Introducción)

ENVIO - ¿Entonces, la guerrilla tiene responsabilidad en las masacres del 82?

FALLA - También el pueblo, porque se engañó. La guerrilla no actuó así por gusto ni fueron ellos los que mataron. Fue el ejército. Todos, de alguna forma, somos responsables por lo que sucedió, pero a distinta escala. Responsable es el león que come y responsable el que suelta al león. El león que comió y mató es el ejército. También se podría afirmar que la guerrilla puso al ejército en una situación sociológica o sicológicamente insuperable y dado el carácter del ejército no iban a escoger otra solución. Pero el responsable de las masacres es el ejército.

ENVIO - ¿Por qué la gente de las CPR no cruzó la frontera y se fue a México a refugiarse allí, en vez de quedarse a vivir en Guatemala y en de vivir en una zona de guerra durante diez años?

FALLA - Ellos te dicen: "Aquí conozco los arroyos, los árboles, los caminos y si me vienen a atacar sé por dónde huir". También hay un lazo afectivo: el amor a la tierra y no sólo a su parcela. Evidentemente, si no hubiera habido guerrilla allí, esta gente no se hubiera quedado. No quiero decir con esto que la guerrilla los defienda, no les toca defenderlos. Pero la guerrilla controla al ejército, por más que no haya podido hacerlo en 1982. Entonces, los guerrilleros no tenían unidades militares que pudieran contener a un batallón, después sí. Desde 1982 ha habido un desarrollo de la guerrilla muy grande, aunque valorar esto parezca algo obsoleto. Pero así es.

ENVIO - Dicen que la guerrilla ha ido desapareciendo en ésa y en otras zonas...

FALLA - Aunque desde 1982 la URNG tiene muchísima más fuerza, no es como la que tenía el FMLN. Otro cambio es que hoy la gente de las CPR lucha por su tierra contra el ejército. El ejército tiene así dos enemigos. Esto no quiere decir que la población de las CPR sean guerrilleros. Conviven en la misma área que los guerrilleros, unos como población militar y otros como población civil. El ejército dice que son lo mismo para justificar sus ataques. Dicen: si atacamos a la población civil, debilitamos a la guerrilla. Y algo de razón tienen, aunque no tengan derecho de atacarlos.

ENVIO - ¿En el Ixcán, la violencia podría volver a los niveles de 1982?

FALLA - Creo que no. Por la fuerza de la guerrilla y por la experiencia de la gente de las CPR. La gente tiene un sistema de autodefensa que no tenían en 1982. Es como a quien le toca vivir un primer terremoto. Después de pasarlo, aprenden y construyen sus casas con nuevas estructuras. Cuando viene el segundo terremoto bota algunas casas, pero no todas. La sociología del desastre ayuda mucho a entender esto. Aunque quisiera, el ejército no puede repetir masacres de aquel tipo. Posiblemente, el ejército no quiere tampoco repetirlas. Pero si llegan a sorprender a una comunidad de las CPR en el Ixcán, la gente tiene que asumir que el ejército las va a matar. Para salvar la vida, tenés que asumir lo peor. Pero pienso que si capturara a alguna población, ya no la masacraría. Por la presión internacional y por la misma experiencia que a todos dejó el pasado.

"La mayoría no entiende a dónde conduce el proceso de paz"

ENVIO - ¿Qué esperanzas tiene en el proceso de paz en Guatemala?

FALLA - La mayoría no entiende a dónde conduce. Mandé un cassette a los de las CPR en el que se los explicó con una comparación. Cuando tuve que salir de las CPR - les dijo -, dos testigos me acompañaron. Pasamos por caminos donde había mucho lodo y uno se hundía hasta la cintura. Yo entré en un lodazal de ésos y no salía. Así es el proceso de paz: está metido en un lodazal. Allí están sumidas las dos partes: el gobierno y la guerrilla. El proceso quiere salir, quiere caminar y cuando más lo quiere, más se hunde. Quiere sacar una pierna, más mete la otra. Está atascado. ¿Como logré yo salir? Porque venían dos conmigo. Si no es que me sacan ellos de allí, allí paso la noche. Entre dos me sacaron, no pude salir yo solo. Así es con el proceso de paz. Por un lado, es necesario que lo saque adelante la sociedad civil, alguien que no sea la guerrilla y que no sea el ejército. Pero una sociedad civil controlada por el ejército no sirve. Tampoco sirve una sociedad civil que sea sólo una fachada de la guerrilla. Esto no quiere decir que la sociedad civil no se decante hacia un lado y tiene que decantarse hacia donde haya más justicia, hacia donde estén más representados los pobres y eso sucede en el lado de la guerrilla. Pero la sociedad civil tiene que actuar con independencia.

Los otros que nos pueden sacar del lodo son las fuerzas internacionales. Los dos pueden sacar adelante el proceso de paz. La guerrilla no pierde nada con el estancamiento, puede aguantar cinco, diez años más en la montaña, e incluso seguir creciendo. Pero aunque crezca en términos absolutos, en términos relativos se desprestigia, porque no tiene sentido desgastar sólo por desgastar. Aunque tampoco va a entregar las armas para que el ejército haga lo que quiera.

ENVIO - En febrero usted fue a testificar en Ginebra a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y la Comisión decidió a favor del gobierno guatemalteco y no nombró un relator para observar la situación. ¿Qué sucedió allí con la presión internacional?

FALLA - Los dos países que tuvieron en Ginebra una actitud decisiva en apoyo al gobierno de Guatemala fueron México y España. Los Estados Unidos no fueron claves. Tal vez los intereses de Washington estaban detrás de México, pero México aparecía liderando a América Latina. El gobierno mexicano argumentaba que estaba favoreciendo el proceso democrático y que había que apoyar a Serrano, que garantiza este proceso. Eran argumentos políticos y no humanitarios, como deberían haber sido. En los días en que la Comisión de Derechos Humanos sesionaba en Ginebra, el ejército de Guatemala estaba lanzando un operativo contra las CPR en toda la frontera con México. Eso lo dijimos en Ginebra y después en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Durante un proceso de paz es precisamente cuando hace falta supervisar más de cerca el respeto a los derechos humanos, porque las partes se vuelven más beligerantes. Y quien sufre más es la población civil.

ENVIO - ¿Qué sueños le quedan ahora por realizar? ¿Esos tres libros que no pudo publicar? ¿O le gustaría escribir una novela?

FALLA - Ya estoy escribiendo un librito sobre la experiencia en las CPR. Luego, sueño con volver a Guatemala. Y pronto. Quisiera también transmitir el mensaje de todo lo vivido a más y más gente, por radio y por televisión. Y si hubiera alguien interesado, hay mucho material, como para hacer una película. ¿Un sueño más profundo? A saber... Los sueños más sueños que uno tiene, no los dice.

"Viví metido en un hoyo"

Al testigo lo tuvieron encerrado en un calabozo estrechísimo, excavado a la orilla de un cerro en Playa Grande. Allí permaneció durante cinco meses incomunicado y encarcelado. Lo sacaban únicamente cada dos semanas, a zambullirlo en el río."Me fueron a encerrar en un hoyo. Muchos me dicen que es calabozo, pero yo lo vi que es un hoyo.... Me encerraronallí y así estuve durante cinco meses sin comida. Me dan desayuno, la mitad de una tortilla. A veces, me dan una. Los soldados buenos me dan una. Y donde llegan los soldados que son meros malos, apenas me dan la mitad. Y otros soldados me tienen lástima. Lo que me dio vida allí es el agua, y como yo llevaba un galón, ese galón me ayudó en ese hoyo. Y le pedía yo... Tocaba yo la puerta y ellos, cuando llegan conmigo, les digo: "Disculpa, soldado ? le digo?, le solicito agua". "¿Quieres agua? ¿Tenés sed?", me dijo. "Sí" "¡Tomá tu orina! ? me dijo. Si tenés hambre comé tu caca", me dijo. Y allí me quedé mudo otra vez. No me dan agua. Y cuando había un pedacito así abierto de la puerta de ese hoyo, allí jalaba yo aire. Allí miraba yo un poquito de luz. Apenas se mira, como pulgada y media ese abiertito que estaba allí. Me dio vida ese abierto de la puerta".

El testigo fue sacado por el ejército del calabozo con la esperanza de que le ayudara a patrullar por la montaña delatando campamentos. En una de esas caminatas, logró escaparse gritando exclamaciones de júbilo y de insulto a los soldados, que en vano le arrojaron disparos y bombas.

("Masacres de la Selva", pág. 194?195).

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