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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 139 | Julio 1993

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Guatemala

Desafíos para el Señor Presidente

Retos inmensos enfrenta el nuevo Presidente de Guatemala, Ramiro de León Carpio, quien asumió después del "Serranazo". Su mayor dolor de cabeza se lo dará el Ejército.

Emma G. Martínez

El 6 de junio Guatemala sorprendió al mundo. Después de dos intensas semanas de golpes y contra-golpes, de lo que parecía un retroceso a los años 80, su historia dio un giro de 180 grados. A las 12:55 de la mañana, en un caldeado ambiente dentro del Congreso, el Procurador de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio, uno de los críticos más férreos del ejército guatemalteco, tomó posesión como Presidente del país. Cuando la banda azul y blanca reposaba ya sobre sus hombros, era casi imposible pensar que apenas dos semanas atrás durante el "serranazo," este hombre estaba en la clandestinidad y todos temían por su vida.

"¿Jurás no hacer pactos a las espaldas del pueblo? ¿Jurás que vas a depurar el Congreso y otros organismos del Estado? ¿Jurás defender los derechos humanos frente a las violaciones de la institución armada?", gritó en voz alta un espectador de entre los cientos que en el Congreso representaban a grupos populares, mientras De León recibía su investidura. En este grito están contenidos los grandes interrogantes que quedan en el aire, un mes después de la elección del nuevo Presidente.

En el país de las sorpresas

Ramiro de León será Presidente por dos años y medio, lo que quedaba del mandato de cinco años de Serrano, que finalmente fue depuesto por los poderes tradicionales de Guatemala: el ejército, el sector privado y los partidos políticos.

La "carambola política" se inicio cuando el Vicepresidente Gustavo Espina trató de aprovechar el segundo golpe contra Serrano del 1 de junio para asumir él el poder. El entonces Ministro de Defensa, José García Samayoa, lo apoyó inmediatamente, lo que no sorprendió a nadie porque Espina es un gran amigo del ejército. Pero varios sectores se opusieron a Espina por el papel que jugó en apoyo al "serranazo". Estos sectores - empresariales, sindicales y algunos representantes del movimiento popular - formaron entonces la instancia de Consenso Nacional, una alianza para presionar por la renuncia de Espina y la resolución de la crisis.

"La formación de un grupo como éste, que representa intereses políticos y económicos tan diversos no tiene precedentes en Guatemala. En la Instancia estuvieron desde ríosmontistas hasta socialistas, unidos todos por la coyuntura. En un país como éste, con 30 años de guerra, mucha polarización y sectarismo, pienso que esta unión es un síntoma muy saludable", afirmó el analista Gabriel Aguilera Peralta, de FLACSO.

En la Instancia participaron un par de representantes del movimiento popular, aunque su influencia en la resolución de la crisis fue muy limitada. Aunque el movimiento popular venía siendo más beligerante en el último año, no logró mostrar suficiente fuerza durante los días de la crisis. Varias manifestaciones y marchas no alcanzaron a reunir a más de mil o 2 mil personas.

"Logramos meter un pie en la puerta. Estamos aprovechando el pequeño espacio que se abrió en la Instancia Nacional", declaró Antonio Argueta, uno de los representantes del movimiento popular que participó en las negociaciones que llevó a cabo la Instancia.

El poder real dentro de la Instancia era el del sector privado organizado en el CACIF. Los "cacifes" -como les llaman popularmente- estaban preocupados por las desastrosas consecuencias económicas del golpe. Casi todos los países cortaron de inmediato la ayuda bilateral y el turismo descendió bruscamente. Los empresarios temían mayores represalias económicas -boicots a sus productos- y en particular, que Washington cortara los beneficios preferenciales concedidos a sus exportaciones. En sólo 13 días el quetzal se devaluó y se produjo una descapitalización evaluada en mas de 25 millones de dólares.

Una "carambola" política

El viernes 4 de junio, tres días después de que Espina se apoderara del gobierno, el ejército dio un nuevo giro y se puso de acuerdo con la Instancia, retirándole su apoyo a Espina. Ese mismo día, la Corte de Constitucionalidad determinó que Espina no podía ser Presidente por su participación en el "serranazo", confirmando esta sentencia con artículos de la maltratada Constitución. Ordenó también al Congreso reunirse en 24 horas para escoger un nuevo Presidente, lo que desató un intenso cabildeo entre los grupos de poder.

Era irónico que en medio de la crisis política más aguda en una década, el futuro del país quedara en manos del odiado y desprestigiado Congreso. El cuerpo legislativo, infectado por ladrones de carros, supuestos narcotraficantes y abusadores de niños - un congresista fue enjuiciado por esto hace años - tenía que elegir entre los candidatos propuestos por los grupos cívicos de la Instancia. Todos los sectores de la sociedad civil acordaron que el nuevo Presidente no podía pertenecer a ningún partido político, expresando así un rotundo rechazo a un sistema totalmente corrompido.

El 5 de junio, en una maratónica sesión de 15 horas quedaron sólo dos candidatos: De León Carpio y Arturo Herbruger Asturias, de 81 años, Presidente del Tribunal Supremo Electoral. Herbruger era el candidato del ejército, por conservador y manipulable. A las 8:55 de esa noche, cuando iba a anunciarse la votación, en ambiente estaba tenso y cientos de espectadores coreaban dentro del Congreso: "El pueblo unido jamás será vencido" e insultaban a los legisladores gritándoles "culebras, ladrones, ratas" y otros epítetos. De los 115 votos, había que obtener 79 para ganar.

El gran edificio retumbaba con los gritos de la gente, que respaldaban con aclamaciones cada voto para De León. Al final del primer conteo, Ramiro de León tenía 64 y Herbruger 51. Cuando se iniciaba una segunda ronda, Herbruger decidió retirarse de la carrera. Durante este segundo conteo, De León ganó casi unánimemente con 106 de los 115 votos. Los guatemaltecos despertaron con un nuevo e inesperado Presidente.

Detrás del milagro

Todavía se desconocen cuáles fueron las negociaciones y condiciones impuestas por el ejército para que Ramiro de León
-enemigo de los militares- pudiera asumir el poder. Al principio, corrieron rumores de que se le exigió una amnistía para Serrano y Espina, pero pronto se esfumaron. El nuevo Presidente negó enfáticamente haber llegado al gobierno con mandato condicionado. Otros puntos de negociación podrían estar en torno a una posible Comisión de la Verdad y a una futura reducción del ejército.

Varios factores coyunturales influyeron en que De León fuera escogido por el Congreso. En primer lugar, muchos congresistas habrían votado por él porque el Procurador era quien tenía más apoyo de varios sectores de la sociedad civil y de la población en general. La depuración del Congreso es un clamor general y los legisladores quisieron congraciarse en el último minuto con sus olvidados electores.

En segundo lugar, hubo una coincidencia de intereses de los sectores más poderosos del país. La reacción internacional de rechazo generalizado al "serranazo" afectó tanto al ejército como al serctor privado. Para el ejército fue un revés en su estrategia de contrainsurgencia: en el extranjero se decía que el ejército estaba detrás del golpe y esto daría ventajas a la guerrilla en el campo internacional. El ejército necesita de una fachada democrática y la elección de alguien con la credibilidad de Ramiro de León le quitaría argumentos y espacios a la guerrilla.

Por otro lado, el Congreso y el sector privado apoyaron finalmente a De León porque su impecable reputación devolverían cierta credibilidad a un sistema político a punto del colapso a causa del descrédito. Después de casi tres décadas de regímenes militares, casi nadie cree en la institucionalidad política de Guatemala. En las elecciones municipales de mayo de 1993 hubo un 70% de abstención, que fue más del 60% en las elecciones presidenciales de 1990.

Los partidos políticos son como "animales electorales" que están en hibernación entre contienda y contienda. Los tres partidos más importantes tienen su base en los centros urbanos y están conformados por profesionales ladinos. No hay ningún partido que represente los intereses de los indígenas, que son más del 60% de la población. Ningún partido de izquierda ha sobrevivido a la represión: o desaparecieron tras el exilio forzoso y el asesinato de sus líderes, o abandonaron sus principios.

El papel de Estados Unidos

No puede olvidarse el papel fundamental jugado en la crisis por el "otro" poder de Guatemala: la embajada norteamericana. Desde que era Procurador, Ramiro de León Carpio mantuvo una muy buena relación con la embajada y no habría podido ser tan firme en su trabajo en la Procuraduría de Derechos Humanos sin ese respaldo. Desaparecido el espectro del comunismo, parece que Washington está decidido a apoyar cierta desmilitarización y cierta democracia en su "patio trasero"

"En este momento no le interesan ya Estados Unidos los regímenes militares. Este es un elemento importantísimo. Cuando los gringos, dicen: `Miren, muchachos, ahora todos con regímenes militares, todos van con eso. Ahora dicen: `Queremos democracia', y todos van con la democracia, que es una palabra sin contenido en nuestros países. Porque seguimos siendo dependientes. Pero estamos asistiendo a una nueva fase de las relaciones internacionales, en la que los intereses de los Estados Unidos se imponen de otra manera. Ahora les interesa la mano de obra barata y someternos por otras vías". Lo explica así Silvia Monzón, politóloga de la Universidad de San Carlos.

El nuevo Presidente: un "Lacayo" a lo chapín

Ramiro De León Carpio está muy lejos de ser un revolucionario. Se podría decir que es un Antonio Lacayo "a lo chapín". Nació en la capital, de una familia pudiente, conocida por sus antecedentes y vínculos políticos. Su primo, Jorge Carpio, fue candidato presidencial en 1990 y es el editor de uno de los principales diarios del país. Abogado de 51 años, estudió en la conservadora universidad de los jesuitas en Guatemala, la Landívar, haciendo una especialidad en Derecho Constitucional. Como estudiante se destacó desde temprana edad por su defensa de los derechos humanos, organizando en los años 60 a sus colegas en una campaña para protestar porque el ejército había asesinado al esposo de una estudiante.

También ha nadado en las sucias aguas de la política guatemalteca, siendo fundador de uno de los partidos más importantes, la Unión de Centro Nacional (UCN), de centro-derecha. Fue legislador entre 1984 y 1986, durante la transición de la dictadura militar al gobierno civil de Vinicio Cerezo. Ayudó a redactar la Constitución de 1986.

Pero realmente no empezó a destacarse en la vida política hasta agosto de 1989, cuando el Congreso lo nombró Procurador de los Derechos Humanos. Al principio, no mostraba mayor beligerancia al atacar a los violadores, especialmente si pertenecían éstos a las fuerzas de seguridad. Pero durante los dos años y medio del gobierno de Serrano llegó a ser un crítico sin precedentes del ejército y del gobierno, denunciando con firmeza los abusos que cometían contra los derechos humanos. Fortaleció también mucho a la Procuraduría como institución, estableciendo auxiliares en los rincones más olvidados del país.

Héroe y mito

Acciones cada vez más atrevidas - como la orden de cierre que emitió contra una oficina de la inteligencia militar en la central de correos o su abierta y tenaz defensa de los refugiados - incrementaron su popularidad y su prestigio entre la población. Pero fue el golpe de Serrano el que lo convirtió en un mito. Cuando en la mañana del 25 de mayo - ejecutado el "serranazo" - descubrió que su casa estaba rodeada por policías y su teléfono había sido cortado, escapó por el techo, burlando el cordón de seguridad, pasando a la clandestinidad y rechazando ofertas de asilo de varios países. Durante toda la crisis criticó al régimen de facto y se reunió con diversos sectores para hallar una solución a tan inesperada situación.

¿Poder sin base?

Credibilidad le sobre al nuevo Presidente y son pocos los guatemaltecos que no estén convencidos de su honradez. Otra cuestión es si logrará ejercer el poder. Por muy bueno que sea un hombre, es tan sólo un hombre, con limitaciones para cambiar todo un sistema como el guatemalteco, marcado por la corrupción y el militarismo. Asume además poder con una débil base de apoyo dentro del país, por lo que tendrá que hacer concesiones a diferentes sectores para crear y consolidar su propia base.

De momento, su apoyo más firme le viene de la comunidad internacional, de la Iglesia Católica, de la comunidad académica, de los ONGs, de la prensa, del movimiento popular - aún con muchas reservas - y de la población en general.

La ayuda bilateral de varios países fue restaurada casi de inmediato y varios dirigentes internacionales le dieron un fuerte respaldo, incluyendo el de la embajada norteamericana. Pero el apoyo de la prensa, del movimiento popular y de la población será efímero en cuanto De León empiece a tomar decisiones anti-populares, particularmente en materia de política económica.

El mismo día de su elección, líderes de la Unidad de Acción Sindical y Popular (UASP), que aglutina al movimiento popular, declararon su apoyo a De León, a la par que advertían que debía de cumplir con sus promesas de reducir las tarifas eléctricas y llevar a juicio a Serrano y a los responsables del golpe. Esta fue la lista de peticiones que la UASP presentó al nuevo Presidente:

- Presentación de un plan para la construcción de una democracia con justicia.

- Fin de la represión y de la violencia institucionalizada por el gobierno y el ejército.
- Depuración inmediata del Congreso y de la Corte Suprema.

- Depuración de las fuerzas de seguridad, en particular del temido Estado Mayor Presidencial.

- Reformas a la ley electoral y de partidos políticos, para permitir la participación del pueblo.

- Cancelación de la privatización de las empresas estatales, en particular las del sector eléctrico y de teléfonos.

- Proyectos urgentes en salud, educación y vivienda.

- Nombramiento en el nuevo gabinete de representantes del movimiento popular y de la prensa nacional.

- Llamado inmediato a un diálogo nacional con representantes de todos los sectores.

- Ratificación del convenio 169, que garantiza el respeto a los derechos del pueblo maya, y de todos los otros convenidos internacionales que benefician a la población en general.

Los partidos políticos más importantes del país se opusieron a la candidatura de Ramiro de León, aunque al final los congresistas votaron en su favor. Es probable que el escaso apoyo político que el nuevo Presidente tiene en las filas de algunos partidos desaparezca del todo si responde al clamor popular por la depuración del Congreso y de otras instituciones.

El sector privado no apoyó directamente la candidatura de De León, pero sí firmó el documento de consenso que, entre otros, lo propuso a él. De momento, los empresarios están muy felices por la restauración casi inmediata de la ayuda económica y por la alta credibilidad internacional del nuevo Presidente y esperan que esto atraiga a inversionistas extranjeros.

El apoyo que en el futuro le dé este poderoso sector dependerá del programa económico de De León, algo que permanece todavía en el misterio. En su discurso de toma de posesión fue notable su énfasis en el respeto a la propiedad privada.

Evangélicos en contra

A un mes de haber asumido el poder, las declaraciones de De León no habían pasado de la retórica de siempre: priorizar a los sectores más pobres. Pero "reforma agraria" y otras palabras, consideradas subversivas en este país, no entraban aún en su vocabulario.

Dentro del país, sus enemigos son más poderosos que sus amigos. Probablemente, las Iglesias evangélicas, en su mayoría, no lo apoyarán. Apoyaron el golpe de Serrano desde templos y los cultos. Su enemistad es importante porque éste es un sector muy poderoso en Guatemala y representa a más del 30% de la población. Es de esperar que los partidos políticos más derechistas trabajarán en su contra. Y que su mayor dolor de cabeza sea el ejército.

¿Un animal herido?

Un experto en militares afirma que no se puede ver al ejército de Guatemala como un ente monolítico y que la institución fue debilitada por el "serranazo". Hasta ese momento - dice - el ejército había logrado mantener una imagen pública de unidad, pero la crisis exacerbó las divisiones latentes. Según este analista, el golpe de Serrano contó con el apoyo de un pequeño grupo de altos oficiales. Pero la mayoría del ejército no lo apoyó porque lo que hacía significaba un retroceso de 10 años en la estrategia de contrainsurgencia de los militares y en la imagen internacional del país.

Mientras algunos apoyaron a Serrano, otros - primordialmente los oficiales más jóvenes - empezaron a organizar el contra-golpe y a hacer público su descontento. Durante la crisis, algunos medios recibieron anónimos de un grupo denominado "Los Oficiales Eticos", que afirmaban que el 90% de los oficiales no apoyaban el golpe.

"Las contradicciones en las filas militares se volvieron incontrolables y evitaron que la institución armada llevara a cabo su plan. La salida del ejército para resolver la crisis fue elegir a Arturo Herbruger. El ejército no quería a De León, pero no pudo evitar su elección porque estaba dividido y la sociedad civil estaba unida", explica el analista.

El 7 de junio, horas después de asumir el poder, el nuevo Presidente y Comandante General de las Fuerzas Armadas, anunció los primeros cambios. El Ministro de Defensa, García Samayoa, pasó a retiro y fue sustituido por el General Jorge Roberto Perussina, también de línea dura. Perussina era Jefe del Estado Mayor de la Defensa y muchos aseguran que estuvo detrás del "serranazo" con García Samayoa y el General Francisco Menaldo Ortega, quien también fue removido de su cargo de Jefe del Estado Mayor Presidencial.

El hecho de que Perussina fuera promocionado en vez de retirado como su colega Samayoa, provocó protestas del sector popular, que interpretó la decisión presidencial como una señal de su debilidad. Se rumoreó que De León quería nombrar como Ministro de Defensa al General Mario Enríquez Morales, un moderado, pero que Perussina lo paró en seco.

De León desmintió insistentemente otro rumor: tarde o temprano, Perussina iba a ser retirado también. Pero sorpresivamente, el 28 de junio llamó a la prensa a su despacho para juramentar al General Enríquez Morales como nuevo Ministro de Defensa, pasando a Perussina a retiro. En escuetas declaraciones, el Presidente dijo solamente que la decisión se debía a "la consolidación de la democracia". Más parece que se debe a la necesidad de que el nuevo mandatario imponga su autoridad, enviando un claro mensaje a los que se resisten a los cambios.

Es probable que los oficiales jóvenes y más moderados dentro del ejército vean la presidencia de De León como una oportunidad para mejorar la imagen internacional de Guatemala y del mismo ejército. La institución armada puede alegar que salvó la Constitución, sacando así provecho de la crisis. Pero los de la línea dura no estarán nada satisfechos con el ascenso de "moderados" a puestos tan claves como el Ministerio de Defensa. No se puede descartar nada en el futuro cercano, incluso la posibilidad de otro golpe.

"Estamos entrando a un período muy peligroso. El ejército es como un animal herido y va a atacar. Sin duda, tomarán represalias selectivas por todo lo ocurrido," opina el analista.

Retos monumentales

El reto más inmediato del nuevo Presidente fue escoger su equipo, sin sucumbir a las fuertes presiones de varios sectores de imponer su agenda. El logro más importante fue nombrar al Ministro de Defensa que quería. Ha tardado bastante en cubrir otros cargos y a finales de junio no había nombrado a todos sus ministros, porque las presiones son enormes y porque algunos de los elegidos no aceptaron porque no quieren meterse en problemas.

De León presentó al Congreso una terna de candidatos para ocupar la vicepresidencia y los legisladores escogieron a Herbruger. El jurista de 81 años no será el dinámico compañero que tanto necesita De León para enfrentar retos tan monumentales. Los pocos funcionarios que a finales de junio había escogido son más conocidos fuera del país que dentro, la mayoría con carreras en universidades extranjeras. El nuevo Ministro de Educación es un maya, siendo la primera vez que un indígena llega al gabinete de este país.

Otro reto enorme es enfrentar la problemática económica. Según Aguilera Peralta, en 13 días de crisis se perdieron los avances macroeconómicos conseguidos en dos años. El mandatario tendrá que decidir muy pronto si continuar o no las políticas de ajuste estructural anti-populares iniciadas por Serrano. Como muchos dirigentes de America Latina, se encontrará entre la espada de instituciones multilaterales como el FMI que las imponen y la pared de un movimiento popular que las rechazan. El movimiento popular se siente con autoridad para exigir más a De León porque él apoyó las causas populares antes de ser Presidente.

También son retos la depuración del Congreso y de las Cortes. Negociar el fin de la guerra más prolongada de América Latina está también ahora en manos del ex-Procurador. Las últimas pláticas entre la URNG y el gobierno en México fracasaron a principios de mayo, poco antes del golpe. El gobierno de Serrano se negaba a firmar un acuerdo sobre derechos humanos, pero ahora crecen las expectativas de que la elección de De León pueda acelerar la negociación por ser él quien es. Los comandantes de la URNG están también a la expectativa: hasta cuándo durará De León?, ¿podrá hacer lo que los otros dos presidentes civiles, Serrano y Cerezo, no lograron hacer: controlar al ejército?

"El tiene la oportunidad de hacer cambios reales: reconocer como civiles a las Comunidades de Población en Resistencia, asegurar que las patrullas civiles sean voluntarias, eliminar el reclutamiento forzoso, bajar las tarifas eléctricas y llevar a juicio y castigar a los golpistas. Creemos que lo puede hacer y esperamos que no traicione al pueblo. Le estamos devolviendo la pelota y veremos si actúa como lo estaba planteando cuando era Procurador. Si estos pasos se dan, el pueblo lo va a querer mucho. Si no, va a tener problemas muy pronto", declaró el dirigente popular, Ricardo Curtz.

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