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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 387 | Junio 2014

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Honduras

¿Un crimen perfecto?

El 11 de abril Carlos Mejía Orellana, gerente de mercadeo y ventas de la Radio Progreso de Honduras, fue asesinado. El crimen permanece impune. ¿Cuál fue el móvil? ¿Quiénes fueron los asesinos materiales? ¿Y los intelectuales? Parece un crimen perfecto. Porque el probable móvil político está envuelto en la coartada de la condición homosexual de Carlos. Con este texto, la revista Envío, hermana del proyecto de Radio Progreso, se suma a la condena por este crimen.

Equipo Envío

Salió rapidito, despidiéndose. “¡Me voy de vacaciones y no estoy para nadie!” Pero se detuvo antes de cerrar la puerta:
“Pero para la radio, ¡siempre estoy! ¡Nos vemos!”. Horas después, llamaban a la radio, pero para avisar que Carlos Mejía estaba muerto. Era el 11 de abril, ese día que el calendario católico ha bautizado como “viernes de dolores”, al inicio de la semana santa.

“ERA UNA PERSONA CLAVE”

Carlos Mejía Orellana tenía 35 años. Desde hacía 14 años era el gerente de mercadeo y ventas de Radio Progreso, la popular emisora de los jesuitas en la ciudad de El Progreso. “Era una persona clave en este proyecto”, repiten todos en el equipo.

Ya era tarde cuando llegó a su casa. Vivía solo, en una colonia de la ciudad. Al poco de llegar una vecina tocó a su puerta para pedirle el maíz que iba a moler para las tortillas que iba a llevar al paseo al mar que había organizado para el domingo con toda su familia y sus amigos. “Me dijo que me daría el maíz después porque estaba esperando visita y quería platicar tranquilo”, contó ella.

Un par de horas después empezó a sonar estridente la alarma de su carro, parqueado a la puerta de su casa. Los vecinos salieron a ver qué pasaba. El portón de la casa de Carlos estaba abierto, la puerta de la casa también, pero no estaban forzados. ¿Un robo…? Entraron a la casa, con esa mezcla de ansiedad y miedo que se tejen en la atmósfera que respira hoy tanta gente en Honduras, el país más violento del continente y quizás del mundo. Al entrar al cuarto de Carlos lo vieron tendido en el piso, al lado de su cama, con el pecho atravesado por tres puñaladas. Salieron corriendo a avisar a la policía y al equipo de la radio. Quienes lo mataron movieron de lugar el televisor y varias cosas de la casa, dejando señales de que se trataba de un robo como otros tantos. Pero en la casa nada faltaba, nada había sido robado.

UN “CRIMEN PASIONAL”

En la edición del día siguiente, el diario hondureño “La Prensa” informaba de las declaraciones de Roger Murillo, jefe de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC): “Las primeras pesquisas indican que, minutos antes de ser asesinado, salió a comprar dos pollos para él y otras personas que en ese momento lo acompañaban en la casa y al parecer estaban departiendo”. Anunciaba Murillo que como resultado de la labor investigativa, los agentes habían detenido horas después del crimen a un joven que había dicho ser “pareja” de Carlos. Y sacó la conclusión: “Creemos que el crimen puede estar relacionado con problemas pasionales y no por cuestiones políticas, como lo quieren dar a entender los encargados de Radio Progreso”.

Y es que horas antes de estas declaraciones, el equipo de Radio Progreso había convocado una rueda de prensa para informar del suceso y sentar su posición. El director de la emisora, el sacerdote jesuita Ismael Moreno, corresponsal de Envío en Honduras, fue categórico al exigir una “investigación seria, diligente, precisa y exhaustiva, que lleve a sancionar a los responsables materiales y a los responsables intelectuales”. Y añadió: “No aceptamos rumores sin sustento sobre los móviles”.

Para entonces, los rumores ya corrían por la calle y parecían facilitarle a las autoridades dar por cerrado el caso con el veredicto de que se trataba de un crimen “pasional”. “Todos los maricones acaban así”, decía mucha gente, al sólo conocer la noticia, sin más reflexión y sin compasión.

La coartada estaba servida. El cuerpo de Carlos fue encontrado semidesnudo. El escenario repetía el modus operandi de muchos asesinatos relacionados con personas homosexuales a las que se les quita la vida. Naturalizando el móvil, se les quita también dignidad, restándole importancia y atención al crimen.

“ES UNA MUERTE BUSCADA”

Carlos era gay. “Lo había hablado con él hacía años y él no temió reconocerlo, reconocerse a sí mismo con esa orientación y no ocultarlo ni a su familia ni a sus compañeros, era una persona libre”, nos cuenta Ismael Moreno, el padre Melo.

En algunas horas, el joven detenido fue dejado libre. No había una sola prueba que lo incriminara. El caso no estaba cerrado, pero insistían en cerrarlo por la vía “pasional”. ¿No podría ser otro el móvil, aun contando con el escenario “pasional”, tan bien preparado por los ejecutores materiales?

“Lo entendemos como un golpe frontal al trabajo de la radio, a nuestro trabajo y a nuestra institución”, dijeron el padre Melo y sus compañeros de la radio desde el primer momento. “Esto nos deja más vulnerables y en mayor indefensión”.

Ante los micrófonos de la emisora otras voces comenzaron a abrirle camino a otro probable móvil. Una de esas voces fue la de Silvia Heredia, del programa “Paso a paso” para la prevención de la violencia: “No, ésta no es una muerte más, es una muerte buscada. Todos los asesinatos son injustos, pero éste ha sido para tocar al ERIC y a Radio Progreso”.

¿POR QUÉ TOCARLOS?

Para evangelizar el Valle de Sula, el área de mayor desarrollo económico de Honduras, la que más población migrante atrae de otras regiones del país, nació hace más de 50 años Radio Progreso.

La radio comenzó a emitir en Santa Rita, un pequeño municipio cercano a El Progreso, sin ser propiedad de los jesuitas. En 1970, en los años marcados por la opción por los pobres proclamada por los obispos en Medellín, en la etapa en que Paulo Freire proponía la concientización por la educación popular, en el tiempo de las comunidades de base, los jesuitas adquirieron la frecuencia AM de aquella radio y enseguida consiguieron equipo para transmitir también en onda corta.

Cuando el huracán Fifí causó tragedias en la zona en 1974, Radio Progreso dio a conocer al mundo la noticia. Otras tragedias, las provocadas por los golpes de Estado que caracterizaron aquella década, también pasaron por los micrófonos de la Progreso. Fueron también las ondas de Radio Progreso las que informaron de la masacre de Los Horcones(junio de 1975), en la que terratenientes y militares tramaron y ejecutaron la muerte de quince personas, entre ellas dos sacerdotes, y para borrar las huellas del crimen los lanzaron a un pozo de malacate, donde dinamitaron sus cuerpos.

En 1976 la emisora se transformó definitivamente en una radio popular al servicio de las luchas del pueblo y de las causas justas, que en Honduras eran tantas. No hubo huelga, demanda, reclamo, manifestación, movilización y organización que los micrófonos de la Progreso no acompañaran. Eso la convirtió, una y otra vez, en objetivo de los poderosos políticos y de los poderosos económicos. Advertencias, amenazas, cierres, negociaciones para reabrirla, años y años siempre en la mira. Hasta hoy.

En 1980, tras uno de los cierres de la emisora y estando Honduras bajo una dictadura militar represiva, los jesuitas crearon el ERIC (Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación), para complementar la labor de la radio. Sería un espacio para reflexionar sobre la realidad, para “ver, juzgar y actuar”.

Con los años, las investigaciones políticas, sociales, económicas y culturales del ERIC, y desde el año 2010 los sondeos de opinión pública, se fueron convirtiendo en referentes de credibilidad en todo el país. Hasta hoy.

GOLPE DE ESTADO:
MÁS RIESGOS Y MÁS INFLUENCIA

En junio de 2009, cuando el golpe de Estado contra Manuel Zelaya, la Radio Progreso y el ERIC se graduaron nuevamente con honores en la defensa de los derechos humanos y en las denuncias de la represión desatada contra la gente que se movilizó en resistencia al golpe y reclamando derechos postergados.

A partir de esa fecha y de esa crisis nacional la emisora comenzó a ser un referente para autoridades y organismos internacionales de derechos humanos. Prueba de ello son los dos premios internacionales que recibió la radio, el Premio de la Asociación por los Derechos Humanos de España (APDHE),entregado a Radio Globo, a Cholusat Sur y a Radio Progreso por su defensa de los derechos humanos en el marco del golpe de Estado, y el Premio Peter Mackler 2011 de Reporteros Sin Fronteras y Global Media Forum, entregado a la coordinadora del área de comunicaciones de Radio Progreso por el ejercicio del periodismo en países en los que hay violaciones permanentes a la libertad de expresión.

Con el golpe aumentaron los riesgos. Las instalaciones de la radio fueron allanadas durante el golpe y algunos de sus periodistas y su director fueron objeto de graves amenazas y actos de hostigamiento. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA otorgó a unas quince personas del equipo medidas cautelares para proteger sus vidas.

En mayo de 2011 se las otorgó a Carlos Mejía, quien también recibía amenazas. El Estado hondureño, responsable de cumplir esas medidas, nunca las tomó en serio. “Nunca tuvo voluntad política de cumplirlas, a pesar de haber sido consensuadas con el gobierno en infinidad de ocasiones”, explicaron miembros del equipo de la radio en la rueda de prensa, fresca aún la sangre de Carlos.

EN UN PAÍS VIOLENTO

Honduras es considerado el país más violento del mundo. De acuerdo con el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en 2013 se cometieron 109 masacres y 6,757 homicidios, lo que representó un promedio mensual de 563 homicidios y un promedio diario de 19.

Un informe dado a conocer por Casa Alianza reveló que entre febrero de 1998 y marzo de 2014 fueron asesinados 9 mil 291 niños, niñas y jóvenes menores de 23 años. Durante el gobierno saliente, el de Porfirio Lobo (2010-2013), el promedio fue de 81 muertes de jóvenes mensuales. En el primer trimestre del año 2014 Casa Alianza contabilizaba ya 270 muertes de jóvenes menores de 23 años en hechos de “extrema violencia”.

Ni la depuración de los cuerpos de seguridad de hace años, ni la más reciente militarización de la sociedad con las sucesivas campañas de “mano dura”, han dado resultados, entre otras razones porque dar respuestas auténticas a las profundas desigualdades económicas, sociales y políticas quedan siempre al margen de estas iniciativas.

Una de ellas, desde junio de 2011, es la Ley de Seguridad Poblacional, que establece el cobro de impuestos a depósitos de cierta cantidad en el sistema bancario, a los restaurantes de comidas rápidas, a la telefonía celular, a los casinos y tragamonedas. Los recursos recaudados se deben invertir en seguridad pública. Se calcula que desde la creación de este impuesto se han recaudado más de 1,500 millones de lempiras, pero unos mil millones ya han sido invertidos de forma discrecional, sin saberse en qué. Lo que sí se sabe es que la policía de investigación trabaja en condiciones precarias, sin vehículos y agentes suficientes y sin herramientas básicas para desarrollar investigaciones serias, diligentes, precisas y exhaustivas, como las que reclamó el equipo de Radio Progreso tras el asesinato de Carlos Mejía.

“ERA UN EMPRENDEDOR NATO”

Quisimos hablar con quien recuerda y llora a Carlos como su mejor amigo para que nos contara cómo era: “Amaba a los perros. Y amaba a la gente. Era un tipo muy generoso. Le admiré que iba mediodía de cada domingo a dar clases al Instituto Hondureño de Educación Radiofónica. Quería que ese montón de chavos trabajadores y con deseos de superación tuviera al menos algo de buena educación. Y por eso, no descansaba el único día que le quedaba libre. Le gustaba dar clases. Tenía una licenciatura en Pedagogía. Era incisivo, profundo cuando analizaba la realidad hondureña. Le dolía la corrupción, la injusticia, el descaro de los políticos y de los líderes religiosos y le desesperaba la pasividad del pueblo”.

Así lo describe: “Era audaz, lanzado, siempre queriendo innovar, probar cosas nuevas, un emprendedor nato. Tenía una Maestría en Dirección Comercial y Mercadotecnia, pero sus capacidades se formaron porque desde niño tuvo que ingeniárselas para ayudar a su familia. Un día me contó su primera prueba. Cuando tenía seis años su mamá, doña Salvadora, lo mandó a la plaza del pueblo a vender los tamales que ella hacía. Se sintió tremendamente responsable con su carga de tamales. Pasó que cuando los había vendido casi todos, cuando se le acercó un viejito diciéndole: “Dejame probar uno y te traigo el pago en un ratito”. Carlos le creyó, le dio el tamal y se quedó mucho rato esperando el pisto que nunca llegó... Regresó a su casa llorando, temía la penqueada que le darían por no traer el dinero completo. Qué va, su mama lo felicitó por el éxito de la venta y también porque aquel pobre viejito pudo probar uno de sus tamales. Y él dejó de llorar”.

LA RÁPIDA EXPANSIÓN
DE LA RADIO

El asesinato de Carlos Mejía priva a Radio Progreso de la persona que con extraordinaria habilidad y dedicación, garantizaba a la emisora el 60% de sus ingresos. Y lo arranca de esta tarea en momentos en que la radio, una herramienta de movilización social, conocida y reconocida en todo el país, vivía momentos de expansión, proceso en el que participaba activamente Carlos.

A partir de 2005, Radio Progreso amplió su cobertura al occidente y al norte del país. A partir de 2009, en la etapa abierta por el golpe de Estado, la propuesta de comunicación de la emisora se amplió significativamente, fortaleciendo alianzas con sectores sociales: mujeres, indígenas, pobladores, ambientalistas, organizaciones de derechos humanos y organismos anticorrupción. Las alianzas se concretaron en un incremento de los espacios radiales conducidos por esas organizaciones, en campañas de sensibilización llevadas a cabo en coordinación con varias de ellas y en una mayor demanda de formación y apoyo que le solicitaban movimientos organizados de todo el país.

Radio Progreso crecía “en sabiduría y gracia”. Su influencia era cada vez más patente. En 2012 amplió su cobertura en el departamento de Colón y en la ciudad de La Ceiba, tercera ciudad del país, después de Tegucigalpa y San Pedro Sula, cubriendo así prácticamente todo el corredor norte de Honduras.

A finales de 2013 el gobierno saliente de Porfirio Lobo le concedió una frecuencia en la capital. Esto estaba representando nuevos desafíos, que estaba asumiendo ya el equipo: ampliar el contenido de los espacios noticiosos y las estrategias de participación, tomando aún más en serio el modelo de la radio en la calle y el periodismo de intermediación.

Cuando Carlos Mejía fue asesinado la emisora iba a ampliar su cobertura en el Bajo Aguán, zona del país donde se identifica de manera más clara la acumulación de capital en pocas familias, una zona extremadamente violenta, en la que, en términos del grado de violencia contra la población campesina, se desarrolla el conflicto agrario más grave de los últimos quince años, no sólo en Honduras sino en toda Centroamérica. Durante el gobierno de Porfirio Lobo fueron asesinados 105 líderes campesinos, muchos de ellos en esta zona.

UN CRIMEN PERFECTO

En este contexto, no es prejuicioso ni apresurado pensar que el asesinato de Carlos Mejía haya tenido como móvil enviar al equipo un mensaje de sangre con la intención de frenar la expansión y la influencia de la radio.

Bien elegido el momento del mensaje. Bien elegida la víctima, porque de ella dependían muchos recursos financieros. Bien elegido Carlos, porque su homosexualidad facilitaba a quienes decidieron eliminarlo el escenario para la más sencilla de las coartadas: la “pasional”. Un crimen perfecto.

EN UN PAÍS HOMOFÓBICO

En un muro de Tegucigalpa alguien escribió un día un grafiti provocador: “Ser homosexual es cosa de hombres”. Muy pronto lo borraron, aunque le sobraba razón al que lo pensó y lo expuso. Porque soportar la discriminación de la homofobia es una tarea que requiere de mucho valor, el valor que la cultura asigna a los hombres. Carlos tuvo ese valor.

La homofobia sigue siendo uno de los prejuicios más incrustados en la mentalidad de la gente. Y como sucede en todas las sociedades tradicionales, conservadoras, empobrecidas por las desigualdades y por la baja calidad de la educación, Honduras tiene una sociedad homofóbica, en la que son muchos los que han confundido los conceptos: llaman “pecado” a la homosexualidad, cuando el pecado es la homofobia, por lo que encierra de discriminación, de rechazo y de odio, de traición al Dios del que habló Jesús de Nazaret.

El alto nivel de homofobia que existe en la sociedad hondureña adquirió relieve internacional en octubre de 2011, con las posiciones expresadas por la Confraternidad Evangélica de Honduras, que pidió a las autoridades suspender un concierto que Ricky Martin iba a tener en Tegucigalpa a beneficio de una fundación de ayuda a la infancia. Martin había confesado su orientación homosexual un año antes. En carta al Ministro del Interior, los religiosos expresaban su preocupación por “el mensaje y ejemplo” que transmitiría el cantante, en momentos en que se requiere “levantar y cultivar los más altos valores cívicos y morales tendientes a consolidar y a no debilitar la esencia de la nacionalidad hondureña, que es la familia”. A pesar de todo, el concierto se celebró.

“CRÍMENES DE ODIO”

Unos meses después del “escándalo” por este concierto, en junio de 2012, ochenta congresistas estadounidenses escribían a la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton pidiéndole que exigiera al gobierno de Honduras -a cuenta de la ayuda que recibía de Estados Unidos- medidas contra la homofobia que sufren las personas homosexuales en Honduras.

En su carta, los congresistas demócratas denunciaban “crímenes de odio”: unos 70 hombres y mujeres pertenecientes a la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) habían sido asesinados en Honduras desde junio de 2009, fecha del golpe de Estado, hasta la fecha en que escribían a Clinton. Señalaban también que la mayoría de estos asesinatos habían quedado “en la más absoluta impunidad”.

EN UN PAÍS DE IMPUNIDAD

Este país violento y homofóbico que es hoy Honduras, es también un país donde reina la impunidad. Según el Fiscal General de la República, el 80% de los asesinatos no se investigan y quedan en la impunidad. Las organizaciones de la sociedad civil consideran que la cifra es mayor y hablan del 90%.

De más de 30 asesinatos de periodistas, solo el 10% presentan alguna investigación. Un ejemplo trágico es el de los asesinatos de mujeres: de los 300 femicidios ocurridos en 2013, sólo se han presentado en 5 casos se han presentado los requerimientos fiscales para resolverlos, según información del Centro de Derechos de Mujeres.

Los asesinatos que cometen el crimen organizado y el narcotráfico quedan en la impunidad. También los asesinatos políticos quedan en la impunidad. ¿Quedará impune el asesinato de Carlos Mejía, recubierto su posible móvil, su dimensión política, tanto por las autoridades como por sectores de la sociedad con la coartada de “lo pasional”?

UNA SOLIDARIDAD
QUE RECLAMA JUSTICIA

A Radio Progreso llegaron en los días siguientes al crimen muchos mensajes y comunicados de solidaridad con la emisora y de repudio por el crimen.

Llegaron de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, de Reporteros sin Fronteras, de periodistas y emisoras radiales de Estados Unidos, Canadá y de todo el continente, de Amnistía Internacional, de congresistas demócratas de Estados Unidos, de religiosos de varios países, de jesuitas de todo el mundo -aunque faltaron voces de los jesuitas más cercanos, tal vez por el temor que inspira “lo pasional”-, de organismos de cooperación internacional de distintos países de Europa…

Todos se dolían por la vida segada de Carlos, todos exigían una investigación y una sanción, todos clamaban porque
el crimen no quedara en la impunidad.

“LO QUE USTED NOS ENSEÑÓ, QUERIDO CARLOS”

El equipo de Radio Progreso sigue esperando la verdad y la justicia. Y mientras espera, recuerda al “compañero del alma tan temprano” que se les fue.

Del mensaje con que lo despidieron el día de su entierro son estas conmovedoras palabras: “Usted, querido Carlos Mejía, se nos fue sin siquiera pedir permiso…Usted se nos fue cuando más urgía su presencia entre nosotros, ya no sólo para sacarnos de apuros en cada quincena con su afanosa búsqueda de recursos bienhabidos, sino porque su presencia siempre inspiró ternura, servicialidad y compañerismo… Usted bien sabe que su ausencia no tiene un fácil reemplazo. Catorce años de su vida compartidos con nosotros, no se cierran como una puerta de un porrazo…”

“De usted, querido Carlos, quizás no aprendimos cómo dirigir una sesión de trabajo, porque cuánto le huía usted
a las reuniones y siempre las consideró una pérdida de tiempo. Tampoco aprendimos de usted a hacer un análisis político ni técnicas para diseñar un plan estratégico. Pero usted bien sabe que ninguna cosa de ésas pudieron hacerse ni en la Radio ni en el ERIC sin su silenciosa pero efectiva actividad de mercadeo. Usted nos enseñó con su práctica cotidiana aquello que escuchamos de los analistas: que incluso la más sublime de todas las actividades requiere de lo económico como base para subsistir”.

“Hay algo más que usted nos enseñó con su ejemplo silencioso. Y es que mientras unos escribíamos reflexiones
y otros presentábamos noticias y otros nos quemábamos la materia gris sacando adelante un texto, usted compraba una provisión cada quincena para una anciana mujer abandonada. Y eso nunca quiso que saliera a luz, porque nunca quiso sacar pecho con sus obras de solidaridad. Fue el testimonio de esa anciana quien sacó a luz una de sus múltiples virtudes cuando ya las puñaladas de sus asesinos lo habían arrancado de nuestra vida”.

“USTED, QUERIDO CARLOS
SE FUE DE VACACIONES”

“Lo último que usted nos dijo antes de abrir la puerta para irse en aquel viernes once de abril, nos da la pista para seguirlo teniendo entre nosotros. Al decirnos adiós nos dijo que se iba de vacaciones y que sólo respondería si la llamada era por alguna publicidad para la Radio. Entonces, digamos que usted se fue de vacaciones y mientras descansa, ojalá recostado en una hamaca, le haremos llamadas para consultarle sobre lo que hacemos y usted no vacilará en responder a nuestras llamadas, porque así nos lo dijo al despedirse.

Desde ya, querido Carlos, espere la llamada que le haremos para pedirle el consejo de cómo montar una pauta radial para informarle a todo nuestro pueblo que de las puñaladas con que lo mataron están brotando flores que llenan de energía nuestra incansable lucha contra la impunidad”.

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