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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 206 | Mayo 1999

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Nicaragua

Pandilleros: armados sin utopía

Según los últimos datos, se calcula que unos mil jóvenes están organizados en todo el país en unos 90 grupos, 60 en Managua. Son "los pandilleros", esa des-utopía armada que crece a diario y nos obliga a la reflexión. Las pandillas más activas de Managua fueron protagonistas en los recientes conflictos sociopolíticos que paralizaron la capital.

José Luis Rocha

Historiadores, sociólogos, antropólogos y diversos cientistas sociales señalan a menudo que, desde el primer momento de la conquista española, la violencia ha estado omnipresente en Nicaragua y ha afectado todas las formas de organización de la vida. Lo más novedoso en estos últimos años es la violencia que protagonizan las pandillas. La vida cotidiana en los barrios de Managua no puede entenderse sin tener en cuenta esa forma relativamente estructurada de violencia que conducen las pandillas de esos barrios. Nada semejante se conoció en décadas pasadas.

Además -y como varios analistas políticos ya han observado-, las cúpulas de los dos más poderosos partidos políticos -el FSLN y el PLC- también han desarrollado un estilo político pandillesco que va desde la disputa de "territorios institucionales" hasta la protección incondicional del jefe y miembros de la pandilla por el solo hecho de pertenecer al grupo. "Mi ladrón es bueno porque es el ladrón de mi pandilla": ésa es la lógica política que se ha ido imponiendo. El estilo pandillero ha empezado a ser adoptado por los varios estratos sociales, entra en las instituciones, y conocerlo resulta iluminador hoy, como categoría interpretativa de la actuación de algunos políticos.

Ex-guerreros de la primera hora

Las pandillas empezaron a aparecer en Nicaragua en los años 90, cuando tocó a su fin la guerra y muchos jóvenes integrantes del ejército retornaron a sus barrios y a un desempleo en acelerada expansión. El conocimiento del manejo de armas y de tácticas militares adquirido durante el servicio militar, y el afán de recuperar el estatus social que les dio ser defensores de la patria, se conjugaron, en muchos casos, para convertir a bastantes de ellos en una suerte de defensores del barrio, con un sesgo cada vez más delincuencial en sus actividades. La pandilla fue la forma que encontraron para imponerse a una sociedad que los excluía, después de haber demandado de ellos los mayores sacrificios.

Desde aquellos primeros años hasta hoy las pandillas han evolucionado. Se renuevan constantemente y se nutren exclusivamente de jóvenes. Se van así convirtiendo en una institución con diferentes manifestaciones, se adaptan a las circunstancias, y ya no responden únicamente a estímulos estructurales como el desempleo o los bajos ingresos, aun cuando estos fenómenos sociales no dejan de incidir en ellas. El contexto económico-social moldea el rol que juega la pandilla. Los primeros pandilleros quisieron repetir las dramáticas experiencias que habían vivido en las montañas. Los pandilleros de hoy sólo conocen la guerra y el servicio militar por referencia. Y aunque algunos conocimientos militares -manipulación de armas y mínimas estrategias de combate- les han sido transmitidos a los más novatos de generación en generación, su cosmovisión -y sus posiciones políticas- son distintas a las de los pandilleros de la primera hora. Los actuales coinciden con los de ayer en el deseo de alcanzar un estatus social de prestigio. Pero su involucramiento político tiene distintas motivaciones, y son distintos los resortes que los ponen en movimiento.

¿Qué motivó a las pandillas?

En Nicaragua, el ya tradicional enfrentamiento callejero que, con ocasión del debate parlamentario sobre el presupuesto nacional, se produce entre los estudiantes universitarios y la policía, ha contado con la participación de las pandillas. Ahí están, año tras año, con sus piedras, morteros y palos. Y con su temeridad a prueba de antimotines, una manifestación más de lo poco que tienen que perder en una sociedad que poco tiene que ofrecerles. 1999 no podía ser la excepción. Este año, más que nunca, los pandilleros tuvieron protagonismo. Se mezclaron entre los universitarios y días después, la huelga de los transportistas contó con el notorio apoyo de las pandillas más "famosas" de Managua.

Aunque desde un punto de vista estrictamente político las pandillas no sean vistas como un sujeto relevante, porque no son un gremio formalmente constituido ni se afilian a ideología política alguna, su participación ha adquirido un nada desdeñable peso militar, que puede definir la duración de determinados conflictos, repercutiendo así sobre la capacidad de negociación de los grupos que logran conquistarlos para su bando.

¿Qué papel jugaron las pandillas en ocasión de las protestas universitarias y de la huelga de los transportistas? ¿Por qué se involucraron en estas luchas? ¿Qué teclas fueron activadas para su volcamiento a las calles? ¿Quiénes movieron esas teclas? ¿Qué motivó el exceso de violencia de sus intervenciones? Son preguntas aún abiertas y nada fáciles de responder. Para ponernos en pista de búsquedas disponemos de una herramienta auxiliar.

Hace casi dos años, envío publicó un artículo titulado "Antropólogo-pandillero en un barrio de Managua". Su autor, Dennis Rodgers, antropólogo británico, quien elaboraba, para la Universidad de Cambridge, una tesis doctoral sobre las pandillas de Managua. Conforme a la metodología antropológica de la "observación participativa", Rodgers "se hizo" pandillero para estudiar y entender la lógica de estos grupos. En este modelo de investigación, el antropólogo debe asumir el rol social que estudia, para no sólo observar cómo actúan las personas, sino cómo entienden y experimentan sus acciones, de modo que lo cotidiano se le haga explícito. El rol de pandillero permitió a Rodgers observar detalles que pueden escapar a un observador externo, proporcionándonos información muy valiosa. En la actual coyuntura, consideramos pertinente rescatar algunos de los hallazgos del trabajo de Rodgers y emplearlos como linterna que ilumine el sentido que tiene la participación de las pandillas en los actuales conflictos.

Tesis 1: La pandilla, una vía para forjarse un papel social

Rodgers afirmó que las pandillas surgen "en el marco de una situación nacional en la que se sienten como una generación perdida. Ellos mismos afirman que no tienen futuro, como tampoco tiene futuro Nicaragua. Sin trabajo, sin posibilidades de estudiar, sin respetabilidad social, la única opción que tienen estos jóvenes para crearse su propio papel social es afirmar su presencia a través de una pandilla que asalta, pelea y ejerce la violencia."

La teoría sociológica señala que en las sociedades que carecen de ritos de gradualidad para el paso de una etapa a otra -infancia, escolaridad, empleo...- la adolescencia se vive como una etapa de gran crisis. Los desequilibrios de los adolescentes son, por tanto, típicos de ciertas sociedades, y no aparecen en todas las culturas. Muchos adolescentes de los barrios carecen de hechos que les señalen la transición de una etapa a otra. Permanecen en el desempleo o trabajan desde niños, y seguirán trabajando siempre en el sector urbano informal. No existe una transición laboral -ni siquiera por un cambio en el oficio- para estos adolescentes. Cualquier forma de subempleo es su destino permanente.

La sociedad se sorprende y asusta cuando aquellos a quienes margina diseñan sus propias reglas y buscan cómo abrirse camino por vías ilegales. Esta situación fue destacada, refiriéndose a un grupo semejante, aunque en otro contexto, por la intelectual francesa Viviane Forrester en su impactante libro "El horror económico", cuando dice: "De estos réprobos, estos abandonados en un vacío social, se espera sin embargo una conducta propia de buenos ciudadanos con deberes y derechos, aunque se les quita toda posibilidad de cumplir algún deber y se les niegan sus derechos, de por sí muy limitados. ¡Qué tristeza, qué decepción al verlos transgredir los códigos del trato social, las reglas del decoro de quienes los marginan, desprecian y atropellan!"

La pandilla es la oportunidad de adquirir respetabilidad social. Colaborando con los transportistas y con los estudiantes –o atacándolos-, su rol se encumbró hasta adquirir magnitudes nacionales. Los pandilleros tuvieron el estímulo de "protagonizar la historia" por unos días, de aparecer en las primeras planas, de llenar horas en la pantalla de la televisión. Los pandilleros del barrio René Cisneros lograron que imágenes de su barrio dieran la vuelta al mundo en cables de prensa escrita y crónicas de cadenas de TV internacional. Haber aparecido enfrentándose con la policía ante las cámaras de televisión convirtió a los pandilleros del René Cisneros en poco menos que en guerrilleros urbanos. El estigma social de pandillero -con sus connotaciones peyorativas- puede ser redimido por la participación en una lucha social.

Tesis 2: Los pandilleros, los defensores del barrio

Rodgers encontró que el deber y la misión del pandillero es ser un defensor de su barrio: "Ese deber les da derecho a atacar a los de afuera que se atrevan a penetrar en su barrio. Las pandillas se caracterizan por su sentido de territorialidad. Cada pandilla se identifica con su barrio y lo ve como su territorio. Operan también en otros barrios, pero no tienen la misma actitud con relación a esos barrios que la que mantienen con su barrio de origen. Se puede decir que, al menos en su barrio, los pandilleros tienen una conciencia o un sentimiento de responsabilidad social. Los subgrupos de la pandilla operan generalmente por separado, pero jamás pelean entre sí, y se juntan todos cuando el barrio está en peligro -cuando es atacado por la pandilla de otro barrio- o para molestar a la gente durante fiestas populares como las de Santo Domingo."

Se trata de dos rasgos fundamentales de las pandillas. Los dos pudieron ser observados en el caso de las pandillas del René Cisneros y en su intervención contra los transportistas. En primer lugar, el sentimiento de territorialidad. Los medios de comunicación dieron a conocer que un grupo de pandilleros de este barrio atacó a los transportistas. Acto seguido, otros pandilleros que respaldaban a los transportistas se enfrentaron a pedradas y morterazos con los pandilleros del René Cisneros. Cuando explicaron lo ocurrido, los pandilleros del René Cisneros nunca mencionaron que se hubieran enfrentado contra los transportistas, sino contra las pandillas que andaban con los transportistas. Pelearon los pandilleros del barrio René Cisneros con los del barrio Hialeah (Jayalía). Para sus protagonistas, se trató de un conflicto territorial, no político ni social. Para reforzar esta tesis, está el hecho de que en ambas pandillas se mezclan liberales y sandinistas. El color político no decide la pertenencia a una pandilla ni tampoco su actuación. La identidad proviene del barrio, no de la ideología política. Las pandillas carecen de juicios claros sobre la realidad nacional y sus fronteras esenciales están en el barrio. Como decía uno de nuestros entrevistados en el René Cisneros: "A la hora de la bulla todos brincan y no atienden a color político." Esto cuestiona la tesis de que entre los pandilleros predominan los sandinistas. O los liberales. En la última crisis de violencia en Managua, tanto el PLC como el FSLN pudieron comprar pandilleros.

Por otro lado, también hubo mucho de sentimiento de carnaval en la intervención de las pandillas. Así como los agostos de cada año, con las fiestas del patrón Santo Domingo, son ocasión para que se activen las pandillas de Managua, la huelga de los transportistas generó no sólo tensiones y crisis. También, una atmósfera de asueto generalizado y de fiesta popular. Los pandilleros no quisieron quedar fuera del jolgorio. Las escenas televisadas, con pandilleros jugando constantemente a guerras de bolsazos de agua, lo demostraron.

Tesis 3: La pandilla, una expresión de la cultura machista

Dice Rodgers: "En el estilo de actuación del pandillero es muy característico el salir a enfrentar el peligro, lo que encaja dentro de la arraigada cultura machista, que idealiza el correr riesgos y el demostrar coraje públicamente y ante cualquiera. Cuando llegaba la Policía, todos los pandilleros salían gritando a su encuentro, tirando piedras y corriendo por todos lados. Las pandillas se pueden analizar también como una cristalización del machismo nicaragüense, por la actitud que tienen los pandilleros ante el peligro, porque privilegian la violencia como expresión social, por el componente casi exclusivamente masculino de la pandilla, por su manera de relacionarse con las mujeres."

Ser pandillero da un toque de mayor agresividad a la ya tradicional agresividad masculina. Disuelto entre el grupo de transportistas, el pandillero puede ir mucho más allá: multiplica morteros, pedradas, miguelitos poncha llantas... Las escaramuzas pueden ser más atrevidas. Cuando los pandilleros del Jayalía desnudaran a una de las agitadoras del PLC en el barrio René Cisneros establecieron una notable expresión del machismo imperante en las pandillas. Este machismo es explotado por los líderes políticos -también machistas en su mayoría-, que hacen alarde de demostraciones de fuerza, con discursos incendiarios en los que prometen aplastar al enemigo. En Nicaragua, el liderazgo político está montado, entre otras bases, en la capacidad de tocar las fibras del arraigado machismo cultural.

Tesis 4: La pandilla, una estructura casi militar

Afirma Rodgers: "Cuando se pelean, las pandillas actúan, esencialmente, con una organización casi militar en todos sus detalles. Se organizan en "compañías" que se protegen mutuamente, existe una reserva, se traza generalmente un plan de batalla con una estrategia, y los repliegues se desarrollan de manera muy ordenada. Las armas que lleva al combate cada individuo son suyas, pero los individuos armados son distribuidos dentro de las distintas compañías en función de su armamento, para equilibrar a todas las compañías, excepto cuando se necesita organizar un "comando de asalto" -así lo llaman-, con mucho poder de fuego y para un objetivo específico, como, por ejemplo, dañar al jefe de la pandilla enemiga."

Aunque los pandilleros del René Cisneros se organizaron de manera espontánea cuando les cayeron encima otros pandilleros de manera masiva y aplastante, los pandilleros que acompañaban a los transportistas tuvieron suficiente capacidad organizativa para replegarse de manera que pocos fueron golpeados. Las tareas que demandó este enfrentamiento se distribuyeron en cuestión de segundos. Uno de los líderes acudió de inmediato a abastecerse de municiones para los morteros al barrio Pablo VI, donde son vendidos de manera clandestina y en esa misma armería artesanal se encontró con los líderes del Jayalía, que andaban en el mismo cometido...

Tesis 5: La pandilla, una institución solidaria

Sostiene Rodgers: "Los pandilleros subrayan la importancia de la solidaridad dentro de la pandilla con la misma fuerza con la que lamentan la atomización de la comunidad. Señalan que un pandillero tiene responsabilidades. Los pandilleros no sólo se ayudan mutuamente, sino que confían mucho unos en otros, confianza que es un valor, por ser cada vez más escasa en el contexto de crisis de la Nicaragua de hoy. En parte, esta confianza y esta lealtad son una reacción a la estigmatización social que sufre el pandillero. Un estigma ambiguo, porque aunque los habitantes del barrio critican a los pandilleros, no dejan de reconocer que son ellos quienes protegen y cuidan al barrio."

El pandillero acuña su propio código de honor. No acepta las reglas establecidas por la sociedad, y permanece fiel a sus propias reglas. Entre los pandilleros, es frecuente hacer pactos para vengar la muerte de camaradas de lucha y amigos. Y aunque el asesinato está social- mente condenado, en determinadas circunstancias está justificado en la solidaridad que cohesiona al grupo. Los habitantes del barrio René Cisneros se sintieron satisfechos por la labor cumplida por los pandilleros del barrio, durante los conflictos en Managua, y lo único que censuran son los daños ocasionados por los pandilleros advenedizos. La comunidad destaca con orgullo que sus pandilleros jamás dañan a la gente del barrio.

Tesis 6: La pandilla, un potencial destructor

Dice Rodgers: "Las armas que utilizan los pandilleros van desde sus propias manos desnudas y listas para el ataque hasta fusiles AK-47 y granadas de fragmentación. Generalmente utilizan piedras, palos, tubos, puñales y morteros. Las armas de fuego -ametralladoras o pistolas- no son las más usuales en los pleitos entre pandillas y las utilizan sobre todo para asaltos y robos, a menos que se trate de un pleito prolongado en el que cada enfrentamiento requiera de una escalada en el armamento que emplean ambos bandos, hasta que llegan al uso de armas de máxima potencialidad."

Esta disponibilidad de armas nos proporciona una idea de qué podría ocurrir en el futuro si prevalecen las tendencias autoritarias y los liderazgos, violentos y machistas que dominan el escenario político, y si el PLC y el FSLN continúan comprando -o alquilando- pandillas. En un contexto así, acciones más contundentes de la policía -peor, del ejército- podrían desencadenar una escalada de violencia. Ante el pánico de ser atacados, los pandilleros podrían desempolvar arsenales cada vez más peligrosos, transitando así a formas de guerrilla urbana. Así, lo que comienza con una espontánea u organizada manifestación de descontento popular -en la que es inevitable que se mezclen prácticas delincuenciales- podría transformarse en una serie de grupos armados, que quedarían fuera del control de sus eventuales financiadores.

Tesis 7: La pandilla, la expresión de una búsqueda

Propone Rodgers: "La anhelante búsqueda de identidad que marca a las pandillas está íntimamente ligada con el vacío de otros papeles sociales significativos y permite suponer que si uno pudiera canalizar las energías y los sueños de los pandilleros hacia otras actividades, tal vez lograrían encontrar lo que están buscando."

Este es un tema esencial: quién aprovecha esta búsqueda y con qué fines. Los grupos políticos que se vincularon a las pandillas en el último conflicto no parecen ni capaces ni decididos a traducir esa búsqueda en una con- ciencia de clase o en herramienta para una lucha política o un compromiso social. En esta ocasión, dieron indicios graves: la tradujeron en una lucha mercenaria y por la droga. En lugar de ofrecer alternativas, utilizaron el punto más débil y más nefasto de la lógica pandillera -el requerimiento de dinero para abastecerse de drogas- como hilo manipulador de estos grupos.

Pandillas: ¿sandinistas u opositoras?

Existe una suposición, bastante generalizada, de que los pandilleros son predominantemente sandinistas. Algunos incluso tienden a presentar a las pandillas como las herederas directas de las ya históricas y virulentas "turbas divinas", que en los años 80 fueron usadas para imponer terror entre los opositores al sandinismo. Pero no existen coincidencias ideológicas. Es posible, incluso, que en las pandillas predominen los anti-liberales, pero no por ideología, sino porque el partido liberal, al llegar al poder, desató una campaña represiva contra las pandillas. Los pandilleros no olvidan los patrullajes de la Policía Nacional a comienzos de 1997 en los barrios de Managua denominados "calientes" para detener a pandilleros. Cada fin de semana llegaban al barrio varias patrullas a capturar a borrachos y a pandilleros. A esto se añade el maltrato de que fueron objeto durante la detención y los interrogatorios, y las multas que tuvieron que pagar sus familiares de escasos ingresos. Este tipo de actuación policial no ha sido aún superado y es lógico que las pandillas sean anti-gobiernistas.

Por otra parte, todos los actos de los pandilleros son "de oposición", todos reflejan su rechazo al orden establecido, a la sociedad "respetable". Al reconocer su posición de privación dentro del orden social, las pandillas crean sus propios valores de oposición. Una oposición algo ambigua, porque en una sociedad como la nicaragüense, donde los asaltos al erario público por parte de los funcionarios gubernamentales son disculpados por el mismo Presidente de la República llamándolos "raterías", las pandillas barriales no tienen por qué sentirse tan fuera de la ley...

Durante unos días, algunos barrios de Managua se transformaron en campos de batalla. Especies de guerrillas urbanas, rudimentariamente armadas con palos, piedras y morteros se tomaron calles, andenes y puntos cruciales de los barrios. Los pandilleros son buen carbón para arder en cualquier lucha. Liberales y sandinistas lo saben y supieron sacar partido de las circunstancias. Los pandilleros se zambulleron en la huelga, muchos datos "no sabiendo, toda ciencia trascendiendo." Como señaló Dennis Rodgers: "La ambigüedad inherente a la condición humana -incrementada en el contexto caótico y anárquico de la Nicaragua de hoy- provoca que la gente tal vez no sepa lo que está haciendo o no sepa quizás el efecto que tendrá lo que está haciendo." Por esto también la dificultad de explicar en toda su magnitud el fenómeno de las pandillas y el sentido de su involucramiento en los más recientes conflictos.

País de jóvenes sin futuro

Las pandillas no son sólo una construcción periodística, un apodo para el "grupo juvenil". Son la expresión de un desencanto. Los pandilleros son los armados sin utopía, y tal vez por ese vacío no se rinden pero sí se venden...

Nicaragua es un país con una estructura poblacional joven. Según datos del censo realizado en 1995 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el 72.5% de la población es menor de 30 años. El grupo entre 0 y 14 años concentra el 45% de la población. El grupo entre 15-24 años representa el 20% y el segmento entre los 25-30 años equivale al 7.5% de los habitantes del país. País de jóvenes, Nicaragua les ofrece pocas oportunidades. Diversas fuentes, oficiales y privadas, coinciden en que entre el 74 y el 85% de la población nicaragüense vive en la pobreza o en la indigencia. La única salida parece estar en crear cada uno, cada grupo, sus propias reglas. Muchos optan por las reglas de la delincuencia. En 1998, las estadísticas del sistema penitenciario indicaban que más del 8% de los casi 5 mil 400 reos de los siete penales del país eran muchachos menores de 18 años.

Consumidores de crack: ¿es ésta la clase de militantes que desean reclutar los partidos políticos? ¿Las agitaciones momentáneas son vías para el cambio? La manipulación del descontento, del malestar con el sistema, está muy distante de la articulación de movimientos con conciencia. Si el PLC y el FSLN optan por el oportunismo militar, ahí estarán como mercenarios para engrosar protestas y huelgas, -por justas que sean- los Famosos, los Come Muerto, los Perros Cancheros, los Medusas, los Sangrientos, los Diablos Rojos, los Rokeros Satánicos, los Pipianes, los Fantasmas, los Galanes, los Panzones, los Rampleros, los Chungos, los Mercaderos... Nada cambiará y los anhelos más profundos de ellos y de otros jóvenes continuarán insatisfechos.

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