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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 141 | Septiembre 1993

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Nicaragua

En Los Lechecuagos hay esperanza

Fe y alegría trabaja en Nicaragua desde hace 13 años. Es una alternativa de promoción humana y una propuesta de desarrollo que ha deostrado su eficacia en los hechos.

Raquel Fernández

Los Lechecuagos es una comarca pequeña y olvidada en las faldas del volcán Cerro Negro. Allí, al borde del cráter humeante, viven, sueñan y trabajan con fe y con alegría más de siete mil personas. Y con Fe y Alegría acarician la esperanza de un futuro mejor.

Hace poco más de un año, en abril de 1992, el Cerro Negro "estornudó", según el decir de don Napoleón Hernández, vecino de la "zona roja" de la comarca, la zona más próxima del cráter del volcán, la que corre mayores riesgos cuando hay erupción. Cuando el Cerro Negro estornudó, hubo que salir en carrera para salvar la vida, pero cuando todavía humeaban los árboles medio calcinados por las cenizas ardientes, las 120 familias que habitan la "zona roja" regresaron y allí permanecen, sembrando en arenales volcánicos que, contra cualquier pronóstico, resultan asombrosamente fértiles.

Y como en esas 120 familias campesinas hay niños, muchos niños, en la "zona roja" hay 2 escuelitas para atenderlos y otras 9 más en el resto de la comarca, donde se calcula una población de 3 mil niños en edad escolar. A todos llega Fe y Alegría.

Nacimiento: 100 niños en un rancho

Dicho en términos técnicos, Fe y Alegría es un servicio público de iniciativa social y de administración privada. Pero la verdad es mucho más que eso y más hermosa que lo contenido en una fría definición técnica. Según el sacerdote jesuíta Luis Jiménez, su actual Director General, Fe y Alegría es una alternativa de promoción humana y una propuesta de desarrollo que ha demostrado su eficacia en los hechos.

Fe y Alegría nació un poco por casualidad, en un barriecito mísero de las afueras de Caracas, a donde los jóvenes universitarios iban como catequistas y para conocer la realidad de su país. En aquellas giras les acompañaba el sacerdote jesuita José María Vélaz.

En una oportunidad, uno de los pobladores, un pobre albañil, se dirigió al sacerdote con algún tono de reproche: "Está muy bien que vengan por aquí, pero ustedes ven cientos de niños por la calle. Pongamos una escuela". La idea pareció excelente al religioso, pero ¿dónde y cómo, con lo caro que es eso? "Muy sencillo, en mi casa", respondió el obrero. Y en un humilde ranchito, con cien niños sentados en el suelo para aprender las primeras letras, nació Fe y Alegría.

Desde entonces han transcurrido 38 años. Fe y Alegría se ha transformado en un vigoroso movimiento de animación y promoción social que se extiende a 12 países latinoamericanos y cuenta con más de 600 mil alumnos en 519 centros educativos que cubren desde el preescolar hasta la formación técnica.

"Nuestros pueblos sufren sus carencias de un modo tan agudo que no tienen tiempo de reflexionar, de analizar las causas de esas carencias y menos aún, de buscarles soluciones", señala el padre Jiménez. "Fe y Alegría ve y desencadena las potencialidades de nuestros pueblos haciendo que piensen en sus posibilidades de salida desde ellos mismos. Y contando con nuestro apoyo porque lo merecen, porque son sujetos de derecho".

Jiménez conoció Fe y Alegría cuando contaba con 3 mil 800 niños y no oculta su satisfacción al ver cómo ha crecido, aunque entiende que la mayor parte está por hacer. "Pero Fe y Alegría no pretende ser una solución ni una panacea", añade. "Nos conformamos con ser una propuesta y una alternativa y nuestro éxito ha sido poner en movimiento y comunicación las experiencias que tenemos en los diferentes lugares donde trabajamos. Y tratar de hacerlo contagioso".

Al principio fue la escuela

Fe y Alegría se identifica habitualmente con una escuela donde los niños reciben clases un poco más completas y complejas que en las otras escuelas. Pero ésta es una verdad a medias. Para Fe y Alegría la escuela es el pilar de todo un mundo que gira a su alrededor y un centro de proyección hacia la comunidad. La escuela es un punto de encuentro de muchas personas que tienen, por lo menos, un interés en común: la educación de los hijos. Además, suelen ser vecinos de los alrededores que más o menos se conocen, se tienen algún grado de confianza mutua, saben quién es quién, sobre todo en el área rural, hacia donde se orienta con mayor intensidad la vocación de Fe y Alegría.

Estos elementos bastan como infraestructura para edificar un sistema más complejo y más completo cuyo objetivo es el desarrollo integral de todos los miembros de la comunidad. Sólo hace falta un elemento animador con capacidad de convocatoria: generalmente, un grupo de religiosos/as que son también los maestros/as de la escuela.

"La compañía de Jesús es la fundadora, animadora y garante de Fe y Alegría" - aclara el Padre Jiménez -, pero trabajamos con 137 diferentes congregaciones religiosas católicas. Y también trabajamos con luteranos, judíos, bautistas y otras iglesias. Y con gente de derecha, de izquierda y de centro. Porque aquí el problema es el hombre y eso es lo que nos une: la lucha contra el hambre y los problemas que hay que enfrentar".

Campesino, aprende a leer

Fe y Alegría llegó a Los Lechecuagos en 1980 y una de sus primeras manifestaciones hacia afuera de la comarca consistió en llevar a los niños de las escuelas a participar en los desfiles patrios de septiembre, pero la experiencia fue un poco triste. Los niños sufrieron evidentes manifestaciones de hostilidad y desprecio por parte de algunos que se consideran superiores por haber nacido en la capital del Departamento de León.

"!Me los ningunearon!", exclama todavía indignada sor Celia Luz Monforte, religiosa de la Asunción y alcaldesa sin bastón de mando de la comarca. "Me los miraron por arriba del hombro. Algunos que se creen finos decían al verlos: `Ahí vienen los `jinchos' de Los Lechecuagos'".

Ante tal recibimiento, los niños regresaron a sus hogares llorosos, avergonzados y decididos a no participar nunca más en los desfiles patrios.

"!Ah, no!", brincó la sor Celia Luz al enterarse de esa decisión. "Ustedes son muy gente y tan buenos como los mejores en los desfiles y en lo que sea". Y con la complicidad entusiasta de los padres de familia, los niños ensayaron y ensayaron hasta desfilar mejor que los escuadrones del ejército teutón. Perfectamente uniformados, con los zapatos deslumbrando al sol de la mañana, en el desfile del año siguiente los `jinchos' de Los Lechecuagos fueron los que mejor lo hicieron.

Pero esa victoria no fue suficiente para los niños campesinos, que están muy orgullosos de serlo. Se esforzaron, estudiaron, se ayudaron unos a otros y en 1985 encabezaron el desfile por ser el conjunto escolar con mejor rendimiento académico. Desde entonces, no se han dejado arrebatar el lugar de honor.
"Ni se dejarán", asegura sor Celia Luz. "Estos niños ya no se sienten de menos ante nadie. A ellos les encanta esa canción que dice: `Campesino, aprende a leer; campesino, aprende a estudiar'. La cantan y se sienten identificados y con más brío para seguir estudiando. Además, se podría vivir sin los demás oficios y profesiones, pero no sin campesinos, que producen los alimentos para todos".

"La autoestima. Eso es lo más importante para Fe y Alegría", señala el padre Jiménez. "Fortalecer la autoestima, la propia identidad, las propias raíces. Después, su capacidad de producción, desde ellos. Y con esto se podrá adecuar la capacidad de relacionarse sin avergonzarse de sí mismos. Autoestima, producción, relaciones. Ese es nuestro proyecto".

Una organización sencilla

En el centro espiritual y educativo de la comarca se erige un templo blanco y lindo, la ermita de Nuestra Señora de Lourdes. A poca distancia se encuentra la vivienda que habita la pequeña comunidad de religiosas de la Asunción, que son como el motorcito imparable de Fe y Alegría en los Lechecuagos. Un poco más allá se encuentra el colegio María Eugenia, el más grande y mejor dotado de la comarca, donde estudian 400 niños.

En una plazoleta se levanta un pequeño edificio que cobija la administración de los variados proyectos que se impulsan bajo el paraguas de Fe y Alegría. También, un pequeño comisariato, un taller de costura y una especie de "sancta sanctorum" donde se protege la computadora y la fotocopiadora, ambas de reciente adquisición.

La fotocopiadora se utiliza para hacer muchas copias de las planas de caligrafía, de manera que los niños practiquen constantemente para adquirir una letra elegante y bien formada, como corresponde a las personas cultas que serán dentro de algunos años. "No van a salir de aquí escribiendo con letra de imprenta. Eso es no saber escribir". Sor Celia Luz no se conforma con la mediocridad. También se sacan fotocopias para facilitar los exámenes en los once centros que maneja Fe y Alegría en la comarca.

En cuanto a la computadora, se utiliza para mantener actualizados los censos de la comarca, con las características de sus habitantes y todos los detalles necesarios para saber cuándo escolarizar a uno y cuándo vacunar a otro. Y para mantener al día la información económica de los variados proyectos que se impulsan y que necesitan contabilidad clara y eficiente.

Un banco pobre para pobres

Al recorrer la comarca llama la atención que prácticamente no haya parcelas ociosas. A pesar de que la erupción del Cerro Negro aún está reciente, los campos están cultivados y un alegre color verde tapiza la tierra, con la sola interrupción de cintas de un feo color plomizo que dividen un cultivo de otro. El color gris es el de la arena que arrojó el volcán.

En Los Lechecuagos casi todos los campesinos han podido sembrar porque han tenido acceso a financiamiento mediante un proyecto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) - tramitado por Fe y Alegría -, que promueve la formación de pequeños bancos comerciales con flexibilidad para realizar las habilitaciones y prestar así un servicio realmente útil.

El "banco" de Los Lechecuagos se montó en base a una donación de 50 mil dólares. Cuando un campesino va a sembrar, se le conceden préstamos que oscilan entre 500 y 1,500 córdobas (83 - 250 dólares). Si el campesino solicita la cantidad máxima, se estudia con mucho cuidado el préstamo. No se pueden correr riesgos, porque la donación sólo llegó una vez y posiblemente no habrá una segunda oportunidad.

Además, la cantidad no se desembolsa de una vez, sino de a poquitos, en función de las necesidades agrícolas. Primero, una cantidad para la preparación de la tierra, después otro poquito para la adquisición de las semillas, más tarde para los fertilizantes y plaguicidas. Y así, poco a poco, hasta totalizar el crédito. En todo caso, los campesinos procuran solicitar el crédito más bajo posible, porque saben que lo tienen que devolver.

Porque una de las características de estos pequeños bancos consiste en que no se condonan las deudas, pase lo que pase. Los préstamos se realizan a un interés del 8% anual, tasa definida por los mismos campesinos que solicitan el crédito.

Para acceder a estos préstamos hay dos condiciones fundamentales: ser originario y residente de Los Lechecuagos y no tener deudas. La devolución de los créditos se ajusta a los ritmos y tiempos de la vida campesina. No se cobra en función de los 30-60-90 días habituales en la contabilidad urbana, sino "cuando" mate el chancho", "cuando venda la cosecha" o "cuando haya parido la vaca".

En una comarca tan pequeña, donde todo el mundo se conoce y la distancia más larga equivale a dos horas de camino, esos acontecimientos no pasan desapercibidos y hay pocas posibilidades de esquivar el pago. Además, como son pobres, los campesinos de Los Lechecuagos son honrados y por lo tanto, buenos pagadores.

Las "granjas modelo"

Hasta los años 50, los Departamentos de León y Chinandega eran un vergel de frutales y producción diversificada. En aquellos años los Estados Unidos se involucraron en la guerra de Corea y cuando temieron perder los riquísimos algodonales de la península asiática, fijaron su rapacidad en las feraces tierras del Occidente nicaragüense.

Como consecuencia, las naranjas y los aguacates de aquella zona, famosos por su sabor y su tamaño, desaparecieron. Los árboles que los producían fueron sacrificados al dios algodón. Se olvidaron las antiguas técnicas de las parcelas campesinas, que producían de todo un poco: chanchos, frutas, gallinas, frijoles, sorgo, maíz, leche, hortalizas y palomas. Un microcosmos capaz de producir mucho más de lo que se consumía, con dueños que nunca estaban del todo mal, porque siempre tenían algo que ofrecer a la sociedad.

Cuando toda la herencia de sabiduría, técnica y ecología heredada de los antepasados se había perdido, el algodón bajó bruscamente de precio. Y ahora hay que recuperar, como se pueda, los métodos antiguos. "El monocultivo nos ha maleducado", se lamenta sor Celia Luz. "El campesino se ha acostumbrado a salir adelante cultivando un solo producto y ya no quiere saber nada de trabajar en varios rubros".

Para enfrentar esta situación, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) está impulsando el proyecto "granja modelo" para campesinos cuyas propiedades oscilan entre una y 10 manzanas (manzana = 0.7 hectáreas), que estén dispuestos a diversificar su producción. A éstos se les habilita hasta por 40 mil córdobas (6,600 dólares). No ha sido fácil romper con los hábitos creados en los últimos 40 años, pero el campesino entiende rápidamente que no es conveniente "poner todos los huevos en la misma canasta". Y el proyecto va avanzando, bajo la supervisión de Fe y Alegría.

ASÍ FUNCIONA

Una gran parte del trabajo de Fe y Alegría es el sistema de educación formal. Su principio básico de acción es desarrollar alianzas entre Fe y Alegría, el Estado y la comunidad para proporcionar educación de calidad a niños pobres.

Normalmente, en las escuelas de Fe y Alegría el Ministerio de Educación paga el salario de los maestros, las comunidades participan en la construcción y mantenimiento de la escuela, Fe y Alegría capacita y supersiva a los maestros - en algunos casos los selecciona - administra la escuela y coordina actividades para que la escuela funcione como un centro de desarrollo de la comunidad.

(Del informe sobre Fe y Alegría delInstituto para el Desarrollo Internacional de Harvard).


Los Consejos Consultivos

Las religiosas de La Asunción son el motorcito imparable de Fe y Alegría en la comarca de Los Lechecuagos. Para irradiar las orientaciones hasta las más alejadas comunidades cuentan con una pequeña institución local: los Consejos Consultivos.

Estos Consejos Consultivos están integrados por dos o tres personas de cada uno de los 17 sectores de la comarca. Sus funciones son variadas: se ocupan de que el centro escolar de su sector este en buen estado, de que los niños tengan el material escolar a su debido tiempo y de la distribución del vaso de horchata con su correspondiente "supergalleta" entre los alumnos.

También son responsables de otras muchas actividades: cloran los pozos de donde se extrae el agua, para evitar enfermedades. De hecho, en Los Lechecuagos todavía no se ha registrado un sólo caso de cólera. Algunos dicen que esto se debe a que la arena del volcán contiene algún componente que no permite la proliferación del virus. Aunque no es imposible que eso ayude, es seguro que el celo y la diligencia de los 58 integrantes de los Consejos Consultivos ayudan mas todavía.

Entre sus funciones se incluye también estudiar y aprobar las solicitudes de crédito y dar seguimiento al buen uso de los financiamientos. Los integrantes de los Consejos Consultivos se escogen en asamblea de los vecinos de un sector, que proponen a las personas que consideran más responsables. Las mujeres están bien representadas en los Consejos: aproximadamente la mitad de sus integrantes son mujeres.

El Consejo Consultivo tiene una reunión ordinaria al mes y extraordinaria siempre que es necesario, cuando hay que resolver algún imprevisto. Estas reuniones absorben el tiempo de los consejeros y eso hace que muchas personas no estén interesadas en llegar a serlo. Quizá es ése el motivo por el que las mujeres participan con mayor entusiasmo que los hombres: no hay retribución económica, pero sí moral.

La clave: la mujer organizada

El padre Jiménez reconoce que Fe y Alegría no sería ni el 10% de lo que es actualmente sin el aporte desinteresado y entusiasta de las mujeres. "Como los jesuitas rectoramos esto, los puestos mas altos están copados por hombres, qué se le va hacer" - reconoce con resignación -, pero de puestos más altos hacia abajo son las mujeres las que sacan esto adelante".

Y pasa lista a una interminable multitud de mujeres, la mayoría monjas que, a la manera de Santa Teresa de Jesús, bien pudieran llamarse "varones y de los muy barbados.

Un caso. En Ciudad Bolívar, Guayana, Venezuela, surge la necesidad y la posibilidad de construir una escuela, pero hacen falta albañiles. También existe la posibilidad de realizar un curso de albañilería de 840 horas, un curso serio, con título y todo. ¿Quién se matricula? La comunidad, reunida en asamblea, guarda silencio. Los hombres miran hacia otro lado o bajan los ojos. Tratan de aparentar que la cosa no es con ellos. Hasta que se levanta una mujer: "Ya que los hombres no son capaces de hacer la escuela de sus hijos, la haremos las mujeres". Nada menos que 19 mujeres se recibieron de albañil, entre ellas monjas.

Otro caso: En Paraguay, sor Marta Ramos, profesora universitaria, con un importante salario en dólares, mujer sofisticada y de elevadísimo rango intelectual. Renuncia a todo eso y se va a meter a las villas-miseria llevando de la mano a Fe y Alegría. Cuando se necesita algo, ella conoce a todo el mundo. Si alguien no ha sido alumno suyo, es padre de un alumno suyo, amigo de un alumno suyo o algo de algún alumno suyo. El caso es que siempre encuentra el camino para llegar hasta la persona que toma la ultima decisión y lograr que sea favorable a Fe y Alegría. Sor Marta Ramos, como los personajes bíblicos elegidos por Dios, ha cambiado su nombre. Ahora la llaman Sor Ciclón.

Otro caso: Poco antes de morir, el fundador de Fe y Alegría comentó a sus colaboradores mas cercanos: "Aún no hemos llegado a los mas pobres de entre los pobres, a los mas despreciados: los indígenas". Como en un testamento dejó esta tarea a sus continuadores, que enfrentaron el reto con entusiasmo, empezando por lo que estaba más cerca: la cuenca del Amazonas. Actualmente ya son 20 los centros entre comunidades indígenas.

Entre las pioneras de este trabajo, una monja llega a una comunidad que atraviesa una situación especialmente difícil. Sus apenas tres mil miembros sufren toda clase de epidemias y desnutrición. Son pocos, mueren muchos y la endogamia hace que una buena parte de los que van naciendo tengan el labio leporino, lo que es considerado por la comunidad como una forma de manifestación diabólica. El defecto físico condena a muerte al recién nacido para proteger a la comunidad de los supuestos efectos maléficos de los que es portador.

La religiosa se aproxima a la comunidad sin presionar, acompañando, sin hacer ruido y la comunidad acepta su poco agresiva presencia. Hasta que llega un día en que nace un bebé con el labio leporino. Antes de que lo sacrifiquen, la religiosa reclama al pequeño: "Yo tengo una magia mucho mas poderosa. Dénme al niño, que no tengo miedo al demonio". Y consigue que se lo den. Rápidamente viaja a Caracas, donde el niño es operado. Unas semanas después, la religiosa regresa a la comunidad llevando consigo al niño con su boquita perfecta. Gran fiesta en el pueblo: hay un poder mas poderoso que el de los demonios.

A partir de ese momento, la comunidad escucha respetuosamente las indicaciones higiénicas y nutricionales de la poderosa hechicera. Entretanto, filólogos de la Universidad de Caracas se acercan a la comunidad para transcribir en grafismos los sonidos propios de su idioma hasta lograr un alfabeto capaz de recoger toda la riqueza de sus tradiciones, sus ritos, sus mitos y toda esa sabiduría ecológica que las comunidades supuestamente primitivas conocen tan bien y que nuestra civilización autodenominada moderna ignora totalmente.

"Llegamos a esas comunidades sin imponer nada", puntualiza el padre Jiménez. "Vamos a acompañar. No podemos imponer el calendario escolar del Ministerio de Educación de la capital en una zona donde la vida se rige por la caza, la cosecha, la pesca y la fiesta. Hay que seguir su ritmo. Dejarles que acepten lo que consideren conveniente de lo que podemos ofrecerles. Y aprender de lo mucho que pueden enseñarnos".

ASÍ SE ORGANIZA

En los países, regiones y centros, la organización de Fe y Alegría está estructurada en base a principios de autonomía funcional. Aun cuando el movimiento fue fundado por la Compañía de Jesús, participan hoy en día muchas otras congregaciones religiosas y seglares. La mayoría de los maestros no son miembros de una congregación religiosa. En 1991, sólo el 6% de los maestros y directivos eran religiosos. Los centros nacionales tienen acuerdos con los Ministerios de Educación. Son también parte de una federación, Fe y Alegría Internacional, que está reconocida como organización consultora de la UNESCO y la UNICEF y del Consejo Social de Naciones Unidas.

(Del informe sobre Fe y Alegría delInstituto para el Desarrollo Internacional de Harvard).


Una vocación antigua

En el siglo XVI la Compañía de Jesús inicio en lo que actualmente conocemos como Paraguay el más hermoso proyecto de la colonia: las reducciones guaraníes. En su momento, las reducciones eran una especie de cooperativas de indios que trabajaron la tierra con el amor y la eficiencia de quien trabaja la propia huerta, porque era de ellos. Y con los jesuitas acompañando y rectoreando el trabajo.

El proyecto debía de ser realmente bueno y exitoso, porque los encomenderos de los alrededores, los ricos, lo miraron con odio: era un mal ejemplo para los indios esclavos, y disminuía las posibilidades de disponer de más mano de obra india esclavizada. Por añadidura, las reducciones eran mucho mas productivas que las plantaciones trabajadas en sistema de esclavitud.

Pero lo peor de todo era que los insolentes jesuitas demostraban con hechos una verdad que nadie estaba interesado en conocer: los indios tenían alma, eran seres humanos, no animales. Eran capaces de construir su futuro con sus propias manos con una sola condición: que no se les estorbase. Mejor aún si se les ayudaba un poquito para integrarse a la nueva realidad que se les había venido encima. Acerca de esta experiencia y de su desenlace trágico se realizó hace pocos años una excelente película: "La misión", protagonizada por Robert de Niro.

El padre José María Vélaz era un gran enamorado de las reducciones del Paraguay y de alguna manera se inspiró en ellas para fundar Fe y Alegría. "Lo mas importante de las reducciones era que daban esperanza concreta de vivir mejor. Ojalá que con Fe y Alegría podamos hacer lo mismo: dar esperanza tangible de que vamos a vivir un poquito mejor", comenta el padre Jiménez.

Empezar a vivir mejor

Pero, ¿en qué consiste vivir mejor? Para los vecinos de Los Lechecuagos, vivir mejor significa, entre otras cosas, garantizar un futuro más feliz y más elevada cultura a sus hijos. Y para conseguirlo, no reparan en medios. Cuando iba a comenzar el año escolar, los padres de la comarca dispusieron que ellos iban a definir con qué libros de texto estudiarían sus hijos.

Se informaron, se asesoraron, viajaron para ver y comparar y se decidieron por los textos de cierta editorial reconocida por su calidad pedagógica, pero también por sus precios más altos. Ese detalle no importó. Los padres vendieron chanchos y gallinas, solicitaron un crédito y los libros llegaron a la comarca. Ahora, estos niños campesinos nicaragüenses estudian en los mismos libros que los niños de clase alta de cierto país desarrollado. Naturalmente, las gestiones se realizaron al amparo de Fe y Alegría.

Pero no sólo interesa el nivel cultural. Para ser cultos hay que estar bien alimentados. Con el estómago vacío no se estudia bien. En consecuencia, tras realizar diferentes gestiones, se logró elaborar una "supergalleta" con ingredientes "explosivos": cereales, minerales y vitaminas suficientes para mantener en pie y funcionando al más inquieto de los niños. La "supergalleta" se acompaña con un refresco de fórmula especial, que no es una simple meriendita, sino un levantamuertos.

Con esos dos alimentos suministrados a los niños una vez al día se han terminado los dolores de estómago producidos por el hambre y los desmayos en clase por el mismo motivo. Sin embargo, no hay satisfacción completa por los resultados obtenidos. Todavía hay 139 niños que presentan problemas de desnutrición, ¡sobre una población infantil superior a los 3 mil niños! En el país, aproximadamente, 60 de cada 100 niños presenta algún grado de desnutrición.

Los niños de la comarca asisten a clases perfectamente uniformados. Sus uniformes se elaboran en el taller de costura de la comunidad, donde también se cosen los uniformes de los maestros - pantalón café claro para todos, blusita blanca de grandes lunares rojos para ellas y camisas de rayas rojo y crema para ellos - y alguna otra ropa necesaria en una comunidad tan numerosa. Todo bien elaborado, con buen gusto, fino acabado y precio favorable.

Tierra buena para la yuca

Para vivir mejor hay que producir y en Los Lechecuagos, por las características del suelo, se da muy bien la yuca. Por eso se realizaron las gestiones necesarias - a través de Fe y Alegría - para instalar un taller procesador y producir almidón, con lo que se da trabajo permanente a 5 personas.

La yuca es un alimento muy popular y muy apreciado, infaltable en algunos platillos típicos como el vigorón, el vaho o la sopa de res. Además, con su almidón se fabrican un sinnúmero de productos: cartón, pastillas, pegamento, plagatox, el cucurucho de los sorbetes y muchas cosas más. Se precisa un quintal de yuca para producir 18-20 libras de almidón y el bagazo sirve como alimento para el ganado. Nada se pierde.

El problema se plantea ante las oscilaciones de precio que sufren en el mercado la materia prima y el producto derivado. El precio de un saco de yuca varía: de 4 a 120 córdobas(de 65 centavos a 20 dólares). El precio del almidón, puede estar entre 80 y 300 córdobas (entre 13.50 y 50 dólares).

Desde la erupción del volcán hay otro problema más radical: todas las plantaciones de yuca fueron arrasadas por la ceniza y actualmente la planta procesadora se encuentra paralizada por falta de materia prima. Pero ese problema se va a resolver muy pronto: apenas se enfriaron un poco las cenizas, los campesinos de Los Lechecuagos, amparados, apoyados y promovidos por Fe y Alegría volvieron a sembrar yuca y próximamente recogerán la primera cosecha.

La cosecha humana

Fe y Alegría llegó a Los Lechecuagos hace 13 años y ya empieza a recoger la cosecha mas difícil y hermosa que se pueda imaginar: la cosecha en seres humanos mejores, más generosos, más sanos y más cultos que sus padres.

En el cuerpo docente de los 11 centros educativos de la comarca se han integrado 10 maestros que cursaron en la comarca la Primaria y la porción de Secundaria que allí pueden estudiar. También hay varios universitarios que se plantean seriamente regresar para ser profesores de Secundaria y contribuir a elevar el nivel de sus vecinos. Un sueño realmente transformador hecho realidad: el hijo del campesino, egresado de la Universidad, ayudando a sus hermanos a ser mejores, a elevarse.

Hay una cosecha menos palpable pero quizá mas importante: la cosecha de atreverse a soñar y tener buenas razones para creer que los sueños no son sólo sueños, que los sueños pueden y deben convertirse en realidad. Y ¦os Lechecuagos es una comarca donde la gente se atreve a soñar en grande, porque ya materializó una parte considerable de lo que parecía imposible hace unos pocos años.

Entre los sueños está la electrificación de la comarca, un proyecto que significaría mejores posibilidades para el estudio, el trabajo intelectual y la recreación, muy difíciles hasta ahora.

Pero, sobre todo, significaría agua. En la comarca, los pozos están a 100 y 200 varas de profundidad. No hay forzudo que pueda sacar un balde de agua desde esas simas. Para hacerlo se necesita la ayuda de animales de tiro que extraen el agua desde las profundidades de la tierra, mediante gruesas e interminables sogas, caminando distancias de hasta más de dos cuadras. Con electricidad se podría incorporar un motor a cada pozo y el agua llegaría fácilmente a los usuarios.

Otro sueño es la construcción de viviendas: una casita para cada núcleo familiar. Por ahora hay un gran déficit habitacional. En una sola vivienda se hacinan personas de diferente sexo y edad, con relaciones de consanguinidad cercanas o remotas, lo que genera conflictos y dificultades que podrían resolverse muy fácilmente con un puñado de casas.

Forjar forjadores

Y un sueño más. Quizá el mas ambicioso: la normal, donde formar a los nuevos maestros.

La enseñanza en Los Lechecuagos tiene un problema: sólo llega hasta Tercer Año. Serían necesarios dos cursos más para completar la Secundaria, pero por ahora no hay instalaciones físicas donde albergarlos: hay que construir algún edificio. Y se iniciaron las gestiones para lograr las instalaciones y cumplir con las normas administrativas correspondientes.

Pero de pronto, surgió una interrogante: ¿qué hace un joven bachiller que no logra cupo en la Universidad? Esa pregunta hizo replantearse el problema: un joven egresado de una Normal puede ejercer su profesión. Además, como los alumnos de Los Lechecuagos aprenden mecanografía, su título de maestros les abre más perspectivas laborales. Y por añadidura, pueden ingresar en la Universidad para continuar estudios superiores.

CON LOS PADRES

Fe y Alegría asigna a la comunidad de madres y padres un papel más importante que el que les asignan las escuelas tradicionales. Esto incluye explicarles lo que Fe y Alegría trata de hacer por sus hijos y solicitar su apoyo, al mismo tiempo que asegurar que la escuela apoye actividades comunitarias y el desarrollo de la comunidad. En su sentido muy real, Fe y Alegría ha abierto la escuela a la comunidad, no sólo para pedir su apoyo para reparaciones de la escuela y para fondos de matrícula, sino identificando nuevas formas en las que las comunidades pueden ayudar a sus escuelas a alcanzar su misión. También, identificando nuevas formas en que la escuela apoye el desarrollo de la comunidad. Y así, las escuelas son centros de varios programas educativos y sociales para padres y miembros de la comunidad.

(Del informe sobre Fe y Alegría delInstituto para el Desarrollo Internacional de Harvard).


En estos momentos la comunidad trabaja para conseguir que la Normal se instale en la comarca, donde los futuros maestros tienen 11 centros educacionales donde realizar sus prácticas. Sería esta la primera Normal de Nicaragua instalada en el área rural. Y es precisamente en el campo donde se encuentra lo mas prometedor del país, lo que puede hacer que Nicaragua progrese y se desarrolle: los campesinos. Sería muy importante para Nicaragua contar con maestros nicaragüenses formados en y para el campo.

Una vida difícil

Las esperanzas y los sueños son muchos, pero la vida no es fácil en Los Lechecuagos. La vida se desarrolla bajo la sombra amenazadora del volcán. Su última erupción arrojo incalculables miles de toneladas de una arena que cubrió todo y arrasó con todo.

Al recorrer la comarca en algunos puntos cercanos al cráter, surge de entre las cenizas una vegetación familiar pero ininteligible, plantas que resultan conocidas pero que no se logran reconocer. Hasta que alguien explica: son las copas de árboles altísimos que sólo asoman unos pocos palmos sobre el suelo. Resulta difícil reconocer un eucalipto cuando todo su tronco y casi todas sus ramas permanecen sumergidos varios metros bajo las cenizas.

Tras casi un año de lluvias y viento, la arena se ha compactado bastante, pero las llantas del carro revuelven las partículas más finas de la superficie y tras unas horas de recorrer la comarca, se adhiere a la piel una molesta película gris, de tacto áspero y desagradable.



Los bueyes de la comarca han sufrido el deterioro de sus cascos, porque caminan largas jornadas sobre una arena que parece lija. Para que puedan seguir trabajando, los pobladores pegan una suela de goma en las patas de los animales. Pero para cuando se entendió el problema y se buscó una solución, la mayoría de los bueyes de la comarca tenían ya sus patas prácticamente destruidas.

A los problemas procedentes del volcán y la arena hay que añadir las dificultades propias de la vida campesina: que si llovió poco o demasiado, que si el viento dobló las plantas, que si los precios están altos a la ahora de la compra y bajos a la hora de la venta. A pesar de todo, en la comarca de Los Lechecuagos se mira al futuro con fe y alegría.

En Nicaragua

Fe y Alegría llegó a Nicaragua en 1974, por el terremoto de 1972.

Desde comienzos de 1993 asumió la dirección de Fe y Alegría en Nicaragua el sacerdote jesuita Jesús Fernando Hergueta. Su primera tarea fue reunir a los responsables de los diferentes proyectos y durante tres días, conocerse, conocerlos y elaborar un plan de trabajo para los siguientes tres años. "El problema que se nos ha planteado es que el plan trienal se nos ha llenado en un mes", se lamenta en broma el padre Hergueta.

El plan trienal incluye la construcción de 100 aulas de clase. Las primeras 30 tendrían que estar listas en 1994 y su objetivo sería consolidar los centros educativos que ya existen. El plan pretende culminar el trienio con capacidad para atender a 20 mil alumnos.

De momento, se cuenta con el financiamiento, el diseño y los planos para las primeras 30 aulas. "No ha sido difícil conseguirlo", explica el padre Hergueta. "Fe y Alegría es conocida internacionalmente, tiene un nombre y se ha ganado la confianza de organismos y gobiernos". Y es más conveniente negociar un paquete de ayuda para 30 aulas que buscar financiamiento para cada uno de los proyectos por separado. Esa es otra de las múltiples tareas de Fe y Alegría: organizar paquetes para buscar ayuda y servir como garante de que los fondos serán bien utilizados.

Esas aulas serán destinadas a centros docentes a los que les hace falta poco para completar un ciclo académico. En esa situación se encuentran centros de Ocotal, Estelí, Ciudad Sandino, Mateare, Diriamba, León y Chinandega. En todos estos lugares se necesita más de un aula. En Estelí, por ejemplo, hacen falta cinco.

Una oferta diferente

Centros escolares ya existentes quieren adherirse a Fe y Alegría, con lo que la meta prevista para el trienio se vería superada muy por arriba. "Cuando se solicita la adhesión a Fe y Alegría es porque se sabe que tenemos algo que ofrecer. No dinero, pero si otras cosas", reflexiona el padre Hergueta.

Cosas como capacitación permanente a los maestros, aspecto en el que Fe y Alegría es líder en varios países latinoamericanos, con una experiencia acumulada que se transmite de un país a otro.

O animación social, capacidad de movilizar las mejores cualidades de cada uno de los miembros de la comunidad para lograr una vida mejor para todos. O la imaginación de todos sumada y multiplicada por el intercambio de experiencias, siempre diferente y, por eso mismo, siempre enriquecedora, con algo aplicable a la propia realidad y con algo que ofrecer a los demás.

Y un aspecto más: la formación integral de los jóvenes. No sólo aprender a leer y a escribir, sino aprender a vivir, que es más difícil. Aprender a respetar el derecho ajeno - que trae la paz -, a ser útiles y serviciales.

Fe y Alegría de Nicaragua tuvo un crecimiento vertiginoso durante sus primeros años. Posteriormente tuvo altibajos: temporadas de gran actividad seguidas de períodos de apatía. En los últimos años el movimiento casi se había detenido.

Pero llegó un momento en que se sintió la necesidad de relanzar Fe y Alegría. El país se encuentra en una situación tan terrible que no puede permitirse el lujo de dejar dormir a ninguna de sus instituciones de beneficio social. Y se anunció el relanzamiento en acto solemne, con la presencia en Managua de los embajadores, de los países donde trabaja Fe y Alegría y de los medios de comunicación nacionales.
"Pero me parece que con este relanzamiento hicimos mucho ruido, porque tenemos muchas solicitudes de colaboración y adhesión. Tantas que nos ha sobrepasado", comenta el padre Hergueta. "El problema es dar atención a todo eso, pero ya nos arreglaremos de algún modo".

Los sueños realidad serán

El padre Hergueta ve Fe y Alegría llena de posibilidades para contribuir a la solución de los muchos problemas del país. Entre las cosas que todavía permanecen en el ámbito de los sueños, pero con vocación de proyecto, hay una emisora de radio.

"Fe y Alegría nació en el ámbito de la educación formal, pero la realidad nos muestra que hay mucho que hacer en la educación no formal" - señala -. Y por eso, la radio es un medio perfecto".

Un medio para ayudar a los maestros de Fe y Alegría, y a los que no lo son, a ser mejores maestros, y a la ciudadanía en general, con consejos útiles para la vida diaria. También una revista, aunque sea mimeografiada, para comunicar a los integrantes de Fe y Alegría entre sí, para ayudarse mutuamente y para que sirva un poco como unidad de primeros auxilios espirituales cuando alguien siente que se desalienta, cosa que ocurre hasta cuando se trabaja con Fe y Alegría.

Pero sobre todo, sueños con niños. Niños de la Costa Atlántica, a donde no ha llegado el movimiento, "pero tiene que llegar pronto", como dice el padre Hergueta. "No por ir a la Costa, sino porque ésa es nuestra vocación: lejos de las ciudades, en zona aislada y rural, y con minorías étnicas".

Y los niños de la calle, que tanto abundan en Nicaragua. Porque aunque estos niños están en plena ciudad y el lema de Fe y Alegría asegura que su función comienza "donde termina el asfalto, donde la ciudad cambia de nombre, donde no llega el agua, ni la luz, ni los servicios", a ellos no llegan ninguna de las ventajas de la ciudad. Sólo sus inconvenientes.

Y talleres técnico-vocacionales para brindar a los jóvenes una formación que les facilite acceder al empleo. Y lograr que cada escuela de Fe y Alegría proyecte alegría y fe a su comunidad.

Y crecer sin permitir que se descuide el entusiasmo. Y...


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