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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 372 | Marzo 2013

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Centroamérica

Madres sin fronteras buscan a migrantes desaparecidos

38 mujeres centroamericanas, madres de migrantes desaparecidos, se juntaron en Guatemala en octubre de 2012 para buscarlos. Llevaban las fotos de sus hijos y muchas expectativas. Recorrieron 14 estados y 23 localidades de México con un mismo objetivo: encontrarlos. Recogemos algunos momentos de la Caravana “Liberando la esperanza”.

José Luis González sj.

Doña Teodora Ñaméndiz, una de las mujeres nicaragüenses en la caravana, llevaba 32 años sin ver a su hijo. Se fue en 1980 y desde 1985 ella no supo más. Aunque tiene 75 años, no se acobardó ante el reto que le propusimos desde
el Servicio Jesuita para Migrantes, una de las instituciones que organizó la caravana. Tres veces se cayó durante el viaje y, como si de un viacrucis se tratara, tres veces se levantó. La vi caer por primera vez cuando pasamos la frontera mexicana de El Ceibo, tropezando con una grada. Y aunque pensamos que se había fracturado algún hueso, se levantó y siguió adelante como quien tiene clara una misión, como siguiendo un magnetismo misterioso. El 27 de octubre su hijo fue localizado. Vivía en Veracruz. Cuando le dijeron que su madre estaba viva y buscándolo, comenzó a llorar. El 29 de octubre, madre e hijo se pudieron dar el abrazo esperado y ella vio por primera vez a sus tres nietos. Se dieron cinco encuentros como éste durante la caravana.

DOS MUJERES Y UN CAMINO

En “La Odisea” Penélope se queda esperando a Ulises. En Centroamérica, cansadas de que Ulises no vuelva, algunas madres van en su busca y al hacerlo viven su odisea. Estas caravanas se iniciaron en El Progreso (Honduras) en el año 1999 con dos mujeres unidas por la misma experiencia: la pérdida de contacto con sus hijos migrantes. A través del programa “Sin Fronteras”, de Radio Progreso, las dos decidieron unirse, organizaron el Comité de Familiares de Migrantes de Progreso (COFAMIPRO) y se pusieron en camino. En diciembre del año 2000 la primera caravana de búsqueda llegó hasta Tecún Umán y Tapachula. Una de las fundadoras, Edita Maldonado, logró localizar a su hija en México. Llevaba cinco años desaparecida, había sido víctima de abuso sexual y de trata. Había visto los cadáveres de dos compañeras tirados en una quebrada. Fue contagiada de VIH y murió poco después de encontrarse con su madre. Hoy doña Edita sabe al menos dónde está enterrada su hija y sigue animando a otras madres. Desde ese año 2000 se siguieron organizando nuevas caravanas: en 2002, 2005, 2006, 2008, 2009, 2010 y 2011. La caravana de 2012, en la que participó un buen grupo de madres nicaragüenses, fue la primera en la que participaron mujeres de los cuatro países centroamericanos.

Durante la preparación, una de las discusiones fue si nuestra Caravana se debía abrir a la participación de hombres. ¿Por qué solo mujeres? ¿Es que los padres no buscan a sus hijos, ni los hombres a sus hermanos? Decidimos abrir la participación, pero sólo se sumaron dos hombres a la Caravana. ¿Qué tienen las madres que no tienen los padres?

HAY MUCHAS “MADRES CORAJE”

Nuestro continente conoce la historia. No ha habido Abuelos de la Plaza de Mayo. Al menos, no con la notoriedad
de las Abuelas. No ha habido un Comité Nacional de Viudos de Guatemala como el que formó Rosalina Tuyuc
con la fuerza telúrica de las viudas de CONAVIGUA. Nineth Montenegro desafió a los militares de Guatemala que se llevaron a su marido, y formó el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) para reclamar por los desaparecidos. Domitila Barrios de Chungara, la mujer boliviana que doblegó al dictador Hugo Banzer con una huelga de hambre, había perdido
al hijo que llevaba en su vientre, al ser torturada en la masacre de San Juan. Sendero Luminoso hizo volar en pedazos a la peruana María Elena Moyano, a quien los Clubes de Madres que ella dirigía en Villa El Salvador llamaban “Madre Coraje”. Y así podríamos seguir recordando otras “madres coraje”. ¿Por qué no ha habido un “Padre Coraje” que organice “Clubes de Padres” preocupados por su familia, por el cuidado de las víctimas y de su memoria? Hay una excepción en México: el poeta Javier Sicilia, a quien el asesinato de su hijo cambió la vida. Hoy, Sicilia lucha con mística por cambiar su país hacia la paz con justicia. Los buses de nuestra caravana habían participado antes en la Caravana de la Paz de Javier Sicilia que, curiosamente, tenía como lema: “¡Estamos hasta la madre!”.

LAS MUJERES HABLAN
“EN DIFERENTE VOZ”

¿Qué ocurre cuando una situación injusta llega “hasta la madre”? Una respuesta fue dada hace años por Carol Gilligan. Ella sostiene que la mujer habla “en diferente voz” que el hombre cuando se trata de la justicia y cuida más las relaciones. Siendo asistente de Lawrence Kohlberg, célebre psicólogo que estudió el desarrollo del juicio moral, se escandalizó cuando éste sostuvo que las mujeres no llegan a los niveles de conciencia moral a la que llegan los hombres. “Son menos maduras”, dijo el científico. Para él, la madurez moral consiste en la capacidad para formular juicios racionales, universales e imparciales.

Gilligan contestó a Kohlberg afirmando que la mujer no es “inmadura moralmente”, sino que los juicios de la mujer son más concretos, relacionales y narrativos. Atiende más a la situación, y menos a las generalidades. No habla el lenguaje impersonal de la justicia, sino el lenguaje personal del cuidado. La preocupación por la persona concreta es lo que mueve a la mujer, según Gilligan.

Pero esa sensibilidad de las cuidadoras es aprovechada por los “descuidadores”, de lo que puede dar fe doña Guadalupe Rivas, una de las madres de Chinandega, que quedó a cargo de cinco nietos y sufre dificultades económicas para criarlos. Después de ocho años “desaparecido”, su hijo fue localizado en Chiapas al finalizar la caravana de 2011, pero tiene otro nombre y no quiere saber nada de sus hijos. Por eso, en la caravana de este año doña Lupe decidió ponerle una denuncia en Chiapas demandando una pensión alimenticia para los hijos que él abandonó.

Situaciones como ésta no deben hacernos olvidar las principales causas de las desapariciones. Fray Tomás González, franciscano que dirige el Albergue de Tenosique y que acompañó a nuestra caravana durante todo el trayecto mexicano, afirma que el enemigo de los migrantes “es un monstruo de varias cabezas”. Entre ellas, las autoridades de México y la corrupción del Instituto Nacional de Migración, el crimen organizado y los estados expulsores, que no garantizan el “derecho a no migrar”. El machismo “descuidador” es otra. Esa actitud de huida contrasta con la actitud de búsqueda que muestran las mujeres en estas caravanas. “Ese vacío que el hijo deja en la madre no se llena con nada”, nos decía Carmen Lucía Cuarezma, nicaragüense residente en Costa Rica, mostrando la foto del hijo que buscaba.

MOSTRANDO EL ROSTRO
SIGUEN EL RASTRO

El símbolo de la búsqueda es la foto de la hija o del hijo desaparecidos. Nada más concreto que un rostro para confirmar lo que señalaba Carol Gilligan. Con las fotos de sus hijos las madres hicieron plantones en los parques de las ciudades. Mostraban las fotos, daban conferencias de prensa, se reunían con autoridades políticas y funcionarios de migración, visitaban albergues de migrantes, cárceles y hospitales, prostíbulos y morgues, alojándose en algunas de las sesenta Casas del Migrante que la Iglesia católica tiene en territorio mexicano.

Fueron jornadas de gran dureza física y también psicológica, pues no fueron pocos los que se acercaban, miraban
la foto y decían: “Sí, es él, yo lo vi en tal lugar”, “Ése se cayó del tren y quedó destrozado…”. Mostrando el rostro siguen el rastro. Y en el camino el corazón de estas mujeres recibe la sangre venosa de la angustia y empuja la sangre arterial de la esperanza.

Al amanecer del 15 de octubre, a la orilla del río San Pedro, en la frontera entre la selva de Petén y México, el director de la escuela de Fe y Alegría, donde dormimos esa noche, nos contaba cómo pasan los centroamericanos, cómo se ahogan algunos pasando el río, cómo los matan los delincuentes en la montaña, cómo los esperan los narcos en la otra orilla, cómo no dejan testigos, cómo se pudren los cadáveres en la selva…Tal como lo canta el nicaragüense “Perrozompopo” Ramón Mejía: “Son ríos de gente que cortan los ríos / son hombres mujeres testigos del sol / que cruzan la selva de los pavimentos / y llevan heridas en el corazón”. Las madres estaban esa mañana en uno de esos ríos, escuchando al director de Fe y Alegría, mirando la otra orilla en silencio. Mucho silencio. Al terminar de hablarnos, sólo se escuchaba el murmullo del río y el latir del corazón de las madres.

EL PRIMER ABRAZO

Pocas horas después de este encuentro nuestra caravana fue recibida en tierra mexicana por el Movimiento Migrante Mesoamericano y por fray Tomás González. En Tenosique, uno de los lugares del sureste mexicano por el que aumenta el tránsito de migrantes, este franciscano dirige el Albergue “La 72”, llamado así en homenaje a los 72 migrantes masacrados por Los Zetas en San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010. Aparecieron allí 58 hombres y 14 mujeres con un balazo en la nuca, torturados, irreconocibles.

En “La 72” tuvimos el primer signo de esperanza de que hay “desaparecidos” que son encontrados. El hondureño Servelio Mateo se reencontró con sus padres Venancio y Silveria después de nueve años. En este caso, las investigaciones previas de Rubén Figueroa dieron resultado. Esa noticia dio esperanza a las madres, que continuaron la caravana alzando su voz: “¡Vivos se vinieron, vivos los queremos!” Carmen Lucía Cuarezma le dijo al diario español “El País”: “Yo tengo que decir que está vivo, porque si no me muero yo”.

Sin embargo, todas saben que una posibilidad es que muchos ya estén muertos. Hace unos años la salvadoreña Lucy de Acevedo buscaba a su hermano y descubrió que había sido torturado y asesinado en Tapachula. Siguió la lucha para apoyar a otras mujeres y organizó el Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Salvador (COFAMIDE). Ellas han identificado algunos migrantes fallecidos con el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

EL RASTRO DEL ADN

El EAAF ya ha firmado convenios con El Salvador, Honduras, Guatemala y Chiapas, en los que se implica a la sociedad civil y al Estado para la identificación de migrantes fallecidos. Y ha creado el Banco de Datos Forenses de Migrantes No Localizados. La identificación se hace gracias al ADN. Cuando aparece una fosa común se extraen de los restos muestras de ADN de los huesos y se comparan con el archivo del ADN de familiares de migrantes que buscan a sus desaparecidos.

En el año 2010, COFAMIDE tenía ya 143 muestras analizadas. Esas muestras se custodian en el estado de Arizona. Sólo en la localidad de Pima, en ese estado, yacen restos de 500 migrantes no identificados. El EAAF pretende crear
un banco regional de datos forenses de toda Centroamérica. Entre la información que se custodia en esos bancos de datos está la fecha de salida del migrante, la última comunicación sostenida, datos físicos (un tatuaje, una cicatriz), datos médicos, genéticos, odontológicos, óseos y dactilares.

Ese microchip biológico que es el ADN no sólo sirve para aclarar enfermedades, violaciones, asesinatos y paternidades. El EAAF comenzó usando el ADN para buscar a los desaparecidos de la dictadura argentina, víctimas de la doctrina de la seguridad nacional. La antropología forense ha trabajado con el ADN en Guatemala y en El Salvador en muchas fosas comunes de los años 80. Hoy, esa misma genética forense se emplea para identificar migrantes. ¿Qué elementos hay en común entre los hechos de entonces y los actuales?

LAS MASACRES DE AYER Y DE HOY

Lo que hay en común entre las masacres de los años 80 y los crímenes que hoy se cometen con los migrantes es, en primer lugar, la magnitud del crimen. Miremos el dato de los secuestros. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México reportó que en el año 2010, entre abril y septiembre, hubo en México 214 secuestros de migrantes, algunos masivos, lo que da una cifra de 11 mil 333 personas secuestradas en tan sólo seis meses. En ese territorio del espanto son pocos los secuestros que llegan a ser aclarados por las autoridades. A finales de diciembre de 2012, la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA) de México informó haber liberado durante el año 2012 a 275 personas secuestradas, de las que 130 eran centroamericanos en tránsito por México.

Hay un segundo elemento en común entre las masacres de los 80 y las de hoy: las víctimas y los victimarios. Los ex-kaibiles formados en los años 80 por asesores estadounidenses integran hoy los temibles Zetas. Las masacres ya no son en Cuarto Pueblo (Guatemala) ni en el Sumpul (El Salvador), sino en San Fernando (México). En el pasado mes de mayo, el mismo día que se recordaba el 32 aniversario de la masacre del río Sumpul, Los Zetas cometían la masacre de Cadereyta. De Chalatenango a Tamaulipas, de Ixcán a Nuevo León, la víctima sigue siendo el pueblo centroamericano. Ese pueblo que en el río Sumpul buscaba la frontera para salvar su vida y que hoy sigue cruzando ríos y fronteras buscando la vida.

UNA “MEMBRANA INTELIGENTE”
EN LA FRONTERA MEXICANA

Hay un último elemento en común que el ADN pone en evidencia al unir las fosas comunes de entonces y las de ahora: responden a una doctrina de seguridad nacional. Las autoridades se empeñan en tratar el tema migratorio desde un enfoque de seguridad, criminalizando a los migrantes, obligándolos a buscar rutas clandestinas y arrojándolos en manos de las mafias.

La mayor prueba de que las autoridades enfocan la migración como un tema de seguridad han sido los nombramientos hechos por el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, para llevar adelante su política de migración. El 6 de enero nombró director del Instituto de los Mexicanos en el Exterior a Arnulfo Valdivia Machuca. En octubre, siendo Valdivia Machuca coordinador de asuntos migratorios del equipo de transición, había afirmado que el nuevo gobierno queria hacer de esa frontera una “membrana inteligente, que deja pasar lo bueno y detiene lo malo”.

Y para que no quedara duda de que la membrana debe ser “inteligente”, el 15 de enero fue nombrado nuevo Comisionado del Instituto Nacional de Migración Ardelio Vargas Fosado, que ha trabajado durante más de diez años en la “inteligencia” en el Centro de Información y Seguridad Nacional y fue responsable de famosos operativos represivos de la Policía Federal Preventiva. Su último cargo ha sido el de Secretario de Seguridad Pública en Puebla. Queda claro que el nuevo gobierno del PRI en México sigue considerando la migración centroamericana como un problema de seguridad. “Es una señal: yo soy un viejo policía e investigador de inteligencia”, dijo Vargas Fosada al interpretar su nombramiento.

Las membranas pueden ser porosas, como nos reconocieron los oficiales mexicanos de migración de El Ceibo, al preguntarles por dónde habían pasado los grupos de jóvenes hondureños que se veían por la carretera: “Pasan por ahí, donde se termina la valla, porque no tienen papeles. Los que tienen papeles pasan por aquí”. Las autoridades registran unos 120 lugares por donde los migrantes cruzan la frontera de Guatemala hacia México. Sólo ocho son de paso legal. Tal vez por eso el nuevo gobierno mexicano quiere sustituir esa membrana coladora por otra depuradora, más parecida a la que Estados Unidos ha levantado en su frontera con México.

DE MEMBRANA COLADORA
A MEMBRANA DEPURADORA

La cuestión clave es saber quiénes de entre los cerca de 400 mil centroamericanos que transitan anualmente por México serán los “buenos” y quiénes los “malos”. Una membrana “depuradora” seleccionará, pero permanecerá un grave problema después de esa depuración: la frontera norte de México es una de las trece fronteras más peligrosas del mundo, con 40 mil asesinatos en los cuatro primeros años del sexenio de Felipe Calderón. ¿Es ése el modelo que se quiere trasladar a la frontera sur de México?

Todo indica que así es. Se anuncia la creación de nuevas garitas en la frontera sur de México y la de una patrulla fronteriza similar a la que existe en Estados Unidos, que tendrá de 5 a 8 mil agentes. “Es un asunto de seguridad nacional, hay que ejercer la autoridad donde no la hay”, dice Valdivia Machuca. Y por si quedaran dudas, la gestión de Peña Nieto cuando fue Gobernador del estado de México las disipa. Martha Sánchez, coordinadora del Movimiento Migrante Mesoamericano, recuerda que durante su gobernación se cerraron albergues de migrantes. Sánchez ha denunciado que la policía de ese estado era la más extorsionadora y proliferaban entonces los secuestros de migrantes. Más garitas y más policías son signos de que la criminalización de los migrantes centroamericanos permanecerá con Peña Nieto.

ABRAZOS ENTRE MEXICANAS
Y CENTROAMERICANAS

Nuestra caravana recibió mucha solidaridad mexicana. En Coahuila, las madres se encontraron con la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUNDEC). La solidaridad la vivimos de manera especial en la actividad realizada en el Zócalo de la capital mexicana, donde las madres de migrantes fueron entrevistadas en un foro con ocasión de la Feria Internacional del Libro.

Allí se hizo presente el sacerdote Alejandro Solalinde, amenazado por Los Zetas por defender a los migrantes. También llegaron madres mexicanas con hijas e hijos desaparecidos, mostrando que si el fenómeno es de gran magnitud, mayor ha de ser la solidaridad y la unidad entre los pueblos. “¡No están solas! ¡No están solas!”, gritaba el auditorio, mientras las fotos de mexicanos desaparecidos se mezclaban con las de los centroamericanos. Recordé aquellos versos de la “Milonga de andar lejos”, de Daniel Viglietti: “Qué lejos está mi tierra / y sin embargo qué cerca / o es que existe un territorio / donde las sangres se mezclan / No somos los extranjeros / los extranjeros son otros. / Son ellos los mercaderes / y los esclavos nosotros”.

Es importante que los pueblos no pasen por ninguna selección que identifique a “buenos” y “malos” según nacionalidad. El nombre de uno de los colectivos que lleva el albergue para migrantes de Huehuetoca lo expresa muy bien: “Ustedes somos nosotros”.

EL DÍA QUE BAJÓ DEL TREN
UN CRISTO NEGRO

Uno de los más conocidos símbolos de la solidaridad mexicana que recibió nuestra caravana fueron las mujeres de La Patrona. Norma Romero, líder de este grupo de mujeres, que desde 1995 preparan comida para los migrantes que pasan en el tren, recibió a la caravana el 17 de octubre. En esa comunidad, La Patrona, del municipio de Amatlán de los Reyes (Veracruz), ya se conoce a estas mujeres como “Las patronas”. Norma confiesa que hacen eso por servir a Dios. Y relata cómo un día vio un a Cristo negro descender del tren. Era un centroamericano de piel negra, había recibido siete navajazos por defender a su novia de una violación, y lo bajaron del tren con los brazos abiertos. Parecía un Cristo crucificado. “Yo no sabía que en Guatemala se venera al Cristo negro. Después de ver a ese hombre yo siempre le daba gracias a Dios. Porque yo le había pedido a Dios que me dijera cómo servirle, y cuando él se mostró así nos eligió para hacer el servicio”, dice Norma Romero.

Los referentes religiosos estuvieron presentes desde el inicio de la Caravana. Las madres nicaragüenses pidieron
una misa en la iglesia de Guadalupe de Chinandega, como un adelanto de la que días después se realizaría en la mera basílica de Guadalupe de México. Las oraciones en las vías del tren, las plegarias en cementerios y fosas comunes y las misas en albergues y parroquias expresaban un sentimiento, no de resignación sino de lucha y esperanza. Era la esperanza de poder abrazar a sus hijos y que los desaparecidos pudieran escuchar la frase que Juan Diego escuchó en el Tepeyac: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”. Solo cinco madres de esta caravana lograron ver realizada su esperanza.

¿DÓNDE ESTÁN?

Entre las fosas comunes -cada vez más frecuentes- y la desaparición voluntaria, hay toda una gama de casos cuya caracterización se alcanza a ver en las investigaciones que se han hecho desde los Comités de Familiares de Migrantes. En sus primeros diez años de existencia COFAMIPRO había registrado 656 personas “desaparecidas” al buscar el “sueño americano”. Las clasificó según causales: de las 656 personas, 355 siguen desaparecidas, de otras 50 se sabe que están presas, 32 regresaron con amputaciones, 32 están en algún hospital en México, 18 fallecieron en la ruta, 144 aparecieron, 5 son víctimas de trata y tráfico de personas y 20 están secuestradas por bandas de narcos como Los Zetas.

El problema de los presos es el que podría tener una más fácil solución si los gobiernos de la región colaboraran compartiendo información. Al encontrarse con la caravana en Puebla, María Eugenia Baltodano, cónsul de Nicaragua en México, informó de 700 nicaragüenses presos en ese país. Algunos no habían podido avisar a sus familiares de su situación, como pudieron comprobar las mujeres que participaron en la caravana del año 2011 al visitar las cárceles y recibir el encargo de avisar a las familias de algunos de los detenidos.

El problema de solución más difícil es el de la desaparición de personas víctimas de trata, pues a diferencia del secuestro, en el que se busca comunicación con la familia para pedir el rescate, aquí se mantiene a las víctimas en condiciones de clandestinidad y de aislamiento para que su familia no lo sepa.

Entre las causas de la desaparición hay que reconocer también el reclutamiento forzoso que practica el crimen organizado. En Saltillo, el obispo Raúl Vera y el sacerdote Pedro Pantoja, director del albergue para migrantes que recibió a nuestra caravana, señalaron que ése es un fenómeno comprobado. Ellos han negociado la liberación de cuatro personas que ya estaban trabajando para esos ejércitos de funcionarios del crimen organizado.

¿QUÉ PROPONEN
LAS CARAVANAS?

Una de las actividades realizadas en la capital de México por la caravana fue una conferencia de prensa ofrecida en la Universidad del Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz. Acompañaban el acto las cinco organizaciones que entonces llevaban el Albergue de Huehuetoca, como el colectivo “Ustedes Somos Nosotros” y el Programa de Migraciones de la Universidad Iberoamericana. Entre las propuestas que en ése y en otros pronunciamientos se plantearon podemos distinguir las que se refieren a los ya “desaparecidos”, de las que pretenden una prevención para que haya un tránsito seguro.

En cuanto a los migrantes desaparecidos -”no localizados” prefieren decir algunas organizaciones- se exigen mecanismos institucionales y políticas regionales para resolver los casos: unificar bases de datos, identificar todos los cadáveres con un protocolo único para todas las morgues, crear una fiscalía especializada para los delitos en contra de los migrantes, principalmente para los casos de desaparecidos, así como programas para la búsqueda de migrantes y de atención a sus familias.

Es necesaria la creación de un banco internacional de datos forenses de personas desaparecidas y restos sin identificar.

En cuanto a la prevención para que no haya más “desapariciones”, se le viene reclamando al gobierno de México limpiar la ruta migrante de criminales y de la corrupción del Instituto Nacional de Migración. Sobre todo, se le exige que deje de verse la migración como un tema de seguridad.

LO ESENCIAL:
DARLES DOCUMENTOS

Lo que esencialmente se demanda es documentar a los indocumentados. Si los centroamericanos pudieran entrar documentados en México, el crimen organizado no tendría tanta facilidad para sus extorsiones y secuestros, pues el migrante no tendría que ir colgado de un tren ni esconderse de las autoridades. Pero obtener una visa mexicana es casi imposible para un centroamericano medio, pues se piden requisitos tan imposibles como la solvencia económica.

En su comunicado de diciembre, el Movimiento Migrante Mesoamericano ha vuelto a reclamar al gobierno de México que se cree “una sub-categoría de la visa de visitante a fin de documentar a la indocumentación”. Este tipo de visa de tránsito serviría para registrar el paso por México y estaría permitida por la Ley de Migración. Pero el Ejecutivo ha emitido un Reglamento que ignora esa disposición, lo cual puede significar una controversia constitucional entre los dos poderes, ya que según algunos, el Reglamento del Ejecutivo modifica la Ley del Poder Legislativo. Si esa visa no fuera posible, lo que se reclamaría sería la supresión de visas para los centroamericanos, algo que la misma OEA pidió al gobierno de México considerar. De hecho, países como Chile, Uruguay, Argentina, Colombia, Panamá, Costa Rica o Belice, no necesitan visa para entrar en México.

EDUCAR EN “CUIDADANÍA”

Es evidente que todas estas demandas políticas y administrativas son importantes. Y urgentes. Pero no se puede eludir que tras el fenómeno de las personas migrantes desaparecidas hay también causas culturales que se deben denunciar y transformar. Detrás de las desapariciones causadas por las redes de trata hay una cultura sexual machista que demanda y sostiene uno de los mayores negocios mundiales del crimen. Por otro lado, esa expresión del machismo, cuando huye del cuidado, escamotea a los hijos la presencia de un padre que debería de responsabilizarse de ellos en tareas compartidas con la madre. Es necesaria una educación que enseñe “cuidadanía”, como propone Gioconda Belli en su novela “El país de las mujeres”.

La migración también está poniendo al descubierto la negativa de muchos hombres a asumir tareas de cuidado. Un estudio de 2011 de la OIM y de UNICEF en Guatemala revela que hay 640 niñas, con edades entre 10 y 14 años que, a causa de la migración, son ya cabezas de familia y responsables de sus hermanos menores. En algunos de estos casos hay en la familia hermanos mayores varones, pero el cuidado se suele dejar en manos de la mayor de las hermanas, último eslabón de las “cadenas globales de cuidado” provocadas por la migración.

En la Universidad del Claustro de Sor Juana, situada en el mismo convento de San Jerónimo donde aquella monja escribió contra el machismo que causaba la trata de entonces, escuchamos a mujeres que siguen padeciendo por ese delito y sufren por la desaparición de sus hijas, muchas de ellas víctimas de las redes de explotación sexual.

LOS DESAPARECIDOS
QUE APARECEN

El logro más mediático de estas caravanas son las localizaciones y encuentros. A veces sólo se llega a la etapa anterior al encuentro: la localización. Y no se logra el encuentro por diversas razones: el migrante ya falleció y sus restos se identifican en una fosa común. O está vivo, pero en una situación personal que explicaría su falta de interés. Esto ocurre pocas veces. Una de las razones de ese desinterés es su fracaso al buscar trabajo y una nueva vida. La canción mexicana “Jacinto Cenobio” lo expresa bien: el migrante fracasado se encuentra con su ahijado y le pide que “a nadie le cuente que estoy acá”. Los migrantes con éxito vuelven con cadenas de oro, los migrantes fracasados no vuelven. Otras razones son: no querer hacerse responsable de mantener a los hijos que dejaron, huir de deudas o de amenazas, haber cambiado de identidad, haber formado otra familia…Otras veces la desaparición no es más que una pérdida de contacto por extraviarse una dirección o un teléfono, como le pasó al protagonista del último encuentro de nuestra caravana, en Huehuetán.

Localizar migrantes desaparecidos es el primer éxito que estas madres logran al asociarse. Desde su fundación en el año 2006, COFAMIDE ha logrado localizar a 50 salvadoreños vivos y a 16 ya muertos. En sus primeros diez años de existencia en Honduras COFAMIPRO había localizado a 144 migrantes desaparecidos.

SEMBRANDO FLORES
EN LAS VÍAS DEL TREN

El logro más importante de estas caravanas es la esperanza que la lucha de estas mujeres ha abierto, no sólo a otras madres de migrantes, sino a toda la sociedad centroamericana, que se siente impotente ante la incompetencia de los Estados.

Nuestros pueblos tienen que agradecer esa lucha. Una de estas mujeres falleció poco después de concluir la caravana. Después de veinte años de no saber de su hija, la hondureña Emeteria Martínez la buscó y la encontró en el año 2010. Siguió en COFAMIPRO acompañando a otras mujeres y luchando por los derechos de los migrantes. A sus 74 años participó en la caravana y poco después, en enero falleció en El Progreso.

Le diagnosticaron infarto silencioso. Ciertamente, el fenómeno de los migrantes desaparecidos es como un infarto silencioso. Emeteria y las mujeres que se organizan para buscar a sus hijos han logrado que este fenómeno no sea silencioso. Lo han colocado en la agenda centroamericana generando esperanza, una esperanza que no sería posible sin la organización que exige respuesta a los poderes públicos. Esa esperanza la simbolizaron estas mujeres cuando sembraron flores en las vías del tren en el que viajan tantos migrantes centroamericanos.

“PORQUE VIENEN DEL ODIO”

Estas mujeres llevan dentro una fuerza tan antigua como la humanidad. Es la fuerza de los pobres, la fuerza del amor frente al odio, como dice Mario Benedetti en su poema “Desaparecidos”: Están en algún sitio / nube o tumba / están en algún sitio / estoy seguro / allá en el sur del alma / Es posible que hayan extraviado la brújula / y hoy vaguen preguntando, preguntando / dónde carajo queda el buen amor / porque vienen del odio.

Del odio entre hermanos de la guerra que sufrió Nicaragua en los años 80 huía el hijo de doña Teodora Ñaméndiz, con el que comenzaba este relato. Después de 32 años, en el Albergue Decanal Guadalupano, su hijo, Francisco Dionisio, la abrazó.

Lo que han hecho estas madres debería enseñarnos que todos los seres humanos formamos parte de una sola caravana. Es la caravana de la historia de la humanidad, que avanza hacia una sola familia y borra fronteras con abrazos. Para seguir avanzando hace falta despertar y descubrir que “estamos hasta la madre” de tanto odio. Y hace falta comenzar, con estas mujeres, a sembrar flores en las vías del tren.

MIEMBRO DEL SERVICIO JESUITA PARA MIGRANTES.

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