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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 260 | Noviembre 2003

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México

Caracoles y Juntas de Buen Gobierno: nueva etapa del zapatismo

Casi la mitad del Estado de Chiapas ha quedado organizada por el zapatismo en cinco Caracoles con Juntas de Buen Gobierno al frente. La iniciativa es sugestiva, original. Las Juntas se instalaron en agosto en Oventic, población en cuya entrada los visitantes leen esta bienvenida: “Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece”.

Jorge Alonso

Cuando se creía que el zapatismo se había desgastado, en julio y agosto el movimiento emergió, dando a conocer iniciativas que había estado madurando durante nueve meses. Al resurgir, los zapatistas reconocieron no tener contento a nadie. Cuando se esperaba que hablaran, callaban; cuando se deseaba su silencio, hablaban; cuando se quería que dirigieran, se ponían atrás; cuando se les confinaba a seguir atrás, se iban para otro lado. Enojaban hasta a los que simpatizaban con su causa. Pero los primeros en burlarse de “su ser muy otros” eran los mismos zapatistas:
no vencían, pero tampoco se morían. Al reaparecer, aclararon que aborrecían el martirio tanto como la claudicación. No claudicaban ni se rendían, se empeñaban en vivir.
El momento en que los zapatistas volvieron a hablar era singularmente tenso. Al ver el repunte electoral que habían tenido nacional y localmente, los priístas se habían envalentonado, los grupos paramilitares recobraban fuerza y agresividad, y las comunidades de Chiapas denunciaban un ambiente similar al que había precedido a la masacre de Acteal.

LLUVIA DE COMUNICADOS
DEL VOCERO MARCOS

Treinta municipios de Chiapas bajo control del EZLN desde 1994 y autoproclamados “autónomos” solicitaron al Subcomandante Marcos que fungiera temporalmente como su vocero y a finales de julio y principios de agosto, Marcos emitió diez comunicados, una aclaración y un mensaje grabado, para explicar tanto la organización que se darían estos municipios como la relación que tendrían con la sociedad civil nacional e internacional.

Marcos ratificó su decisión de no tener contacto con el gobierno mexicano ni con los partidos políticos; descalificó la reciente campaña electoral, destacando que la respuesta popular había sido un enorme abstencionismo; acusó a la clase política -en la que incluía a todos los partidos y a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial- de haber terminado con la esperanza de millones de mexicanos y de miles de personas de otros países que demandaban el reconocimiento de los derechos y la cultura de los pueblos indios en México; y enfatizó que los zapatistas proseguirían con la resistencia como forma de lucha. El contenido central de todos sus mensajes fue éste: aplicarían unilateralmente los acuerdos de San Andrés en los territorios de Chiapas bajo su control.

ORIGEN DE LOS AGUASCALIENTES

El primer cambio anunciado por los zapatistas fue la desaparición de los llamados Aguascalientes. En uno de los mensajes de Marcos recapitularon el origen de este lugar. La coyuntura en que aparecieron los comunicados zapatistas coincidió con la reaparición en el escenario político mexicano del ex-presidente Salinas de Gortari. Los zapatistas se remitieron a su trayectoria: entre las reformas antipopulares de este personaje -presidente gracias a un descomunal fraude electoral- estuvo la de acabar con los derechos de los campesinos a su tierra. El modelo impuesto por Salinas arruinó a millones de mexicanos. Ante la política neoliberal impuesta por su gobierno, equivalente a una guerra de exterminio, a un etnocidio, el EZLN tomó las armas con la intención de atraer la atención mundial.

Aunque sabían que no tenían oportunidad militar, no pensaban en el martirio, sino en la vida. Pronto, la sociedad civil conminó al EZLN a seguir otro camino: preparados para disparar armas, lo que tenían que disparar eran palabras. Con la nueva herramienta, la palabra aprendida, necesitaban un espacio donde aprender a escuchar y a hablar con esa pluralidad a la que llamaron la sociedad civil para distinguirla de la sociedad política. Por eso acordaron construir un lugar en el municipio chiapaneco de Guadalupe Tepeyac al que llamaron Aguascalientes, lugar que entregaron a la sociedad civil el 8 de agosto de 1994.

Al año siguiente, el presidente Zedillo destruyó los Aguascalientes y puso allí un cuartel. Entonces, los zapatistas construyeron cinco Aguascalientes en otros cinco municipios: Oventic, La Realidad, La Guarucha, Morelia y Roberto Barrios, siempre como espacios de diálogo entre las comunidades y la sociedad civil nacional e internacional. Estos Aguascalientes fueron lugares de encuentro y de iniciativas. También surgieron otros lugares similares en la ciudad de México y en Madrid.

FIN DE LOS AGUASCALIENTES:
NI LÁSTIMA NI LIMOSNAS

Los zapatistas anunciaron que los Aguascalientes habían cumplido ya su misión. Y habían introducido problemas que había que corregir. Como los comunicados zapatistas tuvieron una información escalonada, el anuncio del fin de los Aguascalientes desconcertó al principio a algunos observadores, que temieron que el zapatismo se fuera a aislar aún más.

Uno de los problemas en la relación de los zapatistas con la sociedad civil era que no siempre habían recibido respeto. No se trataba de insultos, sino de actitudes: teniéndoles lástima, les daban limosnas, lo que sí los había agraviado. Fueron muy concretos en sus ejemplos: a las comunidades llegaban computadoras inservibles, medicinas caducas, ropa extravagante, zapatos sin su par... Algunas ONG y organismos internacionales, sin consultar a las comunidades, elaboraban proyectos de desarrollo en los que les imponían objetivos y plazos ¿En qué se diferenciaban de los proyectos asistencialistas que el gobierno les ofrecía a cambio de que claudicaran?

Subrayaban los zapatistas que, ante las intromisiones gubernamentales, habían mantenido su resistencia, haciendo de su pobreza una lección de dignidad, y no un reclamo para provocar lástimas. El zapatismo -decían- está en contra del paternalismo y del asistencialismo, venga de donde venga, y con los municipios autónomos hemos demostrado que somos capaces de gobernarnos. Con el fin de los Aguascalientes querían poner fin a las limosnas y a los paternalismos. A pesar de todo, Marcos reconocía en sus comunicados que en la construcción de la autonomía indígena los zapatistas no habían estado solos y agradecían el apoyo recibido de la sociedad civil.

LA VIDA HA CAMBIADO
EN LOS MUNICIPIOS AUTÓNOMOS

La propuesta zapatista era organizar, en vez de los Aguascalientes, los llamados Caracoles, nombre de la sede del territorio geográfico que regirían cincos Juntas de Buen Gobierno en los municipios autónomos. Los numerosos comunicados de Marcos fueron ampliando las explicaciones para entender en qué consistirían los Caracoles, propuesta que encierra una pedagogía del zapatismo hacia la sociedad civil.
Ante la negativa del Estado mexicano de dar pleno reconocimiento a los derechos indígenas y a hacer realidad legislativa los Acuerdos de San Andrés, los zapatistas anunciaban que harían realidad esos acuerdos en la práctica diaria. De hecho, de esta misma forma habían ido consolidando lentamente sus municipios autónomos.

Desde 1994 estos municipios vienen siendo conducidos democráticamente por las mismas comunidades. Quienes no cumplen bien sus funciones son removidos. El cargo no tiene remuneración, es trabajo en beneficio colectivo y es rotativo, según una antigua tradición de las comunidades, a la que el zapatismo introdujo elementos innovadores, destacando el principio de “mandar obedeciendo”. En los municipios autónomos se vienen privilegiando actividades en torno a la salud y a la educación, aunque en condiciones de pobreza extremas. Con apoyo de la sociedad civil se han construido clínicas y los zapatistas enfatizan la organización de agentes de salud que realizan campañas de higiene y de prevención. También se han construido escuelas, y lo más importante son los promotores de educación y sus campañas de alfabetización. Los contenidos que se enseñan en las escuelas zapatistas son aprobados por los consejos autónomos. Los zapatistas se enorgullecen de haber ido logrando que las niñas -tradicionalmente segregadas de la educación- asistan a las escuelas.

Los Consejos que gobiernan en las comunidades -relataban en su comunicado los zapatistas- también ven lo relativo a problemas de tierras, trabajo, comercio, vivienda, alimentación, tránsito, cultura, información y administración de justicia. Un gran logro de la organización autónoma tiene que ver con la dignidad de la mujer: se ha avanzado en la lucha contra la costumbre de “vender” a las mujeres, que hasta ahora no podían elegir libremente a su pareja. Y aunque no se cumple del todo, existe ya una avanzada ley de las mujeres.

El zapatismo ha logrado traducir estas prácticas comunitarias en otra instancia, regional, que abarca un conjunto de comunidades, las que a su vez conforman los municipios autónomos. En este nivel, cada comunidad tiene su responsable. Por encima existe una instancia más, la zonal, que integra grupos y regiones. En estas instancias el EZLN interviene. En sus mensajes, Marcos reconocía que en ellas la democracia directa comunitaria tiene una contaminación militar. El autogobierno, ejercido de lo local a lo regional, estaba bajo la sombra de la estructura militar del EZLN, aunque en la elección o sustitución de autoridades el EZLN no intervenía ni ocupaba cargos, y si alguno quería aceptar cargos debía renunciar a los cargos organizativos en el EZLN.
Durante años, estos municipios autónomos han mantenido relaciones con las comunidades zapatistas, con las no zapatistas de Chiapas y con la sociedad civil, tanto nacional como internacional.

DESIGUALDADES ENTRE LOS MUNICIPIOS

Después de varios años de estar funcionando así, los zapatistas hicieron balance de los logros de estos municipios y destacaron un grave problema: por la desigual relación con la sociedad civil nacional e internacional, unos municipios contaban con más recursos que otros y esto había producido un desarrollo desequilibrado tanto entre los municipios autónomos como entre las comunidades y las familias, siendo más beneficiados los que habían sido sede de los Aguascalientes y los más accesibles por las vías de comunicación. Todo esto había ido creando tensiones y desequilibrios internos y era necesario establecer contrapesos a la inequidad.

Como en toda convivencia humana, se señalaban también problemas dentro de las comunidades zapatistas
-compete resolverlos a las autoridades autónomas-. Sin embargo, los más serios conflictos, tensiones y enfrentamientos se habían dado con las comunidades no zapatistas. Había quejas contra autoridades que no respetaban los derechos humanos de los no zapatistas, y ése era otro de los defectos que tenía que remediar la nueva organización que los zapatistas proponían crear.

CINCO CARACOLES, CINCO NOMBRES

Los zapatistas asignaron a los Caracoles varias funciones. La primera, ser como puertas para entrar a las comunidades y para que las comunidades salgan. Ser “como boca para sacar lejos su palabra y escuchar la del que lejos esté”.

Democráticamente se les impusieron cinco nombres. Al de La Realidad le pusieron Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños, Al de Morelia, Torbellino de nuestras palabras. Al de La Garucha, Resistencia hacia un nuevo amanecer. Al de Roberto Barrios, El caracol que habla para todos. Y al de Oventic, Resistencia y rebeldía por la humanidad.

JUNTAS DE BUEN GOBIERNO PARA LOS CINCO CARACOLES

En cada Caracol se crearon Juntas de Buen Gobierno, el primer órgano formal de administración de los municipios autónomos. A cada Junta se le construyó una casa para poder funcionar. El gran encargo que se les dio fue el de “mandar obedeciendo”. Se les encomendó resolver los problemas de la comunidad y ser puentes entre las comunidades y el mundo. Se les dio el encargo de contrarrestar los desequilibrios en el desarrollo de los municipios autónomos y de las comunidades y de mediar en los conflictos que se presenten tanto entre los municipios autónomos como entre éstos y los municipios oficiales. Otra de sus funciones será la cuidadosa atención de las denuncias contra los consejos autónomos por violaciones a los derechos humanos, atendiendo, investigando y encontrando la manera de que se corrijan las protestas y las inconformidades.

Las Juntas de Buen Gobierno tienen que vigilar la realización de proyectos y tareas comunitarias en los municipios autónomos; promover el apoyo a proyectos comunitarios; estar atentas al cumplimiento de las leyes zapatistas; atender y guiar a la sociedad civil en sus visitas a las zonas rebeldes; promover proyectos productivos; instalar campamentos de paz; realizar investigaciones para beneficio de las comunidades. Otra función es promover y aprobar -de común acuerdo con el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN (CCRI-CG)- la participación de miembros de los municipios autónomos en actividades fuera de las comunidades rebeldes.

Los zapatistas establecieron que por encima de las Juntas estará el CCRI-CG del EZLN para vigilar su funcionamiento y evitar actos de corrupción, intolerancias, arbitrariedades, injusticias y desviaciones del principio de “mandar obedeciendo”.

Así como los Caracoles tienen sus nombres, las cinco Juntas de Buen Gobierno fueron bautizadas con nombres elegido por los consejos autónomos. Se llaman Hacia la esperanza, Corazón del arcoiris de la esperanza, Camino del futuro, Nueva semilla que va a producir y Corazón céntrico de los zapatistas delante del mundo.

UN 10% DE “IMPUESTO HERMANO”

Las Juntas iniciaron su trabajo con tres bloques de disposiciones. Primer bloque: no se permitirá que los donativos y apoyos de la sociedad civil sean destinados a alguien en particular o a una comunidad o municipio determinado. En cada Caracol, su Junta, después de una evaluación, decidirá a dónde va el donativo y en dónde se realizará el proyecto. A todos los proyectos de les quitará un 10%, “impuesto hermano” destinado a las comunidades que no reciban apoyos. Se decidió no aceptar ni sobras ni limosnas ni proyectos impuestos.

Segundo bloque. Se reconocieron como entidades zapatistas -colectivas e individuales- sólo las que se registren como tales en las Juntas, para evitar grupos que se hacen pasar por zapatistas. Se determinó también que los excedentes o bonificaciones por comercialización de productos de cooperativas y sociedades zapatistas serán entregados a las Juntas para dar apoyos a quienes no puedan comercializar sus productos o no reciban ningún apoyo.

Tercer bloque. Se incluyó en él todo lo relativo a la identificación de los zapatistas en el exterior, buscando impedir que gente deshonesta, haciéndose pasar por zapatistas, engañen a la sociedad civil nacional e internacional. Se aclaró que en la ciudad de México no existe ninguna casa de seguridad del zapatismo donde se entrene a nadie.
Las Juntas quedaron encargadas de expedir acreditaciones, que se recomendaba fueran corroboradas.
Los zapatistas aclararon que aunque las Juntas de Buen Gobierno atenderían a los no zapatistas, no iban a imponer nada.

EL PPP FRAGMENTARÁ A MÉXICO EN TRES PEDAZOS

A la par de esta sugestiva iniciativa, los zapatistas anunciaron el retiro de los retenes del EZLN, la eliminación del cobro en caminos del territorio rebelde y la revisión únicamente a los vehículos sospechosos de transportar madera, droga o armas.

Además de esta interesante y profunda reorganización interna, el EZLN propuso cinco planes a nivel nacional y global. Insistiendo en que la autonomía zapatista no implica la temida fragmentación del país ni hay en ella ánimos separatistas, y que lo único que reclaman es su derecho a gobernarse, los zapatistas expresaron orgullo por su identidad mexicana, exigiendo que se les reconozca y respete también su identidad indígena.

Conscientes de la actual fragmentación del país, denuncian que el gran proyecto separatista es el Plan Puebla Panamá (PPP), que dividirá en tres pedazos a México. Al norte mexicano, el PPP le asigna una lógica productiva y comercial integrándolo a Estados Unidos y convirtiéndolo en una gran maquila. Al centro de México lo ubica como un centro comercial proveedor de los consumidores. Y al sureste lo reduce a ser una gran finca, coto de caza para el dinero mundial, territorio de conquista de recursos naturales. Señalan los zapatistas que los dueños del capital nacional temen a las organizaciones sociales, pero quienes los están despojando de todo son los banqueros extranjeros, haciéndolos sucumbir ante el capitalismo salvaje.

Convencidos de que la globalización del dinero busca la destrucción del Estado nacional, los zapatistas constatan grandes y fuertes resistencias ante los designios de los poderosos y rutas de rebeldía en todo el territorio mexicano. Auguran al PPP problemas por la agudización de las revueltas sociales y reafirman que en las tierras zapatistas
no se permitirá el PPP.

CINCO PLANES PARA LOS CINCO CARACOLES

El zapatismo lanzó también planes que involucran a sus cinco Caracoles. El primer plan, denominado
el Plan La Realidad Tijuana (Reali-Ti) consiste en ligar todas las resistencias de México para la reconstrucción de la nación mexicana “desde abajo”. Siendo una de las metas básicas del zapatismo la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos, plantearon también otras cuatro planes para el mundo. El segundo plan es el denominado Morelia-Polo Norte. Para el Caribe, Centro y Sudamérica es el tercer plan, llamado Plan La Garucha-Tierra de Fuego. Para Europa y Africa pensaron el cuarto plan, bautizado Plan Oventic-Moscú. El quinto está destinado a Asia y Oceanía,
Plan Roberto Barrios-Nueva Delhi. El meollo de todos estos planes es el mismo: luchar por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Miles de personas reunidas en Francia para preparar lo que llegó a ser “el descarrilamiento de la OMC” en Cancún saludaron el nacimiento de los Caracoles zapatistas.

“LOS EJÉRCITOS NO SON PARA GOBERNAR”

La fiesta de inauguración de los Caracoles se realizó el 10 de agosto en Oventic. Aunque la invitación era abierta, el zapatismo advirtió que no había invitado a la clase política y que no mantendría reuniones con ninguno de sus integrantes. Diez mil personas, entre bases zapatistas, organizaciones indígenas provenientes de varios estados, organizaciones campesinas, integrantes de sindicatos y activistas provenientes de varios países participaron en la fiesta.

En el acto hablaron los comandantes y comandantas zapatistas. El subcomandante Marcos no estuvo presente. Se dijo que por una enfermedad intestinal. Y aunque algunos observadores consideraron que esto había deslucido el evento, otros destacaron que así se demostraba quiénes conducían realmente el proceso.

Las palabras de Marcos llegaron en una grabación. Felicitó el nacimiento de las Juntas, augurando que el ejemplo cundiría por todo México y el mundo. Cumplida la tarea que le habían encomendado temporalmente los municipios autónomos -ser su vocero a través de los comunicados-, les devolvía “el oído, la voz y la mirada”. A partir de ese momento, todo lo referente a los municipios autónomos lo hablarían sus autoridades y las Juntas de Buen Gobierno.

Marcos hizo aclaraciones muy importantes sobre la organización en el territorio rebelde. El EZLN no debía ser la voz de quienes mandaran -aun cuando lo hicieran obedeciendo-, porque el zapatismo era la voz de los de abajo, de los gobernados. El EZLN tenía la misión de defender a los municipios y a las Juntas. También precisó que en tierras zapatistas -las de los municipios autónomos y las Juntas- las autoridades no podrían recurrir a las fuerzas milicianas del EZLN para las labores de gobierno. Tenían que gobernar recurriendo a la razón y no a la fuerza. Marcos circunscribió así el papel de los ejércitos: deben usarse para defender, no para gobernar. Y eso haría el EZLN: defender a las comunidades de las agresiones del mal gobierno, de los paramilitares, y de todos lo que quisieran hacerles daño.

REACCIONES POSITIVAS A LOS CARACOLES

El gobierno mexicano no acertó a dar una respuesta inmediata a la reactivación del zapatismo, que reafirmaba su ruptura con el gobierno y con la totalidad de la clase política. En un primer momento, el Secretario de Gobernación indicó que el gobierno no podía avalar los Caracoles. Después matizó, declarando que el gobierno respetaría las acciones que el EZLN realizara ciñéndose a la Constitución y a la ley del diálogo. Pero la fundación de los Caracoles obligó a los funcionarios de alto nivel a examinar la nueva situación. Posteriormente, la posición oficial fue aceptar los Caracoles, argumentando que eran constitucionales por ser formas de organización interna.

El gobierno federal alabó que el zapatismo se planteara como movimiento cívico y no militar. El coordinador del suspendido diálogo de paz encontró positivo que se promovieran nuevas formas de organización política. La titular de la recién estrenada Comisión Nacional para el Desarrollo de los Indígenas, Xóchitl Gálvez, reconoció que la única solución para volver al diálogo era una nueva reforma constitucional porque la promulgada había dejado insatisfechas a las comunidades indígenas y al EZLN. Ante las interpretaciones que se querían imponer dentro del gobierno, insistió en que las Juntas no eran un Estado dentro del Estado, y alabó que las comunidades experimentaran la autonomía.

“UNA INICIATIVA DE GRAN ALCANCE”

El Comisionado del gobierno de Chiapas para la reconciliación de las comunidades en conflicto declaró
que la iniciativa zapatista era un esfuerzo de las comunidades para buscar nuevas formas de solución a sus conflictos. Y el gobernador chiapaneco aseguró que la búsqueda por mejorar la vida de los indígenas de la Selva y de los Altos de Chiapas -donde se ubican los municipios autónomos- no violaba la ley y que las nuevas acciones del EZLN reflejaban
la decisión de sustituir la guerra por la política.

Las posiciones favorables a la iniciativa zapatista no hallaron eco en toda la clase política mexicana. Legisladores locales priístas y panistas de Chiapas anunciaron su rechazo a las Juntas. Concordaron con ellos un buen número de legisladores federales de esos dos partidos, alegando que las Juntas constituían una violación al estado de derecho. Algunos priístas interpretaron que las Juntas eran una respuesta ante un deteriorado gobierno del PAN y ante el auge del PRI en la entidad. Primeramente, el vocero del PAN instó al gobierno a no tolerar actividades ilegales porque podrían ser muy perjudiciales para la estructura institucional mexicana, y cuando la Secretaría de Gobernación fijó su postura argumentando que las Juntas no violaban la Constitución, entonces acusó a Marcos de ser “un cacique posmoderno”.

El recién electo diputado por el PRD, Manuel Camacho -quien fue el primer interlocutor gubernamental del zapatismo en 1994- destacó que Marcos se había reposicionado con una iniciativa de gran alcance. El dirigente perredista Cuauhtémoc Cárdenas calificó a las Juntas como un importante avance, al ofrecer instrumentos de trabajo en las comunidades y municipios de la zona rebelde.

Dependiendo de sus nexos con los poderosos o con los movimientos populares, los obispos mexicanos fijaron también sus posturas. Para el secretario de la Comisión Episcopal de Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal mexicana las juntas implicaban “segregación”. El Cardenal de México pidió que la reaparición de los zapatistas no fuera un show más, como los que se hacían cuando venían la señora Miterrand y los activistas italianos.

El obispo de San Cristóbal de las Casas alabó la constitución de las Juntas y consideró que el zapatismo había ingresado a una nueva etapa que la sociedad debía tratar de entender. Valoró la humildad de la comunicación del EZLN, por reconocer que no todo era justo y recto en la puesta en práctica del proyecto de nueva sociedad, aceptando que entre ellos se daban casos de violación a los derechos humanos y la imposición su ideología.

UNA RESPUESTA
Y UN MODELO A CONSIDERAR

En el norte de México, 244 representantes de organizaciones y autoridades tradicionales indígenas de los pueblos Mayo, Rarámuri y Odomi constituyeron la Alianza de los Pueblos Indígenas del Norte y Noroeste. El Congreso Nacional Indígena encomió que se hubiera emprendido, en los hechos, el camino de la autonomía indígena. La Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía destacó que la autonomía era la respuesta popular a la crisis de los partidos, una nueva forma de hacer política, un proyecto de largo plazo, y un modelo.

Después de la reaparición del EZLN, 75 organizaciones indígenas de todo el país se reunieron en Chiapas. Defendieron los procesos de autonomía que se estaban ensayando y argumentaron que habiendo crisis de credibilidad, legitimidad y representatividad, las autonomías eran la alternativa. Hicieron suyo el Plan zapatista Reali-Ti. El Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena se puso a estudiar el modelo de los Caracoles. Y en Veracruz varios pueblos indios anunciaron su intención de crear Juntas como las zapatistas. Comunidades indígenas de Michoacán anunciaron que formarían 18 municipios autónomos.
Un gran número de organizaciones campesinas vieron en las Juntas de Buen Gobierno un extraordinario instrumento de democracia popular. Las organizaciones obreras agrupadas en la Convergencia Sindical y Social -entre las que se encuentran el sindicato de electricistas, el de telefonistas, el del Seguro Social y el de la UNAM- apoyaron la autonomía zapatista.

¿DIÁLOGO AHORA?

En el tradicional informe presidencial del primero de septiembre, el Presidente Fox hizo una breve y general alusión a los pueblos indígenas, reafirmando la postura gubernamental: ofrecer asistencialismo. Del zapatismo nada dijo. En el gobierno foxista se hacen invitaciones formales al diálogo, pero con la certeza de que el EZLN no está en disposición de negociar. Creen que el zapatismo podría dialogar, pero no negociaría, por ser ésta la postura que mayores dividendos políticos le ha producido. En una coyuntura en la que el gobierno tiene abiertos muchos frentes con muy pocos logros, también tiene miedo a abrir de nuevo el frente del zapatismo. La razón asiste a los zapatistas porque hubo un acuerdo firmado con el gobierno -los Acuerdos de San Andrés- que no fue respetado en lo fundamental cuando se hicieron las reformas en el 2001 y mientras no exista un reconocimiento legal de los derechos y de la cultura indígena no tiene caso volver a la mesa del diálogo.

TRES INQUIETUDES LEGALES

Los analistas de esta nueva etapa zapatista plantearon varias preocupaciones legales. La primera, sobre la misma legalidad de las Juntas de Buen Gobierno. Se hizo ver que los zapatistas estaban amparados en el artículo segundo de la Constitución, que reconoce que los pueblos indígenas tienen el derecho a la libre determinación y a la autonomía para decidir sus formas internas de convivencia y organización social, económica, política y cultural; y que estaban facultados para aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos. Esta base legal, más que a los zapatistas, a quien resolvía el “problema” era al gobierno, que evitaba así la presión del ala conservadora, que pedía represión para los zapatistas. A pesar de la base legal, está claro que la autonomía anunciada por los zapatistas va más allá de los marcos legales.

Otra preocupación legal la planteaba el anuncio de que las Juntas cobrarían impuestos. Se salvaba viéndolos como contribuciones voluntarias. Otro problema: las Juntas aparecían por encima de los municipios, constituyendo un cuarto nivel, cuando son sólo tres los niveles legales: nacional, estatal y municipal. Varios comentaristas hicieron ver que el ensayo de las Juntas, más que una amenaza al orden constituido ofrece oportunidades para solucionar conflictos, sin olvidar que a lo largo de la historia es siempre la realidad en marcha lo que trasforma el derecho. Ciertamente, las Juntas representaban retos y oportunidades para cambios constitucionales.

Los especialistas en derecho indígena recordaron que el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo forma parte de la Ley Suprema de la Nación y que las Juntas encontraban en él su más plena justificación. Recalcaron también que el Convenio de Viena establece que los Estados no pueden alegar legislaciones internas para justificar el incumplimiento de los tratados suscritos.

¿EL COMERCIO? ¿LA CONVIVENCIA LOCAL?

Otra inquietud versó sobre los límites percibidos en algunas de las nuevas medidas. Como las comunidades zapatistas no son ni pueden ser autárquicas, tienen que relacionarse con el mercado. Imponer a las cooperativas que comercian café y artesanías contribuciones solidarias las podría colocar en desventaja frente a la competencia, y el afán de evitar desigualdades entre las comunidades podría desembocar en la imposición de una centralización burocrática controlada por el aparato militar.

Otra preocupación se refería a la convivencia local. En Chiapas, el priísmo local es especialmente adverso y agresivo con los zapatistas y existen comunidades con serias polarizaciones. Cada grupo con sus propias autoridades ya ocasionaba fricciones y ha sido lenta la reconstrucción del tejido social. El diálogo es imperativo, y el más importante tiene que ver con la negociación hacia el interior de las comunidades.

BRILLAN LOS LOGROS DEL ZAPATISMO

A pesar de todas las inquietudes, brillan más los logros. Entre la gama de aportes que el zapatismo ha hecho al mundo, el fundamental tiene que ver con la alternativa autonómica que plantea. Los pueblos indios de México han podido sobrevivir con su propia autonomía, no reconocida por el derecho. Hoy, sin fundarse en textos clásicos revolucionarios, sintetizan imaginativamente tradiciones indígenas con planteamientos novedosos.
No quieren el poder estatal sino la construcción de un poder popular desde abajo. No pretenden ser vanguardia, pero su influencia nacional y mundial se ha ido renovando en los diez años que tienen de haber irrumpido en el espacio público.

Con este nuevo paso, los zapatistas reafirman la vocación pacifista que les impuso la sociedad hace diez años.
Han seguido por ese camino: dan importancia a los fines comunitarios y dejan de ponderar lo militar. Tienen relegadas las armas pero no las olvidan, las circunscriben sólo a la defensa. No quieren militarizar su cultura. Con estas nuevas medidas, privilegian la reconciliación con grupos contrarios. Y siguen demandando respeto.

DOS PILARES, DOS METAS

El EZLN ha dado muestras de una gran capacidad de resistencia y de inventiva política. Los Caracoles zapatistas articulan la organización local con un proyecto alternativo en lo global. Combinan una defensa de intereses específicos con intereses universales. Los dos pilares fundamentales del zapatismo, mandar obedeciendo y crear un mundo donde quepan muchos mundos, siguen siendo metas para los movimientos populares de México y de todo el mundo.

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