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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 464 | Noviembre 2020

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Nicaragua

“Se requiere una auditoria internacional sobre la gestión de la pandemia”

La Academia de Ciencias de Nicaragua organizó en agosto un seminario internacional sobre la realidad del Covid-19 en Nicaragua. En el encuentro intercambiaron información y experiencias 21 científicos, diez nicaragüenses y once de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia, Argentina, Honduras y Costa Rica. Analizaron también la política que requiere nuestro país ante la pandemia y elaboraron una serie de recomendaciones para mejor hacerle frente. Éste es el texto que salió del seminario, con algunas cifras actualizadas en octubre.

Academia de Ciencias de Nicaragua


La población nicaragüense ha sido duramente golpeada por el Covid-19. La pandemia ha provocado muchas muertes y pérdidas económicas significativas por la reducción de la productividad y el cierre de empresas. El Observatorio Ciudadano Covid-19 estima que, hasta el 21 de octubre de 2020, ha habido al menos 10,778 casos sospechosos y 2,780 defunciones, lo que significa 435 muertes por millón de personas: una de las tasas de mortalidad más altas de América Latina. En contraste, el recuento oficial hasta esa misma fecha sólo admite 155 muertes y confirma sólo 5,434 casos. En el contexto económico, en una encuesta realizada ya en junio, vimos que el 31% de las empresas nicaragüenses se reportaban moderada-mente afectadas por la pandemia, el 47% informó de graves pérdidas financieras y el 33% habían despedido trabajadores.

EL GOBIERNO DEBE CAMBIAR DE RUMBO


Nicaragua atraviesa una dramática crisis de salud, que comenzó hace más de seis meses, cuando el gobierno informó el 18 de marzo sobre la primera muerte por Covid-19. El gobierno de Nicaragua no tomó las medidas adecuadas para controlar la epidemia, lo que provocó un contagio incontrolado que amenaza la seguridad regional.

No exigió la autocuarentena ni el distanciamiento social, a pesar de ser dos de las herramientas epidemiológicas más efectivas ante cualquier brote de enfermedad infectocontagiosa. Además, las autoridades insistieron en que las escuelas y las universidades permanecieran abiertas, y en que los empleados estatales y los simpatizantes del gobierno asistieran a reuniones públicas, ferias y eventos deportivos.

Cuando la pandemia entró, Nicaragua ya era la segunda nación más pobre del hemisferio y su economía iba en caída libre, como resultado de la prolongada convulsión política y social iniciada en abril de 2018. Su frágil infraestructura de salud pública apenas estaba capacitada para brindar servicios oportunos y competentes en circunstancias no adecuadas ante la fuerza destructiva de esta pandemia.

Varias asociaciones médicas, el Comité Científico Multidisciplinario, organizaciones de la sociedad civil y la Academia de Ciencias de Nicaragua (ACN) han exhortado activamente al gobierno para que diseñe una estrategia nacional eficaz para enfrentar la pandemia y aplicar medidas para prevenir o mitigar la propagación de la enfermedad. Lamentablemente, esto no ha sucedido. El gobierno debe trazar un rumbo distinto para responder adecuadamente y combatir de manera efectiva el brote de Covid-19.

EL POR QUÉ DE LA REUNIÓN


Ante la inacción del gobierno, la Academia de Ciencias de Nicaragua, en colaboración con la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), organizó un seminario internacional sobre el Covid-19 en Nicaragua, con dos objetivos: comparar cómo Nicaragua abordó la epidemia y cómo otros países lo hicieron, y desarrollar un informe de políticas para dar una respuesta apropiada ante la crisis de salud.

Durante el seminario en línea, realizado los días 20 y 21 de agosto de 2020, expertos de diferentes academias de IANAS discutieron la crisis del Covid-19 y su impacto en la salud y en la sociedad en todo el mundo, consideraron las mejores prácticas y estrategias en diversas zonas geográficas y compartieron conocimientos sobre las implicaciones para las organizaciones médicas y científicas de la región. También establecieron un grupo de trabajo que preparara un informe de políticas sobre el Covid-19 en Nicaragua. Los expertos reconocieron las dificultades inherentes a la situación de Nicaragua y centraron su atención en acciones y recomendaciones para asegurar una respuesta inmediata y adecuada a la crisis. El resultado es este documento.

EL PRECIO PAGADO ESTÁ SIENDO ENORME


La crisis provocada por el Covid-19 es uno de los desafíos más difíciles que ha enfrentado toda la Humanidad. En Nicaragua, la falta de un plan adecuado para enfrentar la pandemia ha cobrado un precio enorme en las personas, las comunidades y la sociedad en general. Si no se corrige esta situación con políticas adecuadas, la crisis podría conducir a más pobreza, desigualdad, exclusión y a una mayor desestabilización de toda la nación.

Este informe de políticas, preparado por científicos y expertos de varias Academias de Ciencias del continente, revisa la situación actual de la pandemia a nivel mundial y en Nicaragua, con el objetivo de ayudar a trazar un nuevo enfoque nacional para hacer frente a la propagación del coronavirus en el país. El documento analiza las mejores prácticas y estrategias en varios países y examina el papel de la sociedad civil y de las organizaciones médicas y científicas en el suministro de datos basados en la evidencia para una toma de decisiones más informada.

El informe tiene varias propuestas. Fortalecer la respuesta de Nicaragua ante el Covid-19 con un plan de mitigación en profundidad y un plan ciudadano que incluya actividades sectoriales para prevenir la infección y la transmisión del SARS-CoV-2. Responder incluyendo a las personas y comunidades vulnerables. Vigilar epidemiológicamente con la aplicación amplia y descentralizada de pruebas de diagnóstico en grandes poblaciones urbanas y con un efectivo rastreo de contactos. El informe plantea también recomendaciones de políticas específicas para los trabajadores de la salud.

Y considerando que Nicaragua por sí sola no podrá responder adecuadamente a la crisis de salud, se recomienda involucrar a las instituciones financieras multilaterales y a los organismos internacionales para coordinar esas respuestas.

UN VIRUS DE FÁCIL TRANSMISIÓN


Los coronavirus son una gran familia de virus que pueden causar enfermedades en animales, incluyendo los humanos. El de más reciente descubrimiento es el Coronavirus tipo 2 del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS-CoV-2), causante de la enfermedad Covid-19, una enfermedad zoonótica, que puede ser transmitida entre animales y seres humanos y que hoy se ha extendido rápidamente por todo el mundo. Si bien se desconoce la fuente original del SARS-CoV-2, algunos estudios han implicado a murciélagos de herradura y a pangolines.

Mayoritariamente, las infecciones por SARS-CoV-2 son leves y hasta un 40% son asintomáticas. Pero también pueden provocar una enfermedad grave que conduce a una alta incidencia de hospitalización y a la muerte. La tasa de mortalidad por Covid-19 puede ser tan baja como el 1% o tan alta como el 6% o más. Una reciente revisión informa que la tasa de letalidad del Covid-19 varía marcadamente según la edad: desde el 0.03% en pacientes menores de 18 años al 30% en pacientes de 85 años o más.

El virus se transmite fácilmente de persona a persona a través de gotitas respiratorias y, probablemente, a través de aerosoles, partículas aún más pequeñas que quedan en el aire al hablar, cantar, toser... También se transmite, al tocar objetos y superficies que hayan sido contaminados por una persona infectada. Los individuos infectados pueden contagiar de uno a dos días antes de presentar cualquier síntoma. Por esto, es fundamental que la sociedad adopte medidas de precaución: uso de mascarillas y desinfectantes a base de alcohol, lavado de manos regular con agua y jabón, distanciamiento social de dos metros o más y autocuarentena siempre que sea posible.

SECUELAS MÁS GRAVES QUE LA ENFERMEDAD


Los síntomas más comunes del Covid-19 son fiebre, tos seca y fatiga. El 45% de los pacientes presenta síntomas respiratorios y digestivos. Otros síntomas son anorexia, diarrea, dolor abdominal, pérdida del gusto y pérdida del olfato.

A medida que la pandemia se extendió por el continente americano se hizo evidente que después de superar el Covid-19, pueden haber secuelas clínicas aún más graves o peligrosas: eventos trombóticos que pueden conducir a accidentes cerebrovasculares, infarto de miocardio, embolia pulmonar y muerte súbita. Las complicaciones neurológicas graves también son comunes y muchos de los supervivientes presentan déficits cognitivos duraderos (fibroniebla) o depresión. Los principales factores de riesgo son la edad avanzada, las enfermedades pulmonares y cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes y la obesidad.

Entre la población hispana de Estados Unidos el 35% de las muertes ocurre en personas menores de 65 años. En comparación con las mujeres, los hombres contagiados con Covid-19 tienen más riesgo de muerte y de sufrir síntomas y secuelas más graves, independientemente de su edad. También enfrentan niveles más altos de estrés, ansiedad, depresión y otras enfermedades mentales.

QUÉ TRATAMIENTOS HAN SIDO LOS MEJORES


Aunque no existe un tratamiento estandarizado contra el Covid-19, se han producido resultados preliminares positivos con remdesivir, dexametasona y anticoagulantes. Con estos medicamentos se obtienen mejores resultados, incluida la supervivencia del paciente.

Los datos sobre la eficacia del plasma convaleciente hiperinmune son aún preliminares y algunos estudios muestran un beneficio potencial. No obstante, en un ensayo aleatorio hecho en China con pacientes con Covid-19 el plasma convaleciente no acortó el tiempo de recuperación. Hay ensayos en curso que prueban terapias antivirales, inmunomoduladores y anticoagulantes. Algunos medicamentos (la hidroxicloroquina, la azitromicina, la kaletra, el aciclovir, la ivermectina y el interferón) no tienen ningún beneficio y no se recomiendan, aunque algunos políticos los promuevan con frecuencia.

UN VIRUS DE RÁPIDA PROPAGACIÓN


Desde que el nuevo coronavirus se identificó a fines de diciembre de 2019 como la causa de casos de neumonía en Wuhan, se propagó rápidamente por toda China, y enseguida hubo un número creciente de casos en todo el mundo.

En Estados Unidos, el primer caso se reportó el 21 de enero de 2020. Los primeros tres casos detectados en Europa se notificaron en Francia el 24 de enero. El 26 de febrero, el Ministerio de Salud de Brasil informó del primer caso en ese país. El 6 de marzo, Costa Rica reportó los primeros casos en su territorio. Y el 18 de marzo, el Ministerio de Salud de Nicaragua confirmó el primer caso en nuestro país.

El SARS-CoV-2 se propagó rápidamente por todo el planeta y el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como pandemia. Hasta septiembre de 2020, el 85% de los países del mundo habían notificado casos. Sin embargo, los patrones de infección han diferido entre unos países y otros. Mientras que en Asia y Europa la expansión fue muy rápida, en América se extendió más lentamente, pero el pico de la curva ha durado más.

Hasta el 19 de septiembre de 2020 se confirmaban en todo el mundo cerca de 30 millones de casos de Covid-19 y cerca de 1 millón de muertes. El continente americano ha sido el más afectado, con más de 12 millones de casos confirmados y una mortalidad muy alta. En todo el mundo las estadísticas oficiales subestiman, sin duda, la magnitud de la pandemia en cuanto al número de casos y de muertes, ya que la calidad de la recopilación de datos varía significativamente de un país a otro.

UNA ENFERMEDAD DE LOS POBRES


En la mayoría de los países el Covid-19 se está convirtiendo en una enfermedad de los pobres y los desatendidos. Los sectores más vulnerables de la sociedad están experimentando un mayor número de infecciones y muertes y las poblaciones migrantes y las comunidades indígenas, morenas y negras son las más afectadas.

Una combinación de factores -mayor exposición al virus, enfermedades asociadas a la pobreza y un reducido acceso a la atención médica- deja a los más pobres excepcionalmente vulnerables al Covid-19. A pesar de esto, los países que han sido los más afectados son los del G-20. Esto sugiere que el problema no es sólo la falta de recursos. Lo es también la falta de toma de decisiones y de gestión inteligentes, junto con la insuficiencia de pruebas y la carencia de políticas de aislamiento obligatorio. El problema es de promoción de medidas y de sensibilización.

LA GESTIÓN POLÍTICA DE LA PANDEMIA


Algunos países -Taiwán, Vietnam, Corea del Sur, Alemania y Nueva Zelanda-, han manejado la pandemia de manera más eficiente, con planes de acción implementados rápidamente, con metas bien definidas y plazos específicos. Entre las acciones, incluyeron el rastreo de contactos, las pruebas masivas, el liderazgo político y la participación comunitaria.

Otro factor importante ha sido el nivel de participación de la comunidad científica, con investigaciones, intercambios y suministro de datos a los gobiernos y a los responsables políticos, lo que permite la toma de decisiones basada en evidencias. Por ejemplo, la Sociedad Real de Canadá ha establecido un grupo de trabajo de expertos clínicos y académicos que proporcionan datos basados en evidencias, que sirven para tomar decisiones más informadas para la recuperación de ese país.

Otros países han manejado mal la pandemia: Estados Unidos, Brasil y México son ejemplos notables. Estados Unidos tuvo retrasos en las pruebas y el gobierno no pudo construir e implementar una estrategia nacional, dejando que los estados se las arreglaran por sí mismos y, en algunos casos, compitieran entre sí por conseguir los suministros que necesitaban desesperadamente del gobierno federal.

Los líderes de los países que han manejado mal la pandemia han minimizado la gravedad de la enfermedad, la necesidad de usar mascarillas y de guardar el distanciamiento social. Al mismo tiempo, presionando por volver a la normalidad, han reabierto prematuramente la economía, con resultados desastrosos. Según un análisis de la Universidad Johns Hopkins, a pesar de que Perú impuso cuarentena a nivel nacional al comienzo de la pandemia, su tasa de mortalidad per cápita (100.48 muertes por cada 100 mil habitantes) es la más alta del mundo.

LAS CONSECUENCIAS DEL “POPULISMO MÉDICO”


La progresión del Covid-19 ha ido acompañada de una falta de información adecuada y de desinformación. Las noticias falsas también han jugado un papel importante en obstaculizar una respuesta eficaz a la pandemia. Se han promovido sustancias nocivas como curas milagrosas o profilácticas; los trabajadores de la salud han sido demonizados y atacados y sus materiales de diagnóstico han sido destruidos. Y en varios países, como Estados Unidos, existe una facción que cree que la pandemia es un engaño.

Una Comisión Lancet sobre Covid-19 resumía así el daño resultante del llamado populismo médico: “Otra razón del fracaso en el control de la pandemia es un estilo de liderazgo político que se ha denominado populismo médico. El médico y antropólogo Gideon Lasco lo ha descrito como producto de dirigentes que “simplifican la pandemia, minimizando sus impactos o promocionando soluciones o tratamientos fáciles, espectacularizando sus respuestas a la crisis, forjando divisiones entre la ‘gente’ y los ‘otros’ peligrosos, y haciendo afirmaciones sobre conocimientos médicos para respaldar todo esto”.

Lasco utiliza tres estudios de caso para presentar este argumento: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte; y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El populismo médico no sólo frustra la implementación de las intervenciones no farmacéuticas, también aviva la oposición a medidas simples, como el uso de mascarillas faciales, y genera desinformación y tráfico de rumores.

NICARAGUA: UNA GESTIÓN ERRÁTICA


El 12 de marzo de 2020, representantes de los ocho países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) unieron esfuerzos para analizar la situación de la pandemia en la región y desarrollaron un plan de acción conjunto para enfrentar la propagación del virus. Nicaragua fue el único país que ignoró ese plan, que exigía cuarentena, suspensión de clases, restricción de eventos públicos y otras medidas.

La crisis del Covid-19 llegó a Nicaragua en medio de una recesión y una severa crisis socioeconómica y de derechos humanos iniciada en abril de 2018. Actualmente, Nicaragua vive una extrema polarización por el conflicto sociopolítico y han aumentado la delincuencia, la violencia y la fragilidad de la economía, en un país en donde el 70% de las personas encuentran empleo en el sector informal, careciendo de seguridad laboral y social.

La forma errática en que el gobierno de Nicaragua ha enfrentado la pandemia ha agravado la situación. Desde marzo, manifestó que Nicaragua no declararía cuarentena y, a la fecha, los centros de entretenimiento, los negocios, las escuelas y las universidades permanecen abiertos. Además, ha minimizado el verdadero alcance de la pandemia, negándose reiteradamente a instalar medidas sanitarias obligatorias, hostigando y sancionando a trabajadores de la salud que utilizan equipos de protección personal. Ha ignorado las recomendaciones de la OMS, incluidas las medidas más básicas, como el distanciamiento social. Y en cambio, ha continuado patrocinando y promoviendo reuniones, ferias y eventos deportivos masivos.


LA RESPUESTA NACIONAL A LA PANDEMIA


La sociedad civil nicaragüense ha jugado un papel importante en el abordaje de la pandemia. Desde enero de 2020, el Comité Científico Multidisciplinario ha trabajado con profesionales de la medicina y de la salud pública para promover diversas iniciativas y brindar orientación científica sobre la pandemia a toda la sociedad.

La Academia de Ciencias de Nicaragua también se ha mostrado activa en la promoción de medidas de prevención e higiene: publicó un libro interdisciplinario de ensayos sobre la pandemia en Nicaragua, escrito por colaboradores de una variedad de disciplinas científicas, que incluyen datos técnicos sobre el virus y su impacto social, económico y ambiental.

En general, la sociedad nicaragüense ha respondido positivamente a las recomendaciones que hemos brindado. Muchas personas han decidido protegerse entre sí mediante el uso de mascarillas y de desinfectantes de manos, guardando el distanciamiento social y la autocuarentena. Creemos que eso ha ayudado a fortalecer la respuesta nacional contra la pandemia.

Existe poca confianza en los datos del gobierno de Nicaragua sobre la situación del Covid-19 en el país. Ya desde que se presentó el primer caso positivo hubo serios problemas en cuanto a la precisión y a la transparencia de los informes oficiales. Por eso, las organizaciones internacionales de salud tienen, para el caso de Nicaragua, que depender de fuentes independientes, como las del grupo de investigación no gubernamental Observatorio Ciudadano Covid-19.

Los trabajadores de la salud han lidiado con experiencias excepcionalmente traumáticas durante la pandemia. En los peores meses (mayo y junio), y especialmente en el sector público, trabajaban completamente desprotegidos y experimentaban altos niveles de agotamiento físico y mental. Datos del Observatorio Ciudadano Covid-19 estimaron que, al 21 de octubre, 814 trabajadores de la salud (incluyendo 487 médicos) habían sido infectados y 108 habían fallecido, 40 de ellos médicos.

En el seminario internacional virtual organizado por la Academia de Ciencias de Nicaragua con el apoyo de la Red Interamericana de Academias de Ciencias, para contribuir a la discusión y al análisis de la situación de la pandemia en Nicaragua, expertos nacionales e internacionales participaron en debates sobre sus propias experiencias en los campos de la epidemiología, la biología molecular, la inmunología, la medicina y el desarrollo de vacunas.

Además de fomentar así futuros debates, el objetivo del seminario fue preparar un informe de políticas sobre la situación del Covid-19 en Nicaragua, sugiriendo políticas y recomendaciones basadas en evidencias. Independientemente de si el gobierno de Nicaragua toma o no en consideración las políticas y las recomendaciones aquí propuestas, serán valiosas para el público en general y para futuras pandemias.

UN PLAN DE MITIGACIÓN
CON EXPERTOS Y UN PLAN CIUDADANO


Sin un tratamiento eficaz o una vacuna, limitar la propagación del virus es la mejor protección contra el Covid-19. Dado que actualmente la contención del brote en Nicaragua es imposible, se debe preparar un plan nacional de mitigación con la ayuda de expertos. Este plan debería abordar la vigilancia, la detección, la respuesta y el control de los brotes; la promoción de la higiene para prevenir el contagio; las medidas localizadas de cuarentena y distanciamiento social; y el uso de mascarillas para reducir la transmisión del virus.

En ausencia de orientación de las autoridades, la sociedad civil podría implementar un plan ciudadano, incluyendo medidas de autoprotección para limitar la transmisión del SARS-CoV-2, lo que reduciría la probabilidad de otro brote. El plan garantizaría la claridad de roles y mecanismos de coordinación dentro del sistema de salud, con participación pública y mediante un enfoque comunitario para frenar el impacto del Covid-19.

Siguiendo las recomendaciones de la OMS, frenar la transmisión y proteger a las comunidades requerirá de la participación de todas las poblaciones afectadas y en riesgo, así como del compromiso de todos los sectores de la sociedad. Aprovechando su capacidad colectiva para una acción conjunta, diferentes sectores de la sociedad -empresarial, educativo, eclesiástico, sin fines de lucro, sociedad civil y otros- podrían coordinar planes sectoriales para prevenir la infección y la transmisión.

LA IMPORTANCIA DE LAS PRUEBAS,
DE LA EDUCACIÓN Y LA COMUNICACIÓN


Las pruebas son cruciales para la investigación epidemiológica y para desarrollar un tratamiento médico adecuado. Por tanto, la vigilancia epidemiológica debe incluir pruebas a gran escala en grandes poblaciones urbanas y pruebas a trabajadores esenciales, junto con un efectivo rastreo de contactos. La identificación rápida de casos y el rastreo de contactos requiere de la descentralización de los servicios de diagnóstico. La serovigilancia a nivel comunitario puede ayudar a determinar los grupos prioritarios para la vacunación, y a orientar y monitorear los programas de vacunación.

Es imperativo que el público nicaragüense esté informado sobre el verdadero alcance de la pandemia. La educación sanitaria y la información objetiva son vitales para prevenir y limitar la propagación y los efectos del Covid-19. Cuando el sector salud logra dar a conocer medidas preventivas, como el lavado de manos y el distanciamiento social, éstas quedan arraigadas profundamente en la conciencia pública. Lograrlo requiere de estrategias de comunicación bien diseñadas. En Nicaragua ya se ha establecido un precedente exitoso con organizaciones médicas y científicas, que brindan recomendaciones para enfrentar la pandemia, a pesar de la ausencia de una estrategia nacional.

La comunidad científica debe continuar brindando recomendaciones basadas en evidencia para informar al público y a los tomadores de decisiones sobre medidas de seguridad y sobre su papel en la reducción de la propagación del virus. También debe aumentar una sólida comunicación con el público asociándose a los principales medios de comunicación y empleando las redes sociales, los datos y todos los textos y datos disponibles en línea.

PERSONAS, COMUNIDADES,
SOCIEDAD CIVIL, ONG Y EXPERTOS


La evidencia muestra que muchas muertes relacionadas con el Covid-19 se han dado en ancianos y otros grupos vulnerables. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, el 80 % de las muertes en ese país corresponden a adultos de 65 años o más.

Cualquier estrategia para lidiar con el Covid-19 debe incluir aumentar el acceso a la atención médica y a los servicios esenciales a los adultos mayores, así como brindar un particular apoyo social y económico a quienes viven en pobreza, a las personas con necesidades especiales y a las comunidades indígenas.

La sociedad civil tiene un papel importante que desempeñar en la lucha contra el Covid-19 a nivel local y nacional. Las organizaciones locales son clave para monitorear y evaluar las necesidades dentro de la comunidad, identificar grupos vulnerables y mejorar la comunicación. En Nicaragua, los ciudadanos organizados han tenido éxito en brindar ayuda a las comunidades vulnerables. Es necesaria una acción concertada mediante la sinergia entre diferentes organizaciones de la sociedad civil.

A nivel mundial, las academias nacionales y las sociedades científicas brindan asesoramiento a los gobiernos y a la sociedad. Se convoca a científicos y a expertos para colaborar en la recopilación y la publicación oportuna de datos sobre el estado del brote y de sus consecuencias sociales y económicas. Los científicos y los expertos en salud de Nicaragua podrían formar grupos de trabajo enfocados en objetivos y temas específicos, que requieran un examen en profundidad. También deben prepararse recomendaciones para sectores específicos de la sociedad, como el comercio, el transporte público y el sector educativo.

LA APERTURA DE LA ECONOMÍA
Y LA POLITIZACIÓN DE LA PANDEMIA


La apertura de la economía debe ser gradual y debe considerar el estado actual de la pandemia. Algunos gobiernos justifican su enfoque laxo frente a la pandemia por la necesidad de salvar la economía. En Nicaragua, este enfoque, y el evitar cualquier reducción de impuestos, ha llevado a poner en enorme riesgo la salud y la vida de la mayoría de la población, mientras se benefician los intereses políticos y económicos de la élite gobernante.

Los impactos inmediatos y a largo plazo del Covid-19 serán particularmente severos para las personas más desfavorecidas y la brecha socioeconómica aumentará. La apertura de la economía exige una planificación cuidadosa basada en datos sobre sectores económicos estratégicos, como lo es el turismo. Se deben establecer medidas para mitigar el impacto devastador que puede causar la pandemia en la seguridad financiera de los hogares y, a la vez, mantener al mínimo la transmisión del virus. El gobierno debe diseñar y adoptar medidas específicas sobre una amplia gama de políticas económicas y sociales para lograr los objetivos nacionales y garantizar la salud pública y los derechos humanos.

En muchos países, la pandemia del Covid-19 se ha utilizado con fines políticos e ideológicos. Desde el comienzo, las autoridades nicaragüenses negaron el verdadero alcance del brote, organizaron eventos públicos multitudinarios y prohibieron a los trabajadores de la salud usar equipos de protección. Es cada vez más evidente que los líderes nicaragüenses buscan adoptar más estrategias políticas peligrosas, similares a los enfoques irresponsables del populismo médico utilizados con consecuencias desastrosas en Estados Unidos, Brasil y Filipinas.

El virus SARS-CoV-2 no hace distinciones entre fronteras o afiliaciones políticas. Los políticos deben mostrar liderazgo y tomar decisiones basadas en evidencia científica, reforzar la capacidad local y dar preeminencia presupuestaria a las preocupaciones de salud pública. Se deben priorizar las vacunas y el tratamiento médico.

LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL ES VITAL


El apoyo financiero y la cooperación internacional son vitales para ejecutar todas estas recomendaciones. Nicaragua necesitará asignar fondos dentro de su presupuesto nacional para aportar los recursos financieros y humanos necesarios para el plan nacional ante el Covid-19. Sin embargo, dada la magnitud del esfuerzo, y considerando las dificultades financieras que enfrenta Nicaragua, eso también implicará un apoyo coordinado de la comunidad internacional de donantes. También será necesario buscar colaboración internacional para abordar futuras olas del Covid-19.

Existe una necesidad urgente de promover vacunas contra el SARS-CoV-2 seguras y accesibles para su uso en todo el mundo. El desarrollo de vacunas tiene un gran potencial para promover la cooperación internacional. Brasil, Argentina y México, que tienen importantes capacidades en materia de vacunas y biotecnología, podrían cooperar con países más pequeños como los de Centroamérica para desarrollar mejores instalaciones de diagnóstico molecular y desarrollo y reproducción de vacunas.

Se están avanzando varias vacunas contra el Covid-19 de bajo costo a través de las actividades de la Red de Fabricantes de Vacunas de Países en Desarrollo (www.dcvmn.org). Mediante organizaciones multilaterales y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Nicaragua podría obtener un acceso equitativo a las vacunas y a las terapias contra el SARS-CoV-2.

RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS
PARA LOS TRABAJADORES DE LA SALUD


La pandemia del SARS-CoV-2 ha abrumado los sistemas de atención de la salud en muchas partes del mundo, provocando la saturación de los hospitales y la reducción del estándar de atención, lo que ha tenido resultados negativos para la salud. Hay estrés físico y mental agudo en los trabajadores de la salud. En Nicaragua, las asociaciones médicas se han quejado de la falta de equipos de protección personal y han reportado la muerte de decenas de profesionales de la salud.

En este sentido, los trabajadores sanitarios deben someterse frecuentemente a pruebas de diagnóstico debido al alto riesgo que corren por su exposición al virus. Deben aplicárseles con regularidad pruebas. Aunque las pruebas sistemáticas requieren suficientes capacidades de laboratorio, que pueden no estar disponibles en todos los hospitales, podrían priorizarse en hospitales de alto riesgo e implementarse métodos de diagnóstico alternativos. Uno, es la tecnología molecular conocida como amplificación isotérmica mediada por bucle (LAMP), que proporciona resultados más rápidos, es de bajo costo y muestra una sensibilidad y una especificidad similares a las de la PCR estándar.

Además, hay que asegurar al personal sanitario suficiente y adecuado equipo de protección personal: mascarillas N95, protectores faciales, batas quirúrgicas y guantes. Y debe haber mejores prácticas de desinfección e higiene en hospitales y clínicas.

Finalmente, debe asegurarse al personal de salud el acceso a servicios de salud mental, que alivien la ansiedad y el estrés. Esta intervención debe centrarse en los esfuerzos de prevención para evitar resultados psicosociales adversos. Y además, establecer pautas claras, limitar las horas de trabajo y evitar cargas laborales excesivas son políticas esenciales para garantizar la atención al paciente y para detener la pandemia.

SE REQUIERE UNA AUDITORÍA INTERNACIONAL


Debería solicitarse una auditoría independiente para evaluar y documentar el manejo de la pandemia en Nicaragua. Esto es fundamental para aprender de los errores cometidos y para diseñar políticas adecuadas para el futuro. Es necesaria una evaluación integral de cómo el país se preparó ante la pandemia. Igualmente, una evaluación del sistema de atención médica con el que se preparará anticipando nuevas oleadas del Covid-19 u otras pandemias.

La OPS se ha ofrecido a enviar un equipo de expertos para evaluar los servicios de salud, la situación epidemiológica y todas las medidas implementadas por Nicaragua desde el inicio de la pandemia. Hacemos un llamado a una auditoría internacional independiente, que se enfoque en las acciones implementadas por las autoridades durante los últimos ocho meses de la pandemia.


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