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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 372 | Marzo 2013

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Nicaragua

El café en los tiempos de la roya

René Mendoza, director del instituto de investigación Nitlapan de la UCA, investigador del mundo rural y facilitador de procesos de innovación organizacional, reflexionó con datos, argumentos y propuestas sobre la actual situación del café en Nicaragua, en momentos de crisis, en una charla con Envío que transcribimos.

René Mendoza Vidaurre

En junio y julio de 2012, en talleres que tuvimos con pequeños productores en la zona cafetalera, ya la gente nos estaba hablando de la roya. Pienso que no supimos escucharlos. El modelo que vivimos en Nicaragua, en las instituciones, en la sociedad, nos limita mucho, porque no se escucha a la gente. Los productores nos advirtieron de la roya y no los escuchamos adecuadamente. Esto debe hacernos reflexionar. Y debe llevarnos a pensar que en la crisis del café, ahora afectado por la roya, la responsabilidad es compartida, hay una cadena de responsabilidades. Todos los días aparecen noticias de primera plana sobre los avances y las consecuencias de la plaga de la roya, que está afectando severamente los cafetales desde México a Colombia.

La roya es un hongo. La lleva el viento como un polvito que se adhiere a las hojas de la planta del café. En los meses de cosecha cafetalera, entre noviembre y febrero, el movimiento intenso de personas, entrando y saliendo de las fincas cafetaleras, contribuye a que ese “polvito” se disemine rápidamente. A principios de enero de 2013 vimos fincas bien sanas y en apenas tres semanas los cafetales ya estaban visiblemente enfermos. No se necesita ser experto para reconocer un cafetal enfermo. La roya afecta las hojas del cafeto poniéndolas amarillas y tristes y al enfermar la planta prepara condiciones para que otro hongo, un hongo oportunista, el de la antracnosis, provoque en la planta esa otra enfermedad. La antracnosis completa el trabajo que empezó la roya. Y es más agresiva. Ataca la planta, ya debilitada por la roya, de arriba hacia abajo y de afuera hacia adentro y la seca totalmente. Los árboles del café mueren de pie, secos y sin hojas.

El matrimonio de la roya y la antracnosis no deja cafetal en pie. Un cafetal afectado en menos del 30% con roya se puede recuperar, pero con más del 30% y con antracnosis es muy difícil su recuperación. La roya no es nueva en Nicaragua. Siempre hemos convivido con este minúsculo hongo. La primera plaga de roya que se conoció en Centroamérica apareció en Nicaragua en 1977 y arrasó con los cafetales. Somoza tomó medidas a las que dio continuidad el gobierno revolucionario del FSLN con el llamado plan Conarca en la zona de Carazo, que generó un desastre ambiental y afectó la viabilidad campesina en la zona. Fue en ese tiempo cuando se introdujo la variedad de café llamada caturra, café cultivado sin sombra.

A la roya la habíamos conocido como un hongo que se expandía en cafetales sembrados a alturas menores a los 900 metros. Esta vez se ha expandido a mayor altura. Hay comarcas en San Juan del Río Coco, a donde hemos ido a investigar, donde la roya llegó a cafetales de zonas que están hasta a 1,200 metros de altura y desde ahí comenzó
a propagarse. En San Juan del Río Coco la roya comenzó en una cooperativa productora de un café que
ha ganado el premio a la “taza de la excelencia”, un café de máxima calidad.

Ahora, la roya no respetó ni altura ni calidad. Sabíamos que la roya avanza más rápido con el calor y que un cambio de temperatura de apenas dos grados la favorece. Ésta es, pues, una de las causas de la aparición y de la expansión de la roya: el cambio climático. Las temperaturas están subiendo, las zonas frías se están haciendo más cálidas y las lluvias son cada vez más irregulares: llueve cuando no tenía que llover y no llueve cuando toca. Todo esto ha favorecido
el avance de la roya.

En Centroamérica están sembradas 900 mil manzanas de café. En Nicaragua tenemos 172 mil. Se calcula que la actividad cafetalera en Nicaragua representa entre el 4% y el 7% del PIB nacional y genera 700 mil empleos directos, además de los otros muchos empleos indirectos que surgen en las comunidades durante el ciclo cafetalero, entre diciembre y febrero: corte, beneficiado, tostado, transporte… Comparado con cualquier otro rubro agrícola nacional, el café es el que más empleos genera. Por eso es justo llamarlo “grano de oro”. Mueve a mucha gente y es uno
de los motores de nuestra economía.

En Nicaragua se calculan unos 45 mil productores de café o, más específicamente, 45 mil familias productoras de café. Un 5% son medianos productores y un 5% grandes productores. Entre medianos y grandes producen la mitad del café de Nicaragua. El 90% son pequeños productores de café, pequeñas familias campesinas, muchas de ellas organizadas en cooperativas.

Estas cifras pueden darnos una idea de las consecuencias que tiene y que puede tener la roya y la antracnosis al enfermar nuestros cafetales. Según OIRSA (Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria), en Nicaragua hasta la fecha (final de febrero de 2013), el 32% de los cafetales está afectado por la roya. Eso significa que están afectadas 55 mil manzanas, que están afectadas unas 14 mil familias, que están afectados 225 mil empleos. En Honduras está enfermo el 32.8% de los cafetales, en Costa Rica sólo el 10%. Ambos países ya declararon emergencia. Nicaragua no. A comienzos de febrero, el ministro de agricultura Ariel Bucardo declaró que, aunque no se había declarado el estado de emergencia, “ya se está trabajando en emergencia”, aunque sin expresar ninguna posición concreta sobre las muchas preguntas que ha abierto esta crisis.

El café llegó a Nicaragua en 1845 y ya en 1888 lo sembraban alemanes, ingleses y estadounidenses. En los años 20, cuando Sandino luchaba contra los marines de Estados Unidos, comenzó a expandirse hacia el norte de Nicaragua.
Hasta 1912, más o menos, Nicaragua exportaba su café tal como se corta de la planta, lo que se llama “café uva”, sin ningún secado posterior. En esos años se empezaba a trillar el café. Los dos procesos siguientes al corte, el beneficiado húmedo y el beneficiado seco, se hacían fuera del país, en los puertos de Europa a donde llegaba nuestro café. Por ejemplo, al puerto de Hamburgo. A partir de los años 30 se comenzó a hacer en el país tanto el beneficiado húmedo como el seco. Hoy exportamos café oro, también café tostado y café molido y empacado, aunque en cantidades pequeñas.

Hasta 1990 exportábamos café-café. Fue hasta mediados de los años 90 que comenzó a sonar en Nicaragua el café
“de calidad”, el café gourmet. Hoy Nicaragua es el país número 37 del mundo en cuanto al volumen del café que exporta, pero ocupa el cuarto lugar en producción y exportación de café de calidad. Y ese puesto lo hemos logrado fundamentalmente por el trabajo de las cooperativas de café, que han tenido una contribución significativa a la calidad de nuestro café y que han posicionado a Nicaragua por la calidad de su café.

El 95% del café producido en Nicaragua se cultiva bajo sombra. Eso le garantiza una calidad suprema. El café de la especie arábiga es el más apreciado. El 100% del café nicaragüense es de la especie arábiga lavado,
que tiene estas variedades: caturra, borbón, maragogipe, típica y cautilla.

En los precios internacionales del café inciden muchos factores y cada vez más pesan los factores globales. Lo que sucede con la cosecha en Brasil, el primer productor mundial, incide bastante. Cuando allá tienen buenas o malas cosechas, los precios suben y bajan. Hasta hace poco tiempo casi se podrían predecir los precios. Ahora hay cada vez más empresas que especulan con los precios del café. Los expertos nos dicen que lo que está pesando cada vez más
es la especulación. Y algunos dicen que lo primero que tienen en cuenta para saber cómo van los precios del café es observar lo que está pasando en la economía de China o cómo van las tasas de desempleo en Estados Unidos.

Otra causa de los rápidos avances de la roya ha sido la vejez de nuestros cafetales. Las plantas nuevas resisten más las enfermedades que las plantas viejas, tal como pasa con las personas. El 17% de nuestros cafetales tiene más de veinte años. El 61% tiene menos de diez años. Los cafetales que producen café orgánico, los que son trabajados con manejo orgánico, con manejo más ecológico, también sufren más por la roya. Hay dos tipos de producción de café orgánico. Una buena parte del café orgánico lo es sólo por el hecho de que no se le aplicansiquiera ni fertilizantes o insecticidas orgánicos. Otra parte es orgánico porque se le aplican estos insumos orgánicos. El café orgánico al que no se le aplica nada está especialmente debilitado frente a la roya. Un cafetal débil es más receptivo a las enfermedades. Y está débil si no ha sido foleado: si no ha recibido ni insecticida químico ni insecticida orgánico, que le proporcionan defensas contra esos hongos, también contra otras enfermedades que afectan al café, como por ejemplo el “ojo de gallo”.

Cuando la roya entra a cafetales de café orgánico, ¿qué hacer? No hay más remedio que utilizar algún fungicida químico. Si el Comercio Justo internacional que trabaja con las fincas de café orgánico no entiende esta realidad, si no flexibiliza sus exigencias, esas fincas se saldrán del café orgánico y se pasarán a producir café convencional. Hay actualmente territorios en nuestro país en los que el café orgánico está muy enfermo por la roya. Hay que permitirles hacer un uso bajo de insumos químicos. Ya sabemos que los insumos naturales son los mejores, pero son más difíciles de conseguir, y a veces no aparecen en la cantidad necesaria para enfrentar la roya.

En Nicaragua hemos producido en los dos últimos años 2 millones de quintales de café oro. Incluso en este ciclo 2012-2013, y a pesar de la roya, produciremos esa cantidad. Los problemas vendrán el año que viene. Y el año siguiente será peor.

En Nicaragua se producen en promedio sólo 10 quintales de café por manzana (1 manzana = 0.70 hectáreas). Honduras produce 17 quintales por manzana y Costa Rica 30 quintales por manzana. La baja productividad no la padecemos sólo en el café, sucede lo mismo en el resto de productos agrícolas. El crecimiento que Nicaragua ha experimentado en cuanto a volumen de café producido se ha logrado expandiendo las áreas de cultivo, pero no mejorando la productividad en las áreas que ya tenemos.

En nuestros recorridos hemos comprobado que en fincas de café con un buen manejo, rodeadas de fincas vecinas que también tienen buen manejo, la roya no entra. Pero en fincas que tienen buen manejo, con fincas vecinas que no lo tienen bueno, la roya termina entrando. La roya inicia siempre en un micro-territorio para después terminar esparciéndose en grande. Así que importa mucho cómo se trabaja en el vecindario de fincas para evitar la plaga.

También está comprobado que en fincas de café, sea orgánico o convencional, donde los productores no están cultivando ese café, la roya entra más fácil. Cultivar el café significa atenderlo, cuidarlo, estar pendiente de él. Es despertarse pensando en el cafetal y recorrerlo y cuidarlo todos los días. Es podar las ramas de las plantas a tiempo para que produzcan menos en la cosecha inmediata, pero más en la siguiente cosecha. Es recepar las plantas a tiempo cortándolas a una determinada altura para que se fortalezcan. Es renovar el cafetal quitando las plantas viejas de café y sembrando plantas nuevas.

Qué significa “cultivar” lo entendemos muy bien cuando tenemos un jardín. Pasa lo mismo con una finca. Nací y crecí en Bolivia, en una familia campesina de productores rurales. Mi papá y mi mamá me enseñaron lo que era ser productor. En la madrugada me levantaban para ir a recorrer con ellos la finca, para que aprendiera qué era cultivar. A partir de esa experiencia y viendo lo que pasa en las fincas de Nicaragua, creo que lo que tenemos en el país son “cosecheros”, no productores. En las fincas en donde los cafetales no son cultivados, siempre atendidos, la roya entra más fácil. El café de una cooperativa donde los socios cultivan, fumigan, folean, se reúnen, debaten, se organizan, la roya no entra. Pero si, además de todo eso, no mantienen una relación permanente con los vecinos para que sus vecinos cuiden bien el cafetal, también ahí entrará la roya. Esto significa que una buena organización en la finca y buenas redes sociales entre las fincas sirven de protección al cafetal.

Con la actual crisis de la roya existe el riesgo de que los productores no honren sus deudas ni puedan entregar
el café que comprometieron con los habilitadores y comerciantes, a los que en el campo llaman “vinagreros”, que son los que compran el café “a futuro”, antes de la cosecha. Lo hacen a partir de mayo y hasta fin del año, cuando las familias campesinas están necesitando dinero y venden “a futuro”. La roya afectará la economía de las familias y de las cooperativas que recibieron créditos y que vendieron de esta forma. Y eso afectará a las microfinancieras que les dieron crédito.

Hace tres o cuatro años las microfinancieras nicaragüenses experimentaron una crisis por el movimiento de los productores agropecuarios llamados “los No Pago” y, como consecuencia, el crédito agropecuario descendió significativamente. La banca privada casi no financia la actividad agropecuaria, y durante la crisis las microfinancieras redujeron su cartera y a sus clientes del sector agropecuario. En muchos lugares el avance de las microfinancieras había provocado que los “vinagreros” retrocedieran. Pero con los No Pago regresaron en buen número. Creo que la roya es también una de las consecuencias de la crisis de las microfinancieras.

La roya llega ahora, cuando los precios internacionales del café están bajando. No están tan bajos como en el año 2001, cuando la crisis del café sacó a los trabajadores de las fincas hacia Matagalpa y Managua. Sin embargo, de los 300 dólares el quintal que hemos tenido en estos últimos dos años y hasta hace unos meses, que fue un precio de lotería, los precios han bajado a 140-150 dólares el quintal. La roya, combinada con la baja de los precios internacionales, ha causado alarma en el campo para el próximo ciclo. Esta vez la roya entró en tiempo de cosecha, pero ¿qué pasará el próximo año? Y si los productores deciden renovar sus cafetales para enfrentar la enfermedad, quitando las plantas enfermas y viejas y sembrando plantas nuevas, tendrán que esperar por lo menos tres años para que esas plantas nuevas les produzcan café y ganancias. ¿Y qué van a comer durante esos años de espera? No hay duda de que a los territorios muy afectados por la roya llegará la miseria.

OIRSA ha identificado el cambio climático como causa de los avances de la roya. Nosotros identificamos otras causas más. Entre ellas, la buena cosecha del ciclo anterior (2011-2012), cuando las plantas hicieron todo su esfuerzo y dieron todo su fruto, pero después sus esfuerzos no fueron compensados por los productores con un cultivo adecuado y la roya encontró el cafetal con las defensas bajas.

Hemos recorrido muchos municipios para reunirnos con productores que tienen fincas con cafetales así, malnutridos. Y cuando les preguntamos por qué no hicieron un buen manejo de su cafetal, lo primero que nos dicen es: “No tenemos dinero”. Pero, si en los últimos siete años hemos tenido los mejores precios internacionales que nunca había tenido el café, si entre 2006 y 2011 los precios han sido magníficos, ¿cómo no tenían dinero?

¿Qué pasó? Que muchos de nuestros productores son “cosecheros”, no cultivan, no cuidan el cafetal. Y un cafetal requiere de mucho cuido. Hay productores que tienen sólo 900 árboles de café por manzana, cuando al menos una buena finca debe tener 2,500 árboles por manzana y mejor aún si tienen 3,500. Como son cosecheros, cuando hay que podar el árbol para que produzca mejor no quieren hacerlo, porque lo que quieren es la ganancia inmediata de la cosecha que viene. Saben que si podan las plantas producirán mejor y producirán durante más tiempo, pero no de inmediato. Tampoco quieren receparlo, mucho menos eliminar las plantas viejas.

No piensan en el largo plazo, sino sólo en el corto plazo, en la cosecha inmediata. Hay otras razones para que no tengan dinero. En mayo o junio sucede con frecuencia que las familias campesinas que tienen fincas de café están en problemas por falta de dinero. Llegan entonces los “vinagreros” a comprarles “a futuro” el café que van a cosechar en el siguiente ciclo. Lo suelen pagar en lo que llaman quince-quince-quince: compran el quintal en 45 dólares y les dan 15 dólares un mes, 15 el otro y 15 el siguiente. El café que cosecharán en diciembre o en enero ya está comprado y ya está pagado y el productor lo que hace es estar cuidando lo que es de otro, del “vinagrero”, del comerciante. Reciben precios bajos: si el precio del café está en 150 dólares por quintal, al productor sólo le llegan 45 dólares. Esto es lo que le sucede a un 40% de los pequeños productores de café.

Algunos dirán que esos comerciantes son unos grandes explotadores. Pero tampoco es cierto. Hay que imaginarse a una familia campesina que vive en una comarca aislada y se le enferma un hijo. ¿Qué hará si no tiene dinero? Para darle un préstamo el banco le exige trámites. Ese comerciante no, no le pide ninguno, le da el dinero y toda la vida la familia le agradecerá que la sacó del apuro. Así se van creando redes sociales muy fuertes en el campo, entre pequeños productores y comerciantes. Y no hay que olvidar que mientras más lejos está una familia campesina de la carretera, mientras más lejos está del camino rural, más se multiplican los “vinagreros”, más necesidad hay de ellos
y más redes sociales dependientes se crean en torno a ellos. También se combate la roya abriendo más y más caminos rurales, lo que es responsabilidad del Estado. La usura y los “vinagreros” avanzan más donde no hay caminos.
Con más caminos, hay más recursos, más información y más mercado. Y con más caminos la usura tiembla.
¿Por qué no tienen dinero? Porque si a partir de mayo entran los comerciantes a comprar café “de futuro”, antes de mayo, en diciembre, enero y febrero, quienes entran son las empresas ofreciendo al crédito, al mes, incluso a la semana, todo tipo de cosas: espejos, muebles, equipos de sonido, electrodomésticos… Y el dinero de la cosecha
se lo gastan en esas cosas.

También hay que tener en cuenta que en tiempos de corte de café muchos nicas se van al corte en Honduras porque allí la lata de café la pagan un poquito mejor que en Nicaragua. De la zona de Jalapa se van a Honduras y de otras zonas se van a cortar café a Costa Rica, donde les pagan aún mejor. ¿Cómo es posible que produciendo en Nicaragua café de tan buena calidad paguemos tan poco a nuestros cortadores? Ésa es otra razón de la crisis: quien gana menos también trabaja menos y trabaja peor. Y ese descuido también contribuye a debilitar nuestros cafetales.

Viendo todos estos factores hay que reconocer que una de las causas del avance de la roya es realmente la escasez de dinero. Además de eso, vemos otra causa en la falta de conocimiento, en la desvalorización del saber. Y aquí hay que señalar las deficiencias de la asistencia técnica que existe en el país. Y la asistencia técnica es muy necesaria cuando la tierra se cansa. Cualquier productor se da cuenta de ese cansancio. Me lo decía así un productor de San Juan del Río Coco: “Yo le tenía confianza a mi tierrita. Lo que yo le ponía ella me daba, pero de unos años a acá la tierra se ha puesto retrechera. Me daba lástima recepar mi cafetal y ahora soy yo el que doy lástima”. Hace veinte años, quince años, ese productor, como muchos otros, no tenía necesidad de echarle abono a su tierra, porque su tierra estaba buena. Y lo que le ponía le daba: maíz, frijol, cualquier cosa. Era tierra negra, arcillosa, buena tierra. Pero la tierra se fue cansando, mientras el productor se fue quedando con la vieja idea de que “lo que le pongo me da”.

Nicaragua necesita aumentar la productividad en todos sus cultivos. Urge que lo haga en el café. Y aumentar
la productividad significa conocimiento. La fórmula antigua ya no funciona. ¿Cuál era esa fórmula? Si quiero aumentar la producción, compro más tierras. Siempre ha sido así: aumentar la producción aumentando el área. Se llama tecnología extensiva. Ese camino ya llegó a su tope. Mirando el mapa de Nicaragua vemos que hacia el oeste ya no hay hacia dónde avanzar. Ya no hay frontera agrícola hacia el oeste.

No podemos seguir pensando en una agricultura extensiva, porque no hay lugar para ella. Ese camino ya se cerró. El único camino que hay es aumentar la productividad en las áreas cafetaleras que ya existen. En Nicaragua necesitamos evolucionar hacia la tecnología intensiva. Y eso significa producir más, pero sin aumentar el área. Y para producir así, la gente necesita saber más, aprender más, escuchar más, preguntar más, moverse más, tener más amistades… Y todo eso tiene que ver con la asistencia técnica.

Lograr transformar a los “cosecheros” en productores en lo que se ha llamado el “país campesino-finquero”, que es el centro-norte de Nicaragua, donde se produce el café, es una tarea fundamental. En el “país campesino-finquero” ya no hay posibilidades de extender el área de cultivos. Lo que hay que hacer es mejorar la producción en el área ya sembrada. Por otra parte, la lógica de aumentar el volumen en el área de la finca de café es la lógica del gran empresario. El pequeño productor tiene otra lógica o debe tenerla: cuánto produzco en un área, pero no cuanto produzco de un único rubro, en este caso el café. Necesitamos otro enfoque. La meta de la productividad debe superar la visión de un único rubro, debe ampliarse. Y cuando se amplía, se promueve y se aumenta la participación de las mujeres. Salir de la actual crisis tiene mucho que ver con re-pensar todo lo que hemos estado haciendo.

Y estamos haciendo una asistencia técnica que tiene que transformarse. La asistencia técnica tiene que ver con los técnicos. Nicaragua es un país lleno de técnicos agrícolas. No hay cooperativa de segundo grado que no tenga técnicos, todas los tienen, a veces tienen hasta 15 ó 18. En las cooperativas de primer grado no todas los tienen. Las empresas vendedoras de insumos tienen técnicos. CISA-Agro tiene montones de técnicos. Las ONG tienen técnicos. El Estado tiene técnicos. El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) está dedicado a formar técnicos.
Las organizaciones del Comercio Justo exigen que haya técnicos en las fincas con las que trabaja para exportar su café.

Hay montones de técnicos. Hace poco tuvimos una reunión con jóvenes de una comunidad pequeña del norte llamada Peñas Blancas. Y descubrimos que entre jóvenes que o están estudiando agronomía o algo vinculado a la actividad agropecuaria y jóvenes ya graduados eran trece. ¡Sólo en esa comunidad! Igual en una comunidad de San Lucas, por San Juan del Río Coco: ¡doce técnicos!

La roya tampoco respetó a los técnicos. ¿Por qué? La mayoría de los técnicos de las cooperativas se dedican a estimar cosecha para saber cuánto café van a acopiar. Los técnicos de empresas como CISA se dedican a vender sus insumos, a promocionarlos como la solución para cualquier problema, eso es lo único que hacen. Los técnicos de las ONG trabajan a menudo como cobradores de crédito. Los técnicos de las cooperativas que producen café orgánico se dedican a registrar datos para las certificadoras de la calidad. Ni una sola vez me he encontrado yo a esos técnicos razonando esos datos, por cierto muy interesantes, con los productores. Esos datos podrían servir para reflexionar con los productores, para que las certificadoras adapten sus normas a las condiciones locales, pero no es eso lo que hacen. También hay técnicos jóvenes que no encuentran espacio para aportar lo que saben para que la finca de su familia tenga un mejor manejo. Nos hemos encontrado con técnicos jóvenes que nos dicen: “Mi papá no me deja”. Cuando el hijo le dice: “Mire, papa, vamos a hacer así y así…”, la respuesta es: “No, hijito, eso será cuando yo muera, mientras esté yo vivo ¡yo mando aquí!” Y si el hijo le dice: “Entonces deme un pedacito de la finca para que yo experimente lo que he aprendido”, le dice: “¡El chancho suelta la manteca hasta que muere!” Le dará la tierra hasta que él se muera, le dejará experimentar sólo entonces.

Tenemos muchos técnicos, pero no hacen una verdadera asistencia técnica. El modelo que tenemos en el país
es muy vertical, no toma en cuenta el saber y la experiencia de las familias productoras, no mira que hay técnicos en los territorios, da recetas “sin siquiera mirar al enfermo”. Y si cada paciente es diferente, también cada finca es diferente, cada parcela es diferente, cada café es diferente. La misma palabra señala el error: el técnico va a “asistir”, como queriendo decir que es el técnico quien tiene el conocimiento y el productor no sabe nada. A estas alturas esa visión ya no funciona, no sirve. Los productores tienen saber. Necesitamos técnicos dispuestos al intercambio de saberes.

El tipo de asistencia técnica que necesitamos requiere cambiar el modelo. Hay que recuperar el método pedagógico de Paulo Freire, que nos puede servir para transformar la asistencia técnica habitual y convertirla en un intercambio técnico. Necesitamos también que la asistencia técnica incluya educación financiera, no para que la gente no destine recursos a comprar electrodomésticos al crédito, sino para que los productores usen sus recursos pensando, para que piensen antes de gastar, para que piensen si les conviene quedar endeudados todo el año por esas compras.

La tercera de las causas del avance de la roya que hemos identificado no sólo tiene que ver con los reales o con la falta de asistencia técnica. Tiene que ver también con la institucionalidad. Cuando comparamos a Nicaragua con el resto de países de Centroamérica observamos grandes vacíos. En otros países de la región hay más institucionalidad.
En Honduras, por ejemplo, tienen un Instituto del Café. También en Costa Rica. Y en Guatemala también lo tienen, estudiando desde hace años variedades y mezclas y contando con más capacidad de prevenir y de responder rápidamente a las crisis. En Nicaragua tenemos a CONACAFE, que no es una institución sino un foro. Hasta hace dos años CONACAFE tenía un presupuesto: a cada agremiado se le cobraban 10 centavos de dólar por cada quintal de café que producía. Pero dos productores se ampararon ante la Corte Suprema de Justicia, les dieron la razón y se quedaron sin presupuesto para funcionar.

En Nicaragua son dos ministros los que coordinan CONACAFE, el Ministro de Fomento, Industria y Comercio y el Ministro Agropecuario y Forestal, dos ministros que coordinan otras treinta comisiones. ¿Cuándo van a tener tiempo para el café? En Honduras el Instituto del Café lo coordina un productor y es ágil. En Honduras ya las autoridades declararon emergencia fitosanitaria por la roya. También en Costa Rica, donde el daño en los cafetales es en el 10%. En Nicaragua, nada.

Desde 1971 el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) fundó el Programa Cooperativo Regional para el Desarrollo Tecnológico y Modernización de la Caficultura (PROMECAFE), para hacer investigación y mejorar y desarrollar tecnología moderna en la caficultura regional. Ese año PROMECAFE hizo frente a la plaga de la broca detectada en Guatemala y en 1976 a la plaga de la roya que apareció en Nicaragua. Pero si hoy entramos en la página web de PROMECAFE, que canaliza recursos y tecnología, vemos que Nicaragua no está ahí.

Ante la roya, hay productores de Nicaragua que dicen que la solución es cambiar la variedad del café, pasarse del café caturra al café catimor. Pero con el catimor la calidad del café baja y Nicaragua no debe bajar la calidad de su café. Además, la variedad catimor no está libre de enfermedades, a ésa la ataca el “ojo de gallo”. Hay todo ese debate, pero CONACAFE no está diciendo nada. Y en crisis cómo ésta es importante y necesario que haya una institución que esté sentando posición.

He andado bastante con las cooperativas animándolas a presentar una posición conjunta ante la emergencia que significa la roya. Pero las cooperativas, que son las que más saben de la calidad del café, tampoco logran levantar su voz, tampoco sientan posición. Creo que en otras circunstancias lo harían, pero como muchos de sus líderes tienen ahora otros sombreros políticos, no lo hacen, no quieren, no se atreven a tener una posición pública. El sector cooperativo es importante en número y las cooperativas tienen un rol a jugar través de la Red del Café y de la Coordinadora Latinoamericana de Productores del Comercio Justo (CLAC), en la que Nicaragua tiene la presidencia. También el modo de organización de las cooperativas las limita a asumir un liderazgo en esta hora crucial.

Diversas voces en el país expresan sus demandas y propuestas en la crisis de la roya. La principal demanda es que se cuantifique la dimensión del daño, que se les provea insumos, que se indemnice a los pequeños productores afectados y que se les apoye en la renovación del café. A finales de enero, el gobierno, junto a OIRSA, lanzó la Campaña para el Manejo Fitosanitario en los Cafetales de Nicaragua, que consistirá en capacitar a 150 técnicos y a 15 mil productores. A pesar de eso, no podemos esperar que el Estado resuelva esta crisis. El Estado tiene un rol muy importante, pero ha dado claras señales de que no habrá subsidios. Tampoco se reestructurarán las deudas bancarias ni habrá financiamiento subsidiado para renovar los cafetales.

No se requieren grandes estudios. Hay que hablar con los productores, de ellos se obtiene mucha información. Hay que declarar una cuarentena y dar una atención priorizada a las zonas afectadas. Si no se hace así va a haber zonas
de miseria. Y la miseria es contagiosa. La respuesta no puede ser sólo técnica. Debe combinarse con lo económico. Si la solución es renovar el cafetal, ¿de qué van a comer en los tres años siguientes? Al renovar los cafetales, la familia campesina debe sembrar maíz que da en cuatro meses, debe sembrar frijol que da en dos meses, y debe sembrar plátanos y guineos que dan en un año.

Pensar sólo en el café es tener mentalidad de grandes cafetaleros. Y el 90% de los productores son pequeños
y ya están acostumbrados a diversificar los cultivos en sus fincas. Hay que apoyarles en eso. También hay que tener en cuenta lo ambiental. Por ser el café un árbol relativamente alto, brinda una contribución al ambiente. Y en el café cultivado con sombra la contribución es aún mayor. Renovar el cafetal implica a menudo cortar árboles en las plantaciones de café con sombra. Y cortar árboles está prohibido. Se necesitan políticas ambientales más flexibles. Renovar el cafetal también puede afectar el suelo, porque las lluvias lo pueden lavar más fácilmente. Sembrando maíz, frijol y otros rubros en las “calles” de los cafetales se puede evitar esto. Hay que pensar en varias direcciones, no sólo la técnica, que es insuficiente, hay que buscar respuestas técnicas, económicas y ambientales.

En tiempos de la roya hay experiencias de las que aprender. Si se combina una buena asistencia técnica, crédito oportuno y la organización de la familia en torno al café se puede enfrentar la roya. Es lo que hemos comprobado con una encuesta rápida que hizo en diciembre de 2012 la microfinanciera FDL (Fondo de Desarrollo Local) con el 40% de los 2,424 de sus clientes que producen café en el centro-norte del país.

El 92% dijo no tener problemas ni con la roya ni con el pago de sus créditos, que vencían entre diciembre de 2012 y marzo de 2013, en plena crisis. ¿Cuál fue el secreto? Entre otras cosas, se trata de productores que cultivan con muy buen manejo sus fincas, algunos logrando ya hasta 80 quintales por manzana. Son productores que razonan las prácticas que emplean en sus fincas organizando a sus familias y trabajando en grupo.

Otra experiencia positiva la encontramos en la Cooperativa Solidaridad de Matagalpa, que logra exportar café y trabaja con las redes internacionales del Comercio Justo. Tampoco la roya ha llegado allí. ¿Cuál fue el secreto? Entre otras cosas, desde hace tres años han combinado la asistencia técnica y la compra y aplicación de insumos justo a tiempo, crédito y políticas organizacionales. Por acuerdo de la cooperativa los asociados podan y recepan la quinta parte del total de su café cada año, superando así el mito de la bi-anualidad en el café, que dice que siempre hay un año de buena cosecha y el siguiente es de mala cosecha, consiguiendo con esa fórmula una cosecha estable y buena todos los años. Y porque exportan consiguen crédito de instituciones financieras internacionales. Tienen acuerdos con empresas que venden insumos químicos con dos meses de espera para el pago. La cooperativa les entrega a sus asociados los 5 dólares por quintal que el Comercio Justo destina a la productividad, pero no en efectivo sino en especie, y según sea el momento. Además, hacen que su técnico supervise el que sus asociados cumplan con el acuerdo de aplicar insumos justo en el momento acordado. “De lo contrario -nos dice su presidente-, si les entregamos esos 5 dólares por quintal en efectivo, el productor tiene cien cosas en qué gastarlos”.

Estas experiencias nos dan ánimo. Espero, con ellas y con toda esta información, haberles mostrado un retrato del café nacional y haberles demostrado que la roya no es sólo un problema para los productores de café. Haberles compartido una idea central: que no son sólo los productores los responsables. Se trata de un problema local, nacional y también internacional. Espero haberles enseñado que en la cadena de las responsabilidades estamos todos.

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