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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 149 | Junio 1994

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Panamá

La oligarquía ¿desplazada? El pueblo ¿al poder?

La victoria del PRD plantea muchas preguntas. El fantasma de Torrijos puede ofrecer alguna respuesta. Ahora, el desafío es enorme. Panamá debe ser diferente: el pueblo debe tener voz y decisión, debe pesar más que el pago de la deuda externa.

Jorge Sarsanedas

"Ni los militares ni el militarismo van a volver", dijo Ernesto Pérez Balladares, presidente electo de Panamá, la noche del 8 de mayo, día de las elecciones. A las once de la noche ya estaba escrutado el 75% de los votos y se sabía que el "Toro" Balladares ganaba por un 4% sobre su más cercana rival, Mireya Moscoso, candidata de la alianza oficialista. Lo que la mayoría del país no quería ni creía sucedió: el PRD, el partido que apoyó al ex-general Noriega, que el 20 de diciembre de 1989, a raíz de la invasión gringa, quedó prácticamente en desbandada y en cenizas, resurgió y logró ganar las elecciones más honestas, calmadas y supervisadas que se recuerdan en Panamá.

Apagados los fuegos electorales, y cuando sólo quedan unas cuantas humaredas, puede ser fructífera una reflexión calmada. ¿Cómo se explica lo que ocurrió? ¿Qué circunstancias se combinaron para un vuelco tan inesperado? ¿El pueblo desea la vuelta de Noriega? ¿Realmente el pueblo ha llegado al poder? ¿En qué quedó el tan publicitado "fenómeno" Blades?

Los números de las elecciones

Los resultados de las elecciones indican una dispersión del voto y una lucha muy reñida. El ganador, Pérez Balladares -economista formado en Estados Unidos y ex-ejecutivo del Citibank - obtuvo el 33.2%. La candidata oficialista Mireya Moscoso, el 28.9%. El cantautor Rubén Blades el 17.4%. El ex-Contralor Rubén Carles el 16.3%. Otros candidatos, un total de 4.2%.

El abstencionismo fue de un 20%, cifra baja comparada con la que se da en otros países de América Latina. Seis partidos no lograron el mínimo del 5% requerido para permanecer en el registro oficial. El resultado deja a la alianza ganadora 31 legisladores, de un total de 72. Además del Parlamento, se eligieron 67 alcaldes y 535 representantes locales. En ambos casos, la alianza de Pérez Balladares resultó triunfadora.



Los fantasmas

Poco después de las elecciones un amigo me comentó: "La gente eligió entre los muertos: Torrijos o Arnulfo." La verdad es que después de muchas encuestas la votación terminó en lo que se podía prever con sólo echar una mirada a la historia de Panamá en este siglo. Nuestra historia ha estado marcada, dominadaorientada, definida por tres figuras: Belisario Porras, Arnulfo Arias y Omar Torrijos. Belisario fue Presidente en tres ocasiones entre 1912 y 1924, Arnulfo también en tres, entre 1939 y 1968. Torrijos rigió el país con una "dictablanda" - así la llamaba él - durante doce años (1969-1981). Nos guste o no, cada uno en sus circunstancias y con un estilo muy peculiar, estos tres hombres han definido al país y han polarizado a la población en la mayoría de las elecciones que se han celebrado en este siglo.

Más del 60% de la población votante se decidió a apoyar a un candidato respaldado por la sombra, la ideología o el patrocinio de dos de estos líderes panameños, Arnulfo y Torrijos. El "populismo" ganó las elecciones, entendiendo por populismo un sistema o modo de gobierno que basa su trabajo en dar respuestas, efectivas o no, pero directas, al pueblo. Caracterizado también por promover soluciones que normalmente no van a la raíz de los problemas. Este tipo de gobierno tuvieron Arnulfo y Torrijos y es eso lo que recuerda mucha gente.

¿Que Arnulfo dictó leyes contra negros y chinos? Es cierto. ¿Que el gobierno de Torrijos de una u otra manera fue el culpable de la desaparición del Padre Gallego y de otros desmanes? Es cierto. Pero para el indígena de la cordillera del Tabasará o para el campesino de Coclesito, lo que importa es que por allí estuvo Torrijos y que les dijo que por ellos se preocupaba su gobierno. Y eso no se les olvida. La gente votó por estos líderes, ambos con estilos de gobierno muy cercanos al pueblo. Esto no lo registran las encuestas. Los fantasmas no se ven, no comen, no se materializan, pero por lo visto ayudan a ganar elecciones.

Decepción y castigo

Otro elemento importante en el resultado de estas elecciones fue la decepción de miles de panameños después de cuatro años de un gobierno que no logró responder a las expectativas de muchos. Mucha gente esperaba en 1990, luego del desastre pre y post-invasión, soluciones casi mágicas, dinero a montones, cambios espectaculares. Nada de esto sucedió, lo que frustró y decepcionó a quienes deseaban un verdadero cambio y a quienes tuvieron que pagar un alto precio por casi nada. Todos los muertos de la invasión, ¿para qué? ¿Para seguir pagando fielmente la deuda externa a costa del hambre de la gente? La mayoría de los crímenes del gobierno norieguista no han sido aclarados todavía. La pobreza ha aumentado en el país, el desempleo no se ha reducido. Todo esto provocó también un porcentaje de "voto de castigo" a la alianza oficialista.

Mayor organización

Siendo honestos, hay que reconocer que el PRD ganador demostró que es el partido más organizado del país. El que tiene también más dinero. Y mucho. Lograron sobreponerse a la muerte proclamada por sus adversarios en 1990 y, aunque sacaron el mismo porcentaje que en la elección anterior, obtuvieron suficiente para resultar ganadores. Más todavía: con una buena campaña publicitaria, lograron "esconder" a sus "trogloditas" de antaño y presentaron una imagen bastante decente. Pérez Balladares no logró disimular a su compañero de fórmula, Tomás Altamirano Duque - de nefasta trayectoria -, pero por lo menos no lo dejó hablar.

La salsa de Blades no funcionó

Las encuestas señalaban a Rubén Blades ocupando un buen segundo lugar. Una semana antes de las elecciones se le mencionaba incluso como "la gran sorpresa". Su principal propaganda se basó en no tener "deudas" políticas y en no estar comprometido con políticos tradicionales. Sin embargo, a la hora de la elección, el 25% que se le pronosticó bajó a un realista 17.4%, que es mucho si tenemos en cuenta cómo surgió este partido y cómo fue atacado a última hora.

¿Qué sucedió? El fenómeno Blades es fundamentalmente urbano y las zonas rurales apoyaron en su mayoría al arnulfismo. Esto disminuyó mucho el porcentaje que le concedían las encuestas, que probablemente fueron también muy "citadinas".

A pesar de todo, Papa Egoró logró 7 legisladores (6 en la capital) en la Asamblea, lo que lo convertirá en el fiel de la balanza a la hora de las votaciones, puesto que la alianza oficialista y sus antiguos aliados pueden sumar 32 votos en el Parlamento.

A sus órdenes, mi capital

Una de las cuestiones que quedó muy clara en la campaña política es que sólo quien tiene dinero puede competir. El que no lo tiene, que no se vista, porque no va. Esta realidad es lo más antidemocrático que puede haber, pero es. La gran mayoría de los contendientes invirtió miles y miles de dólares en la campaña, con lo que interpretar los resultados como los de una "oligarquía desplazada" no tiene mucho sentido. Más aún, no se puede hablar de elecciones "puras" y "honestas" cuando lo que decide no es el valor de los planteamientos ni los méritos de los candidatos, sino el poder del dinero. Las cuñas de televisión, los avisos en los periódicos, la propaganda en las calles: todo eso supone mucho dinero. No está calculado - ni aproximadamente - cuánto gastaron los principales partidos en la contienda.

Yo voy a ganar

Otro de los factores que incidió en los resultados electorales fue que el señor Carles -candidato de un sector de las clases pudientes - nunca comprendió que la gente podrá tener poca educación formal pero sí entiende cuándo la tratan mal. Cuando Carles fue Contralor, se especializó en tratar públicamente con grosería a muchos. Ahora cosechó lo que sembró. Además, no quiso ceder y lanzar una sola candidatura con varios partidos. Con esta actitud colaboró bastante al triunfo del PRD.

Esperanza sí, pero...

La dispersión del voto y la votación sorpresivamente numerosa para un partido aparentemente no comprometido con los políticos tradicionales, el Papa Egoró de Rubén Blades, da algunas señales de que mucha gente no quiere ya la politiquería barata de la promesa hueca y la sonrisa de compromiso. Ciertamente, nunca en Panamá hubo elecciones tan calmadas, pero eso no quiere decir que los vicios se extinguieron. Hay informaciones sobre actividades electorales sucias, deshonestas y antidemocráticas, en varios lugares del país.

¿Y ahora qué?

Lo que tiene por delante el nuevo gobierno no es tarea fácil. Enfrenta desafíos bien serios que suponen mucho trabajo, sacrificio, visión de futuro y sobre todo, honestidad y amor al pueblo. Contrario a lo que algunos preveían, el Presidente electo ha comenzado a actuar con mucha inteligencia. Buscando el consenso - la tan llevada y traída "concertación" - y buscando también mayor apoyo, ha invitado a algunos partidos de oposición a formar parte de su gobierno. La Democracia Cristiana (Contralor y Fiscal General) y Solidaridad (Canciller y Vicecanciller) han aceptado.

En cambio, el Partido Arnulfista se negó a hacerlo, aunque uno de sus miembros renunció al partido para aceptar un Ministerio, el de Desarrollo Agropecuario. También invitó "el Toro" a gente independiente a formar parte de su gabinete - G. Chapman, conocido economista neoliberal, para Planificación -. Al Movimiento Papa Egoró no lo ha invitado a ocupar Ministerios, esperando quizás de él un mayor apoyo en la Asamblea. De quienes claramente ha decidido distanciarse es del grupo de Rubén Carles. Todo indica que el Presidente electo tiene la intención de formar un gobierno eficiente y de consenso, aunque no sabemos si lo conseguirá y si será el mejor para el pueblo.

Si no logra enfrentar la situación de Panamá con urgencia y profundidad, se perderán las últimas esperanzas de construir un país en verdadera democracia, un país diferente, donde la deuda externa no esté por encima del sufrimiento de la gente, donde el pueblo organizado tenga voz y decisión, donde el ser humano sea respetado plenamente.

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