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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 112 | Marzo 1991

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Honduras

El proyecto de un partido popular

Dentro de los cambios graduales del movimiento popular en Honduras y de la aparente rigidez de sus estructuras sociales, está emergiendo la semilla de un nuevo tipo de movimiento revolucionario que arranca de la sociedad civil y no de una vanguardia que se propone la toma del poder político por la vía militar. Tal vez está naciendo el proyecto de un partido político popular.

Equipo Envío

Honduras aparece, como siempre, como el país mas atrasado de Centroamérica, quizás con la excepción de Panamá. El nuevo esquema neoliberal ha ido montándose sobre la formación social que mas se acerca al estereotipo de una "república bananera", con una dominación económica de empresas bananeras transnacionales y con una fuerte injerencia político-militar del Departamento de Estado y de las tropas norteamericanas. Para la mirada del observador no centroamericano parecería que nada ha cambiado en Honduras desde los años 50 y que tampoco hay mucha esperanza de cambios significativos en el futuro.

Sin embargo, la recomposición de las fuerzas políticas de izquierda en 1990 y la renovación de estrategias - por lo menos a nivel de discurso - han sido importantes. Vale recordar que hacia 1976 la mayoría de los analistas - incluidos los autores de este trabajo - pensaban que los procesos revolucionarios triunfarían primero en Guatemala, seguiría después El Salvador, y el retraso seria grande en Nicaragua y Honduras. En la realidad, sin embargo, Nicaragua con la dictadura por excelencia de la región, fue el primer lugar donde los procesos político-militares llevaron a un triunfo.

Los esquemas intelectuales, que contraponen a los mas atrasados con los mas avanzados, no funcionaron para predecir el comportamiento de Centroamérica en los 80. Puede pasar lo mismo en los 90. No se puede excluir que, dentro de los cambios graduales del movimiento popular en Honduras y de la aparente rigidez de sus estructuras sociales, esté escondida la semilla del nuevo tipo de movimiento revolucionario que arranca de la sociedad civil y no de una vanguardia que se propone la toma del poder político por la vía militar.

Empezar con el pueblo no organizado

La nueva iniciativa del movimiento popular en Honduras se define por cuatro elementos:

- Unificar las fuerzas de izquierda.

- Reconocer que Honduras no reúne condiciones para imitar las estrategias políticas trazadas por las vanguardias revolucionarias en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Independientemente del hech o de que la coyuntura internacional obliga a las tres vanguardias a replantear sus estrategias, el movimiento popular hondureño se ha planteado el reto de buscar una estrategia propia, enmarcada en las condiciones sociales, económicas y políticas propias de Honduras.

- Crear un movimiento político y un partido popular capaz de competir en el campo electoral con los partidos tradicionales de Honduras. Lo que distinguiría a este nuevo partido de los pequeños partidos alternativos - que nunca lograron mas de un 3% del voto popular - y de los Partidos Nacional y Liberal, serían sus intenciones de nacer a partir de organizaciones populares auténticamente democráticas y autónomas de injerencias y verticalismos del nuevo partido.

- Reconocer que existe una organización popular relativamente pequeña en Honduras y priorizar la tarea de organizar al pueblo no organizado en vez de intentar únicamente la movilización de las organizaciones populares existentes.

En realidad, la idea de unificar a la izquierda no es nada nuevo en Honduras. Ha habido repetidos intentos y fracasos. Lo nuevo de 1990 han sido los otros tres elementos. El avance de la iniciativa ha sido desigual en los cuatro planteamientos.

El punto de partida: la debilidad de la izquierda

A comienzos de 1990, tres organizaciones importantes inician discusiones alrededor de la nueva estrategia. Son la FUTH (Federación Unida de Trabajadores de Honduras), cuyas cúpulas están integradas por dirigentes que abandonaron el Partido Comunista hace tiempo, el CCOP (Coordinadora Central de Organizaciones Populares), cuyas cúpulas son miembros del Partido Comunista, y la APU (Asociaciones Populares Unidas), cuyas cúpulas están conformadas por dirigentes vinculados al movimiento revolucionario de "los Lenchos" (nombre tomado del campesino asesinado Lorenzo Zelaya).

La FUTH es primordialmente una federación sindical que solo organiza un obrero por cada nueve que los sindicatos alineados con los partidos tradicionales organizan. El CCOP y la APU son organizaciones mas políticas que populares. Representan y reúnen solo a los dirigentes de sindicatos, de organizaciones campesinas, de organizaciones estudiantiles, de empleados públicos, de maestros, de trabajadores de la salud y de patronatos que se identifican con sus respectivas líneas políticas. Las otras múltiples fracciones de la izquierda revolucionaria en Honduras tienen aun menos arrastre en las bases que estas tres organizaciones, por débiles que éstas sean.

Cinco obstáculos para la nueva iniciativa

La nueva iniciativa se enfrenta con cinco obstáculos o peligros distintos frente su avance en 1990 y comienzos de 1991:

- El pasado de sectarismo hondureño.

- Las divisiones con respecto a la estrategia del enfrentamiento con el paquete neoliberal.

- La ruptura entre la lucha local y la lucha nacional.

- La represión militar.

- El peligro de creer que el camino hacia la renovación del movimiento popular es ancho, fácil y rápido en vez de angosto, difícil y largo.

Peligros y peso histórico del sectarismo hondureño

El sectarismo que debilita al movimiento popular hondureño tiene dos fuentes principales:

1) las discordias ideológicas
2) la defensa de los aparatos económicos de las dirigencias, los cuales les permiten un nivel de vida superior a las masas, a las cuales supuestamente representan.

¿Hasta donde lograron las tres organizaciones superar el pasado del sectarismo? La mayoría de los dirigentes de cúpula de la APU y de la CCOP lograron superar sus discordias ideológicas y ponerse de acuerdo en el proyecto de un partido social demócrata liderado por un ex-miembro del Partido Comunista, mientras que la dirigencia de la FUTH rompió con las dos organizaciones no tanto por posiciones distintas, sino para defender sus intereses económicos. Aunque hubo mas unidad alrededor de la iniciativa de un nuevo partido entre las cúpulas de APU y CCOP, siguieron las discordias ideológicas y la falta de unidad a nivel de los dirigentes de base, quienes muchas veces continuaron tratando a compañeros de otros partidos de tendencia de izquierda como si fueran enemigos tan formidables para la causa popular como la propia derecha.

¿Cómo enfrentar el ajuste económico?

El movimiento llamado "Plataforma de Lucha" constituyo un enfrentamiento parcial con el paquete neoliberal, destinado al fracaso por ser meramente contestatario y parcial. La Plataforma represento solo los intereses de los empleados públicos y cayo en la trampa del enemigo. En América Latina, los gobiernos que implementan un ajuste esperan y hasta programan estos movimientos contestatarios. La experiencia acumulada ha enseñado a los gobiernos que las primeras protestas son mayores que las posteriores y que con cada nuevo paquete de ajuste anual el Estado se vuelve cada vez mas capaz de socavar y dividir a los movimientos políticos y sindicalistas que intentan protestar en forma parcial contra el ajuste.

La Plataforma de Lucha no solo fracaso frente al paquete económico sino que significó pérdidas para la nueva iniciativa del movimiento popular hondureño. Aunque las tres organizaciones empezaron tanteando su participación en la Plataforma de Lucha, APU y CCOP salieron de la Plataforma, reconociendo en ella una estrategia mal planteada y el peligro de caer en la trampa del enemigo. La FUTH, por otro lado, decidió integrarse en la Plataforma y "aliarse con el movimiento obrero aunque sea de derechas".

En concreto, la CTH (Central de Trabajadores Hondureños) del Partido Liberal y la CGT (Central General de Trabajadores) del Partido Nacional de Callejas, que representan un 90% del movimiento sindical, acompañaron a la FUTH en la Plataforma. La FUTH, planteando una autocrítica a su pasado político, se presento dentro de la Plataforma como la única federación realmente autónoma de la influencia de los partidos y como la única organización que luchaba por independizar al sindicalismo de lo político.

En realidad, el discurso de los dirigentes de la FUTH sobre su autonomía e independencia de la política encubría su falta de independencia frente a los beneficios económicos y el estatus social que los puestos de dirigencia y el aparato económico prestaban a los lideres. A pesar del discurso, de hecho se negociaba conjuntamente con los sindicatos tradicionales en los términos y con la agenda dictados por el gobierno de Callejas. Ellos, como las otras cúpulas del movimiento sindical, quedaron bien, mientras que las bases de sus movimientos sufrieron mas desempleo y merma de sus salarios.

La ruptura entre lo local y lo nacional y la incapacidad de volver a las bases

Como hemos indicado, se ha fortalecido el acuerdo entre la APU y la CCOP de que el nuevo partido necesita nacer de un movimiento popular renovado con un proyecto de dejar los circuitos gremiales y políticos, que reúnen solo un 18% del pueblo campesino y obrero de Honduras, para sumergirse en las aguas del 82% del pueblo no organizado. Sin embargo, el ambicioso proyecto de combinar el desarrollo de un nuevo partido al mismo tiempo que el volver a las masas no organizadas sufrió contratiempos y ocasiono divisiones al interior de las dos organizaciones.

Por un lado, un segmento de la CCOP y algunos dirigentes de la APU en el norte del país ensayaron el nuevo camino de volver a las masas no organizadas. En Tegucigalpa, el Sindicato de Trabajadores de Energía Eléctrica (STENEE) libero la mayoría de sus cuadros profesionales - pagados por el Sindicato - de sus responsabilidades burocráticas dentro del sindicato y los envío a trabajar a los barrios populares. Allí intentaron aprender el lenguaje del pueblo, recoger las demandas económicas y empezar a organizar a los pobladores en proyectos de educación, salud y, en menor grado, en pequeños proyectos
productivos.

Por otro lado, muchos de los dirigentes de CCOP y APU se excusaron de la tarea de volver al pueblo no organizado, pretextando las tareas que significaba la construcción del
nuevo partido a nivel nacional. El resultado de este debate sobre como combinar las tareas de organización local y la construcción del nuevo partido nacional fue una división
interna dentro de CCOP y APU, que debilito la nueva iniciativa. Los dirigentes de CCOP que iniciaron nuevos estilos en su practica política dejaron de apoyar el desarrollo del nuevo partido con la consecuencia de que su trabajo en la renovación del movimiento popular quedo aislado del desenvolvimiento del nuevo partido.

Los dirigentes dedicados a la construcción del nuevo partido, al no cambiar su estilo tradicional de practica política, empezaron a desarrollar el partido sin aprender nada de las futuras bases del partido y sin incorporar las iniciativas de base y la dinámica de las organizaciones populares en su practica partidaria. Es difícil combinar la lucha nacional con la dinámica local. En 1990 se logro una unidad ideológica con respecto a la necesidad de que el movimiento político soñado nazca de un nuevo dinamismo de las organizaciones populares en el pueblo no organizado. Sin embargo, aunque todos estuvieron de acuerdo en superar los verticalismos del leninismo heredado, no se logro superar en la paractica cotidiana ni la sobrepolitización del movimiento popular ni la dominación de lo político sobre lo gremial ni la separación de la problemática nacional y las dinámicas locales.

La represión militar: ¿más o menos espacio para la alternativa?

En 1990, a pesar de la renuncia a la lucha armada por parte de las organizaciones político-militares, la represión se incremento y cayo sobre la nueva iniciativa popular. La causa fue el conflicto sobre el presupuesto militar entre las Fuerzas Armadas Hondureñas, apoyadas por la línea dura norteamericana (CIA y DEA), y el Presidente Callejas, apoyado por la AID y la embajada. Es notable la forma en que la dinámica de la política interna de los Estados Unidos sigue teniendo igual o mas influencia sobre la vida política de la República de Honduras que la propia dinámica de la política nacional.

Los generales y coroneles, en busca de mas lempiras y dólares, sobredimensionaron el "peligro" de la subversión interna y de los enemigos extranjeros. La ficción creada para la contienda con Callejas se convirtió en mas represión para el pueblo. Ante la evidencia de la ausencia real de un peligro de subversión armada, la inteligencia militar, según documentación confidencial filtrada, identifico la nueva iniciativa económica y social de varias organizaciones populares como el peligro mas serio en Honduras. Durante 1990, Callejas no tuvo valor para apoyar significativamente el presupuesto militar y cedió ante los militares al no otorgar la amnistía general de los presos políticos pedida por el movimiento popular en su conjunto.

La presión de la embajada norteamericana sobre Callejas para mejorar la situación de los derechos humanos a principios de 1991, le obligo a permitir el regreso al país de cuatro líderes del movimiento revolucionario PRTC (trostkista), que los militares habían impedido durante 1990. Este inicio de una temerosa desmilitarización en Honduras abre la puerta al movimiento popular para presionar durante 1991 por lograr una amnistía general y el mejoramiento de los derechos humanos, paso que podría dar mas espacio a la nueva iniciativa, aun cuando siga siendo el blanco principal de los militares.

Un camino largo y difícil

Quizás el peligro más serio que enfrenta la nueva iniciativa es el problema del cansancio. Son pocos los lideres capaces de combinar una estrategia de base desde una perspectiva nacional. Para ellos la iniciativa significa nuevas cargas de trabajo. Aunque su estrategia encierra una solución realista y justa para el país, sus ritmos de trabajo se vuelven cada vez mas inhumanos. La tentación de convertir un proyecto que solo puede ser de mediano plazo en un proyecto cortoplacista lleva consigo el peligro de que la iniciativa se desgaste en un par de años antes de que llegue la hora de su madurez.

¿Cuál es el balance? La nueva iniciativa ha logrado dominar la ideología y la retórica de todas las fracciones del movimiento popular, aun las de los dirigentes que no están de acuerdo con ella. Se han iniciado nuevas experiencias en la base. Las divisiones creadas en el seno del movimiento indican los retos mas importantes que el proyecto tiene que enfrentar. Falta la conversión del ideal soñado en practica cotidiana para conseguir objetivos a mediano plazo. Urge prepararse para el mediano plazo sin dejar de trabajar el presente, imponiendo un ritmo mas lento al trabajo. Urge adecuar el ritmo de construcción del partido a los ritmos del pueblo y de sus lideres de base, a sus necesidades de capacitación y a la incorporación de nuevos lideres, tanto de base como técnicos e intelectuales. Sin un nuevo ritmo se corre el riesgo de repetir la errónea experiencia del pasado.

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