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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 99 | Noviembre 1989

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El Salvador

Más allá de la mesa de negociaciones

El inicio del proceso de diálogo entre el gobierno de Alfredo Cristiani y los revoucionarios del FMLN despertó grandes expectativas. Pero los resultados obtenidos en la mesa de conversaciones no llenan esas expectativas.

Equipo Envío

No fue posible abordar puntos de fondo, debido a lo contradictorio de las posiciones y al escaso margen de negociación y hasta de discusión y hasta de discusión que tenía la delegación gubernamental.

Más allá de la mesa de negociaciones, en el terreno de los hechos y después de las dos reuniones, quedó evidenciada más claramente que nunca la existencia de dos proyectos totalmente opuestos al interior de la sociedad salvadoreña.

Rendición o democratización

El régimen de Alfredo Cristiani sostiene que para finalizar la guerra es necesaria la rendición del FMLN. Plantea parar primero la guerra y llegar a acuerdo después. La tesis de ARENA parte de esta base; el FMLN esta débil política y militarmente por las presiones internacionales y por el corte de la supuesta ayuda militar que recibe del exterior, por lo que está forzado a una negociación desventajosa.

Esta tesis contradice la realidad de estos 10 años de guerra, en los que el ejército salvadoreño ha sido - y continua siendo- incapaz de derrotar al FMLN, fortalecido a tal punto que puede llegar a la mesa de negociación al mismo nivel que su contraparte. Resulta iluso, entonces, el plantear que el FMLN cese las hostilidades "ya" y se someta luego a acuerdos bajo las reglas del juego que le imponga el sistema contra el cual se alzó en armas.

Lo que plantea el FMLN es la finalización de la guerra como producto de la negociación entre las partes, haciendo énfasis en la necesidad de iniciar la democratización del país y de lograr un cese al fuego como culminación de una serie de acuerdos políticos.

Este planteamiento sostiene que finalizar el conflicto pasa necesariamente por resolver las causas que lo originaron. En San José la delegación del FMLN presentó una serie de documentos que resumen lo que pudiera ser un programa básico para todo la nación.

Entre los puntos fundamentales propuestos está la autodeterminación del ejército, que consiste a lo inmediato en el pase a retiro del actual grupo hegemónico dentro de la Fuerza Armada, la llamada "Tandona", compuesta por oficiales totalmente ligados a la corrupción y a los crímenes de guerra. También se proponen medidas de guerra. También se proponen medidas encaminadas a la profesionalización del ejército, de manera que se dé una real supeditación del poder militar al poder civil que sea escogido libremente por el pueblo. Y no como ha sucedido en la historia de El Salvador, durante los últimos 60 años, cuando las diferentes modalidades de dictaduras militares han impuesto su dominación a la sociedad civil. El FMLN propone como punto básico la desmilitarización de la sociedad salvadoreña como premisa fundamental para el logro de la paz en el país.

Otro punto de su propuesta programática es una serie de reformas a la Constitución Política y al sistema judicial para garantizar el respeto a los derechos humanos. Exige el FMLN el juicio a los responsables del asesinato de Monseñor Romero. Y también medidas económicas transitorias para desactivar la confrontación social.

Una vez logrados acuerdos iniciales sobre todos estos puntos, el FMLN ha manifestado su voluntad de iniciar un proceso de cese de hostilidad que conduzca a su incorporación a la vida política para competir en igualdad de condiciones y en elecciones democráticas con su proyecto político revolucionario.

A esta serie de importantes propuestas, el gobierno sólo da una reiterada y única respuesta: la democratización sólo se logrará cuando el FMLN cese las hostilidades y acepte el régimen actual como un gobierno legítimo y "de derecho".

El concepto de "hostilidades" fue ampliamente debatido en el encuentro de San José y quedó claramente establecida la radical diferencia entre ambas partes. El gobierno entiende las hostilidades como "toda agresión o acto hostil o que afecte la vida nacional, en los campos político, económico social y militar que atente contra el gobierno y la Fuerza Armada". Cualquier protesta de las organizaciones populares y fuerzas políticas que se manifiesten en contra del régimen establecido entra en esta calificación. Una posición obviamente anti-democrática.

Para el FMLN, las hostilidades no son sólo las relativas al enfrentamiento militar entre las partes, sino también "los actos de hostilidad del estado y las fuerzas armadas contra los ciudadanos".

Como resultado de la reunión de San José, ambas partes convinieron en que "el cese de hostilidades debe entenderse como el fin del conflicto armado y la obtención de la paz firme y duradera, lograda a través de acuerdos políticos".

Asimismo, convinieron en la necesidad de lograr, acuerdos para, en una primera etapa, concertar el cese del enfrentamiento militar y todo acto que irrespete los derechos de la población, para luego concertar el cese definitivo de las hostilidades.

Estos planteamientos, que fueron defendidos básicamente por el FMLN, fueron aceptados, en la mesa, por la delegación del gobierno.

Obstáculos para la negociación

Las reacciones del Alto Mando del Ejército, dirigentes del Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y del mismo presidente Cristiani después de las conservaciones de San José, expresan su negativa a la negociación. De hecho, descalificaron en la práctica lo que su comisión había firmado en la mesa de diálogo. Los militares, ARENA y el gobierno rechazaron rotundamente el esquema planteado por el FMLN y contenido en los acuerdos ya firmados diciendo que no era siquiera discutible. El punto de la autodepuración del ejército y concretamente la demanda de retirar a "la Tandona" causó verdadera conmoción al interior de la cúpula militar, que dejó ver claramente que su opción es la de un diálogo prolongado que no llegue nunca a una negociación real y que les permita ganar tiempo para derrotar militarmente al FMLN.

Para el ejército no es discutible tampoco el punto de la democratización del país, pues sostiene que en El Salvador se desarrolla ya un proceso democrático del que los militares se autoproclaman garantes. Los hechos demuestran lo contrario.

Después del encuentro en Costa Rica se registró un sensible incremento de la represión contra el movimiento popular, y de los atentados contra miembros de partidos opositores al gobierno, escalada que culminó con el criminal atentado conata el local sindical de FENASTRAS, que dejó como saldo 40 víctimas y causó gran indignación nacional e internacional.

El movimiento gremial y sindical responsabilizó directamente del hecho al Alto Mando del Ejército y lo calificó como una "declaración de guerra contra el movimiento popular".

Todas estas acciones evidencian que en El Salvador no existe una democracia. El FMLN suspendió su participación en la reunión de Caracas (acordada en San José para noviembre), hasta analizar en qué condiciones su participación contribuye o no al proceso negociador.

El FMLN no quiere que el diálogo sea utilizado para encubrir el incremento de la represión contra el movimiento de la represión contra el movimiento popular. Esto, en vez de contribuir a consolidar el proceso negociador, lo desgasta. la decisión del FMLN sino en la nación entera.

Aumenta la polarización

El problema de fondo en El Salvador ya está planteado: cómo resolver la polarización entre los dos proyectos existentes. La posible solución tiene relación directa con la correlación de fuerzas que existe al interior de El Salvador.

Por un lado, el Gobierno de ARENA y la Fuerza Armada están dispuestos a consolidar a toda costa su proyecto de características fascistas, que tiende a cerrar los espacios democráticos en el país y a favorecer a los sectores más conservadores, lo que tradicionalmente han monopolizado el poder.

Por el otro, el FMLN reivindica "ahora más que nunca" la necesidad de hacer uso de sus fuerzas militares para defender su programa mínimo y legítima el derecho a la autodefensa popular para quebrar las voluntades que se oponen al proceso de y negociación.

En estos momentos lo que caracteriza el conflicto es la decisión de la mayoría de las fuerzas sociales de lucha por la paz.

Más allá de la mesa de negociaciones, el conflicto en El Salvador lo resolverá quien tenga capacidad de involucrar a todas las fuerzas de la nación en un proyecto que arranque las raíces del conflicto armado y acelere la hora de paz.

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