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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 77 | Noviembre 1987

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Nicaragua

Sigue el declive Contra: pero la paz no llega

Cumplir estrictamente con los acuerdos de Esquipulas II es el programa que se planteó el gobierno de Nicaragua inmediatamente después de la reunión de Guatemala. Esto no fue ni una táctica ni una concepción.

Equipo Envío

Los acuerdos de Esquipulas II son respetuosos de los principios fundamentales de la revolución nicaragüense. Permiten y fomentan una auténtico pluralismo político, que en Nicaragua tiene su base interna en la economía mixta y que la revolución fortalece internacionalmente con una política de no alineamiento que permite a Nicaragua relacionarse con gobiernos de países desarrollados donde existe una economía planificada y con gobiernos progresistas del Tercer Mundo.

Los acuerdos de Guatemala buscan también promover una mayor justicia social en la medida en que fomentan una democracia participativa. Y, en principio, no establecen ningún obstáculo al derecho a la legítima defensa en el caso de que la soberanía nacional del país se viera agredida militarmente por una potencia extranjera. Asegurados estos principios, los acuerdos de Esquipulas II permitían, además, al gobierno de Nicaragua incrementar el deterioro de las opciones bélicas impulsadas por la Administración Reagan durante años e impulsar mecanismos concretos para el logro de una salida política y no armada al conflicto con los Estados Unidos. Por su situación geopolítica, un entendimiento con los Estados Unidos es necesario para Nicaragua, y por alcanzar un acuerdo justo y digno ha luchado la revolución nicaragüense. Tras los acuerdos de Esquipulas II, frenar la guerra es el primer objetivo de Nicaragua. Negociar la paz con Estados Unidos es el segundo.

Estados Unidos no renuncia a derrocar al gobierno de Nicaragua

Pero la Administración Reagan no ha renunciado a cambiar la actual estructura de poder en Nicaragua, sea por derrocamiento militar del gobierno sandinista o por su doblegamiento político-diplomático. Teniendo como opción permanente de reserva la intervención militar directa, el gobierno de Estados Unidos ha utilizado durante seis años la guerra contrarrevolucionaria como el principal mecanismo para conseguir su objetivo. En este prolongado contexto de guerra, los acuerdos de paz firmados por los presidentes centroamericanos en Guatemala se convirtieron en un atentado contra las metas del gobierno republicano. Para desnaturalizar estos acuerdos, sólo diez días después de firmados,, se reunía ya Eliott Abrams, Subsecretario de Estado norteamericana, con 40 funcionarios, incluidos los diplomáticos estadounidenses destacados en Centroamérica, con el fin de replantear la táctica estadounidense en la nueva coyuntura.

Los acuerdos de Guatemala establecen que los 90 días posteriores a la firma de los presidentes son el lapso de tiempo que permite a los gobiernos centroamericanos y a otros gobiernos contra intereses en la región preparar las condiciones para ejecutar fielmente los compromisos acordados. Desde el 5 de noviembre, cuando se cumplen estos 90 días, comienzan a ser obligatorios simultáneamente los compromisos concertados, que forman "un todo armónico e indivisibles". Una Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento (CIVS), compuesta por los cancilleres de 13 países latinoamericanos: los 8 del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo y los 5 centroamericanos, mas los Secretarios Generales de la ONU y la OEA- darán seguimiento al proceso de cumplimiento 4 de enero de 1988, 150 días después de firmado el Tratado, a los presidentes centroamericanos se volverán a reunir y, con base en informe de la CIVS, tomaran las decisiones que corresponden.

Por todo esto, entre agosto y diciembre se está desarrollando en Centroamérica una dramática contienda entre la guerra y la paz. Y no sólo en Nicaragua. La situación salvadoreña permanece atravesada por un profundo conflicto interno entre el gobierno y las fuerzas revolucionarias del FDR-FMLN. Los intentos para hacer frente a las fuerzas progresistas y revolucionarias del país; los esfuerzos costarricenses por evitar un mayor escalamiento bélico en la región, que afectaría el equilibrio de su sistema sociopolítico; y el interés del gobierno de Honduras por no ver disminuido en este forcejeo el apoyo económico y militar estadounidense, son algunas de las fuerzas que componen la compleja madeja de esta contienda.

Centrándonos en el conflicto entre Estados Unidos y Nicaragua, analizaremos los tres campos de batalla en los que se desarrolla la contradicción que se da entre el proyecto del gobierno de Nicaragua de cumplir con Esquipulas II y el proyecto de Abrams de boicotear los acuerdos de Paz.

Tres campos de batalla donde ganar la paz

El primer campo de batalla esta en el interior de Nicaragua, El proyecto Abrams busca fortalecer a las debilitadas fuerzas contrarrevolucionarias y completar su actividad con la de los partidos políticos pro-norteamericanos que aprovechando la difícil situación económica de Nicaragua, intentan forzar al gobierno sandinista a cerrar los espacios democráticos reabiertos tras continuar golpeando a las fuerzas militares contrarrevolucionarios y contener la crisis económica para conseguir que en el ámbito político interno la actividad de los partidos pro-norteamericanos no tengan éxito y la de los partidos de oposición nacionalista sea beligerante, pero dentro del respeto al marco jurídico de la Constitución.

El segundo campo de batalla está en el área centroamericana. El proyecto Abrams, aprovechando contradicciones reales internas que existen en los países centroamericanos y ejerciendo presiones diplomáticas, busca reinterpretar los acuerdos en favor de los intereses de Estados Unidos, Calificándolos de "preliminares", con el fin de eliminar el principal obstáculo que hoy le dificulta continuar con su política de guerra. En el otro lado del campo, Nicaragua busca que se respete íntegramente la letra y el espíritu de Esquipulas II, especialmente en lo que se refiere al retiro del apoyo que Honduras, El Salvador y Costa Rica han proporcionado, de diversa manera, a la contrarrevolución.

El tercer campo de batalla está en el Congreso de los Estados Unidos. El proyecto Abrams busca la aprobación de 270 millones de dólares para las fuerzas contrarrevolucionarias con el fin de prolongar el conflicto y justificar eventuales medidas de agresión directa. En contraposición, Nicaragua plantea un diálogo bilateral con los Estados Unidos como un mecanismo válido para resolver el conflicto, señalando que se incluirán en la agenda de ese diálogo las legítimas preocupaciones que Estados Unidos y Nicaragua puedan tener sobre su seguridad nacional.

Las luchas y las contradicciones que se desatan en los tres campos de batalla se encuentran obviamente entrelazadas. Con más urgencia que nunca la rama del olivo se bate frente al acero de la guerra.

Nicaragua, primer campo de batalla:se mantiene el declive militar de la contrarrevolución

Desde hace muchos meses la Administración Reagan intenta contener el declive estratégico militar que afecta a los contrarrevolucionario y que se viene evidenciando desde 1985. Desde fines de 1986 y principios de 1987, los contrarrevolucionarios, que se habían visto ya sensiblemente disminuidos en su número en los últimos dos años - de 16.500 hombres que tuvieron aproximadamente en 1984 bajaron a 8.000 en 1986 - hicieron una "repela" de pre-adolescentes en zonas del campo nicaragüense. Esto supuso el reclutamiento de muchachos de 12 a 15 años. Muchos de ellos han aparecido después muertos, víctimas en los enfrentamientos con el ejército nicaragüense. Además del impulso que supuso ese reclutamiento-límite, muchos de los contrarrevolucionarios que permanecían casi establemente en los campamentos situados en la franja fronteriza de Honduras entraron a combatir en el interior de Nicaragua, quedando en los campamentos hondureños una proporción menor de hombres en labores de retaguardia de la que hubo en años anteriores.

A nivel de armamentos, las fuerzas contrarrevolucionarias fueron dotadas desde principios de 1987 de unos 300 misiles tierra-aire con los que atacar a los helicópteros del ejército de Nicaragua. Esos 300 misiles tierra aire, del tipo Red-Eye, han sido distribuidos incluso a grupos que tiene sólo entre 20 y 30 hombres. A la par, las fuerzas contrarrevolucionarias intentaron perfeccionar su forma irregular de lucha, haciéndola aún más irregular con el desplazamiento de grupos menores, la realización de ataques nocturnos, una abundante colocación de minas antipersonales y antitanque, el mejoramiento y sofisticación de los sistemas de comunicación, etc. Perfeccionando con los misiles su capacidad defensiva y con el incremento de la irregularidad de la lucha, su capacidad ofensiva, el accionar de los contrarrevolucionarios ha seguido siendo posible principalmente por el abastecimiento aéreo que les llega desde los países vecinos con Nicaragua.

Desde comienzos de 1987, el ejército de Nicaragua ha buscado reacomodarse rápidamente a las variantes tácticas de los contrarrevolucionarios, afinando para ello sus modalidades táctico -operativas: profundización en un mejor conocimiento del terreno y en la detección de los posibles sitios de abastecimiento, perfeccionamiento de la comunicación, aligeramiento de la carga que llevan los soldados permanentemente, etc. Al mismo tiempo, se ha buscado mejorar la pericia de los pilotos de los helicópteros para que sean mas capaces de esquivar por el sistema anti-misil que tienen estos aparatos aéreos, a los cohetes Red-Eye. Son 9 los helicópteros derribados en combate durante la guerra, 5 de ellos en 1987. Pero la pericia de los pilotos se ha afinado. En octubre, por ejemplo para el derribo de un helicóptero MI-25, fue necesario que los contrarrevolucionarios emplearan 5 cohetes tierra-aire. Y fue solamente el último el que logró dar en el blanco.

Según cálculos extra-oficiales, Nicaragua ha logrado mantener en estos años un promedio de 100.000 hombres sobre las armas, incluyendo entre ellos a los soldados permanentes, a los jóvenes que cumplen el servicio militar y a milicianos campesinos. Este número de hombres armados permite sostener un continuo acoso a las fuerzas contrarrevolucionarias, que en el interior de Nicaragua no pasan hoy de 5.000 hombres. Mas difícil ha sido frenar el abastecimiento aéreo que reciben estos hombres. Se realiza este desde base militares que están en los países vecinos - especialmente, desde Honduras y El Salvador -, es nocturno y el avión vuela con las luces totalmente apagadas y por encima del alcance de los medios de ataque antiaéreo de que dispone Nicaragua.

Cuando el avión desciende, lo hace con extrema precisión sobre un área muy limitada. La única forma de frustrar una operación así sería estar en un área muy cercana a aquella en la que el avión baja para impactarlo eficazmente. La otra forma de neutralizar el abastecimiento - más fácil - es la recuperación en tierra de las vituallas arrojadas por el avión. Estos problemas desaparecerían si Nicaragua tuviera aviones de intercepción del tipo MIG u otros, capaces de enfrentar directamente a los aviones abastecedores. Por esto la Administración Reagan no deja de amenazar con realizar ataques quirúrgicos si Nicaragua los adquiere. Teme su presencia en Nicaragua porque con ellos se cortaría el abastecimiento a los contrarrevolucionarios.

A pesar de la ayuda que reciben continuamente, en los tres meses posteriores a la firma de los acuerdos de Esquipulas II, los contrarrevolucionarios han tenido un promedio de 450 bajas mensuales, la mayoría de las cuales son muertos. Ni los reclutamientos de adolescentes ni la entrada en combate de fuerzas que generalmente se encontraban acantonadas en los campamentos hondureños los han podido recuperar y el ritmo actual de la guerra los está abocando, mes tras mes, a un colapso militar en 1988.

Cese al fuego y desalzamiento

En este contexto militar se inserta la medida de cese al fuego unilateral decretada por el gobierno de Nicaragua como parte de los compromisos contraidos en Guatemala. El cese al fuego se inició el 7 octubre y se extenderá por un mes, con carácter prorrogable. Abarca un área de 1.450 kilómetros cuadrados,. ubicados en tres zonas de la faja central del país. En el mes de octubre se amplio el área de cese al fuego con una zona mas de 400 kilómetros cuadrados en el Atlántico Norte, como resultado de la dinámica especifico de pacificación de la región.

La lógica de la guerra apuntaba ya a la necesidad de implementar en un futuro próximo medidas similares a esta del cese al fuego unilateral, como una forma de acelerar el proceso de descomposición de las fuerzas contrarrevolucionarias. Los acuerdos de Esquipulas II, con sus compromisos, han obligado al gobierno de Nicaragua a adelantar esta medida con los riesgos que supone. Con ella se ha brindado a los contrarrevolucionarios una opción distinta a la militar, posibilitándoles el incorporarse de nuevo a su comunidad y a la sociedad civil.

Durante todo el mes se ha mantenido un importante movimiento de base, especialmente en zonas campesinas y entre quienes tiene familiares involucrados en la contrarrevolución, que tratan de hablar con ellos, pidiéndoles que se desalcen y se acojan a la amnistía vigente, dándoles a conocer el nuevo clima que se vive en el país. Las comisiones de Paz locales, vinculadas a la Comisión de Reconciliación Nacional que preside el Cardenal Obando, tienen como una de sus funciones la de garantizar la integridad física y la normal incorporación a la comunidad de los que decidan acogerse a la amnistía.

Más allá de estos desalzamientos individuales, el gobierno de Nicaragua ha planteado la posibilidad, según los casos, de concertar en el terreno un cese al fuego con las agrupaciones contrarrevolucionarias -jefes y tropa - que así lo deseen. El caso más significativo en este sentido fue la concertación a la que llegó con un comando Operacional de la agrupación mískita Yatama, compuesto por 400 hombres y dirigido por Uriel Vanegas. Este declaró que con la ley de autonomía para el Atlántico "hemos visto muchas posibilidades de entendimiento y nuevas comisiones". Los factores que influyeron en este desalzamiento colectivo - según Vanegas - fueron "la situación política internacional, el mejoramiento del trato del gobierno hacia los indígenas, la falta de seriedad con nuestro pueblo de dirigentes mískitos como Fagoth el comprender que estábamos peleando por los intereses de una potencia, los Estados Unidos, que nos utilizaba como carne de cañón".

En la concertación negociada del cese al fuego, los hombres de Vanegas se comprometieron a no recibir, por ninguna vía ningún apoyo del exterior a cooperar con las Comisiones de Paz y Autonomía de la región, a proteger la vida de los pobladores y contribuir al desarrollo de la zona dentro de del proyecto de autonomía. Por su parte, el gobierno de Nicaragua decidió que el Comando desalzado mantuviera sus armas, para irlas reduciendo voluntariamente según ellos mismos fueron observando los avances reales de la ley de autonomía.

En la faja central del país cabe la posibilidad de concertaciones similares con otros grupos, entre los que estarían, por ejemplo, campesinos medios con reivindicaciones propias del sector social al que pertenecen. Hasta el momento sólo se han dado en estas zonas de montaña desalzamientos individuales. Entre estos, el más destacado ha sido el del jefe de un destacamento del Comando Regional Quilalí, Luis Emilio Ramírez Medina ("Caín") y el de Denis Loáisiga ("El Coral"), que actuaba como segundo jefe del Comando Jorge Salazar. A estos cabecillas hay que añadir unos 600 contrarrevolucionarios de tropas, acogidos a la ley de amnistía durante los 90 días posteriores a la firma de los acuerdos de paz.

Con Esquipulas II, el factor político que supone la amnistía ha venido a reforzar el factor militar, profundizando desde otro ángulo el declive estratégico de la contrarrevolución. Pero no es ningún secreto que la medida de cese al fuego ha tenido para el gobierno de Nicaragua un costo en términos militares. Las zonas de cese del fuego permiten a las fuerzas contrarrevolucionarias descansar en ellas y asegurarse un más seguro y constante abastecimiento por vía aérea, al estar comprometido el ejército nicaragüense a no entrar en esas zonas. Estas ventajas son mayores si se tiene en cuenta que en las semanas previas a la medida el ejército sandinista estaba comenzando a atacar eficazmente a algunos grupos contrarrevolucionarios ubicados precisamente en estas zonas que hoy son de cese al fuego.

Queda por verse las relativas ventajas militares que la contrarrevolución obtuvo con el cese al fuego fueron contrarrestadas en un plano político por la actividad que en favor de la amnistía y el desalzamiento llevó a cabo la población en esas mismas zonas, tratando de que sus familiares vinculados a la contrarrevolución abandonen la guerra. Esta intensa actividad en favor de la paz es hoy posible gracias al cansancio que han producido tantos años de una guerra que ya no parece conducir a ninguna parte y al deseo de esas familias campesinas de mejorar con una producción agrícola en paz su deteriorada economía. Pese al resultado negativo específico derivado del cese al fuego, el balance global de la situación militar indica que la tendencia continua siendo favorable a los sandinistas y que por todas las vías se consolida el declive estratégico de la contrarrevolución.

En su búsqueda desesperada de acciones propagandísticas que faciliten al Congreso de Estados Unidos la aprobación de los 270 millones de dólares que esta solicitando para ellos el Presidente Reagan, los contrarrevolucionarios atacaron el 15 de octubre cuatro pueblos que están sobre la vía que va de Juigalpa a El Rama en la zona centro-occidente del país: Santo Tomás, Muelle de los Bueyes, La Batea y San Pedro de Lóvago. Los ataques se dieron escalonadamente en distintas horas de la madrugada y los contrarrevolucionarios tuvieron que enfrentar la firme defensa que tienen organizada los pobladores de estas localidades. No lograron tomarse ninguno de los poblados, pero sí destruyeron varias unidades militares de transporte y dañaron algunos puentes, causando unos 40 bajas al ejército sandinista, siendo más de 100 las que ellos sufrieron, según las informaciones del ejército de Nicaragua. Aunque los poblados atacados son pequeños y no lograron ser tomados, la acción militar ha sido la más destacada de la contrarrevolución en todo 1987. Puede considerarse también una acción aislada y, por esto, insuficiente para deducir de ella un cambio en la tendencia general de la guerra que pueda hacer prever que los contrarrevolucionarios tengan capacidad de revertir su propio declive militar estratégico.

La crisis económica

El Proyecto Abrams, impulsado por la Administración Reagan para cooptar el proceso abierto por Esquipulas II, no resulta hasta ahora especialmente significativo desde el punto de vista militar. La contrarrevolución no da señales de poder revertir o al menos detener su proceso de derrota estratégica. Lo que sí ha logrado, especialmente por el daño hecho en al país en años anteriores, es afectar seriamente la economía nacional. Se calcula que a finales de 1987 la inflación será de un 1.000%. Las exportaciones de este año apenas superarán los 200 millones de dólares, siendo de un monto de alrededor de 800 millones de dólares las importaciones del país. Nicaragua afronta problemas en el rubro petrolero, y éstos todavía no se han resuelto totalmente ni para el 87.

Para este año estaba programado un consumo de 765 mil toneladas métricas de crudo. De estas 300 mil estaban contratadas a comienzos del año con la URSS. A lo largo del primer semestre del año se acordó un suministro de 90 mil toneladas con la RDA, de 38 mil con Bulgaria, de 60 mil con Cuba, de 30 mil con Polonia, de 30 mil con Chescolovaquia y de 10 mil con Hungría. Parte de las dificultades que se presentaron a mediados del años se debieron a que estos dos últimos países acordaron una cantidad menor a la de 1986, cuando Chescolovaquia aportó 90 mil toneladas y Hungría, 50 mil.

Ante la emergencia y en orden cronológico han sido Cuba (40 mil toneladas más), la URSS (100 mil toneladas extra), y Perú (3 mil) los países que han contribuido a aliviar el déficit petrolero nicaragüense, mientras el gobierno sandinista sigue gestionando ante países productores de petróleo en América Latina y otros. Por su parte, el país ha ahorrado 15 mil toneladas imponiendo un consumo más racional del combustible. Sin embargo, subsiste todavía un déficit de unas 50 mil toneladas para 1987.

El nivel de consumo de Nicaragua es menor que el de Costa Rica y superior al de Honduras. Es decir, una política aún más austera en el consumo del petróleo podría contribuir a reducir algo más el déficit, aunque difícilmente en cantidades que resulten ya significativas.

Desde la perspectiva de una crisis económica que se inicia ya en un insumo tan básico, puede comprenderse que el Proyecto Abrams para obstaculizar una mayor apertura democrática de Nicaragua tras Esquipulas II encuentra sobre todo en esta crisis su posible sustento. La realidad es que la seria crisis económica que hoy enfrenta Nicaragua está provocada fundamentalmente por la acumulación del desgaste productivo por la guerra en los años anteriores. La situación económica sigue siendo el verdadero talón de Aquiles de Nicaragua y el principal obstáculo para una mayor democratización.

A partir de esta realidad material es más comprensible la pugna estrictamente política que se da entre el gobierno de Nicaragua, el FSLN y los partidos políticos de oposición. Es en este campo de batalla cuando vienen a cristalizar las contradicciones militares y económicas del país. Y es en este terreno en donde busca incidir el Proyecto Abrams, en su afán de neutralizar Esquipulas II e impedir la democratización de Nicaragua.

Se inicia el diálogo político con la oposición

El diálogo nacional entre el gobierno y los partidos de oposición se inició el 5 de octubre. Con este proceso de diálogo, Nicaragua cumple los acuerdos de Esquipulas II, que proponen que como un medio para la reconciliación nacional, los gobiernos centroamericanos inicien "el diálogo con todos los grupos desarmados de oposición política interna y con aquellos que se hayan escogido a la amnistía".

En conformidad con los acuerdos, el gobierno de Nicaragua convocó al diálogo a todos los grupos políticos desarmados del país. En primera lugar a los 6 partidos que participaron en las elecciones de 1984 -excepto el FSLN- y tienen su personería jurídica en regla: el Partido Conservador Demócrata (PCD), que obtuvo el 13.2% de los votos depositados en las elecciones de 1984; el Partido Liberal Independiente (PLI), con un 9% de estos votos; el Partido Popular Socialcristiano (PPSC), con un 5.2%; el Partido Comunista de Nicaragua (PC de N), con un 1.4%; el Partido Socialista Nicaragüense (PSN), con un 1.2%; y el Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista (MAP-ML), con un 1%.

Pero la convocatoria abarcó también a los que no tienen personería jurídica, y no participaran en las elecciones: el Partido Unionista Centroamericano (PUCA), de vieja data pero no inscrito oficialmente en 1984; y tres partidos más: el Partido Social Cristiano (PSC), el Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Liberal Constitucional (PLC), los tres integrados en la Coordinadora Democrática Nicaragua (CDN). Es este el grupo político de oposición que ha sido fiel y permanente representante de los intereses de la Administración Reagan al interior de Nicaragua. En su seno es dominante el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), que integra los organismos gremiales en los grandes empresarios privados nicaragüenses. Forman también la CDN dos pequeñas centrales sindicales de derecha y, junto a los tres partidos citados, una serie de minúsculos partidos políticos, algunos de ellos fracciones de partidos mayores y otros, como ellos mismos se llaman, "partidos en gestación".

Desde el primer momento en que se inició el diálogo nacional comenzaron los problemas. La Coordinadora se retiró del diálogo, aduciendo que para participar debía tener representación los 14 gremios, partidos y centrales que aglutina la CDN. Ante esta posición, surgieron objeciones, tanto por parte de los partidos de oposición como parte del gobierno. Señalaban que la Coordinadora siempre actuó como una sola organización política que una prueba de ello es que en las elecciones de 1984 pensaron presentarse a los comicios con un único candidato, Arturo Cruz.

Su exigencia de incluir organismos gremiales de carácter económicos, dando pie con esto que todos los partidos tuvieran derecho a hacer lo mismo y pedir representación en el diálogo para los organismos gremiales que están bajo su coordinación o influencia. Se ampliaría entonces tanto el número de participantes en el diálogo que esto podría provocar su fracaso, como ya sucedió en otros intentos que hubo en los primeros años de la revolución. Finalmente, no parecía justo a nadie que sólo la CDN tuviera más representantes en el diálogo -14- que el resto de la oposición junta -7-. Al conseguir en las elecciones de 1984 el 33% de los votos, serían estos partidos opositores los que tendrían más derechos que la CDN a una eventual mayoría. Las posiciones planteadas por la Coordinadora y sus enfrentamientos con el gobierno y con el resto de los partidos políticos fueron un real obstáculo a la marcha normal de las conversaciones.

La política de provocación

Aunque la Coordinadora puso obstáculos para hacerse presente en el diálogo si se presentó a la casa de protocolo de la Embajada de Estados Unidos para participar en una recepción que ésta ofreció con motivo de la llegada a Nicaragua de Jeanne Kirkpatrick, ex-embajadora de Estados Unidos en al ONU. "¡El momento es ahora!", fue la consigna de Kirkpatrick para los partidos allí reunidos. "Ustedes no están solos -recalcó-. Hemos dado nuestra palabra de honor, en promesa al pueblo de Nicaragua, de que sus deseos de libertad no serían defraudados, y no vamos a abandonar esa promesa".

Muchos de los miembros de los partidos de la CDN allí reunidos agitaban banderitas norteamericanas de papel, con las que se les obsequió. "¡Aquí estamos en un territorio libre!. ¡Estamos en Estados Unidos!", decían gozosos. Otros gritaban durante la alocución de Kirkpatrick: "¡Viva Nicaragua sin comunismo!", "¡Mueran los sandinistas!" "¡Mueran los sandinistas!", "¡Muera Daniel Ortega!" Carlos Huembes, hablando en nombre de la Coordinadora, señaló que el senador Christopher Dodd, que había llegado esos días a Nicaragua, le había pedido que la Coordinadora no pusiera obstáculos por el cumplimiento de Esquipulas II. Señaló Huembes que hasta entonces Dodd nunca había hablado con la oposición, reuniéndose únicamente en sus anteriores visitas con miembros del gobierno. Eso fue suficiente para que algunos gritaran: "¡Dodd es comunista!".

Al terminar su alocución -que tuvo por tema la democracia-, Kirkpatrick preguntó: ¿Qué quiere la gente?", a lo que respondieron con la consigna de la Coordinadora "¡Que se vaya el Frente!", añadiendo ella: "¡Que Nicaragua vuelva a ser república!", consigna muy querida por el diario "La Prensa".

El jueves 1o. de octubre volvió a las calles, precedido de una gran expectativa, el diario "La Prensa" (LP), que sigue siendo un periódico de la tarde con un precio por ejemplar de 8 páginas de 500 córdobas. (Los otros dos diarios tienen 12 páginas y cuestan 300 córdobas).

El gobierno ha cumplido a cabalidad el acuerdo al que llegó con los directivos del diario y este se publica sin ningún tipo de censura o restricción, ni siquiera en las informaciones de carácter militar.

En su selección de noticias, el LP ha privilegiado, como es lógicos, informaciones y opiniones sobre la nueva situación creada por Esquipulas II, insistiendo editorialmente o por el énfasis que da a noticias con opiniones adversas a los sandinistas en los temas más polémicos: petición de amnistía general y de diálogo con los dirigentes contrarrevolucionarios. Otra área privilegiada de información para el diario está siendo todo lo que indique "descomposición": deterioro de infraestructura del país, actos de delincuencia común, problema de escasez económica, irregularidades administrativas. En muchas de estas noticias las fuentes son imprecisas: "ciudadanos que se acercaron a la redacción..."

Con una dudosa concepción del pluralismo y la democracia, LP omite informaciones nacionales de interés general. El ejemplo más notable fue el total silencio sobre el regreso al país de Edgar Chamorro Coronel, ex-dirigente contrarrevolucionarios, y de las externas declaraciones que éste hizo por radio y televisión en los días siguientes a su llegada. No informa tampoco LP sobre los continuos desalzamientos que se están produciendo en las filas de la contrarrevolución o sobre la actividad de las decenas de Comisiones de Paz que actúan en tantísimos rincones del país.

Otro buen ejemplo del estilo de información elegido por LP es éste: la noticia del contenido del discurso del Presidente de Nicaragua en la ONU ocupó unas solas líneas en la última página del periódico de es día, mientras que las observaciones críticas de Arias al contenido y tono de ese discurso fueron la noticia más importante de primera plana del día siguiente.

En su página editorial LP traduce y reproduce con frecuencia artículos antisandinistas que se publican en los diarios norteamericanos. En la información internacional, abundan noticias de catástrofes y todas las que hablan de "fracasos" o de problema económicos o políticos en los países socialistas o las que tiendan a crear desconfianza hacia los movimientos nacionalistas del Tercer Mundo.

El perfil de la información que brinda "La Prensa"

Lo menos que puede decirse del perfil con el que ha salido LP en esta nueva etapa es que su información:

- No es democrática ni pluralista, ya que representa de forma unilateral a un solo y minoritaria sector de la oposición (Coordinadora Democrática y empresarios privados del COSEP), el que permanece vinculado a todos los puntos de vista de la Administración norteamericana. En esta etapa, son estos sectores los que reproducen la interpretación que de los acuerdos de Esquipulas II hace el gobierno de Estados Unidos.

- Su crítica no es constructiva ni se corresponde al nuevo clima de reconciliación que dice defender. Mas bien, tanto el contenido del periódico -por su excesivo parcialismo- como su tono polémico, irónico o beligerantemente anti-sandinista, intentan de manera explícita dejar en el lector una imagen amarga de caos, a la vez que fomentar la desidia hacia toda forma de colaboración con el gobierno, no sólo política, sino incluso ciudadana. La Prensa, que pide amnistía general a gritos, no parece dispuesta al olvido ni a iniciar con actitud constructiva una nueva etapa.

Al no existir en Nicaragua ningún método o instrumento adecuado para medir el impacto en los lectores de los medios masivos, sería superficial emitir algún juicio sobre LP en este sentido. Pero no puede descartarse que un buen número de los lectores de LP son hoy los propios sandinistas, que pueden así, con sólo 15 minutos de lectura, tomar diariamente el pulso a la oposición ultraconservadora de Nicaragua.

Teniendo a "La Prensa" como altavoz diario de sus actividades, los partidos de la Coordinadora unidos a otros partidos opositores realizaron diversas manifestaciones a lo largo del mes de octubre. Lo hicieron previo permiso que les fue concedido por el Ministerio del Interior, según disposiciones de la Ley de Emergencia. En estas manifestaciones, que nunca han pasado de unas 3 mil personas, se insiste en exigir un diálogo político con la cúpula contrarrevolucionaria que vive en Estados Unidos y una amnistía total que abarque a todos los guardias somocistas juzgados después del derrocamiento de la dictadura.

Clamando por una amnistía total

Esta última petición es la que ha provocado mayores polémicas, Para oponerse a ella, madres de jóvenes asesinados por la guardia somocista o caídos en defensa de la revolución comenzaron a manifestarse, en los medios de comunicación y en movilizaciones callejeras, pidiendo que la amnistía no abarque a estos criminales ya juzgados. Una de estas movilizaciones se celebró en octubre, a las puertas de la Iglesia del Calvario en Managua, coincidiendo con otra manifestación más pequeña, de madres o familiares de estos guardias. En el enfrentamiento callejero, un hombre con historial delictivo, disparó un revolver provocando tres heridos entre jóvenes sandinistas que acompañaban a las mujeres. Los golpes y los gritos provocaron una breve batalla campal. Este hecho caldeó los ánimos en todo el país y en los días posteriores, las "Madres de Héroes y Mártires" realizaron nuevas movilizaciones, la mayor de las cuales -5 mil personas- tuvo lugar en Managua, ante la Asamblea nacional, exigiendo a los parlamentarios que la amnistía no abarque a los guardias somocistas condenados a máximas penas de cárcel por sus crímenes.

Mientras en las calles se vivía un momento de agitación continuaba el diálogo nacional. Una nueva propuesta surgió en él: que estuvieran representados en el diálogo de forma directa todos los grupos políticos y los organismos gremiales que estuvieran esa representación de forma indirecta, a través de los partidos políticos a quienes están vinculados.

Esto implicaba que la Coordinadora Democrática no participaría en cuanto tal, aunque sí cada uno de los partidos políticos que se integran, que son además del PSC, PSD y el PLC, son fracciones desgajadas de sus partidos originarios, especialmente 2 fracciones de los conservadores y una del socialcristiano. A ellas se sumarían recientes fracciones del partido liberal. Se llegó a este acuerdo siempre que todas estas fracciones no utilizaran al participar en el diálogo los nombres originales de los partidos-madre.

La decisión, aceptada unánimemente por todos los participantes en el diálogo, provocó problemas al interior de la Coordinadora Democrática, en donde los empresarios del COSEP criticaron el apoyo que los partidos de la CDN habían dado a la medida. Los hechos evidenciaron contradicciones en la hegemonía al interior de la alianza derechista. Finalmente, el gobierno dejó en libertad a la Coordinadora de participar, bien fuera con un representante de todo el organismo o con un representante de cada uno de los partidos estrictamente políticos que componen la alianza. Por fin, el dialogo continuó su marcha con los representantes de todos los partidos, peor no con los representantes de todos los partidos, pero no con los representantes de los organismos gremiales. La coordinadora envió a 6 representantes de sus partidos al diálogo. Durante el mes de octubre, y en medio de estos avatares, se han celebrado 6 sesiones de diálogo.

Después del consenso alcanzado, las sesiones del mes de noviembre trataron de definir la agenda a discutir, aún sin elaborar por este enfrentamiento en asuntos de procedimiento. Se espera que este diálogo, centrado en el proceso de democratización interna según los acuerdos de Esquipulas II se encamine, principalmente hacia la concepción de las futuras elecciones municipales en Nicaragua.

Los acontecimientos políticos de este mes se muestran, por una parte, que las fuerzas políticas internas que defienden las posiciones norteamericanas trabajan en una línea de provocación. Esto tuvo su máxima expresión en el acto encabezado por la Sra. Kirkpatrick y en el enfrentamiento entre grupos de madres, momentos en que las posiciones de ultraderecha resultaron coincidentes con las de la Administración Reagan. Frente a esto, el FSLN como partido político reaccionó ala final del mes convocando a sus militares y simpatizantes a entrar de lleno e el debate ideológico, a defender sus reivindicaciones específicas como partido y a no dejarse ganar las calles por la oposición pro-norteamericana, expresando al responder a estos desafíos su poder político de partido mayoritario.

Por su parte, el gobierno de Nicaragua continuó avanzando en la dinámica iniciada en Esquipulas II, la cual no se ha visto interrumpida aunque sí tensionada al tener que enfrentar las pretensiones e intentos del Proyecto Abrams, que promueve la febril actividad de los partidos y grupos derechistas que representan a lo interno de Nicaragua los intereses de Estados Unidos.

Centroamérica: segundo campo de batalla

En este marco de dificultosos avances del proceso propiciado por Esquipulas II, otra fuente de preocupación para la Administración Reagan han sido las dinámicas políticas desencadenadas por los acuerdos de Guatemala en los otros países centroamericanos. Contrariamente a las expectativas norteamericanas, los alcances de Esquipulas II no se limitan sólo a Nicaragua. Aunque con diversas dimensiones, Esquipulas II movilizó a variadas fuerzas sociales en cada uno de los países centroamericanos, abriendo nuevos espacios para la contienda entre los gobiernos de estos países, los militares, y las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias de oposición.

En el intento de reacomodar el cuadro centroamericano, con el fin de hacer estériles los esfuerzos de paz de Esquipulas y aislar a Nicaragua, los Estados Unidos han intentado a lo largo de este mes que sus aliados centroamericanos hagan otra "lectura" de los acuerdos de Guatemala.

Las presiones más fuertes y más evidentes se ejercieron, como ya es costumbre sobre El Salvador y Honduras -cuyos presidentes, Duarte y Azcona realizaron este mes visitas a Washington- y en tono menor, sobre Costa Rica.

Honduras: poco interés en cumplir Esquipulas II

En esta primera fase de Esquipulas II, los primeros 90 días, fue Azcona el presidente que mostró menos interés en aplicar los acuerdos, defendiendo una interpretación selectiva de los mismos: Honduras no hay problemas, no hay guerras, etc. y por eso no es ni siquiera necesario implementar los acuerdos mínimos, como la conformación de una Comisión Nacional de Reconciliación.

Esta inicial posición de rechazo fue perdiendo fuerza, sobre todo por la creciente presión interna de sectores eclesiales, político sociales y populares, opuesta a la presencia de la contrarrevolución. Pocas horas antes de que se cumplieran los 90 días de la firma quedó por fin conformada la Comisión, presidida por Mons. Enrique Santos, Arzobispo de Tegucigalpa. La posición hondureña se vio condicionada por las presiones norteamericanas volviendo el gobierno a negar evidencias como la presencia en territorio hondureño de los contras y de las bases norteamericanas.

En la búsqueda de un difícil equilibrio Azcona condicionó la implementación de los acuerdos al dialogo entre Nicaragua y los contras, argumentando que si los sandinistas concertaron el cese al fuego con los contras, para éstos no sería necesario mantenerse en Honduras. Se amparó también en una falta de recursos económicos -250 millones de Dólares: tal sería el "precio"- para sacar a los contrarrevolucionarios de Honduras.

Consciente de las dificultades que enfrenta Reagan ante el Congreso para conseguir los 270 millones de dólares, Azcona apoyó - o "sugirió"- que este pedido fuera pospuesto hasta el próximo enero. De paso por Washington, Azcona anunció también un amnistía y, días después de regresar al país, sugirió una cumbre de presidentes, antes de la prevista por Esquipulas para enero, con el propósito de plantear en este foro, una lectura de los acuerdos bajo la óptica norteamericana, obstaculizar el proceso de paz y permitir así a Reagan adelantar el voto sobre los 270 millones.

A pesar de las dificultades que a Honduras le plantea el cumplir con el proceso de paz, no pueden olvidarse las ventajas que para la sociedad hondureña traería la salida del país de los contrarrevolucionarios. En esta realidad objetiva y en presiones internacionales de muy diverso tipo puede estar la clave para esperar avances positivos en este país.

El Salvador: Duarte no logra imponer la "simetría"

En El Salvador, el Presidente Duarte no ha tenido éxito al tratar de imponer una simetría entre la guerra civil en su país y la agresión contrarrevolucionaria en Nicaragua. Los altibajos de Duarte en estas semanas testimonian la creciente incapacidad de la Democracia Cristiana para manejar la crisis del país y de su propia crisis interna.

Después de la firma de los acuerdos, Duarte se propuso recuperar con ellos para su gobierno credibilidad y legitimidad, tanto interna como internacional. Presentándose como "hombre de paz", nombro la Comisión de Reconciliación, la que -contra toda expectativa- no está presidida por monseñor Rivera y Damas, la única figura aceptada por la guerrilla como mediador.

El presidente salvadoreño logró un inicial apoyo del Alto Mando de las Fuerzas Armadas hacia su plan, convenciendo a los militares de que, a raíz de Esquipulas II, la guerrilla no tendría otra alternativa que deponer las armas. Sobre esta base, aun en medio de oscilaciones, fue a una nueva ronda de diálogo con el FDR-FMLN.

Pero, lejos de ser la última alternativa para la guerrilla, el diálogo del 4 y 5 de octubre en San Salvador reveló, por un lado, que pocos márgenes reales de maniobra tienen el gobierno democristiano a la hora de una negociación seria, presionado como está por los Estados Unidos, el Alto Mando del ejército y la extrema derecha. Ante esta situación, aunque en su visita a Washington Duarte cumplió formalmente con Esquipulas II pidiendo a Reagan la no aprobación de nuevos fondos para la contrarrevolución, al besar la bandera norteamericana, gesto fuera de todo protocolo, el presidente salvadoreño reafirmó su total subordinación a los Estados Unidos.

Por otro lado, el balance de fuerzas en el plano militar no permite a Duarte y a los militares forzarle la mano al FMLN. Estos factores hacen que el diálogo sea visto por la parte gubernamental bajo una óptica meramente táctica, restándole así cualquier perspectiva de éxito.

En este marco, el asesinato del presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Herbert Anaya, por obra de los escuadrones de la muerte, cayó como un balde de agua fría sobre el proceso de diálogo, provocando la ruptura temporal del mismo, cuando ya estaban previstas las reuniones de las comisiones de trabajo sobre cese al fuego y otros temas, sembrando más incertidumbre y temores en la coyuntura política salvadoreña. La aprobación a pocas horas del crimen de una ley de amnistía, por la que quedarían libres asesinos del estilo de los que mataron a Anaya, añadió mayor dramatismo a la situación. El último anuncio de Duarte -un cese al fuego unilateral- mostraría, a pesar de todo, una voluntad de avanzar algo, según las líneas abiertas en Esquipulas.

En Guatemala Esquipulas II tiene un significa particular

Para el gobierno de Guatemala, país anfitrión de la reunión presidencial de la que surgieron los acuerdos de paz, el cumplimiento de los mismos tiene un significado particular dentro de su proyecto político. El Presidente Cerezo conformo la Comisión de Reconciliación y proclamó una amnistía y al mismo tiempo, inesperadamente, celebró la primera e histórica ronda de diálogo con la guerrilla, la más antigua de Centroamérica. La reunión se celebró en Madrid del 7 al 9 de octubre.

El encuentro se realizó bajo fuertes presiones de los militares, tantas que Cerezo tuvo que restar importancia al acontecimiento. En primer lugar, la reunión tuvo que celebrarse en España, bien lejos de Guatemala. Si la delegación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) fue de alto nivel, encabezada pro el Comandante Gaspar Ilom -nombre de guerra de Rodrigo Asturias, hijo de Miguel Angel Asturias, premio Nobel de Literatura-, no se puede decir lo mismo de la delegación del gobierno. En ella, los militares "observadores" eran, además, la mayoría -4 contra 3-.

Cerezo no quiso tampoco que hubiera testigos del encuentro: el gobierno de España se limitó a abrir y cerrar la reunión. Según fuentes eclesiales de Guatemala, las dos partes habían quedado informalmente de acuerdo en invitar al arzobispo Próspero Penados, pero fue sólo la URNG la que extendió la invitación u el obispo tuvo que renunciar.

Luego de la reunión, Cerezo trato de minimizar su alcance: fueron "conversaciones" -dijo- no un "diálogo", queriendo decir que la reunión no implicaba un reconocimiento político de la guerrilla. Por su parte, los militares llegaron hasta a negar el haber asistido al encuentro. El gobierno se apresuró a cerrar el tema, declarando que no habría otra reunión.

Si los márgenes de maniobra de Cerezo ante los militares no son mucho mas amplios que los de Duarte, juegan en su favor, sin embargo, otros factores, como son los golpes sufridos por al guerrilla en los años pasados -aunque el mismo ejército se vea hoy obligado a reconocer un aumento del accionar guerrillero- y la ausencia o debilidad de fuerzas sociales y políticas públicas e internas que realmente pongan a prueba el pluralismo político del gobierno democristiano. Sin rendir cuentas sobre el pasado y el presente de miles de desaparecidos, de indígenas masacrados, de la política de tierra arrasada, etc. En el marco de Esquipulas II, y con las visitas por la región del vicepresidente Carpio Nicolle, Guatemala registró progresos en el proceso de formación del Parlamento Centroamericano, bandera que ha asumido desde el comienzo.

En Costa Rica, Arias busca protagonismo

El Gobierno de Costa Rica, presidido por Oscar Arias, ha intentado -a veces con éxito- presentarse como el intérprete autorizado de Esquipulas II. El hecho de que Arias, basándose en Contadora, haya sido el impulsor de este acuerdo justifica esta situación. Pero los acuerdos firmados nombran únicamente a la Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento con sus 15 miembros, como mecanismo autorizado para juzgar el cumplimiento o no cumplimiento que hagan de los acuerdos los gobiernos centroamericanos.

El Premio Nobel de la Paz, otorgado a Arias, es un espaldarazo al proceso de paz de Esquipulas II, pero ha contribuido a reforzar esta imagen de Arias-árbitro. Con ella se tiende a olvidar que Arias y Costa Rica son parte integrante del conflicto centroamericano, que apenas hasta ayer el territorio costarricense era usado abiertamente por Estados Unidos y las fuerzas contrarrevolucionarias para agredir a Nicaragua y que todavía hoy permanecen intactas en Costa Rica algunas estructuras logísticas de la contrarrevolución. Incluso tras la firma de Esquipulas se han producido algunos combates en territorio nicaragüense lanzados desde territorio de Costa Rica. Nicaragua no los ha denunciado para no enturbiar el proceso de paz. Es de esperar que la Comisión de Reconciliación Nacional, formada finalmente por el Presidente Arias, pueda, entre otras cosas, lograr que Radio Impacto, emisora anti-nicaragüense y contrarrevolucionaria que opera desde Costa Rica, cese en sus campañas. Y es de espera que el Presidente Arias, como parte en el actual conflicto regional, pueda hacer eficaz, también en el interior de su país, el Nobel de la Paz que le otorgó la comunidad internacional.

Congreso de Estados Unidos: tercer campo de batalla

Las muchas medidas tomadas por Nicaragua en el marco de los acuerdos, como paso previo a las medidas del 5 de noviembre, no han tenido como correspondencia ninguna medida de paz por parte de la Administración Reagan. La principal de estas medidas debía haber sido el fin del apoyo a la contrarrevolución.

El acuerdo de Esquipulas señala la obligación que tienen los gobiernos extrarregionales que dan apoyo a fuerzas irregulares que actúen contra gobiernos del área de cesarlo como "un elemento indispensable para lograr la paz estable y duradera de la región".

A pesar de que la Administración Reagan decide apoyar los acuerdos ha insistido en solicitar al Congreso 270 millones de dólares más para la contrarrevolución. Este mes, en su discurso a la OEA, Reagan hizo un declaración con aires de testamento: "Yo me he comprometido personalmente con ellos y nos les daré la espalda. Están combatiendo en las selvas de Nicaragua, no sólo por la libertad de ustedes y por la mía. Les prometo solemnemente que, en cuanto tenga un hálito de vida en el cuerpo, defenderé, trabajaré, me esforzaré y lucharé por la causa de los combatientes por la libertad nicaragüense". De esta manera tan contundente, Reagan insisten en la salida militar. Apoyando así a los contrarrevolucionarios está bloqueando el proceso de paz de Esquipulas II, en donde aparece vinculado y simultáneamente condicionado.

Como alternativa a la guerra, los presidentes centroamericanos firmaron los acuerdos de paz. Como complemento a ellos, el Presidente Daniel Ortega llamó una vez más al gobierno de Estados Unidos, en un vibrante discurso ante la Asamblea General de la ONU, a completar esos acuerdos con un diálogo bilateral Nicaragua-Estados Unidos, en el que ambos países vieron satisfechas sus legítimas preocupaciones sobre su seguridad nacional. Este fue el final del discurso del Presidente de Nicaragua:

No se precipite a decir no. Presidente Reagan y antes de consultar con los que le calientan la cabeza presentándole diversas opciones militares como la invasión militar misma, recuerde, Presidente Reagan, que Rambo sólo existe en el cine. Porque en Vietnam el resultado fue la muerte de miles de vietnamitas y también de más de 40 mil jóvenes norteamericanos que hoy serían científicos, técnicos, educadores, religiosos, deportistas, agricultores o médicos. Los pueblos no quieren rambos, los pueblos quieren hombres de paz. Antes de responder a mi propuesta de dialogo bilateral, no se precipite, Presidente Reagan, reflexione. Y que Dios lo ilumine para que tome el camino de la paz y deje de hacer daño al pueblo de Nicaragua".

Como la administración Reagan no ha dado una sola señal de que varía sus posiciones, queda por ver si el Congreso de Estados Unidos aprobará o no el pedido de los 270 millones. Apoyarlo significaría continuar por el camino de guerra trazado por Reagan. Detenerlo significaría dar un paso ciertamente significativo para forzar una salida política y negociada a la crisis. Es un hecho que el Partido Demócrata norteamericano se ha manifestado a lo largo de todos estos años como un partido incapaz de proponer soluciones consistentes políticamente para resolver la crisis centroamericana. Queda por ver si esa impotencia se mostrará una vez mas al no defender con firmeza un proyecto de paz como el que ya firmaron los presidentes centroamericanos.

En este sentido, no deja de ser significativa la ayuda de 250 dólares que el Congreso de Estados Unidos aprobó este mes para las fuerzas políticas internas de Nicaragua. La decisión tiene la misma lógica que el poyo militar a la contrarrevolución. Si el proyecto militar contrarrevolucionario, impulsado por Reagan, ha sido financiado por el Congreso de Estados Unidos, los legisladores ven ahora en la vía política una alternativa eficaz a la presión militar.

Esta entrega hace ver con claridad que el Proyecto Abrams, tendiente a consolidar fuerzas internas por-norteamericanas y la posición de los demócratas, tendiente a fortalecer la lucha política anti-sandinista dentro de Nicaragua, tienen importantes convergencias. Unos y otros olvidan que lo que están logrando con eso es dar a fuerzas políticas como "La Prensa" y la Coordinadora -beneficiarias de ese apoyo económico- un carácter mercenario igual al que ha tenido estos años la contrarrevolución armada. En una lucha política como la que se libra al interior de Nicaragua y frente a un pueblo profundamente antiimperialista, ese carácter mercenario repercutirá negativamente sobre el proyecto que estas fuerzas impulsan. Sus ligazones ideológicas, políticas y financieras con el país agresor, los Estados Unidos, les bloquearan el apoyo popular. Estados Unidos está impidiendo realmente que todas estas fuerzas conservadoras de Nicaragua lleguen a elaborar autónomamente un mínimo proyecto nacionalista, al quedar siempre sus expectativas políticas pendientes de los pasos que dé o no el imperio en favor de ellos.

Entre grandes dificultades avanza el plan de Esquipulas. No todas las dificultades se están resolviendo en la forma deseada y las presiones del gobierno de Estados Unidos sobre los gobiernos de Centroamérica han empezado a surtir algunos efectos. En Nicaragua, el cumplimiento de los acuerdos no ha dejado de cerrar tensiones internas con las fuerzas políticas apadrinadas por la Administración Reagan. Los mayores obstáculos siguen estando, por un lado, en la incapacidad que sigue mostrando los demócratas para impulsar una alternativa hacia Centroamérica. Por eso, pese a que la contrarrevolución continua en declive y a que las fuerzas políticas internas pro-norteamericanas hipotecan su futuro vinculándose a los padrinos de estos contrarrevolucionarios vencidos, la paz aún no llega.

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