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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 260 | Noviembre 2003

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Nicaragua

Tío Powell: los Sam son míos

El Secretario de Estado de Estados Unidos Colin Powell visitó Nicaragua el 3 y 4 de noviembre con una agenda política que tenía como objetivo central al Ejército de Nicaragua. El Ejército de Nicaragua dijo NO a Estados Unidos. Éste es el único resultado positivo tras el paso de Powell por Nicaragua. Y ésta es la crónica de una presión imperial reiterada.

William Grigsby

Carlos Gardel canta que “veinte años no es nada”. Y aunque el Ejército de Nicaragua ha hecho considerables esfuerzos para ganarse, sino la simpatía al menos la empatía, del poderoso imperio norteamericano, evidentemente trece años no han sido suficientes. Estados Unidos no olvida las raíces sandinistas de las hoy modestas fuerzas armadas nicaragüenses y menos aún, las derrotas infringidas: primero las de aquellos aguerridos guerrilleros sandinistas de 1979, y después las de los feroces combatientes del Ejército Popular Sandinista en 1988. Hace 24 años, destrozaron a su Guardia Nacional, gendarme de toda Centroamérica. Ocho años después, desbarataron a sus contrarrevolucionarios -o mercenarios, como confesó recientemente con tanta candidez, cuando no cinismo, uno de sus más connotados cabecillas-.

Colin Powell, el altivo General afroamericano -cuyas cuatro estrellas fueron ganadas más en las oficinas que en el campo de batalla-, en nombre de sus patrones de las multinacionales petroleras y de los todopoderosos traficantes de armas, recorre hoy el mundo para defender las “guerras preventivas” de su ejército y de su Fondo Monetario, y justifica las masacres por bombas o por hambre de los pueblos en Irán, Afganistán, Bolivia o Centroamérica. Con aires de emperador, llegó Powell a Managua el 3 de noviembre para ordenar al ejército más pequeño y peor armado de la región centroamericana que debe deshacerse de sus misiles tierra-aire, única arma con la cual el Ejército de Nicaragua puede disuadir de cualquier aventura militar a sus habitualmente calenturientos colegas de Centroamérica, o hasta a algunos de más allá. Powell esperaba un sí. Pero el Ejército de Nicaragua le dijo NO.

COLIN POWELL:
ANTIGUOS VÍNCULOS CON NICARAGUA

El vínculo de Colin Powell con Nicaragua no es reciente. En la década de los 80, Powell jugó un papel clave en la guerra contra la Revolución Sandinista, cuando trabajaba como adjunto y luego como Consejero de Seguridad Nacional del ex-Presidente Ronald Reagan. Su labor consistió en obtener respaldo en el Congreso para la criatura favorita de los fundamentalistas republicanos: los “paladines de la libertad”, la contrarrevolución. Desde los pasillos del Pentágono y de la Casa Blanca, Powell cabildeaba ante los cada vez más reacios legisladores para conseguir año con año para sus ahijados un dinero que luego se traducía en entrenamiento, armas, municiones y asesores extraídos de las filas de los terroristas militares argentinos o de las entrañas de la misma CIA.

Powell también se ocupó de “persuadir” a los militares y a los políticos de Honduras para que facilitaran condiciones para que los contras instalaran sus campamentos donde no sólo pudieran entrenarse y almacenar vituallas y armas, sino también refugiarse con toda seguridad tras cometer toda clase de atrocidades contra los campesinos nicaragüenses de la frontera norte. También hizo lo propio con los “civilizados” políticos costarricenses.

Otro dato de su extenso currículo es la invasión a Panamá en 1989, cuando ya había logrado que su viejo amigo George Bush padre -una vez que Reagan le heredó la Presidencia- le nombrara Jefe del Estado Mayor Conjunto. De hecho, es Powell quien decide dejar de trabajar con Manuel Antonio Noriega y por lo tanto, quien prepara las condiciones y consigue autorización para enviar a los marines a expulsarlo del poder. Dicen sus colaboradores que la operación de Panamá es una de las que más le complace vanagloriarse. Nunca se ocupó de contar los miles de muertos en los escombros de la miserable barriada El Chorrillo de la capital panameña, bombardeada por sus soldados, clasificados simplemente como “daño colateral”.

LA EMOCIÓN DE POWELL
TRAS SER CENTRO DE UN PROTOCOLO SERVIL

A bordo del avión que lo llevó de regreso de Centroamérica a College Station, ciudad universitaria de Texas, Colin Powell no ocultó su satisfacción por los resultados de su periplo centroamericano (Panamá-Managua-Tegucigalpa) y sintetizó así el ambiente en el cual fue recibido: Las actitudes pro-estadounidenses son elevadas. Sin ocultar su orgullo, declaró que el surgimiento de democracias en Nicaragua y Panamá reivindicaba las políticas en Washington en los años 80: Me gustaría ver estos números en otras partes del mundo.
También expresó su emoción por escuchar el himno de Estados Unidos en Managua: Fue tocado para un estadounidense que hizo todo lo que pudo para apoyar a los contras y que ahora regresó como Secretario de Estado en su primer viaje a Nicaragua. La gente fue extremadamente amigable. Estar allí parado en formación junto al Presidente Bolaños y escuchando el ‘Star Spangled Banner’ me retrotrajo a 1987, cuando peleaba toda la noche cada tres meses con el Congreso con el fin de asegurar el financiamiento de los contras para mantener a estos tipos con vida. Aquello fue enormemente controversial. Fue un período difícil, pero encontramos la salida y aquí estamos, catorce, quince años después, mientras los sandinistas aún son una parte significativa de la Asamblea Legislativa, en la oposición.

El desacostumbrado recibimiento que tanto placer causó a Powell -alfombra roja, vallas, himno estadounidense- fue descrito por “El Nuevo Diario” de Managua como un acto de protocolo inadecuado, sólo justificado por el servilismo. Lo atendieron como si de un Presidente o de un Jefe de Gobierno se tratara. Otro acto de sumisión fue haberlo bajado del avión que lo trajo de Panamá junto al Presidente Enrique Bolaños. Lo correcto era que Bolaños descendiera primero y a continuación lo hiciera Powell. Sin embargo, el Presidente de Nicaragua lucía feliz y no hallaba dónde poner al visitante. El ex-vicecanciller Víctor Hugo Tinoco consideró ese comportamiento como expresión de un gobierno que practica la subordinación de quienes ven a Estados Unidos como amos del mundo. No es que la nación no tenga dignidad, lo que pasa es que los gobernantes de turno no la valoran, tienen la mentalidad del hacendado, que todo lo ve desde el punto de vista económico, del valor, como si el país fuese una mercancía.

UN PANFLETO INSULTANTE:
ASÍ NOS VEN EN EL GOBIERNO GRINGO

La humillación para el país y para su pueblo fue mucho mayor. Los periodistas que viajaban con Powell recibieron, de la Embajada de Estados Unidos en Managua, una nota de prensa de página y media, como un insumo de background para que conocieran el estado de la opinión pública en Nicaragua.
Los conceptos del escrito eran altamente ofensivos: Los nicaragüenses son demasiado pobres, mal alimentados y analfabetos como para preocuparse por el mundo exterior... Los nicaragüenses en general tienen poco interés en asuntos internacionales... El mundo gira en torno a Managua... Siguen los asuntos estadounidenses solamente si se relacionan directamente a Nicaragua, y no tienen virtualmente ningún interés en el Medio Oriente, China, la Unión Europea, África o en asuntos globales como el ambiente, el desarme o el terrorismo... La mayoría de los nicaragüenses está abrumada por la lucha para encontrar el próximo plato de arroz y frijoles y, por lo tanto, tiene poco tiempo para pensar sobre Estados Unidos o los asuntos mundiales en general... La contribución de efectivos militares nicaragüenses a Irak fue aprobada a regañadientes y lo que los nicaragüenses querían saber es lo que Nicaragua recibe a cambio...Un amplio segmento de nicaragüenses son hostiles a Estados Unidos.... No hay un solo aspecto en el que vean a Estados Unidos de manera favorable....
Quienes admiran a Estados Unidos tampoco eran bien tratados en el panfleto: Gustan de vestirse con camisas de Ralph Lauren, conducir vehículos Ford todoterreno, mirar películas estadounidenses y cuando salen a comer alardear que van al TGI Fridays... Los dirigentes ven a Estados Unidos como un vecino egoísta, alguien que vive relativamente cerca pero que maneja un vehículo más grande, tiene una casa mejor, envía a sus hijos a mejores escuelas, y está tan ocupado haciendo dinero que no tiene tiempo para detenerse y hablar, y mucho menos para preocuparse por los problemas de un vecino menos afortunado... En resumen, Nicaragua avanza muy lentamente como el segundo país más pobre del continente después de Haití, maltrecho por tormentas naturales y artificiales, con poca esperanza de que las cosas cambien en el futuro...

RECHAZOS TARDÍOS VAN,
DISCULPAS DIPLOMÁTICAS VIENEN

Intentando evitar una crisis diplomática, el Departamento de Estado, dos días después que el panfleto había sido distribuido, leido y difundido por los medios nicaragüenses, se vio obligado a renegar de él. Es una batería de enormes simplificaciones -dijo un funcionario-. Me consterna ver algo así escrito, y mucho más que haya sido divulgado, es una vergüenza...
Cuando ya Powell se había ido, la noche del 5 de noviembre, dos notas de prensa llegaron casi simultáneamente y con carácter de urgencia a todos los medios de comunicación de Nicaragua. En la primera, el gobierno de Bolaños expresaba un rechazo total ante el documento por contener opiniones inaceptables para la dignidad de nuestro país, porque tergiversa completamente la realidad nicaragüense y emplea un lenguaje totalmente inapropiado. La Cancillería solicitaba una sanción ejemplar para quien elaboró y distribuyó el documento.

La segunda nota estaba firmada por la embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, Barbara Moore: En nombre mío, el de la Embajada y el del gobierno de los Estados Unidos, quiero extender mis disculpas al pueblo y al gobierno de Nicaragua por la manera insultante en que fueron descritos por un miembro de esta Embajada en un documento no autorizado, sin bases y lleno de errores, distribuido entre los representantes de medios de los Estados Unidos que acompañaban al Secretario de Estado Colin Powell. Ese documento no refleja nuestra imagen de Nicaragua ni de su gente. Tenemos un tremendo respeto y admiración por los nicaragüenses y por los esfuerzos que dedican a lograr una democracia vital y una economía fuerte para el beneficio de toda su sociedad.

NORMAN CALDERA:
OTRO VIEJO AMIGO DE ESTADOS UNIDOS

Al día siguiente se conoció que la redactora del escrito era Jean Hartman, encargada de asuntos públicos de la embajada americana. Pese a la vehemencia con la cual se disculpó la embajadora es difícil creer que ella no estuviera enterada del contenido del documento. Y en cuanto al “reclamo” de la Cancillería nicaragüense, no parece sincero, entre otras cosas, porque este escrito se conoció desde el primer día de la visita de Powell y el canciller Norman Caldera ya lo había leído. No pareció importarle mucho, porque al día siguiente esperó casi una hora, sentado en una incómoda silla propia para los escoltas, a que terminara la reunión de Powell con el Jefe del Ejército y el Ministro de Defensa de Nicaragua para despedir personal y oficialmente a Powell con un efusivo abrazo y un rendido thank you very much por el honor de haberlo tenido en Nicaragua.

Norman Caldera es también un viejo conocido de Estados Unidos. Más que eso, es un ex-soldado norteamericano. En su currículo exhibe orgulloso sus méritos: Tras estudiar Inglés en Boston y en Indiana, Norman se gradúa en 1968, con el grado de Técnico en Administración de Empresas de la Wentworth Military Academy and Junior College de Lexington, Missouri, en donde también se gradúa del Curso de Oficiales de Reserva del Ejército de Estados Unidos, R.O.T.C. En 1970, obtiene una Licenciatura en Administración de Empresas con concentraciones en Economía del Desarrollo y Mercadotecnia Internacional, de la Universidad de Texas en Austin. Regresó a Nicaragua contratado por la Kimberly Clark de Centroamérica. En Caldera, pues, es inevitable un sentimiento de subordinación natural hacia Colin Powell, su General.

SALVADOR STADTHAGEN:
“MEDALLAS” QUE HABLAN

Otro tanto ocurre con el vicecanciller de Nicaragua, Salvador Stadthagen, quien fue nombrado en ese cargo seis meses después que asumiera el gobierno de Bolaños en 2002. De hecho, Stadthagen abandonó el equipo de campaña de Bolaños, a sabiendas que ocuparía ese puesto, para concluir sus estudios de Master en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Pero los méritos para ganar la confianza de Bolaños los hizo antes, al servicio del gobierno de Estados Unidos, y quizás fueron ésos los que le ganaron el ser nombrado embajador en Washington en octubre 2003.
En su expediente, el propio Stadthagen escribe: Asociado de Programa, Creative Associates International Inc. Washington D.C. 1988-1990. Proporcionó asesoría en Washington y trabajo de campo a un proyecto educacional financiado por USAID en Centroamérica. Inició un campo de entrenamiento vocacional para Mískitos (Yatama) en el norte de Honduras. Oficial de Enlace, Unión Nacional Opositora (UNO), luego Resistencia Nicaragüense, Washington, D.C. 1985-1987. Designado enlace oficial con el Departamento de Estado de los Estados Unidos para la administración y desembolso del paquete de ayuda humanitaria. ¿A qué suenan todas estas “medallas”?

ENRIQUE BOLAÑOS:
“UN TOPO DE LA CIA”

El Presidente de la República no se queda atrás. Yo soy civil y más que civil, civilista. Casi puedo decir con orgullo que nunca me he fajado ni siquiera una pistola, proclama hoy don Enrique. La realidad matiza su civilismo. De hecho, el experto en asuntos militares de Estados Unidos, Peter Scowen, en su libro “El antiamericanismo y la política Exterior de Estados Unidos”, asegura que, además de Arturo Cruz -un político conservador reclutado por Estados Unidos cuando era Presidente del Banco Central y luego miembro de la Junta de Gobierno en 1980-, Enrique Bolaños era también un agente de Estados Unidos en Nicaragua.
Cuando Scowen habla de la estrategia norteamericana para las elecciones del 4 de noviembre de 1984, en plena guerra con los contrarrevolucionarios, relata: La relajada legislación facilitaba a Estados Unidos la presentación de un candidato propio como líder de uno de los partidos de la oposición, un candidato que tenía instrucciones de retirarse de los comicios en el último momento, alegando que la votación era injusta y estaba amañada a favor de los sandinistas. Eso fue lo que hizo Estados Unidos, poniendo a Arturo Cruz, un hombre bien relacionado y que hablaba un inglés fluido, a la cabeza de un partido marginal llamado Coordinadora Democrática Nicaragüense. Según un funcionario importante de la CIA, citado en The New York Times, “la administración nunca se planteó dejar que Cruz llegara hasta el final, porque entonces los sandinistas podrían declarar con razón que las elecciones eran legítimas”. En 1988, Cruz confesó al Times que percibió 6 mil dólares mensuales de la CIA mientras hacía campaña para los comicios de 1984.
Otro topo de la CIA en las elecciones fue Enrique Bolaños, uno de los líderes de los empresarios del COSEP, el hombre que resultaría elegido como presidente de Nicaragua en 2001. Él (Bolaños) y otros miembros del COSEP... se reunieron con funcionarios de la CIA en 1984 para contribuir a urdir los planes encaminados a sabotear la credibilidad de las elecciones. Huelga describir qué cosas hizo la CIA para lograr su objetivo. Y a su servicio estaba Enrique Bolaños.

Es en estas manos en las que está hoy la política exterior de Nicaragua. En las de un antiguo topo de la CIA, en las de un ex-oficial de Reserva del Ejército norteamericano y en las de un ex-agente de la inteligencia de Estados Unidos. Esto permite entender mejor el contexto en el cual se pretende rendir al Ejército de Nicaragua mediante su desarme unilateral.

EL NIÑO QUE LLORA...
Y LA CHINA QUE LO PELLIZCA

Todo empezó en diciembre de 2002. En Washington se formó un Comité Interagencial integrado por el FBI, el Departamento de Estado y la Administración de Seguridad del Transporte de Estados Unidos. Estas tres agencias levantaron un inventario de los países que poseían armas potencialmente peligrosas para el tráfico aéreo, tales como los misiles tierra-aire o los misiles portátiles. Todas las miradas se dirigieron hacia países asumidos como hostiles por el gobierno norteamericano: Libia, Cuba, Irán o Corea del Norte. Ninguno más. Hasta que en la Subsecretaría de Asuntos Hemisféricos de la cancillería norteamericana a alguien -¿John Maisto, Róger Noriega?- se le ocurrió que era la oportunidad ideal para arrinconar al Ejército de Nicaragua.

Bolaños, Caldera y Stadthagen se entusiasmaron con la idea. Rendir al Ejército de Nicaragua de la manera más fácil imaginable estaba por fin al alcance de sus manos. “El niño llorón y la china (nana) que lo pellizca”, dice un viejo refrán nicaragüense. “Se juntaron el hambre y las ganas de comer”, dice un refrán castizo. Tanto fue el entusiasmo que Bolaños comenzó a presentarse -y a ser llamado por Estados Unidos- “campeón del desarme y la desmilitarización de Centroamérica”.

DE LA DISOLUCIÓN DE LOS “PIRICUACOS”
AL CÁLCULO ELECTORALISTA

Para el Presidente de Nicaragua es la oportunidad que desde siempre ha esperado para ajustar cuentas con un Ejército ante el cual nunca ocultó su desprecio. Por razones electorales -candidato a la Vicepresidencia en fórmula con Arnoldo Alemán-, Bolaños cambió en 1995 su estridente discurso de varios años, que propugnaba por la disolución inmediata de los piricuacos, su palabra favorita para describir a los militares.
Moderando su discurso cumplía probablemente instrucciones, dados sus recientes vínculos con la CIA. La necesidad de ganar aquellas elecciones, y después las de 2001, ya como candidato a la Presidencia, obligó a Bolaños a tragarse sus antiguos denuestos y a ocultar aquellas certezas ideológicas que le llevaron a proclamar a todo pulmón desde 1990 que uno de las prioridades de las fuerzas democráticas de Nicaragua era disolver el Ejército.
El entonces Jefe del Ejército, General Joaquín Cuadra Lacayo, se vio obligado a hacer un par de gestiones “francas y directas” ante los liberales para neutralizar a quien gustaba definirse por entonces como su enemigo. Y Bolaños optó por el silencio o, a lo sumo, por la cauta propuesta de reducir el papel de los militares. Una vez investido como vicepresidente de su entonces amigo íntimo Arnoldo Alemán, no tuvo más remedio que reconocer el carácter profesional y la utilidad del Ejército, cuando como director del Comité de Emergencia supervisó las tareas que protagonizaron las fuerzas armadas, en el salvamento y rescate de las miles de víctimas que en 1998 nos dejó a su paso el huracán Mitch.

BOLAÑOS: “ESTOY ORGULLOSO DE SER
EL JEFE SUPREMO DEL EJÉRCITO”

El Presidente Bolaños llegó al éxtasis con el Ejército en agosto de 2003. Pese a la abrumadora oposición de los ciudadanos, según indicaron diversas encuestas, se empeñó en enviar un pequeño contingente de militares nicaragüenses a Irak, con el principal objetivo político de ayudar a Estados Unidos en su soledad mundial en la guerra contra esa nación árabe.
En el acto de abanderamiento de las tropas, Bolaños proclamó: Quiero aprovechar esta oportunidad para reconocer y congratular a este Ejército de la Nicaragua de hoy, que con profesionalismo es ahora una institución al servicio de la patria y goza de un prestigio muy bien merecido. En la nueva era que construimos entre todos, con entrega y fe en el futuro de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, confieso que estoy orgulloso de ser el Jefe Supremo del Ejército de Nicaragua. Nuestros soldados, además de cumplir con el mandato de la Constitución Política y de las leyes que norman su actuación, cumplen ahora con funciones de defensa civil, de tareas de salvamento y ayuda humanitaria; combaten al narcotráfico, al crimen organizado y la piratería. La voluntad de servicio de ustedes -refiriéndose a los miembros de la Fuerza de Tarea que partían a Irak- no tiene precio, ya que se han ofrecido voluntariamente para ir a Irak en labores humanitarias. Los nicaragüenses estamos orgullosos de ustedes y de todos los soldados de nuestro Ejército. Encarnan con su voluntad la vocación de solidaridad y agradecimiento de nuestro pueblo.

Al margen de todas las apariencias, la verdad es que Bolaños avanzó desde enero con su propuesta de desarmar unilateralmente al Ejército de Nicaragua. El gobierno fue el primero en prometer que lo haría presentando su oferta sin previa consulta con el Ejército y, peor aún, sin pedir nada a cambio a las restantes fuerzas armadas de la región centroamericana.

EL CANCILLER CALDERA PROPONE Y PROMETE

Por un cable internacional fechado en San Salvador el 23 de enero se conoció en Nicaragua la promesa y la oferta: Nicaragua propuso hoy el desarme gradual y generalizado de los países centroamericanos en el marco de la Tercera Conferencia Interamericana contra el Terrorismo, patrocinada por la Organización de Estados Americanos.
En rueda de prensa, el canciller nicaragüense Norman Caldera dijo: “Esta limitación de armamentos va a contemplar, en el caso de Nicaragua, la destrucción o el desmantelamiento gradual y progresivo, en el marco de las negociaciones del balance de fuerzas regionales, de los cohetes tierra-aire SAM-7.
Caldera omitió mencionar la cifra de armas de ese tipo que tiene Nicaragua y aseguró que el gobierno de su país tiene “la voluntad política” de “contribuir a la paz, el desarme y la seguridad generalizada” en la región. Informó que Nicaragua también presentará la propuesta al Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y que su objetivo es “comenzar un esfuerzo regional dentro del espíritu de solidaridad democrática de Centroamérica, para un desarme que permita a los países estar libres de toda amenaza de terrorismo y actividades conexas”.
El Ministro de Defensa José Adán Guerra y el Jefe del Ejército General Javier Carrión fueron los primeros sorprendidos al leer esta información en Managua. Estados Unidos estaba complacido. Caldera cumplía instrucciones precisas y directas, no precisamente de su Presidente, sino de Washington. El diario “The Washington Post”, había publicado días antes, el 15 de enero, que los oficiales del nuevo Comité Interagencial habían remitido un informe al Consejo de Seguridad de Estados Unidos recomendando considerar varias acciones. Una de ellas, enviar oficiales estadounidenses a persuadir a las Fuerzas Armadas extranjeras de la necesidad de destruir algunos de sus misiles portátiles almacenados, y aumentar las medidas de seguridad para evitar el robo del resto.

DAN FISK APLAUDE A CALDERA:
“ESTAMOS MUY INTERESADOS EN ESTE TEMA”

El encargado de supervisar el trabajo de Caldera fue el Subsecretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Dan Fisk. Estuvo en San Salvador y una vez que el Canciller nicaragüense hizo su oferta, no dudó en respaldarla. Estoy convencido de que las autoridades civiles de Nicaragua están comprometidas a realizar un balance de la seguridad nacional que refleje el mundo en que vivimos en este siglo XXI, no el mundo en que vivimos en la década de los 80, dijo Dan Fisk, esperando que esta iniciativa sea una prioridad en la región, sobre todo en lo que se refiere a la destrucción de los cohetes tierra-aire SAM-7. No son armas defensivas, sino que son armas que los terroristas quisieran y nos pondrían a todos, a todos, en riesgo.
Estados Unidos está muy interesado en este tema y estamos dispuestos a trabajar con los nicaragüenses, estamos dispuestos a trabajar con los hondureños y con cualquier gobierno de Centroamérica que quisiera hablar acerca de una estructura de defensa que refleje la realidad actual, no las amenazas del pasado. Estas armas tenemos que tenerlas fuera de las manos de los que nos amenazan, como los narcotraficantes, las mafias criminales, los contrabandistas de armas que quieren apoyar a los grupos de Colombia o África. Así que, en ese sentido, queremos que la iniciativa prospere, y prospere cuanto antes sea posible.

AQUEL SAM-7 QUE HIZO FUSSSSSS
EL AVIÓN DE HASENFUS

Si los cohetes tierra-aire SAM-7 son o no armas defensivas se puede saber simplemente con la experiencia. Y los norteamericanos lo saben. Quizás el ejemplo más notable de lo que puede hacer un misil SAM-7 lo tienen, y aún lo sienten, en lo ocurrido al mediodía del 5 de octubre de 1986 en la localidad nicaragüense de Nueva Guinea, cuando dos jóvenes soldados sandinistas, casi adolescentes, protagonizaron un hecho que no sólo cimbró Nicaragua, sino que sirvió de evidencia para descubrir el peor escándalo de corrupción de la era Reagan, que estuvo a punto de costarle el poder a toda la mafia republicana que se apoderó de la Presidencia de Estados Unidos en los años 80.
Fernando Canales Alemán y Byron Montiel, de dieciséis y diecisiete años, derribaron aquel día de un “flechazo” un avión DC-3, pilotado por Eugene Hasenfus, un mercenario contratado por la Central de Inteligencia Americana para abastecer de armas y municiones a los contrarrevolucionarios ubicados en la zona central y sur de Nicaragua. El cohete partió en dos su avión y los soldados pudieron recuperar seiscientos pares de botas jungla, cien mil proyectiles de fusil, cien fusiles AK-M, medicinas y explosivos plásticos. La hazaña de estos muchachos descubrió ante el mundo la intervención, hasta entonces “encubierta” de Estados Unidos en la guerra contrarrevolucionaria que se desarrollaba desde hacia más de cinco años en Nicaragua.

UN DESFILE DE ALTOS FUNCIONARIOS
PARA INSPECCIONAR LOS MISILES

La estancia de Dan Fisk en San Salvador respaldando el propósito de desarmar al Ejército de Nicaragua, fue apenas la primera de una larga lista de visitas de funcionarios estadounidenses de primer y segundo nivel de todas las entidades norteamericanas vinculadas al “problema” que pasaron después por Centroamérica: el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld, el jefe de Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos Richard B. Myers, el subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Político-Militares Lincoln Bloomfield, de nuevo el subsecretario de Estado adjunto Dan Fisk, el Secretario General Adjunto de la Organización de Estados Americanos Luigi Einaudi.
Y finalmente, Colin Powel, quien no viajó solo. Le acompañaba Róger Noriega, subsecretario de Estado para asuntos del hemisferio occidental; Tom Shanon, miembro del Consejo de Seguridad Nacional; Richard Boucher, subsecretario de Asuntos Públicos; John Maisto, ex-embajador en Managua y ahora embajador ante la OEA; James Hetzger, vicealmirante y enlace entre el Estado Mayor Conjunto y el departamento de Estado, y Michael Reg.

Entre tanto ir y venir, en la última semana de abril el Departamento de Estado envió a cuatro especialistas a Managua con el propósito de inspeccionar in situ los almacenes del Ejército de Nicaragua, donde se encuentran guardados los misiles SAM-7 y los fusiles AK-47. La comisión estuvo integrada por Mark W. Adams, experto en armas pequeñas y en destrucción de armas livianas; el mayor de Infantería de la Marina de Estados Unidos, Frank David Díaz, de la Agencia de Reducción de Armas; un técnico en artillería, y un oficial que atiende asuntos del gobierno en el Comando Sur. La embajada de Estados Unidos en Managua filtró a los medios de prensa que el propósito de la misión, además de constatar la existencia y número de misiles y fusiles AK, es ofrecer capacitación a oficiales nicaragüenses en manejo, control y seguridad del armamento, así como apoyo técnico con circuitos cerrados.

¿SON DOS MIL LOS MISILES SAM-7?
¿ESTÁN EN BUEN ESTADO?

El general Myers también vino a ver los misiles, y a su regreso a Washington a mediados de agosto declaró: Los misiles están a buen resguardo en una instalación que nosotros hemos ayudado a proteger, en términos de los medios técnicos de seguridad, para garantizar que no caigan en malas manos. También dijo que Nicaragua posee varias versiones de este armamento, e incluso posteriores presentaciones de los cohetes, perfeccionadas después de los años 80.
Según datos del Pentágono, Nicaragua tiene en su inventario militar más de dos mil misiles tierra-aire, los cuales pueden ser disparados desde el hombro de una sola persona con un aparato en forma de bazuca. El proyectil persigue su blanco guiándose por la estela de calor que deja el objetivo que pretende impactar.

Los C2M y los C3M -como son denominados en la terminología militar los misiles SAM-7- fueron donados a Nicaragua por la disuelta Unión Soviética a mediados de la década de los 80 y aunque los voceros del Ejército aseguran que han hecho todos los esfuerzos necesarios para que continúen en buenas condiciones, el General retirado Joaquín Cuadra Lacayo, antecesor del General Carrión en la jefatura del Ejército, sospecha que ya no son tan efectivos. Los describe así: El misil tiene una vida limitada y debe tener unas condiciones de almacenamiento que si no se cumplen se deteriora y unos instrumentos que tenés que estar cada cierto tiempo calibrándolos. Lo peligroso que tiene es lo portátil, que lo podés esconder y llevar a cualquier lado. Un analfabeto lo puede manejar. No necesitás un curso largo para operar un cohete de ésos y en las circunstancias de hoy, con ese mercado y esa demanda que hay para este tipo de medios para la lucha terrorista, para la lucha irregular, ése es el valor y el riesgo que tienen.

¿Cuántos misiles tiene realmente Nicaragua? ¿Están en buen estado? La Universidad de Defensa Nacional de Estados Unidos asegura que Nicaragua tenía 394 misiles antiaéreos a finales de 1998, de los cuales casi 100 ya no eran funcionales. Ahora, el Departamento de Estado ha dicho que son dos mil. Tenemos nuestro inventario, no podemos decirlo por clasificación militar, afirma el Jefe del Ejército General Javier Carrión. Desde mediados de los años 90, el gobierno estadounidense sabe exactamente cuántos misiles tierra-aire posee Nicaragua.

LA RAZÓN NO ES MILITAR,
LA VERDADERA RAZÓN ES POLÍTICA

El General Javier Carrión recordó que es una especulación decir que los cohetes tierra-aire SAM-7 están fuera de esta institución militar. Desde mucho antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos tienen el inventario de los SAM-7 que posee nuestro Ejército, incluso les facilitamos la visión ocular de los mismos. En el mundo hay más de medio millón de misiles antiaéreos portátiles, que sí son un problema por la cruzada de Estados Unidos contra Irak y las represalias de grupos terroristas contra Estados Unidos.
Nuestros SAM-7 están sumamente revisados, custodiados, dictaminados, hemos facilitado datos a Estados Unidos para que tengan confianza en nuestra vigilancia, han venido equipos especiales para mejorar la seguridad, nos están ofreciendo apoyo. Aquí han venido comisiones de la Fuerza Naval, de la Fuerza Aérea, de Fuerzas Especiales, estamos trabajando con la Logística, de tal forma que la discusión de cuántos son o qué va a pasar con ellos, es una discusión que todavía no ha comenzado, está condicionada al resto. Obviamente, hay una realidad y es que Estados Unidos está altamente sensible al tema de la seguridad de sus ciudadanos y sus bienes en el mundo, y nosotros estamos cooperando con ellos en esta dirección. Pero el Estado nicaragüense tiene que actuar dentro de los procedimientos legales y constitucionales.

Está claro, pues, que a lo largo de todos estos años, los norteamericanos nunca sintieron aprehensión porque los nicaragüenses tuvieran esos misiles. Ni siquiera después del 11 de septiembre. El propio Colin Powell dijo durante su visita que Nicaragua los tiene bajo candado, es cierto, y sé lo bien que los está protegiendo. Confesión que revela que la verdadera razón por la cual quieren desarmar al Ejército de Nicaragua y no al de Honduras con su vasta flota de aviones de guerra ni al de Perú o al de Ecuador, Brasil o Chile -por mencionar a algunos ejércitos latinoamericanos con mucho mayor poder de fuego en misiles de varios tipos y otras armas de carácter ofensivo- es únicamente una razón política.

POWELL: “LOS MISILES
DEBEN ELIMINARSE TOTALMENTE”

¿Qué dijo Colin Powell en Managua? Con un dúctil tono diplomático, casi entrañable, a sabiendas que sus palabras debían disfrazar una grosera intromisión en los asuntos internos de un país cuya soberanía en otros tiempos se defendía con las armas en la mano, afirmó abiertamente: Con respecto a los misiles tenemos una opinión muy firme: deben eliminarse. Y el Presidente está consciente de ello, así como lo está el Ministerio de Defensa y el Jefe de las Fuerzas Armadas. Espero poder persuadirlos, desde el punto de vista militar, así como desde el punto de vista diplomático, que éstas no son armas necesarias para ningún tipo de balance regional y ciertamente no para la seguridad de Nicaragua y que representan un peligro potencial como lo ha descrito el Presidente. Creo firmemente que deberían eliminarse totalmente.

El mundo ha cambiado y las amenazas de la región han cambiado. El narcotráfico es una de las amenazas ahora. El terrorismo es una amenaza principal, pero la probabilidad de que se dé una guerra entre los países centroamericanos, las amenazas que antes preocupaban tanto a la gente, ese tipo de temor ha desaparecido. Cuando existe un cambio tan enorme en la situación política y económica de la región, la situación militar también debería ajustarse. Cuando cambia la amenaza se ajusta uno al cambio y se cambia la fuerza de seguridad, para alinearla con la amenaza real.
El pueblo nicaragüense y el pueblo de Centroamérica deberían preocuparse más del narcotráfico y del terrorismo y no de temer una invasión de alguno de sus vecinos, cosa muy poco probable. Creo que lo que ha hecho el Presidente con respecto a la iniciativa de seguridad que les presentó a los demás Presidentes de la región refleja la nueva realidad.

CARRIÓN: “NO LO PODEMOS HACER
A IMAGEN Y SEMEJANZA DE ESTADOS UNIDOS”

El Ejército de Nicaragua le dijo NO a Powell. Esta respuesta dista mucho de ser improvisada. De hecho, los mismos argumentos que utilizó para responder a la exigencia de Powell son los que ya había explicado al país el General Carrión en varias entrevistas de prensa ofrecidas entre los meses de abril y septiembre de este año.
El 3 de julio, Carrión declaró que la pretensión de que Nicaragua se deshaga de los misiles tierra-aire, es parte de un plan mayor: Estados Unidos está dirigiendo un proceso de remodelación de las Fuerzas Armadas de Centroamérica, de cara a sus propios intereses. ¿Qué está pasando? Dentro del marco de la modernización y de algunos conceptos de Estados Unidos de cómo deben ser los ejércitos, a partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre y la secuela de la guerra a nivel mundial, los Estados Unidos están planteando una remodelación de las Fuerzas Armadas centroamericanas tal vez más aceleradamente de lo ideal, porque ciertamente hay criterios internos de cómo se debe conducir. Esto debe tener unos pasos metodológicos y procedimentales desde el punto de vista legal.
No nos oponemos a hacer una discusión sobre la modernización de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, tampoco lo podemos hacer a imagen y semejanza de otros que no viven nuestros problemas, porque lo primero que hay que hacer es recoger el sentimiento del Estado nicaragüense y sus dificultades y a partir de eso poder ofertar a los otros Estados nuestra realidad y nuestra forma de dirigir el tema de la defensa nacional para darle respuesta a un fenómeno que los afecta a ellos.
Los Estados Unidos están dirigiendo un proceso de remodelación de las Fuerzas Armadas de cara a sus propios intereses, que tal vez coinciden con los nuestros, pero no todos los intereses pueden ser coincidentes. Ellos han manifestado un interés y aparentemente están urgidos de los cambios, pero los cambios deben conciliarse en nuestros países. No se trata de oponerse a un cambio, se trata de caminar con la misma velocidad. Pero el país debe caminar por una senda más segura primero. Hay que formar un grupo de discusión que permita encontrar, sobre todo, la realidad nicaragüense y su perspectiva, en una mesa de consenso de todos los sectores. Y eso no se puede imponer.

Hemos tenido una serie de discusiones internas, pensamos que hay que hacer una propuesta del Estado nicaragüense, pero el problema es éste: el SAM-7 es un sistema defensivo que existe contra aviones ofensivos y el mandato presidencial dictamina que nuestra propuesta debe estar dentro del balance razonable. Entonces, para que camine lo de los SAM-7 tiene que caminar todo en su conjunto y para esto tiene que haber una discusión centroamericana sobre el balance razonable.
A corto plazo pueden alcanzarse algunos objetivos, pero no sabemos cuáles todavía, porque no depende de la unilateralidad que quisiera la Fuerza Armada nicaragüense de cómo modernizarse más rápido, o de la agenda de un Presidente, sino que depende de una discusión, de una aceptación de todas las partes involucradas. No es que vamos a soltar los SAM-7 y ya.

EL CONCEPTO MÁGICO:
“BALANCE RAZONABLE DE FUERZAS”

En otra entrevista, el 31 de agosto, un periodista del diario La Prensa le preguntaba al general Carrión:
—¿Qué necesita Nicaragua para destruir esos misiles?
—Que no exista una amenaza de que en media hora estén aviones afectando la seguridad de los objetivos estratégicos del país.

—O sea, nunca los van a destruir.

—Podemos entrar en un proceso de reducción.

Se trata, pues, de una posición adecuadamente meditada, con cálculo político y cálculo militar. Para el Ejército, el concepto mágico es balance razonable de fuerzas. Aunque Bolaños se hace -y lo hacen- acuñador de este concepto, la realidad es que, aunque el concepto apareció por primera vez en los Acuerdos de Paz de Centroamérica conocidos como Esquipulas I y II, se hizo realidad en el Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica, negociado desde 1992 y firmado por los Presidentes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá el 15 de diciembre de 1995. (Aparece el concepto en el séptimo considerando y en los artículos 1, 27, 32, 33 y 52).

El artículo 1 del Tratado Marco define así el balance razonable de fuerzas: El establecimiento de un balance razonable de fuerzas que tome en cuenta la situación interna de cada Estado y las necesidades de cooperación entre todos los países centroamericanos para garantizar su seguridad. Después, en el artículo 27 precisa que son objetivos complementarios del modelo de seguridad regional continuar los esfuerzos para el establecimiento de un balance razonable de fuerzas militares y de seguridad pública de acuerdo con la situación interna y externa de cada Estado Parte, las condiciones de Centroamérica y lo que decidan las autoridades civiles de los Gobiernos democráticamente electos de cada país firmante.



EL CORAZÓN DE LA DISCREPANCIA:
ELIMINACIÓN Y BALANCE

Lo más importante aparece en los artículos 32 y 33. El 32 dice: Las Partes se comprometen a continuar los esfuerzos para la limitación y control de armamentos, por medio de un balance razonable de fuerzas, de acuerdo a la situación interna y externa de cada Estado. Y el 33: El balance razonable y la correspondiente adecuación de las fuerzas militares y presupuestos, tomarán en cuenta lo establecido en la Constitución de cada una de Las Partes, y sus necesidades de defensa, teniendo como base factores tales como condiciones geográficas y fronterizas relevantes, y la presencia de fuerza o asesores militares extranjeros, entre otros.

El corazón de la discrepancia entre el Ejército y el gobierno de Bolaños -de la troika que dirige la política exterior nicaragüense- está en qué va primero, si la limitación y control de armamentos -en este caso, la destrucción de los misiles- o el balance razonable de fuerzas. Los norteamericanos y sus subalternos criollos sostienen que se deben eliminar las armas para lograr el balance. Los militares dicen lo contrario: primero el balance para luego destruir las armas. Parece una diferencia semántica, pero no lo es.

UN EJÉRCITO DRÁSTICAMENTE REDUCIDO

La situación de dos vecinos permite entender la posición del Ejército de Nicaragua. Guatemala aún no reduce sus fuerzas armadas y ni siquiera ha terminado de aplicar los acuerdos de paz firmados con la guerrilla hace ocho años. Las fuerzas armadas de Honduras atraviesan en este momento una profunda crisis moral y de liderazgo, al punto que tres de sus últimos comandantes en jefe están siendo procesados por corrupción, por la quiebra fraudulenta de los bienes del Ejército y el saqueo del Instituto de Previsión Militar. Es una crisis cuyo desenlace aún no se puede anticipar. Y mientras tanto, el poderío militar hondureño está intacto: aviones de guerra, helicópteros, artillería liviana y pesada, bases militares de Estados Unidos en su territorio, entre otras muchas estructuras de guerra.

Entretanto, en Nicaragua, los militares han sufrido un drástico proceso de reducción de su personal y de su presupuesto. Sólo en tropas, la reducción ha sido del 86%. En 1990, el Ejército de Nicaragua tenía 86,810 efectivos. Ya en 1992 disponía de 20,954. Al año siguiente se redujo a 15,250. En 1994 a 14,553, la misma cifra de 1995. Entre 1996-2000 se mantuvo en 14,083. Y desde 2001, el Ejército cuenta con 12,083 efectivos. Menos del 10% de esos efectivos son civiles empleados en diversas tareas de apoyo administrativo. Por ejemplo, para 1998 la composición del Ejercito de Nicaragua era: 1,916 oficiales, 289 suboficiales, 780 clases, 9,724 soldados y 1,374 civiles. Un dato adicional, no menos importante, es la cantidad de kilómetros de frontera que deben cubrir los militares en cada país. Nicaragua tiene 1,134 kilómetros de fronteras marítimas y 1,252 kilómetros de fronteras terrestres. Honduras 800 y 1,483. Costa Rica 1,228 y 610. El Salvador 306 y 544 y Guatemala 400 y 1,258. Las fronteras nicaragüenses son, sin duda, las más extensas, lo que también explica el costoso e ingente desafío que supuso para el Ejército de Nicaragua la guerra de los años 80.

PRINCIPAL CAPITAL DEL EJÉRCITO:
SUS HOMBRES, OFICIALES Y SOLDADOS

Un estudio publicado en el año 2000 por el investigador Javier Meléndez, del Centro de Estudios Estratégicos de Nicaragua, afirma que entre 1990-1999 el gasto en defensa con relación al PIB tuvo una reducción del 88%. Sólo entre 1990 y 1992 se dio una reducción del gasto militar como porcentaje del PIB del 75%, manteniéndose con una tendencia menos acelerada a la baja desde 1993 hasta 1999 con un 41.1%. Entre 1996-2000 el número de efectivos militares se mantuvo, pero en ese período se redujo el gasto en un 14%, pasando de más de 31 millones de dólares en 1996 a poco menos de 28.4 millones en 2000.

Agrega Meléndez que un rápido análisis de las composiciones presupuestales del gasto en defensa indica que disponemos de unas fuerzas armadas estructuradas sobre la base de recursos humanos con casi nulas asignaciones en bienes de capital o compra de equipos militares. Aunque de la información obtenida no se puede establecer si en el rubro de transporte y comunicaciones hubo inversión en capital, la asignación no es importante, a excepción del año de 1997. Aunque la mayor parte del gasto militar corresponde a gastos de funcionamiento, fuentes militares indican que aún así permite el sostenimiento básico en la infraestructura y técnica letal en las fuerzas armadas, sin obviar tampoco los niveles de relativa caducidad del equipo que provino de los países del bloque socialista... El análisis del gasto en el rubro de servicios personales permitió conocer también que hubo una caída de los sueldos y salarios militares, y reducciones en los pagos de servicios básicos.

Es evidente que el principal capital del Ejército nicaragüense son sus oficiales y sus soldados. Más evidente es que sus armas, además de obsoletas, no tienen ninguna capacidad ofensiva propiamente dicha. Las dos fortalezas principales son los misiles y los blindados. Con todo y la temible Fuerza Aérea de Honduras, tenemos capacidad para rodear Tegucigalpa en menos de diez horas, nos asegura una fuente militar.

JUSTIFICADOS TEMORES
ANTE EL IMPREDECIBLE EJÉRCITO HONDUREÑO

Otra cosa es si los blindados nicaragüenses y los aviones hondureños están efectivamente en capacidad de funcionar. De acuerdo con el General retirado Joaquín Cuadra, en general todas las fuerzas armadas de Centroamérica se han deteriorado, todas han sufrido niveles de deterioro que son difíciles de cuantificar, por falta de presupuesto.
Honduras mantiene su Fuerza Aérea teóricamente, pero quisiera ver yo si hoy le das una alarma de combate a los aviones, cuántos de ésos son capaces de ponerse en el aire. Y del armamento blindado del Ejército nicaragüense, que sí es el poder de golpe más fuerte que tiene cualquier Ejército de Centroamérica, quisiera ver yo cuántos de los tanques van a prender y van a ir a cumplir misiones al borde fronterizo desde Managua hasta Choluteca, en la frontera.
Yo fui testigo cuando fui comandante en jefe e hicimos estrechas relaciones con los ejércitos centroamericanos, y evaluamos el deterioro. Y un buen porcentaje de técnica aérea hondureña estaba fuera de disposición combativa, o sea aviones que no levantaban. Y fuimos testigos también de reportes de niveles de completamiento con tropas del Ejército hondureño verdaderamente catastróficos. Es decir, reportes del jefe del batallón de la frontera que decía que tenía no sé cuántos hombres y en realidad nosotros sabíamos que no tenía esa cantidad de hombres.

De todas formas, los militares hondureños son impredecibles. Cuando Bolaños apareció con su propuesta de destruir los SAM-7 y otras voces reclamaron que Honduras se deshiciera de sus aviones de combate, el General Isaías Barahona, jefe del Estado Mayor, advirtió taxativamente que Honduras tiene su propia política de defensa, no ha cambiado en los últimos quince o veinte años y no va a cambiar. Según Cuadra, las Fuerzas Armadas hondureñas siempre se han caracterizado por tener una posición bastante intransigente. En el contexto que hoy vivimos, yo no puedo descartar totalmente que se produzca una situación de guerra con Honduras, por el nivel de conflicto político, de contradicciones internas, o de intereses en una sociedad que está todavía madurando y la institución militar también. Yo no descartaría que se pueda producir una incursión militar limitada a una parte del territorio nacional para obligarnos a negociar y a ceder y a llegar acuerdos de manera forzosa.

CARDENAL OBANDO:
“SI UN PAÍS QUEDA SÓLO CON LAS UÑAS...”

Éstas y otras muchas razones han hecho que la reacción unánime de todos los sectores políticos y de gran parte de la opinión pública nicaragüense, sea de rechazo a la imposición norteamericana. Hasta el Cardenal Miguel Obando y Bravo metió su cuchara y sorprendió a moros y cristianos al declarar al término de la misa, el domingo previo a la visita de Powell: No soy experto en armas, pero me ha dicho gente que entiende de esto que los SAM-7 son armas defensivas. Ojalá que estas cosas se realicen en forma razonable, porque aquí tenemos laicos maduros que son expertos en armas y ojalá se tomen decisiones ponderadas. Si un país queda sólo con las uñas, estaría terminado. Poco eco tuvieron sus palabras en el Presidente, a pesar de que con frecuencia se confiesa católico militante y como tal actúa públicamente, a pesar de que la Constitución establece que preside un Estado laico.

UNANIMIDAD ENTRE LOS POLÍTICOS:
RESPALDO AL EJÉRCITO

Todos los políticos, desde ex-contras y liberales arnoldistas hasta sandinistas, respaldaron la posición del Ejército de Nicaragua. El diputado y fiscal del Partido Liberal Constitucionalista, Oscar Moncada, uno de los únicos cuatro políticos que se reunieron con Powell, declaró: Nicaragua no puede estar desarmada. Tenemos la obligación, no importa el partido político al que pertenezcamos, de apoyar al Ejército de Nicaragua en todo lo que digan ellos en cuanto a las armas se refiere. Estamos de acuerdo en la reducción de las armas, siempre y cuando sea homologado en todo Centroamérica.

Otro diputado, René Núñez, número tres en la jerarquía del Frente Sandinista, consideró ofensiva la posición norteamericana. Haber planteado lo que debe hacer el gobierno y pueblo de Nicaragua es abusivo. Sentimos que es una intromisión en los asuntos internos del país de quien no tiene derecho de hacerlo.

Un tercer diputado, el ex-cabecilla contra y hoy beligerante liberal arnoldista, Maximino Rodríguez, consideró intolerable la presión norteamericana y dijo que en todo caso, Estados Unidos debería pagar por la destrucción de los misiles. Algo parecido comentó Augusto Valle, del grupo parlamentario oficialista -liberales bolañistas-, para quien los SAM-7 son armas defensivas que no representan peligro. De ser necesario que se destruyan, supongo que el Ejército y el Gobierno deben cabildear para obtener, a cambio, nuevos medios militares como helicópteros o lanchas rápidas para combatir al narcotráfico.

LA POBLACIÓN DICE NO:
LOS SAM-7 SON NUESTROS

Entre los pocos que respaldaron a Powell y a Bolaños, estuvo el diario “La Prensa”. En su editorial del 4 de noviembre afirmó que indudablemente son justas las preocupaciones de los gobernantes estadounidenses por los SAM-7. Algunos nicaragüenses, y no sólo el gobierno, consideran los SAM-7 como una especie de medida de patriotismo, y creen que son indispensables armas defensivas para el caso de una guerra con los países vecinos con los que Nicaragua tiene conflictos territoriales: Honduras y Colombia. Y estiman, por eso, que el país sólo debería renunciar a los misiles si Honduras hiciera lo mismo con sus aviones de combate. Sin embargo, es absurdo pensar siquiera que con los SAM-7 Nicaragua podría detener y mucho menos derrotar una agresión bélica de Honduras y mucho menos de Colombia. En una guerra convencional esos artefactos no sirven para nada, pero en poder de terroristas son funestos.
A pesar de todo, “La Prensa” reconoció que gran parte del armamento del Ejército está inservible, y no respaldó la destrucción unilateral de los misiles. Lógicamente, en una negociación entre países con intereses comunes pero también diferentes, nadie da nada a cambio de nada. A cambio de los SAM-7 Nicaragua podría obtener equipos modernos y eficaces para combatir el narcotráfico, como por ejemplo lanchas rápidas de guardacostas y helicópteros que sustituyan a los inservibles aparatos rusos que tiene el Ejército de Nicaragua.

El canal 2 de Televisión, uno de los medios que más defiende la política estadounidense y al gobierno de Enrique Bolaños, hizo una encuesta telefónica el mismo día que terminó su visita a Managua Colin Powell. Se preguntaba a los ciudadanos si estaban o no de acuerdo con la destrucción de los misiles. Los conductores del programa no pudieron ocultar su asombro, y lo repetían una y otra vez: de un poco más de cien llamadas realizadas en cincuenta minutos, el 95% dijo NO.

JOAQUÍN CUADRA:
“UNA CARTA QUE NICARAGUA DEBERÍA JUGAR”

En el contexto nacional y regional en el cual se desenvuelve hoy el Ejército de Nicaragua es perfectamente comprensible que no quiera desprenderse de los misiles unilateralmente. El ex-General Cuadra es partidario de aprovechar el actual interés de Washington para mejorar la capacidad militar nacional: Es importante que Estados Unidos se percate que Nicaragua necesita mejorar sustantivamente su capacidad en el mar, en el teatro de operaciones navales, para poder contribuir a la defensa de nuestro territorio y hacer lo que nos corresponde en la lucha contra el narcotráfico internacional. Sería lo correcto hacerlo con mejor equipamiento, que nos deberían dar. Igual con la fuerza aérea, con helicópteros para los desplazamientos internos. Los Estados Unidos tienen que llegar a percatarse de eso. De lo contrario, que no nos estén pidiendo aquí controles migratorios para que no pasen cientos de ecuatorianos y peruanos por nuestra frontera cruzando hacia Estados Unidos. Ésta es una carta que Nicaragua debería jugar.

EL PRÓXIMO PASO
Y UNOS PLAZOS QUE SERÁN MUY CORTOS

Una viga en el ojo del gobierno parece ser el Ministro de Defensa, José Adán Guerra. Cuando Powell y sus seis consejeros se reunieron con el Jefe del Ejército en el salón de protocolo del Aeropuerto Sandino, Guerra hizo una breve exposición de los esfuerzos regionales para lograr el “balance razonable de fuerzas” e insistió en que ése debe ser el marco para hablar de la destrucción de los misiles.
Sin embargo, el peso de la conversación se dio de General a General, entre el General Carrión y el General Powell. Al concluir el encuentro e irse Powell, el Ministro Guerra anunció que en los próximos días saldrá un decreto presidencial que le dará forma a una comisión interinstitucional que en el plazo de un año debe presentar a los otros gobiernos centroamericanos el inventario de las fuerzas armadas, y de las armas, y una propuesta de reducción. La comisión estará coordinada por el Ministerio de Defensa y, pese a la voluntad de la Cancillería, el Presidente Bolaños, a regañadientes, debió incluir al Ejército.

Los tiempos serán relativamente cortos. En la XXVII reunión de la Comisión de Seguridad Centroamericana, celebrada el 22 de octubre en El Salvador, se aprobó el calendario de implementación para desarrollar el Programa de Limitación de Armamentos, en un plazo de 14 meses. En diciembre de 2003 cada gobierno centroamericano deberá entregar los inventarios de armamentos de sus fuerzas armadas y de seguridad pública y en cada país se habrá creado una comisión nacional para la ejecución del programa.
En la primera mitad del próximo año redactarán un código de ética en materia de transferencia de armas. Y para diciembre de 2004, según el nuevo embajador en Washington de Nicaragua Salvador Stadthagen, Centroamérica será una región completamente diferente en materia de seguridad, con nuevas relaciones en el ámbito militar y de seguridad pública.

GENERAL CARRIÓN: “NUNCA NOS VAMOS
A QUEDAR SIN NINGÚN MISIL”

Después de su larga reunión con Colin Powell, que el General Carrión describió como bastante franca y larga, de 45 minutos, donde nosotros expusimos nuestras preocupaciones, Carrión reveló la posición final del Ejército en el tema.
Es ésta: Ya sabemos que la posición oficial de Estados Unidos es la destrucción total de los misiles. Sin embargo, nosotros expusimos nuestras consideraciones como militares y también dentro del marco de los compromisos del balance regional de fuerzas que existe en Centroamérica. Nosotros, obviamente, no estamos en la posición de destruir los misiles. Tenemos que avanzar dentro del marco del tiempo en el desarrollo del balance razonable. No estamos hablando de una destrucción de misiles por destruirlos. Estamos hablando de un proceso de negociación donde los misiles, obviamente van a ser vistos como parte de un sistema de armas, y todo esto tiene que verse en el marco del balance. Dado el número de misiles que tenemos, podemos examinar algún que otro avance en esta dirección. Pero Nicaragua, desde ningún punto de vista, se va a quedar sin misiles.
Hablamos con mucha profundidad con el Secretario de Estado, el más alto nivel político al que hemos llegado nosotros los militares, además de hablar con los altos mandos militares. Obviamente, Estados Unidos ha sentado su posición: no quiere misiles en Nicaragua. Nosotros hemos dicho que sí vamos a quedarnos con misiles en Nicaragua. ¿Con cuántos? Eso es lo que vamos a trabajar más adelante. Queremos un tratamiento igual al que se da a otros países de América Latina que también tienen misiles. Porque no puede ser una particularidad que les preocupe Nicaragua con misiles, si en América Latina hay también otros países que tienen misiles. Queremos que Nicaragua sea tratada como un país más de América Latina que tiene esta clase de armamento.
Se habla de un proceso de un par de años, donde el balance razonable vaya avanzando y podamos trabajar en ese marco, en un trabajo que pueda tal vez reducir el número de misiles, pero nunca vamos a eliminar los misiles. ¡Nunca nos vamos a quedar sin ningún misil en Nicaragua!

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