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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 356 | Noviembre 2011

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Nicaragua

Elecciones 2011: Perdió Nicaragua

La valoración que hicimos tras el fraude electoral en las elecciones de 2008, lamentamos repetirla tres años después y por las mismas razones, ahora agravadas. Nicaragua perdió. Perdieron aún más credibilidad todas sus instituciones. Y lo que es gravísimo: perdió confiabilidad la salida electoral como camino para resolver los conflictos políticos. Perdimos todos, polarizándose y dividiéndose aún más nuestra sociedad, ya dividida por enormes inequidades sociales. Estamos ante un peligroso retroceso.

Equipo Envío

Dos semanas y media después del día de las votaciones, Nicaragua permanece atrapada entre dos versiones totalmente contradictorias de los resultados de la jornada del 6 de noviembre.

Una mitad de la población afirma que la “fiesta cívica” transcurrió con normalidad y en paz. Y que los resultados le dieron al Presidente Daniel Ortega la reeleción con una victoria aplastante. Otra mitad dice que ese día vio come¬terse un fraude de enormes proporciones y que los resultados oficiales son falsos. Un país partido por la mitad, ante la esquizofrenia de dos lecturas antagónicas de la realidad, con una herida abierta que difícilmente se cerrará en el corto tiempo.

DOS TENDENCIAS
EN LA ÉLITE DEL PODER

En los días previos a la jornada electoral había también en el liderazgo del FSLN dos visiones no coincidentes. Ambos grupos de la élite del poder estaban convencidos de que Ortega, con todas las reglas del juego electoral a su favor, ganaría. Pero unos aspiraban, y esperaban, un triunfo legitimado que todos aceptaran. Lo legitimarían los observadores internacionales, invitados al país para que certificaran ese triunfo. Esperaban que lo legitimaría una “liturgia final impecable”, como había sugerido días antes quien fuera embajador de Ortega en Estados Unidos, Arturo Cruz. Los del otro grupo aspiraban a un triunfo aplastante, y para lograrlo estaban dispuestos a “hacer lo que tengamos que hacer, digan lo que digan”, como había amenazado otro embajador, el de sede en Perú, Tomás Borge, desde hace meses.

En el último mes la campaña electoral evolucionó rápidamente. Los actos de campaña del candidato de la Alianza PLI Fabio Gadea mostraban multitudes entusiasmadas en zonas rurales. Hasta en cabeceras departamentales. Incluso en bastiones del partido de gobierno. “Ver en Estelí a diez mil personas aplaudiendo a Fabio por las calles los puso nerviosos y el secretario político del Frente convocó ese mismo día a una reunión de urgencia”, dijo a Envío una autoridad del departamento. El cierre de campaña de Gadea en Managua, con 150 mil personas, el 29 de octubre, tampoco era un dato irrisorio.

Cualquier observador veía una clara polarización de los votantes: los opuestos a Ortega se estaban concentrando bajo la bandera de la estrella blanca y en torno a Gadea. En una elección polarizada, Ortega corría el riesgo de una victoria “taco a taco”, muy cerca de su rival, hasta con un empate técnico…o incluso corría el riesgo de no ganar.

¡VAMOS POR MÁS VICTORIAS!

Sorprendidos por la acelerada polarización de la competencia y conviviendo en los pasillos del poder con el fantasma del “violetazo” de 1990, el sector extremista del FSLN, el que dirige el propio Presidente Ortega y su círculo más íntimo, no quiso correr riesgos de ninguna clase. Con la divisa “¡Vamos por más victorias!” -consigna con la que la propaganda del partido de gobierno ha empapelado el país y saturado los medios- dieron la última vía libre a los incondicionales de Ortega en el aparato electoral para que se organizaran e implementaran todas las iniciativas fraudulentas que caracterizaron el día de las votaciones en todo el país. Un grupo se impuso sobre otro. El resultado es un país dividido entre el júbilo por todo lo ocurrido y la cólera por todo lo ocurrido.

Fue el 11 de noviembre cuando el Consejo Supremo Electoral (CSE) colocó en su página de Internet el conteo oficial del 100% de las juntas receptoras, con mínimas variaciones sobre lo que anunció ya en la madrugada del 7 de noviembre: FSLN: 62.46% - PLI: 31% - PLC: 5.91 % - ALN: 0.40% - APRE: 0.23%.

La Alianza PLI no aceptó los resultados y Gadea pidió la anulación de estas elecciones. El PLC tardó en salir de su perplejidad. ALN y APRE, que jugaron el juego con el partido de gobierno, aunque camuflados con banderas de otros colores, no dijeron nada. Lo más significativo es que al interior del FSLN se mantienen las contradicciones de las vísperas: quienes creían que se podía haber ganado limpia y legítimamente y quienes, ebrios por el triunfo, celebran el “aplastamiento” de los adversarios y la “coronación” de Ortega, su “gallo ennavajado”.

¿Sabremos algún día cuáles fueron los resultados verdaderos de estos comicios? Muy posiblemente nunca. Esa incertidumbre, asestada en el corazón de la sociedad como un puñal, provocó hechos de violencia en varios lugares y puede abrir una etapa de graves conflictos.

FSLN: JUGÓ CON TODO
A SU FAVOR

Hay justificadas dudas sobre la veracidad de los resultados electorales oficiales, no sólo por sus cifras, abultadas para unos y recortadas para otros. También por las ilegalidades e irregularidades previas que acompañaron todo el proceso electoral y que afectaron sensiblemente lo que sucedió ese día. Se hicieron éstas más evidentes desde que en agosto comenzó la campaña electoral. Las hemos ido señalando y analizando en números anteriores de Envío. Y han sido puntualizadas con detalle en el Informe Preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea que publicamos íntegro en este mismo número.

Después de este prolongado preludio de irregularidades para iniciar el juego final del proceso, en el que el FSLN jugó con todo a su favor -reglas, árbitros y trucos-, los resultados de las votaciones fueron aún más alterados por al menos tres factores: la abstención, la manipulación de los votos en las juntas receptoras de votos y la falta de testigos de esa manipulación.

SIN CÉDULAS, CON ABSTENCIÓN

¿Cuántas personas quedaron sin poder ejercer su voto por carecer de cédula de identidad y de documento supletorio, excluidas del sufragio por la decisión política del CSE de no entregarles a tiempos esos documentos?

Para el organismo de observación nacional Ética y Transparencia pueden haber sido unas 200 mil personas. Otro organismo nacional de observación, IPADE, hizo notar que, a causa del crecimiento demográfico, cada cinco años -el período presidencial- se suman a la población votante unas 330 mil personas. Sin embargo, este año el incremento de votantes no superó las 60 mil. ¿Abstención voluntaria por desconfianza en el aparato electoral? ¿Por el escaso atractivo de las ofertas políticas? ¿Por intimidación previa? ¿O por falta de documentos?

CON UN ENTRAMADO
DE MANIOBRAS FRAUDULENTAS

Los resultados fueron alterados también por el rosario de maniobras que el partido de gobierno organizó y desarrolló en la mayoría de las casi 13 mil juntas receptoras de votos que funcionaron en todo el país con el fin de “fabricarle” a Ortega una victoria contundente.

Estas maniobras tejieron un entramado fraudulento barrio a barrio, urna a urna, junta a junta, centro a centro, voto a voto, acta a acta…Van desde violaciones a la Ley Electoral de última hora como la decisión del CSE de que no se revisarían las urnas donde se introduce el voto para comprobar si estaban vacías y no se contarían las boletas para constatar que sólo eran 400, hasta la expulsión violenta de fiscales opositores en el momento del escrutinio final, pasando por la decisión de no manchar o manchar levemente el dedo de los votantes afines al partido de gobierno para facilitarles votar varias veces en varios centros o la impresión de 2 millones y medio de boletas más de las necesarias sin ninguna justificación.

Con el transcurso de los días, y tratando de reconstruir esta trama, los testimonios de fiscales de la Alianza PLI, y hasta los de los propios votantes, han permitido documentar muchas de las estratagemas. Parecen configurar patrones ilegales de conducta que avalaban los Coordinadores de Centro de Votación (tenían a su cargo varias juntas, algunos más de una docena), un nuevo cargo fuera de la ley que el CSE creó en vísperas de las votaciones.

A partir del control que esta todopoderosa figura ejerció sobre cada centro de votación, las iniciativas se desplegaron según el ingenio de cada grupo en cada mesa y en cada centro. Será imposible sistematizar el número exacto de estas maniobras. Y sobre todo, será aún más imposible diagnosticar numéricamente cómo alteró cada treta los resultados auténticos de cada junta.

SIN TESTIGOS

La alteración de los resultados tiene que ver también con un factor esencial: muchas de estos pequeños, medianos o grandes ardides no pudieron ser ni vistos ni protestados por nadie, pues en un rango que llega al 30% de las juntas receptoras de votos no hubo fiscales de la Alianza PLI, el contendiente que capitalizaba la intención de voto de la mayoría de la oposición a Ortega.

Los obstáculos políticos, técnicos, burocráticos, informáticos y de plazos que el CSE puso a la Alianza PLI para acreditarle a sus fiscales tienen mucho que ver con una tan significativa ausencia. En algunos casos, fiscales acreditados fueron impedidos de entrar a las juntas receptoras de votos, fueron expulsados durante la votación por motivos nimios o lo fueron en el crucial momento del conteo final de los votos.

Ya antes de las elecciones, los tres organismos de observación nacional-ojos vigilantes que también faltaron en las juntas receptoras de votos porque el CSE no los acreditó- habían advertido que la presencia de fiscales de todos los partidos era el punto crucial para certificar la transparencia o la opacidad de los resultados. El mismo día de las votaciones, al caer la tarde, EyT afirmó categóricamente que el proceso no era ni “justo ni honesto ni creíble”, señalando que la falta de fiscales en porcentajes tan altos de juntas receptoras de votos era “la gota que rebalsó el vaso”.

UNA ACELERADA POLARIZACIÓN

Todas las encuestas anunciaban el triunfo de Daniel Ortega. Pero ninguna, ni aún las de “Siglo Nuevo”, encuestadora del partido de gobierno, hacían prever el elevado porcentaje que el CSE le ha adjudicado a Ortega.

La última encuesta de la empresa CID-Gallup, la que consideramos más seria, realizada a nivel nacional entre el 11 y el 18 de octubre, tres semanas antes de las elecciones, con el método de “caja negra”, que garantiza mayor confianza y secretividad a la intención del encuestado, colocaba a Ortega en primer lugar con el 48%, a Fabio Gadea con el 30% y a Arnoldo Alemán con el 11%. Un 10% reservaba su opinión.

Tal como se aceleró el ritmo de la campaña desde que se hizo esta encuesta hasta el 6 de noviembre, podemos pensar que ese 10% de quienes no decían su opinión eran votantes anti-Ortega y que un sector de quienes tenían intención de votar por Alemán emigraran hacia Gadea viendo que era quien podía ganarle a Ortega. Teniendo en cuenta la rápida polarización de la contienda, en las últimas semanas el resultado se estaba aproximando a un empate técnico o a una victoria muy ajustada de Ortega. O a su derrota, también ajustada. Cualquiera de esos escenarios obligaría al Presidente Ortega a transformarse en un estadista capaz de una negociación política con vocación democrática, de lo que no ha dado señales en esos cinco años.

EL VOTO
DE LOS POBRES AGRADECIDOS

Además de la manipulación de todo el proceso electoral, desde la imposición de sus autoridades hasta las triquiñuelas en cada junta, el incremento de votos por Ortega tiene que ver con la inocultable realidad de una mayoría de familias nicaragüenses viviendo en la pobreza y una buena parte sobreviviendo en pobreza crítica.

Las razones del incremento de intención de votos por Ortega en las encuestas, y los que de más haya logrado en las urnas, hay que encontrarlas en el acumulado de programas sociales que el gobierno ha desplegado, especialmente en estos dos últimos años.

Totalmente aplazado en la reactivación de una economía que genere empleos, el gobierno de Ortega ha implementado un abanico de programas “de ayuda”, de corte asistencialista, con propósitos clientelistas, presentados no como los deberes de un gobierno responsable, sino como expresiones de “la preocupación del Comandante por los pobres”, que se los agradecen como tales. Ayudas que no recibieron estos agradecidos pobres de gobiernos anteriores.

Financiados casi todos con los abundantes petrodólares de la cooperación venezolana, los programas de Ortega han solucionado miles de carencias inmediatas y han captado miles de votos. En uno de estos programas, el Plan Techo, el gobierno ha invertido más de 50 millones de dólares repartiendo diez láminas de zinc por todo el país a las familias más pobres.

Es muy probable que el voto duro de Ortega -nunca superior a un 40%- se haya visto acrecentado esta vez hasta ese 48% de la encuesta en caja negra -o tal vez llegó a más del 50% en la jornada de las votaciones- por el agradecimiento de quienes recibieron esas diez láminas de zinc para su techo. O un crédito sin tener que pagar intereses o una beca para sus hijos o el título de propiedad de su terreno. O por el voto de quienes, animados por sus vecinos, esperan recibir todo esto y mucho más en los próximos cinco años, ya que el candidato Ortega, en vez de ofrecer un programa de gobierno, sólo presentó “logros” como ésos y largas listas de cifras: prometió cinco años más con más de ese tipo de programas.

NO ERA GANAR, ERA ARRASAR

El “programa” no explicitado por Ortega es el que está en la “inflación” que hizo que los resultados oficiales saltaran del 48% al 62%. No sólo ganar, sino arrasar era el propósito de Ortega y el del grupo extremista que le sigue y que se animó a perpetrar irregularidades fraudulentas tan visibles y evidentes.

Arrasar se traduce ahora en gobernar los próximos cinco años sin ningún obstáculo, con la mayoría parlamentaria, la que Ortega nunca tuvo durante estos cinco años. Ese resultado, medular en la estrategia de Ortega y de su grupo, es el que resulta increíble, aún para quienes en la élite empresarial del FSLN aspiraban, y esperaban, resultados más modestos, pero creíbles, menos desesestabilizadores, por inverosímiles, de la sociedad y de la economía.

Los datos oficiales indican que, a diferencia de lo ocurrido en las tres elecciones anteriores, el FSLN sacó esta vez más votos en las elecciones para diputados nacionales y departamentales que en la elección para Presidente. Considerando la cultura presidencialista del país, la tendencia de la población votante a fijarse sólo en el candidato presidencial y esperando que este año, con el empleo de una boleta única para todas las elecciones -decisión de ultima hora del CSE-, esa tendencia se acentuara con el voto “en cascada”, ¿cómo explicarse que haya más votos para los diputados del FSLN que para el propio Ortega? En páginas siguientes, el director de Ética y Transparencia da pistas para entender cómo las pequeñas, medianas o grandes acciones realizadas en cada junta receptora de votos tenían como intención provocar esta rareza.

Dos semanas antes de las elecciones, ya vaticinaba EyT que el fraude sería “inevitable”, especialmente en la elección para diputados. Inevitable porque Ortega ansiaba la mayoría parlamentaria. El grupo extremista, “para cambiar el sistema”. Y el Presidente también, porque durante cinco años se presentó ante sus pares del ALBA, electos con claras mayorías que superaban el 50%, con la desventaja de exhibir un respaldo minoritario de apenas el 38%. Durante cinco años, el Presidente Ortega gobernó imponiéndose como mayoría política teniendo como apoyo una minoría electoral. Durante cinco años tuvo que escuchar el persistente análisis de que, aunque en tres opciones diferentes, el 62% de la población lo rechazaba y había votado contra él en 2006. Era necesario “voltear la tortilla”: ahora es Ortega quien tiene el 62% y toda la oposición no llega al 38%.

CON MAYORÍA PARLAMENTARIA

Según los resultados del CSE, Ortega gobernaría desde el Ejecutivo no sólo con la mayoría simple (48 diputados), no sólo con la mayoría cualificada (56 diputados), sino con la mayoría absoluta (62 diputados). Observando la lista de diputados que ocuparán esos 62 escaños en el Parlamento se advierte que el sector duro será el de operadores políticos fogueados, que han sido reelectos. En el otro sector el 60% son mujeres, la mayoría desconocidas, que aparecieron en las listas de la mano de la Coordinadora de Comunicación.

Con este “ejército” de legisladores Ortega podría lanzarse a varias aventuras. ¿A una reforma constitucional, que establezca la reelección presidencial indefinida y retire los obstáculos constitucionales a futuras candidaturas presidenciales de sus familiares? ¿A darle carácter estatal a los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), tal como pretendió en 2007, recién llegado al gobierno, para así cumplir su sueño de la “democracia directa” del “Pueblo Presidente”? ¿A convocar a una Asamblea Constituyente para reformar totalmente la Constitución? ¿A acentuar la tendencia que vimos estos años de judicializar la política retirando inmunidades a adversarios? ¿A establecer nuevos y más rigurosos controles sobre las ONG para colocarlas en la disyuntiva de ser cooptadas y colaborar con el proyecto oficial o desaparecer? ¿A limitar la libertad de expresión de los medios de comunicación? ¿A cambiar la Ley Orgánica del Ejército Nacional?

“NO HAREMOS
LO QUE NOS DÉ LA GANA”

Conocedor de los temores que ha despertado la mayoría “aplastante”, Ortega los asumió en el extrañamente modesto e irrelevante acto con el que aceptó su reelección, bajo techo, hasta 48 horas después de ser bendecido por el CSE, y ante un público de jovencitos uniformados con camisetas plagadas de consignas, visiblemente amohinados ante el fasto del poder.

Ortega envió un mensaje con ánimo tranquilizador, pero preocupante conociendo cuál ha sido su estilo y cuál podría ser ya sin ningún contrapeso institucional. Lo central de su breve discurso lo dirigió a sus aliados del gran capital, a la nueva oposición política -¿adversarios comprables con cargos?- a sus bases, y a quienes rechazaban el fraudulento proceso electoral: Algunos andan diciendo ya: Ahora van a hacer barbaridades desde la Asamblea, porque tienen mayoría. No, no es que ahora vamos a agarrar todos los cargos para el Frente Sandinista. Tendríamos que estar locos. No es que porque ahora vamos a tener una amplia mayoría de diputados en la Asamblea Nacional vamos a hacer lo que nos dé la gana. No, no vamos a hacer lo que nos dé la gana. ¡Vamos a hacer lo que le dé la gana a los nicaragüenses. ¿Y que le da la gana a los nicaragüenses? Estabilidad, tranquilidad. Los nicaragüenses a estas alturas ya no quieren guerras, no quieren pleitos, no quieren violencia.

TERROR EN CUSMAPA

A la misma hora del mensaje presidencial eran asesinados en una pequeña comunidad rural e indígena, El Carrizo, San Juan de Cusmapa, Madriz, Las Segovias, tres miembros de una misma familia, los Torres Cruz: 70 años, 40 años, 24 años, y heridos de gravedad otros dos hijos del anciano. Los mataron por simpatizar con la Alianza PLI, reclamado cédulas y votado por Gadea. Desatando una balacera llegaron en la oscuridad de la noche a esa comunidad, de unas 100 personas, unos 30 simpatizantes de Ortega, dirigidos por el jefe de la Policía Nacional en el lugar, apoyado por otros policías y acompañados por el secretario político del FSLN en el lugar y por el primer miembro del Consejo Electoral del Municipio.

El gobierno, el partido y el cuerpo armado se aliaron para asesinar a adversarios indefensos. Una trágica señal que nos regresa al pasado, a la guerra civil de los 80, como han recordado los miembros de la ex-Contra aliados de Gadea. Un caso que condensa de forma macabra lo que ha dejado este viciado proceso electoral en zonas rurales remotas: familias campesinas que huyen a los montes, personas amenazadas de muerte por sus preferencias políticas, rivalidades resueltas a punta de machete y una indefensión creciente por la falta de neutralidad y la partidarización que muestra cada vez más claramente la Policía…El regreso a los miedos y a la violencia de los años de la guerra.

CON RECHAZO NACIONAL

En las dos primeras semanas después de estos comicios, sin precedentes en la brevísima historia electoral del país, todos los sectores nacionales no oficiales ni oficialistas expresaron, con mayor o menor diapasón, rechazo, incredulidad o inconformidad con los resultados del CSE. Con cuidada reserva y sólo en círculos confiables algunos funcionarios del gobierno hablan de su disgusto e incredulidad ante la victoria “aplastante” del 62%. Algunos votantes del FSLN se atreven, cautelosos, a expresarlo en algunos medios. Como el joven que en una esquina de Nueva Guinea, confesaba a un periodista, no sin tristeza: “No me gusta ganar así, yo quería ganar limpiamente”.

Fabio Gadea, candidato de la Alianza PLI, principal competidor de Ortega, desconoció el resultado en la madrugada del lunes 7 de noviembre. El 8 de noviembre declaró que el fraude tenía “modalidades y proporciones inauditas” y que las elecciones debían ser anuladas. De todos los sectores aglutinados en la Alianza PLI, el MRS y los ex-contras de la Resistencia han sido los dos grupos que han hablado con voz más clara de fraude y los que con más determinación han empezado a organizar a sus bases para una resistencia cívica.

La Coordinadora Civil, que agrupa a la mayoría de ONG en todo el país, exigió la anulación de las elecciones. La gran empresa privada agrupada en el COSEP exigió la destitución de los magistrados del CSE por ser “un obstáculo al desarrollo y a la democracia en el país” y reclamó que los resultados se presentaran en Internet junta por junta, lo que el CSE no hizo. Los dos periódicos del país y los dos canales nacionales de televisión que aún son independientes del monotemático discurso oficial, han informado exhaustivamente de protestas, pronunciamientos y reclamos de transparencia de los sectores nacionales, notándose también su inconformidad. Asomándose a los medios oficiales y oficialistas y a los pocos medios independientes que existen, en las dos semanas siguientes a las elecciones nos parecía vivir en dos países, enfrentados a una esquizofrenia informativa.

LA UNIÓN EUROPEA Y LA OEA

El 8 de noviembre, a mediodía, tal como lo había anunciado, la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea hizo público su informe preliminar. Sin referirse a un “fraude”, sin siquiera mencionar esa palabra, señala las ilegalidades que acompañaron el proceso y la propia jornada de las votaciones.

“No podíamos decir más, creo que dijimos bastante. Hemos podido observar actitudes descaradas en los lugares que visitamos. Nos preocupó mucho la enorme expectativa que la gente opuesta al gobierno tenía en nosotros”, comentó a Envío un observador de corto tiempo de la Misión antes de regresar a su país.

El jefe de la Misión de Observadores de la OEA, ex-canciller de Argentina, Dante Caputo, habló en la tarde del propio 6 de noviembre, sin ocultar su molestia, porque en el 20% de las juntas receptoras de votos que visitarían para su muestra no se les permitió ni siquiera la entrada. Caputo afirmó que eso distorsionaba toda la observación y que nunca le había sucedido en otro país. “Navegamos sin rumbo, y no porque se nos haya roto el radar -dijo-, sino porque nos lo han tapado”.

El 7 de noviembre, apareció un mensaje del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, felicitando a Ortega y afirmando que estas elecciones habían sido un “avance hacia la democracia y la paz” en Nicaragua. El 10 de noviembre Insulza se desdijo de esas palabras en una entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer. Caputo presentó su informe ante el Consejo y Permanente de la OEA el 15 de noviembre, coincidiendo en bastantes puntos con la UE y resaltando los problemas estructurales “de vieja data” que afectan al sistema electoral nicaragüense.

ESTADOS UNIDOS:
MUY PREOCUPADOS

Dos semanas después del triunfo “aplastante” de Ortega, la falta de reconocimiento de los resultados de parte del gobierno de Estados Unidos y de los gobiernos de los países de la Unión Europea mantenía muy nervioso al gran capital nacional, a los empresarios del COSEP y a otros sectores de la vida económica. Para entonces, voceros del Departamento de Estado de Estados Unidos habían emitido varios mensajes cada vez más “preocupados” por las noticias que llegaban de Nicaragua.

Las distancias que tomen de los resultados el gobierno de Estados Unidos y los gobiernos europeos tendrán consecuencias muy negativas para proyectos de cooperación y financiamientos bilaterales que Nicaragua recibe y para lo que hoy se llama “clima de negocios” e indicadores de “riesgo-país” con los que deciden, se mueven y actúan inversionistas extranjeros de cualquier signo político.

EN OTRO ESCENARIO

Los meses de la campaña electoral y estas dolosas elecciones han cambiado el panorama político nacional, mostrando potencialidades nuevas para la oposición, a la que le tocará enfrentarse a un gobierno que ya no será el de estos cinco años -tendencias autoritarias- sino que pudiera configurarse como una dictadura.

Después de más de diez años del nefasto pacto entre Ortega y Alemán, consolidado cuando Alemán estaba en el poder y Ortega en la oposición, punto de partida del negativo trastorno que se manifiesta hoy en todas las instituciones del Estado, incluido el colapso total en el Poder Electoral, Alemán ha sido sacado del juego. ¿Definitivamente?

Por un lado, gran parte de las bases liberales, estructuradas orgánica y emotivamente bajo la bandera roja del PLC desde 1990, emigraron a la opción que representó el también liberal Fabio Gadea. Después de esta crisis, aunque Alemán vuelva al juego político, y lo hará, difícilmente resultará ya creíble. Por otro lado, el acomodo de cifras que el CSE fabricó para sus resultados oficiales dejó a Alemán con apenas dos diputados en la Asamblea. ¿Pasada de cuentas del partido de gobierno a Alemán porque sus diputados del PLC no le dieron nunca el voto a Ortega para reformar la Constitución, con lo que se habría evitado el alto costo que ha tenido que pagar por su inconstitucional y polémica candidatura?

ANTE UN SOLO CAUDILLO

En cualquier caso, si el gobierno de Daniel Ortega en estos cinco años ha sido, con nuevos colores el del tradicional caudillo latinoamericano (culto a la personalidad, clientelismo asistencialista, menosprecio de las leyes, control institucional, afán continuista, fortuna amasada a costa del botín del Estado) y ahora ese caudillismo puede crecer al no tener ya ningún obstáculo, con total control en la Asamblea Nacional, la nueva realidad política que emerge de las elecciones muestra que el país camina en otra dirección: no ya el de un caudillo enfrentando a otro caudillo, sino el pendiente desafío de construir desde la ciudadanía la oposición al único caudillo.

Fabio Gadea no es un caudillo. Y la heterogénea coalición política y la adhesión social que logró aglutinar en tan poco tiempo tampoco apunta a las incondicionalidades que demandan los caudillos. La Alianza PLI era otra cosa. Un grueso de sus votantes marcaron esa casilla el 6 de noviembre con un reclamo ciudadano y no con fervor partidario o idealizando al candidato.

De momento, ante el variopinto conglomerado de intereses que representa el grupo que acuerpó políticamente a Gadea, en una alianza construida con urgencia y para el evento electoral, se bifurcan al menos dos caminos.

O como minoría parlamentaria asumen sus escaños para re-editar el “zancudismo” tradicional, pactando y negociando con Ortega en función de cargos, prebendas y cuotas de poder. O, aun cuando asuman sus escaños, o sin asumirlos, se comprometen a acompañar a la gente que apostó por esa opción con la esperanza no de recibir láminas de zinc sino de recuperar libertades civiles y derechos ciudadanos.
El desafío de la frágil, veleidosa y timorata oposición a Ortega desde los partidos tradicionales es enorme.

DOS IMPREVISTOS
DE ÚLTIMA HORA

El proyecto de Ortega y su grupo tropezó con dos obstáculos imprevistos al final de la indetenible carrera reeleccionista. Uno, las consecuencias, seguramente no suficientemente calculadas, de haber invitado a la Misión de Observación de la Unión Europea en agosto, cuando la polarización electoral no se sentía tan claramente y Ortega necesitaba una victoria creíble. Mientras el CSE rechazaba a los observadores nacionales, tuvo que invitar a los internacionales, imprescindibles para legitimar la elección y el triunfo del candidato-Presidente, sin poder medir entonces el costo que tendrían las declaraciones que, basadas en el compromiso con la verdad, haría públicas la Misión.

El otro imprevisto fue más determinante: el fenómeno social que representó la candidatura de Fabio Gadea. Con 80 años, Gadea se decidió a jugar con tesón y pasión su papel. Decidió no estar ausente y con una intensísima campaña se hizo presente en toda la geografía nacional, con discursos muy sencillos, para algunos elementales, prometiendo algo fundamental para este país: un gobierno honesto y para todos, un gobierno honrado y con funcionarios que no robarían. El gobierno de Ortega tiende a la exclusión y en el arca abierta de la millonaria cooperación venezolana campea la corrupción.

Precedido en los más recónditos rincones del país por la popularidad de “Pancho Madrigal”, el personaje radial que creó hace 50 años y por su conocida y potente voz en Radio Corporación, la emisora que dirige desde hace décadas, Gadea captó el imaginario de un buen sector de la población rural y poco a poco el de cada vez más población urbana, también en Managua. Atrajo a gente convencida de que en estas elecciones lo que se jugaba no era el candidato ideal ni el programa mejor estructurado, sino el poner freno al autoritarismo excluyente del Presidente Ortega.

En agosto de 2010, con un escenario político muy cerrado, cuando Gadea aceptó lanzarse como candidato presidencial, nadie podía imaginar que le daría un giro tan significativo a la competencia electoral, que para esas fechas se anunciaba muy previsible.

A quienes repitieron durante todo un año que participar en estas elecciones, tanto partidos políticos como votantes, era legitimar la inconstitucionalidad de la candidatura de Ortega y las ilegalidades que montaba el CSE, la realidad les ha mostrado que sólo participando Gadea y votando quienes optaron por él se pudieron desenmascarar las intenciones con que seguirá jugando el FSLN controlado por Ortega.

NICARAGUA ES PLURAL

Nicaragua es ya una sociedad bastante plural, que urge de opciones políticas que representen esa pluralidad. Por toda Nicaragua hay organizaciones de mujeres muy activas que han trabajado durante muchos años abriendo la conciencia de las mujeres a nuevas ideas.

La conciencia de que “derecho que no se defiende es derecho que se pierde”, como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos viene enseñando desde hace más de quince años, ha ido ganando espacio en muchas mentes.

Más de un millón de nicaragüenses han emigrado, viven o han vivido en Costa Rica y en Estados Unidos, en España y en otros países, van y vienen a sus familias, cuentan, ven en otros países lo que no vieron en Nicaragua: instituciones que funcionan mejor, tolerancia ciudadana, ética en los servidores públicos.

Lo que el FSLN ha ofrecido en estos cinco años al país no es pluralismo ni responde a estos cambios: es una opción de asistencialismo social masificado, con el espíritu cuasi religioso que tuvo siempre la “caridad” tradicional, al precio de ir instalando en sus militantes, simpatizantes o seguidores y en el resto de la sociedad un “pensamiento único”, que no aprecia la ley sino al gobernante que la suplanta.

Es una opción que apuesta particularmente a moldear ese pensamiento acrítico en una nueva hornada de jóvenes, muchachos y muchachas, que uniformados con camisetas cargadas de consignas, aplauden, repiten y atacan al adversario.

PRIMERAS ELECCIONES
CON FACEBOOK

El cambio generacional y la globalización de las informaciones, con las nuevas tecnologías de la comunicación, están cambiando también aceleradamente a la sociedad nicaragüense, tan aferrada a tradiciones obsoletas y a rutinas.

La acuciosa periodista Mildred Largaespada señaló estos días en su blog: “Éstas fueron las primeras elecciones en las que la gente emitió su opinión usando todo el potencial de las redes sociales. Los blogs, el Twitter y el Facebook ardieron los días previos y los posteriores…”

“Seguí de cerca cómo se expresa la gente simpatizante del FSLN y de la Alianza PLI. En el Facebook, la gente orteguista tiene casi nula participación en debates. Por estrategia comunicacional saben que sólo se debe escuchar la voz de Rosario Murillo en los medios de comunicación y lo acatan. La gente del PLI tiene un poco más de espacio de debate, pero sólo un poco más. Quienes movieron el debate político fue un montón de gente independiente e ingeniosa”.

¿EGIPTO EN NICARAGUA?

Inspirados por la revolución en Egipto, que ha contagiado a jóvenes indignados de todo el mundo, hay quienes sueñan con que estas novedosas tecnologías de la comunicación produzcan pronto un cambio en el país. Con gran realismo, el acucioso economista Adolfo Acevedo con gran realismo establece una comparación entre las condiciones de Egipto y las de Nicaragua.

Los egipcios tienen mucho mayor acceso a Internet: más de 20 por cada 100 habitantes, mientras en Nicaragua no llegan a 5 personas por cada 100. En Egipto el ingreso per cápita es tres veces superior al de Nicaragua. Los niveles de pobreza extrema son menores allá que aquí: el 18% de los egipcios vive con 2 dólares diarios y en Nicaragua es casi el 32%. El verdadero detonante en Egipto -explica Acevedo- fue el enorme desempleo abierto juvenil, que no caracteriza a las poblaciones más pobres.

En Nicaragua -dice- el problema es el empleo precario y el subempleo, las decenas de miles de jóvenes que ni estudian ni buscan trabajo y que tienen una bajísima escolaridad. “En Egipto -afirma- Mubarak no tenía nada que ofrecer a los jóvenes, abiertos al mundo por un acceso masivo a Internet y frustrados por el enorme desempleo. En Nicaragua el gobierno corrompe y les da sentido de poder a estos jóvenes lumpenizados y fácilmente lumpenizables”. Muchos de ellos fueron actores destacados de los trucos fraudulentos que se llevaron a cabo en muchas juntas receptoras de votos.

SEMILLAS QUE PUEDEN BROTAR

Los meses de la campaña electoral han mostrado el germen de algunas realidades positivas. Años y años de trabajar por crear conciencia de derechos ciudadanos y de participación se tradujeron ahora en el reclamo organizado, mayoritariamente cívico, constante, consistente, y también arriesgado, con el que pobladores pobres de más de 40 municipios rurales exigieron al CSE su cédula de identidad. Tal vez en ningún lugar del mundo el reclamo de algo tan básico como es el documento de identificación haya producido movilizaciones tan firmes y en ocasiones tan dramáticas.

Tras ellas se advertía un avance democrático, el que se expresa cuando la ciudadanía sabe reclamar sus derechos ante las instancias estatales y exigir responsabilidades a los funcionarios públicos. En todos esos municipios -en muchos se vivió la guerra de los años 80- hay un germen de organización social que podría ser abonado y acompañado.

Los organismos nacionales de observación electoral, excluidos por el CSE, lograron también un avance democrático con sus campañas para hacer de cada votante un observador del proceso de las votaciones y un defensor de su voto. El resultado es un sector de la población familiarizado con las incidencias del proceso electoral, y por tanto, mejor preparado para debatir temas electorales, que en el fondo y en la superficie son también, o se pueden convertir, en temas políticos, cosa que nunca había ocurrido en las elecciones celebradas en Nicaragua anteriormente.

La red de fiscales de la Alianza PLI, sobre todo la que organizó el MRS, apuesta ahora a sacarle punta a las enseñanzas e indignaciones derivadas de los problemas que tuvieron que enfrentar en estas elecciones, a las complicidades creadas esos días y a la experiencia adquirida, para estructurarse como una red de ciudadanos y ciudadanas por la democracia.

Apenas son gérmenes. Pero cualquiera de los guanacastes nicas que rozan las nubes fue en su momento primero tan sólo una semillita.

DOS YUGOS QUE PESARÁN

¿Surgirá de esta crisis electoral un nuevo escenario político? Después de las otras semillas, de conflicto y extrema polarización, que los fraudulentos resultados de estas elecciones han plantado en nuestra sociedad, una de las preguntas más estratégicas es si el inesperado giro que “el viejito”Gadea logró imprimirle a la competencia electoral, y los sentimientos de frustración por la burla y la estafa que expresan sus votantes, se traducirán en resistencia y no en resignación.

¿Veremos un auténtico giro en la dinámica nacional? Es difícil que esto suceda en el corto plazo, porque el peso de la cultura política tradicional, alimentada por la tolerancia social a la politiquería prebendaria y la religiosidad resignada son yugos que requieren de más tiempo para sacudirlos. Esos yugos son los que reforzará Ortega para consolidar el poder absoluto de su victoria “aplastante”: seguirá usando en vano el nombre de Dios para legitimarse. Y, apenas a una semana de las elecciones, ya buscaba a dirigentes opositores para ofrecerles otras “láminas”: las de la impunidad, las de los privilegios económicos, las de nuevas cuotas de poder.

Pasará un buen tiempo para que sepamos más cabalmente cuánto perdió Nicaragua en esta ocasión. Y cuánto podría aprender la población de ambos bandos de esta nueva crisis. Abundan ya tras la tragedia electoral, los llamados religiosos y los llamados políticos a la paz y a la estabilidad. Una de las asignaturas a aprender tras todo lo ocurrido, en las dos mitades en que ha quedado partida Nicaragua, es que la paz no es sólo ausencia de violencia. Es ausencia de desigualdades.

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