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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 132 | Noviembre 1992

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Honduras

Partidos = Pleitos = Politiquería

La ley electoral en vigencia obliga a los partidos políticos legalmente inscritos a realizar elecciones internas para la selección de sus autoridades y de los candidatos a ocupar puestos en el aparato estatal.

Equipo Envío

El Partido Nacional, tradicional partido político de los terratenientes hondureños, ha sido el que más difícilmente se ha adaptado a las elecciones internas y ha terminado por repudiarlas, por ser el partido con mayor tradición de verticalismo y de autoritarismo.

Partido Nacional: rechazo a las elecciones internas

Las elecciones internas para la selección de candidatos para las elecciones presidenciales de 1989, que se realizaron en diciembre de 1988, fueron puramente simbólicas. Rafael Leonardo Callejas, máximo líder del movimiento o corriente política interna del Partido Nacional denominada Movimiento Nacional Rafael Callejas (MONARCA), negoció previamente con los líderes de los otros movimientos dándoles una cuota de puestos en el aparato estatal.

El Movimiento Oswaldista, que lideraba el abogado Oswaldo Ramos Soto, recibió varias diputaciones al Congreso Nacional y la titualridad de varios Ministerios para sus seguidores más cercanos y la titularidad de la Corte Suprema de Justicia para sí mismo. El abogado Leonardo Matute Murillo, que lideraba un movimiento político realmente minúsculo, recibió la titularidad de la Procuradoría General de la República. De este modo, las elecciones internas del Partido Nacional solo sirvieron para ratificar las negociaciones de la cúpula del MONARCA.

Estas elecciones y las tensas disputas de las corrientes internas del Partido Liberal en las mismas fechas, constituyen la experiencia más reciente que ha inducido al Partido Nacional a rechazar este mecanismo. Para la cúpula del Partido Nacional, la derrota del Partido Liberal en las elecciones presidenciales de 1989 se debió a lo enconado de las disputas generadas por las elecciones internas. Las ofensas que intercambiaron entre sí los adherentes a los diferentes movimientos, desgastaron al Partido Liberal y conspiraron contra la unidad interna. Tampoco olvida el Partido Nacional una elección interna de 1988, en la que un simpatizante de uno de los que competían por ostentar la candidatura oficial del Partido Nacional a la alcaldía de la capital, disparó contra un simpatizante de otro de los candidatos.

Demasiados candidatos

Estas consideraciones son importantes para comprender dos fenómenos que se dan en el Partido Nacional, que se prepara actualmente para las elecciones presidenciales de 1993. En primer lugar, el gran número de aspirantes presidenciales al interior del Partido es un hecho poco frecuente. Poco después de haber asumido el actual Presidente, varios miembros del partido lanzaron sus candidaturas presidenciales.

Así surgieron las candidaturas de Oswaldo Ramos Soto por el Oswaldismo y la de Rodolfo "Fito" Irías Navas por el Monarca. Irías Navas es el presidente del Congreso Nacional de la República. Además de estas candidaturas, fueron apareciendo un conjunto de candidatos con bases sociales relativamente minoritarias. Entre ellos, Efraín Reconco Murillo, Oscar Siri Zúniga y Fernando Lardizábal Guilbert, que unieron sus candidaturas; Carlos López Contreras, que terminó uniendo sus precarias bases sociales a las de Oswaldo Ramos Soto; y Leonidas Rosa Bautista y Roberto Martínez Lozano.

Este número desusado de aspirantes presidenciales en el Partido Nacional tiene una razón de ser: están convencidos de que la mejor manera de obtener posiciones en el aparato estatal para ellos y para sus más cercanos colaboradores es crear un movimiento político cuyo apoyo deba ser negociado por las corrientes internas mayoritarias de su partido.

En segundo lugar, las negociaciones para que las elecciones internas de 1992 sean puramente simbólicas como las de 1989, se han torcido. Todo empezó en abril, cuando después de un sondeo de opinión, el Presidente Callejas y otros líderes del Monarca indujeron a "Fito" Irías Navas a deponer sus aspiraciones presidenciales en favor de doña Alba Nora Gúnera de Melgar Castro, viuda del General Castro, que en los últimos años de su vida se reveló como un notable líder político.

La señora de Melgar Castro había iniciado su campaña postulándose como candidata a la reelección a la alcaldía de la capital. Pero algunos conocidos líderes monarquistas, la indujeron a aspirar a la candidatura presidencial del Monarca, que se considera el movimiento mayoritario del Partido Nacional. Otro sondeo de opinión llevó a Callejas a quitarle esta candidatura y a negociar, en su ausencia, una alianza con el movimiento oswaldista, cuyo candidato, Ramos Soto, fue elevado a candidato oficial. Esto ocurrió el pasado 20 de julio. La señora de Melgar Castro se postula de nuevo a la alcaldía municipal de Tegucigalpa, pero reclamó y obtuvo una cuota de puestos en el aparato estatal para sus más cercanos seguidores.

El Oswaldismo y el Monarca creían que con la unión de sus fuerzas y la correspondiente distribución de los cargos de elección popular entre los principales líderes de estos movimientos le habían ganado la batalla a las elecciones internas, que nuevamente sería de carácter simbólico.

Sin embargo, el movimiento de Martínez Lozano, conocido con las siglas de Roma y Rosa Bautista, de Alero, se negaron a plegarse a la candidatura oficialista y exigen la celebración de elecciones internas verdaderas para una redistribución de los cargos de elección popular en el aparato estatal. Martínez Lozano y Rosa Bautista confían en que sus movimientos políticos se vayan potenciando con el ingreso de los políticos que han mostrado su desacuerdo con Monarca y el Oswaldismo.

El club de Coyolito

Para cerrar este molesto debate y evitar la realización de verdaderas elecciones internas, el Comité Central Ejecutivo del Partido Nacional, acusado de parcializarse con los movimientos mayoritarios, tomó la decisión de descalificar los minoritarios. El movimiento Unidad Nacionalista de Lardizábal Guilbert y Siri Zúniga había sido descalificado previamente por un recurso de amparo, según el cual estos movimientos internos no pueden ser inscritos legalmente para participar en las elecciones internas del partido, debido a que el Comité Central Ejecutivo del Partido Nacional había encontrado en las planillas presentadas por estos movimientos a personas que ya habían fallecido.

Ante esta acusación, Martinez Lozano respondió poniendo en evidencia una vez más un conflicto interno que sacude al Partido Nacional: "Muertos no hay en nuestras planillas, tampoco en nuestras conciencias. Quizá, nuestras planillas vengan pintadas de lodo, quizás vengan irrigadas de sudor porque fueron construidas básicamente por el sector de los pobres de Honduras. No quieren que vayamos a elecciones internas del partido porque esos pobres van a ir a las urnas a interpelar a los candidatos ricachones que, por tener mucha plata, se creen los dueños y señores de este gran partido".

Por otra parte, el candidato oficial, Ramos Soto, tiene un pesado lastre en su actividad pública reciente: su asociación con los militares que en la década pasada se involucraron en la "desaparición" física de personas relacionadas con los movimientos revolucionarios de Nicaragua y El Salvador y/o estuvieron comprometidos contra la política contrarrevolucionaria de los Estados Unidos en el área centroamericana.

Otro conflicto interno divide al Partido Nacional desde que, a mediados de la década del 80, el actual Presidente Callejas y un pequeño núcleo de empresarios, tecnificaron los registros del Partido Nacional y sustituyeron a la vieja guardia de dirigentes políticos emprendedores. Este grupo es conocido como el "Club de Coyolito", un balneario ubicado en el Pacífico hondureño, al cual concurre habitualmente el Presidente Callejas a pasar vacaciones. Se ha dicho frecuentemente que el "Club de Coyolito" es el que toma las decisiones dentro del Partido Nacional. Las declaraciones de Martínez Lozano que hemos reproducido más arriba, reflejan un gran malestar contra el denominado "Club de Coyolito".

Se rompió el juego

La lucha librada por Martínez Lozano y por Rosa Bautista para lograr la redistribución de las cuotas de poder político al interior del Partido Nacional por la vía de las elecciones internas no funcionó. El comité central del partido nacional, que estaba decidido a impedir la celebración de elecciones internas verdaderas, se salió con la suya, ya que el 22 de octubre el Tribunal Nacional de elecciones decidió denegar la inscripción electoral de las planillas de Martinez Lozano y de Rosa Bautista alegando documentación insuficiente para la sustentación de las mismas. Martinez Lozano y Rosa Bautista han acusado al Comité Central Ejecutivo del Partido Nacional de haber manipulado la documentación por ellos presentada y de haberles cerrado toda posibilidad de ajustarlas a los requisitos que exige la ley electoral y la de las organizaciones políticas.

Así las cosas, las elecciones internas del Partido Nacional, que deberán celebrarse el 29 de noviembre, serán puramente simbólicas. Servirán únicamente para ratificar las planillas que llevan a la cabeza la candidatura del abogado Oswaldo Ramos Soto, el que desde ya se perfila como el indiscutible candidato presidencial del Partido Nacional para las elecciones presidenciales de 1993.

La decisión del tribunal nacional de elecciones de excluirlos de las elecciones internas ha dejado a Martínez Lozano y a Rosa Bautista enfrentados a dos opciones. La primera, impugnar la decisión del tribunal nacional de elecciones ante la Corte Suprema de Justicia, sin expectativas de éxito ya que este alto organismo judicial del Estado está controlado por el Partido Nacional. La segunda, subirse a la locomotora del oswaldismo como ya lo ha hecho Fernando Lardizábal Guilbert. Una locomotora azul es el símbolo electoral del abogado Ramos Soto.

Martínez Lozano, el más ardoroso de los aspirantes presidenciales que demandaba elecciones internas, se ha negado reiteradamente a subirse a la locomotora azul de oswaldismo y ha reiterado que prefiere quedarse "afuera del partido, con todos sus amigos y seguidores, que prestarse al juego del oficialismo". Todavía queda mucho tiempo por delante para determinar si la exclusión de Martínez Lozano y Rosa Bautista de las elecciones internas del Partido Nacional tendrá un impacto negativo sobre las posibilidades electorales de este partido político de cara a las elecciones presidenciales de 1993.

Partido Liberal: entre la aceptación y la duda

El partido liberal, donde tradicionalmente han compartido el liderazgo los hijos de los terratenientes, los empresarios capitalistas modernos y la pequeña burguesía urbana, aceptó la idea de las elecciones internas con menos reticencia que el partido nacional. Pero las elecciones internas sólo sirvieron para revitalizar la lucha interna que había venido enfrentando a las, por mucho tiempo, dos alas básicas del partido. Una de estas alas estaba formada por los seguidores de Modesto Rodas Alvarado, que fue transitando hacia posiciones conservadoras. La otra ala decidió cobijarse, durante algún tiempo, bajo la bandera de la izquierda democrática latinoamericana. En los años 70 el ala reformista del Partido Liberal fundó la Alianza Liberal del Pueblo (ALIPO). En forma paralela, los seguidores de Rodas Alvarado formaron el Movimiento Liberal Rodista.

En las elecciones internas realizadas para escoger al candidato oficial para las elecciones presidenciales de 1989, Carlos Flores Facussé y Carlos Montoya, que habían hecho su carrera política al interior del conservador Movimiento Liberal Rodista, obtuvieron la mayoría de los votos del Partido Liberal. Sin embargo, Flores Facussé superó en votos al movimiento político que apoyaba la candidatura de Carlos Montoya y se convirtió en el candidato oficial del Partido Liberal.

Pero Flores Facussé fue derrotado en las elecciones presidenciales de 1989 por el actual Presidente de la República, Rafael Leonardo Callejas. Al evaluar la derrota sufrida en las elecciones presidenciales de 1989, algunos analistas liberales coincidieron con loslíderes de la cúpula del Partido Nacional en que las elecciones internas desgastan a los partidos políticos y generan fricciones y heridas entre los adherentes a un partido político que resultan difíciles de restañar, por lo que las consideraron contraproducentes.

"Las corrientes internas -se lee en un documento oficial del Partido Liberal- no obstante su finalidad democrática y participativa, producen un serio desgaste en la institución, que se manifiesta tanto en la actividad política como en el aspecto financiero. Las corrientes en países pequeños como Honduras, además de los hechos apuntados, se traducen en una atomización interna de las organizaciones políticas dejando graves secuelas de divisionismo y de insolidaridad partidaria, propiciando con ello, algunas veces, verdaderas disminuciones en el proselitismo y desavenencias a nivel de dirigentes y de base".

Esta evaluación del papel de las elecciones internas en el proceso electoral, que da cuenta del paso de una posición de aceptación inicial a una posición de duda y hasta de rechazo, tiene cierto impacto en el comportamiento de los líderes políticos liberales al interior de sus propios movimientos. A este nivel, algunos líderes liberales están autorizando la realización de arreglos políticos de cúpula y de sondeos de opinión pública para determinar el grado de popularidad de sus candidatos a puestos electivos en ciudades importantes del país.

Sin embargo, la preocupación por diferenciarse del Partido Nacional en esta materia, ha hecho que los líderes de los movimientos del Partido Liberal estén preparándose actualmente para medir fuerzas en las elecciones internas del 6 de diciembre. Las apelaciones a no seguir el "mal ejemplo" del Partido Nacional en materia de elecciones internas han resultado un argumento persuasivo para inducir a los líderes de los movimientos del Partido Liberal a renovar su compromiso con la práctica de las elecciones internas. Un joven líder liberal dice al respecto: "No sigamos fatalmente los ejemplos de los nacionalistas. No seamos víctimas del espejismo aquel de que ellos ganaron en 1989 porque no fueron a elecciones internas y nosotros sí. Ellos ganaron porque su organización fue superior y porque nuestro descuido fue inexcusable, a tal grado que les permitió hacerse del manejo de los organismos electorales".

El movimiento reinista

El movimiento más fuerte del Partido Liberal es el Movimiento Liberal Reinista que dirige Carlos Roberto Reina. Reina capitanea un movimiento político integrado básicamente por antiguos líderes políticos del Movimiento Liberal Rodista, que pretenden continuar ostentando en forma vitalicia los cargos de elección popular que actualmente ocupan. Según un editorialista local, "el Movimiento de Reina está acaparando a la mayoría de las momias liberales, que al verse a punto de perder la enésima oportunidad de convertirse en diputados, no les importa tragarse los insultos de comunista que contra Reina lanzaron hace algunos años".

El Movimiento Liberal Reinista controla actualmente el Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal y por tanto, los "sellos del partido". Reina ha levantado como bandera proselitista la lucha contra la corrupción al presentarse como el adalid de la "revolución moral".

Otras fuerzas al interior del Partido Liberal

Le sigue en importancia el Movimiento Liberalismo Renovador (LIBRE), que postula a candidatura presidencial del banquero y empresario Jaime Rosenthal Oliva, que aspira a hacer al interior del Partido Liberal lo que Rafael Leonardo Callejas y su pequeño grupo de empresarios hicieron en el Partido Nacional: tecnificarlo y alejar del liderazgo a la vieja guardia del Partido Liberal, que se niega a desalojar las posiciones de poder que ha venido ostentando por más de una década.

Rosenthal Oliva ha dejado entrever esta intención al hablar de la "sampedranización" del Partido Liberal. San Pedro Sula, donde vive el propio Rosenthal Oliva y algunos de los cuadros más importantes de su movimiento político, es la principal ciudad industrial del país y es uno de los más prósperos y progresistas centros industriales del istmo centroamericano. Rosenthal Oliva ha renunciado, sin embargo, a las ideas reformistas que proclamaba en la década del 70 y se presenta hoy en día como un candidato político más bien moderado. Es posible que ello tenga que ver con el hecho de que Rosenthal Oliva se ha convertido en los últimos años en uno de los hombres más ricos del país.

Al movimiento liberal Renovador (LIBRE) le sigue en importancia el Movimiento Liberal Montoyista y el Movimiento Liberal Villedista que son liderados por Carlos Montoya y Ramón Villeda Bermúdez. Verdaderamente minoritarios son los movimientos políticos que postulan las candidaturas presidenciales de Gloria Mejía de Jalil y la de Rodolfo Pastor Fasquelle. La señora de Jalil, la única mujer que ha hecho pública su aspiración a ser candidata presidencial por su partido político, ha sido diputada y aspirante a la alcaldía de Tegucigalpa. Pastor Fasquelle, historiador y empresario, como le gusta designarse, es novato en política. Es la primera vez que participa activamente en la política en la búsqueda de un cargo de elección popular.

Los aspirantes a la candidatura presidencial del Partido Liberal que participarán en las elecciones internas, fueron inscritos legalmente por el Tribunal Nacional de Elecciones el 20 de octubre. Durante algunos días se habló de que la señora Mejía de Jalil y el Doctor Pastor Fasquelle no serían inscritos por el Tribunal Nacional de Elecciones por no tener al día toda la documentación. Sin embargo, parece ser que la decisión del representante del Partido Liberal ante el Tribunal Nacional de Elecciones en contra de Maríinez Lozano y Leonidas Rosa Bautista, permitió a este partido obtener el apoyo de los representantes del Partido Nacional ante el Tribunal Nacional de Elecciones, que se pronunciaron de todos los candidatos del Partido Liberal que presentaron planillas para las elecciones del 6 de diciembre.

Los minoritarios: el PDCH y el PINU

El Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH) y el partido de Innovación y Unidad Nacional (PINU) son, en el espectro político hondureño, partidos políticos verdaderamente minoritarios. Para dar una idea del carácter minoritario de estos partidos políticos basta recordar que en las elecciones de 1989, el PDCH obtuvo 25,423 votos y el PINU 33,952 frente a los 917,168 votos del Partido Nacional y los 776,983 votos del Partido Liberal.

El PDCH está dividido actualmente en tres movimientos o corrientes políticas internas: el movimiento jefeado por Ignacio Osorto; el Movimiento Auténtico de Renovación Demócrata Cristiano (MARDC) que lidera Augusto Cruz Ascensio, y el movimiento "10 de septiembre", en el cual se agrupa Marco Orlando Iriarte y otros reconocidos líderes de la Democracia Cristiana Hondureña como Juan Ramón Maríinez, Efraín Díaz Arrivillaga y Hernán Corrales Padilla.

Un eterno candidato

En un pleno de PDCH celebrado el 25 y 26 de julio recién pasado, la facción leal a Ignacio Osorto tomó la decisión de ofrecer la candidatura presidencial del PDCH al Doctor Gregorio Reyes Mazzoni, un acaudalado médico hondureño retirado, que hizo la mayor parte de su práctica profesional en los Estados Unidos y ha sido una especie de aspirante presidencial permanente por el Partido Nacional en la última década.

La selección del Doctor Gregorio Reyes Mazzoni como candidato del PDCH, que el galeno retirado aceptó de buen grado, ha creado todo tipo de reacciones tanto al interior como al exterior del PDCH. Una de las reacciones menos apasionadas fue la de un editorial del diario La Trina que observó con un poco de sorna: "En la Democracia Cristiana, como si no tuvieran una sola figura prominente a quien poner su propia militancia, se fueron a darle la candidatura presidencial a don Gregorio Reyes Mazzoni, quien hace unos días atrás anuncio ser precandidato en el Partido Nacional".

Apenas unos días antes habían empezado a aparecer en notorios puntos de la ciudad carteles que anunciaban la intención de Reyes Mazzoni de lanzarse de nuevo al ruedo político como aspirante a candidato presidencial del Partido Nacional. En estos carteles podía verse la fotografía de Reyes Mazzoni circundada por las siguientes frases: "Partido Nacional de Honduras. Dr. Gregorio Reyes Mazzoni, Presidencia 1994-1998. Dios, Patria, Familia". Con un sentido un poco más cáustico, un periódico universitario apuntó lo siguiente: "Los demócrata-cristianos le han echado el ojo al bolsillo del galeno Gregorio Reyes Mazzoni. Como ellos no tiene interés en la Presidencia de la República, puesto que suficiente tienen con los cargos del Registro Nacional de las Personas y el Tribunal de las Personas y el Tribunal de Elecciones, esta posición se la ofrecen a cualquier persona que quiera pagar por ella. Aparentemente, el retirado médico y cirujano no se quiere morir sin el gusto que los hondureños, aunque sean unos cuatro, voten por él para Presidente de la República".

La DC internacional

La reacción al interior de los grupos opositores al oficialismo del PDCH fue, como era de esperarse, mucho más apasionada y diferentes figuras destacadas acusaron de "truchanes" a la dirigencia oficialista del PDCH. Consideraron como "espúrea" la candidatura de Reyes Mazzoni, a quien ni siquiera se le pidió que renunciara al Partido Nacional para convertirse en un militante con pleno derecho del PDCH.

Ahondando un poco más en las motivaciones para ceder la candidatura a Reyes Mazzoni, un analista político demócrata-cristiano sostuvo que "los demócrata-cristianos que dirigen el PDCH están colaborando con la estrategia de la DC internacional, puesto que al comprometer la existencia del partido hondureño en las próximas elecciones, se facilita la posibilidad de que el Partido Nacional asuma la ideología demócrata-cristiana".

Para fortalecer su argumentación, el analista político aludido observó que el Partido Nacional de Honduras pertenece a la Democracia Cristiana Internacional en carácter de observador. en el Partido de Innovación y Unidad (PINU) se hacen los preparativos para realizar elecciones internas. Ya han sido programadas las elecciones para seleccionar al candidato a primer diputado por el departamento de Cortés, que ha tenido históricamente la posibilidad de acceder al Congreso Nacional, como ocurrió en las elecciones pasadas con el líder campesino Luis Lagos, actual diputado al Congreso Nacional. Lagos ha anunciado su intención de participar en las elecciones internas que el PINU tiene programadas en el departamento de Cortés con el objeto de lograr su reelección.

En relación al candidato presidencial del PINU, se pensó originalmente en ofrecer tal honor a Enrique Aguilar Cerrato, el histórico y simbólico candidato a la presidencia del país que el PINU ha venido presentando desde inicios de la década del 80, pero como ya había sido previsto por algunos observadores, decidió delcinar el ofrecimiento de su partido. Esto perfiló como candidatos a Carlos Sosa Cioello, al empresario Olban Valladares y al abogado Germán Leitzelar. Sosa Coello es diputado al Congreso Nacional en representación del PINU, Valladares es el suplente de Sosa Coello en el Congreso Nacional y Leitzelar es un conocido abogado laborista.

En un congreso de delegados celebrado el 10 de octubre para decidir sobre la selección del candidato presidencial del PINU, 34 de los 59 delegados votaron a favor de Valladares y 25 a favor de Leitzelar. Sosa Coello declinó su candidatura en favor de Leitzelar. Los seguidores de Leitzelar alegaron que Valladares y sus más cercanos colaboradores habían acusado deslealmente al montar una campaña de calumnias contra su candidato, entre ellas, la que afirmaba que Leitzelar tenía la intención de hacer volver al seno del PINU a Jorge Illescas Oliva, un político socialdemócrata que a su paso por el PINU generó una activa controversia. En su afán por hacer que el PINU asumiera una actitud política más beligerante, Illescas Oliva se vio inducido a enfrentarse con Aguilar Cerrato, lo que le granjeó la antipatía de los cuadros conservadores y moderados de esta novel organización política.

Con la selección de Valladares como candidato a la presidencia del país, el PINU no será capaz de atraer hacia sí el apoyo de los electores independientes de la izquierda hondureña moderada que lo apoyaron ampliamente en las elecciones pasadas, porque Valladares es, al decir de los cuadros reformistas del PINU, que apoyaron a Leitzelar, un "político anónimo y sin proyección nacional", que sólo es conocido en los círculos internos de este pequeño partido político. Tanto el PDCH como el PINU están obligados a hacer elecciones internas simbólicas para ratificar lo que ya han decidido internamente.

Nada de "fair play"

Las elecciones internas no son competencias en las que priva el "fair play" (juego limpio). A los políticos que participan en ellas no les es indiferente el resultado de las mismas. Ellos no creen lo que dice el lema olímpico de que lo más importante es participar. En las elecciones internas hay mucho que perder o mucho que ganar.

Las elecciones internas abren el camino para acceder al botín del Estado que es, por regla general, el objetivo de los que participan en la vida política del país, como ha recordado recientemente el presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa, Adolfo Faccusé. Como las elecciones internas no se financian a través de la deuda política, ni los políticos que participan en ellas ni los que invierten en los candidatos que se disputan la primacía en las mismas, pueden ver con ecuanimidad los resultados de éstas.

Los políticos que intervienen en las elecciones internas y los empresarios de la política que invierten en ellos, no pueden ver las mismas con espíritu deportivo y no están dispuestos a practicar el "fair play" que la Federación Internacional de Futbol Asociado recomienda encarecidamente a los deportistas del mundo. Y es que para los políticos y para sus más cercanos colaboradores, como para los que los apoyan financieramente, las elecciones internas pueden ser el negocio de la vida, el despegue del estancamiento económico y la bancarrota a la opulencia obtenida con la venta de influencias o con cuantiosos negocios a la sombra del Estado. La política en Honduras es una especie de industria que rinde cuantiosos dividendos a los políticos triunfadores y a su clientela.

Los intereses materiales que están en juego en las elecciones internas explican el verdadero pugilato que se da al interior de los partidos políticos por ocupar los puestos de autoridad de los mismos y los de elección popular que se disputan en estas competencias electorales.

Cada político que se considera importante reclama para sí un puesto de elección popular, ya sea el de Presidente de la República, de designado para la Presidencia, de diputado al Congreso Nacional o al Parlamento Centroamericano o de Alcalde de una ciudad importante. Cada uno amenaza con abandonar el movimiento o corriente política en la cual se ubica y pasarse a otra si no se le garantiza una de estas posiciones políticas que le darán acceso a los beneficios y privilegios que se derivan del ejercicio de los cargos del aparato estatal.

Estas motivaciones están en la base del continuo trasiego de líderes políticos de una corriente política interna de un partido a otra y, en forma más excepcional, de un partido político a otro.

Refiriéndose a esta cuestión, un editorial reciente del diario El Heraldo anotó lo siguiente: "Los políticos, con honrosas excepciones, dan la impresión de no contar con ideales, ni principios ni programas en favor de los menos protegidos. Tan sólo se ven ambiciones personales, apetitos y cosas propias de la antipatria. Y tan fuerte y aplastante es la ventaja de los sanchos sobre los quijotes, que actualmente los curules y los cargos edilicios, que constituyen las manzanas de discordia, se compran abiertamente en la pública subasta.

En consecuencia, la meta del ciudadano no es llegar al puesto público para salvar a la patria, sino llegar al Presupuesto para poder resolver sus problemas personales. Porque vivir fuera del Presupuesto es vivir en el error, tal como lo dijera hace algunos años un político de oficio en cierta campaña cívica. Prueba elocuente de que no hay lucha de ideales sino contienda de estómagos, es la pasmosa facilidad y la frescura con que algunos lambiscones se pasan de una corriente a otra y hasta de un partido a otro cuando no han conseguido lo que buscaban".

Ni análisis ni propuestas

En esta misma dirección, un analista político ha dicho que lo que caracteriza las elecciones internas en el país es el "reparto de prebendas, zancadillas e insultos, alegría del mal ajeno, chamberismo a cualquier precio". Las elecciones internas de los partidos políticos del país no se han caracterizado tampoco por la riqueza de sus análisis de la realidad nacional ni por la seriedad de sus propuestas para aliviar un tanto las grandes penurias que aquejan a la gran mayoría de los hondureños, empobrecidos masivamente por el ajuste estructural callejista.

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