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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 28 | Octubre 1983

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Nicaragua

Un ejército del pueblo y para la defensa

Una de las imágenes que más ha querido difundirse en el exterior para desvirtuar el sentido de la revolución nicaragüense, es aquella que dice que el Ejército Sandinista tiene una desmesurada capacidad ofensiva

Equipo Envío

Se dice también que en las tendencias armamentistas y expansionistas del Ejército Sandinista se expresa la voluntad de Nicaragua de desestabilizar a sus vecinos sirviendo a intereses foráneos y la voluntad del gobierno revolucionario de reprimir totalitariamente al pueblo de Nicaragua.

La creación del Servicio Militar Patriótico está siendo utilizada para reforzar esa imagen. Por eso, consideramos de gran importancia el ofrecer el mínimo marco histórico, estructural y coyuntural en el que debe insertarse esta ley.

La incapacidad de las presiones internacionales para frenar la política agresiva de los Estados Unidos hacia Nicaragua -tema que documentamos constantemente en nuestros análisis de coyuntura- da cada día a las instituciones defensivas de Nicaragua un papel clave dentro del proceso revolucionario y por tanto, dentro del proceso de construcción de la nación.

Las instituciones y estructuras de la defensa revolucionaria no están desvinculadas de la historia concreta de este país ni pueden desvincularse tampoco de la participación popular que se da en todos los niveles de la reconstrucción nacional, presentándolas como superestructuras impuestas.

Policías voluntarios, campesinos armados en las cooperativas de autodefensa, comandantes, ancianos que son vigilantes nocturnos, soldados del ejército, milicianos, reservistas...: en todas estas modalidades de participación al servicio de la defensa se expresa lo que está a la base de esa institución nueva que es el Ejército de Nicaragua.

De esa institución y de sus antecedentes históricos queremos hablar, aportando la mayor cantidad de datos posibles. De algunas de las complejas preguntas de fondo que nos hacemos al analizar la situación de guerra defensiva a la que se ve obligada hoy Nicaragua, hablamos con las palabras del documento "Queremos la paz" publicado este mes de septiembre de 1983 por las comunidades cristianas de Nicaragua y que por su importancia incluimos -íntegro o en sus extractos más significativos- en este Envío. Esperamos que también algunas de las preguntas de nuestros lectores encuentren en este informe y en este documento respuestas coherentes desde esta Nicaragua en guerra que anhela la paz.

El día 3 de septiembre el Consejo de Estado de Nicaragua aprobó todos los artículos de la Ley de Servicio Militar Patriótico, anunciada el pasado 19 de julio y presentada a discusión en el Consejo el día 9 de Agosto 83. Dos días después -en la celebración del 162 aniversario de la independencia de España y del 127 aniversario de la batalla de San Jacinto, en la que los nicaragüenses derrotaron a los filibusteros norteamericanos- 9 jóvenes fueron los primeros en inscribirse en el registro militar. El primero de ellos era Carlos Fonseca Terán, hijo del fundador del FSLN Carlos Fonseca Amador. Todo un símbolo del carácter de continuidad que tienen las fuerzas armadas de la nueva Nicaragua con el "pequeño ejército loco" del General Sandino, en el cual se inspiró la lucha del Frente Sandinista.

El fundador del Ejército nicaragüense fue Sandino

En Nicaragua, como en los restantes países centroamericanos -con algunas variables- las guerras civiles entre liberales y conservadores marcan la historia del siglo XIX en los años posteriores a la independencia de España. Nicaragua es el país en donde la situación fue más aguda. Estas guerras las hacían soldados del pueblo, que eran los que morían defendiendo los intereses de la burguesía terrateniente y liberal de León o los de la burguesía comercial y conservadora de Granada. Ambos ejércitos ni crearon ni consolidaron nunca la nacionalidad. Más bien, la abortaron.

Cuando a mediados del siglo comienzan las intervenciones norteamericanas en Nicaragua -para construir el canal interoceánico- y en toda Centroamérica -para conseguir territorios aptos para el expansionismo imperialista que caracterizó aquel momento histórico- los ejércitos en pugna en Nicaragua comenzarán a ser apoyados o rechazados por los norteamericanos, según sus conveniencias. A comienzos del siglo XX el apoyo estadounidense -con la fórmula de barcos de guerra apostados frente a las costas del país- es ya incondicional para los gobiernos y tropas conservadoras.

Los conservadores vendieron literalmente a Nicaragua al gobierno norteamericano por 3 millones de dólares... Son los años 20, años en que Nicaragua permanece ocupada por "pacificadores" marines estadounidenses. Es en esa matriz histórica y política donde nace el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. Tiene al frente a un general liberal que entiende, como nadie hasta entonces, que la nación nicaragüense jamás de guerras civiles entre sectores de poder, sino de una guerra popular de independencia frente al imperialismo yanki. Aquel general nacionalista, antiimperialista, que asumió en su lucha las reivindicaciones de indígenas, campesinos y obreros pobres era un artesano pobre y mestizo: Augusto César Sandino, el auténtico fundador del actual ejército de la Nicaragua revolucionaria.

El Ejército Defensor de la Soberanía que creó Sandino quedó constituido en el cerro de El Chipote, en las montañas norteñas de Las Segovias, el 2 de septiembre de 1927. cientos de firmas de campesinos y cientos de huellas dactilares -de los que no sabían ni firmar- constan en el acta de fundación de estas fuerzas armadas y descalzas. La primera batalla -emboscada guerrillera- la libró el nuevo ejército el 9 de septiembre en el poblado de Las Flores.

Entre 1931 y 1932 el ejército de Sandino tuvo su momento de mayor auge, tanto por el número de hombres incorporados como por sus acciones militares. En los casi 6 años en que luchó contra los invasores norteamericanos estuvo compuesto por un número variable de entre 2,000 y 6,000 hombres, que estaban divididos en 8 columnas con un general al frente. (Todos los generales eran campesinos o artesanos y la mayoría, segovianos). A cada columna le correspondía un área territorial en la que desarrollaba operaciones militares contra el invasor y organizaba a la población civil (autodefensa, recaudación de fondos, producción agrícola en cooperativas, etc.). Funcionaban también escuelas de alfabetización para campesinos y soldados.

La participación de centroamericanos en las filas del Ejército de Sandino y el eco que tuvo esta guerra desigual y heroica en todo el mundo (periodistas, brigadas internacionalistas de combatientes, campañas internacionales de apoyo logístico ) son una muestra del carácter trascendental de esta experiencia militar, sin la que no puede entenderse a la actual Nicaragua. Con las increíbles pero ciertas victorias que el "ejército loco" del General Sandino logró sobre las tropas norteamericanas se inaugura en América Latina la lucha guerrillera. Sandino contribuirá como pocos en el continente a enrumbar hacia un sano y vigoroso nacionalismo a los ejércitos latinoamericanos, hasta entonces europeizados, falsamente profesionalizados y al servicio incondicional de las burguesías.

La Guardia Nacional: un ejército pretoriano de ocupación

La fórmula militar de los Estados Unidos para superar las guerras civiles partidistas de Nicaragua y para neutralizar el nacionalismo del ejército popular de Sandino fue el llamado "ejército constitucionalista", (1926) que debía estar bajo total control norteamericano. Pero la máscara de legalidad, apartidismo y pacificación de este ejército, que todo al frente al general liberal Moncada, era muy frágil y pronto cayó. En diciembre de 1927 -y ya alzado Sandino en las montañas- el gobierno nicaragüense y el norteamericano firman un acuerdo para establecer la llamada Guardia Nacional, según el modelo de las fuerzas entrenadas y mandadas por los Estados Unidos en aquellos años en países de identidad nacional poco consolidada aún como Haití, Filipinas o la República Dominicana. El 19 de febrero de 1928 el Congreso Nacional de Nicaragua aprueba la ley de Creación de la guardia nacional.

Ya desde los comienzos de su existencia, este ejército de Nicaragua tiene todas las características de un ejercito "de intervención", creado para defender no los intereses nacionales sino los norteamericanos. Actúa en estrecha colaboración con las tropas extranjeras, que lo entrenan y lo mandan y cuando los "marines" abandonan Nicaragua en enero e 1933 -incapaces de resistir el continuo hostigamiento de Sandino- y éste desarma a su Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, la GN muestra con toda desnudez su verdadero y humillante rostro: es un ejército de ocupación de su propio país.

Los ataques de la GN a los sandinistas en las zonas campesinas del norte llevan a Sandino a denunciar, ante el presidente Sacasa, a la GN como inconstitucional, tanto por su origen como por sus procedimientos. Las últimas batallas del "general de hombres libres", depuestas sus armas e incorporado a las cooperativas campesinas de Wiwilí, son batallas contra la ilegalidad, impunidad y arbitrariedad con las que está ya actuando este nuevo cuerpo armado. Será Somoza García, militar liberal elegido por los Estados Unidos para dirigir la GN el que asesinará a Sandino en febrero de 1934, "por el bien de Nicaragua", según declaró él mismo.

Hasta 1979, el "ejército" de Nicaragua fue esta Guardia Nacional. Desde un comienzo se configuró como un cuerpo de estilo pretoriano. Era imposible históricamente que fuera un ejército partidista. Y desde 1936, cuando Somoza García llega a la presidencia del país, la GN estará vinculada al liberalismo somocista, siendo realmente el omnipresente cuerpo armado del dictador y su familia.

En 1939 el "modelo" de la GN es definitivo. Desde entonces se estructura como un cuerpo militar basado en privilegios y prebendas económicas que tienen carácter de monopolio en determinadas áreas estatales. La GN controla los sistemas de comunicación (caminos, correos, trafico...), los trámites migratorios, el negocio de la prostitución y la venta de alcohol, etc. Sus privilegios irán creciendo con los años. Lo que cohesiona realmente a este cuerpo armado no es ni la profesionalización ni siquiera la lealtad a una ideología partidista sino simplemente la lealtad personal -de cada uno de sus miembros- a Somoza istmo y a sus intereses personales y familiares. Del dictador recién los guardias paternalistas privilegios y al dictador dan a cambio una incondicional protección. En los últimos años esta protección necesitará, por la misma lógica del sistema, de aparatos de represión y tortura de elevada crueldad. La consolidación del Estado somocista -de 1936 a 1979- está en proporción directa con la consolidación de la Guardia Nacional.

Las fuerzas armadas norteamericanas inventaron, sostuvieron y entrenaron a este singular ejército, modelo único entre los ejércitos centroamericanos. (Ni en El Salvador ni en Honduras ni en Guatemala es éste el "modelo militar"). Entre 1950 y 1976 fueron entrenados directamente por los Estados Unidos 4,897 guardias. Entre 1949 y 1973 pasaron por la base de entrenamiento norteamericano de Fort Gulick (canal de Panamá) 4,119 guardias para adiestrarse como expertos en contra insurgencia. (Desde 1944 los cadetes de la GN hacían siempre su año final de carrera en esta base). El número de nicaragüenses entrenados directamente por Estados Unidos, en este lugar y en estos años, es el más alto de entre los restantes ejércitos latinoamericanos. Esta directa participación del ejército norteamericano en la formación de la Guardia Nacional se explica porque, antes del triunfo revolucionario, el eslabón militar más firme en la geopolítica norteamericana para el área estaba y debía seguir estando en Nicaragua.

El 19 de julio de 1979 había en Nicaragua 5.500 Guardias Nacionales y 2,000 guardias de la EEBI, fuerzas de élite contrainsurgentes creadas en 1978 por el hijo de Somoza Debayle. Es claro, a partir de esta historia y de estos simples datos, que era imposible un verdadero cambio social y político en Nicaragua sin desmantelar totalmente este cuerpo armado y sin crear un nuevo ejército.

El desafío de hacer un nuevo ejército

Al concluir la guerra de liberación contra el somocismo el FSLN contaba con unos 15,000 colaboradores 2,000 formaban prácticamente un ejército regular que había operado en el Frente Sur y en el Frente Noroccidental, 3,000 formaban parte de columnas guerrilleras que combatieron en el Norte y el Oriente del país y el grueso, 10,000 personas, eran milicianos irregulares, espontáneos, con deficiente armamento, que lucharon en las zonas urbanas durante la insurrección final. Ya en agosto de 1979 se crean formalmente las primeras unidades del nuevo ejército, que se constituirá oficialmente como EPS (Ejército Popular Sandinista) el 2 de septiembre, en la misma fecha en que 52 años antes había nacido el ejército defensor de la soberanía nacional.

Crear un ejército como había sido aquél -nacional, defensivo, antiimperialista y popular- fue visto siempre como una piedra angular en el edificio de la revolución. Pero, dada la heterogeneidad de las fuerzas armadas con las que se había hecho la guerra y la insurrección, la estructuración de un ejército regular a partir de ella fue, desde el primer momento, uno de los desafíos clave para la revolución.

En aquel primer momento, las prioridades eran:

- lograr la unidad de esas fuerzas armadas.

- lograr una concientización cívica y política de ese ejército, para identificar a sus miembros con el proyecto revolucionario en su totalidad.

- lograr que el EPS fuera un cuerpo pequeño y móvil, de fácil desplazamiento, que estuviera en vital conexión con las fuerzas milicianas.

Durante los primeros seis meses de revolución, el desarmar a los milicianos espontáneos y el seleccionar de entre ellos a los que podrían integrar los cuadros del EPS, no fue tarea fácil ni exenta de polémicas. Los de más de 18 años y con mayor experiencia política fueron los seleccionados. En los primeros meses de 1980 se establecieron los grados militares en el ejército (el máximo es comandante, con modalidades de "comandante de la revolución" (Dirección Nacional del FSLN), "comandante guerrillero" (veteranos de la guerra de liberación), "comandante de brigada", etc. En estos meses se hizo énfasis en la alfabetización de los soldados -se iniciaba en el país la cruzada- pues el 45% de los miembros del EPS eran analfabetos.

Como un apoyo al ejército regular que se estaba conformando, como una expresión real del carácter popular que se quería dar a las fuerzas armadas y como una extensión de la capacidad de defensa del país, se crearon en febrero de 1980 las milicias populares sandinistas (MPS). Tienen carácter voluntario, acogen a hombres y mujeres de toda clase y condición entre los 16 y 60 años y a ellas se encomendaron tareas de defensa armada de fábricas y lugares de trabajo en las ciudades y tareas contra la acción de bandas contrarrevolucionarias que comenzaban a aparecer en áreas rurales. También correspondía a las milicias el conformar brigadas para cumplir con las tareas de reconstrucción del país destruido por la guerra- o tareas de emergencia (lluvias, incendios..). Las MPS ya han actuado junto al ejército regular en algunos combates contra bandas de ex GN que comienzan a lanzar ataques en zonas fronterizas del norte.

Inmediatamente después del triunfo comienzan a actuar las Tropas Guarda fronteras (TGF), detectando a los ex GN, que huyeron en su mayoría hacia Honduras y evitando robos de ganado y contrabando en esas zonas. Durante el primer año de revolución, el nuevo ejército se estructura, se organiza, se disciplina, se capacita y participa activamente, junto a las MPS, en las recogidas y cosechas y en otros proyectos sociales y económicos. La defensa del país no es aun la prioridad diaria. Para la Policía Sandinista (PS), creada también partiendo "de cero" las tareas básicas en esos primeros momentos son la reducción de la delincuencia callejera, la vigilancia del orden en las actividades públicas y la lucha contra la prostitución y el alcoholismo.

Las estructuras de la defensa armada

Los ataques armados contra la revolución nicaragüense, en escalada creciente desde finales de 1981, determinaron que se decretara un estado de emergencia nacional -vigente desde marzo de 1982- y que las estructuras de defensa se ampliaran y las estrategias de defensa del país se reavaluaran y perfeccionaran.

Estas son las actuales estructuras de defensa de Nicaragua

Ministerio de Defensa

Ministro: Comandante Humberto Ortega, miembro de la Dirección Nacional del FSLN.

Ejército Popular Sandinista (EPS)

Infantería
- Tropas Guardafronteras (TGF)
- Batallones de Lucha Irregular (BLIR)
- Unidades de Tanques
- Artillería
- Tropas generales de infantería
- Milicias Populares Sandinistas
- Batallones de Infantería de Reserva (BIR)
- Milicias Populares Sandinistas
- Batallones territoriales

Fuerza Aérea Sandinista (FAS)
- Fuerza Antiaérea Sandinista (FASDA)

- Marina de Guerra Sandinista

Ministerio del Interior

Ministro: Comandante Tomás Borge, miembro de la Dirección Nacional del FSLN

- Dirección General de la Seguridad del Estado.

- Policía Sandinsita
- Organizaciones de apoyo (migración, bomberos).

Se calcula que, exceptuando las MPS -que son voluntarias y que han tenido una incorporación masiva- habría entre 13,000 hombres y mujeres que participarían en estas estructuras, siendo la más nutrida la correspondiente a la Infantería.

En la actual guerra defensiva frente a los ataques contrarrevolucionarios, participan sobre todo las TGF, BLIR, entrenados especialmente para este tipo de guerra, junto con algunos de los batallones de reserva BIR de las MPS (se formaron con milicianos voluntarios que sabían que su compromiso les llevaba a los frentes de batalla). Unos y otros utilizan el mismo tipo de armamento, mientras que los milicianos de las ciudades (milicias territoriales) - que previenen sabotajes o hacen vigilancia- tiene otro tipo de armas. A diferencia de los BIR que tienen un entrenamiento especial durante al menos un mes, las milicias territoriales realizan sus prácticas los fines de semana en su misma zona de residencia.

En la situación actual - en la que la guerra marca ya la vida diaria en algunas zonas del país y en la que la defensa armada es la prioridad nacional-, todas las estrategias para hacer eficaz esta defensa se han reajustado. Así, el ejército regular será consolidado y ampliado a través del servicio militar patriótico, con carácter obligatorio y las milicias territoriales perfeccionarán sus capacidad defensiva organizándose en batallones. Finalmente, estructuras de autodefensa en cooperativas campesinas y comarcas del interior, hacen realidad la consigna del "pueblo en armas". La posibilidad de una confrontación con el ejército hondureño, alentada por la estrategia norteamericana de hostigamiento o un eventual ataque norteamericano han obligado a acelerar todos estos procesos de fortalecimiento de la defensa nacional.

El Servicio Militar consolidará al EPS

La Ley del Servicio Militar Patriótico, además de recoger el legado histórico del ejército de Sandino, se basa en el Programa de Gobierno (punto 1, 12) propuesto por el FSLN al pueblo de Nicaragua y en el Estatuto Fundamental de la República (art.24) promulgado el 20 de julio de 1979, en el que se establecía que el nuevo ejército "estará integrado por un mínimo de Cuadros Permanentes y por los nicaragüenses aptos que presten un Servicio Militar Obligatorio, con el objetivo de disminuir los gastos que genera la defensa y destinar dichos recursos financieros al desarrollo económico y social del país".

El Servicio Militar regulado ahora por ley "de orden público" -y que según el Comandante Humberto Ortega sólo estará funcionando a plena capacidad dentro de 4 años- se establece como "la institucionalización del servicio militar que voluntariamente han venido prestando los milicianos y reservistas desde el triunfo de la revolución" y comprende dos modalidades: servicio militar activo y servicio militar de reserva. El primero implica tareas directas y continuas en cualquier unidad o dependencia del Ministerio de Defensa, mientras que el de reserva comprende sólo tareas de instrucción militar. Los varones nicaragüenses entre 18 y 40 años están obligados a cumplir servicio activo y/o de reserva. Para las mujeres, ambas modalidades son voluntarias y entre los 18-40 años pueden solicitar su integración.

El período de servicio militar activo es de 2 años y puede ser prorrogado o reducido en 6 meses. En tiempos de guerra o de emergencia, las prórrogas pueden extenderse por más tiempo. Todos los nicaragüenses varones entre 18 y 25 años pueden ser llamados al servicio activo. A estos "militares" -así se les llama mientras prestan el servicio- se les asegurará alimento, vestido, atención médica y una asignación mensual, extensible a su familia si tiene necesidad. Si trabajan, se les garantizará su puesto de trabajo. Terminado el servicio activo se pasa al de reserva.

Los reservistas recibirán instrucciones militares -algunos pueden tenerla ya si son milicianos-. El Ministro de Defensa presentará cada año al gobierno el número de reservistas que participarán en la instrucción militar. La situación del país determinará la movilización o no de estos reservistas para el servicio activo.

El reclutamiento, la preparación técnico-militar y demás tareas de organización, se descentralizarán según regionalización del país. El primer paso para cumplir con el servicio militar es la inscripción. Sin los documentos que acrediten haber llenado este requisito, no se podrá obtener trabajo en centros estatales o privados ni matricularse en ningún centro de estudio ni obtener pasaporte o visas ni realizar ninguna contratación legal.

En tiempos de paz son excepciones para el cumplimiento de servicio militar determinadas enfermedades, el ser el único sostén económico del hogar, el estar en el último año de estudios medio o superiores... En tiempos de guerra, únicamente la incapacidad física o mental probada. (No se especifica claramente si el "estado de emergencia" es considerado "tiempo de guerra").

Respecto a las sanciones, éstas son de arresto o multa. Algunas fórmulas de arresto son: entre 3 meses y 2 años para los que no se inscriban; entre 1 y 6 meses para los que no se presenten a entrevistas o exámenes médicos; entre 2 y 4 años para los que ya inscritos no comparezcan al ser llamados a servicio. Las multas se aplican para sancionar extravíos o deterioro de los documentos relacionados con el servicio. En situación de guerra, los reservistas citados que no se presenten al final serán considerados desertores y juzgados por leyes militares.

La ley precisa que las MPS continuarán funcionando con la actual reglamentación, aunque evidentemente muchos de los actuales milicianos serán seguramente los primeros en integrarse al servicio activo o los primeros en ser llamados al servicio de reserva.

La primera inscripción para el servicio activo se lleva a cabo a lo largo del mes de octubre y abarca a los varones entre 17 y 22 años. Se calcula que 200,000 nicaragüenses se inscribirán en ese plazo y que de ellos serán sólo unos 15,000 los seleccionados para cumplir el servicio de 2 años.

Estudiantes, mujeres y objetores de conciencia

En el debate ideológico provocado por la propuesta y posterior discusión de la Ley de Servicio Militar ha habido temas básicos -a los que se ha hecho referencia en el anterior número y que son también analizados en el documento ("Queremos la paz").

Se ha hecho particular énfasis -aunque no ha habido aun suficiente aclaración a nivel popular- en el que el Servicio debe coordinarse estrechamente con las diarias tareas de la producción y la educación, para que el estudio y el trabajo necesarios para la reconstrucción del país no se vean afectados. Actualmente hay 1,729 universitarios que participan activamente en las milicias territoriales y 777 que han sido movilizados a zonas de combate formando parte de batallones de reserva de las MPS. Hasta ahora, esta movilización ha provocado pérdidas de años de estudio y graves bajas en el rendimiento académico. La actual regulación del servicio militar pretende superar estas fallas.

No ha habido un debate realmente trascendente sobre la objeción de conciencia. Esto se explica porque la misma realidad de un país en guerra defensiva permanente ha habituado a os nicaragüenses a pesar que éste no es un problema de principios de la conciencia que "no quiere matar" sino de realidades prácticas coherentes con la conciencia que "quiere defender la vida". Hasta el momento no existe ninguna regulación sobre "objeción de conciencia" y sobre el "servicio civil" que supliría al servicio militar de regularse ésta. Las Iglesias evangélicas agrupadas en CEPAD (Comité Evangélico pro Ayuda al Desarrollo) han solicitado que la objeción de conciencia a usar las armas sea tenida en cuenta y que en el ejercicio del servicio militar -o eventualmente del servicio civil- los pastores no sean alejados físicamente de sus comunidades. Y todo parece indicar que aun sin reglamentación jurídica, esta petición sea tenida en cuenta.

Si la resistencia a la ley "por la derecha" se ha centrado en la denuncia de ésta como "imposición partidista", como "instrumento de indoctrinación ideológica", etc., el mayor debate entre los sectores revolucionarios se dio respecto a la participación plena de la mujer en el servicio militar. Actualmente, el 20% de los miembros de la MPS, estructuradas territorialmente, son mujeres. Sin embargo, las características del actual servicio planteaban "problemas ejecutivos" a su participación. AMNLAE, la asociación de mujeres nicaragüenses, dio la batalla hasta el final para lograr, también en este campo, la plena igualdad revolucionaria entre hombres y mujeres. "No podemos aceptar sin discusión el artículo 6 y el artículo 22 del anteproyecto, independientemente de que tengamos claridad sobre las limitaciones objetivas y subjetivas que tenemos hombres y mujeres para realizar determinadas tareas... limitaciones que son producto del desarrollo histórico de la humanidad y que, por lo tanto, se pueden agudizar o disminuir de acuerdo a ese mismo desarrollo...", declaraba Glenda Monterrey, responsable nacional de AMNLAE.

A pesar de debates, propuestas y declaraciones de principios inteligente y ardientemente defendidas por las mujeres organizadas,la objetividad de estas limitaciones quedó plasmada en la "letra" de la ley. La realidad diaria de Nicaragua muestra mejor el "espíritu" de la misma -un pueblo en armas que defiende lo que va conquistando- en miles de mujeres milicianas y en otras miles que pasan en vela las noches cuidando calles, barrios y fábricas a lo largo y ancho del país.

Las milicias territoriales "minarán" el país

Si el servicio militar consolidará al ejército regular de Nicaragua, potenciando así su capacidad defensiva, el "ejército voluntario" de los milicianos se está perfeccionando actualmente con la estructuración de éstos en batallones de "milicias territoriales". La formación de batallones a nivel territorial está destinada a profundizar los mecanismos de la defensa en cada lugar, en cada zona, según su particulares características.

En cada barrio y en cada zona se han hecho "inventarios" de los lugares estratégicos (centros de trabajo, depósitos de combustible, equipos de comunicación, etc.) y corresponderá a los milicianos, organizados territorialmente, el defenderlos de la forma más eficaz posible.

Las agresiones contrarrevolucionarias y el número de hombres armados involucrados en ellas (entre 8,000 y 10,000 según fuentes del Departamento de Estado) indican que Nicaragua puede vivir durante mucho tiempo una guerra defensiva prolongada. esto hace necesaria la creación de una organización militar en la que involucrándose todo el pueblo, en distintos niveles. A las milicias territoriales toca vanguardizar, en su zona y entre sus conocidos, esta movilización popular para la defensa. "El enemigo -dijo el Comandante Humberto Ortega- encontrará el país minado de milicianos mejor organizados y armados en lugares específicos del teatro militar...". Esa imagen describe el sentido pragmática de la nueva estrategia: descentralizar, extender, familiarizar a los milicianos con los objetivos que les va a tocar defender. Especializar y responsabilizar "personalmente". Mil instructores milicianos a nivel de compañía tienen encomendada actualmente la tarea de estructurar estas MPS territoriales para que aprendan a combatir "en los primeros anillos de defensa" de la ciudad, el pueblo o la fábrica y para que sepan organizar al pueblo en las tareas de resistencia: brigadas contra incendios, de descombro, de primeros auxilios, de atención a los niños, de construcción de refugios, etc.

Así, con estas estructuras y estas estrategias -aún en formación, como sucede con todo en este proceso revolucionario-, el pueblo de Nicaragua enfrenta la guerra que se le impone desde el exterior y se prepara para otras formas de guerra que puedan venir. En el fondo, todas las armas y todas las estrategias y todas las estructuras no sólo están organizadas en función no ofensiva sino defensiva, sino en función de una meta más global: impedir la guerra. "Seguimos luchando para ganar la mejor guerra, que es la que se puede evitar", decía el Ministro de Defensa de Nicaragua en julio, el mismo día que se constituían en Managua los 3 primeros batallones milicianos organizados territorialmente.

Haciendo imposible esa guerra, en la defensa de la nación que nace y de la vida de la gente, el pueblo de Nicaragua y el gobierno revolucionario construyen una paz con dignidad. El desafío de esta guerra-para-la-paz es aun mayor que el que enfrentó Sandino hace 50 años y el que asumió el FSLN al iniciar la guerra de liberación. Las motivaciones siguen siendo las mismas.

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