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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 9 | Febrero 1982

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Nicaragua

El proceso revolucionario acosado por sus enemigos

Los primeros meses del año 82 se presentaban muy difíciles para el gobierno nicaraguense, al preverse un incremento de la actividad militar de los grupos que se oponen a la revolución sandinista.

Equipo Envío

Las autoridades gubernamentales en reiteradas ocasiones habían manifestado esta afirmación. Recordemos entre otras, la entrevista del Comandante Lenín Cerna hacia fines de diciembre con la Agencia Nueva Nicaragua que describía esta situación con inusitado realismo. El Comandante Cerna es el responsable de la Dirección de Seguridad del Estado.

Los primeros cuarenta días del año 1982 vienen a probar que estas especulaciones no eran infundadas. Dos últimos acontecimientos significativos anunciados por el Ministerio del Interior, son ejemplo y prueba concreta del incremento de la operatividad de bandas contrarrevolucionarias que operan en Nicaragua, tratando de desestabilizar el gobierno y hacer retroceder este proceso popular. Nos referimos al complot que tenía como objetivo la destrucción de la Refinería de Petróleo (Managua) y la Cementera (San Rafael del Sur) y atentar contra la vida de varios dirigentes revolucionarios (entre ellos la Comandante Leticia Herrera, responsable nacional de los Comités de Defensa Sandinista); y el plan "Navidad Roja" que tendía a convulsionar y separar la Costa Atlántica del resto de Nicaragua.

El complot contra la refinería y la Cementera, fue denunciado públicamente el 9 de enero a través de un comunicado del Ministerio del Interior y ampliado por una presentación pública de los Comandantes Borge y Cerna el 12 de enero en la cual dos de los acusados confesaron su participación e hicieron público innumerables detalles y aspectos del complot. El Plan "Navidad Roja" fue denunciado en Conferencia de prensa ante periodistas nacionales y extranjeros el 3 de febrero

Complot contra la refinería y la Cementera

Preveía la destrucción de ambos centros productivos. Para ello se utilizarían 312 candelas de dinamita y estaba organizado por las contrarrevolucionarias UDN (Unión Democrática Nicaragüense) y FARN (Fuerzas Armadas de Nicaragua). Ambas organizaciones, integradas por elementos exsomocistas, son las mismas que están organizando los campos de entrenamiento militar en Honduras y Estados Unidos. Entre los responsables de estas organizaciones figuran los hermanos Chamorro Rapaccioli, "Chicano" Cardenal, etc. En cuanto al atentado contra la Cte. Herrera, no aparecieron públicamente mayores detalles del mismo.

Importancia del complot desbaratado

Para evaluar la importancia del complot descubierto, nada mejor que señalar la trascendencia de la Refinería y la Cementera para la economía nicaraguense. La Refinería es para Nicaragua la principal abastecedora de petróleo y sus derivados. Su destrucción hubiera significado la paralización total de las principales empresas productivas del país.

Hubiera significado la paralización de una buena parte de las tareas agrarias (recordemos que Nicaragua es un país principalmente agrícola y que la mayoría de las divisas ingresadas por exportaciones se originan en la agricultura) y que es éste el período de cosechas. Hubiera dejado sin energía eléctrica a una mayoría del territorio nacional (hay que mencionar que el 60% de la energía eléctrica proviene, en Nicaragua, del combustible). Hubiera obligado a importar de emergencia los derivados el petróleo gastando en esto un caudal inmenso de dinero no presupuestado. Más trágico que todas estas consecuencias materiales - faltaría mencionar otras muchas - la destrucción de la Refinería como de la Cementera, hubieran ocasionado miles de muertos y heridos, no sólo trabajadores de ambas plantas, sino también habitantes de las zonas densamente pobladas que se encuentran en la cercanía. Consecuencia similares a las de "otro terremoto", como se comentaba en la calle de esos días.

La destrucción de la Cementera o de algunos hormas de la misma hubiera significado la paralización de la principal fuente de producción de cemento, por varios años, entorpeciendo claramente el proceso de reconstrucción edilicia vial, y la construcción de nuevas escuelas, hospitales etc. Es decir, se hubiera modificado por la fuerza de los hechos, los nuevos criterios, en el orden social, vigente en Nicaragua.

Los implicados en el complot

32 personas están involucradas en el complot. 17 de las están detenidas y las otras se encuentran fuera del país. Entre los implicados están William Baltodano, Julio González Ferrón, los hermanos chamorro Repaccioli, "Chicano" Cardenal, Adriana Guillén, José Esteban González. El juicio legal contra todos comenzó el 28 de enero, separando las carpetas de los presentes y de los ausentes. Se trata de esta forma, que la ausencia de buena parte de los implicados directos son extranjeros, e incluso tres de ellos, al menos, pertenecían a la Embajada de Venezuela en Managua. Esto originó un conflicto diplomático que expuso en riesgo las relaciones entre ambos países.

El 12 de enero en la conferencia de prensa que dieron los Comandantes Cerna y Borge, éste mencionó la responsabilidad de los diplomáticos anteriormente citados. Expresamente, manifestó estar convencido que esos funcionarios en su participación en el complot, no representaban ni el pueblo ni al gobierno de Venezuela. Esta remarca no impidió que la respuesta de Venezuela fuera tremendamente crítica hacia el Comandante Borge (Ministro del Interior), aún sin poder explicar prácticamente ninguna de las acusaciones.

Las confesiones públicas (en esa misma conferencia de prensa) de los responsables (Julio Ferrón, Venezolano y miembro e la dirección de inteligencia militar de Venezuela y William Baltodano, nicaraguense), permitieron comprender la "internacionalización" de este complot. Funcionarios de otros países, militares y diplomáticos, habían sostenido a las UND-FARN en sus planes. Según la confesión, el General Baliú y el Coronel Davico de las fuerzas Armadas argentinas entregaron 50,000 dólares; participaron agregados e la Embajada de Venezuela en Nicaragua y costa Rica (Coronel Pedro Sánchez Rivero, José Anibal Palacios, Edgar Escobar); el agregado militar salvadoreño en Costa Rica, Eduardo Avila; un miembro del servicio de inteligencia militar de Honduras, Capital Alexander; miembro de las fuerzas especiales de la Seguridad de Honduras. Los hondureños, entre otras cosas, facilitaron documentos falsos a algunos de los responsables para entrar en Nicaragua con documentación falsa.

La confesión de Baltodano incluyó detalles e viajes a los Estados Unidos en los que supuestamente los hermanos Chamorro Rapacioli visitaron a Thomás Enders. También compraron armas en Florida las que enviaron a Honduras marcadas con la sigla FUSEP (Fuerzas de Seguridad Especiales del Ejército de Honduras). De allá trasladaron a los grupos contrarrevolucionarios en sus campos de entrenamiento en territorio hondureño.

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