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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 111 | Enero 1991

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Nicaragua

¿Hacia dónde nos lleva la política económica de la UNO?

1990 se caracteriza por un resurgimiento de la hiperinflación, que había sido parcialmente controlada en 1989, y por una nueva caída del PIB. La inflación pasó de 1,500% a 12,950% y el PIB cayó nuevamente un 3%, aumentando las cuotas de sacrificio del campesinado y de los pobres de la ciudad en un contexto de creciente diferenciación social y desigualdad.

Equipo Envío

El nuevo gobierno UNO fue incapaz de frenar la inflación y de revertir el estancamiento económico del país. En primer lugar, porque tuvo que enfrentar la desarticulación del plan de ajuste sandinista ocurrida en el período de transición al nuevo gobierno. En segundo lugar, no supo manejar adecuadamente las presiones sociales que reclamaban una mejor distribución del ingreso nacional, y priorizó de hecho a las capas medias urbanas improductivas. En tercer lugar, no tuvo suficiente ayuda norteamericana. Y finalmente, careció de una estrategia de fomento y apoyo a los sectores productivos y sociales capaces de sacar al país de su crisis económica.

Al comenzar 1991, la coyuntura económica esta tensionada por dos factores principales:

1) Los resultados de las negociaciones con el FMI y su impacto sobre la estabilidad de los acuerdos de concertación a los que llegaron el gobierno y el FSLN en octubre.
2) La lucha de estos dos contrincantes políticos por superar sus divisiones internas, que serán exacerbadas por cualquier acuerdo con el FMI sobre la devaluación del córdoba oro, la reducción del déficit fiscal o el proceso de privatización.

Este extenso análisis va a estar dividido en cuatro partes. La primera parte abarca el marco global en el que se desenvolvió la economía en el año 90, principalmente los factores que influyeron en el resurgimiento de la hiperinflación y en la caída del PIB. La segunda parte enfoca el impacto del ajuste en el campo y la creciente diferenciación social entre el sector agroexportador y los pequeños y medianos productores cuya producción se destina al consumo interno.

La tercera parte analiza el impacto del ajuste en la ciudad, tanto en el sector industrial manufacturero como en el Sector Informal Urbano (SIU). En el sector industrial, destaca las diferencias entre las empresas que dependen para su producción de insumos nacionales frente a las que tienen un alto componente importado y en el SIU enfoca la creciente diferenciación social entre las capas que lo integran. Finalmente, la cuarta parte esboza cuatro posibles escenarios para 1991.

PRIMERA PARTE: EL MARCO GLOBAL DE LA ECONOMIA

El fracaso del "Plan Mayorga": dolarización y profundización de los déficits

El gobierno de la UNO inicio su gestión económica con cinco objetivos principales:

1) Detener la inflación y estabilizar la economía mediante la reducción del déficit fiscal-financiero,
2) Sustituir la moneda actual con una nueva moneda nacional estable y libremente convertible con el dólar que borrara la "memoria inflacionaria" del pueblo,
3) Conseguir nuevos recursos externos para apoyar la estabilización y reactivación de la economía,
4) Incentivar las exportaciones,
5) Privatizar el sector estatal de la producción nacional.

Su plan de estabilización económica tenía previstas para 1990 tres fases claramente definidas. La primera de ellas consistía en corregir los fuertes desequilibrios cambiarios, fiscales y monetarios que se habían acumulado en los cuatro primeros meses del año e introducir una nueva moneda - el córdoba oro -, inicialmente como referencia del sistema financiero y con una paridad de 1 x 1 con el dólar. Esta fase es la correspondiente a los primeros 100 días.

La segunda fase comprendía la introducción gradual del córdoba oro en todas las transacciones que se realizan en la economía, así como la eliminación paulatina de las fuentes de emisión inorgánica de dinero. Dicha eliminación se iba a realizar mediante la reducción del déficit fiscal y financiero hasta los niveles en que podían ser financiados por los recursos del gobierno complementados con la ayuda externa. Esta fase se extendía hasta fines del año 90. Finalmente, una vez garantizada la disciplina fiscal y monetaria necesaria, se procedería a eliminar de la circulación la vieja moneda - el córdoba "chanchero" - para sustituirla plenamente por la nueva moneda.

En realidad, el impacto que ha tenido este plan no ha sido estabilizar la economía sino mas bien "dolarizarla" y convertir a Nicaragua en el país mas caro de Centroamérica. La dolarización ha sido causada principalmente por la desconfianza del publico hacia la política oficial de paridad de 1 x 1 del córdoba oro con el dólar y de su libre convertibilidad. Esta desconfianza se expresa en que el publico ha optado por convertir sus córdobas oro a dólares, obligando al gobierno a emplear sus escasos fuerte intervención en el mercado de divisas.

La falta de credibilidad de la política económica y la escasez de recursos externos para respaldarla, ha forzado al gobierno a posponer la sustitución plena del córdoba "chanchero" por el córdoba oro, la cual estaba prevista para diciembre/90. Esta posposición estimula aun mas la "dolarización" de la economía, puesto que el publico tampoco confía en el córdoba chanchero, que esta sometido a devaluaciones semanales y condenado a desaparecer a corto plazo. De esta manera, la falta de confianza en las dos monedas nacionales ha originado su sustitución progresiva por el dolar en las transacciones diarias que se realizan en el país.

La devaluación del dólar y la inflación

En el transcurso de 1990 la devaluación acumulada del córdoba chanchero en relación al dólar ha sido inferior a la inflación acumulada del año. Esto significa que la capacidad de compra del dólar se ha reducido, ya que en diciembre/90 se necesitaban más dólares para comprar los córdobas chancheros o para adquirir cualquier tipo de producto o servicio, que los que se necesitaban en diciembre/89. La devaluación acumulada del córdoba chanchero respecto al dólar en el mercado negro fue de 5,600%, mientras que la inflación fue de 12,950%. En la práctica, esto quiere decir que el dólar perdió más del 50% de su poder adquisitivo durante 1990.

Asimismo, el mantenimiento de la paridad del córdoba oro con el dólar ha tenido también un impacto inflacionario sobre la economía, ya que ha incentivado la indexación de los precios y salarios al dólar a una tasa de cambio ficticia. Esta indexación repercute de hecho en un encarecimiento generalizado de los productos nacionales, los que ya tenían precios altos por la baja eficiencia del aparato productivo nacional. Por ejemplo, la evolución de los precios de los alimentos básicos durante 1990 convirtió gradualmente a Nicaragua en el país más caro de Centroamérica (Ver cuadro 1). En el gráfico 1 se muestra la situación de precios de algunos productos a finales del año.

Cuadro 1 y 2



La devaluación acumulada del córdoba "chanchero" respecto del dólar en el mercado negro fue de 5,600%, mientras que la inflación fue de 12,950%. En la práctica, esto quiere decir que el dólar perdió más del 50% de su poder adquisitivo.

De hecho, lo único positivo de la dolarización ha sido relativa estabilización de la brecha entre el mercado oficial de divisas y el mercado paralelo o negro. Esta relativa estabilización ha sido presentada por el gobierno ante la Conferencia de Donantes en París como un éxito de su política económica. Sin embargo, este elemento del paquete económico de la UNO fue acompañado de políticas fiscales y crediticias incoherentes por la incapacidad del gobierno para manejar las presiones económicas y políticas de las fuerzas de oposición. Esta ingobernabilidad llevó al fracaso la gestión económica en sus otros objetivos principales.

Ingobernabilidad del país y explosión del gasto fiscal

El fracaso del plan de estabilización y la posposición de la sustitución del córdoba chanchero por el córdoba oro están vinculados al fracaso del gobierno en conseguir su segundo objetivo: reducir el déficit fiscal. El déficit fiscal, en vez de reducirse se ensanchó, al pasar de 2% del PIB en 1989 a 14% del PIB en 1990 (Ver cuadro 2).

Gráfico



El marcado deterioro del déficit fiscal fue causado por el impacto negativo de la inflación sobre los ingresos fiscales durante el primer semestre del año y, por otro lado, los gastos fiscales se incrementaron por el abandono de la disciplina fiscal en el período de transición y por la incapacidad del gobierno para manejar las presiones de los diversos grupos sociales. En 1990, los ingresos del gobierno no cubrieron ni siquiera la mitad de sus gastos, mientras que en 1989 se había logrado casi el autofinanciamiento, disminuyéndose drásticamente la emisión inorgánica de moneda nacional (Ver cuadro 3).

Cuadro 3 y 4




Los ingresos fiscales fueron afectados durante el primer semestre del año por el llamado efecto Oliveira-Tanzi, que se produce cuando las altas tasas de inflación impactan negativamente los ingresos fiscales y con ello generan una expansión del déficit fiscal. Dicha expansión a su vez genera mas inflación, iniciándose de esta manera un círculo vicioso de inflación-caída de ingresos fiscales-expansión del déficit fiscal-mayor inflación ingresos fiscales se hace mediante el cálculo de la diferencia entre lo que hubieran sido los ingresos fiscales sin inflación y lo que realmente fueron una vez que tomamos en cuenta la inflación.

Se calcula que en el transcurso de 1990 hubo una disminución del 32 % de los ingresos fiscales causada por el efecto Tanzi. En el segundo semestre del año el gobierno implementó una reforma tributaria con el objetivo de contrarrestar la caída de sus ingresos y mejorar la eficiencia de la administración del sistema tributario. En realidad, el aspecto clave de esta reforma fue la indexación al dólar del pago de impuestos y servicios públicos, que permitió al gobierno evitar un deterioro mayor de las finanzas públicas. La indexación fue relativamente exitosa pues logró incrementar los ingresos fiscales en relación a 1989, llevando la presión tributaria de 8% del PIB en 1989 a 11% del PIB en 1990 (Ver cuadro 4).

Además de la indexación, también se llevo a cabo una reforma arancelaria que reduce el costo de los productos importados y pretende disminuir el contrabando. (Los efectos de esta reforma arancelaria serán analizados en la sección correspondiente al sector industrial). Por otro lado, el incremento de los ingresos fiscales no pudo financiar la explosión del gasto público, como consecuencia del abandono de la disciplina fiscal durante el período de transición al nuevo gobierno UNO y de las presiones de diversos grupos sociales en el resto del año. El gasto fiscal paso de 8 % del PIB en 1989 a 25% del PIB en 1990 (ver cuadro 5).

Cuadro 5 y 6



Las presiones sociales se expresaron con fuerza en las huelgas de mayo y julio, cuando el sector organizado sandinista de empleados públicos, obreros, pobladores urbanos y estudiantes, plantearon al gobierno una serie de reivindicaciones salariales, de empleo y de subsidios para los servicios públicos. Inicialmente, el gobierno opto por confrontarse con estos sectores, pero luego se vio forzado a conceder aumentos de salarios, a dar crédito de industrial y a subsidiar parcialmente los servicios de transporte, agua potable y luz eléctrica.

Posteriormente, el gobierno inicio un proceso de concertación económica y social que involucro no solamente a estos grupos sociales sino también a los empresarios privados y a otras agrupaciones laborales. Los acuerdos alcanzados en octubre a través de este proceso de concertación contemplaban entre otras cosas mantener los niveles de empleo y de salarios en el sector publico. De esta forma, el gobierno no pudo llevar a cabo ninguna reducción significativa del gasto publico durante el resto del año.

En realidad, el poder de compra de los salarios de los empleados públicos ha disminuido en el segundo semestre del año. Sin embargo, si se comparan los salarios de diciembre/89 con los de diciembre/90, se puede apreciar mejoría en términos de la cobertura de la canasta básica (ver cuadro 6).

Por último, los esfuerzos del gobierno por reducir el gasto militar no han rendido frutos inmediatos porque los costos de desmovilización del personal militar y de su reintegración a la vida civil han sido mas altos que los costos de mantenerlos dentro del ejército. Por ejemplo, el gobierno tuvo que entregar seis meses de salario por adelantado a 5 mil oficiales del EPS que fueron desmovilizados a partir de noviembre.

Crédito para sostener la burocracia y divisas para los comerciantes

El ensanchamiento del déficit fiscal que se ha dado como consecuencia de todos estos factores no ha podido ser financiado con recursos externos, ya que la ayuda norteamericana ha sido insuficiente. Además, los desembolsos de dicha ayuda han sido lentos porque han estado condicionados políticamente y porque el gobierno tiene una baja capacidad de gestión de los fondos.

La ayuda norteamericana aprobada para Nicaragua es de 300 millones de dólares, pero al finalizar el año 90 solamente se habían desembolsado 147 millones. La escasez de recursos externos se ha visto aun mas agudizada por el alza reciente de los precios del petróleo causada por el conflicto en el Golfo Pérsico. La factura petrolera de Nicaragua paso de 90 a 170 millones de dólares anuales, obligando al norteamericana para compras de petróleo. Las dificultades en la obtención de recursos externos tuvieron como consecuencia que el gobierno apenas pudo financiar con ellos la mitad del déficit fiscal, cuyo monto fue de 334 millones de córdobas oro. Esto obligo al gobierno a recurrir al crédito del Banco Central para poder financiar la otra mitad, con su correspondiente efecto inflacionario.

Frente a la imposibilidad de reducir el gasto fiscal o de financiarlo con recursos externos, el gobierno opto por restringir aun mas el crédito a la producción y los servicios para evitar que el fenómeno hiperinflacionario escapara totalmente de su control. Además, el crédito fue indexado al dólar y se establecieron las tasas de interés mas altas de Centroamérica, eliminándose al menos teóricamente las perdidas sufridas por el sistema financiero, que antes subsidio los créditos a los sectores productivos y de servicios a costa de su descapitalización. Como resultado de esta política, el crédito otorgado por el Sistema Bancario Nacional a estos sectores se redujo en mas de un tercio en relación a 1989 (ver cuadro 7).

Por otro lado, la restricción del crédito se ha visto agravada por el mantenimiento de la paridad ficticia del córdoba oro con el dólar. Esta política cambiaria impide que los pocos recursos externos disponibles puedan respaldar una mayor expansión del crédito en moneda nacional, a la vez que, infla los costos de producción nacionales, entre ellos los salarios.

Para respaldar su política cambiaria, el gobierno ha intervenido también activamente en el mercado paralelo de divisas, canalizando recursos de la ayuda externa a través de las casas de cambio. El impacto real de estos recursos ha sido proporcionarle liquidez en dólares al comercio nacional que los utiliza para sus importaciones. La transferencia de divisas del Banco Central a las casas de cambio ha sido de 127 millones de dólares en el transcurso de 1990. En resumen, el gobierno ha priorizado en la asignación de recursos internos a la burocracia estatal y en la asignación de recursos externos a los comerciantes importadores, sacrificando de esta manera al sector productivo.

El mantenimiento de la paridad ficticia del córdoba oro con el dólar también ha tenido efectos negativos en la rentabilidad de el contrabando por Cholutequita, en la frontera con Honduras. El poder adquisitivo del dólar en el mercado oficial se ha reducido a la mitad entre diciembre/89 y diciembre/90 debido a la inflación, mientras que en el mercado negro su valor ha disminuido a menos de la mitad (43%).

El impacto negativo de la perdida de poder adquisitivo del dólar todavía no se reflejo durante 1990 porque las exportaciones fueron en su mayoría productos agropecuarios de carácter cíclico (café, algodón, ajonjolí). Esto significa que los productores decidieron producir estos rubros basándose en los incentivos que ofrecía la política cambiaria vigente en 1989, cuando existía un tipo de cambio real superior al que se ha tenido en 1990. Es por eso que las exportaciones tienen un crecimiento positivo del 11% (ver cuadro 8).

Cuadro 7 y 8



Por causa del conflicto en el Golfo Pérsico, la factura petrolera de Nicaragua pasó de 90 a 170 millones de dólares anuales, obligando al gobierno a utilizar una proporción creciente de la ayuda norteamericana para comprar petróleo.

Las importaciones registran también un crecimiento positivo del 8%, lo que en parte refleja el alza de la factura petrolera del país debido al conflicto del Golfo Pérsico. Sin embargo, este incremento no incluye toda la importación de bienes vía contrabando. La expansión del contrabando ha sido evidente en los mercados locales, particularmente en Managua, donde ha habido una expansión considerable del sector informal dedicado al comercio de artículos de contrabando. Este incremento de las importaciones anulo el efecto positivo del crecimiento de las exportaciones, ensanchándose nuevamente el déficit comercial (ver cuadro 8).

El dinamismo del sector exportador tampoco pudo evitar la caída del Producto Interno Bruto por sexto año consecutivo. Esta caída fue causada por la recesión en las ramas productivas orientadas al mercado interno. En el sector primario, la producción de alimentos básicos cayo considerablemente como consecuencia de la sequía y de la restricción del crédito a la producción. Por otro lado, en el sector industrial se profundizo la crisis de la industria manufacturera debido a la reforma arancelaria y al contrabando. Asimismo, la industria de la construcción fue seriamente afectada por la falta de financiamiento a los proyectos de inversión publica. Por ultimo, el única sector con crecimiento positivo es el de servicios debido al auge del comercio de productos importados y de contrabando (Ver cuadro 9).

La tendencia del crecimiento del sector de servicios urbanos y de contracción en los sectores productivos, esta provocando un
aumento de la migración del campo hacia la ciudad, que se refleja en el continuo crecimiento de Managua y de las otras ciudades del país.

Cuadro 9




SEGUNDA PARTE: EL IMPACTO DEL AJUSTE DEL CAMPO

1990: Continuación del ajuste a ritmos distintos

Para el sector agropecuario el año 1990 ha significado una continuación del proceso de reajuste de la estructura de producción nacional al nuevo marco macroeconómico del ajuste, iniciado por el gobierno sandinista en 1988. Sin embargo, identificamos tres diferencias claves en 1990 en relación al año 1989.

En primer lugar, la reactivación del sector agroexportador ha tenido como contraparte una contracción mayor del sector de producción destinado al mercado interno. La consecuencia ha sido un efecto global recesivo, ilustrado por el hecho de que el PIB agropecuario decreció en un 4.8 % en 1990 después de haber crecido en el 89.

En segundo lugar, este reajuste necesario en los rubros y en las tecnologías de producción, ha avanzado mas en los estratos campesinos que han tenido que sacrificar sus niveles de ingresos y de capitalización, que en algunas fracciones del sector empresarial - algodoneros, sorgueros, arroceros, - que redujeron el ritmo de reconversión de sus sistemas de producción. En tercer lugar, se ha acelerado fuertemente el proceso de raíz del plan de ajustes sandinista. En el 90, aunque no se dio una privatización masiva a partir del desmantelamiento de la propiedad estatal o de las devoluciones de tierras - todavía objeto de negociaciones entre cúpulas o de embrollos jurídicos -, se ha iniciado una recomposición silenciosa de los capitales comerciales, usureros y productivos, que anuncia dificultades serias para la economía campesina.

Tres factores han tenido efectos clave en esta situación:

1) Las condiciones climáticas adversas que prevalecieron en una parte importante del territorio.

2) La sobrevaluación del córdoba, que ha implicado el abaratamiento relativo de los bienes y servicios importados en relación con los nacionales, constituyendo así un freno en las tendencias observables desde 1988, de utilizar mayormente los recursos nacionales en sustitución de los bienes importados.

3) La fuerte iliquidez de la economía, producto de las restricciones en la oferta del crédito a la producción y los elevados ritmos de la inflación, que ha afectado las capacidades de inversión del ciclo de los productores, y particularmente del campesinado.

El año 90 puede considerarse así para el sector agropecuario como un año de continuación del ajuste sandinista pero con un ritmo diferente, debido a una reactivación levemente mas lenta de la agroexportación, con una contracción marcadamente mas fuerte de la producción de consumo interno (ver cuadro 1). En términos de reconversión tecnológica se percibe un relativo estancamiento en los sectores empresariales y en contraste, los reajustes forzosos en la economía campesina han sido realizados a costa de la descapitalización.

Profundización de la fractura: agroexportación vs. consumo interno

En términos productivos, se destaca el carácter recesivo de este año en relación al 89, con la caída de aproximadamente un 7 % de las áreas agrícolas, y con el descenso de la producción tanto agrícola como pecuaria. En esta situación han influido las características del invierno 90 - sequía en la época de primera, seguida de una canícula muy marcada, y fuertes lluvias al final del invierno - que afectaron seriamente la producción de granos básicos y especialmente la de maíz, de algodón y de café en la Meseta de Carazo. Sin embargo, esta dinámica global de recesión de la producción agropecuaria resulta también de la combinación de dos tendencias a lo interno del sector: recuperación de la producción de agroexportación, y su contrapartida, la contracción de la producción de consumo interno, lo que representa un sostenimiento (ver cuadro 1).

Cuadro 1




El dinamismo de la producción de agroexportación se manifestó en 1990 en un aumento de un 11 % de las areas dedicadas a rubros de exportación y en el crecimiento de la producción exportable en un 16%. Las mayores exportaciones del 90 resultan tanto de mayores volúmenes exportados, como de precios internacionales mas favorables para el algodón (+ 33%), el ajonjolí (+27%), la carne (+9%) y el azúcar (+27%, debido al acceso al mercado preferencial de Estados Unidos), siendo la excepción el café, con precios mas bajos (-32%) (ver cuadro 2).

Sin embargo, este crecimiento de las exportaciones traduce los efectos de las políticas de 1989, pues las cosechas de agroexportación tienen lugar en el año que sigue al de la siembra o al del mantenimiento del rubro. Por lo tanto, el crecimiento corresponde a los resultados de la toma de decisión efectuada por los productores en base a los buenos precios nacionales e internacionales de los rubros de exportación y a las señas de la política económica sandinista en el 89.

Cuadro 2a y 2b



En la asignación de recursos internos, el gobierno priorizó a la burocracia estatal. Y en la asignación de recursos externos, a los comerciantes importadores, sacrificando por las dos vías al sector productivo.

La tasa de crecimiento de las exportaciones para el año 91 podría experimentar una baja ligera en su línea ascendente. En primer lugar, por la baja de la producción cafetalera del ciclo 90/91, que representa el primer rubro de exportación. En segundo lugar, porque las tendencias de los precios internacionales no son muy favorables en el contexto de recesión mundial, con la excepción del algodón, cuyo precio se beneficiaria de las alzas del petróleo.

La contracción de la producción de consumo interno -dominada por los granos básicos - se traduce en una reducción de las áreas sembradas en 1990 del 15 % en relación con el año anterior (ver cuadro 1), producto sobre todo de la caída de las áreas sembradas de maíz y arroz de secano. Aunque no se pueda descartar la influencia negativa de las condiciones climáticas del 90 sobre la contracción de las siembras (escasez de semilla, siembras a destiempo, etc.), dos factores han tenido un papel clave en esta situación. Por una parte se trata de la marcada iliquidez del campesinado, la que es responsable de un alto porcentaje en la producción de los granos básicos, siendo el sorgo industrial y el arroz de riego, rubros mas típicamente empresariales. Por otra parte, se debe a los problemas de rentabilidad de estos rubros en un contexto de precios deprimidos, que se explica fundamentalmente por las políticas de liberalización del mercado y de importaciones masivas que se vienen dando desde 1988.

Reajustes desiguales en los patrones tecnológicos

Paralelamente a esta evolución diferenciada de las ramas de producción, prosiguió en el 90 la tendencia a la sustitución de que usan predominantemente recursos nacionales, y especialmente la fuerza de trabajo. Fue así que el balance comercial del sector se mejoro sustancialmente por segundo año consecutivo: las importaciones bajaron en un 40 % respecto a 1989, siendo los agroquímicos y la maquinaria los rubros con mayor reducción: 68% y 85% respectivamente.

Sin embargo, en 1990 se trato de un proceso relativamente desigual: mientras que la pequeña producción impulso fuertes cambios tecnológicos para reducir sus costos y enfrentar su aguda iliquidez, algunos sectores de la gran producción tendieron a mantener patrones tecnológicos con alto nivel de insumos y mecanización, beneficiándose así de la situación de sobrevaluación del córdoba, que no castiga tan fuertemente los costos de los bienes importados. A pesar de este proceso desigual, no se puede negar que otros sectores de la gran producción racionalizaron sus tecnologías, no solamente por problemas de liquidez, sino por la influencia acumulativa de dos años de ajuste.

Menos crédito y más caro para menos producción y menos productores

En relación al período anterior, el año 1990 se caracteriza también por una contracción de la masa crediticia disponible para el sector agropecuario (-9% en córdobas oro corrientes en relación a 1989); y por la continuación del proceso de eliminación del subsidio mediante la indexación del crédito al dólar y el establecimiento de tasas de interés del 13 al 15%
anual.

Con la situación de sobrevaluación del córdoba y las alzas en los costos de producción que la acompañaron, la reducción del crédito ha significado que se haya tenido que financiar proporcionalmente mucho menos producción (-15% en términos de manzanaje financiado). Además, los cultivos de agroexportación recibieron un tratamiento mas favorable de parte del Banco que los de consumo interno (ver cuadro 3).

Esta política sumamente restrictiva de crédito ha exigido de los productores una racionalización en el uso del crédito y un nivel de autofinanciamiento mucho mayor que en toda la década pasada. Ello impidió una caída mas fuerte de la producción de la que se dio. Sin embargo, los costos de estos esfuerzos han sido desigualmente repartidos entre los diferentes sectores
productivos.

El campesinado, cuyo acceso al financiamiento fue particularmente restringido, logro su producción a costa de una drástica reducción de sus ingresos y de claras señales de descapitalización en su unidad de producción. Incluso los mas anteriores, a formas alternativas de financiamiento, con costos aun mas elevados que el crédito bancario: venta de futuro, crédito usurero, mediería... Su capacidad para continuar ajustando en el futuro su sistema de producción quedo mermada y es de esperar que, sin un financiamiento de largo plazo, no podrá evitarse una degradación mas profunda de su economía. En cambio, el sector empresarial - aunque también padeció de iliquidez para pagar planillas o para realizar inversiones - pudo lograr mayores niveles de autofinanciamiento - por ejemplo, con la venta de animales -, sin poner en peligro el futuro de su finca.

Ilustra esta situación el hecho de que las habilitaciones de los rubros de consumo interno bajaron significativamente en relación al año 89 (-19 % de los montos y -26 % de las áreas), mientras que los cultivos de exportación, y particularmente el algodón y la caña, presentaron un crecimiento en sus niveles de financiamiento (+ 12%). Paralelamente, la pequeña y mediana producción (crédito rural) disminuyo su absorción de crédito en detrimento de la gran producción (APP y sector privado) (ver cuadro 3).

Cuadro 3 y 3a



Por otra parte, el aumento brusco del costo del crédito y los malos resultados productivos ligados a la sequía hacen prever niveles de recuperación globalmente bajos. de eliminación de los subsidios, la deficiente recuperación lograda implica para el próximo ciclo 91-92 una capacidad mas baja de financiar la producción. Además, por el movimiento mas lento que tuvo el dólar en relación a la inflación, las tasas de interés reales siguen siendo negativas en el 90.

Privatización del comercio y bajos precios al campesinado

En la esfera de la comercialización se destaca el desarrollo de nuevos agentes privados que han iniciado o ampliado la sustitución del monopolio estatal heredado del período sandinista, aprovechando las restricciones que tuvieron este año las empresas estatales de acopio y exportación en su
financiamiento.

Esta privatización silenciosa del mercado, en un contexto de fuerte iliquidez de la economía y de mercado interno deprimido, se ha traducido en una situación oligopólica en la que los comerciantes han podido comprar cosechas campesinas a precios especialmente bajos. El ejemplo mas claro ha sido el del ajonjolí. Al recortarse el crédito a la empresa Arlen Siu -histéricamente acopiadora y exportadora -, esto ha implicado que el grueso de la producción sea acopiada a precios muy bajos por comerciantes privados. Del mismo modo, el papel del Estado a través de ENABAS en el acopio de los granos básicos ha disminuido en relación al año pasado, dejando el campo abierto al comercio privado, lo que ha afectado negativamente en los precios. Asimismo, en el norte se asiste a la reorganización de algunas redes privadas de acopio del café en la montaña.

Todo parece indicar que estas son las primeras señas de un retorno a patrones anteriores a la revolución, de dominio del capital comercial - y también financiero - sobre la economía campesina, que habían perdido fuerza en gran medida con la intervención estatal sobre los mercados en los primeros años de la revolución. Significa esto una importante transferencia de ingresos del campesinado hacia el sector de los intermediarios.

Principales rubros: exportaciones tradicionales

En la dinámica de reactivación de la producción agrícola de agroexportación, dos rubros se destacan: la caña, que desde hace dos años incrementa de sus áreas; y el algodón, que se expande tras un período de contracción progresiva. Por su lado, el café presenta un ritmo de inversión renovado.

Cuadro 4a y 4b



El capital comercial que había perdido fuerza con la intervención estatal en los mercados en los primeros años de la revolución, vuelve a ejercer su dominio sobre la economía campesina. Esto significa una importante transferencia de recursos desde el campesinado hacia los intermediarios.

El algodón

En la producción agrícola se destaca el aumento de un 32 % de las áreas sembradas de algodón en relación al año 1989, aunque la expansión quedo muy por debajo de las áreas anunciadas por el gobierno: 100 mil manzanas. A pesar del interés que el gobierno tenía en este rubro, por su capacidad de generar divisas a corto plazo, en un mercado mundial en alza, el problema estructural de su rentabilidad constituyo un freno a la expansión del área.

Fue notable que un pequeño sector del campesinado - entre el que había algunas cooperativas CAS - volví a sembrar algodón tras varios años de haberlo abandonado. Lo mismo hicieron algunos empresarios que lo habían sustituido por sorgo o arroz de secano en los últimos dos años. Sin embargo, los resultados esperados son poco alentadores. Los rendimientos de 26 a 28 qq. rama/mz están por debajo de los promedios de los últimos años, debido principalmente a la sequía de primera y al alargamiento del invierno, que afecto la maduración. Por otro lado, los costos de producción se han mantenido muy elevados a pesar de la subvaluación del elevado componente importado, y de la racionalización que se dio en el uso de los insumos.

Para los empresarios que lo que había sido el año pasado (variación de - 57%). Estimamos que solo una maxi-devaluación del orden del 110% del córdoba oro en relación al dólar, permitiría revalorizar los precios del rubro de tal manera que no sufran perdidas este año y están en capacidad de reembolsar sus deudas. Sólo una política de devaluación fuerte y el alza de los precios internacionales permitiría que no se contraiga la gran producción algodonera a favor de la ganadería, la caña u otra alternativa de exportación y por lo tanto la actividad económica de las planicies del Pacífico.

El café

La reducción en más de 100 mil qq. oro de la cosecha cafetalera (- 13%) en 1990 se explica principalmente por los efectos climáticos en la Meseta de Carazo, que ocasionaron reducciones del 50 % en los rendimientos. A esto hay que agregar el efecto que tuvo el mal estado de los caminos en el interior y la falta de liquidez de los productores para pagar el corte, lo que ha implicado algunas pérdidas adicionales. Sin embargo, en términos de dinámica global, se observa que continua la reactivación del café por las buenas condiciones de rentabilidad de largo plazo que ofrece. Esta reactivación se
traduce en el sostenimiento del proceso de renovación y repoblación de cafetales.

En este año, con el ascenso al poder del nuevo gobierno y la mayor confianza política que esto ha significado para un sector de la burguesía, la recuperación de la gran caficultura ha recibido un nuevo impulso. En cambio, la reactivación de la pequeña caficultura parece haber sido mucho mas frenada en este año por la iliquidez generalizada. Particularmente en la montaña, los pequeños y medianos productores no han podido avanzar mucho en la recuperación de sus reas de café, abandonadas en los años de guerra.

En cuanto a los patrones tecnológicos, se observan cambios mas importantes en la pequeña producción que en los sectores empresariales. Estos últimos, por ejemplo, siguieron utilizando herbicida por ser mas barato este año que la limpia manual. En cambio, los pequeños caficultores sin liquidez redujeron drásticamente los niveles de fertilización y el uso de los pesticidas. A pesar de las alzas de precios en el mercado internacional (de US$ 60 a 90 el qq. oro), la sobrevaluación del córdoba ha castigado el precio del café, que ha bajado en términos reales a casi la mitad.

En consecuencia, los resultados financieros del rubro experimentaron un descenso fuerte (del 60 al 80%) en el 90 en los bajos rendimientos , aunque se mantuvieron positivos (ver cuadro 4). Esto indica que con una política de devaluación adecuada, el café tiene un potencial de desarrollo, tanto en el campesinado como en el sector empresarial, y es de esperar - por los tiempos de crecimiento de la planta - repuestas significativas en el plazo de algunos años.

La caña de azúcar

Aparece como uno de los rubros mas destacados en la recuperación de la agroexportación. El aumento de la producción de caña resulta de las fuertes inversiones realizadas en los ingenios en los últimos años y de la expansión de su area en las grandes fincas privadas colindantes, en sustitución de arroz de secano y de algodón. El incremento del precio del azúcar (unos 10 dólares mas por quintal) con la reaparición de cuotas azucareras para Nicaragua en el mercado norteamericano hacen muy atractivo este rubro. En lugares alejados del interior, donde los costos de transporte elevan el precio del azúcar refinado, se extiende también el cultivo de la caña procesada en atado de dulce para consumo local.

El ajonjolí

Sigue expendiéndose a expensas del maíz en la pequeña producción campesina, y, en menor medida, sustituye al algodón o al arroz en fincas de la burguesía. Con dos inviernos malos para el maíz, el ajonjoli, que es mas resistente a la sequía, ha representado una ventaja para los productores. Pero mas que todo, son los buenos precios de este rubro de exportación con la política de devaluación de 1989, los que constituyeron un estimulo para su producción en el 90.

Se observa un aumento de las áreas sembradas (+ 10 % entre 89 y 90), aunque ello represente un descenso en el ritmo de crecimiento experimentado el año pasado (+60% entre 88 y 89), lo que expresa la repuesta campesina a las nuevas señas del mercado. Las restricciones crediticias y la iliquidez explican en parte que el crecimiento no haya sido mayor. Sin embargo, en la postrera del 90, la caída de los precios internacionales combinada con la privatización de su comercialización ocasionaron una caída del precio (hasta 18 córdobas oro/qq), cuando en el año 89 y en la propia época de primera se había vendido por 35. Por estos bajos precios y la sobrevaluación del córdoba, estimamos que los ingresos que dejara a los productores será inferior en un 60% en relación al año 89 (ver cuadro 7). Esta de áreas por parte de los productores el año 91, lo que no conviene al país por la alta rentabilidad del ajonjolí en términos de generación neta en divisas.

Cuadro 5




1) Se trata del precio del producto deflactado a noviembre/89. Las unidades de medida utilizadas son: qq rama para el algodón, qq. oro para el café; qq. no descortezado para el ajonjoli.
2) Rendimientos por manzana, con las mismas unidades.
3) Se trata del resultado bruto (valor de la producción- costos de producción monetarios), expresado en cordobas deflactados a noviembre/89.

4) Se trata de la variación de la rentabilidad entre los 2 años.
*) El café muy tecnificado se refiere al caso de la producción de Carazo, afectada por la baja de los rendimientos este año. Los otros dos son casos de la caficultura de Matagalpa-Jinotega.

En la producción agrícola se destaca el aumento de un 32% de las áreas sembradas de algodón en relación a las que se sembraron en 1989. Pero la expansión quedó muy por debajo de lo anunciado el gobierno: 100 mil manzanas. La expansión de la ganadería se está realizando en gran medida a costillas del campesinado. La burguesía controla recientemente el procesamiento y exportación de la carne con la privatización de los mataderos.

Los granos básicos

En relación al año 89, el sector de los granos básicos presenta un descenso global, tanto de las áreas sembradas (-15 %) como de las áreas cosechadas (-20%). Esto resulta de la combinación de una marcada contracción de las siembras de maíz y de arroz: -20 % y -38 % respectivamente, y del sostenimiento de la producción tendencia de contracción o estancamiento del sector destinado al mercado interno en los últimos años.

Cuadro 6a y 6b



En esta recesión del sector es notable la influencia negativa de las condiciones climáticas del 90, tanto sobre las areas sembradas (problemas de escasez de semilla, de siembras difíciles o realizadas a destiempo...) como sobre la producción (perdida del 20 % del área de granos y bajas generalizadas en los rendimientos).

Sin embargo, otros dos factores han tenido un papel clave en esta situación. Por una parte, ya mencionábamos mas arriba la grave situación de iliquidez de los productores y especialmente del campesinado. En el 90, el área habilitada se redujo en un 30 % en relación al 89. Por otra parte, los problemas de rentabilidad de estos rubros en un contexto de precios muy deprimidos han sido determinantes.

La tendencia a la caída de los precios de los granos básicos se profundizo porque en primer lugar, ENABAS disminuyo drásticamente el acopio de las cosechas y, en consecuencia, deprimió el comercio privado que además se beneficiaron de la aguda iliquidez que padeció el campesinado. En segundo lugar, el nuevo gobierno continuo con la política anterior de realizar importaciones masivas de alimentos, como por ejemplo, el arroz. Antes eran donación de la URSS y hoy son de los Estados Unidos. Las donaciones resultan en ingresos para el fisco y son parte de una estrategia anti-inflacionaria de corto plazo. En general, los precios han sido aun mas bajos que el año 89 (ver cuadro 7), a pesar del anuncio hecho por el gobierno de supuestos precios de garantía por encima incluso del nivel del mercado centroamericano: 10, 8, y 8 córdobas oro para maíz, arroz y sorgo rojo respectivamente. Asimismo, los patrones de estacionalidad fueron muy marcados. Por ejemplo, el precio del frijol llegó, antes de las cosechas de la primera del 90, a casi triplicar el precio internacional (60 córdobas oro/qq), mientras que al momento de la cosecha de postrera cayo a 24.

En 1991, el país estará obligado a recurrir una vez mas a importantes importaciones o donaciones, porque la producción total de maíz y de arroz será muy inferior al período anterior e insuficiente para alimentar a toda la población. Sin correcciones en la política económica, los precios seguirán siendo una de las causas de la profunda recesión en el sector de consumo interno. Por otro lado, la caída en la rentabilidad del rubro ha implicado reajustes en términos geográficos, sociales y técnicos de su producción.

La contracción global del maíz que se observo en el 90 proviene de una reducción de áreas en el Pacifico debido a la caída de la rentabilidad del rubro. Esta reducción no ha sido compensada por la expansión en el interior, donde los costos de producción son mucho menores, y se debe sobre todo a la situación de escasez de capital de trabajo.

En las planicies del Pacifico se observa la continuación, a ritmo lento, de la sustitución del maíz por otros cultivos comerciales como el ajonjolí, el maní, los tubérculos (yuca, quequisque), con rentabilidades superiores y con menores costos de producción. Asimismo, y específicamente en el sector beneficiado por tierra, los productores han realizado cambios tecnológicos que apuntan a la reducción de los costos: sustitución de la mecanización por la tracción animal; reducción del uso y de las dosis de insumos comprados; intensificación en la fuerza de trabajo familiar. Aun con esta reducción de costos, la rentabilidad del maíz ha bajado en un tercio en relación al año pasado (ver cuadro 7) y ha perdido ventajas en relación a otros rubros.

El frijol, siendo una producción campesina típicamente del interior seco y húmedo, no ha sufrido la misma contracción del maíz este año, debido a la menor caída de sus precios y al uso de la caí da de su rentabilidad en el 90 es menor a la del maíz y oscila entre 15 y 20%.

La caída de la producción de arroz de secano en 1990 se explica porque los productores no confiaron en las posibilidades de buenos precios, basándose en las experiencias de los últimos años, en los que las donaciones masivas provenientes de la URSS hicieron caer los precios internos. Fue notable que las estructuras medianas y grandes - incluidas cooperativas -, que habían sembrado arroz de secano en años pasados, optaron este año por volver al algodón o por sembrar otro rubro.

Este temor se confirmo en cierta medida con las sensibles bajas de los precios en los últimos meses de 1990, debido a donaciones que ENABAS puso en el mercado en esos momentos. Para el sector de medianos o grandes, con un patrón tecnológico altamente mecanizado, la sobrevaluación del córdoba no castigo tan severamente su estructura de costos este año, por lo que la rentabilidad del arroz de secano bajo relativamente poco: 15 % en relación al 89. Sin embargo, queda claro para el futuro que este sector tiene menos ventajas que la producción campesina (ver cuadro 7). En un contexto de devaluación del córdoba oro y de precios nacionales alineados sobre los precios internacionales, su reconversión hacia otros rubros y/o otras técnicas será imprescindible.

En el caso del sorgo, el sostenimiento de las áreas sembradas en 1990 se puede explicar por dos factores. Por una parte, tenemos el alza de sus precios - 8 córdobas oro - en el primer semestre del 90 debido al crecimiento de la demanda para la elaboración de concentrado, que los productores interpretaron como una buena seña. Este crecimiento esta ligado a la reactivación parcial de la producción industrial avícola, arruinada por la contracción de la demanda de huevos y pollos en todo el 89. Además, siendo a la vez mas resistente a la sequía y menos exigente en cuanto a inversión que el maíz, fue una opción interesante en el contexto climático y de iliquidez de este año, específicamente para las grandes cooperativas maiceras del Pacífico.

Sin embargo, para la cosecha de postrera, donaciones de maíz amarillo - sustituto del sorgo - hicieron caer el precio a menos de 6 córdobas oro. Aunque los costos de producción de este rubro mecanizado hayan sido ligeramente inferiores a los del año pasado por la sobrevaluación del córdoba, el precio reducido a casi la mitad de lo que fue el año pasado dio como resultado una rentabilidad negativa en 1990 (ver cuadro 7).
De manera aún más aguda que para el arroz, se puede esperar una contracción fuerte de este sector.

Cuadro 7



La ganadería vacuna

La ganadería vacuna se caracterizo en 1990 por un proceso de reconstitución del hato tras 10 años de disminución progresiva. Esto es corroborado por la fuerte reducción (30 %) de hembras sacrificadas en el 90.

Esta situación constituye una ruptura en relación a los años pasados, donde se dieron fuertes incrementos de la matanza y de las exportaciones de carne, favorecidos por la rentabilidad de esta actividad. Sin embargo, el proceso de reconstitución del hato se esta realizando mediante una transferencia de animales desde los estratos campesinos en vías de descapitalización hacia las medianas o grandes estructuras. La reconstitución se basa en la crisis de iliquidez de la economía campesina y mas específicamente, de la que existe en la crianza y producción de leche, lo que lleva a los pequeños ganaderos a deshacerse de sus animales a precios muy bajos.

Este fenómeno no solamente afecta el interior del país sino también el Pacifico, donde la ganadería representa una alternativa de producción ante la crisis de la agricultura de consumo interno y del algodón. En relación al año 1989 se produjo una reducción importante (alrededor del 20%) de la matanza y de la producción de carne, aunque habría que tomar en cuenta el aumento del contrabando y del abigeato. El crecimiento en 1990 de las exportaciones de carne en un 50% indica que la contrapartida ha sido una fuerte contracción de la disponibilidad de carne para el mercado interno.

Como en el caso de la caficultura, los latifundistas y los medianos ganaderos reaccionaron positivamente a las señas de un ajuste a favor de la exportación y del sector privado. Las expectativas de una rápida recuperación de la ganadería en una situación de precios internacionales de la carne en alza y de ampliación de tierras por el cese de la guerra explican el proceso de reinversión que se produjo en el 90. Sin embargo, esta expansión se esta realizando en gran medida a expensas del campesinado y muestra señas de una concentración de la actividad, que incluye un creciente control de la burguesía sobre el procesamiento y exportación de la carne con la privatizacion de los mataderos.

Existe el peligro de que el estancamiento de la actividad de crianza del campesinado y de los finqueros del interior, bloquee el crecimiento del hato nacional e impida una recuperación mas sostenida de todo el sector. Las políticas del año 1990 han acelerado considerablemente el proceso de diferenciación social que se había reactivado a raíz del plan de ajustes sandinista. Las diferencias respecto a las tendencias ya observadas en los dos últimos años radican en el nuevo proceso de reforma agraria desatado, y en el papel creciente de la burguesía en el agro, aunque no se haya dado un proceso formal y masivo de reprivatización.

Reactivación de la reforma agraria en medio de conflictos sobre la tierra

Conflictos y cambios de tenencia de la tierra han marcado el año 1990. Asistimos en primer lugar a la reactivación de la reforma agraria con la entrega de una fracción de las tierras estatales del APP a los ex-contras y en segundo lugar a los primeros pasos de la privatización del APP, iniciada con la piñata sandinista y posteriormente, con devoluciones de fincas a sus antiguos propietarios.

Durante 1990, casi un cuarto de millón de manzanas del APP, de las cuales una parte había sido abandonada por la guerra, pasaron a manos de campesinos o fueron ocupadas por ellos. El cese de la guerra abrió un espacio que fue aprovechado por el campesinado. Después del período 88-89, de congelamiento de la reforma agraria en el marco de la política sandinista de alianza con la burguesía, el área tomada o asignada al campesinado se elevo en un año en un 25 % mas de la que ya había sido redistribuida al El escenario de esta reforma agraria fue principalmente el interior del país. Mas que el origen político de los beneficiados - en gran proporción, pero no únicamente, desmovilizados de la contra o afines a ella - se destaca la movilización vigorosa y la parcelización de fincas en lugar de la forma de cooperativas de producción.

Paralelamente, hay que notar el inicio de un proceso de recolonización de tierras montaña adentro, abandonadas totalmente durante la guerra. Esto podría indicar una primera etapa de reactivación de un antiguo territorio que fue de acumulación nacional en las décadas de los 60 y 70 - la frontera agrícola -, y que resultó muy afectado por varios años de guerra y por políticas que favorecieron al Pacífico como único eje de desarrollo del país. Este movimiento se enmarca en una pugna de mayor envergadura en torno al APP, que involucró, además del campesinado, a otros sectores sociales y que se caracterizó por sus altos niveles de politización y a veces de violencia. Por un lado, está la burguesía confiscada por el sandinismo, que busca su reconstitución mediante la reprivatización de las empresas agropecuarias estatales. Por otro lado, los obreros agrícolas del APP, tras oponerse en un primer momento al desmembramiento de estas propiedades estatales, reclaman el traspaso a su favor de las tierras.

Mientras se organizaban lentamente los aspectos legales de la devolución de fincas y seguían las negociaciones entre las cúpulas de los grupos de poder, ha sido la correlación de fuerzas a nivel local la que ha decidido en gran medida los cambios de tenencia que se efectuaron.

Así, antiguos terratenientes recuperaron sus tierras, en manos del APP y en algunos casos de cooperativas, a la vez que fincas privadas o de cooperativas fueron ocupadas por campesinos sin tierra. Sin embargo, fuera de las tierras que pasaron a manos del campesinado desmovilizado de la contra, los otros cambios no fueron tan significativos. Respecto a las negociaciones y a su posible evolución, el ejemplo más claro aparece en el proceso de privatización de HATONIC anunciado por el gobierno a finales del año 90. (HATONIC, con sus casi 400 mil manzanas representa más de la mitad del rea del APP).

En las primeras negociaciones se puso sobre la mesa la propuesta de una repartición en tres partes de HATONIC, división que puede ser un indicativo de la correlación de fuerzas a nivel nacional: una tercera parte se entregaría a la burguesía, una tercera parte a ex-oficiales del EPS y a contras desmovilizados y el otro tercio a funcionarios de HATONIC y a los obreros del APP. Los cambios de tenencia de la tierra realizados en el 90 y para muchos todavía en gestación, han de verse desde la perspectiva de la dirección que toma el ajuste en el agro y desde su impacto diferencial en los distintos sectores sociales.

Pauperización y desacumulación para los trabajadores del campo

En el 90, los trabajadores del campo - campesinado y proletariado agrícola - han sufrido una aceleración de la caída de sus ingresos debido al elevado ritmo de la inflación, que merma sus ingresos monetarios, al encarecimiento generalizado de los productos de consumo nacional, al recorte drástico del subsidio en la economía y a la caída relativa de los precios de los rubros agropecuarios, particularmente los de consumo interno. Los estratos más pobres del campesinado -aquellos sin o con muy poca tierra propia - están entre los más impactados por el programa de ajuste y han alcanzado niveles altos de pauperización, debido a las alzas del precio de los productos de consumo básico, a la eliminación del subsidio al transporte, y al recorte de los servicios de salud y educación.

Su sobrevivencia ha pasado por el restablecimiento o la profundización de relaciones de dependencia con los estratos más acomodados - volviendo al crédito usurero, por ejemplo -, por una mayor venta de su fuerza de trabajo, incluyendo también el retorno a los cortes de algodón y café, y eventualmente por la migración hacia las ciudades. A la vez, el descenso en su actividad productiva y la imposibilidad para los sectores superiores de absorber su mano de obra, ha tenido también como consecuencia un creciente nivel de desempleo.

Los ubicados en los minifundios periurbanos del Pacífico y, por lo tanto, más vinculados al sector informal urbano, han visto muy afectada su economía con la contracción del empleo urbano y del mercado interno (artesanía, producción de frutas, etc.), y con la competencia de productos importados a bajos precios. El pequeño comercio informal, que se amplió de manera considerable, ha constituido una salida muy relativa para ellos, en la medida en que la competencia se ha ido haciendo cada vez mayor. El campesinado medio enfrentó mejor que el grupo anterior las políticas económicas, pero a la vez comprometió su futuro. Este sector abarca a los pequeños productores de rubros de consumo interno (granos básicos, tubérculos, ganadería de crianza y leche, perecederos, etc.) y a veces también a los que producen algún rubro de exportación (café, ajonjolí...).

Este año, este sector experimentó, por una parte, la recesión en su actividad productiva ligada a su iliquidez y a las malas condiciones climáticas, y por otra parte los precios deprimidos de sus productos y la eliminación del subsidio vía crédito. En consecuencia, se acelera la reducción de sus ingresos y se dieron claras manifestaciones de la erosión de su nivel de acumulación: descapitalización mediante venta de sus animales, baja en el ritmo de su inversión, contracción de siembras, ventas de futuro, reincorporación de los hijos en estudio al trabajo en la finca...

Esta dura realidad es valida también para el campesinado de la frontera agrícola y para los estratos más acomodados conformados por los pequeños finqueros de montaña. Su proceso de recuperación de fincas en torno a la ganadería, el café y los granos básicos ha sido relativamente limitado. Este sector no se benefició aún del cese de la guerra y de la nueva disponibilidad de fuerza de trabajo que ofrecían los desmovilizados de la contra. En el sector reformado campesino, uno de los sectores más dependientes del subsidio, principalmente por la vía del crédito, se nota una aceleración de los reajustes productivos internos en relación a los dos años pasados. Esto se explica básicamente por la drástica reducción del financiamiento, acompañada de su dolarización total, sin por el otro lado tener muchas esperanzas de lograr las mismas concesiones de parte del banco (condonación o prórroga), como se daban en los años del ajuste sandinista.

Los reajustes se han centrado en la profundización de la diversificación de cultivos, en el desarrollo de técnicas que descansan mayormente en la fuerza de trabajo familiar en sustitución de la maquinaria, en la reducción en el uso de insumos y en una utilización cautelosa del crédito acompañada de esfuerzos claros de autofinanciamiento. El proceso que ha permitido estos cambios ha sido la parcelización parcial o total de las fincas en las cooperativas CAS, hecho que es una repuesta a las exigencias del ajuste por la vía de la campesinización y a la vez a un proceso real de democratización en la organización.

En realidad, la sobrevivencia del sector cooperativo beneficiado por tierra no descansa solamente en los procedimientos legales sobre la tenencia de su tierra, o en la resistencia política ante los intentos de recuperación de fincas por sus antiguos dueños, sino que pasa por la viabilidad económica que demanda el programa de ajuste. Esto toma aún más relevancia con las nuevas disposiciones legales de compra/venta de las tierras entregada por la reforma agraria sandinista. Los obreros agrícolas permanentes han reducido su nivel de vida más por la reducción de sus parcelas de autoconsumo y de los servicios sociales, que por la disminución de sus salarios.

Además, su nivel de desempleo ha aumentado, aún en focos importantes de reactivación de la gran caficultura (Matagalpa), de la ganadería del Interior (Camoapa) e incluso del algodón. Se han observado despidos acompañados de aumento de la duración de la jornada laboral, explicables por problemas de pago de planilla por la falta de crédito y por la débil sustitución de labores mecanizadas por trabajo manual.

Una fracción de ellos, los obreros agrícolas del sector estatal, han estado reivindicando la privatización del APP a su favor. Aunque esto se diera, la organización de la producción según un esquema de autogestión, que incluye al aparato administrativo y técnico de las empresas, hará difícil su sobrevivencia en las condiciones actuales de mercado. En el corto plazo, la abundante oferta de mano de obra, sin posibilidad de ser absorbida por la gran producción, puede generar una baja aún más marcada en la remuneración del trabajo proletario, con posibilidades incluso de que desaparezcan las parcelas de autoconsumo.

Un año de respiro y el fraccionamiento de la burguesía

Al otro lado del abanico social, donde están la burguesía criolla y grande, y los sectores más acomodados del campo, se aprecia en este año 90 la continuación de su fraccionamiento en dos bloques, hecho originado con el ajuste sandinista.

Por una parte, existe la fracción burguesa orientada hacia el mercado interno con tecnologías dependientes de recursos importados (sorgueros, arroceros, avicultores y lecheros), cuyos resultados financieros han seguido descendiendo o han sido negativos. A este grupo hay que agregar los que se lanzaron una vez más a la aventura del algodón, con resultados desastrosos.

Para ellos la sobrevaluación del córdoba ha constituido una suerte de respiro. Mientras unos han detenido el ritmo de su reconversión, otros continuaron en sus esfuerzos de racionalización en las técnicas y de mejoramiento de sus rendimientos. Sin embargo, bajo condiciones de devaluación de la moneda y de restricción del crédito, su viabilidad económica pasa por su capacidad de reconversión r pida en torno a rubros exportables alternativos (ajonjolí, soya, caña, no-tradicionales, ganadería extensiva...) y otras tecnologías que aprovechen más la oferta creciente de mano de obra.

Por otra parte, el sector de los grandes cafetaleros y ganaderos se encuentra en un claro proceso de reconstitución por la vía de una fuerte inversión. Aunque este proceso se haya iniciado con las políticas a favor de la exportación y del sector privado del ajuste sandinista, el ritmo de la reactivación ha crecido con el nuevo gobierno.

La política de devaluación de la moneda esperada para 1991 y la sectores. Sin embargo, el porvenir de la burguesía ganadera está ligado también a la recuperación de la actividad de crianza, históricamente en manos del campesinado y de los finqueros de la montaña.

TERCERA PARTE: EL AJUSTE EN LA CIUDAD

Desnacionalización de la industria manufacturera: invasión de productos extranjeros

En 1990 la producción industrial se contrajo en un 8.4%, continuando con la tendencia recesiva mostrada desde el inicio de las reformas económicas sandinistas en 1988. Sin embargo, las causas de esta nueva caída del sector industrial a diferencia de lo ocurrido en años anteriores, están más vinculadas a la invasión de productos importados que a la contracción de la demanda interna, que era lo que sucedía en años anteriores.

La invasión desnacionalizante de productos importados ha sido propiciada por un lado, por la sobrevaluación de la moneda nacional con respecto al dólar y por el fácil acceso que el comercio nacional tuvo a las divisas baratas y, por otro lado, por las modificaciones introducidas a raíz de la reforma tributaria, que abaratan las importaciones mediante la rebaja de los impuestos y aranceles que pagan para poder entrar al mercado nacional.

La sobrevaluación de la moneda no sólo ha facilitado la invasión de importaciones, sino que también forzó una disminución de las exportaciones industriales en un 23.7% en comparación con 1989.

La disminución de las exportaciones se dio especialmente en las ramas cuya utilización de insumos nacionales es mayor, como la de alimentos, bebidas y cuero, donde los costos internos fueron inflados por la sobrevaluación. Estas industrias perdieron competitividad, tanto en el mercado internacional como en el mercado nacional. En estas ramas, la caída de sus niveles de exportación alcanza un 31% para los productos alimenticios no tradicionales, un 58% en bebidas y un 41% en cuero. No sucedió igual así en las ramas cuyo nivel de utilización de insumos nacionales es menor, como la química y los productos metálicos. En el primer caso la disminución alcanza sólo un 4% y en el segundo se observa un crecimiento de un 6.2%.

La sobrevaluación de la tasa de cambio tuvo también efectos importantes sobre la demanda de productos sustitutivos que están incidiendo en algunos productos de producción nacional, al resultar más favorable la importación que la compra interna, lo que acunado a la rebaja arancelaria está favoreciendo las importaciones en detrimento de bienes de producción nacional. Esto lleva a las empresas a la urgencia de mejorar la producción nacional, tanto en términos de precios como de calidad. Para lograrlo, se enfrentan a una restricción importante, que es la restricción del crédito, tanto para capital de trabajo (para materias primas e insumos de mejor calidad) como para inversiones. Este debería ser uno de los aspectos a tener en cuenta para evitar una recesión aún mayor de la actividad industrial.

Una reforma arancelaria y tributaria no contestada

En 1990 se escucharon muchas más quejas de los empresarios contra la falta de liquidez para el sector, los costos de la energía eléctrica y el aumento de salarios -reivindicación conquistada por los trabajadores del FNT -, que las que se escucharon por la reforma arancelaria y la invasión de productos importados. ¿Por que no se protesta contra la desnacionalización?

La razón del silencio ante la reforma arancelaria no se basa en la existencia de una industria manufacturera capaz de competir a nivel internacional - de hecho su falta de competitividad y su estructura oligopólica es su problema principal - sino en que la fracción más importante del sector manufacturero depende fuertemente de insumos importados y el efecto de la reforma arancelaria ha sido contrabalanceado por la devaluación del dólar, que le permitió importar barato y vender caro. Mientras que la fracción menos nacional y más dependiente de la industria se benefició del córdoba oro sobrevaluado, la fracción más nacional y con menos peso en el sector sufrió sus consecuencias. La Reforma Tributaria ha introducido modificaciones de corto y largo plazo en las posibilidades de desarrollo futuro de la industria nacional. La rebaja en los impuestos y aranceles tiene entre sus objetivos la eliminación a corto plazo de la protección fiscal de la que ha gozado la industria nacional, desde la creación del Mercado Común Centroamericano.

El año 90 está marcado por conflictos de tenencias de la tierra. Se reactivó la reforma agraria con la entrega de tierras del APP a los ex-contras. Y se dieron los primeros pasos para la privatización del APP, iniciada con la "piñata sandinista" y seguida con devoluciones de fincas a sus antiguos propietarios.

Además, se busca una equiparación brusca con el resto de los países centroamericanos, los que a excepción de Costa Rica, cuyo proceso de reducción de aranceles se ha implementado en forma más gradual, han venido efectuando reducciones a los aranceles como parte de los acuerdos que en el terreno económico han firmado los presidentes de los cinco países, acuerdos dirigidos a lograr una mayor liberalización de las economías centroamericanas.

Los aspectos centrales de esta Reforma Tributaria, que promueven una mayor liberalización de la economía nacional son:

- Eliminación de los impuestos selectivos de consumo para una parte de los bienes importados que pueden ser producidos nacionalmente. Este es el caso de los productos cuyo nivel de protección nominal (derechos arancelarios + impuestos) bajó de más del 30% a sólo un 5% (ver cuadro 11). Además, se rebajan una serie de partidas correspondientes a productos que no se producen localmente.

- Rebaja general en los aranceles, llevándolos a una tasa máxima del 20%.

- Exoneración en un 100% de los impuestos selectivos de consumo para las materias primas importadas.

- Eliminación de impuestos selectivos de consumo para la producción nacional, a excepción de los licores, cigarrillos, gaseosas y cervezas, que continúan teniendo una proporción importante en los ingresos tributarios.

Como resultado de esta Reforma Tributaria, casi la mitad de las partidas arancelarias correspondientes a productos elaborados localmente quedan con una protección nominal (derechos arancelarios + impuestos selectivos de consumo) menor a un 30%, lo que indica que efectivamente ha habido una reducción en la protección fiscal a muchos bienes de producción nacional.

Sin embargo, el mantenimiento de impuestos selectivos de consumo para algunos bienes importados que pueden ser producidos localmente, significa mantenerles a estos la protección a un nivel casi equivalente al que gozaban antes de la eliminación de los aranceles. Pero también existe un señalamiento de la temporalidad de dichos impuestos, lo que indica una clara tendencia hacia su eliminación en el mediano y largo plazo. Esto, acunado a la eliminación de aranceles y a la rebaja del ISC para otra cantidad de bienes, es una señal clara de las nuevas reglas que regirán para el sector industrial, que deber prepararse para enfrentar una mayor competencia, sin un colchón amortiguador del impacto del dólar subvaluado.

Para los nuevos productos, resultado de la apertura de nuevas fábricas, se plantea que desde su nacimiento surjan sin protección fiscal, lo que evidencia la tendencia a que las nuevas industrias sean capaces, desde su establecimiento, de producir a precios competitivos tanto dentro como fuera del mercado local. Por otro lado, la rebaja arancelaria y la eliminación de los impuestos selectivos de consumo para las materias primas importadas significa una reducción de costos que favorece más a las ramas industriales de alta dependencia de insumos importados y en poder de sectores empresariales.

Según datos de la matriz de insumo-producto 1986, las ramas donde la pequeña industria tiene un peso importante, como alimentos, cuero, madera y muebles, son las de menor dependencia de insumos importados, mientras que en el resto de ramas el porcentaje de insumos importados dentro del consumo intermedio supera al 45%, llegando en los casos de las ramas de papel e imprentas, químicos y productos metálicos a más allá del 90%. Esto explica porque los empresarios industriales no hayan la sobrevaluación de la moneda les abarata los principales elementos de costo. De ahí que sus principales reclamos sean las alzas en los costos de energía y los salarios, los que efectivamente sufrieron considerables alzas en el año 90.

Según la información disponible, las tarifas de energía eléctrica para el mes de julio se habían elevado en términos reales en un 334 % por sobre el nivel de enero, manteniéndose en este nivel los meses siguientes. Asimismo, los salarios a nivel nacional, medidos en términos reales, tuvieron alzas que llegaron hasta un 124% en junio, y a pesar de haber disminuido en los meses siguientes, todavía son, en promedio, un 70% mayores de lo que eran en el mes de enero. Como el ajuste ha tenido un impacto diferencial sobre la pequeña industria con respecto a la industria manufacturera dependiente de insumos importados, ha abierto una brecha en el seno del
sector informal urbano.

El sector informal urbano: ¿quién lo toma en cuenta?

El Sector Informal Urbano (SIU) ha sido uno de los sectores más controversiales en Nicaragua. Algunos le llaman la burguesía del delantal. Otros lo consideran un sector popular no tomado en cuenta por las políticas económicas del gobierno sandinista o del nuevo gobierno.

Para evaluar el impacto del ajuste económico de 1990, el SIU se puede dividir en dos estratos: el SIU acomodado y el SIU popular. Entre los comerciantes, los acomodados son aquellas con comercios más establecidos (pulperos, venta de electrodomésticos) que tienen un vehículo. Los comerciantes del SIU popular andan por la calle, vendiendo ropa y golosinas. La tortillera del barrio o la modista que trabaja con su propia máquina pertenece claramente al SIU Popular Productivo, mientras que los dueños de pequeños talleres de carpintería, confección de ropa o de torno, que contratan dos o tres empleados, son representantes del sector productivo del SIU Acomodado. En los servicios, los fontaneros y albañiles que se llaman rumberos y andan en los barrios residenciales vendiendo sus servicios son SIU Popular, mientras que los integrantes del SIU Acomodado son los taxistas, los dueños de pequeños talleres de reparación de vehículos, o los transportistas cuyas viejas camionetas impiden el paso por las calles del Mercado Oriental.

En el campo se acelera la diferenciación social en medio de una silenciosa privatización de la tierra. El campesinado medio es cada vez más pobre: venden sus animales, bajan el ritmo de sus inversiones, contraen sus siembras, y a los hijos que estudian los reincorporan a trabajar en la finca...

Durante 1990 el comportamiento del Sector Informal Urbano, tanto Acomodado como Popular, fue en gran medida un reflejo de la política económica que venimos analizando.

* El ajuste económico de 1990 y el conjunto de la política económica permitió una recuperación del SIU, particularmente para su sub-sector comercial y en sus estratos superiores, que se acentúa en su interior un proceso de diferenciación social y desigualdad en el que las empresas más acomodadas avanzaron, mientras que las empresas más pobres, particularmente las del sub-sector productivo, se descapitalizaron.

* La reacción principal del SIU a las condiciones macroeconómicas prevalecientes fue la diversificación de sus actividades económicas.

* Hay signos del inicio de una estrategia de reconversión del SIU en sus actividades productivas con recambios en la calidad de sus productos y servicios, particularmente en el subsector productivo.

* El reacomodo de sus mercados de abastecimiento es parte de la
tendencia más general de desnacionalización de la economía.

* El SIU se desplazó hacia los Departamentos en búsqueda de mercados para sus ventas, lo cual indica que el deterioro del SIU puede ser más marcado en las ciudades cabeceras del interior del país que en la capital, Managua.

Impacto diferencial de dos ajustes: el del FSLN y el de la UNO

Para el Sector Informal Urbano el ajuste económico implementado por el Gobierno de la UNO durante 1990 ha sido mucho menos fuerte en términos del deterioro de sus actividades que el ajuste sandinista de los años 1988-89.

Como se puede ver en el cuadro 1, los distintos estratos del SIU experimentaron una contracción mucho más marcada de sus ingresos totales familiares con el impacto del ajuste sandinista que con las medidas del ajuste de 1990. El ajuste de l988 impactó severamente a todos los estratos del SIU en forma indiscriminada. Durante 1990, el SIU acomodado se benefició, aún en condiciones de ajuste, en un 54% y el SIU popular en su conjunto enfrentó problemas de reproducción de sus actividades, con una disminución de sus ingresos reales en un -6 %.

En su conjunto, los ingresos del SIU aumentaron en un 31%, comparados con un deterioro de un -75% en 1988. Quizás lo que más diferencia a los dos ajustes es el grado de diferenciación social y de desigualdad que ha generado el segundo, el implementado por el nuevo gobierno.

Cuadro 1



Bajo el ajuste de 1988-89, la encuesta reveló una leve tendencia en la que todos los subsectores del SIU y sus distintos estratos tuvieron que emplear la estrategia de despedir empleados de la microempresa e incorporar fuerza de trabajo familiar no remunerada, lo que actuó como un colchón contra el desempleo. En esos años se notó, a la vez, una tendencia en las familias del SIU a buscar trabajo en el sector formal de la economía.

Con el ajuste de 1990, el empleo ha sido más estable en el SIU. La encuesta revela una leve tendencia a sustituir la fuerza de trabajo familiar con empleados y se detecta una tendencia a disminuir la venta de su propia mano de obra en el sector formal de la economía, lo que es debido tanto a un ajuste más suave como a la reducción de la oferta de trabajo. Mientras que en 1989 un 40% de las empresas encuestadas fueron obligadas a buscar crédito informal con altas tasas de interés para financiar el deterioro de su capital de trabajo, en l990 sólo un 17% de las empresas recurrieron a fuentes de crédito.

Impacto de un ajuste desarticulado

Las capas superiores del SIU se beneficiaron de dos elementos del ajuste de 1990. El primero fue fruto de la lucha de los trabajadores del sector público y el segundo fue producto de las incoherencias de la política económica del gobierno. En primer lugar, el incremento de los salarios públicos (gubernamentales e industriales) actuó como un motor para el SIU. Cuando los salarios suben, el SIU se beneficia. Cuando bajan, el luchas de los empleados públicos, que marcaron tanto el año 1990, ayudaron indirectamente al SIU.

En segundo lugar, el SIU se benefició de una economía de tres monedas distintas mantenidas a lo largo del año por el gobierno. El SIU pudo comprar importaciones en dólares devaluados y vender en córdobas inflados. Es decir, la desarticulación e incoherencia de la política económica de 1990 en términos de la subvaluación del dólar, de la sobrevaluación del córdoba oro y de un régimen de tasas de inflación en córdobas chancheros superiores a las tasas de devaluación del córdoba chanchero - fenómenos ya señalados en este análisis - actuaron como un colchón parcial para el SIU acomodado.

Estas incoherencias, junto con la expansión del déficit fiscal, que fueron malas noticias para la economía en su conjunto (una caída del PIB en un -6.5%), estimularon al SIU. Lo negativo para la economía nacional se convirtió en un alivio para el SIU acomodado y para el conjunto de su subsector comercial. De igual manera a lo ocurrido durante el primer año de la gestión sandinista, con una economía subsidiada, el SIU logró recuperarse durante 1990 por una política que subsidiaba sus actividades.

Además de esto, el SIU aprovechó la creciente cantidad de remesas familiares internacionales que en 1990, según un estudio reciente de Nitlapán, superaron la cifra de 80 millones de dólares. En términos de la generación neta de divisas, las remesas internacionales representan el rubro de exportación más importante de Nicaragua, por encima del café. El producto exportado es la mano de obra familiar al sector formal de la economía norteamericana, y los dólares que los familiares envían desde afuera juegan un papel significativo en la economía al incrementar la demanda que estimuló al SIU comercial durante el año. Finalmente, una avalancha de casi 140 millones de dólares salidas de las casas de cambio estimuló el cúmulo de demanda en la economía, lo que también se convirtió en un alivio para este
sector.

Comercio favorecido y producción castigada

La política económica de 1990 favoreció el comercio aún más que antes. Más llamativa que la expansión del comercio grande y mediano, alimentado por el capital de la "miamiada" -repatriados de cierto capital provenientes del extranjero, especialmente de Miami -, ha sido el crecimiento del comercio callejero. Cholutequita ha llegado a ser parte del vocabulario nacional. (El mercado de contrabando proveniente de Honduras, llamado así por la ciudad hondureña del sur cercana a la frontera nicaragüense, Choluteca). Se habla del Banco Oriental, refiriéndose al Mercado Oriental. El SIU reflejó en 1990 la tendencia general de la economía nicaragüense. Hubo claras ventajas para el sub-sector comercial en relación al sub-sector de servicios y un deterioro.

Cuadro 2



El cuadro 2 analiza las distintas actividades (comercio, servicios y producción) en forma abstracta, independientemente del tamaño y capital de la empresa e independientemente de la inserción de la actividad en una familia determinada. De hecho, las familias combinan distintas actividades de comercio, servicio y producción además de que miembros de su familia perciben salarios en las grandes empresas del sector formal. El cuadro 2 nos da una visión de los subsectores del SIU en términos estrictamente económicos, sin tomar en cuenta el componente de la estrategia de sobrevivencia familiar y la diversificación de la empresa.

Como se ve en el cuadro 2, el sub-sector comercial se quedó con la parte del len en 1990, aumentando sus ingresos en dólares corrientes en un 316%. En cambio, el sub-sector servicios y producción del SIU quedaron muy a la zaga, con incrementos de un 223% y un 112% respectivamente. Las ventajas claras del comercio sobre la producción en el SIU se deben a la desarticulación del ajuste sandinista durante la transición de gobierno y después, a la política económica del nuevo gobierno que ha desnacionalizado nuestra economía. Esa política facilitó la compra barata de bienes importados para vender caro dentro del territorio nacional, estimulando la espiral inflacionaria y debilitando la producción de bienes y servicios de consumo interno, especialmente los que tienen un bajo componente de insumos importados.

El cuadro 2 demuestra no sólo el predominio del sector comercial en el SIU, sino el peso que ejerce la realidad de las subvaluación del dólar. Para el SIU, igual que para los otros sectores de la economía y el PIB nacional, un aumento del ingreso en dólares no es igual al incremento en el poder de compra. La diferencia demostrada es de un 90% para el conjunto del SIU. El sub-sector productivo incrementó sus ingresos en un 112% y salió ganando sólo un 2% en su poder de compra. El subsector comercial compra apenas aumentó un 51%. No hay ningún trabajador que no entienda la merma de su poder de compra, a pesar de que su salario aumente en dólares o en su equivalente en córdobas chancheros.

Es menos comprensible el caso del comerciante que gana muchos dólares y avanza poco en sus ingresos reales, pero es más importante para entender la incoherencia de la lógica del ajuste de 1990. Esa lógica ha sido: estafar para quedar igual. Las ganancias en el sector comercial se merman fuertemente dentro del juego de las tres monedas. Los comerciantes, aún el pequeño comercio del SIU, estafan para quedar casi igual, pero la economía nacional decreció en casi un 6%.

¿Cuál es el mecanismo que devaluó el dólar dentro de la política económica en 1990? Hay un juego de tres monedas en la economía que subvalúan al dólar. El juego funciona así: la tasa de inflación de los bienes y mercancías supera a la tasa de devaluación del córdoba chanchero, que está ligado a la tasa de inflación de los bienes y servicios medido por el IPC (el Indice de Precios al Consumidor). Sin producción y reactivación de la economía no se puede solucionar el problema de inflación. Por otro lado, el córdoba chanchero está ligado al córdoba oro, que está casado ficticiamente en una paridad con el dólar.

En el pueblo se dice: 1 córdoba oro = 1 dólar = una cantidad cada vez más alta de córdobas chancheros. El dólar, por estar casado con el córdoba oro, pierde constantemente su poder de compra porque la tasa de inflación va para arriba constantemente por falta de oferta e incremento de productividad y racionalidad en la economía, mientras que el dólar queda pegado al córdoba oro que funciona por un lado como moneda de cuenta y por otro como devaluador del dólar.

El resultado del juego es el siguiente: los que tienen más bienes y mercancías (o sea capital) en sus empresas o negocios, ganan independientemente de su eficiencia o racionalidad económica porque se benefician de la subvaluación del dólar y de la falta de bienes y servicios en una economía hiperinflacionada.

Esta ha sido una de las principales razones por las que el ajuste económico en 1990 no ha logrado plenamente sus objetivos. Desnacionalizó y dolarizó la economía nicaragüense con un dólar devaluado, abriendo espacio para ganancias en los sectores más capitalizados sin exigencias de racionalización de su producción y servicios. Como se ha señalado en el análisis del sector agropecuario, la presión para la racionalización de la producción ha venido predominantemente por el lado de una fuerte iliquidez para los productores. La liquidez de la economía en 1990 país en forma significativa de la esfera de la producción hacia la esfera del comercio.

Diferenciación social y desigualdad en el SIU

El nivel de desigualdad se ha ensanchado en el SIU a lo largo de 1990. Para medir este proceso de diferenciación social, se puede elaborar una tipología en base a la cantidad de capital que maneja cada empresa:

Tipo 1:

SIU-Acomodado Comercial con capacidad de reproducción de su actividad (de 1,000 a 6,000 dólares de capital). Tienden a ser microempresas con más de 5 años de existencia y poseen más capital mientras mayor sea su experiencia en el SIU.

Tipo 2:

SIU-Acomodado Servicios con capacidad de reproducción de su actividad (de 1,000 a 6,000 dólares de capital). Tienden a introducirse en el sector después que el tipo anterior y poseen mejores ingresos mientras mayor sea el tiempo de existencia de la empresa.

Tipo 3:

SIU-Acomodado Productivo con capacidad de reproducción de su actividad (de 1,000 a 6,000 dólares de capital). Tienden a ser microempresas con más de 10 años de existencia, las más antiguas de la tipología.

Tipo 4:

Tipo SIU-Popular Comercial (menos de 1,000 dólares de capital) Mientras más antiguas son las microempresas que pertenecen a este tipo se nota mayor capital y mejores ingresos. Este tipo tuvo una capacidad de reproducirse durante 1990 no por su propia coherencia sino por los subsidios generales que hubo para el comercio durante 1990.

Tipo 5:

Tipo SIU-Popular Servicios sin capacidad de reproducción de su actividad principal (menos de 1,000 dólares de capital). Las empresas en este sector tienden a ser menos antiguas que en el resto de los tipos debido a su alta rotación. En la estrategia de sobrevivencia familiar de este tipo hay más importancia de la asalarización de su fuerza de trabajo en el sector formal de la economía.

Tipo 6:

SIU-Popular Producción en deterioro, sin capacidad de reproducción de su fuerza de trabajo (menos de 1,000 dólares de capital). Tienden a ser empresas con más antigüedad en el SIU y en ellas predomina la elaboración de alimentos. Es el tipo que más depende de la venta de su fuerza de trabajo fuera de la empresa. El ingreso por salarios no super un 30% de sus ingresos totales ni al principio ni al final del año 1990.

La tipología esta construída no sólo en base a la cantidad de capital, sino también en base a la actividad principal de las familias al inicio de 1990. En el cuadro 3 se puede apreciar el deterioro de las actividades principales de los estratos más pobres del SIU.

Cuadro 3



Como indica el cuadro 3, los ingresos de la actividad principal del tipo 6 se han deteriorado en un -37% y los ingresos de los servicios populares en un -19%(medidos en dólares constantes de diciembre/89). Son precisamente estos dos tipos los que mostraron una contracción de empleo, tanto en sus empresas como en el mercado de trabajo en el sector formal de la economía. Entre los tipos populares sólo la actividad de comercio experimentó un incremento en sus ingresos de un 11%. Aunque el ingreso del estrato pobre de comerciantes no incrementó en términos de poder de compra de la canasta básica (Ver cuadro 2), se ha podido defender debido a una política económica que ha sido tan favorable al comercio. Sin embargo, los comerciantes acomodados tienen incrementos notables en dólares constantes(116 %), lo que se convierte en un incremento del 51% en su poder de compra.

En el SIU Acomodado, todos los sub-sectores han podido aumentar los ingresos en su actividad principal pero son notables los problemas que enfrenta la producción con respecto a las actividades comerciales. El SIU acomodado productivo sólo ha podido incrementar sus ingresos en un 36%, muy a la zaga del sub-sector comercial cuyo incremento fue de un 116%. Lo que evidencian los Cuadros 1, 2 y 3 es la creciente desigualdad al interior del SIU en sus actividades microempresariales. Se ensancha la brecha entre los acomodados y los pobres del sector. Es decir, en 1990 el impacto del ajuste en el SIU ha sido igual en la ciudad y en el campo. El SIU popular productivo ha sufrido las consecuencias igual que el campesinado pobre. Como en el sector agropecuario, el impacto del ajuste significa la descapitalización de las empresas de los productores más pobres.

En el SIU Acomodado Comercial y de Servicios, un 69% de las empresas se capitalizó con nuevos locales, maquinaria, herramientas, insumos y mercancías. En cambio, sólo un 8% del SIU Popular(Comercial, Servicios y Producción) logró un cierto nivel de capitalización de sus empresas. Un 72% del popular sufrió descapitalización (venta de artículos domésticos, ropa, joyería, etc. para poder mantener su actividad productiva).

Gráfico



Hasta ahora sólo se ha analizado el impacto del ajuste de 1990 sabido, las familias del SIU muchas veces complementan sus ingresos microempresariales con la venta de su mano de obra en el sector formal de la economía y con las remesas familiares internacionales, que no representan otra cosa que la exportación y venta de su mano de obra en los Estados Unidos. Los gráficos 2 y 3 demuestran los cambios en el ingreso familiar total de cada uno de nuestros tipos, medido en términos de poder de compra de la canasta básica.

Se dio una invasión desnacionalizante de productos importados. La propició la sobrevaluación del córdoba con respecto al dólar y el fácil acceso que los comerciantes tuvieron a divisas baratas. La propició también la reforma tributaria, que abarató las importaciones, rebajando sus impuestos y aranceles.

Diversificación: estrategia del SIU

La respuesta fundamental del SIU a las condiciones de ajuste económico en 1990 ha sido la diversificación de sus actividades económicas, tanto dentro del mismo sub-sector como hacia otros sub-sectores. La diversificación de sus actividades principales dentro del mismo sub-sector aparece tanto en el tipo de mercancías puestas a la venta como en la diversificación del mercado del SIU (lugar de venta). Casi las dos terceras partes de las empresas encuestadas se quejaron de la contracción del mercado para sus actividades. El auge de la importación de productos y repuestos extranjeros y la creciente competencia les obligan a diversificar sus microempresas.

Gráfico



El sector informal más acomodado se benefició en 1990 de la lucha de los trabajadores del sector público por aumentar sus salarios y de las incoherencias de la política económica del gobierno. En el comercio se detecta, en la mayoría de los casos, un incremento de la variedad de productos ofrecidos al consumidor, como una estrategia contra el crecido número de comerciantes. La estrategia ha sido la de combinar la venta de productos nacionales con productos importados. Dentro del SIU Acomodado Comercial aparece una tendencia a incrementar los productos
importados.

El grado de diversificación, tanto en el SIU Acomodado Comercial como en el SIU Popular fue de un 60%. En los servicios, la diversificación dentro de su actividad principal presenta más problemas que en el comercio. Fue levemente más pronunciada en el SIU Acomodado Servicios(50%) que en el SIU Popular Servicios(40%). La estrategia de diversificación en el SIU Popular Servicios ha sido la incorporación de actividades comerciales en su microempresa.

En el SIU productivo el grado de diversificación dentro del rubro principal es del 86%, tanto en el acomodado como en el popular. La recesión productiva y el proceso de diferenciación y desigualdad obligan a estos artesanos a diversificar igual fue en mostrado el grado más alto de diversificación

En más de un 80% de los casos estudiados, ha habido una diversificación o intentos de diversificación de los mercados para la adquisición o la venta de sus productos fuera de Managua. Lo primero se debe a las claras ventajas del contrabando. Lo segundo indica no sólo la competencia contra las nuevas empresas del SIU, sino también una fuerte contracción de las actividades productivas en los departamentos del país.

Este tipo de diversificación dentro de la actividad principal ha sido acompañado por una diversificación menos pronunciada hacia nuevos tipos de actividades o de recomposición de la estrategia productiva. Entre el SIU Acomodado y el SIU Popular existen diferencias pronunciadas en el recambio de estrategia empresarial . El SIU Acomodado Comercial, a pesar de las ventajas en las actividades comerciales, utilizó sus ganancias del comercio para diversificar sus microempresas familiares en actividades de servicios, incrementando sus ingresos en los servicios en un 64%.

El SIU Acomodado Servicios diversificó su microempresa mejorando sus ingresos levemente por la vía de la producción. Las microempresas del SIU Acomodado Productivo diversificaron hacia el comercio, dejando sus actividades en el sub-sector de servicios. Finalmente, tanto el SIU Acomodado Productivo como el Comercial, mejoraron sus ingresos en un 23% por vía de los salarios en el sector formal, donde el trabajo calificado fue revalorado. El peso de los salarios en el SIU Acomodado representa la estrategia de profesionales que habían abandonado el sector formal al entrar en el SIU y ahora vuelven al sector formal sin abandonar sus actividades microempresariales. En sus microempresas se nota una leve recuperación de nivel de mano de obra contratada. Estas tendencias pueden verse en el gráfico 4.

Gráfico







La diversificación hacia nuevas actividades en el SIU Popular responde a la lógica de la diferenciación social. Con nuevas actividades comerciales, el SIU Popular Servicios logró una reproducción mínima de sus microempresas, percibiendo un 30% de sus ingresos familiares totales en el comercio, como puede verse en el gráfico 4. El SIU Popular Productivo, con una merma tan fuerte de lo s ingresos en su actividad principal, no tuvo suficiente capital para la estrategia de diversificación en el comercio y sus microempresas entraron en quiebra. De hecho, el deterioro de sus empresas significaba una caída en los ingresos familiares de un -4%.

Reconversión al estilo del SIU

La contracción del mercado desde 1984 y los retos de reproducción de la microempresa y de la sobrevivencia familiar han obligado a un intenso proceso de racionalización en la utilización del capital en el Sector Informal Urbano y a una remuneración de su fuerza de trabajo como se puede apreciar en el cuadro 4.

Cuadro 4




1) Ingreso promedio del 26/11/90, que incluye los ingresos del dueño de la microempresa y sus familiares. No incluye salarios pagados a sus empleados y asalariados. Representa el ingreso neto de la microempresa.

(2) Ingreso promedio mensual de los dueños de la microempresa generado por trabajador de la microempresa, sea familiar o fuerza de trabajo contratado. Por cada trabajador no remunerado en el SIU Acomodado hay 0.61 empleados. En el SIU Popular hay un 0.1 empleados por cada trabajador familiar no remunerado. Esto es una manera de medir la productividad global de mano de obra y la eficiencia en el uso de la fuerza de trabajo que tiene la microempresa.

El cuadro 4 muestra que las empresas más pobres del SIU son dos veces más eficientes en el uso del capital que las empresas del estrato superior. La población económicamente activa (PEA) de acomodado en un 25%. Sus familias trabajan más y con más eficiencia con su capital que las del estrato superior. Por cada dólar invertido perciben ingreso de $0.42, mensual mientras las capas superiores del SIU sólo rinden $0.20 mensual por dólar invertido. Sin embargo, los ingresos por trabajador no remunerado en el SIU Popular de 114 dólares mensuales son sólo una tercera parte de los del SIU Acomodado($328 mensual), lo cual indica la importancia que tiene el acceso al capital. El cuadro 4 muestra además que la eficiencia de capital en comercio asciende muy por encima del capital de servicios y producción, tanto en los estratos acomodados como en los populares.

Cabe aquí preguntar si el conjunto del SIU no es más eficiente que el grupo de empresas de carácter monopólico en Nicaragua. El sector industrial, a pesar de su superioridad en la cantidad de capital por trabajador y en otra serie de ventajas de las que goza, sólo pudo generar en noviembre de l990 ingresos de 153 dólares por trabajador, un 6% por debajo de los ingresos de 163 dólares generados por cada trabajador en el SIU.

El cuadro 4 muestra las ventajas que las condiciones macroeconómicas dieron al comercio para potenciar su capital sobre los servicios y la producción. Sin embargo, en cuanto a productividad de fuerza de trabajo, los servicios sobrepasan al comercio y la producción, tanto en el SIU Acomodado como en el SIU Popular. La producción ocupa el tercer lugar en ambos indicadores de productividad.

Las microempresas del SIU ya habían pasado por un proceso de reconversión y racionalización en su utilización de capital al comenzar el año 1990. Durante el año, la reconversión de sus actividades fue más prominente en el sector productivo, por estar amenazado por una política económica de sobrevaluación de la moneda nacional que encarecía su producción con respecto a la producción del resto de Centroamérica. La producción en el SIU depende mucho más de insumos nacionales que en el comercio y en los servicios. Los artesanos del SIU sufrieron igual que el campesinado un proceso de reconversión forzosa.

Los panaderos empezaron a producir bolillos en vez de las barras de pan. Los carpinteros redujeron la cantidad de madera utilizada, cambiando el estilo de sus muebles. Igual hicieron las costureras y los zapateros, buscando estilos que utilizaran menos insumos o entrando en la línea de producción de ropa y zapatos para niños.

La reconversión y racionalización fue menor en el sector comercial y menor aún en el de servicios. Un 90% de las empresas del sub-sector productivo encuestado habían iniciado una estrategia de fuerte competencia, bajando sus precios de venta. En esa misma estrategia les siguieron el SIU popular de servicios y el SIU acomodado de servicios, en ese orden. Los comerciantes favorecidos por las condiciones macroeconómicas tuvieron menos interés en la estrategia de reducir sus precios para ganar más los comerciantes más acomodados la implementaron.

El sector informal de la economía sacó mucho beneficio de las tres monedas que circulan en el país a lo largo del 90. Pudieron comprar productos importados baratos, en dólares devaluados. Y pudieron vender esos mismos productos caros, en córdobas inflados. Las remesas familiares provenientes de Estados Unidos totalizaron en 1990, 80 millones de córdobas. Son ya el "rubro de exportación" más importante de Nicaragua, por encima de las divisas que se obtienen con la exportación del café.

Un porvenir incierto para el SIU

Todo indica que las condiciones macroeconómicas que dieron lugar a la recuperación del SIU a nivel microeconómico van a desaparecer en 1991.

* El Fondo Monetario Internacional impondrá a Nicaragua una devaluación del córdoba oro, eliminando para el SIU la posibilidad de comprar productos e insumos importados en dólares devaluados para venderlos en córdobas sobrevaluados.

* A inicios de 1991 el gobierno empezó a recortar la oferta de dólares en las casas de cambio, y esto también tendrá un impacto negativo sobre la suerte del SIU. También afectar al SIU comercial.

* Si se cumple el plan gubernamental presentado en París de restringir la liquidez a la producción, el SIU productivo y de servicios enfrentar en 1991 más contracción de la demanda de sus actividades.

* Si el gobierno sigue reduciendo los ingresos de los asalariados públicos e industriales, como lo ha hecho drásticamente durante los últimos meses de 1990, esto tendrá un efecto recesivo sobre este sector de la economía. La suerte del SIU está estrechamente ligada a la demanda que generan los salarios de los obreros.

* Durante 1991 sólo queda asegurado el flujo de remesas familiares internacionales, pero un estudio reciente de la CEPAL ha indicado que la mayoría de estas remesas familiares están siendo absorbidas por familias sin actividades en el SIU. Además, la guerra del Golfo, al empeorar aún más la recesión en la economía norteamericana, reducir la cantidad de remesas
recibidas en Nicaragua.

Lo mas probable durante 1991 es la repetición del escenario del ajuste económico de junio/88 y una recesión profunda de las actividades e ingresos del Sector Informal Urbano, tanto en las capas superiores que tuvieron durante este año capacidad de reproducción de sus actividades como en las capas más pobres que no pudieron reproducir sus empresas en un esquema sin las restricciones que imponen los acuerdos con el FMI. Las empresas del SIU, tanto acomodadas como populares, experimentaron más descapitalización y más expoliación a manos de los prestamistas. Con la política económica del gobierno se incrementar la insatisfacción, el robo y otras formas de descomposición social en la medida en que se quiten los subsidios para el comercio y la especulación en la economía. Por su bajo sandinista no busca en el SIU una base social, la insatisfacción de este sector no contribuir probablemente en forma significativa a la protesta política contra el gobierno.

Rafael Solís, diputado sandinista en la Asamblea, justificando la implementación de otro paquete sin pueblo, sin políticas alternativas para aprovechar la eficiencia de la producción popular, escribió en un artículo aparecido en diciembre en Barricada, que el FSLN no se podía oponer a dicho paquete porque lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa El SIU, que representa alrededor de un 45% de la Población Económicamente Activa de Nicaragua, ¿estar de acuerdo con su afirmación?.

CUARTA PARTE: LOS ESCENARIOS PARA 1991

Dos ejes: el acuerdo con el FMI y la concertación

A inicios de 1991, la coyuntura económica está tensionada por dos factores principales: 1) los resultados de las negociaciones con el FMI y 2) el impacto del acuerdo y las tensiones económicas que provoca sobre la estabilidad de los acuerdos de concertación entre el gobierno y el FSLN y sobre la capacidad de los dos contrincantes políticos de superar sus divisiones internas y de presentar proyectos económicos nacionales coherentes. Las divisiones al interior de los dos bloques ser n exacerbadas o disminuidas según sea el tipo de acuerdo al que se llegue con el FMI.

El eje principal de los posibles escenarios en 1991 van a ser las negociaciones con el FMI. El país no puede iniciar su recuperación económica sin obtener la ayuda externa. Con el recambio en Europa Oriental y la guerra del Golfo sólo quedan como fuentes posibles el FMI y el Banco Mundial, que
conjuntamente condicionarían su apoyo a los acuerdos que se establezcan entre el FMI y el gobierno sobre la política económica a seguir. Los temas principales de la negociación serán cinco:

- El ritmo y la radicalidad de la devaluación del córdoba oro, en los que el Fondo exigir más y el gobierno pedir menos, temiendo que las consecuencias de esta devaluación aumenten la ingobernabilidad del país, particularmente en las ciudades, donde esto impactar con más fuerza.

- La política crediticia, en la que tanto el Banco Central como el FMI tendrá n un criterio de austeridad, pese a que los nuevos recursos externos permitan al gobierno utilizar el crédito para estimular las inversiones en el sector agroexportador y para

- El tamaño del déficit fiscal, punto de agenda en el que el Fondo exigir más reducción y el gobierno pedir menos, a pesar de encontrarse en una situación relativamente favorable para reducirlo.

- El tema de la privatización de la banca, del comercio, de la industria y de las tierras del APP, programa que el gobierno necesita avanzar por razones políticas en una forma concertada, mientras que el Banco lo exigir en forma más radical a mediano plazo.

- La gestión de los programas compensatorios para los sectores populares con fondos de la AID o de organismos internacionales como el PNUD y su Fondo Internacional de Emergencia Social.

La oposición sandinista y su proceso de concertación con el gobierno sobre el empleo público y el posible esquema de privatización - segundo eje de la coyuntura de 1991 -, condicionan en alguna medida las negociaciones a causa del problema de la ingobernabilidad del país. Sin embargo, la incidencia de la oposición sandinista en el proceso seguir siendo meramente contestataria por falta de propuestas y alternativas viables en los temas de la devaluación, del uso del crédito y de los paquetes compensatorios, y por las divisiones internas del sandinismo con respecto a su política de concertación.

En base a estos dos ejes, las negociaciones con el FMI y el proceso de concertación, se ven cuatro posibles escenarios:

Escenario 1: Violeta en el país de las maravillas

En este primer escenario, se logra un acuerdo amplio con el FMI en condiciones relativamente flexibles, que permite la implementación de un programa de estabilización económica gradual. Esta gradualidad consiste en una devaluación real limitada de la moneda nacional - que enviaría una clara señal a los sectores exportadores -, acompañada por una reorientación del crédito interno desde el sector público hacia el sector productivo. Tal reorientación se hace posible por una reducción del déficit fiscal, basada en el corte de más de un 50% en el gasto militar, sin afectar el empleo civil, tal como establece el presupuesto aprobado por la Asamblea Nacional. La privatización se realiza siguiendo el modelo HATONIC, priorizando a la burguesía, a la vez que dando cuotas a la pequeña burguesía sandinista y a los sectores populares, incluidos los contras. El logro de las tasas de crecimiento de un 5% proyectadas en el documento de París y un salto en la coherencia y eficiencia administrativa del gobierno completan este escenario, poco probable.

En este escenario, el sector informal urbano sale perjudicado, comercio. También el sector empresarial comercial e industrial resultan afectados, pues también dependen de los dólares baratos. Sin embargo, puede haber una reactivación de la demanda urbana si se desarrollan proyectos de construcción de viviendas e infraestructura en las ciudades. También puede haber paquetes compensatorios apoyados por la AID que transfieran subsidios a través de crédito para microempresas y programas de distribución de alimentos en los barrios urbanos más empobrecidos.

En cambio, en el sector rural los efectos de la estabilización gradual beneficiarían a los empresarios agroexportadores y a una fracción del campesinado rico que también produce rubros exportables. Las capas mas pobres del campesinado que se orientan a la producción de granos básicos continuarían empobreciéndose. Sin embargo, también es posible que para este último sector se desarrollen programas AID que transfieran subsidios, especialmente para el campesinado de frontera agrícola donde el apoyo a la ex-contra es fuerte. Este esquema supondría un flujo importante de ayuda externa que podría apoyar la reactivación de la actividad económica nacional.

A nivel político, habrían condiciones para fortalecer la concertación, para una consolidación de la opción socialdemócrata en el seno del FSLN y para una profundización de la división entre el Gobierno y el COSEP. En este escenario, el movimiento popular y las experiencias alternativas en economía popular tendrían un espacio para su desarrollo en la medida en que evitaran ser clientela política de los actores políticos nacionales y pudieran utilizar los recursos concedidos en los paquetes económicos compensatorios no como subsidio sino para construir la base de su propia autonomía económica.

Escenario 2: Violeta en el país de las turbulencias

Se produce un acuerdo estrecho con el FMI, que impone un programa convencional de ajuste shock. En este escenario, el FMI se sale con la suya forzando al gobierno a implementar un ajuste shock, que comprende una fuerte devaluación real de la moneda nacional, restricciones aún mayores del crédito a los sectores productivos, medidas drásticas de reducción del déficit fiscal - mayores de las ya acordadas en la Asamblea Nacional - y un proceso de privatización que incluye no sólo las empresas productivas y de servicios sino también a la banca nacional, beneficiando casi exclusivamente a la burguesía.

En este escenario, se profundizan los efectos recesivos sobre los sectores productivos y sociales orientados al mercado interno: los empresarios vinculados a la industria y al comercio, el sector informal urbano y los campesinos pobres productores de granos básicos. Asimismo, los asalariados del campo y la ciudad sufren un fuerte descenso de sus salarios reales y aumenta sustancialmente el desempleo creando condiciones propicias para la inversión extranjera en proyectos como las zonas francas. Por acomodadas del campesinado reciben un fuerte impulso económico y el proceso de diferenciación social se acelera en el campo y en la ciudad.

Al igual que en el escenario anterior, el fuerte impacto social de estas medidas puede ser paliado mediante la reactivación de la industria de la construcción en las ciudades y a través de la transferencia de subsidios al sector informal urbano y al campesinado a través de programas compensatorios con financiamiento externo.

A nivel político, se consolida el gobierno de la UNO con el apoyo del COSEP. El proyecto económico del COSEP y la AID se fortalecen frente al proyecto de concertación con el sandinismo. Por otro lado, las tensiones económicas entre las capas populares impulsar n al FSLN a abandonar gran parte del proceso de concertación económico-social, al mismo tiempo que se profundizar la crisis del FSLN entre los moderados y los radicales, cuyas perspectivas han quedado atrapadas en la década de los 80.

En este escenario, con la fractura de la concertación, el movimiento popular podría desviarse hacia acciones meramente contestatarias, en la inútil búsqueda de un cambio de signo del ajuste y de una vuelta al pasado. Mientras que las cúpulas moderadas del FSLN podrían vivir en este invernadero contestatario esperando las elecciones de 1996, las organizaciones populares no podrían darse ese lujo sin arriesgar que las condiciones económicas desarticulen su dinamismo. La organización económica entre las clases populares ser particularmente difícil en este segundo escenario.

Escenario 3: Violeta en el país de las incoherencias

Se rechaza o se demora el acuerdo con el FMI. En este escenario, no hay acuerdo con el FMI y hay una demora en ponerse de acuerdo para un programa. El rechazo podría venir de cualquiera de las dos partes. Por parte del FMI - como ya lo han insinuado representantes del Banco Mundial -, porque el gobierno carece de un programa económico de suficiente coherencia frente a una situación de ingobernabilidad y por tanto el Fondo no quiere arriesgarse en Nicaragua. Por parte del gobierno, porque le resulta políticamente inviable aceptar las magnitudes de los ajustes que se le quieren imponer.

La situación económica continúa con altos niveles de incoherencia como hasta nuestros días, basada en la indexación de la economía al dólar, con créditos restringidos a los sectores productivos, con los mismos niveles de déficit fiscal y con un esquema de privatización que al igual que en el escenario 1 sigue el modelo de HATONIC.

Los principales beneficiarios de la continuación de la actual empresarios ligados a la industria y al comercio. El campo sale en general afectado pues los agroexportadores son perjudicados por la sobrevaluación de la moneda nacional y los campesinos pobres por la fuerte restricción crediticia. Los asalariados del campo y la ciudad no sufren una drástica caída de su salario real sino más bien una erosión paulatina.

El flujo de ayuda externa permanece estancado y no se pueden financiar programas especiales dirigidos a reactivar la economía o a transferir subsidios, por lo que las presiones sociales aumentan. En este contexto, en vez de aceptar un acuerdo estrecho con el FMI en abril, el gobierno se ve obligado a pedir un programa shock en el segundo semestre de 1991.

El gobierno se debilita por las presiones de la derecha al interior de la UNO, mientras que al interior del FSLN permanecen las discrepancias, pero se mantiene aún la unidad. Este escenario abre una coyuntura de búsqueda de propuestas realmente nacionales. Pero una alternativa de desarrollo requiere más que propuestas e ideas. Hace falta una acumulación de experiencias populares en el gobierno económico desde abajo.

Escenario 4: El pueblo en el país de las esperanzas

Se logra un programa de ajuste con participación popular. En este último escenario, el gobierno, desde una perspectiva de desarrollo nacional de mediano plazo, presionado por fortalecidos movimientos de organizaciones campesinas, de gremios de artesanos, de la pequeña industria nacional, del movimiento cooperativo urbano y rural, llega a acuerdos con el FMI que incluyen los intereses y el potencial de la producción campesina y artesanal y de la pequeña industria nacional.

Hay ayuda externa pero limitada, que se utiliza mayormente para reactivar la economía popular, pero sin excluir las contribuciones de sectores empresariales capaces de llevar a cabo un proceso de racionalización y reconversión de sus empresas sin las ventajas que un programa convencional les concede en términos de descapitalización de la producción, creciente proletarización, desempleo y salarios bajos, que incrementan sus niveles de
rentabilidad.

En realidad, este escenario es una versión mejorada del primero, teniendo como diferencia básica que el eje del programa de ajuste es el apoyo a la reconversión de los sectores productivos y sociales. Tiene ventajas sobre el primero porque garantiza una recuperación de la producción interna, componente crucial en cualquier reactivación económica. El primer escenario solo trata este problema en forma compensatoria y como mecanismo político para socavar a la oposición, creando clientelas políticas en vez de una base social cuyos intereses económicos estén a mediano plazo representados en el programa de estabilización y ajuste. FSLN sobre si hay un co-gobierno o no, y el FSLN se renovaría movilizando a los sectores populares alrededor de sus propias alternativas y presionando al gobierno para que avance en esa
dirección.

En realidad, este es el escenario que Nicaragua mas necesita en términos económicos y sociales. Sin embargo, no se considera posible este escenario en el corto plazo. Es un escenario para el mediano plazo y un eje de esperanza para el movimiento popular. Es un escenario por construir desde abajo, por cuanto no existen aún propuestas alternativas nacionales con raíces en la práctica y la experiencia de organizaciones populares, particularmente en la autogestión económica no subsidiada, que se contrapongan a la desnacionalización progresiva o acelerada que se genera en las otras opciones de política económica que se han analizado.

Por no existir estas alternativas, el proceso de concertación entre el FSLN y el gobierno mantendrán su triple cara a lo largo de 1991: contestataria por el lado popular, racional porque busca mantener el Protocolo de Transición y beneficiaria para la emergente clase empresarial sandinista. Sin embargo, se pueden esperar los inicios de un reacomodo creativo a la nueva coyuntura internacional y nacional por parte de algunas fracciones en las bases del movimiento popular. Lo más probable para 1991 es una combinación de los escenarios 2 y 3 con una leve posibilidad de acordar un programa mínimamente suavizado con el FMI.

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