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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 465 | Diciembre 2020

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Internacional

Fascismo 2.0 en 8 lecciones

En este texto de su autor, una referencia mundial en el campo de las Ciencias Sociales, faltan algunos nombres. Falta el de Daniel Ortega, magnífico alumno de las ocho lecciones del Fascismo 2.0

Boaventura de Sousa Santos

Es imposible predecir hoy, 16 de noviembre de 2020, lo que va a pasar en Estados Unidos durante las próximas semanas. Hay varias preguntas cruciales en el aire que por ahora no tienen respuesta.

¿Hubo o no fraude electoral? Si lo hubo, ¿fue suficiente para invertir los resultados? ¿Será la transición de Trump a Biden una transición de Trump a Trump? ¿O una transición de Trump a un acuerdo de compromiso en el Congreso como el que, tal y como aconteció tras las disputadas elecciones presidenciales de 1876, el candidato ganador asume la Presidencia aceptando el compromiso extraelectoral? ¿Habrá violencia en las calles, ya que cualquier solución margina a una parte importante y polarizada de la sociedad?

Por ahora, todas son incógnitas. No obstante, hay algunas certezas muy sombrías para el futuro de la democracia. Me concentro en una. Me refiero al curso intensivo de Fascismo 2.0 que Donald Trump ha impartido a lo largo de estos cuatro años a los aspirantes a dictadores, a líderes autoritarios y fascistas de todo el mundo.

El curso tuvo su momento más álgido en la clase magistral que Trump comenzó a dar desde la Casa Blanca a las 2.30 de la madrugada, hora de Washington D.C., del 4 de noviembre. El tema general del curso es “Cómo utilizar la democracia para destruirla” y se divide en varios subtemas y en ocho lecciones.

En este texto me referiré brevemente a las principales. Las tres primeras lecciones se refieren a las elecciones. El resto, a la política y al gobierno. El objetivo general del curso es inculcar la idea de que la democracia sólo sirve para llegar al poder. Y una vez en el poder, ni el modo de gobierno ni la alternancia democrática en el gobierno son aceptables.

LECCIÓN 1: NO RECONOCER RESULTADOS ELECTORALES DESFAVORABLES


El tema de la clase del día 4 fue cómo rechazar los resultados electorales cuando no nos convienen, cómo crear confusión en la mente de los ciudadanos inventando sospechas de fraude que, independientemente de los hechos -aunque pudieran existir-, surtan efecto. La lección enseña que las sospechas tienen que formularse de la manera más extrema y delirante.

Ya en la campaña electoral de 2016, Trump había abordado este tema y la lección había sido seguida por sus alumnos predilectos -a quienes considera amigos personales-, Rodrigo Duterte de Filipinas y Jair Bolsonaro de Brasil. Ya en septiembre de 2018 Bolsonaro afirmó: “No acepto un resultado diferente que el de mi elección”.

Muchos de los alumnos restantes estuvieron muy atentos esa madrugada de noviembre. Entre otros, Recep Tayyip Erdogan en Turquía, en Egipto Abdel Fattah al-Sisi, al que Trump considera “mi dictador favorito”, así como Narendra Modi en la India. Otro alumno atento fue Yoweri Museveni, el presidente de Uganda, en el poder desde 1986, quien tiene la intención de volver a presentar su candidatura en 2021.

En Europa, la clase fue numerosa en alumnos. Incluyó a Viktor Orbán, a Matteo Salvini, a Marine Le Pen, a Santiago Abascal y a André Ventura.

LECCIÓN 2: TRANSFORMAR MAYORÍAS EN MINORÍAS


Cada vez que las mayorías electorales no favorecen la causa fascistizante, es urgente convertirlas en minorías sociológicas. De esta manera, las elecciones pierden legitimidad y la democracia se convierte en una maniobra de los grandes intereses económicos y mediáticos.

El alumno portugués, André Ventura, aprendió esta lección más rápido que cualquier otro. En declaraciones concedidas al diario “Expresso” el 7 de noviembre, declaró sobre la victoria de Biden: “Me temo que haya ganado la voz de las minorías que prefieren vivir a costa del trabajo de los demás”.

LECCIÓN 3: DOBLES CRITERIOS


Nada de lo que es desfavorable para la causa puede evaluarse con los mismos criterios que se aplican a lo que resulta favorable. Por ejemplo, si se sabe con clara probabilidad que la gran mayoría de los votos por correo son a favor de la causa fascistizante, éstos deben considerarse no sólo legales, sino especialmente recomendables en tiempos de pandemia.

De lo contrario, hay que insistir en que esos votos son un instrumento de fraude que priva a los votantes del momento único de la proximidad física y social a la democracia. La prueba del supuesto fraude no importa, siempre que la sospecha sea lanzada de inmediato y con la invención de estrategias fraudulentas imaginarias.

LECCIÓN 4: NUNCA HAY QUE HABLAR
PARA EL PAÍS, SIEMPRE PARA LA BASE SOCIAL


Esta lección es crucial porque es la que más directamente contribuye a socavar la legitimidad de la democracia. Si la lógica es promover una corriente de opinión antisistema, no tiene sentido gobernar para quienes, a pesar de tener quejas, aún no han renunciado a verlas atendidas por el sistema democrático.

Idealmente, la base social debería ser al menos del 30% y hay que cultivar su lealtad de manera inequívoca en el tiempo, tanto si se está en la oposición como si se está en el gobierno. El contacto con la base debe ser directo y permanente. La base permanecerá unida y organizada en la medida en que deje de confiar en cualquier otra fuente de información.

A partir de ahí, los hechos que desmienten al líder dejan de ser relevantes. A lo largo de cuatro años, Trump fue capaz de mantener su base, como Orbán en Hungría y Modi en la India. Lo mismo puede decirse de Bolsonaro.

La autoestima de la base social es el único servicio político serio. Los eslóganes que invocan la autoestima y la grandeza deben reciclarse. “Make America Great Again” fue una consigna ya utilizada antes por Ronald Reagan. Las consignas de las dictaduras también se pueden reciclar, sobre todo porque con el tiempo se fueron legitimando. El reciclaje puede ser integral (“Brasil: ámalo o déjalo”) o modificarse (en lugar de “Angola es nuestra”, “Portugal es nuestro”).

LECCIÓN 5: LA REALIDAD NO EXISTE


El líder muestra control de los hechos principalmente cuando detiene la realidad supuestamente adversa. O cuando, al no poder detenerla, le quita todo su dramatismo.

Trump mostró el camino: se detiene la pandemia si deja de hablar de ella. Y para que deje de ser grave, basta con dejar de hacer pruebas intensivas. Tener miedo a la pandemia es un signo de debilidad. Trump quiso salir del hospital con la camiseta de Superman. Según Bolsonaro, tener miedo a la pandemia es cosa “de maricas”.

A su vez, la pandemia se devalúa en las mentes de la base comparándola con las pandemias que generó el sistema (de¬sem¬¬pleo, pérdida de soberanía, falta de acceso a los servicios de salud...). O, en la versión tropical, apelando a la fatalidad de la muerte (Bolsonaro: “Algún día todos moriremos”).

Como para el fascismo la mentira es tan verdadera como la verdad, cuanto más dramático sea el contraste de la invención con la realidad, tanto mejor.

Hay muchos ejemplos de verdades “irrelevantes” que deben esconderse. La administración Trump aumentó, en lugar de reducirlas, las desigualdades sociales: durante la pandemia la riqueza de los multimillonarios aumentó en 637 mil millones de dólares, en los últimos meses 40 millones de estadounidenses perdieron sus trabajos, 250 mil murieron con Covid-19, la tasa de mortalidad más alta del mundo, la hambruna en las familias se triplicó desde 2019 y el aumento de niños desnutridos fue del 14%, y también se levantó la moratoria sobre los desalojos y millones pueden ser lanzados a la calle.

Esta lección explica que todo lo que no se pueda negar es natural o es humanamente imposible de controlar. El altísimo número de muertes en Brasil es obra del destino y lo mismo ocurre con los incendios en la Amazonía, ya que, por definición oficial, los incendios son incontrolables y nadie es responsable de ellos.

LECCIÓN 6: EL RESENTIMIENTO
ES EL RECURSO POLÍTICO MÁS PRECIADO


Gobernar contra el sistema es imposible, dado que parte del propio sistema es el que financia el fascismo 2.0. Por eso, es fundamental ocultar las verdaderas razones del descontento social y hacer creer a las víctimas del sistema que los verdaderos agresores son otras víctimas.

La base organizada quiere ideas simples y juegos de suma-cero: ecuaciones intuitivas entre quién gana y quién pierde. Por ejemplo, hay que decirles que el aumento del desempleo se debe a la entrada de inmigrantes, aunque su cantidad sea mínima y realmente irrelevante. Hay que hacer creer al trabajador blanco empobrecido que su agresor es el trabajador negro o latino aún más empobrecido que él. Hay que decir que la crisis de la educación y de los valores se debe a la astucia de los pobres que, gracias a los “empresarios de los derechos humanos”, tienen más derechos, sean mujeres, homosexuales, gitanos, negros o indígenas. Nunca deben faltar chivos expiatorios, sólo es necesario saber cómo elegirlos. Ésta es la habilidad máxima del líder fascista.

La política del resentimiento requiere, además de chivos expiatorios, de teorías de la conspiración, de demonización de los oponentes, del ataque sistemático a los medios de comunicación, a la Ciencia y a todo el conocimiento que exija una pericia especial. Requiere también de la incitación a la violencia y al odio para eliminar argumentos. Y, sobre todo, de la autoglorificación del líder como único defensor confiable de las víctimas.

LECCIÓN 7: SIN SABERLO,
LA POLÍTICA TRADICIONAL ES LA MEJOR ALIADA


Desde el momento en que la alternativa socialista desapareció del escenario político, la política perdió credibilidad como ejercicio de convicciones. Ese momento coincidió con el fortalecimiento del neoliberalismo como nueva versión del capitalismo.

Esa versión, una de las más antisociales de la historia del capitalismo, provocó la destrucción o erosión de las políticas de protección social y de las clases medias allí donde existían. Provocó también la creciente concentración de la riqueza y la aceleración de la crisis ecológica.

Los valores liberales de la Revolución Francesa (libertad, igualdad, fraternidad) fueron perdiendo sentido para la gran mayoría de la población, que se considera abandonada, marginada, sea cual sea el partido en el poder.

Con el descrédito de los valores liberales, perdieron sentido las ideologías democráticas asociadas a ellos: la convivencia pacífica, el respeto a los adversarios políticos, la moderación y la contradicción en la argumentación, la rotación en el poder, el consenso y la negociación.

Estos valores e ideologías, que siempre han correspondido a la experiencia práctica de una pequeña porción de la población, son ahora basura histórica que hay que barrer. El vacío de los valores permite tanto el desprecio por la verdad, como la imposición de valores alternativos: la prioridad de la familia, la jerarquía de razas, el nacionalismo étnico-religioso, el mito de la “edad de oro” en el pasado aunque el pasado haya sido, en realidad, de plomo. Es éste el caldo de cultivo para la cultura de la polarización.

LECCIÓN 8: POLARIZAR, POLARIZAR SIEMPRE


El centrismo político ha muerto y sólo la radicalización compensa. En las circunstancias actuales, la polarización siempre refuerza a la derecha y a la extrema derecha. La polarización ya no es entre izquierda y derecha. Es entre el sistema (deep State, Estado profundo) y las mayorías desheredadas, entre el 1% y el 99%. Esta polarización fue intentada en los últimos años por la izquierda institucional y extra-institucional, pero algunas de esas izquierdas acabaron sometiéndose servilmente a las instituciones capitalistas.

Cuando el centrismo se rebeló, fue neutralizado. Esto no le puede pasar al fascismo 2.0 porque sencillamente, lejos de estar en contra del 1%, es ese 1% quien lo financia. La polarización fascista contra el 1% es meramente retórica y pretende disfrazar la verdadera polarización, que es entre la democracia y el fascismo 2.0.

La vieja derecha piensa que domestica a la extrema derecha. Pero, de hecho, sucederá lo contrario. Un ejemplo portugués: el partido de centro derecha, PSD (Partido Social Demócrata), está dispuesto a asociarse con el partido Chega, de extrema derecha, “si éste se modera”. Respuesta inmediata del líder de Chega: no es Chega el que se va a moderar, es el PSD el que se va a radicalizar. En este caso, el aprendiz del fascismo 2.0 es el mejor profeta de la época.

DOCTOR EN SOCIOLOGÍA POR LA UNIVERSIDAD DE YALE, CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD DE COIMBRA Y EN LA UNIVERSIDAD DE WISCONSIN-MADISON

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