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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 128 | Julio 1992

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Nicaragua

Finalmente, ¿quién tuvo la culpa de la derrota electoral?

¿Hubiera ganado el Frente Sandinista las elecciones de 1990 si en el acto de cierre de campaña Daniel Ortega hubiera anunciado la supresión del servicio militar patriótico? ¿Con qué margen? Y de haber ganado, ¿cómo le hubiera ido en este mundo derechizado y neoliberal tratando de sacar adelante un país en ruinas?

Paul Oquist

Las de 1990 no fueron elecciones normales en un país normal. Por la guerra se perdió la mitad del esfuerzo económico de la década. La revolución aglutinó a marxistas y cristianos. Por unos años Centroamérica pudo decidir su futuro. El campesinado se dividió entre quienes se beneficiaron y quienes se pasaron a la Contra. La Revolución entró en contradicción con valores campesinos. En la cultura nicaragüense se da un alto valor a la voluntariedad. La vistosa y costosa campaña del FSLN indujo el voto de "castigo". La UNO proyectó un plan económico milagroso: mejora en 100 días. La revolucion sandinista, atrayente para América Latina y amenaza para Estados Unidos, creaba muchas incertidumbres en la población .

Son éstas varias de las conclusiones que se desprenden del estudio-investigación que presentamos a nuestros lectores.

Preguntas pendientes, en busca de respuestas

Hay muchas preguntas pendientes aún de respuesta sobre la derrota electoral del FSLN en febrero de 1990. Si la situación internacional era tan adversa y el FSLN estaba tan desprestigiado ¿por qué obtuvo una nada despreciable minoría del 40%? Tal como se devuelven las cosas dentro y fuera de Nicaragua, ¿cuáles son las expectativas para ese 96 que se nos acerca un poco cada día? ¿Cómo votará la mayoría de los nicaragüenses que han visto descender drásticamente su nivel de vida al tiempo que sus mejores esperanzas eran despedazadas?

El equipo del Instituto de Estudios Nicaragüenses IEN, dirigido por Paul Oquist, realizó una investigación en conjunto con el Instituto para el Desarrollo para la Democracia (IPADE) y el Centro de Investigaciones y Estudios Municipales (CIEM) para analizar con mayor perspectiva los resultados globales de las elecciones de 1990, comprender mejor el momento actual y realizar pronósticos de futuro con más posibilidades de aciertos. El equipo fundamentó su trabajo en base a la información generada por el Proyecto de Investigación "Dinámica Sociopolítica de las Elecciones Nicaragüenses 1990, cuyos resultados de investigación junto con sus anexos, serán presentados en un libro que próximamente será presentado por el IEN.

Una dinámica difícil y un desenlace inesperado

En el marco conceptual de la investigación, el término dinámica socio-política se define como el conjunto operacionalmente de la siguiente manera: factores relevantes que explican los resultados de las elecciones, enmarcados en el plano político, ideológico, cultural, social y económico. Estos factores explicativos son estructurales y coyunturales, externos e internos.

Los factores estructurales explican las posibilidades de transformación, o sea, las posibilidades de desenlace de los procesos socio-políticos, en un momento determinado. Aunque también las estructuras son dinámicas. En cuanto a los factores coyunturales, explican los desenlaces concretos de los procesos socio-políticos, dentro del marco de las posibilidades estructurales. Dicho en dos palabras, los factores estructurales estructuran una situación, mientras los factores coyunturales condicionan los desenlaces concretos. A su vez, los desenlaces concretos pueden variar las posibilidades estructurales, es decir, pueden producir transformaciones cualitativas.

Mientras más cerca se está de un fenómeno social, más énfasis tiende a darse a lo coyuntural y a lo interno. El caso es también, que a este espacio suelen reducirse -en gran medida- las opciones de los actores políticos en los países dependientes del Tercer Mundo. Cuanto mayor es la distancia en el tiempo y/o en el espacio más se destacan las grandes tendencias estructurales. La investigación analítica también puede contribuir a lograr una "perspectiva histórica".

Las elecciones del 25 de febrero no son una excepción. La primera generación de explicaciones, inmediatamente después del hecho, se concentraba predominantemente en factores coyunturales e internos, tales como las incidencias de la campaña. Progresivamente, las explicaciones posteriores han enfatizado cada vez más lo estructural, tanto externo como interno. Sin embargo, se considera que una explicación social completa debe abarcar, tanto lo estructural como lo coyuntural, lo externo como lo interno. La configuración concreta de factores depende de la naturaleza del hecho y viene a conformar un criterio tipológico útil para la caracterización global de un fenómeno social. En realidad, los fenómenos sociales son únicos y nuestras categorías analíticas no son mas que simplificaciones que facilitan su entendimiento.

Preguntas fundamentales que debemos hacernos ante el resultado electoral

La investigación fue orientada buscando respuestas a estas preguntas directrices:

* ¿Por qué Violeta Barrios de Chamorro y la UNO ganaron las elecciones con el 54.7% del voto?

* ¿Por qué, no obstante los factores señalados en la explicación de la derrota del FSLN, Daniel Ortega Saavedra y el Frente Sandinista lograron captar el 40.8% de los votos?

* ¿Por qué ganó el FSLN en 30 municipios, a pesar de la tendencia general adversa a nivel nacional?

Así, las respuestas a la primera pregunta directriz, respecto a por qué ganó la UNO y perdió el FSLN se organizan en:

- Factores estructurales externos
- Factores estructurales internos
- Factores coyunturales externos
- Factores coyunturales internos

El resumen sobre las otras dos preguntas directrices y la proyección futura de las variables examinadas, están presentadas así:

- La base política del FSLN
- Perspectivas
- Resumen y conclusiones

Por qué ganó la UNO y perdió el FSLN? Factores estructurales externos

Debido al grado de dependencia que tiene Nicaragua, como pequeño país centroamericano exportador de materias primas, los factores estructurales externos tienen un alto grado de incidencia en los factores internos, tanto estructurales como coyunturales.

Los dos factores estructurales externos de mayor relevancia durante la década de los años '80 fueron:

- Los cambios en las estructuras sociopolíticas Internacionales.

- La agresión norteamericana contra Nicaragua.

Estos dos factores estuvieron íntimamente relacionados, en el sentido que el primero facilitó enormemente el segundo: los cambios sociopolíticos mundiales fortalecieron la base política de la agresión norteamericana contra Nicaragua. Algunos elementos que se habían opuesto a dicha política, se debilitaron o desaparecieron, mientras otros, que eran soportes para Nicaragua, fueron neutralizados.

Cambios en las estructuras sociopolíticas internacionales

En 1979, la Revolución Popular Sandinista triunfó en condiciones internacionales que le eran favorables. Diez años más tarde, el cuadro estructural externo le era casi totalmente adverso. La década de los 80, sobre todo en su segundo lustro, ha sido uno de los períodos de cambios estructurales sociopolíticos más concentrados de toda la historia de la Humanidad, a saber:

- En Europa Oriental, se produjo el derrumbe del bloque socialista, la introducción de instituciones políticas liberales, la renuncia al modelo de socialismo imperante, y el inicio del proceso de transformación de sus economías al capitalismo.

La crisis de ese modelo de socialismo se produjo por razones económicas comparativas, concretamente por la mayor capacidad demostrada, de parte de las empresas transnacionales, para canalizar la revolución tecnológica y científica a la producción, principalmente en materia de tecnología de avanzada (nuevos materiales, biotecnología, energía alterna, micro-electrónica, informática, robótica, diseño apoyado por computadora y fabricación, apoyada por computadora conocido como CAD-CAM tecnología gerencial, entre otros.

Otros factores fundamentales fueron: la incapacidad de las estructuras verticales centralizadas para adaptar la sociedad a nuevas condiciones y la contradicción entre ideales democráticos y bajos niveles reales de participación ciudadana, así como de articulación y agregación de intereses grupales (básicamente, económicos y étnicos).

- El ascenso vertiginoso de la hegemonía política y militar norteamericana a nivel mundial, a un punto tal, que el orden político-militar internacional ya es mono-polar, debido precisamente al colapso del bloque socialista. Si bien Japón y Alemania representan centros alternos de poder económico, su dependencia militar y política hacia Estados Unidos es aún mayor que la de algunos otros países, ya que sus economías dependen en gran medida del mercado norteamericano.

- Una sólida política por parte de Estados Unidos a través de toda la década, para revertir los regímenes revolucionarios en el Tercer Mundo ("roll-back") y para mantener una política de agresión permanente contra Nicaragua. La continuidad de dicha política fue facilitada por tres victorias consecutivas del Partido Republicano en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y el elevado grado de continuismo entre las políticas de Reagan y Bush.

- Una debilidad generalizada en los partidos revolucionarios y progresistas a nivel mundial. Donde conservan mayores cocientes de poder, sus posiciones son más parecidas a las posiciones neo-liberales de derecha. En todo el siglo, nunca se había producido un reflujo tan grande para las fuerzas de izquierda y centro-izquierda a nivel mundial.

- Una depresión económica institucionalizada para los países exportadores de materias primas, excepto petróleo, con un proceso casi permanente de deterioro en los términos del intercambio comercial, agudizado también por la permanente crisis de la deuda externa; ésta ha implicado flujos netos de capitales negativos hacia los países desarrollados desde 1984, e incluso en los últimos tres años, hacia la banca internacional de desarrollo (FMI, Banco Mundial, BID, etc.).

- El descenso del nacionalismo latinoamericano, cuya baja más sensible es México, que ya está involucrado en el proyecto de integración económica del Mercado Común Norteamericano, con Estados Unidos y Canadá.

La adaptación al cambiante medio internacional y la permanente búsqueda de cooperación externa, cada vez más escasa, hizo que la Revolución priorizara fuertemente la política internacional. En el manejo político sandinista, lo internacional tuvo prioridad sobre lo nacional y lo nacional sobre lo local. A nivel internacional, esta política tuvo éxito, pero al precio de elevados costos.

En relación a los éxitos, el primero y más importante consistió en que Estados Unidos nunca pudo crear las condiciones para tener la opción política real de invadir Nicaragua, aún en los años en que la Administración Reagan tenía como uno de sus principales objetivos en política exterior el derrocamiento armado del gobierno nicaragüense. Los procesos negociadores de Contadora, Esquipulas y la serie de reuniones posteriores de los Presidentes centroamericanos, alejaron la posibilidad de una invasión, aún en un contexto global de deterioro de las condiciones internacionales para la Revolución.

El primer objetivo de la diplomacia sandinista era evitar las posibilidades de una intervención militar directa norteamericana y en esto obtuvo un rotundo éxito. Sin embargo, los cambios de políticas y las continuas concesiones en el marco negociador crearon confusión a lo interno de Nicaragua, e incluso, desmotivaron y desmovilizaron a algunos sectores de la base sandinista.

La agresión norteamericana contra Nicaragua

Otro factor externo de la mayor importancia fue em 1986 la agresión norteamericana contra Nicaragua, confirmada como tal por el fallo del caso "Nicaragua Vs. Estados Unidos: Acciones Militares y Paramilitares Dentro y Contra Nicaragua", ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El concepto de la doctrina político-militar norteamericana aplicado a Nicaragua fue la "Guerra de Baja Intensidad."

Es importante señalar la denominación de "Guerra de Baja Intensidad" se hace desde la perspectiva político-militar norteamericana, que la concibe dentro de una dimensión que va desde un "Intercambio Nuclear Total" hasta la "Acción Encubierta", pasando por la "Guerra Nuclear Limitada", la "Guerra Convencional" y la "Guerra de Baja Intensidad", entre otros.

Para la víctima de esta estrategia, Nicaragua, la guerra no era de baja intensidad, sino total (económica, social, política, ideológica, cultural, diplomática y militar), permanente y prolongada (1981-1990); de altísima intensidad, tal como se describirá más adelante, en la exposición de la articulación de la agresión en Nicaragua como "Factor Estructural Interno".

La agresión consistió concretamente en:

- Agresión militar directa con ataques aéreos y navales de la CIA a puertos nicaragüenses, incluyendo el minado de los mismos, así como sobrevuelos de inteligencia de las Fuerzas Armadas norteamericanas.

- Agresión militar indirecta a través de los contrarrevolucionarios, dirigidos, financiados, armados, transportados, entrenados y apertrechados por Estados Unidos, a la vez que recibían directamente inteligencia militar norteamericana.

- Sabotaje económico.

- Bloqueo financiero.

- Embargo comercial.

- Presiones diplomáticas y económicas a organizaciones internacionales y a terceros países, para aislar a política y económicamente Nicaragua.

- Presiones diplomáticas y económicas para neutralizar los esfuerzos de paz de Nicaragua, incluyendo los procesos de Contadora y del Grupo de Apoyo, Esquipulas y demás reuniones de Presidentes centroamericanos, así como el proceso de negociación con la Resistencia Nicaragüense en Sapoá.

- Campaña mundial de desinformación y de acciones encubiertas, para dañar la imagen política de la Revolución Popular Sandinista.

- Actividades abiertas y encubiertas contra el Gobierno revolucionario, el FSLN y las organizaciones de masas, así como a favor de los partidos, sindicatos y organizaciones gremiales de la oposición.

- Intervención en los procesos electorales nicaragüenses de 1984 y 1990, planteada como otros elementos en la "Guerra de Baja Intensidad".

En el contexto de la guerra prolongada, económica, política y militar -librada por Estados Unidos contra Nicaragua a partir de 1981, con el objetivo de derrocar al Gobierno Revolucionario, destruir al FSLN y aplastar a la Revolución- es importante señalar que las elecciones nicaragüenses de 1990 no fueron elecciones normales en un país normal.

La campaña y los comicios se desarrollaron con la mayor normalidad posible, debido a la voluntad política del Gobierno revolucionario y del FSLN de realizarlas en forma anticipada, abierta y observada, para restar pretextos a la agresión y lograr la paz. Sin embargo, el contexto estructural de las elecciones fue la agresión norteamericana y la utilización que los Estados Unidos hicieron de las mismas, como otro medio para conseguir sus objetivos en Nicaragua.

Este punto es obvio, pero se hace necesario recalcarlo debido a cierta tendencia a perderlo de vista en las explicaciones de los resultados electorales. No es posible explicar los resultados de las elecciones sin tomar en cuenta la guerra de agresión de casi una década de duración, en que el gobierno norteamericano tenía como política consciente concentrar todas las energías de la Revolución en la defensa militar, generar tensiones sociales en torno a la guerra, sabotear los esfuerzos de paz -para mantener funcionando los elementos anteriores y generar frustraciones en torno a la misma- desgastar la economía a través de la guerra, el bloqueo financiero y el embargo comercial; todo, con el propósito de debilitar políticamente al FSLN.

Si bien durante los primeros años el Gobierno norteamericano mantuvo ilusiones de un desenlace militar favorable a sus intereses, éstas desaparecieron ante la incapacidad demostrada por la Contra para controlar territorios, tomar y mantener ciudades o pueblos grandes, o crear un Frente Interno en el Pacífico. La respuesta era, sin embargo, una adaptación de esta fuerza a una misión para la cual probó ser efectiva: ataques a objetivos económicos civiles; es decir, la política de terrorismo de Estado.

A partir de 1983-1984, la guerra tuvo esta característica principal. Es más, la CIA participó, directamente, con el minado de los puertos nicaragüenses los ataques aéreos y navales a instalaciones portuarias, incluyendo el ataque a los tanques de combustible de Corinto, que puso en peligro a la población civil del puerto.

La agresión a Nicaragua tuvo como objetivo más ambicioso derrocar al Gobierno revolucionario, pero también era un objetivo "de consolación" castigarla ejemplarmente por su independencia y garantizar que el proyecto revolucionario no fuera un éxito económico. En la encuesta post-electoral, el 50.8% de los entrevistados declararon que es "un error para un pequeño país de Centroamérica intentar enfrentarse a la política norteamericana" (votantes UNO 64.2%; votantes FSLN 32.6%). No se cuenta con información para conocer el nivel de aceptación que esa proposición hubiera tenido en 1984 ó 1982, pero se plantea como hipótesis que habría sido significativamente menor. Lo que sí está claro es que el resultado de 1990 es un indicador del éxito de "la guerra de baja intensidad" contra Nicaragua.

¿Fue una guerra de baja intensidad?

La llamada "Guerra de Baja Intensidad" tuvo una victoria importante, en la medida que la situación estructural de las elecciones en Nicaragua -de enormes ansias de paz, de tensiones sociales relacionadas con la guerra y de crisis económica prolongada- fue creada por políticas diseñadas y ejecutadas por los Estados Unidos con esos propósitos, a través de toda la década. Sin embargo, en el desenlace final de la lucha estructural entre Estados Unidos y el Sandinismo, ninguno logró totalmente sus objetivos.

Por la naturaleza del desenlace, en elecciones pluralistas y no en el campo militar de batalla, Washington logró apartar al Sandinismo del Poder Ejecutivo, pero no liquidar al FSLN o a la Revolución. El FSLN sigue siendo el partido más grande y coherente de Nicaragua, protegido por los mismos preceptos de la democracia pluralista. El FSLN, por su lado, logró terminar la guerra y desmovilizar a la Contra, pero al costo de perder el control del gobierno. En ese sentido, las elecciones produjeron una especie de tablas entre la Administración Bush y el Sandinismo.

Factores estructurales internos

En cuanto a los factores internos que han estructurado la situación política nicaragüense en general y, los resultados de las elecciones de 1990 en particular, se puede identificar como algunos de los más importantes, la guerra contrarrevolucionaria, la no viabilidad de la economía nicaragüense y el deterioro de la base política del FSLN

La Guerra contrarrevolucionaria

La guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua, organizada como parte de la agresión norteamericana, tuvo un enorme impacto estructural en la sociedad nicaragüense. Tal como ya se ha dicho, consistió en una "Guerra de Baja Intensidad", sólo desde la perspectiva norteamericana. La altísima intensidad tuvo para Nicaragua se refleja en los indicadores sobre víctimas humanas y daños económicos, presentados a continuación.

Las 61,884 víctimas de guerra, representan el 1.72% de la población nicaragüense de 3.6 millones de habitantes. Los 30,865 muertos representan el 0.86% de la población. En Estados Unidos, tal porcentaje en una población de 250 millones representaría 2,125,000 muertos, una cifra que casi duplica la de todos los militares "muertos en acción" y "por otras causas" en todas las guerras norteamericanas, incluyendo las bajas de ambos bandos en la sangrienta guerra civil, y los muertos norteamericanos en la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam, tal como se refleja en el cuadro No.1. El trauma social y humano de la guerra de agresión contra Nicaragua es de primer orden de magnitud, desde cualquier punto de vista o criterio comparativo.



Los daños materiales y daños a la producción, por causa de la guerra, sumaron 1,998 millones de dólares, el bloqueo financiero significó para Nicaragua 642 millones más el embargo comercial, otros 459 millones, mientras el exceso de gastos en defensa y seguridad (por encima del promedio de gasto 1980-1982) en el período 1983-1989, sumó 1,933 millones, para un total de 5,032 millones de dólares. Al agregar los efectos adicionales de los factores anteriores en el Producto Interno Bruto de US$ 4,055 millones, el gran total es 9,087 millones de dólares.

Esto significa que, debido a la guerra, se perdió la mitad del esfuerzo económico de toda la década. Lo anterior, sin embargo, tampoco refleja los daños y perjuicios totales, desde el punto de vista legal estipulado en el caso contra Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia de La Haya que, adicionalmente, toma en cuenta los daños a la capacidad nacional de desarrollo social (educación, salud, etc.), indemnización para las familias de los muertos y para los lisiados, compensación por las violaciones de la soberanía nacional, el valor actual de las pérdidas económicas y sociales y los intereses acumulativos de los daños y perjuicios a tasa LIBOR. Al sumar todos estos elementos, los daños y perjuicios suman más de 17 mil millones de dólares.

La Guerra contrarrevolucionaria se articuló de distintas formas y en diferentes momentos, en los que variaron sus características, tanto militares como sociales:

- 1980-1981:

Bandas contrarrevolucionarias, con un alto porcentaje de ex-guardias somocistas, intentando aplicar tácticas guerrilleras.

- 1982-1983:

Ante el fracaso de la estrategia anterior, la CIA cambió a una diametralmente opuesta, las denominadas "fuerzas de tarea", constituidas por columnas numerosas que entraban a Nicaragua desde bases en países vecinos, con el propósito de controlar territorio y tomar ciudades y pueblos. Tenían una estructura de mando integrada por ex-guardias, con base campesina integrada mediante reclutamientos por secuestros y diversas formas de coacción y apelación ideológica. Lograron la expansión del alzamiento a sectores importantes de las comunidades indígenas de la Costa Atlántica y realizaron intentos de formar un Frente Interno en el Pacífico, para fines de sabotaje y operaciones comando.

- 1983-1984:

Ante un nuevo fracaso, la CIA adoptó la estrategia de TERRORISMO DE ESTADO, a través de la Contra y de sus propias unidades; se privilegiaban ataques a objetivos económicos civiles, como parte de la estrategia de guerra prolongada de desgaste ("protracted war of attrition"). Búsqueda de expansión territorial, y esfuerzos por ligar el FDN en el norte con ARDE en el Sur. Se logró un mayor índice de captación del campesinado. Como respuesta, fue necesaria la introducción del Servicio Militar Patriótico (SMP) por parte del EPS.

- 1985-1987:

Derrota estratégica de la Contrarrevolución, en que el EPS tomó la iniciativa y redujo la cobertura territorial y la capacidad operacional de una Contra que siguió priorizando ataques a objetivos económicos civiles. Tanto la Contra como el Ejército sufrieron bajas de consideración. La Contra logró reponer sus bajas con el reclutamiento campesino a una tasa acelerada y en volúmenes que indican una base social arraigada. Por parte del EPS, se aumentó el nivel de reclutamiento en el SMP.

- 1988-1990:

Después del contundente desalojo a la Contra en el Río Hamaca con la Operación Danto, se produjo el acuerdo de Sapoá con la Contrarrevolución. Este acuerdo fue saboteado por el gobierno norteamericano, que descabezó el liderazgo civil y militar de la Contra e impuso al ex-Coronel GN Enrique Bermúdez como líder indiscutible, lo que produjo una "paz frustrada y estancada".

Bermúdez fue posteriormente desplazado del liderazgo por mandos campesinos. La Contra se concentró en sus campamentos en Honduras y en las áreas de la frontera agrícola donde tenía base social. No se estableció un control territorial propiamente dicho, ya que el EPS siempre pudo penetrar en cualquier zona, pero sí se logró establecer una presencia permanente y una influencia decisiva en determinadas localidades de las Regiones V y VI, en Nueva Guinea y El Almendro.

La existencia de la guerra contrarrevolucionaria, a su vez, planteó la necesidad de operaciones militares gubernamentales en zonas campesinas, lo que muchas veces provocó impactos negativos hacia la Revolución Popular Sandinista. Confrontados con una fuerza irregular insurgente con base social local en algunas regiones y comarcas, el EPS y la Seguridad del Estado se encontraban en una situación objetiva de fuerzas contrainsurgentes y no en una situación de fuerzas revolucionarias; en esas circunstancias, algunos de sus efectivos actuaron como fuerzas regulares.

Arbitrariedades por parte de unidades del EPS o de la Seguridad del Estado determinaban a veces que una familia entera apoyara a la Contra, de la misma forma que a lo inverso, familias víctimas de secuestros, ataques u otras arbitrariedades Contras apoyaban a la revolución. La lucha por base social en la frontera agrícola no se determinaba sólo por atracción, sino también por repulsión.

La guerra contrarrevolucionaria también hizo necesaria la creación del Servicio Militar Patriótico (SMP) que tuvo un alto costo político, por su obligatoriedad y por los mecanismos de reclutamiento, sobre todo en áreas campesinas. Por otro lado, debe destacarse que los campesinos en las cooperativas de auto-defensa de reforma agraria, no sólo sufrieron gran parte de los ataques de la Contra, sino que también colaboraron en muchas de las operaciones ofensivas.

La guerra contrarrevolucionaria desgastó la economía del país, desarticuló la producción en áreas extensas, polarizó al campesinado y permitió a la Contra establecer una presencia permanente y una influencia decisiva en determinadas zonas de los municipios de la frontera agrícola, en donde oponerse a ella era bajo riesgo inminente de perder la vida. Todos estos factores condicionaron el desenlace de las elecciones del 25 de febrero.

La no viabilidad de la economía nicaragüense

De acuerdo a datos de la CEPAL, en el período comprendido entre 1979 y 1983, Nicaragua tuvo la segunda tasa más alta de crecimiento económico en América Latina. Todavía en el año 1983, Nicaragua tuvo la segunda tasa, no obstante el deterioro provocado por la guerra, que ya pesaba sobre la economía. Procesos de reactivación económica, altas tasas de inversión impulsadas por el Estado y un flujo considerable de cooperación externa, facilitaron estos resultados.

En 1982 y 1983, la guerra empezó a influir decisivamente en la economía, debido a los daños en la infraestructura y las correspondientes necesidades de reposición, así como los gastos de defensa y la afectación de ésta a los bienes de todo tipo. La producción para consumo interno y exportable fue afectada y se produjo una escasez aguda y crónica. Se introdujeron mecanismos de racionamiento para controlar los precios al consumidor y lograr mayor equidad en la distribución y se intentó captar directamente la producción campesina y realizar directamente la distribución de bienes básicos, para controlar la especulación y el mercado negro.

A partir de 1984, la situación económica era de crisis permanente, lo que obligó a cambiar la política económica a partir de 1985, iniciándose un proceso de eliminación de subsidios de todo tipo y de retorno a la utilización exclusiva de mecanismos de mercado para la distribución. Sin embargo, hasta 1988, año en que ya se había producido la derrota estratégica de la Contra, desde el punto de vista militar, la lógica política y militar del esfuerzo de defensa impidió la plena aplicación de la nueva lógica económica.

Por ejemplo, en circunstancias en que se estaba compitiendo por la base social campesina, no fue posible aplicar tasas de interés positivas (mayores que la tasa de inflación) para los productores agropecuarios. Aún después de la derrota estratégica de la Contra, la imposición de tasas de interés positivas resultó ser políticamente controversial entre los productores, que ya estaban acostumbrados a un virtual subsidio financiero.

A partir de octubre de 1987, mes en que el Huracán Juana desoló la Isla del Maíz y Bluefields, la hiperinflación aceleró el proceso de desarticulación de las actividades económicas y se convirtió así para la Revolución, en un enemigo más peligroso que la Contra, ya derrotada estratégicamente desde el punto de vista militar.

En 1987 la cooperación externa llegó a su punto máximo, a un nivel de 500 millones de dólares; pero ante la disyuntiva de una reducción considerable en 1988, salieron misiones de emergencia en búsqueda del financiamiento. Tanto en 1987, como en 1988 y 1989, dichas misiones produjeron resultados cada vez menores y, en todo caso, inferiores al nivel de requerimiento mínimo.

Las exportaciones tocaron fondo en 1988 y tuvieron un ligero repunte en 1989, sin que esto significara, de ninguna manera, amortiguar el déficit crónico en la cuenta comercial nicaragüense y menos, pensar en pagar deuda alguna, salvo las obligaciones necesarias para lograr nuevos créditos.

La cada vez más evidente inviabilidad de la economía nicaragüense tornó imposible seguir desarrollando el proyecto revolucionario a partir de 1985 y a partir de 1988 ya no se tenía la base económica necesaria para mantenerlo, en condiciones en que no había ninguna solución económica, ni siquiera potencial, en el horizonte político nacional o internacional para el Gobierno revolucionario.

Este hecho objetivo potenció -en las ofertas electorales de la UNO- la atracción de una mejora en las relaciones con Estados Unidos, ya que se vislumbraba reanudar la asistencia financiera norteamericana. Por otra parte, el Presidente de los Estados Unidos había anunciado durante la campaña, que levantaría el embargo comercial en caso de una victoria electoral UNO.

El deterioro de la base política del FSLN

Cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) asumió el poder en 1979, al terminar con 45 años de Dictadura Militar Somocista, se encontró con un país atrasado y en ruinas. El partido que asumió el poder era una estructura pequeña y sin experiencia, pero contaba con una amplia base de apoyo, tanto por haber derrocado a la tiranía -a costa de un gran sacrificio- como por la expectativa generalizada de la necesidad de un cambio. Sin embargo, no existía consenso en cuanto a la dirección del cambio considerado como deseable y factible.

El proyecto del FSLN planteaba transformaciones estructurales mediante la creación de un área de propiedad estatal en una economía mixta, la Reforma Agraria y la ampliación y democratización de los servicios sociales. Se trataba de un proyecto de clara orientación socialista, que implicaba un fortalecimiento del papel del Estado en la sociedad nicaragüense.

La política exterior del proyecto revolucionario fue nacionalista, tercermundista, independiente y de no alineamiento, con apertura de relaciones hacia Cuba, la URSS y los países socialistas. El proyecto revolucionario aglutinó a nacionalistas, marxistas y cristianos influidos por la Teología de la Liberación, que vieron en Nicaragua la realización de su proyecto político-teológico.

Después del primer reacomodo ante el colapso de la dictadura, el proyecto despertó la oposición de Washington, del Vaticano, de sectores conservadores locales y de la Iglesia Católica nicaragüense, además de los somocistas. El hecho de que un grupo de guerrilleros hubiera llegado al poder en Nicaragua y brindara apoyo a la Revolución salvadoreña, hizo que los otros gobiernos centroamericanos, alentados por Estados Unidos, vieran al Gobierno sandinista como una amenaza y participaran en los esfuerzos para derrocarlo.

Esa posición, sin embargo, cambió después del fracaso militar de la Contra y ante el éxito de los esfuerzos por lograr acuerdos políticos a través de la negociación, en los procesos de Contadora y Esquipulas. Por un momento histórico, los Presidentes centroamericanos tuvieron la oportunidad de decidir asuntos fundamentales para el futuro de la región, con mayor autonomía relativa, antes que Washington recompusiera su hegemonía de manera casi absoluta, a como la tiene en la actualidad.

Se estima que si el FSLN hubiera llamado a elecciones en 1979 o 1980, esa agrupación política hubiera recibido más del 80% del voto, mientras algunos observadores pondrían esas cifras al nivel del 90%. Se considera que a partir de 1980, hubo dos tipos de deterioro en la base política del FSLN. Uno, como resultado de contradicciones sobre el modelo de la Revolución; y otro, no por problemas con el modelo básico, pero sí con aspectos específicos del mismo, debido a su no funcionamiento o a la forma de su aplicación. Los grupos en los que se ha producido el desgaste han sido, principalmente, la burguesía, los profesionales, los campesinos, el sector informal y las amas de casa.

Actitudes y opiniones de la burguesía

En 1980 se deshizo parcialmente la amplia coalición que había apoyado al FSLN en la última etapa del derrocamiento de la dictadura. El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) pasó a la oposición, actuando más como partido político que como confederación de gremios, a la vez que se produjo la renuncia de Alfonso Robelo y de Violeta Chamorro de la Junta de Gobierno.

El COSEP planteó el asunto como una disputa por la correlación de fuerzas en el Consejo de Estado, en vista de que el FSLN propuso agregar en el cuerpo legislativo a las nuevas organizaciones de masas surgidas después de la Victoria Popular. Para el FSLN, se planteaba una contradicción entre la política de Unidad Nacional y el proyecto de transformaciones estructurales en beneficio de los obreros y campesinos, incluyendo la redistribución del ingreso, la propiedad y el poder.

La burguesía aglutinada en el COSEP se oponía a múltiples aspectos fundamentales del modelo revolucionario: la creación del Area Propiedad del Pueblo, la reforma agraria, las políticas redistributivas, las leyes que confiscaban a los ausentes, descapitalizadores y Contras, entre otros; pero por encima de todo estaba el hecho, ya comprobado, de que habían perdido el poder junto con el somocismo. La participación de la burguesía cosepista, en amplia alianza, se basaba en el supuesto de que ellos, en última instancia, iban a ejercer el poder; al no resultar así, se pasó a posiciones intransigentes de oposición.

Otros sectores de la burguesía pasaron también a la oposición a lo largo de los años. Un punto particularmente neurálgico fue el de algunas confiscaciones consideradas injustas y arbitrarias, especialmente cuando se alegaba una motivación política. Aunque estos casos no fueron numerosos, se convirtieron en causas célebres entre la burguesía y minaron la credibilidad en la economía mixta.

Otra reivindicación fue "la competencia desleal del Estado", que simultáneamente fue normador y regulador por un lado y productor y distribuidor por el otro. Los empresarios privados planteaban que no podían competir con empresas estatales que gozaban de ventajas cambiarias (acceso a divisas por los mecanismos de asignación vigentes) y fiscales (sobre todo aduaneros) y que, además, no podían quebrarse. La lista de reivindicaciones no incluye "ventajas crediticias", ya que durante todo el período del Gobierno revolucionario hubo amplia disponibilidad de créditos para el sector privado, muchas veces a tasas de interés negativas, lo que hizo de la especulación crediticia una de las principales actividades financieras de la burguesía.

La burguesía descapitalizó sus empresas en Nicaragua y no invirtió durante los años de la Revolución, salvo raras excepciones. Casi todo el esfuerzo inversionista recayó sobre el Estado. Incluso, el capital de trabajo se basaba principalmente en el crédito bancario (un comportamiento estructural que había existido también antes del Gobierno Revolucionario y persiste ahora).

Al final, la mayor parte de la burguesía estaba en la oposición y los "productores patrióticos" (que respaldaban a la Revolución) quedaron como una minoría aislada en el seno de su clase. La encuesta post-electoral indica que sólo un 10% de los "dueños y patronos" votó por el FSLN.

La contradicción Unidad Nacional-Políticas Populares también creó tensiones con las clases populares, cuando el Gobierno Revolucionario buscó estimular económicamente a determinados sectores en momentos de gran austeridad salarial (por ejemplo, incentivos de exportación en dólares para productores). Independientemente de su grado de éxito o no desde el punto de vista económico, los estímulos y beneficios para la burguesía reportaron muy limitadas ventajas políticas para el FSLN, ya que la burguesía votó prácticamente en bloque por la UNO. Sin embargo, visto históricamente, no es común que una revolución de orientación socialista tenga el apoyo del 10% de los "dueños y patronos" después de 10 años en el poder, lo que indica una vez más las particularidades de la Revolución Nicaragüense.

Actitudes y opiniones de los profesionales

El deterioro entre los profesionales fue significativo, pero no comparable al de la burguesía. Esto, en parte, refleja la complejidad socio-política de este grupo social.

Una parte de los profesionales entró en conflicto con el modelo revolucionario y tuvo un comportamiento idéntico a la burguesía, con la cual se identificaba.

Por otro lado, alrededor del Estado se aglutinaron grupos significativos de profesionales que se sentían realizados con el proyecto revolucionario. Una encuesta post-electoral demuestra que los trabajadores estatales constituyeron uno de los grupos de voto mayoritario para el FSLN en las elecciones de 1990, con tasas de mayor apoyo entre aquéllos de más alto nivel educativo.

La diferenciación de salarios y otros beneficios a favor de los técnicos calificados, amortiguó en alguna medida el impacto de la crisis económica entre estos grupos, sobre todo en los sectores productivos, a la vez que generó tensiones con algunos grupos de obreros que criticaban los privilegios de los profesionales en el Estado. El planteamiento igualitario era que los sacrificios debían ser "parejos". La posición justificadora fue que no todos los sectores tenían el mismo nivel de conciencia revolucionaria y la economía no podía funcionar sin conservar el aporte de los técnicos y profesionales, quienes requerían estímulos materiales.

Otro grupo de profesionales -en el aparato administrativo del Estado, en el partido, en las fuerzas armadas y en los sectores de educación y salud- apoyó la Revolución sin estímulos materiales. Al contrario, estos sectores experimentaron una reducción en su poder adquisitivo real de más del 90% entre 1980 y 1989. En 1980, por ejemplo, el salario máximo del Estado era el equivalente de mil dólares al mes ; en 1989, los mismos salarios equivalían a 80 y 90 dólares.

El análisis es más difícil en cuanto al deterioro de la base política del FSLN entre los profesionales independientes. Una pista indirecta se encuentra en una investigación sobre la emigración de profesionales nicaragüenses para la Escuela de Sociología de la UCA por las investigadoras Gertrudis Guerrero, Lucía Guerrero y Rosario Sanabria bajo el título "Migraciones Externas de Profesionales Nicaragua 1979-1988". Basada en una encuesta realizada en el exterior, la investigación encontró que la emigración por razones ideológicas se produjo en los primeros años de la Revolución y que la motivación posterior fue principalmente relacionada con factores económicos y el Servicio Militar Patriótico (SMP). Los dos años pico de emigración de profesionales fueron 1984 - cuando se empeoró la situación económica y se introdujo el SMP-, y 1988 -en que se agravó la crisis económica-. El hecho de que una de las principales causas de emigración fuera el SMP, demuestra de nuevo su fuerte impacto social y político.

Actitudes y opiniones del campesinado

Este sector se dividió sobre el modelo de la Revolución y la forma de su aplicación en el campo; algunos sectores fueron los beneficiarios de la reforma agraria, mientras otros pasaron a ser la principal base social de la Contrarrevolución.

La mayor base social de la Contrarrevolución se concentraba en el campesinado de la frontera agrícola y de las zonas adyacentes de ganadería extensiva. Se trata de una sociedad atrasada, tradicional e individualista, temerosa de la reforma agraria y de la regulación estatal de todo tipo, defensora de la religión y de una Iglesia que se decía amenazada. Estos elementos formaron la base de apelación ideológica por parte de la Contra. Esto estaba acompañado por la coacción en diversas maneras. El secuestro y otras formas de reclutamiento forzoso siempre fueron importantes. La Contra establecía nexos con las familias afectadas mediante información acerca de los reclutas y la comunicación con ellos. La lealtad familiar tiene una gran fuerza y había la tendencia, en familias enteras, a alzarse o desalzarse en cadena.

Al final de la guerra, la Contra había establecido una "influencia decisiva" en estas zonas. Mientras el Gobierno, el FSLN, el ejército y el Ministerio del Interior eran estructuras urbanas que pasaban por las comarcas afectadas, la Contra vivía en las mismas en forma permanente. En esos lugares, ser sandinista era una condena segura a muerte, lo que con el tiempo se tradujo en la existencia de comarcas enteras sin ningún contrapeso a la influencia de la Contra.

Una contradicción generalizada con todo el campesinado, fueron los tranques y decomisos de granos básicos y otros productos, realizados por el Ministerio de Comercio Interior en el período 1982-1986. Las entrevistas a profundidad y los focus groups revelan que para muchos campesinos, pérdida de un quintal de grano en esa época constituyó un robo e, incluso, una experiencia traumática inolvidable e imperdonable. Consideran también como injusticias y arbitrariedades, el no haber podido transportar granos, en cantidades suficientes, a lugares apartados, ya fuera para remediar pérdidas de cosechas o para prevenirlas. Finalmente, señalan la corrupción de algunos inspectores, que se quedaban con los productos decomisados o promovían el soborno.

Detrás de los tranques existía un conflicto social sobre la apropiación de las cosechas. Los tranques se pusieron en práctica porque una parte importante del campesinado no comercializaba a través de ENABAS (empresa de comercio interior del Estado) a los precios oficiales, sino con los intermediarios privados, a precios especulativos.

El conflicto operaba en dos niveles; en lo económico, el precio menor de ENABAS obedecía a una política de protección del poder adquisitivo de los trabajadores mediante precios controlados, lo que tenía implicaciones para los términos de intercambio campo-ciudad, aun cuando también había subsidios para los precios al productor.

En lo ideológico, se chocaba con la lógica de la economía campesina. ¿Por qué conviene vender al Estado a menor precio, antes que al intermediario tradicional a mayor precio? con esto, se puso en duda el modelo revolucionario mismo en cuanto a su beneficio al campesinado.

La política de subsidios afectó también a la producción. En determinado momento, era más favorable para el campesino comprar el maíz y los frijoles a ENABAS, a precios subsidiados, que producirlos. Dichas distorsiones en la política macroeconómica también impactaron negativamente en las comunidades campesinas, en los aspectos económico, social, y político.

Estas políticas también generaron tensiones en las cooperativas, que aunque recibían toda una serie de beneficios crediticios y en materia de maquinaria e insumos, en determinado momento se condicionó a la venta a ENABAS al precio oficial, lo que las amarraba más que al campesino individual. Las cooperativas también fueron afectadas por las movilizaciones militares y demás tareas de la Revolución, lo que generaba tensiones con los cooperativizados que no siempre estuvieron de acuerdo con las mismas.

La escasez en el campo

Las tarjetas de racionamiento dificultaron el acceso del campesinado a productos de primera necesidad, sobre todo para la gente de zonas apartadas. También, en determinado momento, hubo escasez aguda de productos de la canasta de bienes campesinos como machetes, limas y pastillas de cuajo, entre otros que no habían sido debidamente priorizados en las importaciones y cuyos canales tradicionales de distribución habían sido alterados por la reorganización del comercio, sin ser reemplazados.

Aun cuando se modificaron las políticas de comercio interior con la venta libre de los productos y la eliminación de las tarjetas de racionamiento, quedó la sospecha acerca del modelo revolucionario, pues éste - a causa de las políticas anteriores - había entrado en contradicción con valores, actitudes y comportamientos propios de la cultura campesina.

En cuanto a la Reforma Agraria, las entrevistas a profundidad captan críticas en el sentido de que la misma favorecía a los sandinistas en algunos municipios. Dicho sectarismo dificultó la identificación de campesinos opositores con la Reforma Agraria. El apego del campesinado a la propiedad individual también dificultó la identificación con una Reforma Agraria que privilegiaba la distribución de tierra en forma cooperativa. Finalmente, el hecho que los títulos de reforma agraria no permitieran la libre venta de los terrenos, ya fuera en forma individual o cooperativa, reducía el valor de los mismos para muchos campesinos.

La base de apoyo del FSLN en el campo no fue alta en 1979. Excepto de algunas zonas de influencia de la guerrilla del FSLN y las áreas de agudos conflictos por la tierra, el FSLN no tuvo mayor presencia en el campo. Incluso, los intentos de formar sindicatos en el campo habían tenido como respuesta el exterminio de los líderes por parte de la Guardia somocista y los terratenientes.

El deterioro de la base de influencia o simplemente de "buena voluntad", que existía al principio de la Revolución, comenzó en 1982; para 1984, el voto rural para el Partido Conservador Demócrata ya demostraba que el campesinado, en términos relativos, era uno de los sectores más débiles para el FSLN. Dicha debilidad se agudizó con el deterioro del período 1985-1987, en que el campesinado pasó mayoritariamente a la oposición.

Este deterioro se relaciona también con el hecho que el FSLN ha sido siempre un partido básicamente urbano, con enfoques urbanos a lo que se puede agregar la priorización de lo internacional sobre lo nacional y de lo nacional sobre lo local, como se ha explicado anteriormente. Para el campesinado, lo local es el mundo entero y las otras consideraciones son mucho menos importantes. La falta de captación, articulación e integración de las necesidades e intereses de los campesinos -sobre todo de la frontera agrícola- en la programática operativa del FSLN, hizo que éste perdiera contacto con la realidad de este importante sector.

La encuesta post-electoral indica que un 61.5% del campesinado votó por la UNO, mientras un 29.2% votó por el FSLN. Pero este dato debe ser tomado con mayor reserva que los otros porcentajes, porque el campesinado sólo conformó el 6.1% de la muestra de 1,062 entrevistados y por la notoria conplejidad de lograr una muestra adecuada del campesinado en Nicaragua. Según estos datos, el campesinado representa el segundo sector más fuerte para la UNO, después de los "dueños y patronos".

Actitudes y opiniones del sector informal

La sociedad nicaragüense tiene un alto porcentaje de artesanos, comerciantes, pequeños productores y trabajadores por cuenta propia, que trabajan con las modalidades conocidas como "sector informal". Este sector se incrementó considerablemente durante los años '80.

El control gubernamental a los productos, canales de distribución, precios y divisas, enfrentó a amplias capas del sector informal con el modelo revolucionario. Los canales y precios oficiales definían relaciones antagónicas frente a los canales y precios especulativos. Los conflictos con el sector se expresaron en los tranques, decomisos e intentos de controlar productos y precios mediante licencias y multas, entre otros.

A la vez, gran parte del sector informal no había gozado, ni antes ni después de la Revolución, de la bonanza económica que obtuvo precisamente en los años de mayor conflicto. Incluso, se llegó a hablar de la nueva burguesía de delantal, a cosecuencia de la acumulación alcanzada por este sector.

La liberación del comercio, en 1987, ocurrió cuando la economía ya había entrado en una etapa de subsistencia, en que el ingreso promedio de este sector era menor, debido a la reducción de la demanda global y al aumento de la competencia. La liberación del comercio redujo el nivel del conflicto, pero las relaciones negativas ya estaban establecidas, así como la tendencia en el discurso sandinista de estigmatizar a los especuladores y "reventadores".

El modelo revolucionario entró en conflicto con un sector cuya existencia económica misma, valores y actitudes, se centran en la economía de mercado. Numeroso, sobre todo en Managua y Masaya y en pleno crecimiento a través de toda la década, este fue el tercer sector más débil para el FSLN en las elecciones de 1990, después de la burguesía y el campesinado. La encuesta post-electoral señala que un 55% del sector informal entrevistado votó por la UNO y un 30.1% por el FSLN.

Actitudes y opiniones de las amas de casa

Este sector, con muy bajos niveles de organización como tal, concentraba los efectos de gran parte de las tensiones sociales de la crisis económica y de la guerra. Los problemas del abastecimiento, de la reducción del poder adquisitivo de los salarios y el Servicio Militar Patriótico, fueron factores que hicieron de éste el cuarto sector más débil del FSLN, después de la burguesía, el campesinado y el sector informal. El descenso organizativo y movilizativo de los Comités de Defensa Sandinista (CDS) reflejó a la vez el debilitamiento político de este sector y el cierre relativo de una de sus pocas posibilidades de participación social.

Existe una superposición significativa entre "amas de casa" y "sector informal", ya que entre las estrategias de supervivencia de las familias nicaragüenses, muchas mujeres contribuyen al presupuesto familiar con pequeñas actividades productivas y comerciales, y en el 36% de las unidades familiares encabezadas por mujeres, una mayoría abrumadora realizan actividades en el sector informal. Un 52.4% de las amas de casa votó por la UNO y un 33.2% por el FSLN, de acuerdo a la encuesta post-electoral.

Actitudes y opiniones de los asalariados

El deterioro de la base política del FSLN entre los obreros y empleados asalariados es menor y más tardía que entre los sectores anteriores y no lleva a un predominio de la UNO sino a una polarización. La encuesta post-electoral indica que un 43.9% de los obreros y empleados votó por el FSLN, mientras otro 43.5% lo hizo por la UNO.

Sin embargo, la distribución del apoyo entre la UNO y el FSLN se diferencia entre sub-sectores. Los obreros agrícolas representan uno de los sectores mayoritarios para el FSLN, sobre todo en el Area Propiedad del Pueblo (APP), mientras en el sector de los productores privados, los obreros dieron una mayor cantidad de votos a la UNO. Los obreros urbanos también se subdividieron en dos bloques: los trabajadores del sector privado votaron mayoritariamente por la UNO y los del Estado por el FSLN.

El FSLN conservó fuerza en el sector asalariado, a pesar de la reducción del poder adquisitivo del salario monetario en más del 90% de su nivel de 1980. O sea, en 1989 los asalariados conservaban menos del 10% de su poder adquisitivo monetario real de 1980. Claro está, que se crearon otros beneficios compensatorios, contemplados en los convenios colectivos, como el AFA (distribución directa de arroz, frijoles y azúcar), alimentación, transporte; pero para 1990 una parte de éstos también habían sido reducidos en la mayoría de los centros de trabajo y en ningún caso llegaron a compensar la pérdida del poder adquisitivo. La conservación de la mitad de la base social obrera en condiciones económicas extremadamente adversas, demuestra la fuerza de la identificación política de dicho grupo con el FSLN.

Actitudes y opiniones de otros sectores

En los sectores restantes el FSLN obtuvo mayoría, lo que no significa que no hubo desgaste a través de los años, pero éste dio entre una minoría y no la mayoría de los votantes. La encuesta post-electoral indica mayorías absolutas en la votación para el FSLN entre los militares (71.4% para el FSLN, 14.3% para la UNO), los estudiantes (50.5% para el FSLN, 34.7% para la UNO) y los desempleados (50.8% para el FSLN, 37.7% para la UNO).

Cronología

En relación al deterioro por años en la base social del FSLN, se dispone de los siguientes datos, según los resultados de la encuesta post-electoral de esta investigación:

1985 28.4%
1986 13.0%
1987 15.4%------>1985-1987= 56.8%
1988 10.1%
1989 7.7%
1990 1.8%
NR 23.7% (No Responde)

En esta encuesta se preguntó sólo a los que votaron por el FSLN en 1984 y no lo hicieron en 1990, en qué momento dejaron de apoyar al Frente Sandinista. El deterioro mayor se produjo en el período 1985-1987, que aglutina la mayoría de las respuestas. El año de máximo desgaste resulta ser 1985, con más de una cuarta parte de la reducción total.

Ese año se caracterizó por un deterioro económico acelerado, la imposición del embargo comercial norteamericano a partir del primero de mayo, escasez, desabastecimiento y racionamiento, tranques y decomisos, el inicio del proceso de eliminación de los subsidios y altas tasas de reclutamiento y de bajas en el Servicio Militar Patriótico. Esa realidad también contrastaba con la oferta electoral del FSLN en noviembre de 1984; a pocos meses de esas elecciones, ya había desilusión en una cuarta parte de los votantes del FSLN, que votaría por la UNO en 1990.

En el período 1988-1990, el desgaste fue menor y iba en descenso. En estos años se considera que se produjo entre los asalariados, por la reducción extrema del poder adquisitivo real, la reducción de los subsidios a un mínimo absoluto y las compactaciones de trabajadores en el Estado.

Sin embargo, se considera que una alta proporción del 23.7% que no responde, probablemente decidió votar por la UNO en 1989 ó 1990. Esto se basa en la siguiente distribución del momento de decisión del voto del total de los encuestados, de acuerdo a la encuesta post-electoral:

Momento de decisión del voto global

Antes de la campaña 69.1%
Durante la campaña 15.9%
En el momento de votar 11.9%-->27.8% durante la campaña o en el momento de votar.

Los errores del FSLN

Los factores que generaron el deterioro en la base social, se vieron agudizados por errores y deficiencias en las estructuras del FSLN lo que, debilitó sus posibilidades para identificar y tratar los problemas adecuadamente. Estos errores incluyen el verticalismo, el burocratismo, el sectarismo, procedimientos y estilos inadecuados en las relaciones con la población, generados por la no diferenciación de estructuras estatales, militares, partidarias y de las organizaciones de masas.

La Revolución Popular Sandinista tiene un perfil muy propio en la historia de las revoluciones en cuanto a sus objetivos, programa y composición político-social. Sin embargo, en lo relacionado con us propia organización, importó mecanicamente el modelo de partido único que predomina en muchos países del Tercer Mundo y que, además, es el estilo que existía en los países socialistas europeos antes de la perestroika.

La evolución histórica de la introducción del modelo importado era de una organización político-militar de dimensiones muy reducidas, que conquistó el poder a la cabeza de insurrecciones populares. Esta agrupación se vio copada casi totalmente por el control del Estado y la formación de las nuevas fuerzas armadas. Las organizaciones de masas eran débiles y el partido político civil no existía El Grupo de los 12 era lo más parecido a un partido, pero sólo eran 12. Así se construyó un partido, desde el poder y desde el Estado. Ese modelo importado era el esquema organizacional que parecía lógico y natural en tales circunstancias. La guerra, se encargó de reforzar esa tendencia.

Pero el modelo importado de relación Estado-Ejército-Partido-Organizaciones de Masas, no era congruente con el tipo de sociedad revolucionaria que se estaba construyendo; no era ni con la economía mixta y el pluralismo político; tampoco era congruente con rasgos culturales nicaragüenses, como el rechazo a todo tipo de imposición, e incluso, a la obligatoriedad no consensual.

Visto históricamente, el modelo organizacional en cuestión ha sido muy efectivo para la movilización de la sociedad, sobre todo en tiempos de guerra y así probó ser en

Nicaragua. Sin embargo, no ha probado ser efectivo para captar, articular y sumar opinión pública de base, dada la verticalidad del estilo de dirección; tampoco ha probado ser efectivo para la política electoral. Ni su origen, ni su desarrollo posterior, han tenido relación con los requerimientos de los partidos políticos cuya actividad principal es la política electoral y parlamentaria. Así, el modelo organizacional tampoco fue congruente con la posición pluralista del FSLN, de basar el poder político en Nicaragua en el proceso electoral.

En ningún momento Nicaragua dejó de ser un país con una economía de mercado, ni dejó de funcionar el pluralismo político, aún en los momentos más difíciles de la guerra. Sin embargo, el FSLN estaba estructurado como partido único interpenetrado con el Estado y las fuerzas armadas. Este esquema organizacional importado generó verticalismo, burocratismo y sectarismo, con la consecuente pérdida de contacto con la realidad socio-política circundante.

El modelo organizacional importado y el concepto de Vanguardia, incluían también a pretensión de hacerse cargo del conjunto de problemas que, globalmente, enfrentaba la sociedad. Así, el FSLN estaba involucrado en actividades políticas y no políticas, con la correspondiente sobrecarga de funciones. Por ejemplo, el FSLN como partido político participó en forma directa en las actividades operativas del SMP a nivel de barrios y comarcas, tales como el reclutamiento, avisos de movilización, identificación de evasores y desertores, así como las entregas de los restos mortales de combatientes caídos; asuntos militares que probaron tener altos costos políticos.

Como resultado de todos estos factores, las estructuras partidarias locales y las organizaciones de masas recibían un cúmulo agobiante de tareas, que si bien eran de interés nacional para otras estructuras, no necesariamente respondían al interés particular y directo de sus bases, con la que su representatividad ante ellas se veía debilitada. Lo nacional prevalecía sobre lo local en forma casi absoluta.

El ejemplo clásico del último punto son los CDS que, después de una época de participación masiva en base a actividades comunitarias, pasaron a acumular funciones estatales en los campos de comercio interior, educación y salud, entre otras; funciones policiales, con la vigilancia revolucionaria; y finalmente, funciones militares, con la inscripción y reclutamiento del SMP y el control de desertores. En consecuencia, esta organización prácticamente dejó de existir en muchas localidades.

La guerra prolongada agudizó al extremo, tanto la priorización de lo internacional sobre lo nacional y de lo nacional sobre lo local como el esquema organizacional no diferenciado.

La guerra de superviviencia en un país pequeño, contra un enemigo dirigido por la potencia más poderosa del mundo, llevó a fijar una agenda en que todas las actividades y los recursos fueron priorizados en forma centralizada, de acuerdo a objetivos nacionales. Un logro de la agresión total de Estados Unidos fue la necesidad de poner todas las prioridades y estructuras de la Revolución en función de las tareas de defensa, en desmedro de todas las otras necesidades de la población.

La problemática del comercio interior, al igual que las actividades de todas las organizaciones de masas, fue vista en función de la defensa. Esto resultó efectivo en el plano militar y contribuyó enormemente a la derrota estratégica de la Contra y de la agresión militar norteamericana en general.

No obstante, la victoria militar tuvo un alto costo político, como lo tuvo el sectarismo, que obviamente florece en la extrema polarización producida en situaciones bélicas con características de guerra civil, como en este caso, en el cual la agresión norteamericana logró conformar una base social nicaragüense. La guerra de desgaste no sólo deterioró la economía, sino también las estructuras de la Revolución.

Al interior del FSLN. Se tenía conciencia del costo que significaba la aguda centralización impuesta por la guerra; por ello, al producirse la derrota estratégica de la Contrarrevolución, se procedió a reorganizar a los CDS como Movimiento Comunitario y a AMNLAE como Movimiento de Mujeres y se propusieron cambios de enfoque para la Juventud Sandinista y otras organizaciones.

Sin embargo, los cambios de enfoque, de estilos de dirección y métodos de trabajo, en la práctica no se logran tan fácilmente, como tampoco se logra el levantamiento de movimientos desde la base, en condiciones reales de mayor autonomía relativa. Tampoco es fácil "rehabilitar" estructuras que han acumulado imágenes negativas debido a los desaciertos. Así, los nuevos enfoques llegaron tarde y su implementación fue lenta y difícil.

El modelo de la Revolución

El análisis de los votantes UNO indica que grupos significativos de ellos chocaron en diferentes momentos con diferentes aspectos del Modelo de la Revolución. Para unos, el choque fue con un modelo de sociedad, con el cual ellos no estaban de acuerdo. En las conclusiones del análisis de los "focus groups" se señala que los choques se produjeron en relación a cuatro "reglas sociales", fuertemente inculcadas por la cultura tradicional nicaragüense:

- Las leyes del mercado libre.

- "La familia debe ser unida".

- La fe religiosa del pueblo y el respeto por la Iglesia.

- El anhelo campesino por la propiedad individual.



En cuanto al modelo de sociedad, la encuesta post-electoral preguntó "como que país quisiera usted que fuera Nicaragua". Los resultados se señalan en el cuadro 2.

El 60% de los encuestados, incluyendo el 50% de los que votaron por el FSLN, respondieron "Costa Rica" o "Nicaragua" como modelo; la respuesta nacionalista fue la primera opción en los votantes sandinistas. Se considera que esta pregunta habría producido resultados diferentes en 1984 ó 1982 y que el resultado de 1990 refleja la experiencia vivida en la década de los años '80, tanto en el ámbito interno como externo.

Otro grupo de votantes, de afinidad UNO, consideró que el modelo sandinista implicaba "opresión y totalitarismo". En los "focus groups" realizados durante la investigación, se logró detectar que un 46% del grupo que apoyaba a la UNO identificaba la "opresión y totalitarismo" como la causa de la derrota del FSLN - comparado al 5% de los simpatizantes del FSLN y un 13% de los independientes -.

Sin embargo, al ver los contenidos específicos de esta categoría, la mayor frecuencia de respuestas tiene relación con los esfuerzos estatales de controlar productos y precios y crear canales estatales de distribución; otra parte de las respuestas se refieren al sectarismo, al favoritismo y a las formas de trato al público en general; un conjunto menor se refiere a la obligatoriedad de diversas políticas, mientras unos pocos se expresan relación con temas de derechos civiles y políticos.

El cuadro en su conjunto, no viene a constituir claramente "totalitarismo", según las definiciones de las ciencias políticas; ni "opresión", que se constituiría con una violación a los derechos humanos reconocidos por las Naciones Unidas. No obstante, los contenidos claramente reflejan choques con el modelo político de la Revolución por un lado y, por otro lado, el costo político de algunos estilos en el ejercicio del poder.

En el análisis de los "focus groups", los "temas globales" y "hechos sociales específicos", que formaron puntos de conflicto en las redes explicativas generadas por los votantes UNO, fueron identificados como se explica en el cuadro3.



La lista señalada en la red explicativa, así como los otros factores identificados como puntos de choque entre determinados sectores de la población y el "modelo de la revolución", en realidad se relacionan con elementos de la vida cotidiana. Son pocos los votantes que cuentan con el nivel cultural y el grado de politización que les permita analizar los "modelos" como tal; mas bien las molestias y problemas de la vida cotidiana, se acumularon para producir estados de opinión individuales y colectivos. El cúmulo de estos factores a través de los años es lo que produce el bien conocido fenómeno del "desgaste del poder".

El factor "coacción" es el denominador común de las inquietudes de la vida cotidiana influyó decisivamente en los votantes UNO. En la cultura política nicaragüense se otorga un alto valor a la voluntariedad y capacidad de escoger. La obligatoriedad y su respaldo con la aplicación de la fuerza pública crea anti-cuerpos socio-políticos fuertes; ése fue el caso del Servicio Militar y de las políticas de comercio interior.

Factores coyunturales externos

Durante la campaña electoral, los factores internacionales más significativos fueron el derrumbe de los regímenes socialistas en los países de Europa oriental y la invasión norteamericana a Panamá.

El impacto de los sucesos en Europa se constituyó en una duda sobre la continuación del apoyo económico de dichos países a Nicaragua, en circunstancias en que ya había habido reducciones. A la su vez, esto hizo más atrayente la opción UNO, que proyectó la imagen de una bonanza de dólares de parte de Estados Unidos.

El rechazo en las urnas a los partidos gobernantes de Europa Oriental, también puso en tela de juicio -en algunos sectores- la deseabilidad y/o factibilidad del socialismo como objetivo social, no obstante que el modelo sandinista de orientación socialista siempre se diferenció significativamente del europeo.

La invasión a Panamá impactó en términos de subrayar la posibilidad de que ocurriera una invasión al país. Panamá es un tema presente en las inquietudes de los votantes que participaron en las entrevistas intensivas. Esta situación, provocó otras, que impactaron en el crítico tema político de guerra o paz en Nicaragua.

En las entrevistas intensivas, se captó que para una parte significativa de la población, el mensaje del FSLN sobre guerra y paz era ambiguo, unas veces beligerante y otras veces conciliatorio. En este contexto y en medio de una campaña con el eje de guerra o paz como tema político principal, ocurrieron los siguientes acontecimientos:

- Estados Unidos rodeó con blindados la sede de la Embajada de Nicaragua en Panamá.

- Nicaragua rodeó con tanques la sede de la Embajada de Estados Unidos en Nicaragua y anunció públicamente que lo que pasara en la Embajada nicaragüense en Panamá, pasaría en la Embajada norteamericana en Nicaragua. A la vez, se anunciaron fuertes medidas internas de seguridad, en caso de una invasión extranjera.

- Estados Unidos invadió la residencia del Embajador de Nicaragua en Panamá el viernes 29 de diciembre, provocando la situación de enfrentamiento directo más peligrosa en los 10 años de la Revolución.

Parece poco creíble la explicación del Presidente Bush con respecto a que la violación de la embajada había sido "un error", considerando que uno de los principales objetivos de la invasión era capturar al General Manuel Antonio Noriega y que entre los lugares de refugio más obvios estarían precisamente las cancillerías y residencias de las Embajadas de Nicaragua y Cuba. Además las cancillerías ya habían sido hostigadas por unidades de las fuerzas de invasión.

Se plantea como hipótesis que se trataba de una provocación intencional, diseñada para crear una situación de crisis con el Gobierno Revolucionario y el FSLN. Cuando se vuelvan disponibles los archivos norteamericanos -dentro de 30 años- se podrá dilucidar este punto, si es que investigaciones académicas periodísticas no esclarecen el asunto antes.

En todo caso, la secuencia de sucesos llevó a que el mensaje de paz que proyectó el FSLN en su campaña, se acompañase por el despliegue de tanques del ejército alrededor de la Embajada de Estados Unidos en Managua y un comunicado sobre "medidas" en caso de una invasión norteamericana. Así mismo, se vivió una noche de alta tensión, con la posibilidad inminente de una guerra con Estados Unidos, en unas circunstancias políticas en que había el consenso nacional de que la guerra no podría terminar si los sandinistas no lograban un acuerdo con Estados Unidos. Esto reforzó el efecto de ambigüedad en el discurso de paz del FSLN y la proyección de la imagen que no habría paz con una victoria electoral de este partido. En cuanto a los factores coyunturales internos, se examinan en relación a temas políticos, la evolución de la campaña, la campaña del FSLN y la campaña de la UNO

Los temas políticos

El más importante: guerra - paz

Durante la campaña electoral hubo dos temas principales: guerra-paz y la situación económica. El tema de guerra paz fue el más importante durante la campaña, el económico quedó le supeditado incluso en el discurso del FSLN. Esto se debió a un consenso generalizado de que no habría solución al problema económico sin alcanzar la paz.

El tema de la guerra y la paz se condensó en la controversia sobre el Servicio Militar Patriótico, como símbolo de si la guerra iba a continuar o no. La oferta de la UNO, de abolir el SMP, proyectaba la imagen de una inminente finalización del conflicto bélico, mientras la reticencia del FSLN a declarar su suspensión, reforzaba la idea de que con una victoria sandinista la guerra continuaría.

Adicionalmente, si ganaban los sandinistas, la paz iba a requerir un acuerdo entre ellos y los Estados Unidos; pero si ganaba la UNO, el apoyo norteamericano para la paz y el levantamiento del embargo comercial ya estaban garantizados. Como un elemento más, el SMP atrajo hacia el voto UNO a personas interesadas exclusivamente por este tema, que arrastraba también a extensas familias, novias y amistades de aquellos jóvenes que se encontraban en servicio activo, o bien, de los que, por su fecha de nacimiento, serían movilizados en 1990.

Evolución de opiniones durante la campaña electoral

El punto de partida obligatorio para una comparación en la medición de las tendencias de la campaña, son los resultados que tuvo el Frente Sandinista en 1984, que se exponen el cuadro 4.






Entre 1984 y 1988 no se realizaron investigaciones de opinión pública ni encuestas de opinión en Nicaragua. Al reiniciar las encuestas en el período junio/1988 - junio/1989, los resultados comenzaron a reflejar claramente el deterioro en la base política del FSLN, ver cuadro5 analizado anteriormente en base al mejor indicador, "voto abierto declarado para el FSLN.

De los datos recogidos en el cuadro 5 se puede concluir que, entre 1984 y los inicios de la campaña electoral 1989-1990, la base electoral del FSLN se erosionó del 46.1% de la población apta para votar, a un nivel entre el 25% y el 30%, para una reducción neta del 15% al 20% de la población en edad de votar.

La comparación entre las dos encuestas UCA/IZTANI realizadas en 1988 y 1989, así como las dos de la Fundación Manolo Morales, indicaron una estabilidad relativa en el nivel de apoyo que tenía el FSLN entre 1988 y 1989. La erosión fuerte ya había ocurrido en los años anteriores. Esto corrobora el resultado de la encuesta post-electoral, la cual señala que el deterioro más agudo de la base social del FSLN, fue en el período 1985-1987. Las encuestas también indican un aumento en el voto declarado abierto para el FSLN a fines de julio y a principios de agosto, o sea, después de la Jornada X Aniversario, tal como se manifiesta en el cuadro 6.









En la segunda quincena de diciembre y la primera de enero, el apoyo al FSLN se redujo, lo cual fue captado por el sondeo del FSLN en Managua realizado el 11 de enero; posteriormente fue confirmado por el "voto abierto declarado" de la encuesta nacional de ECO del 15 al 19 de enero y por otro sondeo del FSLN en Managua el 27 de enero (ver cuadro 8).

La baja en la campaña sandinista se interpretó como producto de la continua aplicación de la política económica de ajuste (devaluaciones periódicas, aumento en el precio de combustibles y alzas consecuentes en otros productos), en un período de restringida liquidez para gran parte de la población.

Sin embargo, la invasión norteamericana a Panamá ocurrió en el mismo período. Las encuestas de aquella época demostraron que más del 80% de la población nicaragüense se oponía a la invasión, pero en realidad esa pregunta no captó su impacto potencial en las inquietudes de guerra o paz del electorado.

Una pregunta de la encuesta post-electoral de esta investigación capta esa dimensión más claramente. Ante el planteamiento "si los sandinistas hubieran ganado, la guerra no habría terminado nunca", un 75.6% de los encuestados expresó estar de acuerdo; este porcentaje incluye un 91.8% de los que votaron por la UNO.

Las dificultades posteriores para la desmovilización de la Contra, aun con la victoria electoral de la UNO, hacen que esa proposición parezca ser bastante convincente, sobre todo al analizar los otros escenarios electorales alternativos factibles.

Si se considera un escenario hipotético, en que el FSLN hubiera anunciado la abolición del SMP en la concentración del 21 de febrero y del corolario hipotético de eso hubiera sido lograr un 7% más para el FSLN y un 7% menos para la UNO, dada la polarización vigente, el FSLN recibiría el 47.8% del voto y la UNO el 47.7%. En estas circunstancias es difícil imaginar que Estados Unidos hubiera aceptado el resultado de la votación sin alegar fraude. En las semanas anteriores a los comicios, ya se habían construido las bases para esa opción por medio de acusaciones.

En tal sentido se considera que la presencia y el aval de las elecciones por parte de la ONU, la OEA y el Grupo de Ex-Presidente encabezado por Jimmy Carter, no hubiera variado la actitud negativa norteamericana en el caso de un resultado tan estrecho a favor de los sandinistas. A la luz de los resultados reales, es difícil imaginar un escenario inverso que no fuera por margen estrecho.

En resumen, parece que el impacto de la invasión norteamericana a Panamá pudo haber sido mayor de lo que originalmente se calculó en los resultados electorales, sobre todo si se toma en cuenta el escepticismo del electorado en relación a las posibilidades de que la guerra terminara en el caso de una victoria sandinista. Después del "bajón de enero" en el orden del 35% a nivel nacional y el 37% en Managua, el apoyo se recuperó a un 40.8% a nivel nacional y 44% en Managua. Por otra parte, la UNO alcanzó el 54.7% y los partidos con mejor porcentaje, menos del 5%, en el marco de una fuerte polarización del electorado, pero con una mayoría absoluta para la UNO.

La campaña electoral del FSLN

El análisis de la evolución de la campaña electoral evidencia que el FSLN había perdido las elecciones desde antes de su inicio. La reducción de preferencias antes de la campaña a menos del 30% de la población apta para votar, constituía una erosión difícil de superar para un partido que enfrentaba condiciones económicas, políticas e internacionales adversas. El 87.3% de los votantes del FSLN había decidido su voto antes del inicio de la campaña.

Lo contrario a esta posición también se evidencia en los datos sobre los votantes UNO, que señalan que un 23% decidió su voto durante la campaña y otro 13% en el momento mismo de votar, para un total de 36.1% del voto UNO que estaba indeciso antes de la campaña.

Sin embargo, los resultados a partir de los votantes de flujo fueron muy negativos para el FSLN. De los que decidieron su voto durante la campaña, el 71.6% votó por la UNO y el 12.4% por el FSLN; mientras, del grupo que decidió en el mismo momento del sufragio, un 54.8% votó por la UNO y el 21.4% por el FSLN.

Tanto los resultados finales, como los datos sobre la evolución de la campaña, indican un ascenso para el FSLN en diciembre, un bajón en enero y una ligera recuperación en febrero, pero no al nivel requerido para una victoria. Esto también constituye una evidencia sobre la importancia de la campaña.

El hecho de no haberse logrado recuperar el nivel de diciembre implica que la campaña del FSLN llegó a un pico prematuro dos meses antes de las elecciones. Desde esta perspectiva resulta necesario plantear, obligatoriamente, el tema de la teoría de las campañas cortas, preferiblemente de seis semanas, utilizado por el Partido Republicano en Estados Unidos y la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la República Federal Alemana.

En este sentido, el consultor político del Partido Social Demócrata Alemán (PSD), Harry Walters, informa que James Baker, como Gerente de Campaña para Reagan y luego par Bush, consagró la campaña de 6 semanas, lo que ha sido copiado exitosamente por la CDU. Como corolario, se recomienda también concentrar en sólo 2 ó 3 los temas de campaña y utilizar "campañas negativas" de acusaciones de escándalo fretne al contrincante, sólo cuando uno está detrás en la campaña y no dejar de usarlas en tales circunstancias.

En cuanto al contenido de la campaña del FSLN, se pueden considerar los siguientes elementos:

- La campaña del FSLN priorizaba la proyección del candidato a la Presidencia, quien efectivamente tenía una imagen muy positiva; sin embargo, éste no fue el factor decisivo. La imagen de la candidata de la UNO también era positiva, salvo el hecho de que una mayoría de los votantes cuestionaba su capacidad de gobernar; pero al final, tanto estos como muchos que tenían una opinión favorable a la imagen de Daniel Ortega, votaron por ella. A la postre, el contexto de las elecciones probó no ser tanto una contienda entre candidatos, sino un referéndum sobre el tema político de la guerra y la paz.

- En este tema crucial de la guerra y la paz, la oferta electoral del FSLN no tenía credibilidad. Ocho años de guerra, el desgaste en las esperanzas de una paz negociada por la diplomacia sandinista, un discurso ambiguo, a veces conciliatorio y a veces beligerante, la invasión norteamericana a Panamá y las tensiones posteriores misma, pusieron en duda la capacidad sandinista de alcanzar la paz. Por otro lado, el planteamiento de paz que hizo la UNO tuvo más credibilidad, por la oferta de abolir el SMP y porque a los Estados Unidos, patrocinaban a la Contra y a la UNO, por lo que se podía entender que la guerra terminaría al ganar ésta las elecciones.

El dato más contundente de la encuesta post-electoral es la respuesta afirmativa del 75.6% de los encuestados "si los sandinistas hubieran ganado, la guerra no habría terminado nunca" (91.8% de los votantes UNO, 56.7% de los votantes sandinistas). Es decir, la base electoral sandinista dudaba que la guerra fuese a terminar con una victoria del FSLN. En cuanto a los votantes UNO, el 90% de respuesta afirmativa a esta pregunta representa uno de sus más altos consensos en la encuesta.

- En general, existía una asimetría entre las ofertas políticas del FSLN y de la UNO. Si bien estar en el poder es ventaja una campaña electoral (por ejemplo, poder tomar decisiones sobre temas claves), también existe una asimetría en cuanto a las ofertas electorales entre el partido en el poder y la oposición. Las ofertas electorales del partido de gobierno son comparadas con su gestión, con la labor percibida y experiencia vivencial de los participantes, mientras las ofertas de la oposición son esperanzas. La consigna central "Todo Será Mejor" se comparaba con 10 años de gestión económica, en que los últimos 7 habían sido de continuo deterioro; a la vez, el tema de la mejoría económica se ligaba a la finalización de la guerra. Sumado a ello, la oferta de la UNO hecha por medio de Francisco Mayorga, de "mejorar la economía en 100 días" representaba una esperanza para muchos votantes.

- Ciertos temas enfatizados por los sandinistas, como la presencia de somocistas en las filas de la UNO y la privatización del Area Propiedad del Pueblo, tenían peso, en el sentido que eran puntos débiles en la oferta de la UNO para muchos votantes, pero eran temas secundarios, que quedaron supeditados a los temas de guerra-paz y recuperación económica.

En resumen, las características de los candidatos y los temas secundarios no tuvieron mucho peso en los resultados. Las elecciones nicaragüenses de 1990 fueron decididas por un grupo de votantes de flujo, cuya preocupación exclusiva era encontrar el camino más promisorio para terminar la guerra y emprender una recuperación económica. En ese sentido, las elecciones fueron un referéndum sobre la paz y la recuperación económica.

- La campaña del FSLN no logró contrarrestar a la UNO el productivo tema político del SMP. Incluso, al llegar a enero y febrero, la campaña del FSLN ignoró ese tema, dejando cancha abierta a la UNO en el punto específico de mayor impacto entre los votantes de flujo.

FSLN: una campaña muy costosa y muy vistosa

En la pregunta acerca de lo que menos gustó de la campaña del FSLN, el mayor nivel de respuestas se refirió "el nivel de gasto" (11.5% de los encuestados). Se considera que el FSLN intentó una campaña larga y costosa, que no dejó de explotar ningún mecanismo de propaganda en reconocimiento a las difíciles condiciones en que ésta se desarrollaba y a lo peligroso del contrincante, siendo éste el Gobierno norteamericano con su intervención política y el financiamiento a la campaña de la UNO.

La costosa y vistosa campaña del FSLN, comparada a la modestia e inefectividad de la campaña de la UNO, hizo aparecer a ésta última -respaldada por Estados Unidos- como la débil frente a la arrolladora máquina sandinista. Eso atrajo al votante que tiende a favorecer "al de abajo" y propició también el voto de "castigo" al sandinismo, de parte de aquéllos que quisieron protestar por determinadas políticas o actuaciones del FSLN, pero sin pensar que éste iba a perder, con todas las consecuencias de su derrota para los intereses de esos mismos votantes.

El alto nivel de gasto para garantizar una victoria en circunstancias difíciles, no desvirtúa el triunfalismo que caracterizó a la campaña del FSLN. Había confianza en la victoria, igual que había resignación a la derrota en sectores de la UNO y en Washington. Estas expectativas se basaban en el eficiente aparato de campaña del FSLN, la gran convocatoria en las concentraciones y los resultados de las encuestas, sobre todo de las empresas norteamericanas.

El "error" de las encuestas y el voluntarismo de victoria del FSLN

El problema de las encuestas norteamericanas consiste en que su "procedimiento estándar operacional" ("standard operating procedure") reduce el nivel de los "no sabe/no informa/voto secreto", mediante la asignación del encuestado a la candidatura presumible de "inclinaciones claras" detectadas por preguntas indirectas.

Las encuestas norteamericanas tuvieron mayo peso en Washington por el etnocentrismo que caracteriza a la cultura norteamericana. Cuando se trata de algo que involucra tecnología, se confía en lo norteamericano sobre lo latinoamericano. Por demás, las otras empresas de medición de la opinión pública nicaragüense, costarricense y venezolanas, estaban enfrascadas en la "guerra de las encuentas".

El hecho de que las encuestas norteamericanas coincidieron con la tendencia global de las encuestas en que confió el FSLN, pero con mayores porcentajes al haber reducido los "ns/ni/voto secreto", aumentó la certeza en la victoria en el campo sandinista.

Por otro lado, las encuestas realizadas por Borge y Asociados, CIID-GALLUP y Vía Cívica tenían fallas metodológicas que les restaban credibilidad. Sistemáticamente, ellos se negaron a divulgar sus metodologías, precisamente por su bajo nivel.

Sin embargo, esas mismas fallas metodológicas son elementos que les permitía captar mejor la votación UNO, porque proyectaban una "semiótica política opositora", que logró captar una parte del voto UNO encubierto, aunque esto producía otras distorsiones en cuanto a captar la votación, tanto para el FSLN como para los otros partidos.

La "Guerra De Las Encuestas" entre las políticas y periodísticas en pugna, proyectaba a éstas como un elemento más en la lucha política. Las fuerzas intentaban canalizar el efecto sicológico positivo de ser el probable ganador y traducirlo en votos adicionales ("ban-wagon effect").

Además, la "guerra de las encuestas" desacreditó el valor científico que éstas tiene frente a una parte de la población, al ver que cada partido y los medios a fines a los mismos promovían la divulgación de resultados favorables a su causa, que eran diametralmente opuestos a los resultados de las encuestas de su contrincantes, neutralizando así el mismo "band wagon effect" que se trataba de generar.

Eran en este contexto que las encuestadoras norteamericanas (Greenberg-Lake para Iniciativas Hemisféricas, Bendixen and Schroth para Univisión y Belden & Rosenello para ABC y el Washington Post) adquirían una importancia preponderante en el análisis de l os partidos, de los grupos observadores, de las embajadas yu de los medios de comunicación. Entre todos estos sectores existían la opinión que el FSLN iba a ganar.

La expectativa de victoria en el FSLN también se basaba en un voluntarismo fundamentado en 10 años de movilizaciones exitosas. Cuando el FSLN fijaba un objetivo y dedicaba sus estructuras, cuadros y recursos para la movilización del pueblo nicaragüense en búsqueda de su consecución, siempre se lograba el objetivo.

Los éxitos y los fracasos del FSLN

La lista de éxitos incluye el derrocamiento de la dictadura somocista, la Cruzada Nacional de Alfabetización, las Jornadas Populares de Salud, las Batallas en la Producción del Café y el Algodón, las elecciones de 1984, la Derrota Estratégica de la Contrarrevolución montada por Estados Unidos, la Reunión UIP, la "Operación Bertha" de Cambio de la Moneda y la movilización para hacer frente al Huracán Juana. Las elecciones de 1990 fueron la excepción, la primera vez que una movilización masiva sandinista no dio el resultado deseado desde 1979.

En la campaña 1989-1990 el aparato del FSLN funcionó en forma impresionante, la convocatoria fue contundente; así lo demuestra la cobertura de la propaganda y las concentraciones en todo el país, sobre todo la de Managua el 21 de febrero. Sin embargo, el objetivo electoral no se logró.

Otros comentarios sobre la campaña del FSLN en las fuentes investigativas indican que, acciones adoptadas expresamente en el contexto de una campaña, sin que tengan precedente ni perspectivas de continuidad posterior, pueden ser contraproducentes. Esto incluye el desplazamiento de personas a su lugar de origen, tras largos períodos de desvinculación con el mismo, para fines de campaña. La permanencia del vínculo de una persona, o la continuidad de una acción, es lo que otorga credibilidad en las elecciones.

La campaña electoral de la UNO

La campaña de la UNO fue al estilo del "populismo de derecha", que ya tiene una presencia fuerte en el escenario político latinoamericano contemporáneo. La existencia de la coalición fue la que permitió este tipo de campaña, ya que muy pocos de los partidos que conforman la UNO tienen un perfil o estilo remotamente populista.

El populismo de derecha como fenómeno político latinoamericano ha tenido expresiones en las campañas presidenciales de Menem en Argentina, Collor de Melo en Brasil, Fujimori en el Perú y Chamorro en Nicaragua. Las características son:

- Líderes con imágenes que no son de políticos. Algunos son proyectados prácticamente como deportistas o artistas y otros como técnicos. En el caso de Violeta de Chamorro se evocaba casi subliminalmente una imagen de religiosidad. El denominador común del populismo de derecha es el rechazo de la imagen del político y la construcción de una imagen casi diametralmente opuesta.

- Mensajes que alientan una esperanza de mejoría económica difusa e indefinida. Se proyecta mas bien la imagen de algún plan o programa económico casi milagroso, que pueda resolver la situación. Se apela a un "sentido común y místico" inmediatista, que acepta soluciones mágicas. En el caso nicaragüense, el equivalente es la promesa de Francisco Mayorga de componer la situación económica en 100 días. Dicha promesa, ridiculizada en la campaña, tuvo su impacto. Tanto en las encuestas como en las entrevistas a profundidad, éste ha resultado uno de los elementos que más gustó de la UNO: " la mejora económica en 100 días.

- Un mensaje de "cambio" abierto, de tal manera que cada grupo e individuo pueda definir a su gusto un contenido propio de este concepto.

- La obtención de respaldo en la población más marginal, con menores niveles de educación y disponibilidad de recursos.

- Una política económica de derecha en el Gobierno, de acuerdo a las fórmulas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

En el caso nicaragüense, se produjo también la compra de votos entre la población más marginal. Las entrevistas han confirmado este hecho a nivel nacional. Sin embargo, esa práctica no es considerada decisiva, ni mucho menos; tampoco existía mecanismo de control alguno que fuera efectivo para garantizar que el voto comprado fuera efectivo. Se considera que esta práctica mas bien simbolizó un anticipo del "baño de dólares" que vendría sobare el país en caso de una victoria UNO; por eso se realizó en aquellos sectores donde el nivel de educación y la situación económica hacían más efectiva esa línea de apelación.

La campaña de la UNO contaba con menos activistas y menos capacidad de movilización. Un 36.7% de los votantes UNO asistieron a algún acto o actividad de campaña frente, al 60.6% de los votantes del FSLN. Sin embargo, la UNO tuvo una serie de respaldos políticos y de organizaciones, que compensaban las debilidades de los partidos que conformaron la coalición:

- El Gobierno norteamericano aglutinó a la coalición política y financieramente y propició la resolución de los conflictos internos, tal como la selección de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia.

- La red de organizaciones nacionales e internacionales financiadas por la National Endowment for Democracy (NED); por ejemplo, Vía Cívica.

- Las estructuras de poder tradicionales en localidades donde el sandinismo tenía el poder formal, pero otras estructuras ostentaban el poder local real.

- La Iglesia Católica, desde el púlpito y a través de grupos como los carismáticos. En la encuesta post-electoral, el 48.9% de los encuestados opina que la Iglesia apoyó a la UNO y el 32.8% opina que la Iglesia fue neutral, mientras que un 2.3% declara que apoyó al sandinismo.

- Las estructuras de la Contra, sobre todo en las comarcas donde ejercía una influencia decisiva. Esto creó uno de los grandes desbalances de la campaña; los activistas del FSLN no podían trabajar en esas zonas, porque podían ser asesinados y así se obtuvieron resultados muy fuertes a favor de la UNO. Por ejemplo, la Contra ha tenido una influencia muy fuerte en los cinco municipios donde la UNO recibió más del 80% del voto: Muelle de los Bueyes, Camoapa, Teustepe, Villa Sandino, El Almendro.

- En la V Región (Boaco y Chontales) la abrumadora mayoría electoral de la UNO se presenta donde coinciden los tres factores que se acaban de mencionar: una estructura de poder real tradicional fuerte, con mucha mayor influencia en la población que la estructura formal sandinista; una iglesia movilizada abiertamente a favor de la Resistencia Nicaragüense y la UNO; y un ejército irregular operando como estructura de apoyo a la UNO en casi todas las comarcas de la región.

En cuanto a los temas políticos que más gustaron a los votantes de la UNO, la encuesta post-electoral registró el siguiente resultado: SMP 57.3%, Cambio Prometido 20.0%, Fin de la Guerra 8.4% y Todo 5.5%

La base política del FSLN

Después de lo dicho aquí vale la pena preguntarse por qué el FSLN logró mantener el 40.8% del voto, a pesar de la adversidad en los factores externos e internos. En este sentido, destacan los siguientes aspectos:

- Primero, en cuanto a la correlación de fuerzas políticas a nivel de base, la Revolución Popular Sandinista desarrolló los gérmenes de una nueva cultura política, con carácter revolucionario. El sandinismo cuenta con una base de apoyo que oscila entre el 25% y 30% de la población que está inmersa, en mayor o menor grado, en la nueva cultura política. Esta base sandinista (25-30%) es sólida y de difícil reducción.

Los sandinistas identifican sus intereses, valores y expectativas de futuro con un Proyecto Político Propio, con altos niveles de intensidad en sus creencias y actividades políticas. Esto incluye la disposición al sacrificio en aras de avanzar hacia sus ideales políticos.

- Segundo, en cuanto a las características organizacionales del sandinismo es la única fuerza política unificada en Nicaragua. Los conservadores, los liberales, los demócrata cristianos, la izquierda marxista, están divididos en tres o más fracciones. La la derrota electoral será la prueba máxima para la consolidación o no de esta característica.

La dirección, la militancia y la base tienen altos niveles de coherencia política, disciplina y disposición al sacrificio y alto potencial de movilización.

- Tercero, la calidad de la identificación como sandinista, en la base del FSLN. Por ejemplo, el hecho de que un 56.7% de los votantes sandinistas en la encuesta post-electoral estuvieran de acuerdo con la proposición de que "la guerra no iba a terminar nunca si los sandinistas hubieran ganado". Sin embargo, votaron por el FSLN, a pesar de la expectativa de continuidad en los sacrificios para la defensa.

- La base política de la derecha es menos de la mitad que la revolucionaria; es una base más pasiva y menos movilizable. Sin embargo, esa base es portadora de la cultura política tradicional, que mantiene su fuerza en Nicaragua. En 1990 se demostró la capacidad de potenciar el tradicionalismo del pueblo.

- La mayoría absoluta de la población nicaragüense, por lo menos en un 55%, tiene muy bajos niveles de desarrollo político y no tiene inculcada ninguna cultura política sistemática. El FSLN logró captar del 12% al 17% de ese grupo en las elecciones de 1990, en condiciones muy adversas. La derecha logró movilizar a la mayoría de la población, con bajos niveles relativos de "politización", pero no en una forma que excluya futuras competencias con el sandinismo.

Los 100 días de la UNO

El nuevo Gobierno logró satisfacer la expectativa de la paz mediante la desmovilización de la Resistencia Nicaragüense y la demanda de abolir el Servicio Militar Patriótico (SMP). La encuesta de evaluación de la coyuntura post-electoral a los 100 días del nuevo gobierno, identificó la abolición del SMP (39%) y la finalización de la guerra (22.6%) como los mayores logros del nuevo gobierno, para un total del 61.6% de las respuestas.

Existía sin embargo preocupación sobre la estabilidad de la paz lograda, ya que un 59.2% de los encuestados consideraba que podría haber una guerra civil en Nicaragua y un 49.2% opinaba que podría producirse una intervención militar norteamericana.

Además las expectativas económicas generadas por la campaña no habían sido satisfechas a los 100 días. El 57% de los encuestados identificaba la crisis económica y los bajos salarios como los aspectos más negativos del nuevo gobierno. Un 81.7% calificaba la inflación como mayor que antes, un 68.3% consideraba mayor el desempleo y un 54.7% identificaba desmejora en los servicios de salud.

Por otro lado, había polarización en cuanto a las posibilidades futuras de superar el problema de la inflación (39% consideraba que sería mayor y el 38% menor) y del desempleo (41% mayor / 37% menor); pero persistía la expectativa en que el programa económico daría resultados positivos eventualmente (52% mejoría / 24% peor). Al momento de la encuesta, esto reducía los efectos políticos negativos de un empeoramiento en la situación económica, ya que aún había confianza en la estrategia global.

También había polarización acerca de las propuestas de cambios estructurales del nuevo gobierno. Concretamente, una polarización al nivel del 40% en torno a la privatización del Area de Propiedad del Pueblo, la devolución de tierras entregadas por la Reforma Agraria y la política laboral del nuevo gobierno.

A los seis meses del nuevo gobierno

La encuesta sobre la coyuntura post-electoral, a los 6 meses del nuevo gobierno, reveló hasta qué punto es exigente la opinión pública. El fin de la guerra y la desmovilización de la Resistencia Nicaragüense, ya logrados, comenzaron a reducirse inmediatamente como factores de importancia frente a la agenda económica no resuelta. La respuesta a los 6 meses sobre "las expectativas al asumir el gobierno de la UNO" fue la siguiente:

-Mejoría Económica 39.2%
-Otros 26.4%
-Fin de la Guerra, Desmovilización de R.N. 14.0%
-Fin del SMP 10.0%
-Córdoba Oro 5.2%

El tema económico comenzó a predominar en el escenario político. La evaluación de la situación continuó siendo negativa, e incluso era más negativa que en la evaluación de los 100 días. Un 58% consideró que la situación económica global era peor que antes y un 78% consideró peor que antes el desempleo.

Lo más grave para el gobierno era el indicio claro de pérdida de credibilidad: un 56.8% consideró que el Gobierno no había cumplido, mientras un 12.4% pensó que era "poco tiempo para valorar", un 11.2% calificó el cumplimiento de "más o menos" y un 10.4% afirmó que este gobierno "sí cumple."

La salida inmediata para el gobierno era el proceso de concertación, que gozó de credibilidad en la opinión pública. Un 51.6% opinó que ese proceso podría solucionar los problemas económicos y un 12.2% pensó que "tal vez", mientras un 30.8% tuvo una opinión negativa y el 5.2% no supo o no respondió. Con el logro del Acuerdo de Concertación, posterior a la encuesta, el punto clave para el gobierno pasó a ser su cumplimiento y los resultados concretos que pudieran surgir del mismo.

Las tendencias políticas futuras de la UNO en la opinión pública, dependerán de una mejora efectiva en la situación económica global y de la conservación de la paz lograda. El logro de una estabilidad política y económica es esencial para el gobierno, pero el resultado final tiene que ser un repunte económico, si se piensa satisfacer las expectativas generadas.

Desafíos para el FSLN derrotado electoralmente

El Frente Sandinista ha planteado una política de defensa de las conquistas revolucionarias y de los intereses populares, sindicales y gremiales. La articulación de las formas de oposición se está determinando en la práctica política. La mayoría (53.6%) de la opinión pública consideró que la huelga de julio fue justa, en defensa de los intereses de los trabajadores (51.9%) y una victoria para los trabajadores (43.2%), mientras otro 25% indicó que el acuerdo fue una victoria de todos. Sin embargo, el 70% de los encuestados estuvieron en desacuerdo con el levantamiento de barricadas y sólo un 24.3% estuvo de acuerdo. La participación del FSLN en el proceso de concertación se realizó en un marco de credibilidad en el mismo por parte de la opinión pública.

El Congreso del FSLN programado para julio de 1991, fue crítico para superar los errores y deficiencias que incidieron en los procesos políticos anteriormente descritos (verticalismo, burocratismo, necesidad de liderazgo local con credibilidad, entre otros).

Las tendencias políticas futuras del FSLN en la opinión pública, dependerán de la canalización efectiva de las fuerzas de oposición; de su colaboración en la resolución de los problemas nacionales más apremiantes en el marco de la concertación; de su participación en la Asamblea Nacional o en otras instancias; de la elaboración de un proyecto político sandinista ajustado a las nuevas realidades políticas nacionales e internacionales; al logro efectivo de una mayor identificación del campesinado, del sector informal y de las amas de casa con el proyecto, en adición a los obreros y empleados, estudiantes y desempleados, que muestran ser mayoritariamente sandinistas. El FSLN necesita también superar la imagen belicista que tiene en ciertos sectores y lograr un "modus vivendi" a futuro con Estados Unidos. El último punto, obviamente, no depende sólo de los sandinistas, sino también de los gobernantes norteamericanos.

En resumen, el FSLN enfrenta el desafío de ajustar el modelo revolucionario a las realidades nacionales e internacionales de los años '90, de tal manera que logre ofrecer a la opinión pública nicaragüense un modelo revolucionario nacional viable, de mayorías, para competir con el modelo neoliberal de la derecha, a nivel nacional e internacional.

Resumen y conclusiones

La complejidad de explicar los procesos sociales se ejemplifica bien en la interpretación de los resultados de las elecciones nicaragüenses de 1990. Factores estructurales y coyunturales, externos e internos, forman una realidad social única y compleja, cuya aclaración requiere simplificar las tipologías que discriminan diferentes niveles de explicación. Dentro de cada nivel de explicación se generan las interpretaciones analíticas que identifican las variables relevantes y establecen relaciones entre ellas, de acuerdo a determinada combinación de criterios epistemológicos (causal-lineales, teleológicos y dialécticos). Las explicaciones de mayor generalidad plantean relaciones entre los niveles de aclaración. En todo caso nuestras explicaciones son simplificaciones de la realidad. Ninguna explicación es más compleja que la realidad misma.

A continuación se plantean resúmenes y conclusiones sobre los eslabones críticos para algunos niveles de explicación de las elecciones nicaragüenses de 1990 con relación a:

- Los temas políticos
- El modelo revolucionario

Los temas políticos: guerra - paz, y muy especialmente el Servicio Militar

El principal tema político en la campaña fue la guerra y la paz. El tema económico, aunque tenía igual peso en las preocupaciones del electorado, fue supeditado al tema de la paz por una parte considerable de votantes, que incluye a sandinistas; esto se basaba en el razonamiento de que era imposible una mejora significativa en la situación económica sin terminar la guerra.

Para muchos votantes el tema de guerra o paz se condensaba en el Servicio Militar Patriótico (SMP), que además era la principal manifestación de la guerra para la ciudadanía del Pacífico. La suspensión o continuidad del SMP simbolizaba si la guerra iba a continuar o no. A este grupo de electores hay que agregar otro, cuyo voto fue motivado por el SMP como tema político único ("one issue voters"). Su motivación fue terminar con la afectación directa del servicio, en sí mismo o en algún ser querido, o bien, evitar su prestación en 1991, año en que dos generaciones de jóvenes estaban sujetas a movilización. La conjugación de estos factores hizo del SMP el tema político más importante entre los votantes "de flujo".

El SMP era el único tema político de importancia que estaba bajo el control de uno de los principales actores políticos: el FSLN y el único que con una acción, su abolición, pudo haber cambiado en alguna medida la correlación de fuerzas electorales. La credibilidad de una acción en tal sentido hubiera sido mayor en relación inversa al tiempo de campaña; es decir, una abolición efectiva al inicio de la campaña o un poco después, hubiera tenido más impacto que un anuncio en vísperas de los comicios. El anuncio de abolición al final de la campaña siempre hubiera tenido un impacto, pero no entre el grupo de votantes que lo hubiera interpretado como una maniobra electorera.

Sin embargo, ante los resultados reales de las elecciones, se considera que lo más que pudo haber aportado la abolición del SMP, hubiera sido una victoria electoral estrecha del FSLN, basada en la votación de una parte de los electores que consideraban al SMP como el "tema político único". Dada la fuerte polarización del electorado entre la UNO y el FSLN, el resultado se pudo haber variado con un desplazamiento mínimo del 7% del voto válido total. Una victoria del FSLN en esas condiciones, hubiera abierto polémicas sobre la legitimidad de los resultados, sobre todo de parte del Gobierno norteamericano. De por medio hubiera estado la amenaza de continuar la agresión, razón por la cual el FSLN no abolió al SMP en 1989 ó 1990.

Para el grupo de votantes cuyo principal interés era precisamente el logro de la paz, ésta no se habría logrado, en sí, con la abolición del SMP por parte del FSLN. Para ellos, la finalización de la guerra requería un arreglo entre el FSLN y Estados Unidos.
Sin embargo, en el tema de la guerra y la paz, el punto crítico estaba en la baja credibilidad que había en la mayoría de los votantes sobre la oferta de paz presentada por el FSLN en su campaña. Como se señaló anteriormente, los resultados de la encuesta nacional post-electoral indican que el 75.6% de los electores consideraba que "la guerra no iba a terminar nunca si el FSLN ganaba". De ellos el 91.8% de los electores UNO y el 56.7% de los votantes del FSLN, cuyo voto era para defender la soberanía y la Revolución, no porque se pensara que se iba a lograr la paz.

En contraposición, la victoria electoral de la UNO prometía la paz, ya que tanto esta coalición como la Resistencia tenían el patrocinio y el apoyo de Estados Unidos.

Así, en el tema de la guerra y la paz, el factor de fondo era las relaciones entre el FSLN y los Estados Unidos.

El modelo de soberanía de la revolución nicaragüense: cómo influyó en el voto

La problemática de las relaciones entre el FSLN y Estados Unidos es estructural; se manifiesta en el conflicto entre el nacionalismo nicaragüense y el hegemonismo norteamericano. Los momentos más agudos del mismo han sido: la Guerra Nacional, el derrocamiento de Zelaya, la resistencia de Zeledón, la guerra de resistencia de Sandino, el asesinato de Sandino, la imposición de la dictadura somocista, la obstaculización de la Victoria Popular de 1979 y la Guerra de Agresión de los años 1980.

Las relaciones antagónicas FSLN-Gobierno Norteamericano fueron estructuradas por los contenidos revolucionarios y antimperialistas de la Revolución Popular Sandinista, en el contexto del proyecto hegemónico norteamericano por ejercer su dominio en lo económico, político y militar, en América Central y el Caribe -en particular- y en el Hemisferio Occidental en general.

El proyecto sandinista de soberanía, de una sociedad de orientación socialista, con relaciones exteriores independientes, tropezo con la oposición de Estados Unidos. Sucesivos gobiernos norteamericanos se han opuesto a las revoluciones en general y a las socialistas en particular; a que los países latinoamericanos sostengan relaciones estrechas con la URSS, Cuba y los otros países socialistas; a todos aquéllos que adversan sus posiciones hegemonistas; y, a la pretensión de llevar a cabo políticas internacionales y nacionales sin tomar en cuenta sus criterios.

Las administraciones Reagan y Bush consideraban que la revolución nicaragüense era un peligro para los intereses norteamericanos, no sólo por los aspectos señalados, sino por la combinación de una revolución social con políticas de economía mixta, pluralismo político y una política exterior no alineada, así como la mixtura de marxistas, cristianos y nacionalistas, que ha caracterizado al sandinismo. El apoyo del FSLN a la revolución salvadoreña agudizaba estos temores de Washington acerca de la Revolución Popular Sandinista.

En resumen, se trataba de un modelo revolucionario atrayente para América Latina y el Tercer Mundo; por tanto, de una amenaza para los intereses de Estados Unidos, tal como estos son concebidos por el gobierno norteamericano.

De esta manera, había un choque entre el FSLN y el gobierno norteamericano acerca del modelo de la Revolución Popular Sandinista. A inicios de la revolución se decía que el modelo era adecuado a las realidades geo-políticas del hemisferio. Eso era cierto en teoría, pero en la práctica no fue así.

Los grandes contricantes en la guerra y en las elecciones fueron el FSLN y los Estados Unidos. Así lo vio el sandinismo y así lo vio el Gobierno norteamericano. Claro está que una parte significativa de la acción norteamericana se articulaba con fuerzas locales, tanto en la guerra como en las elecciones. Ese fue su mayor logro dentro de Nicaragua: la capacidad de mantener funcionando la guerra de desgaste y, a la vez, la alianza amplia que le dio la victoria electoral a la UNO. Es decir, haber aglutinado una base social nicaragüense que apoyó su proyecto político.

En el caso de la guerra, la Contra comenzó como una fuerza integrada mayoritariamente por ex-guardias somocistas; pero en el curso del conflicto, su composición se volvió progresivamente más y más campesina. La integración masiva de campesinos de la frontera agrícola y el logro de contar con zonas de "influencia decisiva" en las comarcas de esa zona, permitió a la Contra reponer las fuertes bajas que sufrió durante el proceso de la "derrota estratégica militar" del período 1985-1987. En ese mismo proceso, la Contra se consolidó políticamente, debido a su sólida base social en una zona muy delimitada y escasamente poblada, pero extensa, entre las cordilleras y la parte interior de la Costa Atlántica.

En el caso de la amplia alianza que apoyó a la UNO, se aglutinó a somocistas, conservadores, liberales y social cristianos, así como a los pequeños partidos del socialismo y el comunismo. Esta coalición ideológica amplia -y hasta incoherente- tenía como denominador común al anti-sandinismo.

En otro sentido, después de haber ensayado con un Frente Patriótico de la Revolución en los primeros años después de la Victoria Popular, el FSLN había adoptado una posición en contra de las alianzas políticas con otros partidos.

En cuanto a base social, la alianza amplia de la UNO, Iglesia, Contra, COSEP y organizaciones NED, logró aglutinar posiciones electorales fuertes entre la burguesía, los profesionales independientes, los campesinos, el sector informal, las amas de casa y obreros y empleados del sector privado. Esa base social dio la victoria electoral a la UNO.

UNO: frágil victoria

Los grandes temas de las elecciones; - guerra-paz y economía - le permitieron a la UNO la capacidad de aglutinar y movilizar diferentes sectores de nicaragüenses a su favor. Sin embargo, en las clases y fracciones de clases que votaron mayoritariamente a favor de la UNO, también había choques con el modelo revolucionario del FSLN. Ese era el caso de la burguesía, los campesinos, el sector informal y las amas de casa.

En la estructura de clase nicaragüense, la matemática de los sectores populares es la siguiente: campesinos + sector informal + amas de casa = mayoría.

En 1990 la UNO logró la mayoría de esos sectores y ganó las elecciones. Para 1996, las elecciones se decidirán en el mismo terreno. El sector campesino se está consolidando con la nueva fase de la reforma agraria, de entrega de tierras a desmovilizados de la Resistencia y a ex-oficiales del EPS. El sector informal se ha expandido por las reducciones del ejército y otros puestos estatales, y por la depresión en las actividades económicas formales. El número de mujeres con el rol de "ama de casa" aumentará con la falta de oportunidades económicas en general.

El desafío electoral para la derecha es retener los votantes que logró aglutinar con este tipo de populismo en 1990; en tanto, para el FSLN el desafío es articular un proyecto revolucionario de mayorías para los años '90, adecuado a las realidades nacionales e internacionales contemporáneas.

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