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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 275 | Febrero 2005

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Nicaragua

Proyecto Herty Lewites: El miedo de Daniel Ortega a los vientos que sembró

El conflicto entre el saliente alcalde de Managua Herty Lewites y el caudillo Daniel Ortega por la candidatura presidencial del FSLN para las elecciones del 2006 evidencia, con crudeza, el déficit de cultura democrática que, para desgracia de Nicaragua, existe en el Frente Sandinista.

William Grigsby

Acostumbrado a mandar y a hacer cumplir sus órdenes sin importar los costos políticos, Daniel Ortega tiene ante sí el mayor desafío a su poder omnímodo en el FSLN: la determinación de Herty Lewites de ser candidato a la Presidencia de la República en las elecciones generales de noviembre 2006.

EL MIEDO, LA LEY
Y UN GRAVE ERROR POLÍTICO

Pudo más el miedo y la cúpula del FSLN cometió un error político, que ahora amenaza no sólo la quinta candidatura presidencial de Ortega, sino también su hegemonía. Todavía Herty Lewites -su antiguo amigo y consejero- no abandonaba su puesto de alcalde sandinista en Managua, cuando ya el secretario general había dado la orden fulminante: no puede ni siquiera competir en elecciones primarias internas para la candidatura presidencial, porque no cumple con el requisito de “diez años de militancia ininterrumpida”.

Contra el cálculo político de Ortega y su entorno, la orden no fue cumplida esta vez y miles de sandinistas se sumaron al desafío: quieren que Lewites compita en las primarias, dispuesta la mayoría a respaldar al que gane en una competencia justa y transparente. Más allá de si Daniel Ortega o Herty Lewites garantizan el triunfo electoral del FSLN en 2006, o de si hay o no violación de las normas partidarias, la discusión de fondo es si las bases sandinistas tienen o no la potestad de seleccionar a su candidato presidencial. Se trata de la defensa de un derecho democrático conquistado a pesar de la opinión de algunos dirigentes del Frente Sandinista.

El 14 de enero, seguramente bajo las órdenes directas de Daniel Ortega, la Comisión Nacional de Asuntos Jurídicos y Éticos del FSLN, cuyo presidente es el ex-ministro de Energía Emilio Rapacciolli, “aclaró” que todos los miembros y militantes del FSLN pueden optar a ser Pre-candidatos(as) o Candidatos(as) a Presidente(a) de la República de Nicaragua por el FSLN, si cumplen con los diez años de militancia ininterrumpida, tal como lo establece la Resolución tomada por el III Congreso del FSLN, en su Sesión “Comandante Francisco Rivera Quintero”, celebrado en la cuidad de Estelí el día 23 de noviembre del año 2003. Agrega que en relación al concepto de la militancia ininterrumpida debe entenderse como el no haber renunciado a su militancia o no haber sido miembro o Candidato de otro Partido o Movimiento Político durante el tiempo establecido, ya sea diez años, siete años o cinco años, de forma ininterrumpida según el cargo a elegir. Siendo que la existencia o vigencia jurídica de la Asociación de suscripción popular Sol, así como la Representación Legal de la misma, a nombre de Herty Lewites Rodríguez, concluyó el 10 de enero del año 1997, según la escritura de constitución de la misma, la militancia ininterrumpida de diez años contados a partir de esa fecha se le cumplirían a Herty Lewites Rodríguez el 11 de enero del año 2007.

HERTY LEWITES SE VA DEL FSLN
Y REGRESA AL FSLN POR LA PUERTA GRANDE

Lewites se había alejado del FSLN desde el Congreso de 1994, cuando se enfiló con las posiciones de la corriente interna “Por un Sandinismo que vuelva a las Mayorías”, embrión de lo que en 1995 se convertiría en el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS). En aquel grupo figuraban entre otros el ex-Vicepresidente Sergio Ramírez -quien era el jefe de la bancada legislativa-, los miembros de la Dirección Nacional Histórica, Luis Carrión y Henry Ruiz y la comandante guerrillera Dora María Téllez.

Aunque no renunció a su militancia ni tampoco se marchó al MRS, después de los resultados del Congreso de 1994, Lewites -en ese entonces, uno de los 38 diputados electos en 1990- hizo causa común en todas las votaciones con la bancada jefeada por Ramírez, y por tanto, no obedeció las orientaciones de la Dirección Nacional, que entre otras cosas, se oponía a las reformas constitucionales finalmente aprobadas en 1995. Era la época del llamado co-gobierno entre Sergio Ramírez desde el Parlamento, Antonio Lacayo en la Presidencia, y el General Humberto Ortega en el Ejército.

Por esos años surgieron las aspiraciones de Lewites para ocupar la alcaldía de Managua. Viejo zorro de la política, supo que no lo lograría bajo la bandera del MRS y como estaba distanciado de Daniel Ortega, optó por aprovechar que la Ley Electoral abría puertas a las candidaturas por suscripción popular, para fundar el Movimiento Sol y competir por la alcaldía de Managua en las elecciones de 1996. El FSLN seleccionó como su candidato a Carlos José Guadamuz, periodista y dueño de Radio Ya, uno de los más cercanos colaboradores de Ortega, asesinado ahora hace un año. El voto sandinista se dividió. EL Movimiento Sol logró 46,963 votos, con lo que impidió que el FSLN ganara. Los liberales triunfaron en Managua con 110,466 votos y el FSLN logró 98,809, una diferencia de menos de 12 mil sufragios.

Tras su fallida aventura electoral, Lewites regresó por la puerta grande al FSLN en el Congreso de 1998. Lo hizo cogido de una mano por el Bloque de Empresarios -formado por Bayardo Arce y bajo la no muy lejana sombra del general retirado Humberto Ortega- y de la otra mano, por Daniel Ortega, quien antes debió vencer la resistencia de un importante grupo de dirigentes sandinistas, de los más cercanos a él. Por razones obvias, uno de los que más se opuso fue Guadamuz desde su Radio Ya.

Distintas fuentes señalan que el retorno de Herty Lewites fue cuidadosamente planificado por los hermanos Ortega con el principal objetivo de llevarlo nuevamente como candidato del FSLN a la alcaldía de Managua, pues ambos estaban convencidos que era una carta ganadora. Aquella temprana decisión formaba parte de la estrategia política que los hermanos Ortega diseñaron a mediados de 1997, tras la llegada a la Presidencia de Arnoldo Alemán. Uno de los aspectos más relevantes de ese acuerdo fue el pacto con Alemán -negociado por Humberto Ortega desde mayo de ese mismo año- y la ley de la propiedad, aprobada poco después, en agosto.

UN “CORREO” QUE SE QUEDÓ SIN TRABAJO

El escenario político actual empezó a perfilarse desde la noche del 4 de noviembre de 2001. Ese domingo, el PLC venció abrumadoramente al FSLN y a su candidato Daniel Ortega. Lewites -ganador en la alcaldía de Managua- fue uno de los primeros en llegar hasta la residencia del Presidente electo, Enrique Bolaños, para felicitarlo. El propio Herty ha revelado que aquella noche, empezó lo que él describe con orgullo nada disimulado, mi amistad con el mandatario, a quien de paso le prometió hacer todos los esfuerzos posibles para que Daniel lo dejara gobernar y para establecer puentes de comunicación entre ambos. Lewites empezó entonces una gestión como “correo” o “mediador”, misión que al principio fue confidencial pero que luego él mismo hizo pública y hasta con obstentación.

En los dos primeros años del gobierno de Bolaños, un tema de discusión permanente en la dirección política sandinista -especialmente en el grupo más cercano a Ortega- fue el de la política de alianzas. El economista Alejandro Martínez Cuenca, Herty Lewites y -¡oh, sorpresa!- el coronel retirado Lenín Cerna, encabezaban el grupo que impulsaba un acuerdo estable y duradero con Bolaños, a expensas del PLC, con quien el mandatario estaba enfrentado a raíz de las denuncias de corrupción contra el caudillo liberal Arnoldo Alemán. Ortega estuvo de acuerdo, hasta que la embajada de Estados Unidos metió sus narices a finales de diciembre de 2003, ordenó al Presidente Bolaños romper los acuerdos con el FSLN e impuso en el Poder Legislativo una directiva de liberales, con hegemonía de liberales arnoldistas. Esta ruptura hizo ganar espacios a quienes en la dirección política del FSLN pugnaban por aliarse con el reo Alemán y con su partido, entre los cuales están Tomás Borge, Edwin Castro y René Núñez. Avanzaron hasta culminar en los acuerdos secretos de octubre de 2004 -previos a las elecciones municipales-, ejecutados desde inicios de noviembre hasta llegar a su punto máximo, la declaración política firmada entre ambos caudillos, Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, el 7 de enero de 2005 en la hacienda El Chile, donde Alemán está “preso”.

TENSIONES ADMINISTRATIVAS EN LA ALCALDÍA
Y TENSIONES POLÍTICAS CON EL ALCALDE

En la administración de la Alcaldía de Managua no faltaban las tensiones. En los primeros dos años, el alcalde Lewites mantuvo una relación si no estrecha, al menos cordial, con el mando partidario del FSLN en Managua, encabezado por un oscuro personaje de limitadas calificaciones políticas, el diputado Elías Chévez. Pero a principios de 2003 Herty barrió con los principales amigos de Chévez, ubicados como delegados del alcalde en los cinco distritos capitalinos o en puestos administrativos importantes. El principal motivo fue la evidente corrupción de casi todos ellos, dedicados a malversar los presupuestos respectivos o a realizar negocios ilícitos.

Aunque la intención del alcalde era sacar a todos los “políticos” designados por mandato del comité departamental del FSLN, finalmente tuvo que ceder y negociar la permanencia de algunos cuadros o entregar a familiares de Chévez algunas prerrogativas especiales. Por ejemplo, un hermano de Chévez es el dueño de los llamados “negocios rojos” -cantinas y bares de dudosa reputación- de uno de los mercados capitalinos.

También los amigos de Lewites del Bloque de Empresarios del FSLN, ubicados en puestos relevantes en toda la estructura municipal, fueron objeto de una sacudida. El caso más sonado fue el del gerente de la Corporación de Mercados Municipales, Iván Avilés, cuyos actos de corrupción están documentados. En privado, los colaboradores de Lewites aseguran que se robó 30 millones de córdobas. Hoy, Avilés es el jefe del puesto de mando electoral del FSLN en Managua, nombrado por Chévez. Los empresarios también se resintieron, y aunque reconocieron que había “errores” de parte de sus colegas, se disgustaron con Lewites porque éste no colocó en el sitio de los desplazados a otros miembros del Bloque, sino que prefirió a gente con quien le unen antiguos lazos de amistad o vínculos familiares.

Las contradicciones más importantes ocurrían a nivel político. A partir del estatus que el propio Daniel Ortega le concedió a Lewites como enlace con Bolaños -un papel de mucha relevancia en momentos de crisis-, Herty empezó a adoptar un comportamiento autónomo y muchas veces -según los danielistas- hasta parcializado a favor del Presidente. Al mismo tiempo, en virtud de su amistad con Bolaños, Lewites consiguió no pocos favores que le ayudaron a realizar proyectos clave en su gestión municipal. A cambio, Lewites invitaba a los principales actos al mandatario y aunque también convidaba a Ortega, sabía que el líder sandinista no iría si Bolaños asistía.

También causaba el disgusto de Daniel Ortega que a Lewites poco le gustaba reivindicar a su partido en las obras que realizaba, pese a las varias oportunidades en las cuales los dirigentes del FSLN o sus diputados intercedieron ante empresas privadas y multinacionales por problemas que el ex-alcalde no hubiera logrado resolver por sí solo: Casos más importantes: cobros de millonarios impuestos rezagados a ENITEL, reclamos a Unión Fenosa por el alumbrado público y aprobación de un préstamo millonario del BID para obras municipales.

A nivel de los dirigentes de base, las causas de las tensiones con Lewites eran distintas, aunque generaban una oposición aún más radical con él. Lewites hacía las obras según su voluntad y sin consultar las prioridades de las comunidades. Y Lewites no los recibía o, cuando lo hacía, los ninguneaba. En el primer caso, por un genuino reflejo de la personalidad individualista de Herty y de su formación empresarial. En el segundo, suelen decir los ninguneados que por su extracción de clase y su predilección por reunirse y negociar con los empresarios y no con los dirigentes populares.

Por estas dos vías se causó una ruptura con la estructura partidaria de base y un resentimiento creciente cada vez más visible. También resucitaron viejos rencores, pues en la estructura de base del FSLN en Managua nunca se le perdonó a Lewites que compitiera contra el candidato del FSLN, Carlos José Guadamuz, lo que impidió la victoria sandinista en Managua en aquella oportunidad.

CONTRA “EL MÁS POPULAR”

El deterioro de la relación política entre el FSLN y Lewites hizo que Daniel Ortega preparara las condiciones para impedir lo que ya desde 2003 se anticipaba: la pre-candidatura presidencial del popular alcalde de Managua. Las encuestas insistían en que Herty asomaba como un fuerte competidor y Lewites ya había insinuado la posibilidad de postularse. La primera medida que tomó Ortega, como secretario general del FSLN, fue lanzar, en mayo de ese año, la candidatura de su amigo de muchos años Dionisio Marenco para sustituir a Lewites. De paso, anuló de un solo tajo la elección primaria en Managua, pues con su “dedazo” era inútil que cualquiera pudiese competir con Marenco. Aún así, se mantuvo la formalidad de las primarias en el resto del país. La respuesta de las bases sandinistas fue una masiva abstención: apenas participaron 21 mil simpatizantes de un censo de afiliados teóricamente superior a 150 mil.

A la decisión de Ortega de lanzar a Marenco como candidato, sin tomar en cuenta la opinión de Lewites, éste replicó -alentado por Humberto Ortega- postulándose como pre-candidato a Vicepresidente de la República, como eventual compañero de fórmula de Daniel, quien se ha matriculado permanentemente en la candidatura presidencial. Desde las filas danielistas se escucharon voces descalificando las aspiraciones de Lewites, bajo el argumento de que esa posición estaba reservada para un “aliado”, proveniente de los grupos integrantes de la Convergencia Nacional.

Desde finales del 2003, todas las encuestas de opinión señalan que Herty Lewites es la personalidad política activa con mayor popularidad entre la población nicaragüense, sandinista o no. En la última, de diciembre 2004, realizada por la empresa M&R Consultores, Lewites obtuvo el 84.1% de opinión favorable. Ese mismo 84.1% afirmaba que Ortega “debe retirarse”. En esta consulta se otorga a Lewites el mayor porcentaje de aprobación en cuanto a las cualidades que debe reunir el próximo mandatario: capacidad, honestidad, cumplir sus promesas electorales y ser democrático.

NO HUBO DIÁLOGO

Alentado por todas las encuestas y proyecciones de estos últimos meses, el 1 de diciembre finalmente Herty se destapó y anunció su disposición a disputarle a Daniel Ortega la candidatura presidencial del FSLN. Tres semanas después, Ortega ripostó, y alegó lo que después sería una orden: tengo entendido -dijo- que para ser candidato presidencial del Frente es necesario tener diez años de militancia “ininterrumpida”. En cambio, dijo que sí podría aspirar a la Vicepresidencia de la República si era postulado por la Convergencia, “porque esa posición está reservada a los aliados”.

Lewites se defendió. Con su carnet de militante en la mano, se mostró orgulloso de sus 35 años de vida política en el FSLN, y convocó a Ortega al diálogo: Yo quiero platicar con él tranquilamente, porque no debemos dar signos de que nos queremos dividir. Eso le haría mucho daño al sandinismo y yo soy incapaz de hacerle daño a mi partido. Creo que es mejor que platiquemos y no saquemos cosas al público.Nunca hubo tal diálogo.

ROSARIO MURILLO
INICIA LA CAMPAÑA CONTRA LEWITES

La campaña pública contra Lewites empezó en mayo de 2004, y la encargada de dar la corneta de partida fue la esposa de Ortega, Rosario Murillo.

En un extenso artículo publicado el 26 de mayo, bajo el título Herty, o la quimera deloro -juego de palabras entre “del loro” y “del oro”-. El misterio develado de las banderas guardadas, Murillo relata que conoció a Lewites hacia 1978, en San José de Costa Rica: chele, nítido, catrín, requetecaro, que hacía cuentas y cuentas en voz alta, de los millones y millones de dólares que se reunían, que se reunirían, que se necesitarían, que se gastarían, que harían posible el triunfo. Por primera vez en mi vida oía hablar de la Revolución en números, en cifras, en habla de banquero...

Si la conversación, el lenguaje, los gestos, definen la interioridad de las personas, esa persona allí, se definía ante mí, o para mí, ajena, diferente, de otra especie, dramáticamente opuesta a los “animales de galaxia” que yo había tratado y conocido hasta entonces... El desconocido señor apareció, en mi probablemente prejuiciada y limitada mente, de admirante revolucionaria, no sólo raro, sino (por qué no decirlo ¡peligroso, enemigo mortal!) La persona que me acompañaba me comentó después: “¿Viste a ese hombre? ¡Ése es gringo! Es agente de la CIA!.

En su larga perorata contra Lewites, Murillo relata que después de 1990, ya diputado electo, lo empecé a ver, y a oír, al Mauricio, al Herty, congruente, con su ser, o en su mismo ser, de Caracas, de Costa Rica, de Panamá, de Managua... millones y millones en la boca y en los ojos... Sucedía, decía él, que los sandinistas nos habíamos vuelto locos; no entendíamos que todo era diferente, que el mundo era diferente, que los yankis ya no eran malos, ni bandidos, ni enemigos de la humanidad...

Y bajo el recuerdo del primer encuentro en Caracas hace muchos años, compara a Herty Lewites con su marido Daniel Ortega: Veo las botas charras de Daniel, su flacura, su magnetismo, para mí electrizante... Como altísimo contraste, a su lado, la camiseta Chemise Lacoste, amarilla, de Herty, su insólito look de playboy en declive... Oigo a Daniel hablando de la guerra que vamos a ganar... Oigo la labia larga de Herty, coreografiando burbujas con millones... tanto tenés, tanto valés...

De aquellas ácidas descripciones de la personalidad de Lewites, se pasó en enero del 2005 a la descalificación. El coordinador de la bancada de diputados sandinistas, Edwin Castro, declaró que estaban dispuestos a expulsar a Herty del Frente, por traidor al Partido. Herty percibió en esta definición una latente amenaza de muerte: Llamar traidor al FSLN a alguien es cosa seria -declaró- y cualquier fanático se puede cobrar esa supuesta traición. Daniel Ortega debería desmentir los señalamientos de Castro y pedirle que aclare su peligrosa imputación. El comandante Daniel es el secretario general del partido del cual yo soy militante, y si él y Edwin no rectifican ese señalamiento, lo que se me viene es cosa seria. Dentro del FSLN hay gente tranquila, pero también fanáticos, como en todo partido, y cuando escuchen que soy un traidor y se encuentren conmigo, me pueden hacer cualquier cosa, más que yo ando solo.

HABLAN LOS ASTROS: “DESAFIAR AL DESTINO
PUEDE SERLE CATASTRÓFICO A LEWITES”

Las amenazas de muerte -y aún las ejecuciones- no son extrañas a las luchas por el poder en el FSLN. Puede parecer anecdótico y hasta irrelevante, pero en la página web de la Nueva Radio Ya -cuyo gerente es Rafael Ortega Murillo, el hijo mayor de Rosario Murillo y Daniel Ortega- apareció un artículo firmado por un tal Augusto Puertas, en el cual se hacen los “pronósticos astrales” para el 2005.

Entre otras cosas, se lee ahí: Enfrentamiento que causa alta tensión por candidatura presidencial del FSLN. Riesgos de división, que son neutralizados. Prevalencia de Daniel Ortega, quien tendrá que superar asuntos de salud y algunas emboscadas políticas y jurídicas; cuyas intenciones por parte de sus enemigos son estremecedoras. El horóscopo de Herty Lewites habla de gran popularidad, pero no de poder real. Capricornio con ascendente en Virgo, coincidiendo en esta configuración con el General Humberto Ortega, indicando un peligro de salud para ambos, o de muerte accidental o violenta.

El tránsito de la Cabeza del Dragón sobre su Casa VIII, la de la muerte, desde septiembre del 2004 hasta abril del 2006, indica este riesgo, cuyo mes más crítico es octubre del 2005. Para Lewites, medir hasta dónde llegan sus límites y riesgos personales le es lo más prudencial. Desafiar al destino pudiera serle catastrófico. El Alcalde recién electo de Managua, Dionisio Marenco, difícilmente termina período, peligro de muerte sobre el mismo, un atentado. Crecimiento de la base de votos sandinistas, encaminándose a un triunfo electoral difícilmente reversible para el 2006. Muerte de dos dirigentes históricos del Frente, un hombre y una mujer.

Al buen entendedor, por señas. Los escritos de los últimos años de la señora Murillo están plagados de lenguaje místico y de citas astrales. ¿Habrá alguna influencia suya en el pronosticador Puertas o quizás en su hijo, y ahora son ellos expertos en las “predicciones del zodíaco? ¿O será nada más una simple coincidencia de gestos, tendencias y vocaciones?

LA INHIBICIÓN:
IMPACTO MAYOR QUE LA PRE-CANDIDATURA

Inicialmente, la pre-candidatura de Herty no tuvo mayor impacto entre los sandinistas. los grandes medios de comunicación -Canal 2 y diario La Prensa- destacaron rápidamente y con simpatía las aspiraciones de Lewites y hasta desde el club de grandes empresarios llamado COSEP saludaron sus intenciones, como una forma -alegaron- de poner fin “a las ambiciones del caudillo Daniel Ortega”. Pero si la pre-candidatura pasó sin impacto, la inhibición de Herty sí causó conmoción en las filas sandinistas. Aunque todavía con timidez, las bases partidarias han empezado a cuestionar lo que consideran la confiscación de su derecho democrático a elegir al candidato de su partido a la Presidencia de la República.

La decisión de excluir a Lewites desató también un inesperado endoso de históricas figuras del sandinismo, alejadas del FSLN por su oposición a Ortega. Lewites ha logrado reunir el apoyo explícito o tácito de cinco de los ocho miembros vivos de la Dirección Nacional histórica: Henry Ruiz, Luis Carrión y Víctor Tirado -entre los explícitos- y Humberto Ortega y Jaime Wheelock entre los tácitos. Dicho de otra manera: a Daniel Ortega sólo lo respaldan Tomás Borge -otrora rival por la misma candidatura en 1984- y Bayardo Arce. Al proyecto de Herty se han sumado también Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli -tres de los intelectuales de mayor prestigio del país-, Carlos Mejía Godoy, el ex-alcalde de Bluefields Moisés Arana y el todavía miembro del Consejo Sandinista Nacional y ex-diputado Víctor Hugo Tinoco, a quien Lewites nombró jefe de campaña.

Pero hay otras figuras muy poco conocidas -prefieren permanecer en el anonimato- que también lo respaldan: decenas de antiguos oficiales del Ministerio del Interior y del Ejército Popular Sandinista. Este apoyo es clave, porque lo que ahora está en juego no sólo es la eventual lucha por el poder político nacional, sino también la lucha por el poder en el mismo seno del FSLN, donde abundan las serruchaderas de piso, las conspiraciones, los espionajes y las pasadas de cuentas. Tan sólo unas semanas antes de la inhibición de Lewites, este tipo de oposición interna al poder de Ortega era todavía inimaginable.

Es la inhibición de Herty la que ha colocado en la agenda política la disputa por la hegemonía en el FSLN, porque la reacción en contra de esa decisión viene de parte de miles de militantes de base, como quedó reflejado en el acto público y masivo del 30 de enero en Jinotepe, en donde Lewites, ante más de ocho mil personas reafirmó su proyecto. Desde Madres de Héroes y Mártires hasta militantes campesinos de Estelí, Chinandega, León, Chontales y otros departamentos del país, respaldaron a Herty. Tanto la actitud de Lewites como el respaldo de connotados dirigentes de la revolución, como este acto inaugural de su campaña en Jinotepe -su ciudad natal-, infundirán valor a miles de sandinistas que comparten el criterio de que “con Daniel, volveremos a perder”. La rebelión puede extenderse a nivel nacional. En palabras de Henry Ruiz (Modesto), a esta manifestación debería de hacerle una lectura Daniel Ortega. Es una expresión que está elevando el nivel político de su militancia, a la que ya no le dan atol con el dedo.

SI DANIEL ORTEGA RECTIFICA...

Lo menos que puede decirse es que resulta sorprendente lo que está ocurriendo. No sólo porque se trata de un creciente desafío al danielismo, sino también por lo poco que ha hecho falta para estremecerlo. Porque, en fin de cuentas, Herty Lewites es sólo una figura electoralmente popular. Y nada más. Ni siquiera es un buen orador. Tampoco tiene ideas novedosas para sacar al país o al propio FSLN de la crisis que enfrentan. No tiene una trayectoria guerrillera ni un perfil de izquierda. Es sencillamente un hombre simpático, con gran sentido de la propia proyección pública, con una enorme capacidad de conectar con la gente común y corriente, con la ambición de querer ser Presidente de Nicaragua y con el coraje suficiente para enfrentarse al todopoderoso Daniel Ortega.

En este escenario recién abierto se pueden dibujar ya algunos trazos de las perspectivas inmediatas en el FSLN. La primera es que Daniel Ortega supere sus miedos y rectifique. Es poco probable. Ortega ha dado muestras fehacientes de que no sabe dar marcha atrás en asuntos internos del FSLN. La prueba más reciente fue la marginación arbitraria de Mónica Baltodano, la dirigente más importante de la corriente Izquierda Democrática y quien le hizo ganar a Ortega la disputa interna con el grupo de Sergio Ramírez en 1994. Ortega castigó a Baltodano porque se (le) opuso tenazmente al pacto con Alemán de 1998.

Paradójicamente, la única manera que tiene Ortega de conservar su poder interno y hasta lograr una nominación presidencial, es rectificar cuanto antes y dejar competir a Lewites. Mientras más tarde rectifique -si acaso considera esa posibilidad- peores resultados obtendrá. Una manera de corregir la inhibición -como escalera de oro- es que el Congreso del FSLN, previsto para este año, decida permitir la participación de Herty.

El problema de fondo para rectificar es que Ortega ha perdido confianza en su propio liderazgo y no se siente seguro del respaldo mayoritario de la base sandinista si se realiza la competencia interna. Ortega sabe que sus pactos con Alemán, la orientación de centro-derecha que ha impreso al FSLN, la política complaciente con los banqueros, los continuos coqueteos con los representantes de Estados Unidos, su complicidad de hechos -que no de palabras- con la política económica fondomonetarista y la falta de combate popular contra el neoliberalismo, han erosionado gravemente aquella lealtad incondicional que le demostraba el sandinismo hasta hace muy poco tiempo.

SI DANIEL ORTEGA PERSISTE...

Otra opción de Ortega es aferrarse a la decisión tomada, aun cuando eso le signifique la derrota electoral en el 2006. Ante esa eventualidad, las reformas constitucionales recién aprobadas en alianza con el PLC de Alemán le aseguran una cuota de poder significativa en la Asamblea, sin importar ya quien gane la Presidencia.

Esta opción podría acarrear un peligro hasta ahora inédito desde 1975: una división real del FSLN. Las proporciones de la rebelión son de tales niveles que nada volverá ya a ser igual en el partido. Y si Ortega persiste, serán muchísimos los que optarán por seguir a Lewites, aun y cuando ello signifique fundar otra agrupación política con el mismo nombre, con los mismos símbolos y con las mismas banderas.

SI DANIEL ORTEGA NEGOCIA...

Ortega también puede negociar con Lewites una salida política al conflicto, que preserve su liderazgo en el partido, a cambio de una competencia interna para dirimir la candidatura, en cuya organización Lewites tenga incidencia con sus propios fiscales con el fin de garantizar la transparencia. Quizás esto es lo que termine ocurriendo.

Las diferencias entre ambos no son ideológicas. Los dos provienen del mismo tronco del sandinismo, la tendencia tercerista, autodefinida en los años 70 y desde entonces como la fracción “realista” y “pragmática”. Ninguno de los dos cuestiona al capitalismo como sistema y ambos propugnan su reforma, al estilo de la socialdemocracia europea de hace treinta años. No los separa el ideario político, sólo quién de ellos será el candidato presidencial. Lewites ha dicho y repetido hasta el cansancio que no cuestiona el liderazgo partidario de Ortega. Lo refleja plenamente el lema de una inmensa manta exhibida en la concentración de Jinotepe: “Daniel por siempre, Herty Presidente”.

Lewites también puede forzar una negociación, siempre y cuando acumule suficiente fuerza interna. Pero, si bien es un gran mérito lograr el respaldo de casi todos los sandinistas marginados por los danielistas o el de aquellos que se habían retirado por su oposición al liderazgo del FSLN, eso sería notoriamente insuficiente. Las grandes figuras del sandinismo son excelentes hacia afuera del partido, pero no hacia adentro. Lewites necesita ganar respaldo entre las estructuras activas y, de ser posible, que algunas figuras nacionales, departamentales, o cuando menos municipales, se pronuncien públicamente a su favor, o al menos a favor de su participación en las elecciones primarias.

De esa negociación podría surgir una solución “salomónica”, como la que ha propuesto el sociólogo sandinista Orlando Núñez: formar una dupleta: Daniel para Presidente y Herty para Vicepresidente. Eso también dependerá de cuándo se haga la negociación. Si el tiempo pasa y Lewites agrupa suficientes fuerzas, difícilmente aceptará esa fórmula y será contando con esa fuerza que exigirá las primarias y hasta logre vencer al caudillo.

ATAQUES, IMPROPERIOS, CONDENAS...

Lewites y sus aliados necesitan acopiar mucha paciencia personal para soportar lo que ahora viene: desde los insultos personales hasta las amenazas. Y entre las descalificaciones, habrá que contar con la difusión de informes contables sobre derroches injustificados y supuestos actos de corrupción en la Alcaldía de Managua. Ya empezarón también a aparecer las denuncias inveteradas sobre “conspiraciones imperialistas para dividir al FSLN”.

Inició el 4 de febrero Tomás Borge, lanzando una furiosa diatriba no sólo contra Lewites, sino también contra Modesto, quien fue su entrañable amigo en la difícil lucha clandestina antisomocista. Hablando en la Nueva Radio Ya -la radio de la familia Ortega-, Borge afirmó que el proyecto de Lewites es una estrategia diabólica para dividirnos, a través de Herty y los demás disidentes, que sin ser militantes del partido usan nuestros símbolos. Ellos son parte de una estrategia del gobierno norteamericano. Borge los invitó a fundar otro partido y si buscan otra opción política hasta podemos hacer una alianza política con ellos.

Siguió el diputado Edwin Castro, coordinador de la bancada sandinista -quien difícilmente dice algo sin permiso previo de Ortega- anunciando que el Consejo Político del FSLN -que sustituyó desde 1998 a la Dirección Nacional- pedirá a Víctor Hugo Tinoco -uno de los 35 miembros de ese Consejo- definirse de qué lado está, para que deje de tener esa actitud cobarde de tirar la piedra y esconder la mano. Según Castro, Tinoco no puede andar en dos partidos diferentes y los miles de asistentes al acto de Jinotepe sólo son un grupo de oportunistas y gente confundida que pronto reaccionará.

También Rosario Murillo volvió a la carga con otro de sus textos. En cuatro cuartillas llenas de denuestos e improperios, tales como manipuladores, profanadores, provocadores, usurpadores, grotescamente disfrazados y embanderados, pisoteadores de la historia, renegados, ausentes, farsantes, inescrupulosos, arrogantes, depredadores, comerciantes, decrépitos, mercenarios, mímica estrafalaria, líderes de mentira, con el alma vendida y la conciencia alquilada, Murillo acusa con nombre y apellido a Luis Carrión, Henry Ruiz, Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal y a Lewites, de aprovecharse de lo que según ella es hoy una situación ventajosa para el FSLN, porque desde un liderazgo paciente y visionario, ha podido asegurar la posición victoriosa que hoy tenemos, y asegura, desde ya, mayores triunfos. Sin esgrimir argumentos, lanza como conclusión de su diatriba la misma acusación de Borge: Nos toca denunciarlos claramente, como lo que son: el mismo proyecto mediático y mediatizante, divisionista, y destructor, que el imperio, y sus empleadillos locales, diseñan, y lanzan, contra toda fuerza revolucionaria, en cualquier parte del mundo.

UN LIDERAZGO YA DEBILITADO

Daniel Ortega está lejos de ser derrotado. Su capacidad de maniobra está demostrada y su cuota de liderazgo personal, sobre todo en el esqueleto partidario, es muy grande. Esa fuerza es aún mayor entre los sandinistas más pobres, menos informados y residentes en las zonas semiurbanas o rurales. Esta base es precisamente la más disciplinada y la más aferrada a las tradiciones partidarias, una de las cuales es el respeto religioso a todo que diga o haga Daniel.

La lucha será dentro del FSLN. De poco le servirá a Herty que La Prensa y el Canal 2 lo proyecten como “el salvador de Nicaragua”, si no sabe granjearse las simpatías de la base orgánica del FSLN. Y para lograrlo, tendrá que insistir -aunque no sea del todo cierto- en que su objetivo no es desplazar a Ortega como líder del partido. Tendrá que repetir una y otra vez el cariño entrañable que lo une a su rival. Sobre todo, tendrá que derrotar la campaña en su contra que ya ha desatado todo el entorno danielista para aterrorizar a la militancia y neutralizar sus aspiraciones.

Si no logra ese respaldo interno masivo, Lewites será sencillamente aplastado, como ya ha ocurrido con todos los anteriores intentos de rebelión interna. Sólo con un movimiento interno poderoso Daniel Ortega puede optar por la salida negociada. Si esto ocurre, quizás logre conservar el cargo de secretario general del FSLN, aunque su liderazgo -pase lo que pase- ya ha sido irremediablemente debilitado.

PERIODISTA.

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Otro mundo es posible: así lo sueñan y lo diseñan las mujeres
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