Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 25 | Julio 1983

Anuncio

Nicaragua

Una revolución que comienza: la de la mujer

¿Qué está haciendo la revolución por la liberación de la mujer? ¿Qué papel tiene en la nueva sociedad la Asociación de Mujeres AMNLAE, el movimiento revolucionario de las mujeres?

Equipo Envío

La cultura de Nicaragua está marcada histórica, social, económica -también religiosamente- por la mujer. Por la madre. Por la madre, símbolo aglutinador de este pueblo, siempre en busca de su identidad nacional. ¿Qué hay detrás de este símbolo clave? ¿Una visión matriarcal o machista? ¿Cuál es la situación socioeconómica de la mujer nicaragüense? ¿Cómo se vive el machismo en esta sociedad en transición?

Una difícil situación económica

La altísima participación revolucionaria que muestra la mujer nicaragüense tiene mucho que ver con su notable participación económica. Su injerencia en la vida económica del país -desde la época precolombina hasta el presente- la sitúa fuera de los límites estrechos del hogar. Aun cuando la tradición (española, católica) le designa un lugar hogareño, pasivo, de dependencia y "decoro', la realidad que la rodea le ha exigido otra respuesta., La historia la ha empujado a una toma de posiciones y decisiones que -partiendo de lo económico- ha ampliado su participación social y política ". (Margaret Randall. "Todas estamos despiertas").

Los datos para poder analizar la participación económica de la mujer nicaragüense aparecen poco sistematizados aún. Constamos sólo con los más esenciales. En 1950 un 14% de la población, económicamente activa (PEA) estaba compuesta por mujeres. En 1970 había aumentado al 21.9% y en 1977 al 28.6% (Banco Central de Nicaragua, julio 1978). Actualmente, la Población Económicamente Activa (PEA) de las áreas urbanas está formada en un 40% por mujeres. (Encuesta de hogares de Nicaragua. INEC 1981). Teniendo en cuenta que más de la mitad de los nicaragüenses viven en zonas que se consideran áreas urbanas y que el servicio doméstico -al que tantas mujeres se dedican aún- no está incluido en estos censos, esta cifra tiene sólo un valor indicativo y queda por debajo de la realidad. De las zonas campesinas se carece de datos. A nivel nacional y a partir de los incrementos producidos entre 1970 y 1977, se podría calcular en un 35%.

Si comparamos estas cifras con el porcentaje global de mujeres incorporadas al proceso productivo en América Latina -el 20% de la PEA latinoamericana es femenina-, las cifras nicaragüenses son extraordinariamente altas. De esa gran participación laboral, ¿podemos deducir que la mujer tiene una participación significativa en el proceso productivo? Ciertamente, no. "Si analizamos el tipo de trabajo que realiza la mujer, vemos que un alto porcentaje de ellas está en realidad subempleado y que otro porcentaje está dedicado al servicio doméstico, tarea que, por cierto, no es productiva y que tendrá que ser regulada y limitada en el futuro", decía el Comandante Tomás Borge en el discurso en celebración del 5o. aniversario de AMNLAE.

En Managua, las mujeres representan el 70% de los trabajadores de servicios domésticos y le 55% de los comerciantes (principalmente, vendedoras ambulantes y mercaderas o "vivanderas"), pero sólo el 14% de los trabajadores industriales. A nivel nacional, el 57.7% de la PEA femenina se dedica a actividades comerciales, según datos de AMNLAE.

La mujer en el sector urbano marginal

Las principales actividades productivas en este sector son de tipo informal: pequeños comercios, servicios de reparación de zapatos, relojes, autos, ventas ambulantes o en los mercados... El desempleo y subempleo son fenómenos muy frecuentes en este ambiente".

La pobreza de las familias obliga a varios de su miembros a trabajar. Gran parte de las mujeres económicamente activas proceden de este sector. Venden comida, ropa, verduras, en su casa, en las calles, en una ventecita, en el mercado, lavan o planchan la ropa de alguna familia, confeccionan ropa interior que luego venden a una vecina que la venderá en el mercado...

La realidad es que la mayoría de las veces la mujer no trabaja sólo por aportar un ingreso a la familia, sino que es ella quien mantiene económicamente el hogar. Según los datos del Comandante Borge en el discurso citado, el 83% de las mujeres que trabajan son cabezas de familia. Esta cifra tan alta se da sobre todo en este sector urbano marginal. Los datos de Managua indican que el 49% de los hogares tienen a una mujer como jefe de familia y que de estas mujeres, el 85% es económicamente activa. (A nivel nacional, el 26% de los hogares tienen al frente a una mujeres). La mujer abandonada por el hombre y en consecuencia única responsable del sostén económico de la familia, de la crianza y educación de los hijos y de realizar las tareas domésticas, es una realidad que se da en toda Nicaragua, pero especialmente en las áreas urbanas magistrales.

Aunque sería necesario analizar más a fondo las causas de esta desintegración familiar, la realidad del subdesarrollo explica mucho. Cuando el hombre busca el trabajo y no lo encuentra, cuando fracasa en el subempleo con el que sobrevive, se desespera y sólo halla olvido en el alcohol. Sin poder asumir ninguna responsabilidad en el hogar, abandona a la mujer y a los hijos. En otros casos, es la misma mujer la que lo echa de la casa -"sólo sirve para beberse el sueldito"-, porque le pega a ella y a los hijos y no aporta más que problemas. A menudo este abandono del hogar es sólo momentáneo, pero convierte al hombre, desde ese momento, en un "huésped" de su propia casa más que en un miembro de la familia o en su mismo jefe.

Como sustrato de esta realidad de la desintegración familiar está la del machismo, hondamente arraigado en los pueblos latinoamericanos. Nicaragua no es una excepción. "Ser hombre" tiene una traducción social-sexual: es ser capaz de satisfacer a varias mujeres y ser capaz de procrear muchos hijos con varias mujeres. La situación de subdesarrollo hace impotente económicamente al hombre: es incapaz de mantener a esas mujeres y a todos sus hijos. Este machismo produce una cadena de irresponsabilidades: el hombre tiene que abandonar a su primera esposa e hijos para unirse a la segunda mujer, con la que intenta cumplir con sus obligaciones, hasta que nace el hijo de su tercera amante...

La mujer se convierte entonces en el pilar de la familia. Es la que garantiza no sólo la identidad y el afecto sino también la supervivencia física, de sus hijos. Desde pequeñas, se educa a las niñas para esta realidad: encontrarán el sentido de su vida en los hijos, porque en el hombre no se puede confiar. Se estima que un 50% de las parejas nicaragüenses viven en concubinato. No es un problema moral ni tampoco de libre elección. Viven así porque existen muy pocas posibilidades de que la relación sea duradera.

La mujer en el sector urbano medio

Este sector es minoritario en Nicaragua y en él se pueden encontrar algunos paralelismos con la situación de la mujer en algunos países de Europa o en Norteamérica. Sin datos a la mano, puede afirmarse que en este sector la participación de la mujer en el proceso productivo es muchísimo más baja.

El machismo se manifiesta en este sector de la misma manera, pero las mujeres en situación abandono son muchas menos. El hombre puede mantener a su esposa e hijos y también a una o dos amantes con sus respectivos hijos. La apariencia de buen esposo y buen padre trata de conservarse a toda costa. Y una situación económica más desahogada permite al hombre hacerlo así.

La mujer en el sector campesino

Casi la mitad de la población nicaragüense vive en el campo, en una situación de aislamiento y marginalidad que contrasta notablemente con la del sector urbano más marginal. La vida de la mujer campesina es muy dura. En el mundo campesino están generalmente muy definidas cuáles son las tareas de la mujer y cuáles las del hombre. La mujer es responsable de la casa y del cuidado de los hijos. Y el hombre, del trabajo productivo en el campo o del cuidado de los animales, si es ganadero. La ayuda de la mujer se concentra en tareas específicas: la producción de queso, de cuajada...

Aunque también existen bastantes casos, el machismo campesino se expresa menos en el abandono del hogar, porque el trabajo de la tierra limita la movilidad del hombre. Tiene su mejor expresión en la marginalidad de la mujer dentro de la familia, de la casa. El hombre ejerce allí su papel de jefe en todos los sentidos. "Cuántas veces llegamos a una casa campesina, en donde la mujer no hablaba con nosotros porque estaba sólo en la cocina...", recordaba el Comandante Jaime Wheelock en su discurso durante el Primer Encuentro de Obreros Agrícolas en abril d e1983.

La situación cambia algo entre los trabajadores agrícolas -trabajadores regulares o jornaleros en las fincas-, que representan un 37% del campesinado nicaragüense. Al ser la situación laboral menos estable, hay más paralelismo con el sector obrero marginal y la situación de la mujer del trabajador agrícola se parece en muchos aspectos a la de la mujer del sector marginal urbano. Algo hace más dura su realidad: la concepción sumisa de la mujer campesina conforme su pensamiento y le quita iniciativa ante el hombre -que es para ella el jefe, el ser superior- y aumenta su marginalidad. Quizá entre todas las mujeres nicaragüenses, es la de este sector la más oprimida.

La Revolución busca una mujer nueva

"Ya en Nicaragua tierra de volcanes y de cachorros sueltos, estamos conquistando con la revolución sandinista la liberación nacional. Es, por lo tanto, normal, absolutamente lógico, que ahora se hable de una nueva resolución: de la revolución de la mujer. Es decir, de una revolución que va a completar el proceso de liberación nacional". (Comandante Tomás Borge en el discurso de celebración del V Aniversario de AMNLAE).

Desde su primer programa reivindicativo -en 1967-, el FSLN tuvo en cuenta el tema de la emancipación de la mujer, refiriéndose a la doble explotación de la que había sido objeto a lo largo de la historia: "desigualdad salarial, doble jornada de trabajo (dentro y fuera de la casa), grandes sectores de mujeres aisladas en su participación social y política (fundamentalmente en la zona rural), concebida como objeto sexual (prostitución, comercialización de la mujer a través de los medios de difusión, etc.) y, para completar el cuadro, perjudicada por las leyes".

Aunque minoritariamente, las mujeres fueron desde el principio parte integrante de las estructuras del FSLN, como combatientes e incluso con el grado de comandantes, como Dora María Téllez, Leticia Herrera, Mónica Baltodano, Doris Tijerino y Olga Avilés. Actualmente, el 22% de la militancia del FSLN es femenino. En los cargos de dirección político del FSLN en regiones y departamentos, las mujeres representan el 37%. En cargos directivos medios y en organismos auxiliares, las mujeres son el 24.6%. Entre los 9 Comandantes que forman la Directiva Nacional del FSLN no hay ninguna mujer.

Aunque los porcentajes son bajos, son más altos que en los de cualquier partido europeo, norteamericano o, más aún, latinoamericano, y son ya un índice de posibles futuros incrementos en la participación femenina, dada la juventud del FSLN. Los cambios más importantes que la revolución ha traído a la mujer se dan en el nivel legal. Por ahí había que empezar, pues las leyes son parte importante de cualquier cambio social, e instrumento de lucha contra la explotación.

Tan sólo un día después del triunfo revolucionario, se prohibió la prostitución y la utilización de la mujer como objeto de reclamo comercial en los medios de comunicación. El 21 de agosto de 1979 se promulgó el Estatuto de Derechos y Garantías de los Nicaragüenses, en el que se proclama la igualdad incondicional de todos los ciudadanos y se garantiza, por tanto, igual salario por igual trabajo. Para asegurar prácticamente la efectividad de este principio en un sector tan históricamente marginado como el campesino, se especifica que "toda persona, hombre o mujer, que haya cumplido los catorce años, debe ser inscrita en la planilla como trabajador". Antes, el "jefe de familia" era el que recibía el salario de todo el grupo familiar y los menores y las mujeres no figuraban como sujetos laborales.

Correspondió a AMNLAE, el movimiento que representa a la mujer en el Consejo de Estado, el seguir la labor legisladora en favor de las mujeres. Y así, presentó ante el órgano colegislativo surgido de la revolución dos leyes de gran importancia. La Ley sobre "Las relaciones entre Madre, Padre e Hijos" regula la igualdad de deberes y derechos entre hombre y mujer con respecto a los hijos comunes, sustituyendo el viejo concepto de "patria potestad", que garantizaba al padre el dominio absoluto sobre la familia y consideraba sólo hijos legítimos y con derechos a los nacidos dentro del matrimonio legal.

La segunda de estas leyes significa, en cierto sentido, una concretización de ésta. La Ley de Alimentos, aprobada en el Consejo de Estado en noviembre de 1982 después de largas discusiones y cuestionamientos -sobre todo, por parte de los hombres-, obliga la padre y a la madre a garantizar entre los dos comida, vestido, salud, vivienda y educación a los hijos y exige la solidaridad familiar hacia todos los miembros dependientes de la familia (niños, ancianos, discapacitados). Un aspecto interesante de la Ley -que muy discutido- se refiere al trabajo en el hogar. La Ley establece que "a la alimentación de la familia deben contribuir, en la medida de sus posibilidades, todos sus miembros con capacidad económica en la forma de prestaciones de dinero, especie o de trabajo del hogar. Y a este último deben contribuir todos sus miembros que tengan la posibilidad de hacerlo, sin distinción de sexos." (Art. 4). Estas leyes son la expresión de la voluntad del Estado, del gobierno revolucionario, de transformar la situación de la mujer. Pero una ley -por buena que sea- no es garantía segura de transformación social.

Confrontando, pues la realidad con las leyes, vemos que aunque la prostitución está prohibida, nunca se acabó ni se podrá acabar con esta realidad a golpe de decreto. Tampoco en Nicaragua. Hay que atacar las raíces de este fenómeno, que son sociales y económicas, crear alternativas de trabajo para estas mujeres, superar su situación de pobreza. Hasta el momento, existen dos colectivos de producción de artesanía integrados por ex-prostitutas, proyectos impulsados por AMNLAE. La difícil situación económica del país -que se traduce entre otras cosas en desempleo- no permite crear todos los puestos de trabajo necesarios para estas mujeres y la lucha contra la prostitución se da en realidad a la par que avanza la revolución en su búsqueda de reestructurar las bases económicas de la sociedad, única garantía real para la integración de estas mujeres. Evidentes son las consecuencias del decreto que prohibe el uso de la mujer como objeto sexual. En Nicaragua no existe ninguna propaganda de ningún producto en el que la mujer sea usada como anzuelo comercial.

En lo que concierne al salario, las experiencias son variadas. En el sector industrial y en el profesional urbano se ha logrado en general la real igualdad de salarios, como un fruto de la actividad de los sindicatos. En el campo la situación parece ser diferente, tanto en las haciendas estatales como en las privadas. Todavía hay muchos lugares en donde las mujeres reciben menos salario que los hombres por el mismo trabajo. Esto se debe a la ignorancia que de la ley tienen las mujeres e inclusive, los miembros de la directiva sindicales y también a la falta de participación de la mujer en el sindicato agrícola -en este caso, la ATC (Asociación Trabajadores del Campo).

Más difíciles aún son de cumplir en la práctica las nuevas leyes que garantizan los derechos sociales de la mujer. Suponen una revolución en los hábitos, costumbres y prejuicios, tanto de los hombres como de las mujeres. Y suponen también servicios sociales que viabilicen esta transformación. Para ayudar en el cuidado de los hijos se están creando guarderías infantiles o, como se llaman en Nicaragua, Centros de Desarrollo Infantil (CDI) en las ciudades o Servicios Infantiles Rurales (SIR) y Comedores Infantiles Rurales (CIR) en el campo. Pero, hasta el momento por razones económicas sólo han podido construirse 22 CDI, 22 SIR, y 7 CIR en todo el país, que atienden a 3.368 niños. Apenas al 0.5% de la población infantil entre 0 y 5 años.

Por otra parte, la Oficina de Protección Familiar, que forma parte del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social y Bienestar (INSSBI), está ayudando a muchas madres abandonadas a procurar un acuerdo con el padre irresponsable que trata de evitar sus obligaciones, para garantizar el bien de los hijos y lograr que se cumpla la Ley de Alimentos. Hay caso que tienen que pasar a los tribunales ordinarios: los que por estar regulados por un orden legislativo aún no dan repuesta a los problemas de personas que llegan sin abogado. Para solucionar casos así y enfrentar los de maltrato físico de la mujer, guarda de menores y divorcios, AMNLAE creó el 8 de mayo de 1983 la Oficina Legal de la Mujer.

Además de las leyes, es claro que empiezan a crearse algunos instrumentos, estructuras, para garantizar que estas leyes se apliquen. Pero es necesario más: que todo el pueblo las conozca y conozca sus objetivos, que sean discutidas en los CDS, en las escuelas, en las fábricas, en la Juventud Sandinista, en los sindicatos... Sólo por este conocimiento masivo podrán ir cambiando las mentalidades. AMNLAE desempeña un papel clave en esta tarea organizando asambleas en barrios, pueblos, mercados y fábricas para discutir los anteproyectos de las nuevas leyes.

En el área de la salud y de la educación la revolución ha supuesto también para la mujer avances extraordinarios. Sin entrar a detallar los pasos dados en estas áreas vitales, no pueden dejar de tenerse en cuenta en cualquier análisis. El 52% de los alumnos en el programa de educación de adultos son mujeres. (En el campo, el 41%). En el área de la salud la creación de un hospital exclusivo para mujeres y varios programas especiales (preparación para el parto) etc., son ejemplos de estos avances.

Con pasos que pueden parecer lentos, pero que van marcando un caminar seguro, que ha de ir acelerándose, la mujer -acostumbrada al trabajo en la casa a la ardua búsqueda individual del sustento de la casa- participa en los CDS, en los sindicatos, en los órganos colectivos de los que saldrá un día la sociedad nueva que le permita a ella ser una mujer nueva. En el campo, el camino es más difícil y el caminar, sin duda, será más arduo y lento.

AMNLAE: un movimiento de mujeres revolucionarias

"Los matrimonios se mejoran cuando participa la mujer en la política, se adaptan más. Ambos, mi marido y yo, estábamos organizados con el Frente Sandinista. A veces, él no tenía trabajo y se quedaba en la casa a cuidar a los niños. Cuando yo venía de un seminario, él me tenía la comida. El cocinaba, pues, porque yo trabajaba y estaba organizada con las mujeres y con la juventud. Prácticamente, sólo permanecía en la calle. Y cuando él trabajaba, pues yo me quedaba en la casa con el trabajo del hogar, le atendía cuando él regresaba. Así, pues, hemos vivido y así los dos pudimos ayudar a la revolución". (Obrera, 50 años, casada, 3 hijos, colaboradora del FSLN).

Las mujeres nicaragüenses se organizaron por primera vez de forma masiva durante la lucha contra la dictadura somocista, sobre todo como una reacción contra la represión que sufrían sus hijos. En 1977 crearon la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional (AMPRONAC), que tenía un programa de reivindicaciones en relación a la garantía de los derechos humanos, aunque también planteaba ya la igualdad de los derechos civiles del hombre y la mujer, la no comercialización de la figura femenina e igual salario para igual trabajo. AMPRONAC jugó un importante papel en las denuncias públicas a la dictadura y en las manifestaciones de protesta contra la violación de los derechos humanos. Su trabajo organizativo en los barrios es un punto de partida para la formación de los CDC (Comités de Defensa Civil), que tan importante papel desempeñaron durante la insurrección. Las mujeres organizadas fueron una base logística del FSLN actuando como correos, escondiendo sandinistas en sus casas, recogiendo dinero y medicinas, trabajando como enfermeras, pintando consignas en las paredes de los barrios....

Con el triunfo de la revolución, AMPRONAC cambió de nombre y se llamó AMNLAE (Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza), en homenaje a la primer mártir del FSLN, caída en León el 3 de abril de 1970. "No fue una mera casualidad (el cambio de nombre), pues en la figura de Luisa Amanda Espinoza recogemos la premisa política y la verdad histórica de que en nuestro país puede hablarse de la liberación de la mujer solamente en el marco de la lucha de los trabajadores contra los explotadores, de la ideología proletaria contra la ideología burguesa..."

Los cinco objetivos que se propone AMNLAE son:

- Defensa de la Revolución Popular Sandinista, garantía política para alcanzar la emancipación de la mujer. En el boletín de AMNLAE, "Somos", se explicita el alcance de este objetivo: "Sin defensa integral de la Revolución Popular Sandinista estarían en peligro los grandes logros que las mujeres hemos alcanzado: la igualdad incondicional de todos los nicaragüenses... (sigue la enumeración de las mejoras legales alcanzadas por la mujer). Sin defensa de la revolución estarían desprotegidas las embarazadas y los niños y en peores condiciones los niños abandonados..."

Para defender la revolución, AMNLAE impulsa la participación de las mujeres en las Milicias Populares Sandinistas. El 47% de los milicianos de las milicias territoriales -encargadas de defender el barrio, la comunidad y el centro de trabajo- son mujeres. Hay 7 batallones de reserva integrados por mujeres, una cifra aún muy baja para la situación de emergencia militar que vive el país, pero que es explicable teniendo en cuenta la condición socioeconómica de la mujer, responsable del hogar en tantos casos que hemos visto, misión que le impide dejar por varios meses su casa para internarse en las montañas. Aunque no hay cifras, es evidente que la mayoría de los vigilantes revolucionarios que prestan su servicio nocturno en barrios y pueblos, armados solamente con palos y machetes, son mujeres.

Pero la defensa de la revolución no es solamente militar. Se sitúa también a nivel económico. AMNLAE llamó a las mujeres a integrarse en las brigadas para recoger la cosecha de café y de algodón y promueve la fundación de colectivos de producción de mujeres, alentándolas a ser miembros activos de las cooperativas agrícolas que está creando la revolución e impulsando la creación de huertos familiares.

También la defensa abarca el área social, (salud y educación). En 1982 en las campañas de vacunación, los talleres de primeros auxilios y las jornadas voluntarias de higiene y limpieza, el 70% de brigadistas responsables de esas tareas fueron mujeres. Son mujeres el 71% de los maestros populares que enseñan en educación de adultos en el sector urbano. En las zonas campesinas esta cifra disminuye a un 45%. En la defensa de la revolución en el campo internacional a través de un trabajo de solidaridad, AMNLAE propuso la creación en Managua del Frente Continental de Mujeres contra la Intervención en marzo de 1982.

- Promover la superación política e ideológica de la mujer nicaragüense, que le permita una participación cada vez más conscientes y cualitativa. Según sus principios AMNLAE, "tiene siempre la decisión de convertirse en la organización que ayude a concientizar a la mujer en sus deberes y derechos en la sociedad nueva que estamos construyendo". En esta dimensión se inscribe el trabajo hecho por AMNLAE en relación a las nuevas leyes a través de asambleas y de su boletín "Somos" aborda los problemas de la mujer trabajadora agrícola, habla de las deficiencias del hospital de la mujer, divulga la historia del movimiento femenino... El lenguaje de la revista es popular y a la par de los temas formativos ofrece consejos prácticos: siembra de las huertas, problemas de salud, educación de los hijos.

- Combatir las manifestaciones de desigualdad institucional y de discriminación en general hacia la mujer, a través de las organizaciones a que está integrada, contribuyendo de esa forma a la transformación revolucionaria de las masas. En este objetivo se ve con claridad que no es AMNLAE, como organización de las mujeres, quien va a luchar por alcanzar las reivindicaciones femeninas. AMNLAE se autodefiende como un movimiento que sirve de altavoz y de impulso para que la mujer trabajadora se integre, por ejemplo, a su sindicato, organización a través de la cual conseguirá la igualdad laboral. En Nicaragua, donde hay tantos causes de organización popular, el papel de AMNLAE es el de vigilar para que las mujeres tengan una participación igualitaria en esas organizaciones. Este objetivo explica también por qué de AMNLAE en la base, los comités de trabajo en los barrios, las fábricas, las fincas, son pequeños, de entre 3 y 10 mujeres. Su principal trabajo es animar a las demás mujeres a participar en los CDS, los sindicatos, la Juventud Sandinista, para que planteen en estas organizaciones sus problemas. El objetivo prioritario es extender a más lugares el número de comités de trabajo. Entre 1981 y 1982 hubo un aumento de 490 a 817.

Para 1983 se plantea, sobre todo, un mayor esfuerzo de organización entre las mujeres campesinas. En el Primer Encuentro de Obreras Agrícolas se evaluó que para mejorar la situación de gran marginación de las mujeres de este sector había que aumentar su participación en los sindicatos y las cooperativas. El único organismo en donde AMNLAE tiene representación como organización es en el Consejo de Estado.

- Promover y estimular la superación cultural y técnica de la mujer, con el objeto de ampliar y cualificar su participación en las actividades económicas y sociales, pasando del subempleo y de las profesiones tradicionales a otras reservadas tradicionalmente para los hombres.

- Promover la valorización del trabajo doméstico, elevándolo a la categoría de un trabajo socialmente reconocido, haciendo énfasis en la creación de servicios de atención infantil para la mujer trabajadora. La Ley de Alimentos señala que el trabajo doméstico es una necesidad social, de la que no sólo han de ser responsables las mujeres sino toda la sociedad. Una de las limitantes de este principio es la incapacidad de la sociedad -por subdesarrollo económico- de garantizar el cuidado de todos los niños de las mujeres trabajadoras.

La revolución prevé en sus metas la abolición de este tipo de trabajo asalariado, pero en la actualidad los grados de desempleo y subempleo no permiten dar este paso. Entre tanto, AMNLAE tiene otros objetivos inmediatos "promover y estimular a las trabajadoras domésticas a fin de que a través de su organización sindical luchen por alcanzar los beneficios sociales dentro del marco de las posibilidades económicas de la revolución, así como las condiciones humanas a que tienen derecho".

Para muchas mujeres norteamericanas y europeas, sobre todo para las feministas, es difícil de entender una organización con tales planteamientos, pues no sólo se trabaja para las mujeres sino que toda la problemática femenina está integrada en un proceso global más amplio. Es una realidad que los movimientos feministas solamente existen en países capitalistas, países sin revolución. "Nosotros, como movimiento, respetamos las ideas de otros movimientos y esperamos de ellos el respeto de nuestros principios", dice Rosario Ibarra, miembro del Comité Ejecutivo Nacional de AMNLAE.

"La práctica, la actividad militante, que nos da a la mujer la real y total dimensión del problema de nuestra opresión, sus raíces económicas, las limitaciones sociales y las justificaciones ideológicas de ésta. Eso nos hace entender y comprender que la liberación de nosotras las mujeres no puede ser obra única de nosotras mismas, sino que debe ser en la militancia común de hombre y mujer donde nosotras tenemos un papel importante que juzgar como punta de lanza, tomando conciencia de nuestra condición, ubicándola y luchando por cambiarla." (Lea Guido, Ministro de Salud de Nicaragua. Presidente de la Organización Panamericana de Salud).

Una pregunta que siempre surge de entre las mujeres europeas o norteamericanas es: ¿qué hace AMNLAE en cuanto a la planificación familiar? ¿Cómo afronta el problema del aborto? Los objetivos de AMNLAE ni mencionan estos problemas. Para comprender por qué AMNLAE no da prioridad a estos problemas hay que situarse en la problemática de dependencia de los países del Tercer Mundo. Han sido siempre los países poderosos los que han impuesto a los países dependientes el control de la natalidad, muchas veces como condición necesaria para darles ayuda para su desarrollo. En Nicaragua había importantes programas de norteamericanos que propagandizaban la esterilización. La planificación familiar se vivió en Nicaragua como una medida imperialista más para controlar al pueblo. Respecto al tema del aborto, no puede olvidarse el marco vivencial del pueblo nicaragüense, en el que tan estrecha relación se da entre madre e hijo. Si en estos momentos de transición, se propiciara un debate sobre el tema del aborto, es evidente que sólo produciría confusión y rechazo.

Sin considerarlo prioritario, AMNLAE es consciente de estos problemas, y con la colaboración del Ministerio de Salud y del Instituto Nicaragüense de Estadística y Censos (INEC) está llevando a cabo una amplia encuesta que sirva de base para la política de planificación familiar más conveniente para Nicaragua. Según informaciones de algunos centros de salud de barrios populares y del hospital materno-infantil de Managua, es una realidad que entre mujeres jóvenes existe un creciente interés en conocer métodos de control de nacimientos para tener menor cantidad de hijos. Los métodos anticonceptivos más usados en el país son los gestógenos orales -la "pastilla"- y el DIU o espiral. El preservativo se usa menos. La esterilización se practica si es solicitada, pero hay que llenar ciertos requisitos, entre ellos que tanto el hombre como la mujer estén de acuerdo y tener una edad determinada y un cierto número de hijos.

La práctica de aborto no está permitida en Nicaragua, aunque la ley sólo castiga a la persona que efectúa la operación abortiva. En lo que sí existe un gran interés es en diseñar una ofensiva en el campo de la educación sexual. Esto es mucho más necesario que la propaganda de los métodos anticonceptivos o la liberalización del aborto. Desde comienzos de 1983 se introdujo en las escuelas la educación sexual como materia de estudio a partir del cuarto grado de primaria. Los centros de salud y las Oficinas de Protección Familiar ofrecen información y organizan charlas. Desde febrero, "Somos", el boletín de AMNLAE, publica siempre una página titulada "Conozcamos nuestro cuerpo". También la revista de la Juventud Sandinista trata de estos temas, intentando educar para una nueva relación hombre-mujer.

Ciertamente, la revolución de la mujer apenas comienza en Nicaragua. Pero en este campo, básico para el proceso de transformación del país, es también verdad lo que dice la canción del 4o. aniversario: "Antes no teníamos nada, ahora futuro tenemos". Para caminar y construir este futuro, la creatividad del pueblo es la mejor garantía. Como lo dice una de las muchísimas mujeres poetas de Nicaragua, Vida Luz Meneses:

"El dolor ha sido reto
y el porvenir esperanza
construimos como escribiendo un poema
creando, borrando y volviendo a escribir".

Imprimir texto   

Enviar texto

Arriba
 
 
<< Nro. anterior   Nro. siguiente >>

En este mismo numero:

Nicaragua
Hacia la guerra

Nicaragua
Escuela Hermanos Martínez: Escuela de Reforma Agraria

Nicaragua
Una revolución que comienza: la de la mujer
Envío Revista mensual de análisis de Nicaragua y Centroamérica
GüeGüe: Hospedaje y Desarrollo Web