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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 140 | Agosto 1993

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Nicaragua

Irresponsabilidad política ante el colapso económico

Las visiones que tienen de la crisis el gobierno, la UNO y el FSLN son simplistas e interesadas. No se puede seguir sometiendo al pueblo a la ruleta rusa del cortoplacismo político. En este final de 1993 todo el tambor del revólver tiene balas.

Equipo Envío

Nicaragua está de nuevo en una muy difícil encrucijada. Aunque cada tres o cuatro años sucede esto, la actual crisis se distingue de otras por su magnitud y alcances. No es sólo que se ha comenzado a cerrar la llave de la ayuda financiera internacional, sino que se precipita el colapso económico del país. Lo más grave es que ninguna de las fuerzas políticas ?UNO, FSLN o gobierno? trabaja realmente por una alternativa nacional de recambio al ya agotado modelo con el que el país funciona desde 1990. Nadie quiere continuar con él, pero nadie asume los riesgos de concertar una salida constructiva a la crisis nacional.

Vía libre a la presión norteamericana

La actual crisis alcanza toda su magnitud porque al agotamiento del modelo político y económico dominante se le ha sumado la presión estadounidense, congelando la asistencia financiera a Nicaragua, lo que tiene seguras repercusiones en el flujo de los préstamos provenientes de instituciones como el FMI, BID, BM y BCIE. Se precipita de este modo el colapso económico del país, que ya se perfilaba con claridad desde inicios de 1993.

En vez de encarar este colapso con una concertación nacional, éste aparece insoluble por la irresponsabilidad de todas la cúpulas
políticas. Ante la manipulación del Senado norteamericano, la parálisis política del gobierno y la aceleración de los juegos electorales de la UNO y del FSLN, unida a la voracidad por obtener o defender cuotas de poder, genera una situación de impotencia.

El Senado norteamericano percibe que en Nicaragua el camino está ya lo suficientemente "limpio" como para que el gobierno prescinda del colaboracionismo del FSLN y pueda asentarse un gobierno y un sistema político más claramente alineado a los restantes del istmo centroamericano. Esta percepción tiene vía libre porque la administración Clinton está tan enfrascada en sus enormes problemas internos y externos, que es incapaz de asumir el costo de defender a la administración Chamorro.

La presión del Senado norteamericano no es gratuita. La administración Chamorro había hecho con Estados Unidos compromisos de reforma política, cuando estuvieran lo suficientemente avanzadas las reformas económicas. Como los cambios políticos que ha efectuado se consideran mínimos, se le exige ahora implementarlos a fondo. El pretexto para esta exigencia lo dio el "buzonazo" de mayo en Managua, que permite sospechar que el gobierno de Nicaragua esté implicado con actividades de "terrorismo internacional".

La presión del Senado norteamericano desestabiliza económicamente al país, pues pretende no sólo bloquear los desembolsos de la cooperación externa estadounidense, sino también dificultar la negociación de Nicaragua con el FMI y enviar señales negativas a los países integrantes del Club de París.

¿Quién gana si colapsa el país?

Esta encrucijada sin salida nos ha puesto al borde del colapso. Pero, ¿quién se beneficia de la ausencia de salidas constructivas? Hasta ahora, el actual modelo económico, que mantiene sumido al país en la recesión, sólo ha beneficiado a un reducido grupo de empresarios, banqueros, comerciantes y especuladores, que han montado el gran negocio valiéndose de sus vínculos con el aparato estatal o de sus posiciones privilegiadas en él. Permitir estas actividades lucrativas ha sido un crimen económico contra el pueblo y la nación.

La derecha local parece no estar a la altura de lo que de ella esperan sus patrocinadores del Norte. No pasan de jugar con la pobreza de la mayoría de la población y con la vulnerabilidad de la economía después de tres años de creciente ortodoxia neoliberal y sometimiento a los financiadores internacionales. Ante la inminencia del colapso, ninguno de los integrantes del sistema político establecido parece estar a la altura del desafío que enfrenta la nación. Esto se expresa en las visiones simplistas e interesadas que sobre la crisis sostienen tanto el gobierno, como la UNO y el FSLN.

El continuismo económico y político del gobierno cierra las salidas y refuerza su respuesta represiva. Su total descrédito ante el pueblo por el fracaso de sus promesas de reactivación a la sombra del frondoso árbol del "buen vecino" yanqui y su incapacidad para ofrecer salidas concertadas, se suman a la irresponsabilidad de las cúpulas políticas opositoras. Existe una crisis de hegemonía, sin que surja una fuerza social y política capaz de aglutinar el consenso necesario para hallar una salida.

El "mal de Somalia" ?situación en la que los intereses particulares de los grupos políticos se anteponen a los intereses nacionales? parece haber infectado las defensas vitales de Nicaragua. En el drama actual, el problema no es si el gobierno cae o no, sino que el país y su población, mayoritariamente pobre, están siendo arrastradas al precipicio de la inviabilidad económica y de la ingobernabilidad política.

UNO: el problema es político

Según la UNO, la solución a la crisis es la reforma política o la intervención de los "cascos azules" de la ONU. Su meta es obtener mayores cuotas de poder en el sistema político, y mejor todavía, el poder total. Reducen la crisis a un problema político y más exactamente, a la ausencia de los dirigentes políticos de la UNO en las estructuras del gobierno. Su propuesta es simple: el gobierno debe deshacerse del "lastre político" del sandinismo, cumpliendo con una serie de condiciones norteamericanas:

- Retiro de su cargo, no sólo de Humberto Ortega, sino de todo el Estado Mayor del EPS y también de los mandos de la Policía y aplicación de la Ley Orgánica del Ejército en el plazo más breve.

- Devolución de la dirección de la Asamblea Nacional a la UNO, para establecer desde el Legislativo una nueva base de entendimiento con el Ejecutivo.

- Cambio del Gabinete de gobierno, especialmente del Gabinete Económico, limpiándolo de sandinistas e incluyendo a notables de la UNO.

- Nombramiento de un Contralor de la República que sea "potable".

- Reformas al Consejo Supremo Electoral y a la Corte Suprema de Justicia.

- Impulso decidido a la descentralización del Estado y privatización acelerada de los activos estatales.

- Resolución del problema de la propiedad, sustituyendo la actual compensación con bonos por la devolución de las empresas estatales a los confiscados. Esto lo relacionan a los cambios en el EPS y la PN.

UNO: más de lo mismo

Dentro de la UNO existen diferencias sobre cómo lograr las mayores cuotas de poder a las que aspiran. Por un lado, está la Unión Demócrata Cristiana, que trata de negociar una mayor presencia de la UNO sin excluir totalmente a los sandinistas. Los socialcristianos están dispuestos a compartir con el FSLN el poder. Por otro lado, están los extremistas del PSD de Alfredo César, que abogan por la exclusión total del sandinismo, amenazan con la desobediencia civil y claman por la intervención de los "cascos azules" de la ONU para imponer orden en el conflicto interno. Oscilando entre una posición y otra, está el alcalde de Managua, Arnoldo Alemán, que aspira a mayores cuotas de poder para la UNO, y para él en particular, manteniendo abierta la negociación con los sandinistas.

El grano de verdad en el planteamiento de la UNO está en que, efectivamente, cualquier solución a la crisis pasa por resolver las graves debilidades del actual sistema político. Pero esto no implica que una propuesta política que conduce a una mayor polarización del país, sea una solución viable.



Lo que cree la UNO

Cree la UNO que adueñándose total o casi totalmente del poder puede lograr un acuerdo rápido con el FMI, destrabar la cooperación externa de Estados Unidos y acceder a nuevos financiamientos con los que "honrar" los pagos programados de la deuda externa. Todo esto dentro de un continuismo del modelo económico, aunque con una aceleración radical del programa de reformas económicas, tal y como lo ha planteado el Ministro de Finanzas, Emilio Pereira. La UNO no tiene una propuesta económica y social diferente a la de la administración Chamorro. Y si accede al poder o a más poder se montaría sobre el mismo esquema de políticas económicas, aunque ya esté agotado.

La irresponsabilidad de la cúpula de la UNO se haría evidente apenas lograran realizar sus deseos. En primer lugar, el tiempo que Nicaragua tuvo para acceder a recursos externos extraordinarios ya terminó. Por esto, es insostenible mantener el actual esquema de política económica, basado en usar los recursos externos para importaciones masivas de productos de consumo y para pagar la deuda externa. Sólo en el primer semestre de 1993, las importaciones tuvieron que reducirse en un 20% por falta de divisas. Y el pago de la deuda externa programada es un 13% superior al valor de las exportaciones programadas, situación a todas luces insostenible.

En segundo lugar, para tener éxito la UNO, tiene que reactivarse la economía y la actual política económica ya demostró su incapacidad para lograrlo. Se necesita un cambio de fondo en el modelo económico, que limite el gasto en bienes importados de consumo, reorientando los recursos hacia la reactivación productiva, potenciando a la pequeña y mediana producción ? que son el grueso del sector privado nacional ? y a todos los que quieran invertir en la recuperación productiva del país y no sacar el dinero afuera. Apostarles a los actuales beneficiarios del modelo económico ? los banqueros, los importadores y los grandes comerciantes ? como lo haría la cúpula de la UNO ?, no es apostar a la recuperación del país.

La "propuesta política" de la UNO está en la mejor tradición de canibalismo político del país y es regresiva: intenta excluir a una fuerza política de tanto peso como es el sandinismo, lo que generaría mayor polarización e inestabilidad. Las presiones políticas de la UNO sobre el gobierno podrían alentar un golpe de Estado o abocar a una ingobernabilidad intolerable, peor que la actual. Propician una imagen de permanente conflicto político, enrareciendo un clima favorable para la inversión extranjera y para la local. Lo más probable es que los deseos de poder total de la UNO no logren concretarse, precisamente por los elevados costos sociales y políticos que implica este peligroso "golpe de timón".

FSLN: el problema es económico

Según el FSLN, la solución a la crisis es la reforma económica. Pero el FSLN utiliza esta retórica para reforzar su posición política y resolver sus disputas internas. La cúpula del FSLN ? tanto la dirección como los grupos dominantes del partido ? están pagando caro el apoyo dado en estos años a la política económica del gobierno Chamorro, apoyo que resumieron en esta frase: "Nosotros en el gobierno hubiéramos tenido que hacer lo mismo".

En un inicio, el apoyo al gobierno Chamorro pareció ventajoso. Le permitió a la cúpula del FSLN preservar lo que consi? deraba las "conquistas de la revolución": la dirección del EPS y la Policía, el esquema de propiedad instaurado después de la "piñata", la participación en el proceso de privatización, y cuotas de poder en la Asamblea Nacional, en la Corte Suprema de Justicia y en el Consejo Supremo Electoral. "Eje estabilizador" se llamó a la alianza de la cúpula del FSLN, del EPS y del Ejecutivo.

Para los sandinistas que protagonizaron esta alianza, todo lo demás era suceptible de ser negociado, incluso "sacrificado". En 1992, y al acercarse el cumplimiento del calendario de reformas políticas acordado entre Estados Unidos y la administración Chamorro, la alianza empezó a resquebrajarse. A mediados de 1992, ya hubo que hacer cambios en la Policía Nacional. A finales del año, las relaciones FSLN?Gobierno estaban tan mal que Daniel Ortega llamó a una huelga general en contra del gobierno, que resultó fallida. Esto hizo crecer las desavenencias al interior del FSLN, entre los fieles al "eje estabilizador ?como Sergio Ramírez? y los "radicales" ?como Daniel Ortega?.

A inicios de 1993, el Ejecutivo resolvió su crisis en la Asamblea Nacional con la colaboración de la bancada sandinista, lo que dio oxígeno al continuismo de la alianza basada en el "eje". Esto explica que pese a su encendida retórica sobre la necesidad de cambiar el rumbo económico, el FSLN no presentó al gobierno una propuesta clara y coherente sobre ese cambio (ver envío 134). No faltaban las opciones o las alternativas. Pero la dirección del FSLN se negó a considerar una propuesta económica que pudiese implicar modificaciones del actual esquema político. Así, las críticas del FSLN a la política económica neoliberal están dirigidas a afianzar la base social sandinista, que sufre en carne propia las consecuencias de la crisis. A medida que 1993 ha ido avanzando, la certidumbre del colapso económico ha quitado cualquier asidero material al mencionado "eje estabilizador". La conexión entre la crisis y el modelo económico es tan evidente, que no deja espacio para más ilusiones o espejismos.

DATOS SOBRE LAS CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE DIVISAS

* La brecha desfinanciada implica el colapso del modelo económico. Al gobierno le hacen falta unos 200 millones de dólares para terminar 1993 y no tiene de dónde sacarlos.

* El gobierno intentó conseguir estos recursos en abril en el Club de París, pero sólo recibió unos 28 millones.

* La ultraderecha gringa aprovechó esta crisis para presionar por la instalación de un gobierno pro?norteamericano y para intentar barrer con la presencia sandinista, desestabilizando y polarizando más a Nicaragua.

* En su interior, el gobierno da por un hecho que no conseguirá las divisas necesarias para el funcionamiento normal de la economía según sus planes y ya decidió recortar bruscamente tanto el gasto en importaciones como el gasto público.

* La brecha desfinanciada de 200 millones de dólares enfrenta al gobierno a un dilema mortal. Está obligado a gastar las pocas divisas disponibles para impedir la especulación callejera actividad de los "coyotes" ? o a dejar de pagar su deuda con el FMI, el Banco Mundial y el BID.

* Si pierde control sobre los "coyotes", provocará una nueva ola de inflación. La intentaría controlar con sucesivas devaluaciones. El poder de compra de los asalariados bajó ya en un 15% en el primer semestre de 1993. Con esta nueva ola de inflación?devaluaciones bajaría aún más drástica y rápidamente.

* Si no paga su deuda con el FMI, el BM y el BID, no podrá conseguir apoyo financiero para 1994.

* El gobierno intentará salir de su dilema recortando aún más el gasto público y el financiamiento a la producción, y subiendo los impuestos indirectos, pero esto sólo profundizará la recesión.

* Las nuevas tendencias recesivas significarán menos producción y menos empleo. El gobierno captará menos impuestos y se ensanchará el déficit fiscal. Entrará en un círculo vicioso sin salida.


La propuesta del "Grupo de los 29"

Para los Secretarios Políticos Departamentales del FSLN y para el llamado "Grupo de los 29", que reúne a un creciente número de miembros de la Asamblea Sandinista y a intelectuales disidentes, se hizo amenazadoramente obvio, que "Alemán y la derecha están capitalizando el desgaste del gobierno y la crisis económica, mientras que el FSLN paga por los platos ajenos".

El "Grupo de los 29" se monta sobre el descontento de las bases partidarias, a las que no queda duda sobre la inoperancia e incumplimientos del gobierno. Los 29 pasan también la factura a los sandinistas del "grupo estabilizador" que, pese a lo obvio de la crisis del modelo económico y político, siguen fieles en su objetivo de apuntalar al gobierno como única salida viable y sin rupturas de la crisis.

El quehacer del "Grupo de los 29" se ha volcado más hacia lo interno del FSLN, preparando así la victoria de esta línea en el próximo Congreso partidario. Su propuesta de lucha por cambiar el rumbo de la política económica intenta capitalizar el desgaste del "eje estabilizador", con el fin de desplazar a las fuerzas de centro?derecha al interior del FSLN. Pero no se está planteando un esquema de modelo económico alternativo, sólo la mera oposición al actual.

Lo dramático en el FSLN

La actual encrucijada nacional ha sorprendido al FSLN ensimismado en las luchas intestinas de sus grupos de interés. El FSLN se encuentra sin preparación y sin coherencia para convertirse en factor que aglutine una salida nacional a la crisis. Lo más dramático en el FSLN es que la fuerza del "eje estabilizador" y la actual dirección partidaria siguen bloqueando cualquier intento de renovación política y organizativa, necesarias para crear un nuevo eje de convocación nacional alrededor de los principales desafíos del país.

Lo que existe actualmente en el FSLN es un grupo de centro?derecha debilitado, pero con fuerza institucional, que se mantiene aferrado al ya agotado esquema colaboracionista. Y un "Grupo de los 29", que aún no muestra la consistencia necesaria para constituir un equipo de recambio político que empuje una alternativa económica realista. Esta debe explicitar cuáles son los sujetos que pueden garantizar la reactivación productiva y cómo elaborar los criterios para enfrentar una negociación con los organismos internacionales, en la que Nicaragua logre acceso al financiamiento externo, pero con una flexibilización de la actual política económica. Pese a la permanente retórica contra el neoliberalismo, la presión de la base sandinista no ha cristalizado en una amplia discusión interna, que diseñe una propuesta económica alternativa coherente y realista.

Gobierno: fracaso del diálogo

El gobierno ha querido solucionar la crisis dialogando con la clase política, mientras se ensancha el abismo entre el poder político y los intereses reales de los finqueros, el campesinado, la pequeña y mediana industria y hasta los de sectores productivos de los grandes empresarios. Después de unas mil horas gastadas en el llamado "Diálogo Nacional", quedó claro para todos que ésta era una táctica dilatoria para postergar los conflictos y evitar los elevados costos que implica tomar decisiones cruciales en uno u otro sentido. La instrumentalización del diálogo como show político devaluó este mecanismo, llevándolo al fracaso.

El gobierno fue al "diálogo" sin muchos márgenes para ofrecer algo nuevo. No quería recomposiciones en su esquema de alianzas, ni tampoco iniciativas que impidieran el colapso de la economía. Bajo este esquema, paralizante por definición, las distintas fuerzas políticas que "dialogaban" se enfrascaron en una guerra palaciega, tratando de sacar únicamente ventajas particulares, cada uno "agua para su molino". Ninguno de los concurrentes apostó por el país, ninguno cuestionó el continuismo del agotado modelo económico y político ni planteó salidas de fondo a la crisis.

Historia de un aislamiento

El aislamiento gubernamental tiene historia. Se inició con el refinamiento con el que el Ejecutivo perfeccionó el aparato presidencialista heredado del sandinismo. Al comienzo esto fue un acierto. El enorme margen de discrecionalidad que se atribuyó el Ejecutivo permitió orientar la difícil transición de poder en un país altamente polarizado entre el FSLN y la UNO. Pero esta inicial virtud ? la meta era un proyecto de reconciliación ? se fue convirtiendo en un lastre y el Ejecutivo se aisló de la población. El afianzamiento del presidencialismo restó espacios a la necesaria democratización del sistema político, reduciendo el juego político a los arreglos de cúpula. Y como enseña la experiencia, la falta de democracia hacia afuera termina socavando la democracia hacia adentro.

El Ejecutivo excluyó primeramente al Banco Central, con el retiro de Francisco Mayorga a fines de 1990. Poco a poco, el Ministro de Finanzas, Emilio Pereira, adquirió preeminencia por la centralidad que el recorte del gasto público y el alza de los impuestos tenía en el esquema de negociación con el FMI. El Gabinete Económico se redujo y se separó del resto del Gabinete.

Con la renuncia de Silvio de Franco de la presidencia del Banco Central ? por ser marginado de las decisiones ? el eje de poder se concentró en el Ministro de la Presidencia, Antonio Lacayo y en el de Finanzas, Emilio Pereira. El Ministro de Cooperación Externa, Erwin Krüger, se mantuvo fiel a Lacayo, pero sin gran poder de influencia. Ahora, este mini?gabinete de la burguesía (Lacayo, Pereira y Krüger) también está dividido en cuanto a las opciones a tomar frente al colapso. Y una casa dividida no puede negociar con nadie.

Pereira?Krüger?Lacayo

Aunque es obvio que su receta no da resultados, el Ministro de Finanzas, Emilio Pereira, se inclina por mantener el mismo rumbo de la política económica, pretendiendo radicalizar más el proceso de reformas. Con esta tenacidad obtiene excelentes calificaciones ante el FMI y el BM.

Sin abandonar la ortodoxia, el Ministro de Cooperación Externa, Erwin Krüger, se inclina por un mayor gradualismo, moderando el ritmo de las reformas para lograr cierta reactivación después de haber alcanzado la estabilización. Esta reactivación daría a Nicaragua una mejor posición negociadora ante los países y organismos donantes. "Estabilización sin reactivación no sirve", advirtió ya Janet Ballantyne, representante de AID en Nicaragua.

El Ministro de la Presidencia Antonio Lacayo teme una rápida ruptura de su alianza con los sandinistas, pues podría desestabilizar el país y hacer fracasar no sólo toda reactivación, sino la estabilización y las reformas económicas. Pero Lacayo teme también una ruptura con el FMI y el BM, lo que le cerraría el acceso al financiamiento externo, tan crucial para mantener el nivel de importaciones. La reciente presión del Senado norteamericano agotó la posibilidad de que Lacayo siguiera jugando con dos cartas. Hasta ahora, el juego de Lacayo ha sido mantener el gradualismo en las reformas políticas y una constante y ya desgastada magia teatral para convencernos de que lo obvio no es lo real. Ahora quiere reeditar el éxito publicitario con el que introdujo el paquete económico de marzo de 1991, pero ya es imposible venderle al país una mayor dosis del mismo amargo purgante como si fuera dulce. En 1991 lo consiguió. Desde entonces, su capacidad de "creador de imágenes" se reduce en cada comparecencia pública.

Se resiste Lacayo a salir del aislamiento de la torre de marfil de su presidencialismo y a crear espacios democráticos y equipos de recambio capaces de cortar el nudo gordiano de la actual crisis. Su última iniciativa ? convocar a un foro de especialistas en economía ? queriendo importar así la exitosa imagen que logró Clinton, no busca fraguar un nuevo modelo económico para enfrentar el colapso. Nuevamente, las decisiones ya están tomadas en lo esencial.

Tras cerrar una tras otra las puertas para una discusión nacional y democrática, trata ahora de apadrinar mínimos ajustes al mismo modelo, esta vez en presencia de los especialistas. Es iluso pensar que si no se logró nada en las negociaciones con las más poderosas fuerzas sociales y políticas, se logre algo en este nuevo show con los economistas.

Nuestra apatía e inercia

El proceso de convocatoria del foro nacional de economistas, y nuestra propia reacción como profesionales a esa convocatoria, están estigmatizados con los los mismos rasgos del fracasado proceso de diálogo nacional.

En primer lugar, está el cortoplacismo de este foro. Hace más de dos años que economistas de distintas tentencias criticamos a la clase política por estar malgastando los 3 mil millones de dólares de ayuda y créditos externos que recibía, pero no hubo por parte del gobierno ningún intento de diálogo. Ahora llama al foro, cuando la sangre llega al río.

Pero los especialistas interesados en el rumbo de la economía también tenemos responsabilidades. No hemos podido reunirnos de manera autónoma para lograr algunos consensos mínimos sobre el modelo de desarrollo que necesita el país. La misma apatía, atomización e inercia que padece la clase política también nos toca a nosotros. En nuestra pasividad y separación de los sujetos potenciales de una reactivación, hemos sido iguales a los dirigentes políticos y sindicales, y a los líderes de las organizaciones rurales y urbanas.

No hemos abierto un espacio democrático y participativo en el seno de la sociedad. Sólo nos dedicamos a mirar hacia arriba, queriendo encantar al poder con nuestros conocimientos, pero no miramos a nuestro alrededor, para construir con nuestros colegas las propuestas que den expresión al potencial productivo de los finqueros y de la pequeña y mediana producción rural y urbana.

Abrir este espacio democrático y participativo es lo realmente importante, más allá del cortoplacismo del juego de imágenes del foro de economistas. Intentos anteriores en este sentido, o fueron bloqueados por la intolerancia del sistema político, o por nuestra propia falta de valor para evitar que la sangre llegara al río.

Entre otros intentos, en 1986, y después que el anterior gobierno había malgastado 7 mil millones de dólares en su modelo estatista, especialistas de distintas denominaciones lograron reunirse en la UCA para analizar a fondo los problemas del modelo económico de aquella época. Hubo consensos básicos sobre qué hacer para evitar la hiperinflación, pero fueron mal vistos por la Dirección Nacional del FSLN. La participación de economistas sandinistas con sus colegas de la oposición en una segunda reunión fue prohibida por la Dirección, lo que abortó la iniciativa.

A fines de 1987, cuando el CIERA convocó a una discusión sobre el Plan Berta ? cambio de la moneda ? éste fue acremente criticado por su inconsistencia. También esto cayó en saco roto. Entre 1988 y 1989, un grupo de especialistas realizaron evaluaciones críticas y proposiciones alternativas sobre el plan de corte monetarista de los sandinistas. Entre 1990 y 1992 se hicieron esfuerzos para advertir sobre la naturaleza recesiva y excluyente del aparentemente exitoso modelo económico. Las propuestas, lanzadas aisladamente, fueron desechadas por la clase política en su conjunto.

En el umbral del colapso, el tiempo perdido no puede ser repuesto en un par de días. Se necesita de un esfuerzo serio, sistemático, altamente profesional, y con la suficiente información y libertad de criterio, para generar propuestas de reactivación consistentes y realistas. Pero para que las propuestas puedan ser asimiladas en un espíritu constructivo, sin el menosprecio tradicional del poder, el sistema político debe despojarse de su carácter cerrado.
El rechazo del presidencialismo a un proceso de construcción de alternativas no debe paralizar nuevamente a los especialistas. No necesitamos el beneplácito del poder para entendernos. Urge consistencia y sistematicidad entre economistas de diferentes denominaciones, para empujar un proceso de consensos básicos sobre las salidas a la crisis. Como también urge que las propuestas elaboradas expresen el potencial de los sujetos productivos capaces de sacar adelante al país.

Jugarle limpio a Nicaragua

El riesgo inmediato del colapso económico, que la clase política no enfrenta con responsabilidad, ha multiplicado el discurso catastrofista. Y todos tratan de ver la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga en el propio. Lo que el pueblo y el país necesitan es que se les juegue limpio, reemplazando el agotado modelo económico, recesivo y excluyente, por uno que logre la recuperación con inclusión social. Las posibilidades son estrechas y reducidas, pero eso mismo obliga a intentar por primera vez una concertación socio?económica efectiva y realista, renunciando en ella a intereses políticos particulares. Existen salidas a la crisis, pero encontrarlas, y sobre todo aplicarlas, requiere de una voluntad política de colaboración que desbloquee el actual estancamiento político, y de un apoyo decidido a la producción para lograr la reactivación.

Concertación política real

El costo político y económico de sostener el actual esquema de poder exige un cambio del sistema político, eliminando los "lastres políticos" de presidencialismo y los amarres políticos restringidos, dentro de un esquema de ampliación de la democracia y de regulación del mercado, concertando internamente los cambios. Esta coherencia interna se convierte en un imperativo nacional para enfrentar las presiones estadounidenses y las condiciones de los organismos financieros internacionales.

Ni el gobierno de Estados Unidos ni el FMI se decidirán nunca a darle a Nicaragua un espacio viable como nación. Esa es una tarea que compete a los nicaragüenses, que deben elaborar con solidez su propia agenda. Cabe preguntarse si el agotamiento y total descrédito del actual gobierno, le deja margen para encabezar un cambio de rumbo. Son momentos de audacia y de la suficiente vocación nacional como para efectuar las reformas necesarias. De no hacerlo, lo mejor que puede hacer el actual gabinete de gobierno es dejar la casa en orden a uno nuevo que sí tenga el consenso requerido para enfrentar esta tarea.

Las principales iniciativas a nivel político serían:

- Cambiar el sistema político para superar el presidencialismo. Esto implica restaurar los poderes del Estado, quebrando el total secretismo que impera en el Ejecutivo.

- Eliminar la excesiva centralización e impunidad que el Ministerio de Finanzas ha logrado bajo la sombra del presidencialismo. Desde el punto de vista de la ingobernabilidad del país, es inadmisible que el Ministro de Finanzas actúe como un representante o agente de los financiadores internacionales, sin que la nación tenga oportunidad de hacer prevalecer su mandato en estas negociaciones.

- Delimitar las reglas para el diseño y elección de la política económica participando en esto el Gabinete económico y social, la Asamblea Nacional y los sectores que forman parte del Foro de Concertación Socio?Económica.

- Institucionalizar el EPS, respetando su actual estructura de mandos. La encrucijada actual exige remover todos los escollos para un entendimiento nacional creíble, que despolarice el país y contribuya a la apertura del sistema político.

Para preservar la institucionalidad y la profesionalización de las fuerzas armadas, el General Humberto Ortega debe estar a la altura de la crisis, ofreciendo al país su retiro y propiciando así la estabilidad y unidad nacional. Y así como él defendió desde su cargo la integridad del territorio nacional contra la intervención extranjera, debe ahora con su retiro facilitar la concertación nacional. Sin este retiro, no es factible una real concertación política ni una discusión constructiva de la Ley Orgánica del EPS en la Asamblea Nacional.

- Poner punto final a los problemas políticos más urgentes generados por la ilegalización de propiedades y la inseguridad ciudadana. Y reinsertar efectivamente en la vida civil a los desmovilizados del Ejército, la Policía y la Resistencia y a los rearmados de cualquier signo.

Concertación socio?económica real

La necesaria reducción en la factura de importaciones y la devaluación de la moneda ? si es incontrolada y dictada por el pánico ? causarán mayores dolores sobre una población ya herida. Este sacrificio sin esperanza hace cada vez más inviables los necesarios ajustes que se hacen a la economía. Enfrentar la crisis significa que tantos sacrificios causados, al haber llevado al país por un rumbo equivocado, deben tener alguna salida constructiva. Esto exige evitar una mayor recesión. Desgraciadamente, se perdió mucho tiempo en la primera mitad del año y ahora sólo queda evitar el colapso de la economía y un empeoramiento mayor de la situación, creando las condiciones para un buen desempeño del ciclo 1994/95.

Pero poner las bases para una reactivación futura, basada en la austeridad y en la potenciación de la pequeña y mediana producción, pasa por una distribución más equitativa de los costos de los ajustes. Existen sectores que hasta ahora se han beneficiado mucho en medio de esta debacle nacional: la banca privada y los grandes importadores.

Son ellos los que deben asumir su cuota de sacrificio, lo que significa regular el flujo de recursos que se fuga hacia el exterior a través de los bancos privados y establecer un mayor control selectivo de las importaciones para reducir la brecha comercial.

En el muy corto plazo es esencial disponerse a una negociación razonable con los financiadores y donantes externos. El gobierno ha eludido hacer un acuerdo con el FMI, a causa de sus "malas calificaciones" porque en el primer semestre de 1993 su gasto fiscal fue mayor que sus ingresos. La brecha externa actual, sin que haya financiamiento para cerrarla, supera los 200 millones de dólares y tiende a identificarse con el pago efectivo de los intereses de la deuda externa. El actual desequilibrio externo es de carácter estructural a causa de la recesión económica, del creciente pago de la deuda externa y de los bajos precios de los principales productos de exportación. Los desequilibrios estructurales de la brecha interna se deben a la recesión.

El gobierno ha evitado también el abandono del anclaje del tipo de cambio, aferrándose a esto como un símbolo de la estabilidad de los precios. Hoy, las recomendaciones del FMI pasan por una devaluación drástica de la moneda (preferentemente con la liberalización del tipo de cambio) y por una mayor restricción fiscal y crediticia. El problema es que, sin acuerdo con el FMI, no existen posibilidades para financiar la brecha externa o para renegociar la deuda.

La situación exige negociar con el FMI un paquete económico no?ortodoxo. Esto es insoslayable, dada la naturaleza extraordinaria de la crisis, para enfrentar el colapso económico. Pero a la vez, hay que dar las suficientes garantías a la comunidad internacional de que los recursos por ellos aportados impactarán realmente sobre la producción y generarán reactivación. Para llegar a esta negociación con el FMI el gobierno debe despolarizar la situación interna de manera real y abandonar el "teatro" que hace, y hablar ante el FMI como voz de un consenso nacional sobre el rumbo del país. No lo logrará sin una concertación socio?económica real.

Sólo una iniciativa de este calibre sería capaz de romper el cerco político impuesto por el Senado estadounidense y facilitaría una nueva negociación con el FMI, en la que se renegociarían los pagos de la deuda externa y se obtendría acceso a nuevos recursos.

Metas para negociar con el FMI

Las metas principales para lograr una negociación razonable con los financiadores y donantes externos son:

Un paquete de rehabilitación productiva que comprenda:

1) recuperación y aprovechamiento de la cosecha de postrera,
2) preparación de condiciones para el ciclo 1994/95,
3) programa de construcción de viviendas urbanas,
4) sostenimiento de programas de infraestructura económica y social.

Los puntos 1 y 2 pasan por potenciar la capacidad productiva de la pequeña y mediana producción, viabilizando iniciativas como el Programa Finquero y otros programas de los gremios agropecuarios del país. Los puntos 3 y 4 requieren de una cartera pre?inversionista definida, que capte recursos externos en su apoyo.

Ejes de la concertación económica

Los ejes para una concertación económica real son:

Aprovechamiento de los recursos financieros internos, mal asignados en la actualidad. Los banqueros privados, y los grandes empresarios asociados a ellos, gozan de la protección de la banca estatal, aprovechándose de las altas tasas de interés para dedicarse a actividades especulativas. Concentran grandes recursos que fugan al exterior para ganar dinero en los bancos extranjeros y en la bolsa de valores de Nueva York. Mientras la liquidez real de la economía, medida por el dinero, ha caído en un 14%, en el primer semestre de 1993 los recursos en mano de la banca privada crecieron en un 28%, provocando la situación de iliquidez actual, que tanto afecta a la población. En sólo lo que va del año, la banca privada ha fugado 60 millones de dólares.

Paradójicamente, la liquidez total de la economía ?que se establece tanto con el dinero como con los depósitos a plazo en moneda local y extranjera? ha crecido en un 5% en términos reales. Pero esto no se mira en la calle, porque está guardado en las arcas de la banca privada, dentro y fuera del país. Estos recursos no se canalizan a la producción agropecuaria, debido a que la banca privada no asume riesgos, prestando dinero a los sectores rentables ubicados fundamentalmente en el comercio. Hasta entes autónomos, como INSSBI, INE y TELCOR, se comportan dentro de este modelo económico como especuladores, al colocar su dinero en depósitos a corto plazo en la banca comercial, presionando por altas tasas de interés.

Los técnicos de AID y del FMI cuestionan esta pésima distribución de los recursos, que enriquecen a unos cuantos banqueros y no alivian la situación de asfixia financiera de los productores. Es hora de corregir esta injusta distribución de los escasos recursos del país, cambiando el modelo económico.

La recuperación de la liquidez general de la economía es una condición básica para apoyar cualquier programa de reactivación selectiva de la producción. Pero esto sólo es factible si se evita que el dinero se filtre al exterior, mediante las importaciones y la adquisición especulativa de divisas, y se canaliza a la producción. También hay que aumentar la eficiencia de la banca estatal, reduciendo las tasas de interés e imponiendo restricciones (encaje legal de la banca comercial) a las fabulosas rentas de la banca comercial y no a los productores. Hay que evitar también que los depósitos de los entes autónomos del gobierno y de las empresas públicas sean utilizados especulativamente contra la banca estatal, o sean depositados en la banca privada comercial.

Una vez concertada la redistribución de los recursos internos de la economía, se debe garantizar su canalización ordenada y la de los nuevos flujos de recursos externos hacia la producción.

Esto pasa por dos vías principales:

- Elevar el nivel de protección a la producción nacional, gravando fundamentalmente a la importación de bienes de consumo terminados y reduciendo los aranceles para los insumos y bienes intermedios y de capital para la producción. Esto beneficiará a la industria de consumo interno, reactivando el empleo en la misma. Los grandes, medianos y pequeños industriales y sus trabajadores, junto con las microempresas familiares ?que han sido tan golpeadas por la avalancha importadora? son los que pueden ganar más con esta medida. Los perdedores serían los grandes importadores, que verían reducido su espacio en el mercado, y las familias de altos y medianos ingresos con estilos de consumo extranjerizantes, que comprarían sus caprichos más caros. Esta medida apoyaría a la producción agropecuaria orientada a las industrias de alimento, cuero y calzado, y liberaría divisas para apoyar la producción agropecuaria.

- Reforma monetaria y financiera. Esto implica convertir la Superintendencia de Bancos en un órgano neutral de coordinación de la política monetaria y de regulación de los recursos del sistema financiero.

- Fortalecimiento del papel de la banca de desarrollo, regulando la banca privada y haciendo más eficiente a la banca estatal. El crédito debe ser selectivo: de apoyo a la pequeña y mediana producción, que tiene un comportamiento claro de recuperación de cartera, y de apoyo a la gran producción que no se orienta a evitar riesgos ni saca su capital fuera del país. Debe haber promoción de amplios programas de financiamiento no convencional para la producción campesina y artesanal. Para mejorar las posibilidades de recuperación de cartera, deben asegurarse perspectivas más estables de precios a los productores. Para esto es indispensable que ENABAS tenga el financiamiento suficiente para acopiar un porcentaje significativo de granos en la época pico de la cosecha.

No más ruletas rusas

Las oportunidades que se han ido desperdiciando nos han hecho retroceder de las oportunidades de una reactivación entre 1992 y 1993, a buscar ahora solamente la "proeza" de alcanzar el estancamiento económico. Si seguimos dando saltos a ciegas, el país no sólo perderá el tren de la reactivación y de la paz, sino su propia identidad como nación.

Después de alcanzar la "haitianización" de la población, mayoritariamente en la miseria, llegaríamos a una "somalización" del país, con la pérdida irremediable de la soberanía nacional. No se puede seguir sometiendo al pueblo a la ruleta rusa del cortoplacismo político, porque en este final de 1993 todo el tambor del revólver tiene balas.

La única apuesta viable ahora es por Nicaragua. Esto exige encarar los dramáticos desafíos de la crisis con unidad nacional y concertación económica, lo que significa que las cosas no se arreglan con "más de lo mismo" ni poniéndose de acuerdo los convencidos.

Se necesita transparencia y colaboración. Es urgente que todos los agentes reales que dentro de la población quieren a este país y apuestan por él se pongan de acuerdo, sepan lo que pasa y trabajen juntos. Trabajadores, pequeños y medianos productores campesinos, artesanos e industriales, son la mayoría, pero no tienen adecuada representación política ni en el gobierno, ni en las cúpulas de la UNO o del FSLN. Sin ellos no puede haber reactivación ni mucho menos paz social.

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