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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 209 | Agosto 1999

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Nicaragua

Primeros impactos de un pacto sin pueblo

El pacto PLC-FSLN es un pacto sin agenda social. Pero va adelante, parece indetenible, y ya se sienten sus primeros impactos. Un pacto sin pueblo. Un pueblo sin líderes. Dos caudillos sin ideología. Y muchos productores de ideología sin un pueblo que se la apropie. Este es el juego casi cerrado en el que se mueve hoy Nicaragua.

Equipo Nitlápan-Envío

Tiempo de vender, bendecir y sellar el pacto PLC-FSLN. Tiempo también de comenzar a ejecutarlo. Como un test: para ver si resiste la fidelidad de los correligionarios de ambos partidos, para ponderar la correlación de fuerzas, para alimentar presuntas incondicionalidades -que no son tales, porque dependen de las prebendas prometidas- y para negociar a lo interno de cada partido, tarea que ha supuesto un notorio desgaste, especialmente para el FSLN, permanentemente jalonado en su historia por distintas tendencias que ponen a prueba el liderazgo de Daniel Ortega y la estrategia política de su hermano, el ex-General Humberto Ortega.

¿Pesan más los negocios o las urnas?

Después de más de un mes de intensos debates en los medios -no tantos en las bases-, de pre-acuerdos públicos y de avances por debajo de la mesa, desde mediados de julio a mediados de agosto se produjo una especie de tregua en las negociaciones. Deben existir algunos baches aún no repellados: la destitución de algunos funcionarios no manipulables por los dos partidos pactistas y la concertación sobre quiénes han de sustituirlos; o la resolución de determinados conflictos de propiedad, especialmente los relativos a las empresas que aún pertenecen al Area Propiedad de los Trabajadores, de manera que el acuerdo satisfaga a la facción del FSLN que aboga por las empresas asociativas, hasta que, finalmente, por esa magia del omnisapiente mercado, sean engullidas por geófagos liberales o sandinistas. Otros puntos para discutir o para acordar en la tregua son los que permanecen debajo del tapete. Van desde la "misericordia fiscal" del gobierno con los empresarios sandinistas hasta los permisos para operar a empresas del clan empresarial sandinista, donde como figuras más conspicuas sobresalen Humberto Ortega y su cohorte de prestanombres y los hermanos Coronel, ex-Viceministros de agricultura.

Vilma Núñez de Escorcia, directora del Centro Nicragüense de Derechos Humanos (CENIDH), una de las más honestas y lúcidas sandinistas denunciadoras del pacto, señaló los intereses subterráneos que Humberto Ortega tiene en esta negociación, y que incluyen la reinstalación de la línea aérea Atlantic Airlines. Tras el trágico accidente de mediados de julio de La Costeña -que costó la vida a 16 personas- la Atlantic Airlines logró "milagrosamente" que el gobierno le concediera el permiso para reiniciar sus vuelos a la Costa Atlántica después de varios años en que las trabas de Aeronáutica Civil mantuvieron ociosos, en los hangares, sus aviones de fabricación checa. Es sólo un ejemplo, pero es suficiente. En el escenario de las negociaciones económicas ocultas que explican el pacto, el afán de ganar las próximas elecciones puede llegar a tener un papel muy secundario. Más pesan los negocios.

Privan pactos sobre negocios antiguos, nuevos o por iniciar. Y quedan relegados temas vitales como la masiva deportación de miles de nicaragüenses desde Costa Rica, la definición del salario mínimo, o el siempre pendiente asunto de créditos y asistencia técnica para los pequeños y medianos productores. Son sólo tres, entre muchos, de los grandes temas ausentes de la negociación. Impúdicamente, los dirigentes del FSLN reconocen que el pacto carece de una agenda social y afirman que esa agenda sólo será posible si el FSLN gana las próximas elecciones.

Primer ejecutado: el Superintendente

El primer ejecutado por el pacto, al caducar el período de su gestión, fue el Superintendente de Bancos y otras entidades financieras, Angel Navarro, largamente acosado por el gobierno Alemán y célebre por su enfrentamiento de hace un año con tres de los miembros de la Junta Directiva de la Superintendencia: los ministros de Economía, del Banco Central y de Finanzas, etiquetados por el mismo Navarro como "los lebreles del Presidente" cuando los tres seguían los dictados de Alemán y procuraban minar la autoridad de Navarro.

Al igual que en el caso del Contralor y del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Nacional es quien nomina a quien ocupa el cargo de Superintendente. En la "tregua" del pacto, antes de que la Asamblea hubiera determinado quién sucedería a Navarro en la Superintendencia, y aduciendo que su período vencía el 20 de julio -estando de vacaciones los diputados-, la Junta Directiva dio un plazo de 72 horas a Navarro para que dejara vacante su puesto. Al frente de la Superintendencia se colocó interinamente uno de los "lebreles", Noel Sacasa, Ministro de Economía, candidato del PLC para ocupar el cargo de Superintendente. Casi tomando por asalto la institución, Sacasa se hizo con su control, oponiéndose incluso a que la Contraloría General de la República (CGR) realizara el inventario de bienes a modo de acción precautelar. En esta movida, el Ejecutivo se impuso con la complicidad del FSLN, que tenía ya una silla en la Junta Directiva de la Superintendencia y que probablemente cederá el control de este ente estatal al PLC.

Esto proporcionará al gobernante información de primera mano sobre transacciones bancarias, estados de negocios, etc. Saber es poder. Una Superintendencia controlada es un instrumento de primera línea para monitorear las finanzas del país y dar oportunos golpes de mano contra adversarios políticos o empresariales, persuadir a posibles disidentes y acercar a útiles indecisos.

Segundo ejecutado: el Magistrado

En un acto de revanchismo político y a modo de castigo ejemplar, la guillotina liberal se deslizó hacia la cabeza del magistrado de la Corte Suprema de Justicia, ex-Ministro del Trabajo en el Gobierno de Violeta Barrios y funcionario del mismo ministerio durante el sandinismo, Francisco Rosales. En este caso, son "lebreles" del Ejecutivo, del Legislativo y del Poder Judicial quienes se unieron para destituir a un magistrado que ha tratado en ocasiones muy significativas de mantener una conducta independiente. Rosales ha tenido crecientes roces con el Presidente Alemán al denunciar la corrupción del gobierno actual -incluido el pacto libero-sandinista- y al cuestionar algunas de las irresponsables declaraciones del Presidente. Por todo eso -además de por ser el esposo de la Subcontralora, que desde la CGR ha clamado contra la corrupción gubernamental- Rosales parece llamado a ser una de las primeras víctimas del pacto.

A pocos meses de que caducara su período como magistrado, diez diputados liberales presentaron una iniciativa de ley para destituirlo, aduciendo que el nombramiento de Rosales fue nulo, porque no cumplió con los 10 años de haber ejercido la profesión de abogado, requeridos para optar al cargo.

Mantuvieron esta argumentación a pesar de que el plazo de 60 días -prescrito para este género de rectificaciones- venció hace años. La Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional que analizará el caso se encuentra dividida, y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia evitó expresar comentarios, aunque defendió el derecho de Rosales a interponer un recurso de amparo. En la Corte Suprema, los Magistrados del PLC y los del Partido Social Cristiano no están dispuestos a sacrificar la posibilidad de ganar la presidencia de la Corte por defender a Rosales. Los votos sandinistas serán determinantes.

Los magistrados se juegan sus cargos, y es de temer que todos emitirán votos disciplinados de acuerdo a la seña que les envíe el partido dispuesto a respaldar sus pretensiones. Sin ser, ni mucho menos, un punto clave en la agenda, será el pacto quien decida la suerte de Rosales. El FSLN cederá fácilmente este peón. Rosales fue expulsado de las filas del FSLN en los inicios del Frente, siendo miembro de su Dirección Nacional. En cualquier caso, la salida de Rosales de la Corte despeja el camino para otros magistrados enteramente alineados a los dos partidos pactistas.

Tercer ejecutado: el Contralor

Establecer una Contraloría colegiada es el dispositivo diseñado en el pacto para terminar de atarle las manos Bnunca excesivamente libres- al Contralor Agustín Jarquín y para neutralizar, al politizarla, la actividad de la CGR. Quedarían así libres ciertas manos liberales y sandinistas para caer sobre las arcas del Estado.

La Organización Centroamericana de Entidades Fiscalizadoras emitió en julio una resolución oponiéndose a la colegiación de la Contraloría, pero su dictamen puede no tener ningún efecto sobre la dirección que la aplanadora del pacto se ha propuesto seguir. Muchos organismos internacionales, incluido el Banco Mundial y la embajada de Estados Unidos en Managua, han defendido también el trabajo llevado a cabo por la Contraloría y por el Contralor y su equipo, y han abogado por la independencia de la CGR de cualquier partido y del Ejecutivo.

Han hecho ver que entre las herramientas del organismo Transparencia Internacional se cuentan los llamados Indices mundiales de percepción de la Corrupción, según los cuales Nicaragua ocupa el segundo lugar más bajo a nivel centroamericano y el sexto más bajo en América Latina. Este índice se elabora en base a la percepción de periodistas, líderes políticos y gremiales, ciudadanos nacionales y extranjeros y hombres de negocios. Aun cuando se considere errada la ubicación de Nicaragua, esto tal vez explique el porqué del bajo nivel de inversiones extranjeras y nacionales que llegan al país.

Jarquín a los tribunales

Todas las presiones internacionales han valido de muy poco. Tanto Alemán -desde el inicio del pacto- como Ortega -desde el mes de junio- han declarado explícitamente que el Contralor Agustín Jarquín es su "enemigo", encontrando cada vez más puntos de consenso y de interés común en la animadversión contra Jarquín.

El escandaloso caso del narcojet, el reciente caso de la privatización de PETRONIC a favor de GLENCORE -soslayando los procedimientos legales- y el de la compra del servicio de elaboración de pasaportes a la Canadian Bank pese a que presentó la oferta más costosa, el indetenible y vertiginoso incremento patrimonial de Arnoldo Alemán y su familia, son sólo algunos de los estofados de la corrupción que la Contraloría ha destapado, tiene pendientes y contra cuya solución ha debido enfrentar los diques del caudillismo, de las lealtades pandilleriles y de la creciente asociación política-económica FSLN-PLC. El pacto se propone sepultar de una vez para siempre todos estos temas y muchos otros y curarse en salud contra futuras denuncias.

Ante los continuos ataques del Ejecutivo, el Contralor Jarquín y la Subcontralora Claudia Frixione tuvieron una inesperada reacción a inicios de agosto. En el último de los episodios de ataque decretados por la administración Alemán, en el que el Procurador General de Justicia es el instrumento elegido para acusar al Contralor y a la Subcontralora de falsificación de documentos públicos, uso indebido de nombres y asociación para delinquir, el Contralor y la Subcontralora se presentaron ante el Tribunal de Apelaciones para renunciar a sus inmunidades, a fin de enfrentar una compleja investigación judicial que el Ejecutivo busca desemboque en la destitución del Contralor.

Jarquín y Frixione declararon que renunciaban a la inmunidad y acudían confiados a los tribunales por el bien de la institución y para que todo fuera aclarado de una vez. Y aunque este comportamiento ejemplar suscitó un comentario burlesco de Alemán, podría convertirse en una llave de judo con la que sentar un precedente para tantos funcionarios públicos que cometen delitos y se escudan tras su inmunidad, con la que abrir puertas a la Contraloría para que pueda continuar operando sin trabas, y con la que permitir a Agustín Jarquín entrar con un expediente totalmente limpio y despejado a una eventual candidatura presidencial.

Segunda vuelta-diputación automática

La negociación de una serie de importantes reformas a la Constitución Política de Nicaragua figuró desde el primer momento como componente esencial del pacto. Las discusiones se centraron de inmediato sobre varios temas electorales de la Constitución: inhibición de candidaturas, calendario electoral, plazos de autoridades y, especialmente, la eliminación de la segunda vuelta en las elecciones para Presidente de la República, punto central para el FSLN, que asegura ganará las elecciones si logra evitar el seguro "todos contra el Frente" de la segunda ronda. El asegurar una diputación automática a Alemán, al abandonar la Presidencia, también estaba sometido a discusión en este paquete de reformas.

Entrampado o no este debate, Alemán giró sorpresivamente su discurso: sugirió la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para elaborar una nueva Constitución y renunció a su "candidatura automática" anunciando que en el 2001, y porque la ley no se lo impide, se presentará como candidato a primer diputado en la lista del PLC. "Así podré estar en campaña desde ahora y todo el tiempo", dijo.

Cuarta ejecutada: la Constitución

Las súbitas y drásticas reformas a la Constitución han sido consideradas una práctica propia de dictadores. ¿Pretende Alemán su reelección por la vía de una Constituyente? En 1971 Somoza la logró así. Emilio Alvarez Montalván, ex-Ministro de Relaciones Exteriores del actual gobierno, señaló con preocupación que ésa puede ser una posibilidad porque "la Constituyente lo puede todo; es el más poderoso cuerpo representativo que tiene la República, a tal punto que tiene facultades para resolver todas las alternativas de la organización del Estado, y es tan poderosa que dicen los expertos que lo único que no puede es cambiar el sexo a la gente."
Ante los medios de comunicación, el Presidente Alemán insistió en la necesidad de elaborar una nueva Constitución, una que dure 50 años. El PLC necesita 56 votos -el 60% de los votos de los diputados- para iniciar el proceso que conduce a una nueva Constitución. De momento, cuenta para esa riesgosa temeridad política con los 36 votos de su bancada, más los 14 de sus aliados en el Parlamento. Los votos del FSLN serían definitorios.

Casi simultáneamente a las declaraciones de Alemán, y en una fecha tan señalada como el 19 de julio, aniversario de la revolución, el ex-General Humberto Ortega, uno de los artífices del pacto, mostró su convergencia con Alemán: "Una Constituyente en un marco de consenso nacional, creo que va a ser necesaria en su momento para reformar totalmente la Constitución. Yo soy del criterio de que la Constitución actual tiene una serie de elementos que obedecieron a otros momentos y deben ser revalidados." Ortega señaló la necesidad de limpiar la actual Constitución de los elementos de la Constitución sandinista de 1987 que él calificó como "excluyentes". No hay duda de que la extensa comparecencia televisiva de Ortega ese día estuvo fríamente calculada.

Otros diputados sandinistas defendieron también la Constituyente. Para darle más equilibrio a los distintos poderes del Estado, para fortalecer un régimen parlamentario o para restarle excesivas atribuciones al Ejecutivo, argumentos que suenan amañados en el actual clima de un pacto que busca institucionalizar el bipartidismo FSLN-PLC, sellando la hegemonía excluyente de estos dos partidos autoritarios, hasta que se produzca un cambio en la correlación de fuerzas, que hoy no se avizora y que Alemán calcula no se producirá antes de 50 años.

Nada los detiene

Tanto el FSLN como el PLC han justificado la Constituyente sobre la base de que las 50 reformas hechas a la Constitución en 1995 fueron más trascendentales y menos representativas. Esas reformas tuvieron como objetivo central el restar al Ejecutivo sus poderes cuasi omnímodos, el impedir la reelección presidencial, y el dotar a Nicaragua de instituciones más democráticas. Fueron reformas que suscitaron entonces la cerrada oposición, tanto del FSLN como del PLC -que controlaba ya Alemán como Alcalde de Managua-. Ambos partidos se oponían porque su opción y sus estilos coinciden con los de un presidencialismo autoritario y dotado de poderes discrecionales.

Aunque las críticas de todos los partidos políticos que no son el PLC o el FSLN, y las críticas de los medios o de otros sectores sociales, han graneado, señalando que tanto el FSLN y el PLC se harían un harakiri si van por el camino de una Constituyente, porque ninguno de estos dos partidos ganarían los votos necesarios para controlar el nuevo Parlamento al que le sería comisionada la elaboración de la nueva Constitución Política, la voluntad de los pactistas no parece de- tenerse ante nada.

Una Constituyente nacida del pacto abrirá sin duda un umbral de incertidumbres muy amplio, con seguras repercusiones sobre la inversión extranjera que tímidamente empieza a llegar al país. Pero ni este factor ni la creciente oposición de un importante segmento del FSLN hacen mella en declaraciones o en decisiones de los pactistas. Sigue siendo claro que el PLC es quien más gana con el pacto y mientras éste se consuma, ya está sacando la ganancia de un FSLN cada vez más fragmentado y desmovilizado.

Quinto ejecutado: los medios

Los temas del pacto se cocinan primero en secreto y posteriormente son servidos en el menú público. Las reformas al Código Penal, presentadas en julio por la Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional y tildadas de "adefesio jurídico" por lúcidos juristas, no han sido la excepción. Hasta que no se convirtió en propuesta, nada hacía prever la "institucionalización de la censura" que propone el Código y que Arnoldo Alemán siempre ha querido aplicar a los periodistas, contra quienes se enfrenta con insultos propios del mercado en cada una de sus ruedas de prensa.
Las reformas propuestas en el Código Penal incluyen el delito "contra la intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio", y castiga el "descubrimiento y revelación de secretos" con prisión de seis meses a tres años.
En primer lugar, a los periodistas les preocupa que desaparezca la multa y se privilegie la prisión. En segundo lugar, observan que este giro legal apunta a la resurrección del famoso Código Negro implementado por Somoza, y recuerda los métodos de coerción y represión del por muchos años brazo derecho del dictador, Cornelio Hueck, quien reformó el Código Penal y aplicó juicios sumarios sin apelación a muchos periodistas críticos del régimen.

Como entonces, todos los funcionarios públicos denunciados a través de alguna información podrían aducir que los periodistas violentaron su comunicación privada o que ellos no autorizaron las grabaciones e imágenes que los ponen en evidencia. Denuncias de compras de tierras a precios de "guate mojado" -como aquellas de las que se ha jactado el propio Presidente- se convertirían en delito, y los periodistas más osados estarían siendo constantemente procesados por el delito de "injurias y calumnias". Ante esta presión amenazante, las denuncias de corrupción comenzarían a desaparecer.

Este amargo fruto del pacto no debe sorprender. Si un espacio de poder no controla hoy el gobierno de Alemán -que tantos espacios controla ya- es el de los medios de comunicación. A excepción de la popular Radio Corporación, ningún medio escrito, hablado o televisivo con audiencia respalda al Presidente. Algo mejor parado está el FSLN, que cuenta con el respaldo incondicional de la Radio YA y del programa más visto de la TV.

La mordaza prevista para los medios -llegará en el Código Penal o por cualquier otra vía legal o fiscal- refleja la voluntad de los dos partidos pactistas de acallar denuncias y voces críticas, en un escenario político donde es cada vez más notoria su escasez de aparatos de producción y difusión ideológica. Y esto, pese al poder económico de ambas cúpulas, y pese a que el FSLN -cuyo caso es aún más dramático- contó en su momento con lo más preclaro de la intelectualidad nicaragüense y con la mayor parte de los periodistas nacionales.

PLC: los orígenes
Las más significativas efemérides de los dos partidos pactistas se celebraron en el mes de julio: el 106 aniversario de la revolución liberal que en 1893 llevó a la Presidencia al General José Santos Zelaya, y el 20 aniversario de la revolución sandinista, que inauguró en Nicaragua y en el mundo un mar de sueños hoy frustrados. Las celebraciones de los dos aniversarios fueron coyunturas propicias para que los caudillos de ambos partidos promocionaran el pacto, buscando presentarse ante la opinión pública con una sólida adhesión de sus bases.

Para celebrar el 106 aniversario de la revolución liberal, sondear incondicionalidades y medir fuerzas, el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) convocó a una Convención el 11 de julio. Con ocasión del festejo, Lorenzo Guerrero Mora, uno de los fundadores del PLC, hizo memoria del renacimiento del liberalismo empujado por el PLC: el 11 de julio de 1990, aniversario de la revolución liberal, con sólo el nombre y la personería jurídica, el PLC reunió a 70 personas.
Al año siguiente ya fueron 500, en el 92 concentraron a 12 mil personas y en el 96, año en que ganaron las elecciones, el PLC tenía ya organizadas 7 mil directivas en todo el país y gobernaba en 93 alcaldías. Actualmente, las tres cabezas más visibles del PLC son el Presidente Arnoldo Alemán; José Rizo Castellón, Presidente del Instituto Nicaragüense de Fomento Municipal; y Guerrero, que es director del Instituto de Turismo.

Por experiencia propia, la dirigencia del PLC sabe que un "micropartido" -como llama hoy a un buen grupo de sus adversarios políticos- puede ser germen de un poderoso movimiento político, a fuerza de prestidigitación electoral, negociaciones, compra de aliados y oportunos giros ideológicos.


PLC: breve historia

Surgido inicialmente como un espacio para los liberales que tomaban distancia del somocismo, el PLC fue en los años 70 una alternativa para los sectores somocistas menos cercanos al dictador y con menos ventajas dentro del partido de Somoza, el Liberal Nacionalista (PLN).
Ramiro Sacasa Guerrero, primo de Anastasio Somoza Debayle, dio vida al PLC, inicialmente un movimiento dentro del PLN, que llegó incluso a proponer un diálogo entre el gobierno y los partidos de oposición incluyendo al FSLN. Inhibido por Somoza para participar en las elecciones presidenciales, Sacasa Guerrero optó por separarse de los liberales nacionalistas e integró su movimiento a la Unión Democrática de Liberación (UDEL), la coalición de partidos de centro derecha antisomocistas que fundó Pedro Joaquín Chamorro.

El movimiento no adquiere su personería de partido hasta 1983. Es en ese momento en el que, a juicio de Virgilio Godoy, cabeza del Partido Liberal Independiente (PLI) y ex Vicepresidente de Nicaragua, el PLC sufre "una mutación". Los somocistas que se exiliaron desde 1979 a causa de la revolución, y que estaban sin partido, comenzaron a dirigirse hacia el PLC, que lentamente se fue convirtiendo en un sucesor del PLN de Somoza y en una antena del somocismo en Miami.

Aún sin bases, pero con una aviesa perseverancia en la coalición de partidos de derecha opositores al sandinismo, el PLC obtuvo su tajada en la repartición de cargos que tuvo lugar cuando la Unión Nacional Opositora (UNO) derrotó al FSLN en las elecciones de 1990. Su gran jugada consistió en hacerse con la Alcaldía de Managua, calculando acertadamente que un éxito en la capital resultaría determinante para un éxito nacional. Para entonces, el PLC había cambiado a muchos de sus dirigentes.

El proceso de remozamiento continuó en la Alcaldía de Managua, desde donde Alemán enyugó en una misma yunta a los sectores miamenses -cubanos y somocistas- que financiaron su campaña y a un grupo de tecnócratas -hasta entonces totalmente ajenos a los trajines del PLC-, hábilmente captados para que fueran los artífices de su proyecto económico. Los necesitaba con urgencia. Llegando al poder tenía que diseñar un proyecto económico que balanceara el programa de ajuste estructural -con el ingreso de Nicaragua en la iniciativa HIPC para la condonación de la deuda como trofeo anunciado y para obtener nuevos préstamos- y el populismo rural del MAG-FOR con sus ofertas de crédito y asistencia técnica y la promesa de que Nicaragua volvería a ser "el granero de Centroamérica".

PLC: un micropartido rediseñado

Al llegar Alemán al poder en enero de 1990, el PLC es ya un partido secuestrado por un grupúsculo. Un micropartido rediseñado. Desde la Alcaldía de Managua, ese partido "microbio" se levantó sobre la promesa de comer sandinistas mañana, tarde y noche. Desde la Alcaldía de Managua se fortaleció a base de proyectos con rentabilidad electoral, como el de la rotonda de Managua con fuente luminosa. Proyectos cosméticos, pero que hacían ver a mucha gente que el "rojo sin mancha" coreado en sus consignas dejaba huellas palpables de su paso por la municipalidad capitalina. Y como señalara Virgilio Godoy, "siempre al que está mandando se le acerca el puño de gente." Una vez Alemán en el poder presidencial, el partido se fue convirtiendo en un cascarón atestado de cargos estatales. Las incondicionalidades se multiplicaron y el que fuera un hábil urdidor de intrigas como alcalde de Managua se convirtió en caudillo nacional.

¿Por qué no prosperó el Partido Liberal Independiente, liderado por Virgilio Godoy, un partido con más de 50 años de tradición? En las elecciones de 1990 el PLI fue reconocido como la principal corriente dentro de la oposición y eso le dio derecho a la candidatura a la Vicepresidencia. Mientras Violeta accedió al poder como símbolo de las luchas antisomocista y antisandinista, Godoy llegaba representando a un partido de amplia tradición en el liberalismo y con numerosos militantes. ¿Por qué no prosperó el PLI? ¿Demasiado honesto Virgilio Godoy?

Una mezcla de oportunismo, habilidad electoral y, ante todo, el apoyo del sector de la burguesía más flagelado por el gobierno del FSLN -en oposición a la burguesía que sí supo coexistir e incluso negociar con él- llevaron al antisandinista Arnoldo Alemán hasta la silla presidencial.

Las alianzas de Alemán

El PLC logró convocar a ex-somocistas, a tecnócratas políticamente neutros, a muchos de los confiscados por la reforma agraria y a uno de los cuatro grupos financiero-empresariales más fuertes en la década de los 70. El grupo BANIC, encabezado por el padre del actual Ministro de Relaciones Exteriores, Eduardo Montealegre, se reinstauró en el poder con Alemán en la década de los 90. En contraposición a un sector del grupo Pellas (Chamorro, Mántica, Lacayo) -que decidió convivir con el sandinismo y hasta levantar empresas que sellaron el pacto burguesía-sandinismo-, el grupo BANIC se exilió tras el 19 de julio de 1979, con lo que salvaguardó su capital hasta hoy, cuando encuentra en el gobierno de Alemán la gran oportunidad de recuperar todo el tiempo perdido.

Alemán también logró captar a dirigentes de otros partidos, liberales y no liberales. Incapaz de dialogar ni con partidos ni con movimientos sociales, Alemán invierte toda su sagacidad en persuadir a individuos a base de prebendas. Una encerrona con liberales de otras siglas le proporcionó la adhesión a su causa de varios de sus militantes: Jaime Bonilla, actual Ministro de Transporte e Infraestrutura; Edgar Quintana, actual Presidente de ENEL; y Wilfredo Navarro, actual Ministro del Trabajo, todos ellos ungibles por Alemán para candidaturas clave en las próximas elecciones. La estrategia del PLC fue la de captar cuadros de otros partidos en base a pactos individuales. Como resultado, la impotencia de Alemán para sostener diálogos y construir consensos frustró la conformación de una genuina alianza del liberalismo con los cinco partidos liberales: el PLC, el PLIUN, el PLI, el PALI y el PLN.

106 años de la revolución liberal

Con una historia plagada de alianzas fluctuantes -en muchas ocasiones inexplicables, como la que se llegó a suscribir entre el PLI y el PLN, pese al irrenunciable antisomocismo del PLI-, los partidos liberales, incluidas recientes facciones dentro del PLC, celebraron por separado el 106 aniversario de la revolución liberal. Quizás sea ésta la única manera de que subsistan en Nicaragua los dos géneros del liberalismo nacional: el mesurado de Máximo Jerez y el dictatorial del General Zelaya.

El 11 de julio hubo al menos cuatro convenciones liberales, como expresión de cuán fragmentado se encuentra el liberalismo y del carácter minoritario de cada una de las facciones. Las distintas celebraciones estuvieron plagadas de acusaciones. Disidentes del PLC, como Eliseo Núñez, se adjudicaron la verdadera construcción del PLC desde su pequeñez original. Encabezando su propia convención de disidentes liberales en Tipitapa, Núñez calificó el discurso de Alemán de "trasnochado y no adecuado para un gobernante que debe tomar en cuenta la expresión de toda la nación y debe escuchar a todos."

Sergio García Quintero, diputado liberal en el Parlamento Centroamericano, cuya postulación como convencional del PLC fue anulada por el propio Alemán -que le impidió así llegar a la Convención que él presidía- calificó esta Convención de "sainete" donde empresarios y empleados públicos se vieron obligados, a punta de amenazas de desempleo o de terrorismo fiscal, a presentarse disciplinadamente para aplaudir los malos chistes del Presidente Alemán. Aseguró García Quintero que el 90% de los convencionales eran empleados públicos que no se atrevían a disentir de la política dictatorial del Presidente, cuyos métodos políticos comparó con los de Hitler.

Esos mismos días se hizo público que los trabajadores estatales han contribuido ya con 9 millones de córdobas para financiar las actividades propagandísticas del PLC de cara a la próxima campaña electoral. Los trabajadores liberales de ENITEL se comprometieron a entregar para este fin contribuciones mensuales que superarán los 100 mil córdobas.

Alemán defiende el pacto

La Convención Liberal presidida por Arnoldo Alemán fue tribuna para que el Presidente de la República y caudillo del PLC utilizara su habitual retórica contra todos sus adversarios. Con el nulo tacto que le caracteriza, tachó a los medios de comunicación de "traficantes de noticias", a los partidos pequeños de "sinvergüenzas" y "agoreros del fatalismo", que utilizan recursos públicos "para su farándula carnavalesca", al Contralor de "resentido que delinque con fantasmas", a los críticos del pacto de "histéricos que se rasgan las vestiduras farisaicas", a los diputados de los partidos pequeños de "parásitos" y al FSLN de "piñatero" y "orquestador de campañas de desprestigio".

En una de sus habituales fanfarronadas populistas, Alemán dijo que, aunque subiría las tarifas de luz eléctrica, estaba dispuesto a recibir en su despacho a todos aquellos usuarios cuyos recibos salieran alterados y demostraran que no consumían más de 150 kilovatios al mes. Aun cuando el "éxito" mas publicitado de su gobierno son las proyecciones macroeconómicas -no tanto las realidades- el Presidente Alemán volvió a dar nuevas muestras de no participar en las habilidades que estas políticas requieren. Ante la perplejidad de la prensa, sigue confundiendo a menudo conceptos como el deslizamiento de la moneda y la inflación...

Pese a sus diatribas contra el FSLN, Alemán aprovechó la Convención para defender el pacto. Entre otras cosas, argumentó que haber acordado con los sandinistas la exigencia de un 4% del total de los votos en las elecciones como requisito para que subsista un partido obedece a evitarle al pueblo impuestos que financien grupos políticos sin ninguna representatividad. Presentó el pacto como una "búsqueda de puntos de convergencia" con el FSLN. Felices, Rizo y Alvarado, nacionalizados en Chile y en Estados Unidos, esperan que una de las reformas constitucionales ya pactadas con el FSLN les permita ser candidatos a la Presidencia para garantizar así la continuidad de la línea alemanista dentro del liberalismo.

20 años de la revolución sandinista

El FSLN celebró el 19 de julio el 20 aniversario de la revolución que en 1979 lo llevó al poder. Más de 500 Policías garantizaron la seguridad de las celebraciones. Pese a ello, los pandilleros no frenaron sus habituales enfrentamientos en actos públicos, políticos o festivos. Muchos de ellos han sido aliados mercenarios del FSLN, y no querían perderse esta ocasión que tenía de los dos.

Acompañado de su esposa Rosario Murillo y de todos los hijos que ha tenido con ella, apareció en la tribuna un Daniel Ortega bastante disminuido. No era el del 19 de julio de 1979, triunfante y entre el pueblo. Era un Ortega derrotado electoralmente dos veces y con su credibilidad moral seriamente lesionada tras "la piñata" y las acusaciones de abuso sexual de su hijastra Zoilamérica Narváez, a las que no se atreve a responder. A pesar de todo, la convocatoria resultó un éxito. Más de 50 mil personas se congregaron en la Plaza de la República, como ha sido ya rebautizada oficialmente la Plaza de la Revolución que acogió a los sandinistas triunfantes en 1979.

La celebración tuvo lugar días después de que las bases de la otrora poderosa Central Sandinista de Trabajadores (CST) se reunieran en su Congreso y denunciaran la corrupción de sus líderes con ocasión de la privatización de las empresas del Area Propiedad de los Trabajadores, negociada entre la cúpula del FSLN y el gobierno de Violeta Barrios. Unos pocos líderes se beneficiaron con los activos de estas valiosas empresas, capitalizadas con importantes donaciones de sindicatos del Primer Mundo, entre ellos los de Suecia. Las denuncias de los sandinistas ni son nuevas ni son las únicas. Son un eslabón más en una cadena de escándalos que ha ido mostrando al FSLN como un cascarón cada vez más vacío de sandinismo y de sandinsitas, donde la fidelidad al mito de unas siglas prevalece sobre la fidelidad a una causa y a un compromiso.

Los Ortega venden el pacto

Recurriendo a un pensamiento mesiánico y maniqueo y con un discurso de defensa de los pobres sin sustento en la práctica y ya fosilizado, y a fin de vender el pacto sin que se produzcan más desequilibrios en su muy erosionado ecosistema ideológico, Daniel Ortega dijo a la masa congregada en la Plaza: "Los que están dispuestos a respaldar las negociaciones que está siguiendo el Frente Sandinista que levanten sus manos." Y miles de brazos, aunque no todos, empuñando banderas rojinegras, se alzaron en señal de aprobación. Ortega repitió una de sus más recientes consignas: "Nosotros no somos ni seremos pactistas porque no somos traidores." Como Alemán, presento también el pacto como una búsqueda de convergencias.

Horas antes de este acto, su hermano Humberto Ortega, en una extensa, imprevista y calculadora comparecencia televisiva, defendía el pacto para el sector más pensante del sandinismo. Habló también de "convergencias". Es obvio que los sectores empresariales del FSLN tienen cada día más puntos de convergencia con sus antiguos rivales del PLC. Alemán, antes presentado por los Ortega como el más conspicuo continuador del somocismo, es vendido hoy como un pragmático negociador. A pesar de que esta metamorfosis tiene tan alto costo para el FSLN, resulta rentable para la cúpula del FSLN. Por "las convergencias".

¿Qué queda de la revolución?

Con el pacto, el FSLN se asegura cubrir, con sus relaciones políticas y empresariales, todo el espectro de las distintas facciones de la burguesía. También por eso, muchos se preguntan, veinte años después, ¿qué queda de aquella revolución que derrocó a la dictadura somocista y ofreció al mundo una nueva utopía? Un esbozo de inventario: una democracia -al menos electoral-, la reducción drástica del analfabetismo, la confiscación de los bienes que la familia Somoza había obtenido a través del robo, una reforma agraria que redujo el latifundio a un 20% y que benefició a más de 120 mil familias campesinas, amplias oportunidades para todos en salud, educación y alimentación básica, el fortalecimiento de organizaciones populares, un Ejército y una Policía de nuevo cuño...

Sin embargo, los años fueron trayendo notables saqueos cebados sobre todos estos frutos de la revolución. El impulso redistributivo fue amputado por efecto de la guerra, de los desequilibrios económicos de los 80 y del ajuste estructural de los 90. El analfabetismo y la desnutrición han regresado de la mano de otras plagas. La geofagia de las cúpulas liberal y sandinista está ensañándose en las tierras de los pequeños y medianos propietarios y de las cooperativas surgidas con la reforma agraria. La mística generosa que hizo posibles cambios tan fundamentales se ha esfumado.

¿Arrepentidos?

Algunos lanzan un mea culpa. ¿Oportunismo o arrepentimiento? A sus 67 años, Tomás Borge, el más viejo de los fundadores vivos del FSLN y el segundo al mando en las actuales estructuras del partido, declaró que tiene esperanzas de que el FSLN vuelva al poder: "Pienso que el advenimiento de un nuevo gobierno sandinista es algo muy probable y significaría la aplicación de algunos sueños transformados en realidad." A su juicio, la vuelta al poder del FSLN supondría no repetir errores: el centralismo y la burocracia.

Son bastantes los que reconocen que en los años 80 la visión estatista y el voluntarismo político acabaron con toda norma de racionalidad económica. Pero nadie en la dirigencia de las estructuras del FSLN acepta públicamente que esto no explica todos los fracasos, porque a esto hay que sumar la corrupción ética que, iniciada ya en los 80, desembocó en la "piñata" de los 90, una corrupción facilitada por la falta de límites claros entre lo público, lo gubernamental, lo partidario y lo privado. Esta confusión, propiciada y justificada es, de hecho, la matriz ideológica que el FSLN comparte con el PLC, matriz que el pacto va a institucionalizar y pretende perpetuar.

La revolución sandinista no sólo apostó por la justicia social. También apostaba por una genuina democracia participativa, y acabó produciendo una democracia electoral, la que aún está en pañales, porque no ha logrado institucionalizar verdaderos espacios de participación política, de rendición de cuentas, de control de las finanzas públicas y de transparencia administrativa frente a los ciudadanos. Hoy, la democracia electoral que se conquistó con la revolución está en severo peligro por un pacto que reúne a lo peor del sandinismo y del liberalismo y que pretende poner bajo el control de estos dos partidos a todas las instituciones y entes autónomos del Estado.

Un pacto sin agenda social

Sin pudor porque se suponga que está hipotecando su patrimonio ideológico, Bayardo Arce, a quien en las estructuras del FSLN parecen haberle asignado el papel de cínico portavoz del pacto, reconoció que el FSLN vive momentos de gran ironía política al dialogar con el partido más semejante al somocismo que existe. No obstante, a su juicio, ese bandazo estratégico no impacta su credibilidad, debido al fenómeno generacional. Su cálculo es simple: "De la misma manera que las nuevas generaciones de votantes en las elecciones de 1996 desconocían lo que fue el somocismo y el pasado no significaba nada para ellas, de esa misma manera los votantes del 2001 serán electores nacidos en el 85, para quienes el sandinismo es historia pasada, sin mayor significado". Y concluye: "Hay que tener nuevos códigos de comunicación con la gente. Yo creo que en la medida en que avanza el tiempo habrá cada vez menos polarización de antisandinismo y antisomocismo, porque son dos fenómenos que las nuevas generaciones no han vivido, que no les significan nada, y a fin de cuentas esa gente no va a votar por el pasado, vota por el presente y por el futuro."

Para Arce, dirigente histórico del FSLN, Alemán tiene el estilo de un líder popular, pues se sabe relacionar con los sectores populares y su gobierno no tiene la connotación que tenía el de Somoza. No es cierto. A pesar de la significativa diferencia de no controlar ni al Ejército ni a la Policía, el gobierno de Alemán no sólo se parece por sus arbitrariedades y por su autoritarismo al de Somoza, sino que lo supera en los niveles de corrupción.

FSLN: contando "otra" historia

También con ocasión de las celebraciones del 20 aniversario de la revolución, abundaron los desmentidos sobre la "historia oficial" del FSLN que, como el PLC, se presenta ahora como un partido secuestrado por un grupúsculo que termina orillando y descalificando -nunca expulsando- a quienes tienen la osadía de oponerse a la línea orteguista.
Sergio Ramírez presentó su libro "Adiós muchachos". Son las memorias de su participación en el FSLN que, a instancias de sus amigos de la Editorial Alfaguara, escribió en un período como profesor visitante de la Universidad de Maryland. Para algunos, el texto es un ajuste de cuentas que aparecen en un momento político muy oportuno.

La tesis que recorre el libro es que la derrota del sandinismo no se debió tanto al hostigamiento del imperialismo estadounidense como al socavamiento de los fundamentos éticos de los revolucionarios. La revelación más explosiva del libro es que Henry Ruiz iba a ser el Jefe del Ejército, pero esa posibilidad se vio abortada cuando Humberto Ortega se propuso a sí mismo para ese cargo, circunstancia que determinó la preponderancia de su hermano Daniel, y la determinación de invertir millones para cultivar su imagen. Así, una decisión, un instante, marcaron para siempre la historia del FSLN y la de Nicaragua.

Aunque la historia es algo que ya no preocupa a la cúpula del FSLN, es su mayor o menor participación en la lucha armada para el derrocamiento de Somoza la mina de la que extraen sus "derechos" y a partir de la cual reclaman prebendas políticas y privilegios personales. En declaraciones a la prensa, y con ocasión del 20 aniversario, el legendario Comandante Cero, Edén Pastora, también destapó, ondeó y desempolvó recuerdos de sus primeros años en el FSLN.
En unos anales oscuros de la historia del Frente, centrados en lo anecdótico, y llevado de un afán iconoclasta, Pastora desmitificó a varios personajes haciendo curiosas revelaciones: la envidiosa oposición de Tomás Borge al liderazgo de Carlos Fonseca, la falsa presentación que hace Borge de sí mismo como único sobreviviente de los fundadores del FSLN, la muerte de Carlos Fonseca como fruto de las presiones de Tomás Borge y Henry Ruiz para que Carlos se reincorporara a las actividades guerrilleras en la montaña, la corrupción que desde el inicio empujó a los comandantes a hacerse con las mejores casas de los somocistas -y con "las mejores mujeres de la burguesía"-, la nula participación en actividades militares de varios miembros de la Dirección Nacional histórica -Jaime Wheelock, los dos Ortega, Henry Ruiz-...

Con estas declaraciones, Edén Pastora engrosa la lista de líderes que, arrepentidos, reconocen que los Ortega escalaron sobre sus hombros, sus gestiones diplómáticas, sus negociaciones políticas o su audacia en el combate. Son muchos los combatientes, políticos y dirigentes que ahora se percatan de que dejaron secuestrar -o empeñaron a cambio de efímeros cargos públicos- su heroísmo y su intelecto, sus sueños de justicia o su talento de ideólogos. Llegan demasiado tarde a la verdadera historia y para ellos el veredicto tampoco será favorable a no ser que logren introducirse en el futuro y empatar con las expectativas y los resortes que movilizan hoy las mayorías populares.

¿Por qué el liderazgo de Ortega?

Mientras el FSLN, en sus negociaciones con Alemán, sigue cosechando el "éxito" de las recientes huelgas violentas de los estudiantes y de los transportistas -causas que manipuló y que le permiten amenazar con nuevas desestabilizaciones-, descuida todos los temas sociales. ¿Cómo es posible mantener un liderazgo popular sin una agenda social? ¿Cómo lo mantiene el tan desacreditado Daniel Ortega? No puede dejar de reconocerse que Daniel Ortega domina las calles y llena las plazas, y no sólo porque los políticos de arrastre -como las películas taquilleras- son los de sexo y violencia.

Algunos explican este liderazgo, afirmando que, como Alemán, Ortega se ha montado sobre la tradición bipartidista a que está habituado el pueblo de Nicaragua: timbucos y calandracas, fiebres y serviles, zancudos y cachurecos, liberales y conservadores, FSLN y MDN, FSLN y UNO. En este contexto, el pacto no sería más que la consolidación legal-institucional de un proceder consagrado por la cultura política.

Una tesis aristocrática

Debilitado éticamente y con un FSLN en acelerada fragmentación, a lo que suma la gestión de un pacto con el rival cuya oposición le había generado su propia identidad, Daniel Ortega sigue convocando masas. Y aunque siglos de procesiones católicas masivas no han hecho mejores cristianos, éstas alimentan el fenómeno de la fascinación, el ansia de magia y un despliegue emotivo. Igual en política, donde caben también mitos y ritos. Las masas generan, además, votos en las contiendas electorales. ¿Quien llena las plazas llenará las urnas? En 1990 y en 1996 se demostró que no siempre sucede así. ¿Sucederá en el 2001, con un país más inclinado aún a la "irreflexión y a la magia"?

Algunos atribuyen el éxito de Daniel Ortega a la tradición caudillista y a la ignorancia de la gente común, elementos que manipula hábilmente una estrategia consciente y sostenida del FSLN. Desde 1979, la Dirección Nacional decidió que Daniel Ortega fuera el rostro de la revolución, que ningún otro dirigente compitiera con él o le hiciera sombra. El departamento de propaganda se encargó de construirle una imagen y de conferirle carisma a pesar de su más que notoria falta de carisma. Este plan fue complementado por la decisión de Ortega de apelar constantemente a dispositivos emocionales, en lugar de suministrar argumentos para explicarle al pueblo problemas y decisiones. La lealtad política se basó en una fe "religiosa" (mitos y ritos) en los dirigentes -especialmente en este dirigente- y no en el conocimiento de lo que pasaba, en la transparencia de la información y en la racionalidad política. Sin embargo, explicar el actual liderazgo de Ortega partiendo únicamente de esta tesis es, además de insuficiente, contribuir a una lectura aristocrática de la realidad, la que interpreta despectivamente el comportamiento de los sectores populares.

Y otra tesis más realista

Otra tesis sostiene que el presente tiene más peso que el pasado, y que lo que importa no es tanto quién fue ni quién es Daniel Ortega, que hizo de bueno o de malo, sino quiénes son sus oponentes y qué es lo que están haciendo. La hegemonía de Daniel Ortega se basa en el descrédito de Alemán, y al interior del FSLN se debe a la debilidad de quienes quieren competir con él.
Tampoco la "otra" forma de ser de izquierda o de ser sandinista logra hacerle sombra. Un analista político observó acertadamente que "el sandinismo no oficial tiene su principal fortaleza en las ONGs y los medios de comunicación, pero no ha conseguido desarrollar métodos de trabajo que lo mantengan vinculado a los intereses políticos de esas personas humildes, comunes y corrientes que son quienes se movilizan y quienes conforman el sandinismo de base." Si esto es así -y así está siendo- puede vaticinarse que habrá Daniel Ortega para rato, mientras las únicas plataformas de la izquierda disidente del FSLN, y de la opuesta al pacto, sean sólo las ONGs y los medios de comunicación, tribunas y refugios de un sector de la clase media.

Sandino: eran 30 con él

La "otra" celebración sandinista del 19 de julio, aunque muchísimo menos nutrida -sólo unas mil personas- tuvo mucho de mística. Estuvo llena de intelectuales y de escritores, de algunos ex-ministros del gobierno sandinista, y de funcionarios de ONGs, de todo ese sector de la clase media que produce ideología de calidad, pero que aún no ha logrado articular un liderazgo frente al pueblo sandinista y frente a toda la nación.

La celebración alternativa se llevó a cabo en la avenida universitaria, estuvo plagada de símbolos, recuerdos, fotografías... La reivindicación central fue estratégica: suspender la inmunidad -traducida en impunidad- del Presidente y de los actuales ministros y diputados, incluido Daniel Ortega, para que respondan ante los tribunales por los delitos que han cometido. Las proclamas insistieron en que el pacto sólo garantiza más corrupción y es antipopular porque no aborda los problemas de la mayoría: la deportación de nicaragüenses desde Costa Rica, la falta de condiciones de vida en las comunidades indígenas del Atlántico, el incremento en la tarifa de los servicios públicos. Ni siquiera la reciente plaga de ratas que amenaza con acabar con los cultivos de hortalizas y granos básicos por todo el país.

Con un optimismo digno de encomio, y armados de valor, recordando que sólo con 30 simpatizantes empezó la lucha de Sandino en los años 20 de este siglo que termina, los sandinistas disidentes proclamaron la oposición al pacto, por ser una "dictadura de dos cabezas", y expresaron su compromiso en la conformación de una tercera vía que la enfrente con éxito.

¿Tercera vía?

Una tercera vía que no sea sólo de sandinistas disidentes es la única salida para enfrentar la ruptura de la institucionalidad perpetrada por el pacto libero-sandinista. Las encuestas señalan una creciente decepción de la ciudadanía ante la política y los políticos y una acelerada falta de apoyo a los dos caudillos pactistas. La gran empresa privada multiplica sus denuncias de la corrupción del gobierno y un sector de empresarios se ha ido distanciando paulatinamente del gobierno de Alemán. Pero, a la par, ha sabido aprovechar las debilidades de los dos rivales que pactan entre sí sin lograr el consenso de sus simpatizantes. La empresa privada carece de una cohesión que le permita articular una propuesta conjunta. No logra administrar su temor a que el sandinismo vuelva al poder, vive presa del terrorismo fiscal del gobierno liberal o capitula por lograr prebendas individuales. Permanece paralizada, dejando avanzar el tiempo y el pacto, conformándose con ocasionales denuncias, sin articular una oposición que convenza y que congregue.

Aunque La Prensa lleva la voz cantante del descontento empresarial respecto de la gestión del PLC, mantiene estrechos vínculos con el régimen. Y un ministro y varios diplomáticos del actual gobierno, que son también accionistas del periódico, definen mucho más que la sátira de El Azote, su muy leído suplemento humorístico dominical dedicado enteramente a fustigar descarnadamente al Presidente y al danielismo.

Pacto sin pueblo, pueblo sin líderes

Debilitados los movimientos gremiales y sindicales por el centralismo de los 80 y por la corrupción de los 90, los sectores populares no han encontrado aún genuinos liderazgos locales que empalmen con las propuestas macro de las que son portadoras las numerosas coordinadoras de ONGs y los diseñadores de políticas.

El juego parece cerrado. Un pacto sin pueblo. Un pueblo sin líderes. Dos grupos pactistas sin ideología. Y muchos productores de ideología sin un pueblo que la entienda, la asuma y se la apropie. ¿Es el pueblo quien ahora ignora sus propios intereses? ¿O es que se deja llevar por el desencanto y por ese "yo-que-pierdismo", tan enraizado en la cultura política nicaragüense como el caudillismo bipartidista? ¿O es sólo cuestión de tiempo?


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