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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 438 | Septiembre 2018

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Nicaragua

¿Qué límites económicos tiene el proyecto político de Ortega?

Néstor Avendaño, economista y presidente de COPADES (Consultores para el Desarrollo Empresarial), compartió un análisis económico, también político, de la crisis económica que desde abril vive Nicaragua, en una charla con Envío que transcribimos.

Néstor Avendaño

¿Cuáles son los límites económicos que tiene el proyecto político de Ortega? ¿Es posible que se quede en el gobierno, como dice, hasta 2021? Trataré de responder a esta pregunta como economista, sin olvidar que la economía y la política van de la mano.

¿Cómo llama la economía a la situación crítica en la que está hoy Nicaragua? Hasta fines de agosto estamos en una desaceleración, lo que significa un menor ritmo de crecimiento económico. Esto lo empezamos a observar desde mayo de 2017, con la caída de la cooperación venezolana. Hay que diferenciar desaceleración de recesión. Técnicamente se habla de recesión cuando se registra un Producto Interno Bruto trimestral con variaciones relativas negativas en dos trimestres consecutivos con respecto al trimestre anterior. Sin duda alguna, el trimestre de abril a junio tuvo un PIB con un desempeño negativo. Cuando concluya septiembre de este año, el PIB también tendrá otro desempeño negativo, con lo cual podríamos hablar de recesión económica en el país.

Desde abril de 2018 observamos en Nicaragua todo tipo de problemas económicos: desempleo, caída en el consumo, reducción severa de la inversión extranjera y de la inversión nacional, fuerte caída de la recaudación de impuestos y de la producción… Como resultado, el presupuesto ha tenido que ser reducido drásticamente en varios rubros. Todos estos problemas están relacionados. Sin embargo, creo que el problema de la inestabilidad financiera del país es el principal y es el que puede provocar las sorpresas más negativas en el corto plazo. Creo también que este aspecto de la problemática económica es el que puede darnos una mejor aproximación para conocer los límites económicos que tiene el proyecto político del Presidente Ortega si pretende permanecer en el poder sin anticipar las elecciones presidenciales.

En los años 80 el modelo económico de la revolución lo garantizaba una maquinita que imprimía córdobas. Así se lograba cerrar el plan económico: con la variable económica de la emisión de dinero, aunque eso provocaba una aguda inflación. En aquellos años tuvimos una inflación anual del 33 mil 548 por ciento y, de acuerdo con mis cálculos, registramos la cuarta hiperinflación del mundo en el siglo 20. Pero el problema político que teníamos en aquellos años -la guerra civil- no se resolvía llevando la economía a esa enorme inflación. El problema político se resolvió después de muchos años de guerra con diálogo político.

Desde los años 90 hasta abril de este año, el plan económico de los distintos gobiernos que hemos tenido se ha cerrado con el aumento consistente y permanente de las reservas internacionales que se guardan en las arcas del Banco Central de Nicaragua. Hoy esas reservas están disminuyendo y, de nuevo, el gobierno pretende resolver el problema político que existe con medidas económicas, que no resuelven nada porque sólo el diálogo político puede resolver el problema económico. Pero no vemos al gobierno dispuesto al diálogo. Se está cometiendo el mismo error que en los años 80. Y el que lo está cometiendo es el mismo personaje político, quien, en mi opinión, es quien tendría que promover ahora un diálogo político.

Si el principal problema económico que tenemos hoy es la disminución de las reservas internacionales que administra el Banco Central de Nicaragua, analicemos cómo ha sucedido eso. Después del 12 de abril comenzó a observarse, por primera vez en todos estos últimos años, un descenso en los depósitos en moneda extranjera, principalmente dólares, en los bancos comerciales. El 12 de abril el saldo de esos depósitos en las entidades financieras del país: era 4,115 millones de dólares. Y al 23 de agosto el saldo fue 3,372.6 millones, lo que significó una reducción de 742 millones de dólares. Para la economía nacional, esa reducción sería similar al impacto de paralizar la producción de bienes y servicios durante 19 días en todo el país.

¿Cómo reaccionó la banca comercial a la fuga de depósitos? Los bancos no pudieron decirles a sus clientes que no tenían una suficiente liquidez en dólares para enfrentar una fuga masiva de depósitos, porque, aunque en Nicaragua la moneda oficial es el córdoba, la economía está muy dolarizada extraoficialmente. En el mercado, el dólar es la moneda más importante del país. Y en la banca comercial la importancia de la dolarización financiera es obvia por dos razones: el 88% de los préstamos que otorga la banca los entrega en dólares, mientras que el 75% de los depósitos se realiza también en “billete verde”, como dice la gente. Esas dos razones de dolarización financiera nos indican que los depósitos en dólares que tiene la banca comercial no están físicamente en manos de los bancos, sino que están financiando la cartera de préstamos que han otorgado los bancos a consumidores, productores e inversionistas. Los dólares depositados por los clientes en los bancos comerciales han sido prestados a los agentes económicos. Por eso, una megasalida de depósitos quebraría a todos los bancos, que no podrían responder a esa fuga ni con la compra de divisas que hicieran en la mesa de cambios del Banco Central.

Por eso, en junio de este año, cuando escuché a algunos colegas y a algunos practicantes de la política decirle a la población que sacara todos sus depósitos de los bancos, aconsejé en público que no lo hicieran porque iban a quebrar a los bancos y no iban a obtener su dinero, porque íbamos a perder todos y perdería el país. El llamado a sacar los depósitos tenía intereses políticos y no tenía sustento económico porque era provocar más males de los que la población ya estaba resintiendo con la crisis política. “¡Saquen su dinero de los bancos porque se los van a robar!”, decían. Creo que hice un buen trabajo social cuando convencí a la gente de que no aceleraran la salida de su dinero en los bancos. Además, sostengo por evidencia histórica que la “mano política” está más cerca de las arcas del Banco Central que de las cajas de los bancos comerciales.

En mayo ya estaba en marcha una acelerada fuga de depósitos. Y como los bancos no tienen en sus cajas suficientes dólares para entregárselos a los depositantes, ¿qué hicieron? Se acogieron a la libre convertibilidad del córdoba en dólares, columna central del modelo económico nacional, y fueron a la “mesa de cambios” del Banco Central a comprar dólares con córdobas. El Banco Central no puede negarse a venderlos por el compromiso de la libre convertibilidad, que también le da derecho al Banco a comprarle dólares a los bancos comerciales. En mayo, la demanda al Banco Central fue de todos los bancos y con carácter urgente. La fuga de los depósitos en dólares se había acelerado.

¿Cuántos dólares de sus reservas ha vendido el Banco Central a los banqueros para financiar la fuga de depósitos? Entre el 15 de mayo, fecha en que comenzó a venderlos y el 24 de agosto, fecha de los últimos datos que tenemos, ha vendido 482 millones de dólares. En mayo la venta promedio diaria de dólares del Banco Central a la banca comercial fue de 7 millones de dólares. En junio se elevó a 11 millones de dólares promedio diario. En julio bajó a 6 millones diarios. Y hasta el 24 de agosto fue de 3.6 millones de dólares diarios. Se desaceleró la fuga de depósitos, pero no se ha detenido. Así que el problema sigue ahí, está ahí. Y ya no sirven los llamados a la gente para que no siga sacando depósitos. Lo que se requiere es una respuesta política a la grave crisis política del país, para que se supere, para que desaparezca la desconfianza generalizada, que es lo que ha provocado la fuga de depósitos en moneda extranjera.

¿Cuál ha sido la respuesta del Banco Central, que sigue las orientaciones del Presidente de la República? Cuando yo estudié economía aprendí que, en la búsqueda del equilibrio, se puede elegir un camino que, a mi parecer, es el que está siguiendo el gobierno en este momento: siguen en un proceso, que en francés, se llama “tâtonnement”, de “tanteo a oscuras”. En ese tanteo veo hoy a la dirección de la autoridad monetaria. Creo que el gobierno trata de resolver los problemas económicos derivados de la crisis política con políticas económicas y eso es un craso error. Porque el problema es político, y no le pongo ningún calificativo más. Entonces, si el problema es político la solución de un problema político se logra con soluciones políticas, no con medidas económicas desesperadas. Todo el instrumental de política económica que tenemos a mano los economistas para nada sirve ante un problema político como el que hoy tenemos en Nicaragua. Y con ese “tanteo a oscuras” lo que hacen es agravar el problema económico, al generar una mayor incertidumbre y una mayor desconfianza.

Para enfrentar la fuga de depósitos y la venta acelerada de dólares que ha tenido que hacer el Banco Central, éste ha sacado un par de medidas propias del “tanteo a oscuras”. Han inventado, primeramente, una ley por la que el Banco crea títulos de inversión para la estabilización financiera. En mi opinión es una medida condenada al fracaso. En resumen, el presidente del Banco Central, Ovidio Reyes, dijo que esa ley invitaba a todas las personas que tuvieran sus ahorros en el banco y tuvieran desconfianza sobre el futuro de sus depósitos, a sacarlos del banco y traerlos al Banco Central, en donde se les venderían títulos de inversión emitidos en dólares, pero pagaderos en córdobas con mantenimiento de valor y con tasas de interés más altas que las que paga la banca comercial. Por ejemplo, a un año plazo ofrecía el 8% de interés anual. Pero, ¿quién va a entregar dólares para recibir córdobas con mantenimiento de valor indexados con el tipo de cambio oficial? Cuando escuché esa medida, yo me preguntaba si el propósito del Banco Central era debilitar, en vez de fortalecer, a los bancos y provocar una guerra de tasas de interés en el sistema financiero. Porque ningún banco comercial en Nicaragua ofrece un 8% anual al plazo de un año. Ninguno. La tasa pasiva en Nicaragua es una de las más bajas de Centroamérica y la tasa activa, la que se les cobra a los prestatarios, es una de las más altas entre los países del istmo.

Pero como lo que existe es un “tanteo a oscuras”, muy pronto y sin mucho ruido el Banco Central corrigió la ley: los títulos que emitirá serán en dólares pagaderos en dólares y a un menor interés. Pero, ¿quiénes sacarían sus depósitos del banco para llevarlos al Banco Central y recibir un título en dólares pagadero en dólares y al 6.5% anual? Creo que nadie lo haría. Por desconfianza en el Banco Central. ¿Y quién genera la desconfianza? ¿Ovidio Reyes, el presidente del Banco Central? No, no es exclusivamente él, porque el Banco no es autónomo. Quienes generan la desconfianza son los políticos en el poder y, en este caso, el Consejo Directivo del Banco Central. Y tan contradictoria es la posición de los altos cargos del Poder Ejecutivo que argumentan públicamente que el país ya “está normal”. Decir eso es irrespetar a los nicaragüenses, genera más desconfianza y aleja la solución política del problema político en el que estamos inmersos. Cuando nos dicen eso, lo que observamos es el abismo que nos aleja de la resolución del problema en forma civilizada, que es a través del diálogo político.

Se desprendía de la ley que, para evitar la desconfianza en el Banco Central, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público respaldaría la compra de esos Títulos de Inversión con la emisión de unos Bonos de Estabilización Financiera que entregaría al Banco Central. Una medida tras otra del “tanteo a oscuras”, que parecen ser sacadas del sombrero de un mago para sorprender al público. Y como no se nos explica lo que hará el Banco Central con esos Bonos, que serían un activo del Banco, concluí ¡que el Ministerio de Hacienda estaba capitalizando al Banco Central de Nicaragua! Por primera vez, como economista, veía algo así, sólo posible en la Nicaragua de hoy: que un Ministerio de Hacienda rescate a la autoridad monetaria del país, cuando es a la inversa: son las autoridades monetarias, los Bancos Centrales, los que salen al rescate del Presupuesto de la República comprándoles bonos al Ministerio de Hacienda o al Ministerio de Finanzas. En Nicaragua es ahora a la inversa. Con estas medidas de “tanteo a oscuras” la autoridad monetaria se ha “contagiado” de la fuga de dólares del sistema financiero nacional.

¿Y por qué digo “contagiado”? Porque el Banco Central toma los dólares que le vende a los bancos de las reservas internacionales que guarda y administra y que son el sostén del modelo económico en el que ha vivido Nicaragua desde los años 90. Son esas reservas internacionales las que garantizan la estabilidad macroeconómica del país, el principal activo, el principal logro que se le ha reconocido durante todos estos años a la gestión del Presidente Ortega.

Otra prueba del “tanteo a oscuras” en la política económica de este año ocurrió cuando los cuatro miembros del Consejo Directivo del Banco Central aprobaron el 9 de agosto de 2018 la reforma del acápite del Artículo 5 Operaciones de Cambio de las Normas Financieras del Banco Central de Nicaragua. Fue publicada en La Gaceta el 24 de agosto, pero conocida por la población el 27 de agosto. En esa reforma, se eliminó el 1% del valor del tipo de cambio oficial en concepto de comisión por la venta del dólar del Banco Central y, además, se dijo que el porcentaje de esa comisión será definida por el presidente del Banco. El lunes 27 de agosto el Banco Central tuvo que confirmar en dos notas de prensa que se mantenía inalterada la tarifa de 1% por comisión por la venta de divisas realizada por la autoridad monetaria. Dijo también que todas las tarifas bancarias serán establecidas por el presidente del Banco Central y que se mantenía la política del tipo de cambio reptante con un deslizamiento anual de 5%, que es dictada por el Consejo Directivo del BCN.

¿Por qué el presidente del Banco Central, Ovidio Reyes, tuvo que aclarar esas tres cosas? Porque, de entrada, la resolución publicada en La Gaceta había provocado la caída de 22 millones de dólares del saldo de los depósitos en moneda extranjera y de 131 millones del saldo de los depósitos en moneda local ese mismo lunes. Con la reforma, el presidente del Banco había obviado publicar la nueva tarifa. Eso suscitó incertidumbre entre los agentes económicos: temieron que ese porcentaje sería inestable al reconocerse oficialmente que la fuga de los depósitos en dólares se mantiene, aunque se había desacelerado. Cualquier tarifa por arriba del 1% significaría, sin duda alguna, un aumento del precio de compra de la divisa de las entidades financieras en el Banco Central y ese aumento sería trasladado al tipo de cambio para la venta de la divisa en el mercado financiero: el público tendría que pagar una mayor cantidad de córdobas por un dólar. Fue correcta la apreciación de la población de que el córdoba se devaluaría. Sin embargo, esto se observaría directamente en el mercado financiero e indirectamente en el mercado negro, sin afectarse el mercado oficial porque se mantendría el deslizamiento anual de 5% del tipo de cambio oficial. En consecuencia, lo que ocurrirá será el aumento de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio para la venta del dólar en el mercado financiero, así como en el mercado negro, el alza de los costos de producción de bienes y servicios, y de la tasa de inflación de los precios al consumidor, y, consecuentemente, el deterioro del poder adquisitivo de la población. Se elevarán así los riesgos económicos y financieros por la práctica de tipos de cambio múltiples, lo que ahuyentará la inversión extranjera directa. Se elevarán también los precios relativos, sencillamente porque sólo una persona, el presidente del Banco Central, determinaría, con discrecionalidad exclusiva, la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio de venta del dólar (incluida la comisión) no sólo en el Banco Central, también entre el mercado oficial, el mercado financiero y el mercado negro de la divisa. La incertidumbre cambiaria se mantendrá mientras no se derogue la resolución que, en un continúo “tanteo a oscuras” se publicó en La Gaceta, a pesar de las dos aclaraciones que hiciera Ovidio Reyes.

Para acercarnos a medir los límites económicos del proyecto político que hoy tiene el Presidente Ortega, debemos conocer en cuánto han caído las reservas internacionales en dólares del Banco Central y en cuánto tiempo se agotarían.

Las reservas comenzaron a caer el 12 de julio, si las comparamos con el monto que tenían el 31 de diciembre de 2017. Al 24 de agosto de 2018 se redujeron en 270 millones de dólares, a pesar de que Nicaragua recibió del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) 100 millones de dólares, de un total de 200 millones asignados a cada país centroamericano para resolver problemas de iliquidez en moneda extranjera debido a la recesión económica mundial de 2008-2009. En aquel momento, todos los países del istmo usaron esa línea de crédito contingente del BCIE, excepto Nicaragua, que la renovaba anualmente, porque en ese momento Venezuela facilitaba un préstamo petrolero de aproximadamente 560 millones de dólares anuales. Ahora, en problemas y apremiado por la compra de dólares de la banca comercial para afrontar la fuga de los depósitos en moneda extranjera, el Banco Central desembolsó del préstamo del BCIE 50 millones de dólares en julio y otros 50 millones de dólares en agosto para fortalecer la posición de las reservas internacionales. Mejor dicho, para amortiguar la severa caída de las reservas. En otras palabras, para evitar problemas de iliquidez. Usaron el préstamo del BCIE para mejorar la imagen de la crisis de iliquidez, que todavía persiste.

A pesar de que habían ingresado 100 millones de dólares provenientes del BCIE, entre el 15 de mayo y el 24 de agosto el Banco Central había vendido 482 millones de dólares a los bancos comerciales en la “mesa de cambios” y en el transcurso del año las reservas internacionales también habían caído 270 millones de dólares, mientras que el saldo de los depósitos en moneda extranjera se había desplomado en 742 millones de dólares entre el 12 de abril y el 23 de agosto. Estamos, pues, ante una crisis en todo el sistema financiero de Nicaragua, que está encabezado por el Banco Central.

Es una crisis que afecta a todas las entidades que captan depósitos del público, incluido el Banco Central, porque en el Banco Central también hay depósitos que pertenecen al público y que son teóricamente intocables por los servidores públicos. En el Banco está depositado el encaje en moneda extranjera, un porcentaje del total de los depósitos en esa moneda en la banca comercial. Es un dinero que pertenece a los depositantes. También están depositados en el Banco Central los dólares del Fondo de Garantía de Depósitos (FOGADE) que, en caso de quiebra de una entidad bancaria, garantiza a cada depositante hasta un máximo de 10 mil dólares. También están depositados en el Banco Central los dólares por colocación de Letras emitidas en dólares… Por tanto, el problema macroeconómico provocado por la fuga de depósitos por falta de confianza no es sólo únicamente un problema de los bancos comerciales. Lo es también del Banco Central, lo es de todo el sistema. El Banco Central trata de aparentar que no está contagiado de este problema, pero lo está porque ha perdido un monto importante de reservas internacionales. Por lo tanto, creo que mi conclusión es acertada: el Ministerio de Hacienda y Crédito Público está capitalizando al Banco Central para que la gente saque sus dólares de los bancos, como dijo Ovidio Reyes, y llevarlos al Banco Central para que compren Títulos de Inversión.

En resumen, en este momento y en el transcurso del año el Banco Central ha perdido reservas por 270 millones de dólares al vender 482 millones de dólares a los bancos comerciales que afrontan una fuga de sus depósitos en moneda extranjera por 742 millones de dólares. Así que en este momento el Banco Central dispone sólo de un saldo de reservas internacionales de 2,487 millones de dólares en reservas. ¿Tiene suficientes para seguir vendiéndoselas a los bancos si la fuga de los depósitos en moneda extranjera continúa? Para responder esta pregunta, lo primero que debemos identificar es cuántos millones de dólares de las reservas internacionales no pueden ser tocados por el Banco Central. Aunque sabemos que no los debe tocar… podría tocarlos en silencio y dejando de publicar el saldo y el origen de las variaciones de las reservas que administra. El día en que se oiga que el Banco Central no publica las cifras de las reservas internacionales ya sabremos que estarían tocando lo que no pueden tocar.

Voy a contar una anécdota macroeconómica que es válida para este momento. En el gobierno de doña Violeta Barrios viuda de Chamorro, yo era asesor del Ministro de Cooperación Erwin Krüger en la compleja tarea de reducción de la deuda pública externa. Un día el ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo, que en paz descanse, convocó a una reunión de emergencia al gabinete económico. En esos momentos no se publicaban los datos de las reservas del Banco Central. Los periodistas, que estaban frente a las puertas del Banco Central, preguntaban si el gobierno iba a devaluar el córdoba. En la reunión se encontraban el gabinete económico y los representantes de la banca comercial. El Ministro Lacayo dijo a los banqueros que el gobierno ya había gastado el encaje legal en moneda extranjera que ellos habían depositado en el Banco Central. El monto del encaje requerido se determina multiplicando la tasa de encaje legal por el saldo de los depósitos, tanto en moneda extranjera como en moneda local, que los bancos, por ley, deben llevar al Banco Central para que éste regule la liquidez en dólares y en córdobas. Los banqueros, preocupados, ripostaron diciendo que esos fondos eran de los depositantes. El ministro de la Presidencia los calmó al decirles que el Banco Central entregaría a cada banco un bono por el monto del encaje de cada uno de ellos, a una baja tasa de interés y a un cortísimo plazo. Concluyó diciendo muchas gracias y dijo adiós. Al retirarse de la reunión, uno de los banqueros le preguntó qué les dirían a los periodistas que esperaban fuera de las instalaciones del Banco. El ministro le dijo: “Deciles que ustedes tienen plena confianza en la política económica del gobierno de doña Violeta, y que en vez de hacer inversiones financieras en Estados Unidos, las van a hacer aquí en el Banco Central”.

El ministro de la Presidencia dio una respuesta política tratando de mantener la confianza de los depositantes. Y se mantuvo. Les cuento esta anécdota, con el propósito de ejemplificar la efectividad de las respuestas políticas, aunque sean medias verdades, para resolver problemas económicos provocados por problemas políticos. El elemento confianza debe de entrar siempre en el discurso político. Entró en la propuesta del Ministro de la Presidencia. Tampoco era una mentira, porque los banqueros estaban haciendo una inversión financiera al comprar un bono al Banco Central. Y lo compraban porque consideraban que la política económica del gobierno era correcta. ¿Cuál era el problema político? En aquellos momentos el gobierno de Estados Unidos había sancionado al gobierno de Nicaragua suspendiéndole la donación de 100 millones de dólares anuales para garantizar la estabilidad macroeconómica, debido a que el gobierno no indemnizaba a los dueños de las propiedades confiscadas por la revolución, a “los gringos caitudos” como los llamó Antonio Lacayo. La historia se repite hoy con otro perfil y esa analogía que les cuento nos indica que son respuestas políticas las que se necesitan para resolver los problemas económicos derivados de las crisis políticas.

Continuemos con el tema de la disponibilidad actual de reservas internacionales del Banco Central. ¿Qué cantidad no puede tocar de los 2,487 millones de dólares que tiene el Banco Central en concepto de reservas internacionales brutas? No puede tocar 644 millones en encaje efectivo de moneda extranjera, porque eso no le pertenece. No puede tocar 174 millones que son del FOGADE y que pertenecen al público. No puede tocar 32 millones que le adeudamos al Fondo Monetario Internacional del último programa económico trienal suscrito con ese organismo multilateral y que terminó en diciembre de 2011. Ahí están también los 100 millones de dólares del BCIE, que son destinados al fortalecimiento de las reservas, no para gastarlas. También hay 79 millones de dólares que el Banco Central ha obtenido emitiendo Letras emitidas y pagaderas en dólares, que son de los inversionistas financieros que compraron esos papeles. Todas esas cantidades que están en las arcas del Banco son intocables.

Eso significa que de los 2,487 millones de dólares que tiene el Banco Central sólo dispone de 1,458 millones. ¿Y puede tocar esos 1,458 millones para vendérselos a los bancos si los bancos llegan a pedirlos porque continúa la fuga de depósitos? No, no los puede vender, porque el problema no es exclusivamente de saldos, sino también de flujos, cuando se necesiten dólares para pagar la deuda pública externa o para importar los productos que el país necesita, como son el petróleo y combustibles, las materias primas, los bienes de consumo o la maquinaria y equipos. El banco comercial, intermediario del Banco Central para atender la demanda de divisas para la importación tiene que comprar esos dólares en el Banco Central con los córdobas que recibe de los importadores. Y si el Banco no se los vendiera, porque no los tiene, se devaluaría el córdoba en el mercado, aunque no en el mercado oficial sino en el mercado negro y en el mercado financiero.

¿Hasta cuánto puede venderle dólares el Banco Central a los bancos comerciales? La respuesta a esta pregunta nos va acercando a la respuesta a la pregunta política inicial: cuál es el límite económico del proyecto del Presidente Ortega de permanecer en el poder.

Partamos del supuesto de que ya no ingresen más dólares en el Banco Central en concepto de cooperación oficial al sector público. Es un supuesto con cierto realismo, porque se están anunciando severas sanciones políticas y financieras desde el campo internacional al gobierno del Presidente Ortega. Incluso he escuchado que los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) podrían pedirle al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no sólo que suspenda las futuras contrataciones de deuda pública externa de Nicaragua, sino también los desembolsos de la deuda ya contratada por el país. No sé si esto se podría hacer porque el gobierno de Nicaragua podría demandar internacionalmente al BID porque son contratos ya firmados, pero no sé si existe el poder político de los dueños del BID, que son los países de América, desde Canadá hasta Argentina, de cortarle a Nicaragua el acceso a esos fondos. Si así fuera, existe el riesgo de que el principal prestamista multilateral que tiene Nicaragua, que es el BID, suspenda definitivamente cualquier desembolso a Nicaragua.

Habíamos mencionado que el problema del Banco Central en cuanto a la disponibilidad de reservas internacionales no es un problema sólo de saldo sino también de flujos (egresos e ingresos) en el corto y mediano plazo. Suponiendo que los ingresos de divisas líquidas son cero, y aún sin vender ni un dólar a los bancos para la importación de bienes y servicios, ¿cuáles son los egresos que tiene que honrar o cumplir el Banco Central con los 1,458 millones de dólares de los que dispone, un saldo que se conoce como reservas internacionales netas ajustadas (RINAs), que adquirieron fama en los tres primeros programas económicos trienales suscritos entre Nicaragua y el Fondo Monetario Internacional? Veamos... En concepto del pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública externa entre septiembre de 2018 y diciembre de 2019 habría que reservar aproximadamente 420 millones de dólares, porque el Banco Central no puede arriesgarse a incumplir esos pagos y a que declaren a Nicaragua como un país en mora. La disponibilidad “autónoma” o el saldo “tocable” de las reservas internacionales se reduce entonces a 1,038 millones de dólares.

Otra cantidad que tendría que salir de esas reservas es para las importaciones de bienes del país. “Afortunadamente” el Banco Central ha mantenido hasta ahora la estabilidad del tipo de cambio y el índice de precios al consumidor gracias a una firme política monetaria restrictiva. Esto significa que cuando las reservas del Banco Central comenzaron a disminuir al vender dólares a la banca comercial, el Banco Central ya sacaba córdobas de circulación vendiendo letras en córdobas con mantenimiento de valor hasta con el plazo de un día, propiciando el aumento de la tasa de encaje efectiva, no la tasa de encaje, pues la disminuyó para proveer de más liquidez a los bancos, zarandeados con la fuga de los depósitos en moneda extranjera y en moneda local. El Banco Central dispuso que la tasa de encaje diaria disminuyera de 12% a 10% y la catorcenal de 15% la mantuvo, pero redujo el plazo a semanal. Cabe mencionar que las tasas de encaje efectivas sobre los depósitos en ambas monedas oscila entre 18% y 19%. Con estas políticas de operaciones de mercado abierto y de encaje legal y efectivo, el Banco Central ha reducido la base monetaria: la emisión de dinero y el encaje en moneda local. Y ha sacado del mercado 5,930 millones de córdobas en el transcurso del año y hasta el 23 de agosto.

El retiro masivo de circulación de córdobas lo ha sentido ya todo el mundo en Nicaragua. ¿En qué bienes concentra hoy la mayoría de la población el gasto de consumo con un monto de dinero circulante cada día más escaso? En cuatro cosas: alimentos, medicamentos, combustible y recargas para los teléfonos celulares. Entre el 12 de abril y el 23 de agosto, el Banco Central redujo el circulante en 5,510 millones de córdobas, con el fin de reducir la demanda de divisas en el mercado y proteger la posición de las reservas internacionales brutas que deben ser iguales, al menos, a 2.5 veces la base monetaria. Así garantiza la estabilidad macroeconómica, o sea, la estabilidad del tipo de cambio. Y garantiza también una presión inflacionaria baja. Hoy no hay suficientes córdobas para comprar dólares y así se mantiene estable el tipo de cambio y el índice de precios al consumidor.

Reitero que la garantía de la estabilidad en el tipo de cambio y en los precios al consumidor consiste en que al dividir las reservas internacionales brutas disponibles en el Banco Central entre la base monetaria, medidas ambas variables en córdobas o en dólares, el resultado sea igual a 2.5. Pero hoy ya es igual a 2.9 por la gran contracción de córdobas en el mercado. Y como en economía “no hay almuerzo gratis, siempre hay un debe y un haber” y todo beneficio tiene un costo, el costo de mantener de esta forma la estabilidad macroeconómica ha sido hasta ahora la desaceleración del crecimiento económico, y será muy pronto la recesión económica, todo debido a la crisis política.

Dijimos también que el Banco Central debe mantener dólares para la realización de las importaciones de bienes y servicios del país. Los bancos comerciales, que son intermediarios del Banco Central en las operaciones de comercio exterior, o sea, en las exportaciones y las importaciones, acuden al Banco Central a comprar dólares para asegurar esas operaciones. El valor promedio mensual de las importaciones de Nicaragua son 500 millones de dólares. Gastamos en importaciones alrededor de 6 mil millones de dólares anuales en condiciones normales. Parte de esos 500 millones mensuales son financiados con los flujos de las exportaciones y de las remesas familiares. En promedio mensual son 200 millones de dólares por exportaciones y 120 millones de dólares por remesas. En total, en cada mes importamos 500 millones de dólares que son financiados con 320 millones de dólares producto de las exportaciones y de las remesas familiares. Por esto, el Banco Central tendría que venderle mensualmente 180 millones de dólares a la banca para asegurar las importaciones. ¿Cuánto venderá? Seguramente menos, porque el Banco Central tendría que continuar “esterilizando” dinero del mercado. Supongamos que venda 100 millones mensuales para las importaciones, 400 millones entre septiembre y diciembre, en lo que resta de este año. Entonces, la disponibilidad “autónoma” o el saldo “tocable” de las reservas internacionales se vuelve a reducir hasta 638 millones de dólares, monto máximo que el Banco Central podría vender a la banca comercial para atender la fuga de los depósitos.

¿Cuánto durarían esos 638 millones de dólares? Dependerá de la aceleración de la fuga de los depósitos. Ojalá que esa fuga se mantenga en un monto promedio diario de entre 3-4 millones de dólares. En los primeros cuatro meses de crisis política, la fuga promedio diaria fue cercana a 6 millones de dólares. Cualquier aumento de los decibeles del ruido político podría acelerar la fuga. La voluntad política de buscar una solución política a la crisis política la desacelerará.

Teniendo en cuenta que desde que comenzó la fuga de dólares en mayo hasta el 24 de agosto, en sólo cuatro meses, el Banco Central vendió 742 millones de dólares a los bancos para responder a la fuga, y si ahora, con todas las precauciones, dispone sólo de 638 millones, y si el monto de la fuga promedio diaria de los depósitos en moneda extranjera continúa cercana a 6 millones de dólares, el Banco Central tendría que dejar de vender divisas a la banca comercial a mediados de diciembre, un tiempo muy breve. Queda claro que el Banco Central está en riesgo, porque se está quedando sin dólares. El Banco Central emite córdobas, pero el córdoba es una moneda marginal porque sólo domina el 20% del mercado. En Nicaragua, la dolarización extraoficial es excesiva y casi todas las deudas con el sistema financiero se pagan en dólares. En esta situación, si alguien apareciera exhortando a la gente, ¡Saquen sus depósitos! como dijeron en junio -ojalá que no aparezca- y los depositantes le hicieran caso, en dos meses colapsaría la banca comercial. No creo que lleguemos a este escenario, pero urge el diálogo político para que no siga maximizándose el riesgo económico y financiero.

En conclusión, con base en todos los números arriba mencionados, si la crisis política actual continúa estancada, sin una solución política, tal como se encuentra hoy 28 de agosto, la aguja del reloj se detendrá entre dos-tres meses. Ese sería el plazo, en mi opinión, en su lapso mínimo, un tiempo político prudencial para que el gobierno dé por fin una respuesta política al problema nacional.

Creo que esto, tal como está hoy, no resiste más de tres meses. Y no lo resiste por una característica de nuestra economía que, durante tantos años gobiernos, banqueros, empresarios no financieros, y algunos consumidores de altos ingresos, consideraban como una gran bondad económica. La gran bondad era estar dolarizados extraoficialmente. Hoy, los alarmantes índices de dolarización financiera se han transformado en un severo riesgo. Antes se consideraba que la excesiva dolarización extraoficial había disminuido los riesgos al hacer predecibles los resultados financieros y algunas variables económicas, porque el régimen cambiario era reptante desde 1993 y ya todos sabíamos que el córdoba se devaluaba 5% anual desde 2004. Las empresas sabían con seguridad cuáles serían los balances de pérdidas y ganancias al final del año teniendo un tipo de cambio fijo con un deslizamiento preanunciado y una inflación controlada. Todos estaban tranquilos porque había estabilidad macroeconómica. Tanta era la tranquilidad, que en cierto momento del año 2008 declaré que el Presidente Ortega era el mejor alumno que había tenido el Fondo Monetario en Nicaragua. Y era cierto. Todo el mundo estaba satisfecho con el control monetario, con la emisión de dinero en forma responsable, con el deslizamiento anual del tipo de cambio, aun cuando eso no corregía el gran desequilibrio macroeconómico que siempre hemos tenido con el sector externo, especialmente en el balance comercial de bienes. Aunque todo el mundo estaba tranquilo, se olvidaban de algo: que el Banco Central no emite dólares. Emite solamente córdobas. Y en este momento, en este escenario de crisis política, es ahí donde está el talón de Aquiles.

Ahora la estabilidad macroeconómica está en riesgo y el gobierno ha optado por un proceso de “tanteo a oscuras” que no contribuye en nada para resolver el problema, sino que lo agudiza. Y hace locuras. Después de la supuesta cordura o locura de la emisión de los Títulos de Inversión, el Consejo Directivo del Banco Central aprobó que el presidente del Banco Central podrá definir cuál es la comisión para la venta del dólar del Banco Central a las entidades bancarias, sin especificar cuál será esa comisión que antes de este anuncio era 1%. Y aunque el córdoba no se devaluaba en el mercado cambiario oficial y continúa deslizándose anualmente en 5%, se devaluaba en el mercado financiero por el mayor precio del dólar para la venta del dólar de los bancos comerciales al público.

La resolución del Consejo Directivo del Banco Central publicada en La Gaceta, de la que ya hablé, dejó en libertad al presidente del Banco Central para fijar la tasa de la comisión de la venta del dólar a los bancos. Si el Banco cobra una mayor comisión, el banco comercial aumentará el precio de venta del dólar en el mercado financiero. La devaluación “de facto”, como dijera mi colega Adolfo Acevedo, se dará en el mercado financiero, en el tipo de cambio de venta del dólar de los bancos comerciales al público. Cuánto será no lo sabemos. Dependerá de la preocupación momentánea del presidente del Banco Central.

Y además de la importante fuga de depósitos que provocó, tiene otra consecuencia ese decreto: qué va a pasar con los precios relativos de nuestra economía, con los costos de producción, si es mayor el tipo de cambio de la venta del dólar. Lo que pasará es que subirán todos los precios porque habrá que pagar más córdobas por un dólar. El decreto le ha dado al presidente del Banco Central un gran poder, un poder discrecional capaz de alterar los precios relativos de nuestra economía. Es una locura. Con dos tipos de cambio, el oficial y el financiero, ¿qué podría ocurrir en el mercado real, en el de la calle, en el tipo de cambio “negro”, en medio de este desorden cambiario? Ocurrirá que el precio del dólar en el mercado, el de la calle, subirá. Cuando salió el decreto, le dije en público a Ovidio Reyes, presidente del Banco Central, que estaba poniendo en riesgo a Nicaragua porque el Fondo Monetario puede declararnos como un país que practica tipos de cambio múltiples y eso va a ahuyentar aún más la inversión extranjera directa, ya escasa por el problema político. El imperativo político sobre la rectitud técnica nos conducirá a mayores problemas económicos.

Si lo que cerraba el modelo económico desde los años 90 y durante los once años de gobierno del Presidente Ortega era el aumento sostenido de las reservas internacionales en el Banco Central, ahora que esas reservas no crecen, la nueva variable que hoy está cerrando el modelo económico nacional es la deuda pública interna. El gobierno ha apostado a reducir los desequilibrios colocando al país ante una situación explosiva de la deuda pública interna. Los Bonos para el Fortalecimiento de la Solidez Financiera que emitirá el Ministerio de Hacienda y los Títulos de Inversión anunciados por el Banco Central buscan resolver el problema político. Pero, además de no resolverlo, los Bonos crearán más y más deuda pública. La deuda pública externa de Nicaragua se acercará al 44% del PIB. La deuda pública interna se está acercando ya a un 10% del PIB. Si sumamos las dos deudas superamos una deuda que representa el 54% del PIB. Y si le sumáramos la deuda con Venezuela, que hasta ahora se registra como deuda privada externa, la deuda pública total podría superar fácilmente el 80% del PIB. En el futuro Nicaragua podría volverse en un país muy endeudado en términos de producción. Y ya no existen iniciativas de rescate para países pobres y muy endeudados.

Hay quienes preguntan si estas medidas del gobierno, si la actitud del gobierno de no querer dialogar para hallar una solución política revela el propósito de tensar tanto las cosas para llevarnos a una situación tan caótica como la que vivimos en los años 80.La gran diferencia entre lo que ocurría en la década de los 80 y lo que ocurre ahora es que en el actual conflicto no hay guerra, porque sólo una de las partes está armada. Y el que una parte no lo esté es lo que podría acelerar este proceso. ¿Pueden presionar al presidente Ortega las marchas, las movilizaciones en las calles? Evidentemente, aunque no son determinantes, son una importante muestra del rechazo a la política gubernamental y, sobre todo, son la prueba de que ésta es una fuerza pacífica y no armada.

Ante esa prueba de civismo, y en respaldo de una fuerza pacífica, la presión financiera podría ser una fuerza potente. ¿Por qué no ha funcionado esa presión en Venezuela? Porque Venezuela produce petróleo, lo está vendiendo, y tiene relaciones comerciales y financieras con Estados Unidos, China y otros países. En cambio, la presión de leyes internacionales que podrían aplicarse al gobierno de Nicaragua y a servidores públicos podrían ser determinantes para la realización del diálogo político en el último trimestre del año. Ya se puede observar que las fuerzas políticas internacionales se están alineando y enfilando para responderle a Nicaragua y eso podría provocar una fuerte sacudida política y económica en el país.

Sin embargo, tampoco podemos creer que el anuncio de elecciones anticipadas traería una inmediata mejoría económica. Voy a explicarlo con una analogía. Supongamos que una pareja de recién divorciados se encuentre en la calle… ¿Se dirán adiós en el corto plazo? Creo que no. En el corto plazo nunca se van a decir adiós. En economía el corto plazo es 18 meses. Y en el mediano plazo, ¿esa pareja de divorciados podría sonreírse si se encuentran en la calle? Creo que no, todavía no. El mediano plazo en economía son 3 años. ¿Y en el largo plazo, se darían la mano? Creo que podría ser posible. El largo plazo en economía es 4-5-6-7 y más años. Así veo la recuperación del daño que se ha hecho a nuestra economía. El problema es de confianza y la confianza no se recupera en el corto plazo. No basta únicamente con restablecer los números económicos que se vislumbraban antes del 18 de abril para decir que ya estamos en condiciones normales.

Mejores números económicos no significan la recuperación de la economía. La economía se recuperará fundamentalmente con el restablecimiento de la confianza entre el gobierno y todos los agentes económicos del país: consumidores, productores, inversionistas y comunidad internacional. Si no se genera esa confianza no se recuperará la economía ni en el corto ni en el mediano plazo. Sólo será posible en el largo plazo, cuando hayan pasado varios años. Restablecer la confianza es una tarea política. La “normalidad” no vendrá sólo con otro gobierno, electo con transparencia y supervisión nacional e internacional. La normalización lleva tiempo. Creo que fácilmente pasarán al menos cinco años para que podamos decir que efectivamente hemos comenzado a caminar de nuevo en el plano económico nacional.

Tampoco nos hagamos grandes ilusiones con que va a venir a Nicaragua un caudal de cooperación internacional para levantar un nuevo país. No creo que dispondremos de una asistencia financiera internacional importante. Las políticas económicas internacionales están haciendo que el dinero sea más escaso y más caro en el mercado financiero internacional. Y nadie nos va a donar cuantiosos recursos. Y si se mantienen los préstamos, sus montos anuales serán parecidos a los que tenemos hoy. No veo posibilidades de que con un nuevo gobierno “todo será mejor” en ese aspecto. En un escenario internacional con dinero escaso y caro, ¿Nicaragua va a estar con la mano extendida? No creamos que el mundo va a venir aquí con grandes ayudas sólo porque nos enrumbamos hacia la democracia, al estado de derecho, al fortalecimiento institucional, a una mejor gobernabilidad. No. Porque ya nos conocen, ya saben quiénes somos… Creo que el resto del mundo dirá: Esperemos a ver cómo se asienta la nueva Nicaragua, esperemos a que los nicas se pongan de acuerdo para cooperar con ellos. Lo que sí creo es que va a haber alguna asistencia humanitaria, porque hemos tenido una crisis terrible que se ha enfrentado en forma pacífica.

¿Tendremos acceso a un nuevo programa de ajuste macroeconómico y de reforma estructural con el Fondo Monetario Internacional? En abril de 1990 llegó al gobierno la señora Violeta Barrios viuda de Chamorro, después de una guerra y fue hasta junio de 1994 que el Fondo nos puso en observación. El Fondo Monetario nunca llega a un país que no tiene calma política. Puede llegar de visita para recopilar las estadísticas económicas, pero a establecer un acuerdo no. Miren lo que le pasó al Ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, que, de acuerdo con noticias nacionales, viajó a Washington a mediados de agosto a visitar el Fondo Monetario y el Banco Mundial buscando recursos financieros externos, pero le dijeron que primero resolvieran el problema político.

Los límites económicos que tiene el proyecto político del Presidente Ortega están muy cercanos. Se pueden observar en el corto plazo. Las autoridades de Nicaragua tienen que comprender que se necesita una solución política. Si de mí dependiera, si yo estuviera en el Banco Central no tomaría ninguna medida económica. Lo único que haría sería llamar a los políticos y decirles: Siéntense a dialogar y hagan como cuando se elige a un Papa: hasta que no salga humo blanco no se levanten. Y encuentren una solución política. ¿Y cuál es esa solución? Saquen de las cárceles a todos los presos políticos capturados en esta crisis, saquen de las calles a todos los paramilitares encapuchados, comiencen a aplicar la justicia a quienes han matado a nuestra juventud y anticipen las elecciones. Si se da una respuesta a estas demandas, ya podríamos pensar qué se puede hacer desde el Banco Central. Sólo entonces.

No necesitamos soluciones de política económica, sino soluciones políticas para que haya tranquilidad económica. Ninguna política económica nos dará tranquilidad en un escenario tan dramático como en el que hoy estamos.



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