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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 266 | Mayo 2004

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Honduras

Cincuenta años después: entre la resistencia y el servilismo

“De aquellas páginas vuelan tu risa y las canciones entre los bananeros, en el barro sombrío, la lluvia y el sudor... Pero cambiaremos la tierra... Cambiaremos, uniendo tu mano con la mía... Cambiaremos la vida para que tu linaje sobreviva y construya su luz organizada”. (Pablo Neruda. Canto General: A un trabajador del banano)

Ismael Moreno, SJ

Mayo glorioso. En este mayo, la sociedad hondureña, especialmente los sectores populares, conmemoran el cincuentenario de la huelga que los trabajadores de las bananeras, los “campeños”, realizaron en 1954 en la costa norte del país. Aquella huelga duró 69 largos días y tuvo su cuna y sede en la ciudad de El Progreso, al este del valle de Sula, a menos de treinta de kilómetros de la ciudad de San Pedro Sula. Los historiadores dan cuenta de este acontecimiento histórico relatando que en algunos momentos el Comité Central de Huelga -la instancia que representaba a los más de 30 mil obreros en resistencia- fungía como un gobierno popular paralelo al oficial.

En aquellos días, los temibles Comandantes de Armas, verdaderos representantes del gobierno central y protectores de las compañías bananeras, debían solicitar permiso al Comité de Huelga para salir del perímetro de la ciudad y tenían que comunicarle su destino y la hora de su regreso.

LOS HILOS CENTROAMERICANOS

La huelga de los obreros de las bananeras en 1954 fue la expresión hondureña de las gestas de resistencia y de efervescencia revolucionaria que la región centroamericana vivió en ese momento. Varios hilos tejieron ese tapiz. En Nicaragua, los de conspiración antisomocista protagonizada por los Héroes de Abril de 1954, que precedió en dos años el ajusticiamiento de Anastasio Somoza García, padre de la dinastía somocista. El hilo del gobierno reformista guatemalteco de Jacobo Arbenz fue el que tuvo mayor influencia en los acontecimientos que llevaron a los obreros hondureños de las bananeras a alzarse en huelga general.

En aquel 1954, tanto el derrocamiento de Arbenz como la huelga bananera tendrían a la United Fruit Company como la antagonista central en las luchas de ambos pueblos. La huelga hondureña finalizaría en el mes de junio después que la compañía frutera apostara a debilitar la lucha de los huelguistas dilatando las negociaciones y dividiendo el movimiento popular y después que el ejército hondureño saliera en auxilio de la compañía bananera desatando la represión. También en junio era derrocado el gobierno de Arbenz, socavado por la presión ejercida por la United Fruit Company con el apoyo del ejército guatemalteco.

EL ACONTECIMIENTO CIUDADANO
DEL SIGLO XX HONDUREÑO

Hoy, cincuenta años después de aquellos hechos, vemos que la huelga bananera de 1954 ha sido el acontecimiento más fundamental en la historia de Honduras en el siglo XX. Lo explican las energías desplegadas en aquella lucha y también el poder que ejercieron las compañías fruteras en la vida del país a lo largo del siglo y el valor que alcanzó el banano en la economía nacional. La huelga bananera fue poderosa, tanto por la firmeza y convicción de los obreros, como porque su lucha tocó directamente los intereses de las compañías gringas, que definían el rumbo económico y político de Honduras.

El historiador hondureño Marvin Barahona afirma que la huelga de los obreros de las transnacionales bananeras ha sido el acontecimiento histórico de la vida nacional que más ha contribuido a construir ciudadanía en un país que a lo largo del siglo veinte se debatió en la contradicción de seguir a quienes propugnaban por hacer de Honduras una pieza de los intereses económicos y culturales o a quienes luchaban desde abajo para construir una nación de ciudadanos y un Estado independiente.

“EL DESPERTAR DE AMÉRICA”

Después de 50 años, es bueno recordar los grandes titulares de diarios locales e internacionales que publicaban en sus páginas principales el desarrollo cotidiano de aquella huelga histórica.

Uno de los titulares de los periódicos internacionales calificó así la huelga: “El Despertar de América”. Destacaba la lucha de la clase trabajadora por lograr la conquista de las más elementales libertades democráticas, entre ellas el derecho a la sindicalización. Los trabajadores no gozaban entonces de ningún derecho, eran los más golpeados por la dictadura del Partido Nacionalista y estaban obligados a producir para los monopolios norteamericanos y las oligarquías criollas. La clase trabajadora vivía en la miseria, pasaba hambre y estaba bajo el mando de los capataces.

LOGROS INÉDITOS

Hablar de la historia de la huelga de 1954 -conducida por el Partido Revolucionario Democrático de Honduras, con el apoyo total de los trabajadores del país- es hablar de la historia misma de El Progreso, Yoro, pues esa huelga sentó las bases de la tranquilidad social en Honduras. Fueron 69 días de huelga, iniciando el 30 de abril en las instalaciones de la Tela Rail Road Company de El Progreso, con estos objetivos: derecho a la libre organización sindical, aumento de salarios a los trabajadores, mejoramiento de las condiciones de trabajo, jornadas de ocho horas diarias y seis horas en la jornada nocturna, salario doble por horas extras, salario igual por igual trabajo, cese a los despidos arbitrarios, cese a la discriminación racial, tratamiento médico gratuito en los hospitales de la compañía bananera, enseñanza primaria laica y gratuita y jubilaciones para los muelleros.

Con la huelga se logró mucho: el reconocimiento del derecho de sindicalización, la aprobación futura del código del trabajo, la creación del instituto hondureño de seguridad social, la disminución de las horas de trabajo y el mejoramiento de algunos salarios.

2004: JUBILEO POPULAR

A cincuenta años, aquella gesta fue conmemorada el 30 de abril y el 1 de mayo con una movilización política y cultural en El Progreso, en la que participaron miles de personas de todo el país. No cabía menos que una celebración como un verdadero jubileo del pueblo.

La ciudad fue “tomada” durante varias horas. Siguió una marcha por las calles que culminó con una concentración de las organizaciones del norte, centro, oriente, sur y occidente del país, aglutinadas en la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular. La marcha y la concentración estuvieron precedidas por una vigilia artística y cultural, el “Festival Resistencia 2004” en el que alternaron grupos musicales y culturales de todo el país con grupos musicales latinoamericanos, entre los que destacaron “Exceso de Equipaje” de El Salvador y los legendarios “Guaraguao” de Venezuela.

Participaron en la conmemoración todo tipo de organizaciones populares, desde los sindicatos más tradicionales hasta las organizaciones ambientalistas y comunales que enarbolan banderas de lucha más locales y específicas.
La tónica fue de resistencia y de firmes reclamos por demandas sociales y políticas.

LOS SOBREVIVIENTES: UN PUENTE EN LA MEMORIA

Entre los momentos de mayor emotividad del festival estuvo la presencia y testimonio de seis de los sobrevivientes del Comité Central de Huelga. Con pasos torpes, brillantes canas y titubeantes voces fueron el puente viviente que vinculó la memoria y lucha del siglo XX con las organizaciones de la resistencia popular que en los inicios de este siglo XXI quieren proseguir luchando por un país más digno y compartido, completamente distinto al que construyeron los políticos y grupos de poder en el siglo pasado al servicio de los intereses del imperio del Norte, y al que el grupo que hoy encabeza Maduro se empecina en continuar deshaciendo.

“Estamos en esta celebración -expresó Juan Blas, uno de los sobrevivientes- porque tenemos la obligación de comunicar a las nuevas generaciones la mística que nos movió en aquellos años difíciles, pero llenos de esperanza. Y también para alegrarnos porque nuestra lucha no fue en vano, sigue viva en este nuevo siglo”. Sus palabras se hicieron vida cuando Blas subió al escenario para bailar con una joven periodista un pegajoso ritmo caribeño de los Guaraguao.

“POR ELLOS ESTAMOS HOY AQUÍ”

Mientras aquellos ancianos estaban en el escenario, una de las presentadoras despertó la energía de la muchedumbre que abarrotaba el terreno del Festival cuando, señalándolos, exclamó con vigor: “Por ellos contamos hoy con el derecho a luchar por la organización popular. Por ellos tenemos hoy el derecho a ocho horas de trabajo.

Por ellos tenemos hoy el derecho a vacaciones pagadas. Por ellos tenemos hoy el derecho a seguir luchando por una reforma agraria. Por ellos las mujeres seguimos luchando por la plena igualdad de derechos y de oportunidades en la sociedad. Por ellos tenemos una patria que nos da el derecho a pelearla para nosotros, los pobres y explotados. Por ellos hoy seguimos sembrando la esperanza”.

La concentración del Primero de Mayo cerró un conjunto de actividades culturales, sociales y políticas realizadas en los dos meses previos, e inauguró una siguiente etapa de luchas y reclamos de las organizaciones populares, tras presentar en las concentraciones -tanto en la de El Progreso como en la de Tegucigalpa- un pliego de demandas, un emplazamiento público al gobierno de la República. “O el gobierno nos responde en los próximos 60 días o continuaremos con acciones de resistencia”: así lo expresa el documento de la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular en su parte conclusiva.

“EMPLAZAMOS AL GOBIERNO DE LA REPÚBLICA...”

Éstas son las demandas que contiene el emplazamiento público al gobierno de Ricardo Maduro:
1- Un decreto inmediato para rebajar el impuesto a los combustibles, que garantice la no liberalización del mercado de los combustibles, asumiendo el Estado el control de la compra y venta de los derivados del petróleo en aplicación del decreto legislativo 94-83, para regular así los precios al consumidor. Estabilizar el precio del lempira, definir medidas para proteger las divisas y la producción nacional e iniciar un proceso de estabilización de los precios de los productos de consumo popular.

2- Derogación de los decretos legislativos 219 y 220 del 19 de diciembre de 2003, que contienen el congelamiento de los salarios y la Ley de Reordenamiento del Sistema Retributivo del Gobierno Central, por atentar contra la vigencia de los estatutos y la contratación colectiva. Acuerdo inmediato de un aumento salarial general para los trabajadores y medidas efectivas para la aplicación del Código del Trabajo y de los convenios 87 y 98 de la OIT.

3- Definición de una política fiscal que, fundada en los intereses nacionales, rompa con los privilegios y la inequidad, no recargue de impuestos directos a la población de bajos recursos e ingresos, y garantice una tributación más justa, donde los ciudadanos paguen de acuerdo a sus ingresos y a sus propiedades.

4- Derogación de la Ley Marco de Agua Potable y Saneamiento Básico e inicio inmediato de la discusión de una nueva ley a partir de la propuesta presentada al Congreso Nacional el 1 de julio de 2003. Y el inicio de un proceso de rescate de los servicios públicos ya privatizados -salud, educación- y otros servicios en proceso de privatización.

5- Respuesta inequívoca a cada uno de los puntos planteados por los ambientalistas olanchanos en la Marcha por la Vida realizada en junio de 2003 en defensa de los bosques hondureños y a las demandas de protección de los bosques planteadas por las organizaciones y comunidades indígenas y campesinas de occidente, que se inscriben en la demanda de una nueva ley forestal que no sólo garantice la sustentabilidad de los bosques sino el beneficio de las comunidades rurales. Cumplimiento de los puntos contenidos en el acta de compromiso suscrita con los pobladores de La Labor, Ocotepeque, con respecto a la suspensión de la concesión a la transnacional minera Maverick. Derogación de la actual ley de minería para iniciar un proceso consultado para consensuar una nueva ley que responda a los intereses nacionales y garantice la conservación y protección del medio ambiente y de las comunidades.

6- Aplicación de la justicia a los altos funcionarios y ex-funcionarios públicos y ejecutivos de la empresa privada responsables de malversación de fondos públicos y de la quiebra de bancos. Elaboración de propuestas de programas alternativos de prevención y recuperación de los jóvenes en situación de riesgo. En consecuencia, derogación de la reforma al artículo 332 del Código Penal, conocida como Ley Antimaras, y enjuiciamiento transparente, tanto de los responsables de la adjudicación de armas a los dirigentes de los mareros como a los responsables de la masacre en la granja penal El Porvenir, en La Ceiba (abril 2003) y de los asesinatos en serie denunciados y documentados por los organismos de derechos humanos.

7- Compromiso de apoyar un proyecto de los migrantes que rompa con el actual sistema de intermediarios en el envío de las remesas familiares y garantice que los beneficiarios de su trabajo en el extranjero sean sus familiares y no sistemas privados o estatales que se apropian injustamente de altos porcentajes de esas remesas.

8- Aprobación de la ley del pasivo laboral que proteja a las obreras y obreros de las maquilas ante los despidos indiscriminados. Y compromiso del Ministerio del Trabajo para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras y para respetar al derecho a la libre sindicalización establecida en el Código del Trabajo.

9- Respuesta inmediata y satisfactoria a las demandas planteadas por las organizaciones campesinas en febrero y marzo de 2003 en relación con la aprobación de una nueva Reforma Agraria. Y enjuiciamiento de los asesinos materiales e intelectuales de los campesinos que cayeron defendiendo el derecho a la tierra, particularmente los asesinados durante el período que se corresponde con la actual administración pública. Un juicio justo e imparcial que conduzca a la libertad de los campesinos e indígenas presos y a los detenidos con motivo de la Marcha por la Dignidad del 26 de agosto de 2003.

10- Pleno cumplimiento del Convenio 169 de la OIT en relación con la defensa y protección de los derechos de los pueblos indígenas y negros.

11- No ratificación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos por, entre otros graves efectos, lesionar la integridad territorial, la soberanía y la independencia nacional.

12- Retorno inmediato de las tropas hondureñas en Irak y retiro de las tropas de Estados Unidos que se entrenan en territorio hondureño. Compromiso permanente de no involucramiento de Honduras en conflictos que respondan únicamente a intereses del gobierno de los Estados Unidos.

LA RESPONSABILIDAD DEL PRESIDENTE RICARDO MADURO

La conmemoración de los cincuenta años de la huelga bananera se realizó en el contexto de un gobierno que ha llevado el servilismo que ha caracterizado a los gobiernos hondureños a su extrema expresión. No es apresurado calificar a Ricardo Maduro como gran responsable de reeditar a los gobiernos de la primera mitad del siglo veinte, puestos literalmente por las transnacionales bananeras, con el agravante de que hoy las naciones que no resisten tienden a disolverse en el mar de una globalización en donde las únicas fronteras y leyes existentes son las que trazan las grandes corporaciones y los organismos financieros internacionales, adoradores del capital y del mercado.

SERVILISMO: UNA SEÑAL TRAS OTRA

Cuando el 4 de noviembre de 2003 llegó a Honduras el Secretario de Estado del gobierno de Bush, Colin Powell, para agradecerle a Maduro el respaldo de su gobierno a la guerra de intervención en Irak, Maduro no dudó un instante en pedirle perdón en los momentos en que Powell escuchaba consignas de protesta de las organizaciones populares manifestándose en contra de la política militarista de su gobierno.

Cuando a finales de marzo de 2003, tras el derrocamiento de Sadam Hussein, el gobierno de Estados Unidos “sugirió” el apoyo de gobiernos amigos para enviar tropas para la “reconstrucción” de Irak, el Presidente Maduro no lo dudó un instante y presentó de inmediato una propuesta de decreto al Congreso Nacional. Una mayoría de congresistas se apresuró a convertir la propuesta en decreto. Los más de 13 millones de lempiras que costaría la aventura militar durante un año saldrían del rubro del presupuesto nacional destinado a contingencias, desastres y emergencias nacionales.

Cuando la misión del Fondo Monetario Internacional visitó al gobierno de Honduras para “recomendar” las medidas fiscales y tributarias orientadas a reducir el desbalance entre los gastos y los ingresos públicos como condición para la firma de la Carta de Intenciones, el Presidente Maduro no dudó un instante en poner en marcha una campaña publicitaria televisada, radial y escrita con el fin de convencer a la ciudadanía de que el presente y el futuro de Honduras dependían del apoyo financiero del FMI. En los anuncios de la Presidencia de la República, un camino tenebroso llevaba al futuro que le esperaba al país si no se firmaba la Carta de Intenciones. Y un camino luminoso, recto y con un radiante horizonte anunciaba el que tendría Honduras con esa Carta. Cuando finalmente la Carta se firmó en febrero, el gobierno ya estaba cumpliendo con una de las “intenciones” prometida al FMI: aumentos constantes al impuesto estatal al precio de los combustibles.

Cuando se desarrollaba el proceso de debate y discusión del Tratado de Libre Comercio de Honduras y los países centroamericanos con Estados Unidos, el Presidente Maduro no cejó en el empeño de convencer a la opinión pública de que la firma del TLC equivalía a la entrada del país en el camino del desarrollo, al tiempo que negaba a la población cualquier información sobre los contenidos y los términos del TLC.

En abril, el Presidente Maduro no dudó un instante en respaldar la propuesta convertida en resolución de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU instando al gobierno cubano a aceptar la presencia de un representante de Naciones Unidas para supervisar la situación de los derechos humanos en la isla caribeña. Fue evidente que la iniciativa no surgía del seno del gobierno hondureño, para quien los conceptos de soberanía y de independencia están hipotecados a una obediencia ciega a los intereses del gobierno de Estados Unidos.

HONDUREÑOS EN IRAK: ¿MARCHA ATRÁS?

La decisión tomada en abril por el Presidente Maduro de retirar a los 370 soldados hondureños presentes en Irak sólo se explica por la previa decisión de España de retirarse del escenario de esa guerra ilegal y ante el riesgo inminente de quedarse sin una conducción directa en una situación militar y política agravada a diario.

Temía mucho el gobierno la muerte de soldados hondureños, por los costos políticos que esto implicaría. Maduro reconoció que en la medida en que la situacion se tensionaba en Irak, la tensión crecía en Casa Presidencial. “Estaba preocupado -dijo-, el problema se recrudecía y percibimos que el rol en Irak ya no era congruente. El día en que hubiera hondureños muertos en Irak iba a ser muy dañino políticamente para el gobierno”.

En este contexto, Maduro quiso retirar las tropas, pero sin que pareciera que lo hacía porque España retiraba las suyas. Y le preocupó anticiparse al anuncio oficial de España. Por eso, envió a su Ministro de la Presidencia a “notificarle” al gobierno de Estados Unidos sus temores y su decisión. En realidad, a pedirle el visto bueno a Bush. Pero cuando el Ministro regresó trayendo ese visto bueno, ya Rodríguez Zapatero había anunciado que España retiraba sus tropas.

En Honduras la presión de la opinión pública es hoy muy fuerte en dos direcciones. Que el retiro de las tropas sea inmediato, sin cumplir el plazo establecido para el 30 de junio. Y que el gobierno -que con su decisión de ir a Irak colocó a Honduras en calidad de país mercenario- exija una salida multinacional y abanderada por la ONU al conflicto en Irak.

LA PEOR SEÑAL: NEGROPONTE A BAGDAD

Estados Unidos ya dio suficientes señales de que es incapaz de resolver la crisis en Irak. Con la selección como embajador en Bagdad de John D. Negroponte -ex-embajador gringo en Honduras (1981-85), experto en “guerras encubiertas”, “boss” de los contras nicaragüenses y reponsable de hacer de nuestro país “el portaviones” de los gringos en Centroamérica en los años 80-, el gobierno de Bush ha dejado claro que su única propuesta es la militar, la que privilegie los intereses petroleros de Estados Unidos. Si Honduras se metió en esta guerra, ahora está en la obligación de exigir una salida que le ponga fin.

“TENEMOS QUE SER SERVILES”

Las declaraciones a una emisora de radio regional, dadas sin titubear por un diputado al Congreso Nacional, recogen de la manera más espléndida el talante de los gobiernos hondureños, expresado hoy de manera eximia por el de Ricardo Maduro: “Es cierto, el gobierno tiene que decir siempre sí y acomodarse a las decisiones que tome el gobierno de los Estados Unidos… El pueblo grita, se manifiesta, se expresa en las calles, pero el gobierno sabe que el pueblo pronto olvida. Viene un trancazo, el pueblo protesta, pero no tarda en asimilar el golpe, y sigue la vida para adelante. El gobierno siempre sale ganando porque las órdenes que obedece son las que le vienen de afuera, las que se le dan desde la Embajada en Tegucigalpa. Acepto que es una actitud servilista. Pero recuerde que somos un país pobre, dependiente y que no tenemos esperanza de desarrollo. Por eso tenemos que ser serviles: para poder recibir.”

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