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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 464 | Noviembre 2020

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Internacional

Trump y Biden: Dos visiones totalmente diferentes del papel de Estados Unidos en el mundo

En este tiempo de pandemia, la Humanidad enfrenta un momento histórico notable. Estamos viviendo en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear y la del deterioro de la democracia, siendo la democracia el único medio para combatir la crisis ambiental y la nuclear”. Son palabras del lingüista y lúcido politólogo estadounidense Noam Chomsky. Con él coincide el periodista británico Julian Borger, en este análisis, escrito antes de las elecciones en Estados Unidos.

Julian Borger

La política exterior apenas recibe una mención en las elecciones estadounidenses. Pero para el resto del mundo el resultado del 3 de noviembre será posiblemente el más importante de la historia. Todas las elecciones estadounidenses tienen un impacto global, pero esta vez hay dos temas de importancia existencial para el planeta: la crisis climática y la proliferación nuclear, temas en los que los dos candidatos presidenciales difícilmente podrían estar más separados. También está en juego en la elección la idea de “Occidente” como una agrupación de democracias con ideas afines, que pensaban que habían ganado la Guerra Fría hace tres décadas.

CAMBIO CLIMÁTICO: IGNORADO POR TRUMP


“El enfrentamiento entre Biden y Trump es probablemente el más intenso entre dos visiones diferentes de política exterior que hayamos visto en cualquier elección reciente”, dice Rebecca Lissner, coautora de “An Open World”, un nuevo libro sobre los esfuerzos para lograr el orden global del siglo 21.

En una elección que determinará tanto el futuro de Estados Unidos y el del mundo, la campaña de Trump ha dicho muy poco sobre sus intenciones. Su programa es tal vez el más breve en los anales de la política estadounidense. Apareció al final de la campaña de Trump. Tiene 54 puntos. Sólo 5 son sobre política exterior, con 41 palabras en un puñado de consignas como ésta: “Acabar con los terroristas globales que amenazan a los estadounidenses”.

La palabra “clima” no aparece en el programa, aunque hay dos puntos sobre la asociación con otros países para “limpiar” los océanos y un compromiso de “continuar liderando el mundo en el acceso al agua potable y al aire más limpios”. (Ignorando una serie de escándalos sobre la mala calidad del agua en Estados Unidos y sobre el hecho de que millones de estadounidenses ya no pueden pagar sus facturas de agua). Estados Unidos sigue siendo el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo y la huella de carbono de un estadounidense promedio es el doble que la de un ciudadano europeo o chino.

“Al final de la administración de Obama, el cambio climático se había convertido en una prioridad central de la política exterior y no como lo fue al principio de su mandato”-dice Ben Rhodes, el asesor de política exterior más cercano a Obama-. Creo que con la evolución que ha experimentado el Partido Demócrata aumentará la priorización del cambio climático como un tema de seguridad nacional y de política exterior”.

ARMAS NUCLEARES: DIFERENCIAS ENTRE TRUMP Y BIDEN


En cuanto al segundo peligro existencial, la proliferación de armas nucleares, el panorama se ha vuelto más oscuro en los últimos cuatro años. La reciente exhibición de un nuevo misil balístico intercontinental móvil proporcionó una prueba evidente de que Corea del Norte ha seguido aumentando su arsenal nuclear a pesar de la fallida diplomacia cara a cara de Trump con Kim Jong-un.

Irán ha aumentado su arsenal de uranio poco enriquecido desde que Trump retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear de 2015, el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), y Teherán ha señalado que seguirá ignorando las limitaciones del JCPOA en sus actividades si Estados Unidos persiste en sanciones de “máxima presión”. Torpeza en el fútbol nuclear: ¿Trump está cometiendo un error en el caos del control de armas?

Al mismo tiempo, Estados Unidos y Rusia -que juntos poseen más del 90%de las ojivas nucleares del mundo- están modernizando y ampliando sus arsenales con nuevas armas. El tratado entre Estados Unidos y Rusia sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) colapsó el año pasado. Y la última restricción que les queda, el Tratado New Start, expira en febrero de 2021, despejando posiblemente el camino para una nueva carrera armamentista.

Sobre Corea del Norte, Biden dice que “pondrá en marcha” una campaña internacional con China y otros países para tratar de persuadir a Pyongyang, campañas que hasta ahora no han tenido éxito antes. Ninguno de los candidatos tiene una estrategia convincente para hacer que Kim se desarme.

Sobre Irán, sin embargo, hay una gran diferencia entre Trump y Biden. Biden ha dicho que una de sus primeras iniciativas de política exterior será volver a unirse al JCPOA si Teherán acepta nuevamente respetar sus límites. Sin embargo, podría ser difícil conseguir, tanto el apoyo internacional como la aquiescencia iraní, después de la experiencia de la administración Trump.

“Tendremos que lidiar con preguntas de nuestros aliados y socios como ésta: ¿Cómo sabemos que seremos capaces de confiar en que Estados Unidos se mantendrá firme esta vez?” Fue la advertencia de Matt Duss, asesor principal de política exterior de Bernie Sanders. “El verdadero desafío es forjar un nuevo consenso político que dure más que una presidencia”, dice Duss.

Si es elegido, Biden tendría unos días antes de que expire el New Start para extenderlo por cinco años, algo que Rusia ya ha dicho que aceptará. Durante casi cuatro años, Trump se negó a comprometerse con una extensión, insistiendo en que China debería ser incluida en cualquier nuevo acuerdo de armas estratégicas, algo que Pekín se ha negado constantemente a hacer, con el argumento de que su arsenal es una fracción del tamaño de las otras dos potencias.

El zigzag de la política refleja los impulsos conflictivos de Trump. Con frecuencia se ha jactado de su capacidad para llegar a un gran acuerdo nuclear con otras potencias, al mismo tiempo que disfruta blandiendo la espada nuclear estadounidense, que en repetidas ocasiones promete pulir y ampliar a un precio de 1.5 billones de dólares o más. Biden ha prometido reducir el presupuesto militar, recortando algunos de los nuevos programas de armas y limitando su uso a represalias contra un ataque nuclear en Estados Unidos.

¿QUÉ ALIADOS TENDRÁ TRUMP?


También es probable que las elecciones de noviembre sean un momento decisivo para determinar cómo Estados Unidos elige a sus aliados y socios en los próximos años.

Trump ha hecho una hoguera donde eliminar tratados multilateralesy compromisos internacionales en aras del soberbio aislamiento del “America First”.Ha amenazado a jueces y abogados de la Corte Internacional de Justicia de La Haya con sanciones. Ha roto los lazos de Estados Unidos con la Organización Mundial de la Salud en el apogeo de una pandemia mundial, negándose a participar en un esfuerzo mundial patrocinado por Naciones Unidas para desarrollar y distribuir una vacuna contra el coronavirus. Ha mostrado una preferencia constante por relacionarse con autócratas extranjeros y no con los socios democráticos tradicionales de Estados Unidos.

Es probable que esta tendencia se acentúe si gana un segundo mandato, un éxito que él interpretaría como la prueba de que no necesita estar limitado por las tradiciones y las instituciones estadounidenses. Su exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, ha sugerido que incluso podría sacar a Estados Unidos de la OTAN, remodelando así el mundo en un instante.

“Creo que Occidente como concepto ya no tendría sentido y, en cambio, habría un realineamiento, por el que Estados Unidos estaría cada vez más asociado con líderes de tendencia autoritaria y líderes más populistas y de tendencia nacionalista”, dice Lissner, asistenta profesora de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos.

JOE BIDEN: SU POLÍTICA EXTERIOR


Biden se ha comprometido a revertir esta tendencia y a poner un nuevo énfasis en las asociaciones con democracias más allá de Europa y América del Norte. Ha dicho que en su primer año en el cargo organizaría una Cumbre por la Democracia global, como una forma de movilizar la opinión mundial tras Estados Unidos, esquivando el estancamiento crónico que hay en el Consejo de Seguridad de Estados Unidos.

“La posición de Estados Unidos en el mundo será una prioridad urgente -dice Rhodes, quien mantiene estrechos vínculos informales con el equipo de política exterior de Biden-. Por eso, esperaría un esfuerzo mucho más concertado para tratar de volver a consolidar alguna forma de comunidad de democracias, no sólo de alianzas, en torno a la misma idea de la democracia”.

En Medio Oriente esto significaría un enfoque mucho más crítico con Abdel Fatah al-Sisi en Egipto y con el príncipe heredero Mohammed bin Salman en Arabia Saudita. Biden se ha comprometido a cortar todo el apoyo de Estados Unidos a la guerra liderada por Arabia Saudita en Yemen, lo que representa una clara victoria para el ala progresista del Partido Demócrata. “Creo que ya ha tenido una influencia sustancial, -dice Duss, el asistente de Sanders-. Si nos fijamos en lo que ha estado diciendo Biden sobre convertir a Arabia Saudita en un estado paria, sobre poner fin al apoyo a la guerra en Yemen, creo que está claro que entiende que las relaciones con los regímenes represivos deben cambiar”.

No son solo los regímenes autocráticos los que corren el riesgo de perder influencia en Washington bajo la administración de Biden. Su equipo de política exterior considera que los gobiernos populistas y nacionalistas de Europa socavan la cohesión occidental. “Boris Johnson es uno de los líderes más destacados en esa categoría -dice Rhodes-. Por eso creo que es más probable que el centro de gravedad y las relaciones transatlánticas se encuentren más en París y en Berlín que en Londres”.

Otra señal de la influencia progresista y de las lecciones provocadas por la política exterior de Trump está en la promesa del programa de Biden de poner fin “para siempre” a las guerras de Estados Unidos en Afganistán y Medio Oriente. “Esta ha sido una prioridad progresiva. Ahora es una prioridad del Partido Demócrata. Creo que los progresistas seguirán de cerca a Biden sobre el ritmo de los retiros -dice Duss-. Trump se está aprovechando algo de esto porque la mayoría de los estadounidenses no quieren seguir participando en esas guerras”.

¿Y CHINA...?


Otra área en la que podría haber una continuidad sustancial entre una administración de Biden y la de Trump es en la relación de confrontación con China, impulsada en gran medida por el enfoque cada vez más asertivo de Xi Jinping sobre el papel de China en Asia y en el Pacífico.

Aunque ya no es posible retrasar el reloj para volver a la política más complaciente de Obama con Beijing, Biden ha dicho que ve la solución para contener a los chinos en volver a invertir en alianzas en el Pacífico, mientras que Trump ha degradado esas relaciones buscando acuerdos comerciales bilaterales.

Lissner argumenta que el enfoque de Biden, no solo en la rivalidad con China, sino en las relaciones exteriores en general, se centrará en hacer de Estados Unidos un socio más atractivo en el escenario mundial, a través de una renovación democrática en el país. “Creo -dice- que también vemos en Biden la convicción de que las fuentes del poder estadounidense están en casa. Y que Estados Unidos tiene la capacidad de superar a China tan sólo poniendo nuestra casa en orden”.

TEXTO PUBLICADO EN “THE GUARDIAN”, 1 AGOSTO 2020. TRADUCCIÓN Y SUBTÍTULOS DE ENVÍO.

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