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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 30 | Diciembre 1983

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Nicaragua

Combatiendo con corazón ardiente y negociando con cabeza fría

Lo que suceda en El Salvador influirá grandemente en el área. La continuidad del acoso militar y político contra la revolución nicaragüense, con un desenlace hacia una clara negociación bajo balas o hacia una nueva escalada interventora, no es fácilmente desligable de la situación salvadoreña. De igual manera, lo que la Revolución Nicaragüense logre avanzar en su sostenimiento y consolidación, influirá grandemente en El Salvador.

Equipo Envío

El 10 de noviembre Richard Stone, representante personal del Presidente Reagan, declaró en México que las tres semanas siguientes serían "cruciales" para Centroamérica, y particularmente para Nicaragua, advirtiendo que se producirían grandes tensiones y peligros. Stone coincidió con la posición de Nicaragua, que también había alertado sobre la alta peligrosidad que encerraban esas mismas semanas. Los plazos de esta peligrosidad se han prolongado, debido a acciones y reacomodos de las fuerzas en lucha aunque de forma distinta, y se viven aun momentos difíciles. Al menos, en la apreciación de lo crítico del momento, Nicaragua y Estados Unidos coinciden.

No se trata de una "falsa alarma"

En la semana anteriores, los ataques de la FDN y ARDE (por tierra, mar y aire), habían mostrado una lógica que no sólo apuntaba a una guerra prolongada de desgaste económico sino que habían incidido en aquellos puntos que, por su naturaleza, son claves en caso de desatarse una guerra generalizada en el corto plazo. Honduras, por su parte, mientras mejoraba su capacidad ofensiva a través de la operación Pino Grande II, proponía a Estados Unidos la realización de un pacto de "defensa mutua" (tipo Corea). Esta propuesta se enmarcaba en la declaración explícita de solucionar las diferencias con Nicaragua mediante "una alternativa político militar a corto plazo". Los ataques de la FDN-ARD y el fortalecimiento militar hondureño, se complementaban con los inicios de reactivación de pactos militares entre El Salvador, Guatemala y la misma Honduras. La Administración Reagan, además de fortalecer y dirigir ese conjunto de actividades bélicas, se preparaba para llevar a cabo en noviembre y diciembre, los ejercicios más peligrosos para Nicaragua en el conjunto de las maniobras de Pino Grande II. La íntima interconexión de los diversos escalones de la agresión contrarrevolucionaria, en el contexto de la intervención norteamericana en Grenada, mostraban entonces y muestran todavía una lógica de guerra, independientemente de que la invasión sea lanzada por todas esas fuerzas o parte de ellas.

Nicaragua respondió a esta ofensiva desarticulando en gran medida los operativos terrestres de la FDN-ARDE, abatiendo o rechazando mediante dispositivos antiaéreos aviones de antisandinsitas, y recomponiendo con rapidez los principales daños causados por sabotajes exitosos de la contrarrevolución. Más de 100 mil hombres en armas, en su mayoría civiles incorporados a las Milicias Populares y Batallones de Reserva, que a su vez son apoyados por las Brigadas de Defensa Civil, están siendo un poder disuasivo ante eventuales ataques de Honduras o de otros ejércitos de Centroamérica. Esta fuerza, de carácter defensivo, está mostrando también el Pentágono la inviabilidad de una victoria rápida en caso de una intervención directa. La capacidad que tendrían las fuerzas nicaragüenses para operar tanto en una guerra de guerrillas como de movimientos, en una geografía atravesada por cerros y montañas, resulta un serio obstáculo para la Administración Reagan, el gobierno norteamericano, quizás por apreciaciones que minusvaloran el grado de conciencia política alcanzado por el pueblo de Nicaragua, y por el peso que conceden a una visión ideologizada de la realidad en detrimento de una concepción pragmática, ha persistido en su dinámica agresiva. El intervencionismo "no es sin costo" dijo Reagan a los marines de Cherry Point el 4 de noviembre, pero ratificó estar dispuesto a usar la fuerza, como en Grenada, para "impedir que la humanidad se hunda en un océano de tiranía".

Esta persistente dinámica ha hecho que, aunque por distintas razones la guerra sería sumamente costosa para cualquiera de la partes en conflicto, las gestiones de paz sean especialmente difíciles. Los países centroamericanos, bajo la mediación del Grupo de Contadora, firmaron un "Documento de Objetivos", consistente en 21 puntos y aunque éste ha sido un importante avance, los conflictos internos entre los países involucrados hacen que el Documento adolezca de una falta de jerarquización de las actividades que deben ser desarrolladas de inmediato. En términos generales, parecen subsistir dos grandes bloques de problemas. Uno es el que divide a quienes piensan que en la actual circunstancia la seguridad nacional de un país es la base principal para transitar hacia la democracia, las medidas militares que realmente conduzcan a la seguridad nacional de los países centroamericanos. Sin embargo, el obstáculo fundamental -presente por lo demás de anteriores formulaciones- sigue residiendo en la falta de voluntad de la Administración Reagan para encontrar una salida política... o en la voluntad de seguir la "menos grave" de sus opciones: negociar buscando el avasallamiento del oponente desde posiciones de fuerza. Los principales funcionarios del actual gobierno norteamericano han declarado, de una u otra manera, en una u otra ocasión, que la alternativa militar es parte fundamental de la política estadounidense en la región.

El panorama del istmo se complejiza al incorporar en el análisis la situación salvadoreña. El bloque en el poder en El Salvador ha ido mostrando crecientes fisuras, que tienden a quebrar el ya frágil arreglo político conseguido a partir de las últimas elecciones. Los contundentes golpes del FMLN, aunque no implican necesariamente posibilidades de triunfo en el corto plazo, han agravado el conflicto y puesto en entredicho la relativamente nueva táctica militar que asesores militares norteamericanos habían calificado de "decisiva" para el curso de la guerra. A su vez, dos elementos en el panorama mundial resultan especialmente relevantes por sus posibles efectos en la región: la situación del Medio Oriente y las conversaciones en Ginebra entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

En esta situación entrábamos en el mes de noviembre en el que se esperaba la recta final para la solución -en uno u otro sentido-, de los conflictos centroamericanos. Eso, al menos durante el actual período presidencial de Ronald Reagan. Son varios los momentos peligrosos que se han vivido en el istmo durante la actual Administración estadounidense, y aunque las tensiones han ido agudizándose cada vez más, hasta el momento se ha logrado contener la realización de los planes intervencionistas de la Casa Blanca. Los éxitos militares populares y una inteligente diplomacia que ha contado con la solidaridad de importantes sectores de la comunidad internacional, han sido factores claves en ese logro, pues han ido obligando a la Adminstración Reagan a tomar las opciones que le resultasen menos costosas en el elenco de las alternativas posibles.

Es muy necesario tener en cuenta esto último para comprender, tanto el proceso vivido como la coyuntura actual. El equipo asesor de Reagan, con claros y definidos objetivos en contra de los procesos populares de Centroamérica y El Caribe, diseña diversas opciones o tácticas dirigidas a conseguir el éxito estratégico. Con base en sus propios aciertos y errores, dialécticamente interrelacionados con los aciertos errores de sus oponentes, recurre a una u otra de las opciones tácticas posibles. Ha habido momentos en que el cúmulo de factores nacionales, regionales, e internacionales, han hecho que las posibilidades interventoras se tornen probabilidades. De ahí, que en algunas ocasiones Nicaragua tuviera necesariamente que alertar al máximo a la comunidad nacional e internacional. El hecho de que posteriormente no se produjera la invasión no significa necesariamente que la alarma fuera falsa, sino que las acciones que contra tal decisión se desarrollaron, disuadieron a la Administración, al menos temporalmente, de seguir esa opción. Quien no comprende esta lógica interna de la política norteamericana corre el riesgo de frustrarse ante "falsas alarmas" aparentes, paralizando su acción en momentos en los que es clave dar una respuesta.

En la medida en que hemos entrado en el último año del mandato de Reagan, las opciones sobre la región se van reduciendo necesariamente a la Administración, pues se torna menos conveniente, o menos posible, la posposición de ciertas decisiones. Siempre queda la alternativa de que ante la posibilidad de que Reagan se lance como candidato no teme aún las "decisiones últimas" sino que busque establecer un "período puente" hasta su reelección. Ahora bien, aún en esta hipótesis, la Casa Blanca necesitaría implementar cartas de triunfo como parte de la próxima campaña electoral como también preparar ya el terreno para acciones drásticas tras una posible reelección. En consecuencia, las semanas o meses próximos siguen siendo vitales para la Administración Reagan y también para los pueblos centroamericanos que buscarán forzar aquellas alternativas que menos margen dejen a la Administración. Esto ya lo han logrado en varias ocasiones. Por eso no es extraño que Washington y Managua coincidan en calificar de crucial la presente etapa. En Nicaragua se ha insistido en que ésta debe abordarse con el corazón ardiente y la cabeza fría.

La coyuntura de este mes de noviembre, -que hay que inscribir en esta coyuntura más amplia que hemos descrito- presenta dos momentos profundamente unidos pero diferenciables. En el primero se agudizan aún más las tensiones provenientes de los meses anteriores, llevando al país, como se había previsto, a las puertas de la invasión. En el segundo, mediante nuevas propuestas de negociación, se distensiona temporalmente la situación. Es previsible el ingreso en un tercer momento durante el mes de diciembre, cuyas características dependerán de las respuestas que las partes interesadas vayan dando a las propuestas negociadoras en el contexto de Contadora. El presente análisis abarca los dos momentos del mes de noviembre. La reunión, a mediados del mes, del Coordinador de la Junta de gobierno de Nicaragua con los Presidentes del Grupo Contadora, es el hecho que separa ambos momentos.

Primer momento: la agudización de la lucha y la estrategia agresiva

En los primeros quince días de noviembre, hubo una serie de enfrentamientos entre las fuerzas armadas de Nicaragua y los contrarrevolucionarios del FDN. Entre ellos destacan los realizados en Jinotega y Zelaya Norte. Ambas zonas tienen gran importancia en los planes antisandinitas. Jinotega por estar situada, junto con Matagalpa, en el centro del país. Desde ahí, en caso de lograr asentarse exitosamente, podrían golpear fuertemente la recogida de la cosecha cafetalera y serían un importantísimo frente la lucha en caso de desatarse una guerra generalizada en el corto plazo. Zelaya Norte, por su parte, con Puerto Cabezas en su interior, es al parecer el sitio donde el gobierno de Reagan buscaría establecer un gobierno provisional. La contrarrevolución fue fuertemente golpeada en los dos últimos meses en esas dos regiones, de tal manera que hoy se ve difícil la consecución de estos planes.

En noviembre, se continuarán los operativos para debilitar aún más a los grupos dispersos que subsistían en estas zonas. En el caso de Jinotega, forzando al combate a los contrarrevolucionarios en "las Condegas", las inmediaciones de San José de Bocay y cerca del Río Ayapal, y destruyendo lo que parece ser el principal campamento que los antisandinistas tenían en la región, ubicando en el cerro Kantayawás. Este había sido creado para el refresco y entrenamiento de las fuerzas de tarea que operaban en Matagalpa y Jinotega (las del "Tigrillo" "Toño" y "Mike Lima"). El campamento tenía una pista para helicópteros y señales para aviones destinados al abastecimiento. En la operación se causaron más de 100 bajas a los somocistas, se obligó a muchos a replegarse a Honduras a pesar de las órdenes que tenían de permanecer en el interior a cualquier costo, y se debilitó más a pequeños grupos somocistas que buscarán entorpecer los cortes de café. Sobre la situación militar en Zelaya Norte no se facilitó información en estos días, conociéndose extraoficialmente que continuaban los operativos para debilitar aún más a los grupos que habían fracasado en su intento de tomar Puerto Cabezas.

Aunque reconfirmada con todos estos hechos la incapacidad de las fuerzas somocistas de la FDN, éstas mantuvieron su presión. El 8 de noviembre, el Comandante Víctor Tirado anunció la concentración de varios miles de contrarrevolucionarios en el territorio hondureño limítrofe con Nueva Segovia (al anuncio habían antecedido combates en Ciudad Antigua y Murupuchí) y en otros tantos puntos fronterizos no especificados. Pocos días antes, buscando debilitar nuevamente la capacidad energética del país, aviones contrarrevolucionarios habían sobrevolado nuevamente la Planta Geotérmica Momotombo y el Puerto de Corinto, siendo rechazados por fuego antiaéreo.

Una semana después del anuncio del Comandante. Tirado llegó a Honduras la 28 Unidad Anfibia de Marines norteamericanos. De inmediato, entraron en acción, acentuándose con esto la peligrosidad de las maniobras Pino Grande II. La 28 Brigada está considerada como la punta de lanza para cualquier operación de desembarco aéreo-naval contra un litoral adecuadamente defendido. En su táctica, busca alcanzar una cabeza de playa para ejecutar posteriormente acciones ofensivas dentro del territorio alcanzado, en combinación con otros cuerpos militares. En Honduras éstos serían concretamente el Primer Batallón de Infantería hondureño y el Sexto Regimiento de Infantería de marina norteamericana. Dicho gráficamente: se trata de una maniobra similar al desembarco y posterior ataque en Grenada. A partir de entonces son ya 6,375 los miembros de cuerpos especializados de Estados Unidos presentes en Honduras. Más del triple de los efectivos que inicialmente se lanzaron contra la isla de Bishop.

Según revistas oficiales del Pentágono, la capacidad de ataque de unidades anfibias de este tipo es, en lo referente a desembarco aéreo, de 12 helicópteros CH-46, capaces de movilizar 500 hombres en un solo viaje; 6 helicópteros CH-53 para transporte de carga y personal; 4 helicópteros UH-1H para movilización de los mandos. Para el desembarco terrestre tienen 5 tanques M-60 y 12 carros anfibios blindados. En su armamento ofensivo aire-tierra y tierra-aire cuentan con 8 helicópteros de ataque de 81 y 60mm. lanza-cohetes Dragon, etc. Sin desarrollar toda su potencialidad, en el operativo de Pino Grande II se utilizaron seis unidades navales norteamericanas: la USS Nassau, USS Guadalcanal, USS Raleigh, USS Pensacola, USS Lmowe City y USS Charleston.

De esta manera se acentuó la presencia norteamericana en Honduras. Según un Boletín de Relaciones Públicas de la Secretaría Adjunta de Defensa de Estados Unidos, en Honduras se encontraban antes de las maniobras:

- El Cuartel General en Palmerola con alta capacidad de coordinación de acciones y medios sofisticados para la comunicación vía satélite y vía láser.

- El 43 Grupo de Apoyo entrenado en Fort Carson, encargado de la logística de guerra.

- El 96 Batallón de Ingeniería aerotransportado, cuyos vehículos de trabajo -bajos en altura- pueden ser lanzados en paracaídas desde aviones especiales introduciéndose así en cualquier lugar.

- Los Boinas Verdes entrenados y entrenadores en lucha contrainsurgente y operaciones en terrenos selváticos.

- El batallón de Aviación de la 101 División de Infantería Aeromóvil perteneciente a las Fuerzas de Despliegue Rápido.

- Miembros del 56 Batallón de Construcción Naval conocidos como "abejas de mar".

- Miembros del Grupo de Guerra Especial expertos en la guerra electrónica y otros.

Está por verse si tantos equipos sofisticados que podrían verse multiplicados por las Fuerzas de Despliegue Rápido -que en último término son apoyo a las unidades de infantería- son capaces de vencer a pueblos organizados y con convicciones, que cuenta, además, con una geografía favorable a la lucha irregular. Pero en todo caso, la gravedad de la situación a mediados de noviembre se hace evieente ante estos datos militares.

La concentración cierta de tropas de la FDN y Honduras en la frontera, difusas noticias sobre movilización de batallones guatemaltecos en igual sentido y el incremento de los operativos de las maniobras Pino Grande II -posibles puntas de lanza de una guerra generalizada- explican perfectamente la declaración del Comandante Ortega el 11 de noviembre: "Sólo falta el pretexto inmediato para la invasión". Dicho pretexto podía hallarse en cualquier momento. Tan solo cuatro días antes de estas declaraciones Nicaragua había protestado a Honduras por el ataque contra un pesquero nicaragüense que fue incendiado en aguas nacionales y porque sus tripulantes había sido "presumiblemente secuestrados por la fuerza naval hondureña". Ese mismo día se protestó también por la violación el espacio aéreo nicaragüense por tres aviones de guerra T-33 pertenecientes a la Fuerza Aérea de Honduras. Es claro que, en este escenario, encontrar un pretexto con el que poner en marcha todo el aparato de guerra ya montado es de todos os pasos el más sencillo.

La estrategia defensiva

Mientras Washington y Tegucigalpa desarrollaban sus maniobras, otras maniobras de gran envergadura se desarrollaban en Nicaragua. No las desarrollaba ninguna potencia extrajera ni nada tenían que ver con el publicitado conflicto Este-Oeste. Eran las maniobras del pueblo de Nicaragua movilizado al máximo para enfrentar la probable agresión.

Miles de milicianos en el país comenzaron el 7 de noviembre un plan acelerado de preparación combativa, que vino a sumarse a los conocimientos acumulados en anteriores períodos de instrucción. Tan sólo en la ciudad de Managua se abrieron 36 campos en los que por 20 días consecutivos, y con un horario de 7 a 9 de la noche entre unes y viernes, las tardes de los sábados y las mañanas de los domingos, se entrenaron miles de ciudadanos. Parte de ese entrenamiento consistió en largas caminatas de fines de semana para conseguir una adecuada agilidad física. A hombres y mujeres organizados en las Milicias Territoriales se les entregó esos días su fusil G3, de gran poder ofensivo. "Nuestro objetivo -declaró el Comandante Ortega- no es solo tener 200 mil hombres armados, sino continuar armando a todo el pueblo para que defienda su revolución".

Aprovechando los fines de semana y las horas de la noche se comenzó en las distintas ciudades y pueblos a abrir trincheras de combate. En Managua, por ejemplo, se excavaron zanjas apropiadas alrededor de la ciudad en anillos concéntricos con el fin de posibilitar la defensa circular de la capital. A cada batallón, a cada Compañía se le asignó su lugar a la hora del combate y se le indicó su retaguardia y su tercera cuarta línea defensiva. En todas las carreteras de acceso a Managua se construyeron trincheras por las que se veía moverse a miles de civiles con uniforme miliciano. Incluso en el costado de la embajada norteamericana, ubicada en la carretera sur, los funcionarios norteamericanos miraron con curiosidad a una de las tantas estructuras de milicias territoriales abrir las líneas de defensa que en esa zona les correspondían. "Nosotros somos responsables de abrir 2,400 metros de trinchera", dijo el responsable de esa operación. A las zanjas para la defensa circular y para defender vías terrestres de comunicación se sumó la excavación de trincheras en centros económicos importantes y alrededor de los campos propicios para el descenso de paracaidistas.

Paralelamente, funcionaban las estructuras de la Defensa Civil. Esta abrían zanjas para el refugio de menores o ancianos en caso de ataques aéreos. Muchísimos de estos refugios son colectivos y se combinan con refugios familiares hechos en los patios de cada casa. Otros miembros de la Defensa Civil realizaban prácticas de primeros auxilios, de extinción de incendios, de escombreo, etc. En Managua dividida por zonas, las 134 brigadas de Defensa Civil de la Zona Nueva y las 68 brigadas de la zona tres y cinco han realizado más trabajos por estar ubicadas respectivamente, en la cercanía del Aeropuerto Sandino y de fábricas importantes o en las inmediaciones de la refinería de petróleo. Preparativos equivalentes a los realizados en Managua se han desarrollado en el resto del país. Solamente hay que exceptuar a aquellas regiones que, por su ubicación geográfica, habían hecho este tipo de preparativos desde hace muchos meses.

La movilización popular y el tipo de defensa que ésta asegura se contempla con preparativos para afrontar diversas formas de lucha irregular. Como es sabido, Nicaragua ha ido creando una estructura gubernamental-militar descentralizada. Administrativamente existen 6 regiones y 3 zonas especiales en el país que, dentro de lineamientos generales aprobados por la Junta de Gobierno, tienen un notable margen de creatividad en decisiones internas. Dentro de cada región existen a su vez zonas que se orientan mediante idénticos principios. Las posibilidades de una rápida descentralización en el caso de guerra irregular pudiera darse, al menos en parte, a partir de este tipo de estructuras. Quizá no sea casual este tipo de organización nacional viviendo permanentemente bajo la amenaza norteamericana.

La estrategia defensiva de Nicaragua tiene otras expresiones. A lo largo del mes de noviembre la mujer nicaragüense se inscribió de manera voluntaria en el Servicio Militar Patriótico, sin conocerse aún cifras globales. En octubre, y pese a la resistencia de algunos sectores religiosos, la inscripción de la población masculina alcanzó, según cifras oficiales, el 90% de las metas propuestas).

Por otra parte, miles de jóvenes comenzaron a salir en este mes para participar en los cortes de café. Cifras preliminares señalan que el 55% de los cortadores urbanos son mujeres y que éstas conforman también alrededor del 48% de las milicias territoriales.

En la batalla agraria por la economía, los jóvenes se encontrarán con un campesinado que en el presente mes será beneficiado por la profundización de la reforma agraria. Solo en noviembre y diciembre de este año, en conformidad con las leyes vigentes, serán afectadas 100,591 manzanas de tierra. Desde octubre 81 a octubre 83 habían sido afectadas 417.566 manzanas. Del 100% de las familias beneficiadas con título entre octubre 81 y diciembre 83, el 25% lo han sido en los últimos dos meses de este año. Paralelamente, se continuó el proceso de saneamiento de las deudas que tenían varias cooperativas agrarias o pequeños productores individuales con la Banca Nacional, según decreto del 19 de julio de 1983. Aunque este conjunto de medidas para el campo responden a una política económica definida, es indudable que la movilización campesina contra la agresión, se potencia con estas medidas.

La estrategia agresiva de Reagan y la estrategia defensiva de Nicaragua, llegaron así este mes a su punto más álgido. Mientras tanto, la situación en El Salvador se tornaba más preocupante para Washington. Según el informe oficial del Ministro de Defensa Salvadoreño, del 1 de julio del 81 al 30 de junio del 82, los muertos entre las fuerzas gubernamentales fueron 1073. De julio 82 a junio 83 fueron 2,292, lo cual supone un incremento de más del 100% pese al mayor apoyo norteamericano. El total de bajas (muertos, heridos, desaparecidos) de ese último período, es de 6,815 según la misma fuente. Esa cifra se acerca al 25% del total de la Fuerza Armada. Esta tendencia se ha hecho más aguda en los últimos meses tras las exitosas campañas del FMLN "Independencia, Libertad y Democracia para El Salvador" y la más reciente "Fuera yankis de Grenada y Centroamérica". A su vez el bloque gubernamental continuaba dividido en medio de fuertes controversias dentro de la Asamblea Constituyente acerca del régimen económico del país. Los escuadrones paramilitares irrumpieron con fuerza en las escena atacando a líderes eclesiásticos, universitarios y sindicales. La deteriorada situación militar y el estancamiento político, a la sombra de un ejército con diversas tendencias en su interior, propiciaron expectativas sobre un posible golpe de Estado.

En esta situación -que, como señalamos inicialmente, abarca los primeros quince días del mes- debía producirse, el día 17, la reunión de los 4 cancilleres del grupo de Contadora con los 5 cancilleres centroamericanos. ¿Sería ése el fin de Contadora y el inicio de la guerra total en la región? ¿Existiría alguna posibilidad de detener la guerra generalizada? Sin abandonar la preparación bélica todas las miradas convergieron entonces hacia la gestión de Contadora.

Segundo momento: disminuye la probabilidad de intervención

El día 17 de noviembre una resolución sorpresiva puso fin a una de las reuniones más esperadas de Contadora. Sólo trascendió el acuerdo para una nueva reunión el 14 y 15 de diciembre, previa reunión de la Comisión Técnica el 1 y 2 de diciembre. ¿Qué había pasado? ¿Había logrado EEUU por medio de algún país centroamericano, bloquear Contadora para iniciar la invasión? ¿Por qué, entonces, Nicaragua no lanzó una denuncia inmediata? ¿Y por qué algunos cancilleres de Contadora hablaron poco después de una "distensión", al menos momentánea?

Mucho hermetismo ha rodeado al proceso negociador de Contadora en estos últimas semanas. De ahí que debemos rastrear las declaraciones de todos los actores involucrados buscando reconstruir los sucesos y las discusiones, al menos en sus líneas fundamentales. El resultado de este rastreo es, consecuentemente, de carácter hipotético. Son posibles, pues, errores interpretativos, si no en los términos globales, al menos en puntos particulares. Pero es la única vía para tratar de comprender esta realidad tan compleja de las actuales negociaciones de paz.

Es necesario retroceder un poco en el tiempo. En septiembre el grupo de Contadora logró que los países centroamericanos firmaran una "Declaración de Objetivos" de 21 puntos (véase anexo). Cinco grandes temas aparecen en la misma:

- Abstenerse de realizar acciones que obstaculicen la paz.

- Fomentar procesos democráticos representativos y pluralistas.

- Garantizar la seguridad nacional de los países centroamericanos evitando, tanto los conflictos directos entre los Estados, como los indirectos mediante el apoyo a grupos armados.

- Desarrollar gestiones dirigidas a mejorar la economía de los países.

- Velar por el desarrollo de los derechos humanos (refugiados, libertades sociales e individuales, etc.). En pocas palabras: paz, democracia, seguridad nacional, economía y derechos humanos.

Un análisis exhaustivo de las declaraciones de los Cancilleres de Contadora muestra que los dos temas clave son el de la democracia y el de la seguridad nacional. Los otros, o son admitidos por todos -al menos verbalmente- (paz, derechos humanos) o tienen actualmente un carácter secundario (economía). Pero las declaraciones muestran algo más. Existen énfasis distintos en el peso que se concede a ambos temas clave. México insiste en los problemas de seguridad nacional y Venezuela en los referentes a la democracia (sin que ello implique descuido o menosprecio el punto no enfatizado). Colombia y Panamá parecen fluctuar entre ambas posiciones.

Las declaraciones de los Cancilleres de Centroamérica evidencian que Nicaragua prioriza el tema de seguridad nacional como medio de alcanzar un clima propicio para las elecciones. Los demás cancilleres opinan que las elecciones son la mejor garantía para la seguridad nacional. También aparecen puntos de discordia al interior de lo que es y garantiza la democracia, y de lo que es y garantiza la seguridad nacional. Los 21 puntos de Contadora, aunque suponen una importante concretización, todavía son lo excesivamente generales como para dar cabida a posiciones -y por tanto a acuerdos- de carácter muy diverso.

El 15 de octubre Nicaragua, dentro del marco de Contadora, presentó una propuesta para "garantizar la paz y la seguridad" de los países del istmo. En ella, las repúblicas centroamericanas se dan garantías mutuas de no atacarse y de no apoyar a quienes ataquen a cualquier gobierno del área. Pero también aparecen allí dos puntos que después serían y son aun debatidos. Primero: las propuestas regionales de paz deben incluir a Estados Unidos. Este, "principal perturbador de la paz" -según D'Escoto-, también debe comprometerse a no agredir directa o indirectamente. Segundo: en El Salvador debe buscarse una solución política y cualquier gobierno responsable, buscando conseguir ese objetivo, debe abstenerse de fortalecer militarmente a cualquiera de las partes en lucha. La reacción de Washington ante las propuestas nicaragüenses fue calificarlas de "insuficientes".

El 4 de noviembre, mientras las tensiones militares entre Estados Unidos y Nicaragua se agudizaban, Richard Stone declaró que la propuesta de Managua era muy vaga y que prefería la propuesta de Contadora. La declaración resulta sorprendente por cuanto contrapone ambas propuestas siendo así que la propuesta de Managua era, sobre todo, una forma de concretización posible, en el área de la seguridad nacional, del "Documento de Objetivos" de Contadora. ¿O es que había otro documento de Contadora posterior al de "Objetivos"? El 5 de noviembre el Canciller panameño Oyden Ortega, informó que el equipo técnico del grupo de Contadora había concluido el borrador del "Tratado de paz para Centroamérica". ¿Sería ése el documento al que estaba aludiendo Stone? Tan sólo tres días antes Larry Speaks, portavoz de la Casa Blanca, había anunciado la gira de Stone por la región calificándola de "importante" pues "tiene lugar cuando se comienza a avanzar hacia la difícil tarea de negociar acuerdos específicos".

El Canciller panameño, al anunciar el borrador de Tratado de Paz, indicó que éste sería enviado a los Ministros de Relaciones Exteriores centroamericanos para que le hicieran observaciones y proceder a elaborar el documento final. Este sería el documento que se analizaría en la reunión del 17 de noviembre. El borrador llegó a cada nación del área y Stone visitó paralelamente, esos países (excepto, de momento, Nicaragua). La línea general de las declaraciones de Stone en esos países es de "optimismo" por la orientación de Contadora. Mientras tanto, Fred Ikle, Subsecretario de Defensa norteamericano, realizaba una gira por el Salvador, Honduras y Costa Rica -los países más cercanos geográficamente a Nicaragua- para conversar "sobre temas militares".

En este momento, un 71% de la opinión pública norteamericana apoyaba la intervención de Reagan en Grenada. Así las cosas, y si asumimos la hipótesis de que el borrador del equipo técnico de Contadora -dentro del margen de acción que por su generalidad dejan los 21 puntos del "Documento de Objetivos"- reflejaba una versión más conservadora y pro-norteamericana que progresista y pro-nicaraguense o, al menos, que no estaba suficientemente balanceado, la situación del área se hacía más crítica aún. Con la maniobras norteamericanas a las puertas y la no aceptación por Nicaragua de dicho borrador (en caso de no tener modificaciones), el marco de la posible intervención estaba casi completo. La reunión de Contadora iba a terminar el 17 de noviembre y las maniobras hondureño-estadounidenses comenzarían el 18. ¿Pura casualidad? La percepción de la gravedad del momento se afianza con la llegada de Stone a Nicaragua el día 1o. Afirmando que se mueve dentro del marco de Contadora (¿o de su "borrador"?) busca, bajo términos de "promoción de un diálogo interno", el diálogo del sandinismo con el somocismo. Conociendo de antemano la persistente negativa sandinista este diálogo, parecería que Stone viene a buscar un pretexto con el que acusar de "terquedad" al gobierno revolucionario y de entorpecer así las intenciones de paz del grupo Contadora.

Tras las visitas a Guatemala, Costa Rica, El Salvador y Honduras, Stone pasó a visitar los países de Contadora. Las declaraciones en dichos países, especialmente en Colombia y Venezuela, giraron en torno a las posibles resoluciones de la ONU y OEA sobre Centroamérica. Como es sabido, la Administración Reagan se había opuesto, y ejercido presiones para no incluir la problemática del istmo en la agenda de la ONU; pero veía con beneplácito su inclusión en la OEA. Los países de Cotnadora, en sus declaraciones, expresaron cierto temor de que, en dichos foros, se ahondaran más las diferencias entre los países centroamericanos. El resultado final de estas discrepancias fue el fortalecimiento de la gestión de Contadora tanto en la ONU como en la OEA, donde el especial énfasis hecho por América Latina en el anti-intervencionismo, dificultaba cualquier posible intento norteamericano o pro-norteamericano de debilitar fuertemente la instancia de negociación regional del día 17.

Stone calificaba de "vital" la reunión de ese día y ni negaba ni afirmaba que, tras un posible fracaso, pudiera desatarse la intervención. Significativamente, tanto Herrera Campins como De la Madrid, después de reunirse con Stone, hicieron enérgicas declaraciones rechazando cualquier posible intervención. Además, en ninguno de los dos foros se habían producido resoluciones que dieran pie a una interpretación conservadora del "Documento de Objetivos" como la que aparentemente aparecía en el "borrador" del equipo técnico. En el caso de la ONU, se apoyó implícitamente una interpretación progresista de los "Objetivos". Estados Unidos y sus aliados del área, tras conseguir ciertas concesiones en la resolución de la ONU, prefirieron plegarse a esta resolución, que les perjudicaba, para evitar una más significativa y explícita derrota. La resolución de la ONU fue inicialmente presentada por Nicaragua.

Los triunfos en la ONU y en la OEA fortalecieron políticamente a los países de Contadora. Esto es importante pues, como es sabido, sobre algunos de ellos han recaído fuertes presiones económicas por parte de Estados Unidos. Nicaragua, mientras realizaba las "maniobras populares" y triunfaba en la ONU, lanzó una importante ofensiva diplomática sobre los países de Contadora. En giras relámpago, el Comandante Daniel Ortega, visitó a los presidentes de México, Venezuela, Colombia y Panamá. Resulta altamente probable que en estos viajes Nicaragua exteriorizó al máximo nivel, su posición respecto al borrador el equipo técnico, proponiendo alternativas. La posición nicaragüense encontró eco en los países de Contadora. Esto habría desmontado el borrador pro-norteamericano y, con él, un aspecto fundamental de la ofensiva de la Casa Blanca. Todo esto, ocurrió cuando tan sólo faltaban 3 días para la reunión de Contadora -eso explicaría su necesaria posposición para diciembre- y 4 días para el inicio de las maniobras honduro-estadounidenses.

Esta hipótesis de interpretación de los hechos, adversa a los planes de Washington, parece afianzarse si advertimos el silencio posterior de Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Costa Rica. Una voz pareció alzarse en nombre de todos ellos: la de Honduras, "el país ventrílocuo" según D'Escoto. El canciller Paz Barnica, entregó una nota a México acusándolo de "ser parcial" a favor de Nicaragua. Cabe recordar nuevamente que, tras el diálogo con el Comandante Ortega, el presidente De la Madrid, manifestó una postura fuertemente anti-intevencionista. La cancillería mexicana, en su respuesta a Honduras, reiteró los principios de su política exterior y utilizó la reciente resolución de la ONU como "demostración categórica" de la objetividad y justeza de su política en Centroamérica. Observadores políticos se asombraron por la protesta hondureña contra México y resaltaron la mayor madurez de Nicaragua en su relación con Venezuela. El gobierno de Herrera Campins, como es de conocimiento público, proporciona importante apoyo -al menos moral- a personalidades políticas, religiosas, sindicales y periodísticas que al interior de Nicaragua, mantienen una oposición activa contra el gobierno sandinista.

La posición nicaragüense, expresada por el Comandante Daniel Ortega, como respuesta concreta al presunto borrador técnico de Contadora, fue la propuesta de que los países centroamericanos prescindieran de todos los asesores militares extranjeros y se congelara totalmente la carrera armamentista en el área. Así lo expresaron los Comandantes Tomás Borge y Henry Ruiz en diferentes discursos. Si esto frenó el "borrador" presuntamente pro-norteamericano, quiere decir que éste, de alguna manera, no llegaba a tanto y es lógico que no lo hiciera, pues los gobiernos de Honduras y El Salvador se sostienen precisamente por el apoyo militar estadounidense. La propuesta evidencia también que la defensa de Nicaragua se sostiene en la organización su propio pueblo.

En esos días se produjo también el retorno de internacionalistas cubanos a su país. Como la mayoría de ellos eran maestros, se manejaron dos versiones. La primera sería que, aunque en Contadora sólo está en discusión el tema de asesores militares, la partida de los internacionalistas probaría la disposición de Nicaragua a tomar en serio su propia propuesta. La segunda, que se trata de movimientos rutinarios debido a que ha comenzado el período de vacaciones escolares en el país. En realidad no existe una necesaria contradicción entre ambas versiones. Junto con todos estos hechos se iniciaron en Nicaragua importantes diálogos internos entre el gobierno y otros sectores sociales (partidos políticos de oposición, diario "La Prensa", empresarios privados y jerarquía Católica). El anuncio más importante que se desprende de todas esas reuniones es la ratificación gubernamental de convocar elecciones en 1985.

Posteriormente, el clima de liberalización interna creció al disminuirse sensiblemente la censura de prensa y dictarse el 1 de diciembre un decreto de amnistía general para los mískitos. Esto último se interpreta como un intento de corregir errores de tratamiento del problema étnico y para fomentar así un clima de mayor unidad nacional. También busca debilitar la campaña internacional que, apoyándose muchas veces en datos falsos sobre la situación en la Costa, pretende atacar políticamente a la Revolución. En idéntica búsqueda de unidad nacional puede interpretarse la amnistía dada el 4 de diciembre a los nicaragüenses alzados en armas siempre y cuando no pertenezcan a la ex-guardia somocista ni hayan dado declaraciones lesivas a la soberanía nacional. En definitiva, se busca favorecer especialmente a campesinos que se incorporaron a la contrarrevolución por temor o engaño.

En definitiva, Contadora pospuso su reunión del 17 mientras la situación militar llegaba a su punto más álgido. Pero la invasión no se produjo: ¿Por qué? Indudablemente que las acciones diplomáticas de Nicaragua, respaldadas de una u otra forma por los países de Contadora y la ONU, fueron un serio gol a los planes de la Administración Reagan. No pudieron crearse las condiciones internacionales. Al mismo tiempo, en la región, justamente por la agudización del conflicto, emergieron con más fuerza contradicciones que ya estaban presentes. En Costa Rica, se produjeron fisuras al interior del partido gobernante, imponiéndose, al menos temporalmente, la corriente moderada sobre la conservadora.

El resultado fue la proclamación de "neutralidad perpetua activa y no armada" de Costa Rica y la renuncia del Canciller Volio. Días antes el ex-ministro tico, Juan José Echeverría, había declarado que el presidente Monge estaba siendo presionado por Estados Unidos para efectuar maniobras militares en la zona fronteriza con Nicaragua. En Guatemala, las tensiones al interior del país entre militares y empresarios; los efectos de la política gubernamental sobre ciertos sectores del país (Iglesia Universidad, Guerrilla); y un deterioro relativo en las relaciones del gobierno con el Congreso norteamericano, han causado un repliegue temporal en los planes agresivos de ese país. Eso ha afectado al CONDECA.

Al mismo tiempo, las tensiones en El Salvador, obligaban a la Administración Reagan a tomar medidas para contener la deteriorada situación. No pudieron crearse, pues, las condiciones regionales. Sin embargo, el factor fundamental que evitó la intervención, al menos momentáneamente, fue el pueblo de Nicaragua, con su masiva incorporación a la defensa militar y a la defensa civil. Si alguna duda le quedaba a Reagan sobre esa realidad, las "maniobras del pueblo" realizadas en noviembre, habrán terminado de convencerlo. ciertamente, no le es factible ninguna victoria rápida en un año marcado por elecciones en Estados Unidos. La fortaleza del pueblo enfrentó nuevamente con éxito la ofensiva de la FDN y de ARDE, al menos en los niveles que la Casa Blanca hubiera necesitado para su estrategia. No pudieron crearse, pues las condiciones nacionales. El pueblo armado ha sido poder efectivo para detener la contrarrevolución nicaragüense, poder disuasivo para los ejércitos regionales y los marines norteamericanos, poder diplomático que permite márgenes para el desarrollo de una política exterior inteligente y poder que potencia un movimiento internacional y solidario en Estados Unidos, América Latina y Europa. Reagan buscó afanosamente implementar su opción interventora para lograr sus fines, pero al no crearse las condiciones internacionales, regionales y nacionales, ha tenido que echar mano de su opción alternativa: la negociación bajo las balas. Al menos, mientras no se alteren sustancialmente las actuales condiciones.

Tercer momento: la lucha sigue

El pueblo de Nicaragua consiguió hacer retroceder la intervención. La probabilidad se ha tornado posibilidad. Esta no puede descartarse, pues la dialéctica de aciertos y errores de cada una de las partes en pugna puede crear nuevas condiciones. Y si le son favorables, Reagan no las desaprovecharía. Pero aún en el supuesto de que esas condiciones no se generasen, el actual período es sumamente difícil. Los términos de las negociaciones son duros y es claro que Reagan tratará de utilizar la presión armada y política para ganar mejores posiciones. Y eso, tanto por su ideología como por la coyuntura electoral estadounidense.

El 4 de diciembre, el Comandante Daniel Ortega anunció una serie de medidas para el futuro proceso electoral y fijó una serie de posiciones alrededor de las negociaciones de Contadora. Con base en ellas y el contrapunto estadounidense que pueden llevar implícitas, podemos alcanzar una aproximación hipotética a los puntos con que se enfrentará Contadora en su próxima reunión.

En primer lugar, en cuanto a los actores del conflicto, Nicaragua sostiene que los Estados Unidos deben comprometerse a cesar en su afán bélico. Un hipotético acuerdo de paz que sólo obligue a los países centroamericanos, dejaría las manos libres a Estados Unidos. La Administración Reagan ha rechazado permanentemente la proposición nicaragüense de que Estados Unidos formalice sus posiciones.

En segundo lugar, respecto a los aspectos militares, pueden entreverse los siguientes problemas:

- Nicaragua propone el retiro inmediato de asesores militares extranjeros; Estados Unidos por medio de los países centroamericanos buscará el rechazo o posposición de esa medida, especialmente por la situación en El Salvador y Honduras.

- Nicaragua propone la proscripción inmediata de bases, escuelas y maniobras militares; Estados Unidos por medio de los países centroamericanos rechazará o pospondrá esa medida porque quitaría presión a Nicaragua y afectaría a otros gobiernos del área.

- Nicaragua propone el cese inmediato de la adquisición de armamento de cualquier tipo y procedencia; Estados Unidos, entre otras razones, encontraría especiales dificultades por la situación en que está actualmente el ejército salvadoreño. Probablemente se obstaculizará la propuesta haciendo distinciones entre los que respondan al "orden interno' y los que no. Pero en todo caso, ¿cómo se asegura el uso de armas para una causa y no para la otra?

- Nicaragua propone la limitación en el número de efectivos regulares de los ejércitos centroamericanos; Estados Unidos, por medio de los países centroamericanos probablemente buscaría desplazar la problemática hacia ciudadanos armados para así abarcar a las milicias sandinistas. e) Finalmente, habría discusiones respecto a los garantes últimos de cualquier acuerdo que eventualmente pudiera surgir. (ONU vs. OEA?).

En tercer lugar, respecto a los temas de democratización: a) Ningún país tiene problema respecto a la realización de elecciones (¿excepto Guatemala?) b) Todos los países tienen prevista o en trámites, fechas propias para la conducción del proceso electoral (¿excepto Guatemala?). c) Respecto a los sistemas políticos internos, Nicaragua sostiene que son los propios pueblos los únicos depositarios de la soberanía nacional y, por tanto, no puede ser objeto de acuerdos o supervisión internacional; Estados Unidos, quizás por intermedio de algún país centroamericano, podría insistir en la supervisión por parte de la OEA o de la misma Contadora. En todo caso, los partidos nicaragüenses de oposición sostienen una posición distinta al gobierno de Nicaragua.

En cuarto lugar, los asuntos relacionados con temas económicos y de derechos humanos no han aparecido con claridad, peor es de suponer que la discusión no se centrará ahí, al menos por ahora.

Como puede verse, el cuadro que se presenta es difícil resolución. En consecuencia, es altamente probable que la negociación se siga alargando, y en el entretanto, haya nuevos ataques armados del FDN y ARDE. Estos ya se han comenzado a reportar en los primeros días de diciembre y probablemente crecerán en intensidad. Es posible que los contrarrevolucionarios, que a mediados de mes estaban concentrados en puntos fronterizos, sean nuevamente lanzados a la guerra. En el norte, se han reportado nuevos combates en Zelaya Norte, Jinotega (¿penetración para interferir los cortes de café?) y Nueva Segovia. En el sur, tras el fallido ataque de Cárdenas y otros puntos, con el fin de entorpecer la declaración de neutralidad militar perpetua del gobierno de Monge (17 de noviembre), hay noticias de reagrupamiento de contrarrevolucionarios para volver a atacar. Al mismo tiempo se han desatado acciones para provocar nuevas tensiones con Honduras y Costa Rica. No hay que olvidar que el 17 de noviembre el Congreso norteamericano aprobó 24 millones más para apoyar a los contrarrevolucionarios. Al mismo tiempo se ha informado que las maniobras Pino Grande II se efectuarán también en la zona del Pacífico y que, tras "finalizar" en marzo dichas maniobras, continuarán bajo el nombre de Pino Grande III.

Pero el marco de los grandes problemas que entraña la negociación regional de Contadora incluido el recrudecimiento de las hostilidades contra Nicaragua sería incompleto y radicalmente erróneo si no tomáramos en cuenta la situación de El Salvador. Este es otro de los puntos en discusión más importantes en la presente coyuntura. Nicaragua propone una salida política. El FMLN-FDR coinciden con esa postura e, independientemente de la forma que propongan, ése ha de ser el contenido de la propuesta que harán llegar a los cancilleres de Contadora. Estados Unidos, por medio del Ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, se opondrá a esa solución. Stone ha declarado que "los revolucionarios todavía no están maduros para eso".

La crisis en El Salvador es hoy más profunda que cuando Reagan asumió el poder. Han persistido las pugnas dentro del bloque dominante salvadoreño. ante el agudizamiento de este problema, la Administración Reagan buscó una fórmula conciliatoria en los últimos diez días de noviembre. Primero, se fija la fecha para las elecciones, marzo 84. Eso, además de proporcionar un mayor margen de maniobra en Contadora y mejorar la imagen internacional, pretende zanjar temporalmente las pugnas internas, remitiéndolas al peso que las facciones derechistas contendientes consigan en las elecciones. Segundo, se recompone la cúpula militar dando poder a las dos facciones, delimitando sus atribuciones, y evitando así cualquier golpe de Estado. Tercero, se busca obviar temporalmente, bajo fórmulas hábiles, los temas de política económica que han polarizado posiciones. Esta "solución" tiene muchas fisuras. Su parecido con la fórmula buscada en las pasadas elecciones de marzo del 82, que no pudieron resolver la pugna, es evidente. Pero independientemente del éxito o fracaso de esta fórmula -realmente importante- el problema fundamental para Washington es el avance progresivo del FMLN.

A mediados del 83, la nueva táctica militar norteamericana contra el FMLN alcanzó su mayor desarrollo. Esta se había venido imponiendo, con serias contradicciones, desde mediados del 81. La nueva táctica pretende básicamente adaptar el armamento, la organización de la tropa y de sus mandos variando sustancialmente la modalidades operativas a las condiciones de la lucha irregular. Sin embargo, tras un relativo vacío en el accionar del FMLN en junio, julio y agosto (debido a problemas de unidad, logísticos y otros), la táctica militar norteamericana ha comenzado a ser derrotada a partir de la campaña militar norteamericana ha comenzado a ser derrotada a partir de la campaña militar "Independencia, Libertad y Democracia" del mes de septiembre.

La mayor unidad y la readecuación exitosa del FMLN a las nuevas formas de lucha llevaron a Weinberger a declarar -preparando quizás el terreno de la intervención- que la situación del régimen salvadoreño "se ha deteriorado" y "tiende a empeorar". En dicha conferencia de prensa, ni siquiera volvió a acusar a Nicaragua de "tráfico de armas", este es otro punto presente en los "temas militares" en la reunión de Contadora. La razón es clara: independientemente que no se haya logrado presentar ninguna prueba convincente, el FMLN tiene ya bastantes con las capturadas a las fuerzas gubernamentales. En los 15 meses previos a sus dos últimas campañas, había recuperado no menos de 3,500 armas largas y cerca de un centenar de armas pesadas, incluidos morteros y ametralladoras. Si agregamos las adquiridas inicialmente a través del "mercado negro", las adquiridas en las últimas dos campañas y su producción artesanal, puede advertirse el grado de autosuficiencia alcanzada por el ejército guerrillero compuesto por unos 6 mil hombres.

Ciertamente la difícil unión de los sectores dominantes en El Salvador, y el empuje militar del FMLN, ha puesto a Reagan en una situación difícil. Tres parecen ser sus opciones ante la crisis. La primera es la negociación. Reagan ha sido reticente ante ella, aunque algunos pasos dio Stone al menos como fórmula la propagandística. La oligarquía salvadoreña se ha opuesto a la misma, pero habría que ver la posición que adopta la facción ganadora en las próximas elecciones. La segunda opción es la intervención 9proviendo el descalabro del ejército gubernamental). Existirían dos modalidades: a través de un CONDECA exento de las actuales dificultades y con el apoyo logístico norteamericano, o la intervención directa (con CONDECA o sin CONDECA). Esta segunda opción le sería muy costosa, en cualquiera de sus modalidades, pero no hay que olvidar que también lo sería más un triunfo revolucionario en El Salvador, máxime en período electoral. La tercera opción es una fórmula intermedia. Buscaría la contención del ejército guerrillero incrementando la asistencia militar, pero no interviniendo directamente y promovería la unión de la clase dominante auto garantizándose un mejor control sobre la misma.

Para Reagan, esta alternativa pretendería establecer un "período puente" entre el ahora y su posible reelección para, tras ella, actual drásticamente contando con más tiempo y menos presión política. aunque con muchas más dificultades que salvar, la implementación de las negociaciones tras las elecciones, podría tener esa misma finalidad. Ahora bien, sobre esas tres opciones el FMLN-FDR y el pueblo salvadoreño tienen mucho que decir dependiendo de cuál será su avance militar, su ritmo y su posición político-diplomática.

Como fácilmente puede comprenderse, lo que sucede en El Salvador influirá grandemente en el área. La continuidad del acoso militar y político contra la revolución nicaragüense, con un desenlace hacia una clara negociación bajo balas o hacia una nueva escalada interventora, no es fácilmente desligable de la situación salvadoreña. De igual manera, lo que la Revolución Nicaragüense logre avanzar en su sostenimiento y consolidación, influirá grandemente en El Salvador.

En ese marco, las victorias o derrotas de Reagan en la crisis del Líbano y en la problemática nuclear, pueden incidir también sobre Centroamérica. Mientras tanto, Nicaragua continuará combatiendo con corazón caliente y negociando con cabeza fría.

ANEXO

DOCUMENTO DE OBJETIVOS DEL GRUPO CONTADORA
(Septiembre 1983)

1) Promover la distensión y poner término a las situaciones de conflicto en el área, absteniéndose de realizar toda acción que ponga en peligro la confianza política o que tienda a obstaculizar el objetivo de lograr la paz, la seguridad y la estabilidad en la región.

2) Asegurar el estricto cumplimiento de los principios de derecho internacional anteriormente enunciados, cuya inobservancia podrá determinar responsabilidades.

3) Respetar y garantizar el ejercicio de los derechos humanos, políticos, civiles, económicos, sociales, religiosos y culturales.

4) Adoptar las medidas conducentes al establecimiento y, en su caso, al perfeccionamiento de sistemas democráticos, representativos y pluralistas que garanticen la efectiva participación popular en la toma de decisiones y aseguren el libre acceso de las diversas corrientes de opinión a procesos electorales honestos y periódicos, fundados en la plena observancia de los derechos ciudadanos.

5) Promover acciones de reconciliación nacional en aquellos casos donde se han producido profundas divisiones dentro de la sociedad, que permitan la participación de acuerdo con la ley en los procesos políticos de carácter democrático.

6) Crear condiciones políticas destinadas a garantiza la seguridad internacional, la integridad y la soberanía de los Estados de la región.

7) Detener la carrera armamentista en todas sus formas e iniciar negociaciones sobre control y reducción del inventario actual de armamentos y sobre el número de efectivos en armas.

8) Proscribir la instalación en su territorio de bases militares extranjeras o cualquier otra forma de injerencia militar foránea.

9) Celebrar acuerdos para reducir, con miras a eliminar, la presencia de asesores militares extranjeros y de otros elementos foráneos que participen en actividades militares y de seguridad.

10) Establecer mecanismos intentos de control para impedir el tráfico de armas desde el territorio de cualquier país de la región hacia el territorio de otro.

11) Eliminar el tráfico de armas, intrarregional o proveniente de fuera de la región, destinado a personas, organizaciones de grupos que intentan desestabilizar a los gobiernos de los países de Centroamérica.

12) Impedir el uso del propio territorio y no prestar ni permitir el apoyo militar o logístico a personas, organizaciones o grupos que intenten desestabilizar a los gobiernos de los países de Centroamérica.

13) Abstenerse de fomentar o apoyar actos de terrorismo, subversión a sabotaje en los países del área.

14) Constituir mecanismos y coordinar sistemas de comunicación directa con el objeto de prevenir o, en caso, resolver incidentes entre los Estados de la región.

15) Continuar con la ayuda humanitaria destinada a auxiliar a los refugiados centroamericanos que se encuentren desplazados de su país de origen, propiciando, además, las condiciones adecuadas para la repatriación voluntaria de esos refugios, en comunicación con la cooperación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas -ACNUR0, y de otros organismos internacionales que se juzguen pertinentes.

16) Emprender programas de desarrollo económico y social y con el propósito de alcanzar un mayor bienestar y una equitativa distribución de la riqueza.

17) Revitalizar y normalizar los mecanismos de integración económica para lograr un desarrollo sostenido que se funde en la solidaridad y el beneficio mutuo.

18) Gestionar la obtención de recursos monetarios exteriores que permitan asegurar recursos adicionales para financiar la reactivación del comercio intrarregional, superar los graves problemas de balanza de pagos, captar fondos destinados a capital del trabajo, apoyar programas para ampliar y reestructurar sus sistemas productivos y fomentar proyectos de inversión de mediano y largo plazo.

19) Gestionar un mejor y más amplio acceso a los mercados internacionales a fin de expandir el flujo de comercio entre los países centroamericanos y el resto del mundo, en especial con los países industrializados, mediante una revisión de las prácticas comerciales, la eliminación de las barreras, arancelarias o no arancelarias y la seguridad de precios remunerativos y justos para los productos exportados por los países de la región.

20) Gestionar mecanismos de cooperación técnica para la planeación, programación y ejecución de proyectos multisectoriales de inversión y promoción comercial.

Nota

A pesar de que oficialmente siempre se habla de 21 puntos, en los textos publicados sólo aparecen 20.

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