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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 163 | Septiembre 1995

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Nicaragua

Agricultura sostenible para enfrentar las plagas

Las nuevas técnicas naturales son económicas y ecológicamente sostenibles. Y son la única posibilidad para Nicaragua. Por eso, hay que hacerlas políticamente posibles.

Raquel Fernández

Los campesinos de la Comarca Las Cañas, municipio de Darío, en el departamento de Matagalpa, están transformando sus sistemas de cultivo. Ni agricultura neolítica, dejando a la Naturaleza actuar según su criterio, ni Revolución Verde, con sus paquetes tecnológicos agresivos para el entorno. La meta es una agricultura que aproveche las múltiples posibilidades naturales forzándolas al máximo, pero sin romper el delicado equilibrio de la vida. Para emprender este camino, los campesinos han tenido que cambiar algunas de sus convicciones más arraigadas. Posiblemente, el descubrimiento más importante que están haciendo es que quien produce alimentos es alguien importante, que necesita ser muy inteligente y muy hábil, aunque la sociedad no lo reconozca as.

Armados con esta nueva convicción y con el apoyo de los técnicos del proyecto Manejo Integral de Plagas (MIP), iniciaron desde hace tres años la transformación de sus técnicas agrícolas.

Medio siglo de uso y abuso de químicos

Desde la década de los 70 funciona en Nicaragua el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), organismo de los gobiernos de los pases centroamericanos, México y República Dominicana, que coordina actividades agrcolas y la lucha contra las plagas. En los últimos años la agricultura sostenible ha ido ganando terreno en el CATIE. Actualmente, el programa MIP del CATIE de Nicaragua investiga métodos para combatir las plagas del café, del tomate y del banano, recurriendo lo menos posible a los insumos químicos, aunque sin rechazarlos totalmente. Porque la Naturaleza, tan desequilibrada después de medio siglo de uso y abuso de químicos, necesitará durante una larga temporada contar con ellos, pero utilizándolos sólo como último recurso, cuando todos los medios naturales hayan fracasado.

Sin saberlo, los antepasados de los actuales campesinos de Las Cañas habían acumulado muchos conocimientos científicos sobre agricultura, que fueron pasando de padres a hijos. Todos los vecinos de la comarca conozcan más o menos las mismas técnicas, cultivaban de forma parecida y atacaban las plagas con procedimientos similares, que unas veces les daban la victoria a ellos y otras, a las plagas. Después, llegaron los técnicos de las transnacionales químicas, que ofrecían recetas casi mágicas contra las plagas y que no daban asesoría, sino órdenes. Ante el problema sentenciaban: "Póngale tal producto en tal concentración" y poco después la plaga había desaparecido. Los campesinos quedaban deslumbrados. Además, si no aceptaban aquellas recetas, no podían obtener financiamiento en los bancos. Bien valía la pena endeudarse para adquirir tan costosos productos porque al hacer balance las ganancias eran superiores a los gastos.

Al principio. Al cabo de un tiempo, los costos y las ganancias se acercaron tanto que no resultaba rentable producir. Pero para entonces, el campesino era dependiente agrícola y económicamente de aquellos insumos. Para entonces, las plagas se habían hecho tan resistentes a los plaguicidas y las tierras se habían arruinado tanto, que regresar a las antiguas prácticas agrícolas no era posible sin adaptarlas a las nuevas circunstancias de una Naturaleza deteriorada.

Los plaguicidas fabrican plagas

En nuestro planeta, la Naturaleza sólo le teme a una cosa: los espacios vacíos. En cuanto un espacio queda vacío, la Naturaleza lo llena rápidamente. Y los insecticidas químicos son especialistas en generar vacío. Vacían de insectos inmensas extensiones. Porque no sólo matan a los insectos dañinos. También destruyen a los inocuos y a los beneficiosos, que son los enemigos naturales de las plagas. Los químicos los arrasan a todos. Otra calamidad: todas la plantas tienen algún mecanismo de defensa contra los insectos que son sus enemigos, pero los insecticidas químicos debilitan estas defensas, anulándolas prácticamente.

Como la Naturaleza rechaza el vacío, desde los terrenos que rodean el espacio vaciado por los químicos, otros insectos se desplazan rápidamente hacia los cultivos. Por lógica, los primeros en llegar son precisamente aquellos a los que el cultivo les resulta especialmente sabroso. Y llegan por millones. Como el insecticida químico arrasó con sus enemigos naturales y la buena comida abunda, se multiplican de forma masiva, se convierten en una plaga. De esta manera, los plaguicidas son fabricantes de plagas.

Desde los terrenos aledaños llegan también los enemigos naturales de estas plagas, pero llegan cuando la plaga ya lo es y la cosecha ya se ha perdido. Si en una situación así no se realizasen ya más fumigaciones, al cabo de un tiempo prudencial unos pocos años el equilibrio natural se restablecería. Pero como las fumigaciones se suceden constantemente, no hay tiempo para que campos y cultivos se recuperen.

Aún hay más. Los primeros insectos dañinos fumigados mueren pronto, pero al cabo de algún tiempo los que sobreviven después de ingerir el tóxico, adquieren resistencia al veneno y transmiten esa resistencia a sus descendientes. Como los cultivos están en campo abierto, una parte de estos descendientes se apareará con insectos que residen lejos de las áreas fumigadas, con lo que la resistencia se hace masiva y será necesario aplicar los insecticidas en concentraciones cada vez más altas y con mayor frecuencia y se incrementarán los costos para obtener los mismos resultados y el ciclo se repetirá una y otra vez. Hasta que los insecticidas generan un super insecto casi invulnerable. Invulnerable para la química, aunque bastante débil frente a sus enemigos naturales. Pero éstos no tienen ninguna posibilidad de operar, si cada vez que llegan a los terrenos ocupados por la plaga, una nueva fumigación los acaba a todos.

Hermanos insectos

Los efectos negativos de la Revolución Verde grandísimas extensiones de tierra cultivadas con procedimientos artificiales fueron tan evidentes que en 1967 cuando la tal revolución apenas contaba 20 años , la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), recomendaba ya como práctica agrícola el Manejo Integral de Plagas.

La FAO define el MIP como "un sistema de manipulaciones de las plagas que, en el contexto del ambiente relacionado y la dinámica de población de la especie dañina, utiliza todas las técnicas y métodos apropiados de la manera más compatible posible y mantiene la población de la plaga a niveles inferiores a los que causarían daño económico". El Manejo Integral de Plagas es un sistema de cultivo que se basa en la convivencia con todas las formas de vida, incluyendo las plagas, mantenidas bajo control con procedimientos naturales o con los artificiales, si fuera necesario.
Al ser humano le ha tomado algún tiempo y muchos desatinos comprender que no le conviene acabar con los insectos. Sin insectos no habría polinización ni frutos ni semillas. En tierra firme, los insectos son los animales más numerosos y con más homogénea distribución. Se calcula que por cada ser humano hay 20 millones de insectos. Cuando toda esa masa viviente muere, fecunda la tierra y sigue así produciendo vida. La biodiversidad de los insectos es la más amplia de nuestro planeta y de ella dependen numerosas otras formas de biodiversidad.

Años 80: búsquedas y errores

Desde la década de los 80 se planteó en Nicaragua la conveniencia de practicar el manejo integral de plagas. Anteriormente se habían realizado investigaciones en este sentido aplicadas al cultivo del algodón, alcanzándose notables logros en el laboratorio. Sin embargo, los aviones fumigadores seguían bañando de tóxicos a los algodonales y a sus trabajadores.

La década de los 80 fue ambigua en cuestiones agrícolas. A la par de importantes y ambiciosos proyectos hubo serios fracasos. El manejo integral de plagas no fue excepción. En los años 80 importantes investigaciones de laboratorio se divulgaron en folletos redactados en lenguaje llano e ilustrados con dibujos que fueron distribuidos masivamente entre los agricultores del país... que no se dignaron ni a echarles un vistazo. Se partía de creer que la Cruzada de Alfabetización había convertido a cada alfabetizado en un ávido lector. Otro error fue presumir que al campesino se le convence con palabras y que basta que las vea escritas para que las haga suyas. Muchas investigaciones en temas muy útiles para el agricultor no llegaron a él. No se logró la transferencia tecnológica. Estos errores iban quedando atrás y se estaba llegando ya al productor con hechos y no con palabras, abriéndose canales de comunicación, cuando el cambio de gobierno desarticuló todo el trabajo.

CATIE MIP ha seguido investigando para resolver los problemas planteados por la Naturaleza y para aplicar inmediatamente la solución. Los investigadores forman un vasto equipo de trabajo junto a centenares de campesinos que ponen en práctica en sus parcelas los descubrimientos de laboratorio e informan pormenorizada mente sus observaciones. Entre ellos están los campesinos de Las Cañas que, además de cultivar granos básicos y frutales para autoconsumo, desarrollan parcelas experimentales de tomate en conjunto con los técnicos de CATIE MIP.

Los fabricantes de agroquímicos observan con recelo y desconfianza estas actividades, que tienen cada vez un mayor empuje en cada vez mayor número de países. Sin embargo, también ellos saldrían beneficiados con la implementación masiva de las técnicas del manejo integral de plagas. Porque al utilizar los plaguicidas de forma selectiva y en pequeñas dosis como último recurso en situaciones especialmente conflictivas se dificultaría la generación de variedades resistentes. Y un mismo producto podría utilizarse durante dilatados períodos de tiempo, en los que los fabricantes podrían amortizar las inversiones en maquinaria, equipo e investigaciones. No sería necesario invertir cuantiosos capitales en realizar constantes y costosísimas investigaciones, condenadas de antemano al fracaso, para producir nuevos productos más agresivos contra variedades cada vez más resistentes. Ni tendrían que buscar, dinero en mano, basureros cada vez más difíciles y caros de conseguir para los plaguicidas que quedaron ineficaces en el combate de las nuevas variedades de plagas.

Fabricando hongos que atacan insectos

Cora María Jiménez es una profesional experta en enfermar insectos dañinos con hongos. Ella y su equipo han investigado y puesto en uso dos especies de hongos: el Beauveria bassiana y el Metharizium anisopliae. Ambos actúan al contacto con el insecto, lo penetran y lo vacían hasta que lo van matando, transformándolo en un "insecto leproso". Ninguno de estos hongos mata inmediatamente a los insectos, como puede hacer un plaguicida químico. Su acción es dilatada pero eficaz. En el ambiente seco del verano nicaragüense los hongos encuentran serias dificultades para reproducirse en el campo y por eso es necesario cultivarlos en laboratorio.

"Lo primero que tuvimos que hacer recuerda Cora María fue recorrer el campo a la búsqueda de insectos enfermos para iniciar la producción del hongo. A partir de ahí empezaron las investigaciones". Unas investigaciones que comprenden el estudio del medio más adecuado, la temperatura, el grado de humedad y de luminosidad óptimos para cada etapa de desarrollo del hongo. Un trabajo minucioso y lento que llenó varios años, pero que culminó en unas bolsitas de plástico donde el hongo, transformado en polvillo blanco, estaba listo para mezclarse con agua y aplicarse como cualquier insecticida convencional.

Entonces empezaron nuevos e inesperados problemas. Los campesinos están acostumbrados a ver a los hongos como adversarios y no es fácil acostumbrarse a la idea de que en el campo enemigo también hay amigos. La joven científica sonríe al recordar aquellos tiempos. "Cuando propuse a un grupo de campesinos que rociasen sus cultivos con el hongo, se negaron. `Me van a arruinar los siembros, los hongos son dañinos y acaban con la cosecha', decían. Fue necesaria una prolongada labor de persuasión y que algunos más decididos aplicasen el hongo sobre una porción ínfima, fronteriza y vientos abajo de su parcela para que todos comprendiesen que éstos eran hongos diferentes".
Cuando llegó el momento de las aplicaciones surgieron nuevos problemas. Los campesinos habían escuchado a los técnicos que cuando el hongo actuaba los insectos quedaban "leprosos", como motas de algodón con patas. Pero ellos buscaban a estos "leprosos" en los campos y no los encontraban. Para llegar a ese extremo son necesarias condiciones óptimas de temperatura y humedad que no siempre se dan en la Naturaleza. Esto les generó dudas sobre la eficacia del nuevo producto. Sin embargo, los insectos morían, aunque de forma menos espectacular. "Por eso es necesario continuar las investigaciones y los cultivos de laboratorio explica Jiménez Porque en la Naturaleza, aunque los hongos logran fácilmente enfermar y matar al insecto, no siempre se dan las circunstancias óptimas para que se multipliquen masivamente. Y hay que ayudar desde el laboratorio."

Estos dos hongos son muy específicos: atacan a los coleópteros (escarabajos) y a los hemípteros (pulgones). Aunque pueden alimentarse de las hojas muertas en el suelo, raramente atacan a la planta viva o a los insectos benéficos o inocuos y no afectan a los animales domésticos, a los peces que se crían en las piscinas de acuicultura ni al ser humano. En estos momentos, el equipo de científicos coordinado por Cora María Jiménez investiga la producción industrial del Verticilium lecanii, capaz de acabar con la destructiva plaga de la roya del café.

El tomate y la mosca blanca

En CATIE MIP de Nicaragua se escogieron tres cultivos para la investigación. El café, por ser un producto de agroexportación cultivado en un 70% por pequeños y medianos productores. El tomate, por ser producto hortícola de consumo nacional también en manos de pequeños y medianos. Y el plátano, porque cuando se destina al consumo nacional está también en manos de los pequeños productores.

Cada uno de estos tres cultivos tiene su propia colección de plagas, desquiciadas hoy por el abuso de los químicos. Los campesinos y los especialistas y técnicos nacionales del CATIE MIP han tenido que desarrollar nuevos procedimientos para enfrentar a estos enemigos. El tomate es atacado durante los primeros 45 días por la mosca blanca (Bemisia tabaci). En realidad, más que la mosca, el problema son los virus que ésta transmite y que producen enanismo al tomate. La mosca blanca es un insecto de amplio espectro que come todo lo que encuentra. Para prevenirla, en torno al semillero donde crecen las plántulas de tomate, se siembran varios cultivos trampa: líneas de sorgo y de frijol, que les gustan más que el tomate. Se busca que la mosca se quede en ellos y no siga hacia los tomates. Además, se rodea el semillero con estacas pintadas de amarillo y embadurnadas con aceite de carro, pues el amarillo atrae a la mosca y el aceite sirve como pega para atraparla. Si, a pesar de todo, la mosca penetra en el semillero de tomates, se recurre a la fumigación con químicos, pero cuando hay que llegar a este extremo, las plantas ya son bastante grandes y las dosis de insecticida necesarias son pequeñas. La mosca blanca no afecta a la planta de tomate después de 45 días de nacida. En ese momento, comienza otra amenaza: la de los lepidópteros. Y comienza entonces el recuento cotidiano y hasta varias veces al día de las orugas que se encuentran en la planta, para tomar las decisiones adecuadas.

Los enemigos del café y del banano

Respecto del café, se ha estudiado especialmente la plaga de la broca (Hypothenemus hampei), y se ha descubierto que en cierta etapa de su vida sólo puede comer el café maduro, el "rojito". Por esto, la mejor manera de prevenir la aparición de una plaga de broca consiste en cosechar todo el café, que no quede ni un grano, si es posible. De este modo, al no tener qué comer, la broca se reproduce muy poco y no llega a la categoría de plaga. Cuando los precios internacionales del café están muy bajos y no resulta rentable a los productores pagar salarios a los cortadores de café y dejan que el grano se pudra en los árboles, se garantiza una espléndida plaga de broca en la cosecha siguiente. Para prevenir esta situación en tiempos de precios bajos, los cafetaleros están permitiendo que quien lo desee corte café en sus plantaciones, aunque sin salario y entregando la mitad de lo cortado al dueño. Así, al no quedar granos en los cafetales, la plaga de broca no tiene oportunidades.

En cuanto al plátano, una de sus plagas es el picudo negro Cosmopolites sordidus), cuyas larvas y huevos se esconden en los rizomas que sirven como semilla del plátano. Para enfrentarlo, el procedimiento preventivo más eficaz que se ha encontrado consiste en tener cuidado al elegir las semillas, que deben proceder de una plantación sana, joven y fuerte. Por las dudas, conviene pelar el rizoma como quien pela una papa, pues es precisamente en la capa superior donde se depositan los huevos que podrían contagiar la futura plantación.

Estos son tres ejemplos de algunos de los hallazgos realizados hasta ahora por CATIE MIP. Cada plaga tiene, por lo menos, dos o tres enemigos naturales y también métodos sencillos y adaptados a la realidad para enfrentarla. Conocer bien estos enemigos y estos métodos es la base de las investigaciones, que no se detienen.

Lo sostenible y lo políticamente posible

Para sus propios hallazgos y recuentos, el campesino se vale de un cuaderno de notas. Armado con él y su lápiz, recorre sus cultivos, donde ha señalizado con cartulinas los diferentes tratamientos que aplica, que van desde el riego de la tierra con agua hirviendo para prevenir los hongos dañinos hasta mecanismos para la selección de semillas. Con estas anotaciones periódicas está en capacidad de comparar y ver lo que más le conviene por costos y por resultados.

Las conclusiones que se derivan de estas anotaciones se discuten con los técnicos para tomar decisiones conjuntas. Las anotaciones alimentan la memoria de una computadora al servicio del manejo de plagas. Con estos métodos y desde hace tres años, se puede observar la evolución de las plagas en diferentes puntos de Nicaragua y ante diferentes tratamientos. "Los campesinos se toman muy en serio este trabajo explica Julio Monterrey, entomólogo . Algunos tienen dos libretas, una para hacer el borrador y otro para guardarla limpiecita y sin tachones". Algunos hacen que su libreta definitiva la escriba el hijo que esté en el nivel más alto de la escuela o la esposa, que tiene más paciencia para hacer un trabajo primoroso.

En un primer momento las cosas fueron difíciles. El campesino había perdido el respeto hacia sí mismo después de muchos años de obedecer ciegamente las órdenes de técnicos que parecían saberlo todo. Monterrey recuerda la cara de desconcierto de los campesinos la primera vez que le presentaron un problema y él les respondió: "¿Cuál creen ustedes que es la solución?" "Al campesino le habían amputado la capacidad de pensar y de tomar decisiones afirma. Le habían convencido de que no sabía absolutamente nada sobre nada". Y cuenta lo que ocurrió la primera vez que llegó a la comunidad de Las Cañas, afectada por cierta plaga. Los campesinos no sabían qué hacer porque los insumos químicos estaban fuera de su alcance y afirmaban "no saber nada" sobre la plaga. Sin embargo, en una reunión convocada para enfrentar la emergencia, descubrieron con asombro que tenían más de 45 conocimientos elementales acerca de ella: su hábitat, su comportamiento, métodos naturales para combatirla o disminuirla. Lo que ocurría era que los campesinos desconocían que eso era "saber". Los traficantes de plaguicidas les habían convencido de que eso era ignorancia. A pesar de los largos años transcurridos desde la última vez que esa sabiduría se había puesto en práctica, aún conservaban los conocimientos fundamentales y, armados con ellos, pudieron enfrentar con éxito la plaga... y su inseguridad. Esta es una anécdota que puede multiplicarse por mil.

"Con este `nuevo' sistema de producción, el campesino ha recuperado su independencia y su capacidad de decisión sobre su tierra explica Monterrey . Y saca mayores ingresos porque sus productos están poco o nada contaminados y se venden mejor y los insumos agrícolas los prepara él y le salen más baratos. Lo primero es limpiar toda la basura que la Revolución Verde ha metido en las mentes de los campesinos. Sólo así podremos descontaminar la agricultura y hacerla sostenible".

Pero, ¿es realmente sostenible la agricultura sostenible? Monterrey no duda en responder con un sí rotundo. "Es económica y ecológicamente sostenible. Más aún: es la única posibilidad, para nosotros. Pero hay que hacerla políticamente posible". Y ejemplifica lo que esto quiere decir contando lo que ocurrió no hace mucho a los campesinos tomateros. Tenían una excelente cosecha a punto de poner a la venta cuando, por imperativos de la economía neoliberal, convino importar masivamente tomates de otro país, se inundaron con ellos los mercados y los campesinos nacionales perdieron su cosecha y esta gran oportunidad. "Mientras ocurran cosas así, no tiene ninguna posibilidad la agricultura sostenible. Ni la insostenible".

Cada vez más hectáreas

Aproximadamente mil manzanas unas 700 hectáreas de cultivos de café, banano y tomate en todo el país se han involucrado oficialmente con estos nuevos sistemas de cultivo. Aunque el área no parezca muy extensa, se agranda cuando se sabe que la experiencia empezó en 1993 con sólo 2 manzanas algo menos de hectárea y media . Además, aunque los campesinos sólo inscriben su manzana de tomate experimental, aplican las técnicas del manejo integral de plagas a todos sus cultivos, sean o no tomateros. Y cuando un miembro de una familia inscribe en el proyecto de CATIE MIP una manzana de tierra, de los conocimientos que él ha adquirido participan todos los cultivos de todos los restantes miembros de la familia y hasta los de los compadres. Es imposible calcular cuál es actualmente la extensión extraoficial de esta nueva y sostenible opción agrícola.

Lo que hace hoy más difícil la expansión oficial es la escasez de técnicos, que no alcanzan a atender las nuevas solicitudes de campesinos que ya han escuchado sobre el tema y están interesados. Y no alcanzan porque estos procedimientos requieren también de tiempo, de cariño y de paciencia.

Una reunión en Las Cañas

Los integrantes de la cooperativa de tomateros "Oscar Arnulfo Romero", de la comarca Las Cañas, tienen una reunión con el técnico de CATIE MIP, Julio Monterrey y con técnicos de instituciones estatales. Se está preparando la cosecha de postrera y hay que ponerse de acuerdo sobre quién experimentará qué modalidad de cultivo, quién validará descubrimientos de la cosecha anterior repitiendo experiencias y mil asuntos más. Armados con su libreta dan cuenta de sus descubrimientos. Son 37 hombres con edades que van de la juventud madura a la vejez vigorosa.

Son varios los problemas a resolver. Cómo obtener semillas. Cómo completar la producción hortícola con la ganadera, que es asunto difícil. Se plantea la necesidad de reforestar las colinas próximas para mejorar la calidad del suelo, atraer las lluvias y asegurar el agua en los pozos. Son muchas las preocupaciones, pero es posible atenderlas porque con los procedimientos de la agricultura sostenible estos campesinos han logrado resolver el problema más grave y acuciante: la supervivencia.

Durante la reunión se socializan descubrimientos individuales y el técnico informa también de los hallazgos de otros campesinos de comarcas lejanas. En una cooperativa no hay espacio para el secreto, pues el progreso de todos depende de cada uno. Además, en esta cooperativa todo el mundo lleva Aguirre de primer apellido o de segundo o dobla: Aguirre Aguirre. Todos son familia.

Después de la amarga experiencia con los tomates importados, los cooperativistas han decidido buscar alternativas de comercialización con una pequeña fábrica artesanal para procesar salsas. Con ella lograrían también involucrar a las mujeres en la economía. El machismo hace su aparición cuando don José Víctor Aguirre Aguirre resume la opinión de la mayoría: "No, la mujer debe quedarse en casa haciendo los trabajos de la casa, que bastante tiene. Porque si la mujer trabaja en la casa y luego en la fábrica se va a cansar demasiado y luego ya no le sirve a uno". La "respuesta" la tiene don Dolores Aguirre Torres: "La fabriquita es para que las hijas solteras trabajen allí y así estén entretenidas y no anden en otras cosas". Es obvio que por ahora el feminismo no avanza a la misma velocidad que la agricultura sostenible.

¿Y qué opinan ellas? A ellas les encanta el proyecto de la fábrica. "Es algo nuevo, aprenderíamos muchas cosas nuevas. Sería algo distinto de la casa y de los niños", afirma entusiasmada Marta Lorena Aguirre, quien ya peina canas. Están conscientes de que tendrían más trabajo, porque no esperan ayuda de los varones, pero están dispuestas a coordinarse entre ellas para empujar el carro entre todas. "Unas pueden cuidar los niños de las otras y por la tarde hay un rato muerto en la casa que bien puede aprovecharse en la fábrica. Además, como el proyecto será nuestro, organizaremos el horario como nos convenga", dice María Casilda Aguirre.

Mentes limpiándose de prejuicios poco a poco, con más o menos velocidad, pero renovándose a la vez que limpian y renuevan la Naturaleza. Investigación constante y sobre el terreno, aplicación de soluciones variadas y aprendizaje diario de todos con todos. Así, la agricultura verdaderamente científica y sostenible está ganando terreno en Nicaragua de la mano de los pequeños y medianos productores.

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