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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 29 | Noviembre 1983

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Nicaragua

Café y algodón: claves de la economía y banderas de resistencia

"Con el café conseguiremos las divisas que necesitamos para enfrentar al enemigo". Así dice un anuncio radial que pide voluntarios para recoger la cosecha de café. En esta cuña radiofónica se sintetiza mucho de la lógica económica del actual momento del proceso revolucionario.

Equipo Envío

El anuncio tiene razón. El ataque al puerto Corinto del 10 de octubre hizo patente, de forma trágica, la estrategia contrarrevolucionaria de apuntar directamente a los puntos neurálgicos de la economía nacional. Y es que el camino hacia la "democracia" que la CIA y la Administración Reagan quieren para Nicaragua pasa por el hambre del pueblo nicaragüense y la parálisis económica del país.

Cuatro días después del ataque, el 14 de octubre, la Junta de Gobierno anunciaba un plan de emergencia nacional, que en su punto 4 señala: "Completar los Batallones de la Producción, que deben estar preparados para sacar la cosecha de cualquier lugar y con sus propios medios, si la situación lo requiere". En esta medida se sintetiza un eje fundamental de la actual coyuntura. Las cosechas de café y algodón de este año (octubre-marzo) serán un tiempo vitalmente decisivo para Nicaragua, no sólo en lo económico sino también en lo político, en lo militar y en la consolidación de la organización popular.

Factores históricos y estructurales, a la par que los de la coyuntura revolucionaria, desde 1979 hasta hoy, permiten ubicar mejor el por qué de la trascendencia de las cosechas anuales de estos dos productos y especialmente la de los "cortes" de este año.

Fuente de divisas y de empleo y blanco de la contrarrevolución

Este año 1983 fue bautizado como el "año de lucha por la paz y la soberanía"., Frente a la escalada de agresiones contrarrevolucionarias, es cada vez más claro que el incremento de la producción económica es básico para asegurar la soberanía de Nicaragua. Frente a la política norteamericana, que intenta aislar económicamente a la revolución, es cada vez más claro que los planes económicos deben priorizar la captación del mayor número posible de divisas.

Las divisas tienen un valor especial para Nicaragua. Un dólar vale 10 córdobas al cambio oficial y 28 córdobas en el mercado paralelo. Pero en la realidad el dólar vale mucho más. Es necesario para comprar todo lo que en Nicaragua no se produce -que es mucho-. La reconstrucción del país y la construcción de una nueva sociedad necesita de piezas industriales, transporte, combustible, medicinas, alimentos -y también medios militares-, que sólo se pueden adquirir con divisas.

Las cosechas anuales de café y algodón son claves en la generación de divisas. En 1982, las exportaciones de café representaron un 30% del valor total de las exportaciones. El algodón representó un 21%. La última cosecha de los dos productos produjo alrededor de $241 millones en divisas.

Las cosechas de café y algodón son también claves en la estabilidad económica del país, pues son casi invulnerables al boicot económico norteamericano,. Solamente un 1% de las divisas que produce el café viene de Estados Unidos. (Antes de la revolución el 8.6%). El algodón nunca se vendió a los norteamericanos. En el caso del azúcar la situación era bien distinta: 2/3 de la producción tenían como destino Estados Unidos. Fue por eso que el azúcar fue blanco de la agresión económica norteamericana con el brusco corte de la cuota en un 90% (mayo de 1983).

La importancia del café y el algodón para la economía nicaragüenses se puede medir también por estos datos: el 30% de las tierras sembradas en Nicaragua se dedican a estos dos cultivos y los períodos de cosecha de ambos productos son al fuente de trabajo más importantes para el país: hasta 100.000 personas participan en los meses-pico de la cosecha cafetalera y 60.000 en los de la cosecha del algodón.

En el mes de octubre se inició la cosecha del café. Noviembre y diciembre son los meses más importantes para alcanzar las metas fijadas y asegurar una base económica indispensables para el año 1984. El incremento de las actividades contrarrevolucionarias en estos meses pasados y las que son previsibles para el período de cosecha indican que le corte de café se realizará en condiciones extremadamente difíciles. Existe penetración de "fuerzas de tarea" en la Región 6 (Departamentos de Jinotega y Matagalpa), donde se cosecha el 46% del café nicaragüense. La actividad contrarrevolucionaria es menos intensa en la Región I (Departamento de Nueva Segovia, Madriz y Estelí), donde se produce el 19% del café, pero sí se producen ahí, incursiones desde la frontera con Honduras.

De hecho, la cosecha del café, aun antes de iniciarse, ya comenzó a sufrir el terrorismo contrarrevolucionario. Entre los objetivos del brutal ataque contra la población de Pantasma (Jinotega), en donde murieron 48 civiles, estaba el de destruir las instalaciones de ENCAFE, -que sirven para el procesamiento y almacenamiento del café- y el de aterrorizar a los campesinos de la zona para impedir su tradicional movilización para los cortes.

En el momento de redactar este artículo, la movilización comienza a organizarse y en la respuesta de miles de trabajadores voluntarios que participaran en ella se muestran que las cosechas se van a realizar "cueste lo que cueste", "a como dé lugar", como se dice en este país. Aún en medio de la guerra, el pueblo nicaragüense se dispone nuevamente a enfrentar una de las más grandes tareas de su vida económica.

Seguir con los cultivos de siempre pero en nuevas estructuras

Después de cuatro años y medio de revolución, el algodón y el café siguen marcando la vida económica de Nicaragua. No hay que demostrar que la concentración de las exportaciones en unos pocos productos -especialmente agrícolas- condiciona decisivamente la dependencia económica de un país. Esta es la situación de toda Centroamérica, en donde el 52% de todas las exportaciones lo abarcan 4 productos: café, azúcar, algodón y banano. La dependencia que esto genera es fuente de inestabilidad e imprevisibilidad. Los países centroamericanos han sido profundamente afectados a lo largo de su historia por las bajas en los precios internacionales del café, sobre los que ningún organismo regional puede ejercer control. Entre 1929 y 1931 el precio mundial del café bajó a la mitad, agravando las tensiones sociales en toda Centroamérica. Con el algodón pasa igual. En los años 70, el precio del algodón oscilaba año tras año, obstaculizando así cualquier tipo de planificación racional.

A estos riesgos económicos hay que añadir males sociales muy profundos. En Nicaragua -como en otros países centroamericanos- la extensión de los cultivos de café y algodón fueron posibles pro la sobrexplotación a la que se sometió a los trabajadores del campo. La gran mayoría de los cortadores se veían forzados a hacerlo por carecer de tierra suficientes para sacar de ella ni para su subsistencia. El sistema agroexportador se nutría de una mano de obra pagada con salarios de miseria. Había unos salarios mínimos fijados pro leyes, pero no se pagaban. Y había una necesidad de supervivencia que impedía a los trabajadores del campo para exigir nada.

A partir de este cuadro cerrado de dependencia económica y de opresión del pueblo, algunos hubieran pensado que la revolución iba a adoptar decisiones que quebraban el esquema. Pero no fue así. Desde el triunfo, las decisiones s encaminaron, más bien, a la reactivación de la producción tanto del café como del algodón.

A corto plazo no había otra alternativa. Era urgente para Nicaragua aumentar la captación de divisas para enfrentar las necesidades de la reconstrucción, para importar artículos de primera necesidad y para empezar a pagar su deuda heredada. Era necesario también responder con divisas a las necesidades creadas en los últimos 20 años de "desarrollo" somocista. En ellos, y en el marco del Mercado Común Centroamericano, surgió un sector industrial que necesitaba el doble de divisas de las que producía. Esta urgencia de divisas no dejaba otra salida que buscarlas por el café y el algodón. Un quintal del café que se vende -este año- por $120 necesita solamente de una inversión de $10 para su producción. Cada manzana sembrada de algodón produce $481 en divisas netas.

Por todo esto, el gobierno revolucionario planteó, como estrategia de transición, la reactivación del café y del algodón, a la par que la creación de nuevas estructuras que aliviaran la explotación de los trabajadores del campo y desviaran en beneficio del pueblo una gran parte de las ganancias obtenidas con la exportación de estos productos. Naturalmente, la importancia dada a estos productos que configuraron las estructuras del viejo sistema dentro de estructuras de un nuevo sistema, tenía que provocar algunas contradicciones en la política económica de la revolución.

Algunas metas y proyectos parecían difícilmente armonizables: si la participación masiva en las tareas de la cosecha fue forzada en otros tiempos por le hambre campesina, ¿qué impacto tendría la reforma agraria sobre la mano de obra disponible anualmente para los meses-pico de la cosecha? Por otra parte, no podrían mejorarse las condiciones de vida de los trabajadores del campo ni podría captarse para beneficio popular una gran parte de los beneficios producidos por el café y el algodón sin golpear sensiblemente al sector privado, acostumbrado a tasas de ganancias muy altas. ¿Estaría el sector privado -necesario en la necesaria fórmula de economía mixta- dispuesto a producir y a cooperar en estas nuevas condiciones? Además, la política económica sandinista impulsaba la organización política de las masas rurales y esto daría voz reivindicativa a obreros que jamás lo habían tenido.

Los desafíos no eran sencillos. Pero las estructuras productivas daban también un cierto margen de maniobra al gobierno revolucionario. De hecho, la producción de café y de algodón no estaba tan concentrada como en otros países de la región. Pequeños y medianos productores controlaban dos tercios de las tierras destinadas a café. En el sector algodonero, los medianos productores fueron el sector más dinámico durante los años 70. En realidad, la concentración se daba más en los niveles posteriores a la producción (almacenaje, desmote, secado, transporte, etc.) que en la misma producción. En el algodón, por ejemplo, cuatro casas de exportación controlaban la misma y captaban una gran parte de las ganancias totales que se obtenían con el producto. Los pequeños y medianos cafetaleros -sobre todo los que estaban aislados en el interior- dependían mucho de los intermediarios que comercializaban sus cosechas.

El Estado ganó pronto capacidad de captar gran parte de los excedentes económicos de la producción algodonera y cafetalera cuando tomó control del comercio exterior en 1979, cuando eliminó a los intermediarios del café y, en general, fomentando una gran participación en la post-producción. Esta reestructuración se hizo sin afectar mucho los intereses de pequeños y medianos productores, pero sí los de los grandes que tenían alguna participación en esta etapa ulterior.

Así, sin controlar directamente la tierra productiva, el Estado nicaragüense, controlando todo el comercio exterior y dirigiendo el Sistema Financiero Nacional influyó, desde el principio, decisivamente en los sectores algodonero y cafetalero. (En 1980, el sector estatal o Area Propiedad del Pueblo (APP) producía alrededor del 15% del café y el 20% del algodón).

Una nueva política agraria: diversas respuestas de los productores

Numerosas medidas económicas, legisladas progresivamente, fueron consolidando esta influencia. Para estimular la coooperación de los productores, el Sistema Financiero Nacional concedió créditos para la producción hasta en un 100% de los costos. Fue un crédito "generoso" porque se concedió con tasas reales de interés negativas. Es decir, la tasa de interés estaba por debajo de la tasa de inflación. También el SFN garantizó las divisas necesarias para la compra de insumos, vendiéndolas a los productores a la tasa de cambio oficial de 10 córdobas por dólar, siendo así que los productores reciben del Ministerio de Comercio Exterior -exportador nacional de ambos productos- alrededor de 16 córdobas por cada dólar en ganancia en el algodón y 12 córdobas por dólar en el café. Otro estimulo fue la garantía, por parte del Estado, de precios mínimos fijos para su cosecha, con el fin de proteger a los productores de las fluctuaciones en los precios mundiales.

Además de estas medidas financieras, hubo otras que tuvieron gran impacto en los sectores algodoneros y cafetalero. En 1980 un decreto del gobierno estableció que los grandes terratenientes del algodón tenían que alquilar su tierra ociosa a los campesinos sin tierra. De hecho, así lo hacían antes. Pero a precios muy altos. Solían alquilar hasta a 2.000 córdobas la manzana. El decreto ley revolucionario fijaba en 100 córdobas el alquiler de la manzana de tierra para siembra de granos básicos y en 300 la manzana empleada para algodón. La medida afectó mucho a los grandes productores, a la vez que fue un apoyo importante para los pequeños productores que, como alquilaban alrededor de la mitad de la tierra que sembraban, vieron bajar de manera sensible sus costos de producción.

Los grandes productores de algodón también fueron afectados pro la segunda fase de la Reforma Agraria, iniciada en julio de 1981, en la que se establecía la expropiación de las grandes fincas de tierra ociosa. Hasta el momento se han expropiado 850.000 manzanas de tierra, pero en esta cantidad se incluyen otras tierras, no sólo las algodoneras. No tenemos cifras parciales.

Para evaluar la respuesta de los productores a las nuevas medidas agrarias es útil analizar las tasas de producción de los últimos años:

Cuadro 1


La producción de café ha ido subiendo hasta la última cosecha, en la que alcanzó el nivel más alto en la historia del país. En el algodón -producción particularmente golpeada por el proceso de la insurrección- no se han recuperado los niveles de producción anteriores a la revolución.

Hay que tener en cuenta que detrás de estas cifras sencillas se esconden realidades económicas más complejas que trascienden el marco del proceso revolucionario de Nicaragua y que influyen también en los niveles de producción. Esto sucede especialmente con el algodón para el ciclo 1982-83 fue solamente un 40% de la que se había sembrado en 1977-78. El por qué de este descenso en el cultivo hay que buscarlo en el alza de los precios de los insumos importados para la producción algodonera, una alza más rápida que la que se producía en los precios mundiales del algodón. De hecho, estos precios bajaron hasta en un 20% en 1981-82 y el por qué de esta baja entonces hay que buscarlo en el excedente de las cosechas mundiales y en el incremento de la producción de fibras sintéticas que suplen al algodón.

Nicaragua refleja estas variables con características específicas. Durante los años 70 la producción algodonera se extendió mucho, utilizando para el cultivo tierras marginales que no producían un buen rendimiento promedio por manzana. Desde 1974, los costos de producción subieron más aceleradamente que los precios del producto. La producción nicaragüense era mecanizada y dependiente de cantidades importantes de fertilizantes y otros productos agroquímicos y, por eso, fue muy vulnerable el alza mundial en los precios del petróleo. En te 1977-78 y desde entonces, muchos algodoneros comenzaron a perder dinero. En ese período, la baja en la producción algodonera nicaragüense refleja, por un lado, la decisión de muchos productores de no sembrar o de sembrar en sus tierras otros productos y, por otro lado, una decisión del gobierno Revolucionario de no financiar la siembra de las tierras más marginales.

Los precios mundiales del café han conocido también fuertes fluctuaciones que han afectado a toda el área. A fines de los años 70 Brasil tuvo una crisis importantes en sus cosechas que disparó los precios mundiales, que se triplicaron entre 1976 y 1978. Esta situación hizo que muchos países tomaran la decisión de sembrar nuevos cafetales. La planta del cafeto necesita unos 4 ó 5 años apra madurar. Cuando los nuevos cafetales ya podían producir el panorama había cambiado: las cosechas brasileñas habían vuelto a sus niveles normales, provocando una sobreproducción a nivel mundial. Si en 1977-78 Nicaragua ganó unos $185 por quintal de café, para esta cosecha de 1983-84 el precio oscila entre $120 y $140 y aún existe sobreproducción.

Es claro que las fluctuaciones en los precios no influyen tanto en el café como en el algodón, porque los productores de café no pueden estar optando anualmente por sembrar más o menos. Pero en ambos productos la oscilación de los precios sí influye en las decisiones sobre los niveles de inversión en cada cosecha. Pero no sólo los precios mundiales, sino también factores internos han tenido impactos en la estructura de producción agro-exportadora. Esto se nota sobre todo en el algodón, en el peso que grandes y medianos productores tienen sobre las áreas sembradas. Este va disminuyendo de año en año:

Cuadro 2


La experiencia va mostrando que el rendimiento por manzana de los pequeños productores mejora mientras que el de los grandes productores permanece estancado. Esta evolución está condicionada por varios factores. Además de los que nacen de la ley de Reforma Agraria, influye la distribución de los créditos, que para el sector algodonero son altos: 1.840 millones de córdobas para 1983-84. Es decir, alrededor del 40% del total de los créditos agrícolas. No es en la cantidad sino en la distribución de este dinero en donde se aprecia la lógica revolucionaria: los productores campesinos y las cooperativas tienen un acceso a los créditos que jamás tuvieron durante el somocismo y pagan tasas de intereses menores de las que deben pagar los grandes productores.

No existen cifras exactas sobre la evolución de la producción cafetalera en estos años de revolución. Edgardo García, Secretario de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), estima que en la Sexta Región (Jinotega y Matagalpa) han sido expropiadas 13.000 manzanas que pertenecían a grandes productores por haber descapitalizado sus fincas, exportando maquinarias o no cuidando los cafetales o por haber dado apoyo logístico a bandas contrarrevolucionarias. "Los grandes productores que quedan -nos dijo- tienen en general una actitud positiva".

Sí existen datos parciales sobre el café. Por ejemplo, los rendimientos del Area Propiedad del Pueblo en la VI Región fueron en 1982 un 80% más altos que los de los de los grandes productores. Este incremento refleja la mejor calidad de la tierra y la mejor tecnología que usa la APP, pero puede también estar reflejando la actitud de algunos productores que hacen el mínimo necesario sólo para evitar ser expropiados. Dentro del sector privado las cooperativas juegan un papel clave. Produjeron alrededor del 30% de la cosecha record del pasado año.

Las ganancias de los grandes productores de café y de algodón se han visto reducidas. y esto no sólo se debe a la baja en los precios mundiales, sino a la voluntad del Estado revolucionario de socializar gran parte de las ganancias de la producción. Al pagar al productor 16 córdobas por cada dólar ganado con el algodón, el Estado queda con la mayor parte del valor real de estos dólares. En el descenso de las ganancias también influye el aumento del costo de la mano de obra. El costo promedio por cortar una manzana de algodón subió en un 221% entre 1979 y 1981. Por primera vez en la historia, los grandes productores tienen que cumplir con las leyes del salario mínimo y se les exige también dar mejor comida a los cortadores y asumir en muchos casos sus gastos en salud.

Algunos productores se quejan de la baja productividad de los trabajadores y de la reducción de sus días de trabajo. Para Edgardo García es otra la interpretación: Hay tareas de la cosecha que son muy pesadas y uno no puede estar ocho horas diarias en ellas. Es cierto que algunos trabajadores ya no producen tanto como antes pero es porque ahora su ritmo de trabajo es más humano. Son señales de que la sobreexplotación tradicional de los trabajadores del campo va superándose poco a poco.

Hay, sin embargo, mucha oportunidad aún para que los grandes productores obtengan buenas ganancias. Dependen éstas de su voluntad de obtener de sus tierras rendimientos mayores. Y esto el Estado la favorece por todos los medios. Para los algodoneros, esta voluntad puede traducirse en el cuidado en no abusar de los insumos agroquímicos, que representan el 39% de los costos de producción. Tradicionalmente, los grandes productores han utilizado más de 300 kg. de químicos por manzana, sin preocuparse muchos por los efectos de estos productos en la salud de los cortadores o en el mismo rendimiento de la tierra a largo plazo. En su mayoría, también se han mostrado renuentes a adoptar las nuevas formas biológicas de control de plagas, que sí utiliza hoy al APP y con las que se reduce el nivel de agroquímicos necesarios.

Sí hay margen para las ganancias pero no para la situación de privilegios. La ubicación social y económica de este grupo de grandes productores ha cambiado para siempre. En la última cosecha antes del triunfo los cafetaleros obtuvieron ganancias que representaban un 98% sobre los costos de producción. En la revolución jamás volverán a tener otros beneficios. Tener una gran finca ya no volverá a ser sinónimo de tener grandes ganancias, sino más bien de tener importantes obligaciones sociales. El desarrollo de la Asociación de Trabajadores del Campo ha dado a los campesinos la capacidad de vigilar sobre el cumplimiento de estas obligaciones, que se sintetizan en producir, no descapitalizar y dar trato humano a los trabajadores. Los productores privados que acepten estas obligaciones tienen amplio espacio en Nicaragua, pero no debe sorprender a nadie que algunos no acepten estos criterios y acostumbrados a ser señores absolutos de sus fincas quieren seguir viviendo privilegiadamente, a costa de sus ganancias acumuladas, en Miami por ejemplo.

Las cosechas de este año y sus múltiples desafíos.

La cosecha de café llega este año en un momento crítico de ataques contrarrevolucionarios. O, más bien, el incremento de estos ataques tiene mucho que ver con el período de cosecha. Muchas de las agresiones se han dirigido especialmente a instalaciones de la APP: quema de camiones y de infraestructuras, asesinato de administradores.... Buscan amedrentar, especialmente a los técnicos de la APP y hay que esperar que la movilización de los cortadores se vea afectada por el temor a ser víctimas de la crueldad contrarrevolucionaria.

La formación de los llamados Batallones de la Producción es una forma de integrar las tareas de la porducción y defensa de la cosecha. Según nos dijo Edgardo García un buen número de los trabajadores del campo llevará armas para la auto defensa. Hay actividad de fuerzas contrarrevolucionarias en todas las zonas cafetaleras de la primera y sexta región, pero la zona de mayor peligro sigue siendo la de la frontera con Honduras. "Allí -nos informó un miembro de las organizaciones populares encargadas de formar estos Batallones- realizaremos cosechas-relámpago y habrá que cortar con el fusil al hombro".

Los batallones también darán respuesta al otro gran reto del corte de café, el de conseguir y organizar suficiente mano de obra para la cosecha. Según Edgardo García son necesarios 25.000 trabajadores voluntarios, sobre todo durante noviembre y diciembre, meses-pico. Esta participación voluntaria es una necesidad provocada por la reestructuración económica del país, una consecuencia de la revolución. La Reforma Agraria ha reducido, en parte, la mano de obra disponible, pues ya los campesinos tienen tierra suficiente no sólo para sobrevivir sino para producir y ganar. A esto hay que añadir la participación de la población rural en las milicias y la urgencia de la mayoría de los campesinos de defender sus propias tierras. Todo esto dificulta movilizaciones y desplazamientos que antes se realizaban por imperativos del hambre.

Naturalmente, los cortadores voluntarios tienen una productividad mucho más baja que la de los cortadores con experiencia. "Contamos con eso -dice Edgardo García-. Pero no vamos a mantener muerto de hambre al campesinado para que vaya a cortar. Los otros sectores de la sociedad tienen que aportar algo y aprender también a hacer este trabajo. Hay miles de estudiantes que quieren aprender y se movilizan".

Además de ser un aprendizaje, la movilización de cortadores voluntarios tiene un importante valor político, al fortalecer las relaciones entre el campo y la ciudad. Dos jóvenes de Masatepe
-Departamento de Masaya-, que han sido voluntarios en varias cosechas, nos contaban que, además de "recoger el rojito" pudieron desarrollar entre los campesinos tareas de educación y de concientización. "Es un intercambio: nosotros les enseñamos lo que sabemos y ellos nos enseñan cómo se corta el café".

El apoyo logístico para la cosecha es también un gran desafío. Hay que coordinar brigadas de salud y garantizar la comida para los trabajadores (70.000 cortadores consumirán 7.900 quintales de arroz y 10.500 quintales de frijoles al mes). También es serio el garantizar el transporte para sacar la cosecha. Faltan piezas de repuesto para camiones y camionetas y muchos de los caminos de las haciendas cafetaleras están deterioradas por falta de atención. Es un país con problemas de abastecimiento y de combustible, estas limitaciones son enormes retos.

Como señalábamos en el anterior envío se estima que la cosecha cafetalera de este año será inferior a la del año pasado. Por efecto de la roya, por la descapitalización provocada por algunos productores y por el continuo acoso de la contrarrevolución. Después de la cosecha récord de 1.600.000 quintales sólo se cuenta este año con 1.200.000 quintales. De ellos, 200 mil quintales serán consumidos en Nicaragua y la mayoría de los restantes serán vendidos a países miembros de la Organización Internacional del Café (OIC), al precio que ésta fija y que este año es uno de unos $120 el quintal. Como la producción para exportación será más grande que la cuota de venta que le ha asignado la OIC a Nicaragua, el sobrante tendrá que comercializarse con países que no pertenecen al organismo. En el ciclo anterior, Nicaragua vendió 865 quintales a través de la OIC y el resto a países como Argelia, URRS, Bulgaria, Alemania Democrática y Checolovaquia. Estas ventas, normalmente, se realizan a precios inferiores a los establecidos por la OIC.

Las perspectivas para la cosecha de algodón (enero-marzo) son diferentes. El precio mundial, estancado durante varios años, empezó a subir en el mes de junio del 83 y en los últimos cuatro meses se ha incrementado en más de un 20%. Esto se debe a una previsión de que la cosecha norteamericana será un 35% inferior a la del ciclo anterior por problemas climáticos y por política agraria del gobierno estadounidense y a que la cosecha lchina también será más reducida. Por primera vez en 15 años existe la posibilidad de que haya escasez en la producción mundial de algodón. El gobierno nicaragüense reaccionó inmediatamente ante esta situación. A mediados de julio anunció un aumento en las metas de siembra: de 150 mil a 170 mil manzanas. (En 1982-83 se sembraron 130 mil manzanas). El Sistema Financiero nacional suministró 230 millones de córdobas para la siembra adicional.

Las abundantes lluvias de octubre le han dado a Nicaragua un "invierno algodonero" y se estima que las buenas condiciones climáticas permitirán un rendimiento por manzana un 10% más alto del normal. La confluencia de estos tres factores -precios, área y rendimiento- pueden producir exportaciones de algodón por un valor superior al del ciclo anterior en un 70%. Otra ventaja a favor del algodón es que se siembra en zonas en donde hay poca actividad contrarrevolucionaria. No se tienen cifras sobre el número de cortadores voluntarios que exigirá la "mota blanca". El año pasado participaron 6 mil voluntarios, pero es probable que el incremento de la cosecha exigirá más mano de obra.

Las dificultades y riesgos de la cosecha del café ser verán ampliamente compensadas con el éxito que se espera obtener en al cosecha del algodón. El profesor norteamericano Richard Fagen analiza la realidad de la nueva Nicaragua bajo la óptica de la "paradoja revolucionaria": "Por un lado, las transformaciones sociales fundamentales que se realizan hoy en Nicaragua producen una serie de problemas que van más allá de los problemas que se presentan en otras sociedades pobres. Sin embargo, por otro lado, este mismo proceso de transformaciones de estas energías y recursos desconocidos en sociedades no-revolucionarias".

Bajo esta óptica de la paradoja puede ser visto el problema del café y del algodón., La revolución ha provocado nuevos problemas en este campo: escasez de mano de obra para la cosecha y marginación de muchos grandes productores. Pero a la vez, la revolución ha despertado nuevas energías y fuerzas sociales: hay pocas sociedades en el mundo que pueden movilizar a 25.000 personas para participar gratuitamente en dos meses de trabajo duro y peligroso. No hay tampoco muchas sociedades en las que se dan tantas oportunidades a los pequeños productores y a las cooperativas.

En la evolución de los sectores del algodón y del café se reflejan algunos de los aspectos de ese gran desafío revolucionario que es la fórmula de economía mixta. Pero para ubicar correctamente ese desafío hay que tener en cuenta dos cosas. En primer lugar, es necesario precisar qué se entiende por "sector privado" en Nicaragua, puesto que en este sector se incluyen multitud de subsectores con intereses diferentes y hasta opuestos. Esto es importante, porque hay demasiados análisis que se hacen sobre la realidad nicaragüense que confunden "el sector privado" con un pequeño grupo de grandes productores que han ido automarginándose del proceso y de los intereses nacionales a medida que pasa el tiempo. A estas alturas del proceso es claro que aunque la producción del café y del algodón contarán siempre con un núcleo de grandes productores, el proceso revolucionario ha provocado que el dinamismo productivo lo protagonicen los productores privados campesinos y las cooperativas.

En segundo lugar, es necesario entender que a pesar de que los productores privados pueden -en todos los niveles- acceder a una tasa razonable de ganancias, tienen ahora que anteponer a éstas una política económica en la que dominan los intereses populares. Para los productores que acepten este marco hay un apoyo notable: el Estado les suministra créditos y divisas y las organizaciones de masa realizan el trabajo de movilizar a miles de voluntarios para realizar el trabajo -a veces heroico- de recoger la cosecha de todos. Porque se entiende que el café -sea de los productores privados o del área estatal o de las cooperativas- es el café de Nicaragua con el que el país ganará divisas para poder reconstruirse. Esta conciencia nacional es una conciencia nueva que genera responsabilidad colectiva y enseña a todo el pueblo a compartir esfuerzos y beneficios.

Mapa


A largo plazo está claro que Nicaragua tendrá que ir reduciendo su dependencia del café y del algodón. Dentro de la estrategia alimentaria nicaragüense (ver envío de sept./83) está el dedicar más tierras y tecnología avanzada a la producción de granos básicos (maíz, arroz, frijoles). Con esto el país podrá convertirse de importador en exportador de estos granos. Los precios de tales productos no sufren las fluctuaciones extremas que se dan en el algodón y en el café, pues hay un nivel de demanda mundial capaz de absorber toda la cantidad que Nicaragua quisiera exportar. Pero, por el momento, el café y el algodón siguen siendo la clave y domina la economía nicaragüense. Sin embargo, algo ha sucedido. Ya no son sólo el símbolo de la férrea dependencia económica y de la opresión de los campesinos. Son también bandera en donde se expresa la voluntad masiva de un pueblo a participar en el destino de su país. Son, en la cosecha de este año, banderas que recogen la voluntad de defensa y resistencia de este pueblo. Movilizándose para las "batallas" de los cortes -como se les llama- el pueblo nicaragüense expresa su determinación de proteger la vida de esa "chavala de 4 años" que es la revolución. "No encontraremos a nadie que quiera ir a los cortes y exponer su vida para ganar unos pesos pero ya contamos con miles que están dispuestos a ir para ganarle la guerra al imperialismo".

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