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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 125 | Abril 1992

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Nicaragua

Los trabajadores de la caña piensan así

En 1991 y a petición del Frente Nacional de los Trabajadores se realizó una investigación sobre los trabajadores del azúcar en Nicaragua. El trabajo fue dirigido por François Houtart y Geneviéve Lemercinier, del Centro de Análisis Socio-Cultural de la UCA. Un total de 475 trabajadores de los seis ingenios azucareros del Pacífico fueron entrevistados.

François Houtart

Los trabajadores azucareros constituyen el sector más importante de la mano de obra industrial de Nicaragua. Son más de 11 mil. En los dos últimos años hubo entre ellos conflictos sindicales y también conflictos laborales y huelgas por problemas salariales, por condiciones de trabajo y por la privatización.

La visión del mundo de los trabajadores

Una conciencia de clase implica, además del compromiso en una lucha para mejorar la condición obrera, un conocimiento mínimo del funcionamiento de la naturaleza y de la sociedad por una parte. Y por otra, una posición subjetiva: considerar al ser humano como actor de la sociedad. La conciencia de clase da una primera serie de condiciones que garantiza que la acción colectiva de los obreros vaya más allá de los actos puntuales de protesta social. Eso es lo que puede llamarse «la visión del mundo». (La investigación entre los trabajadores del azúcar se hizo con un cuestionario con propuestas que eran indicadores de varios de estos aspectos. Fueron procesados con el método del análisis factorial de correspondencia).

Un obrero o una obrera que considere al ser humano como totalmente dependiente de los elementos de la naturaleza o de un Dios que está "arriba" y que no le permite cambiar su entorno social, podrán participar en una acción de protesta cuando su subsistencia está en juego, pero no entrarán fácilmente en la lógica de la construcción de un movimiento obrero permanente, que debe actuar sobre las estructuras de la sociedad e ir más allá de lo coyuntural.

En las sociedades precapitalistas o de los pueblos colonizados, las protestas típicas de los campesinos fueron los movimientos religiosos de protesta social, como los "mesianismos" del Brasil, o de muchos otros países de todos los continentes y de todas las religiones. Eran protestas contra los efectos de las estructuras socio-económicas de opresión, pero sin posibilidad de análisis de las causas, ni estrategias de lucha capaces de encontrar los mecanismos reales.

Resulta importante saber cómo se sitúan los azucareros de Nicaragua en este panorama, porque ellos tienen un papel importante dentro de la clase obrera del país. Por eso se estudiaron las diferencias en la visión del mundo entre ellos según la ocupación, la edad, el nivel de educación, la religión y las simpatías sindicales y políticas.

La lucha de los azucareros

Semana y media de lucha, iniciada el 16 de marzo en plena zafra, necesitaron los 13 mil trabajadores del azúcar para conseguir que el gobierno accediese a cumplir con los acuerdos de Concertación que garantizan la propiedad borera sobre el 25% de 6 de los 7 intenios del país, los que se encuentran en el Pacífico.

Al paro, al que se sumaron más de 10 mil trabajadores, se unieron los sindicatos de la CST y de la CUS del Ingenio "San Antonio", que habían mantenido una histórica rivalidad. Simultáneo al paro, unos 2 mil trabajadores -en representación de los que estaan en huelga en los ingenios del Pacífico- mantuvieron una protesta de 10 días en la calle y parques situados frnete a la Casa Presidencial en Managua.

Los acuerdos de Concertación de agosto/91 para el rubro ncluian un calendario de privatización de los ingenios que hubiera debido comenzar el 15 de noviembre de 1991 con el Ingenio "San Antonio", para continuar con la privatización paulatina de los demás ingenios del Pacífico y culminar en abril con el "Victoria de Julio". El Ingenio "Camilo Ortega", ubicado en el Atlántico, quedaría al margen del proceso por estar sometido a lo que establece la Ley de autonomía. Sin embargo, a comienzos de marzo la privatización no se había iniciado, los ingenios estaban siendo descapitalizados y el gobierno había advertido que en ningún caso el 25% de la propiedad obrera podía afectar los intereses de los antiguos dueños.

En estas circunstancias los obreros se lanzaron a la huelga. Con ella obtuvieron que el gobierno les rconociese la formación de un consolidado con los porcentajes a que tenían derecho en el total los ingenios y así, acceder a mayor porcentaje de propiedad en tres ingenios de propiedad exclusivamente estatal: el "Julio Buitrago", el "Benjamin Zeledón" y el "Victoria de Julio", en los que los trabajadores pasarán a poseer el 70, 50 y 30% de las acciones, respectivamente. Aunque entre las demandas estaba también un incremento salarial del 100%, este tema no pudo ser discutido en la negociación con la CORNAP pues el gobierno manifestó que las reuniones que se desarrollaron bajo esta presión huelguística abarcarían sólo la privatización, mientras que las cuestiones salariales tendrían que tratarse con el Ministerio del Trabajo.


Lo primero a notar es que el 49.5% de los trabajadores permanentes de los ingenios tiene una visión del mundo en la que el ser humano (hombre o mujer) es visto como un actor en la sociedad. El 43.5% expresa una visión de dependencia, característica de la sociedad rural tradicional y el 7% se encuentra en transición entre estas dos visiones. Entre los que tienen una visión del ser humano como actor, el 24% pone el acento en el carácter social de la realidad y el 25% en el carácter individual. Esto aparecerá respectivamente en los cuadros como: "orientación social" u "orientación individual". El primer factor de diferencia estudiado fue la ocupación al interior de la industria azucarera.

Obreros agrícolas: más dependientes

Los obreros agrícolas tienen una mayor visión de dependencia que los otros. De hecho, se acercan a la mentalidad campesina, porque trabajan en la caña y porque la mayoría viven en comarcas rurales. Eso explica también que los que sí definen al ser humano como actor en la sociedad, ponen el acento en el individuo más que en la orientación social. Es típico esto en la visión de los pequeños productores, con los cuales tienen a menudo vínculos familiares.

Los empleados administrativos tienen una visión del ser humano como actor más desarrollada, pues se distancian más del medio rural y tienen más estudios. Son también mucho más individualistas que las otras categorías de trabajadores.

Los obreros industriales o de operación tienen un perfil bastante similar. La mayoría se sitúa en una visión del ser humano como actor (el 50% por lo menos), y los que manifiestan un estado de transición son más numerosos que en otras categorías de trabajadores. Por otra parte, la proporción de los que tienen una visión de orientación social es doble que entre los empleados y casi triple que entre los obreros agrícolas.

Esto significa que existen dos vías hacia la conciencia del hombre como actor. Por una parte, la carrera administrativa, que supone estudios. Y por otra parte, el mismo trabajo industrial u operacional, que introduce de manera más visible a la persona en la relación social del trabajo y exige un cierto tipo de racionalidad.





En relación a la categoría de la edad, se nota la influencia de la revolución en los de menos de 24 años y en los que tienen hasta 35 años. Ambos grupos tienen un grado más alto de orientación social. Sin embargo, dentro de los jóvenes observamos también una proporción más alta de visión dependiente que entre los adultos de 25 a 34 años, lo que podría significar que las nuevas generaciones fueron menos influenciadas por los cambios socio-culturales que trajo la revolución.

El factor educativo aparece como bastante central en la transformación de la visión del mundo. Se nota la erosión de la visión dependiente cuando los trabajadores tienen un nivel más alto de educación. Sin embargo, la educación no constituye el factor clave que introduce a una persona en una visión social o en una visión individualista. Son otros factores los que intervienen, como también verificamos.

Respecto a la religión, el grupo evangélico (5.5% del conjunto), es el que manifiesta el nivel más alto de visión dependiente. En su mayoría, estos obreros pertenecen a grupos religiosos nuevos, que rechazan las formas populares católicas de dependencia -como las promesas a los santos- pero que formulan nuevos contenidos de la misma naturaleza. De manera lógica, los que se dicen sin religión -sin afiliación eclesiástica particular y no necesariamente ateos- son pocos dentro de una visión de dependencia, muy ligada a un cierto tipo de religión tradicional. De hecho, la mayoría de los "sin religión", que representan el 16.7% del conjunto, reflejan una orientación social, lo que manifiesta la dificultad de conciliar una visión religiosa con el compromiso social y político progresista si no se ha dado una transformación.

La relativa igualdad entre las cifras de visión de dependencia o de visión del ser humano como actor entre los que son miembros de sindicatos o de partidos políticos, indica que la distinta visión del mundo no es un factor discriminante para entrar en las organizaciones. Aunque sí se nota que la pertenencia partidaria tiene relación con una determinada orientación social. Los dos tercios de los afiliados a algún partido son miembros del Frente Sandinista. Entre los trabajadores entrevistados se encontró un 47.6% favorables a la Central Sandinista de Trabajadores, un 22.5% a la CTN y un 7.3% a la CUS. El 22.2% no tenía simpatías particulares en favor de ningún sindicato.

Sindicato y partido: diferencias

Se nota una diferencia bastante grande entre los sindicatos. Las cifras absolutas de los que optan en favor de la CUS son muy pequeñas en la encuesta y representan apenas una tendencia. Existe una visión de dependencia más alta entre los partidarios de los dos sindicatos CTN y CUS que entre los de la CST. También, una tendencia más fuerte a desembocar en una visión del ser humano como actor de tipo individual. El hecho de que encontremos entre los que tienen simpatía por la CST un grado mayor de conciencia en transición parece indicar que la pertenencia a un sindicato está realmente ligada a un proceso de cambio hacia una visión que pone el énfasis en los aspectos sociales.

La diferencia en la visión del mundo entre los que se identifican con las dos formaciones principales de Nicaragua, FSLN y UNO, es obvia. En particular, a propósito de qué predomina: la orientación social o individual. Dos tercios de los que declararon una simpatía política particular lo hicieron en favor del FSLN y un tercio en favor de la UNO.

De la primera etapa del estudio de la conciencia social de los trabajadores del azúcar, se puede concluir que alrededor del 25% de ellos ofrece una base, que constituye una condición necesaria -aunque todavía no suficiente- para una integración a largo plazo en un movimiento obrero. Para que esta base se constituya, deben interrelacionarse varios factores. Para superar el modelo rural tradicional, lo que parece ser más importante en este grupo social es el nivel educativo. Sin embargo, la posición que se ocupa en el proceso de producción es más determinante para poner el acento sobre lo social o sobre lo individual. La pertenencia sindical y la política son tanto el resultado como la causa de una nueva visión del mundo.

La ideología de los trabajadores

Por ideología entendemos la manera como se explican y se legitiman las relaciones sociales de producción. Hay quienes pueden pensar que la existencia de clases sociales es una cosa natural incambiable, mientras que otros piensan que son el resultado de la organización económica. Algunos piensan que la autoridad del patrón viene de Dios, otros rechazan esta idea. Varios trabajadores dicen que la causa de la pobreza se encuentra en la mala organización de la economía y del sistema político. Otros piensan que es culpa de los mismos pobres, que no quieren trabajar. Unos conciben la empresa como una gran familia y otros como el lugar de la relación patrón-obrero. Existen trabajadores en favor de la privatización y que rechazan toda intervención del Estado en la economía. Otros tienen una opinión opuesta. Todos estos son indicadores ideológicos.

Entre los trabajadores permanentes hemos encontrado un grupo importante (el 37%), que representan las relaciones sociales en los ingenios sobre el modelo de las relaciones familiares. Después hay un grupo que se podría clasificar dentro de una perspectiva interclasista (colaboración entre las clases sociales). Son el 39% de los trabajadores y el 18% de ellos dan razones religiosas para esta actitud. Un 13% expresa lo que podemos llamar una posición socialista y el 11% están en la ignorancia.

Se nota la diferencia entre la ideología y la visión del mundo, pues sólo el 24% de los trabajadores tiene una visión del ser humano como actor con un énfasis sobre la dimensión social. Es por eso exactamente que un tipo de visión del mundo es una condición necesaria para una conciencia de clases, pero no es todavía suficiente.

También existen diferencias según las características de los trabajadores. La que juega el papel principal en la ideología no es el nivel de estudio, ni tampoco la edad, sino la ocupación. La mayoría de los trabajadores se encuentran en las dos primeras categorías -empresa vista como familia y visión interclasista-, que tienen bastantes similitudes desde el punto de vista ideológico. Es el caso del 73.9% de los obreros industriales, del 90% de los trabajadores de operación, del 86.2% de los empleados administrativos y del 62.3% de los obreros agrícolas, aunque casi el 20% de estos últimos no sabe contestar a este tipo de preguntas.



Las diferencias pueden medirse todavía mejor en la categoría de "ideología socialista". Los obreros industriales son más claros en este sentido que los demás. Una cuarta parte de ellos se ubica dentro de la ideología socialista. Hay también un grupo de obreros agrícolas que se manifiestan de la misma manera: el 12%, mientras que sólo el 2.6% de los empleados administrativos se encuentra en esta categoría.

Sin poder decir cuál es exactamente el papel que juega la pertenencia sindical o política en la construcción de la ideología, podemos sin embargo notar la relación que existe entre estas dos realidades.

La ideología interclasista es mayoritaria entre todas las categorías de simpatía sindical o política. La mayor diferencia se encuentra en la proporción de ideología socialista, que es más importante entre los que tienen simpatía por la CST o por el FSLN. Es también importante notar que el hecho de una ideología que hemos llamado interclasista, no impide la simpatía o aún la afiliación a la CST o al FSLN.

En la situación actual, dominada por una política económica neoliberal existen muchas tensiones dentro del sector azucarero. Se trata de una rama en peligro por la competencia exterior, en particular de El Salvador. Por otra parte, la mayoría de los ingenios se encuentran en una situación bastante deteriorada y existe en el gobierno una tendencia a descapitalizar la industria. Los salarios son muy bajos y varias ventajas, como el subsidio de alimentos por el paquete AFA, fueron suprimidas. La privatización -que constituye el eje principal de toda la nueva política económica- también está planteada para los ingenios.

Por esto era importante conocer cómo los trabajadores expresan sus necesidades económicas y sociales y la opinión que tienen sobre la privatización y la concertación.

Teniendo en cuenta todas las sugerencias hechas por los trabajadores - también las hechas por los zafreros - se aprecia que la mayoría de ellos indican como prioridad la cuestión salarial. Si se toma en cuenta la primera respuesta, el salario tiene prioridad sobre los otros tópicos. Lo que sería el salario indirecto aparece muy disperso y está ligado a problemas a menudo particulares de cada uno de los ingenios. El problema salarial es tan agudo, que los aspectos de política laboral general ocupan el último lugar.







Opiniones y actitudes frente a la política neoliberal

Desde el punto de vista de las necesidades sociales, la salud ocupa el primer lugar. Como segunda prioridad viene la vivienda. Los equipos colectivos deseados son diversos: tienda, deporte, agua potable, luz eléctrica, comedor, transporte. Como en el aspecto anterior, los problemas inmediatos son tan importantes, que las políticas de más largo plazo o ligadas con las condiciones de trabajo, se encuentran las últimas en la lista.

La pregunta sobre las aspiraciones económicas de los trabajadores tocaba este tema buscando saber lo que harían si ganaban el gordo de la lotería.

Las aspiraciones se dividen en tres necesidades inmediatas, las principales son la casa y el deseo de salir de la condición obrera, para independizarse en la agricultura o en el artesanado. Esta doble indicación es importante y confirma que las necesidades son bastante inmediatas.

Por otra parte, la referencia al futuro se concentra en la organización económica individual de tipo tradicional: tierra individual, artesanía, pequeño comercio. Es la única forma de subsistencia que la experiencia concreta de estos trabajadores puede considerar. Y también tal vez la única alternativa realista en las circunstancias concretas. Este tipo de respuesta subjetiva a la situación objetiva no contribuye a crear una conciencia de clase.

Opiniones ante la privatización de los ingenios azucareros

Se pidió a los trabajadores dar su opinión respondiendo a esta propuesta: «La privatización es la forma más adecuada de organizar la economía del país». El resultado es una gran polarización en las opiniones. Entre los obreros permanentes, el 40.2% dice que SI y el 44.2% dice que NO. Existen diferencias según la ocupación, pero no tan grandes como en otros casos.

Debemos añadir que el 81.9% de los trabajadores se pronuncian en favor de una participación en la gestión de los ingenios. Sólo un 5.8% la rehusan y un 17.4% no sabe qué responder. Esto significa que la privatización implica para la mayoría una participación obrera.

Sobre la Concertación

Hay varias maneras de valorar el proceso de concertación entre los empresarios, los trabajadores y el gobierno. Se pidió a los trabajadores que dijeran si pensaban que era un proceso de negociación, una manera de aplicar el principio de la reconciliación, un arma de lucha para la burguesía o una concesión de los trabajadores.

Según la ocupación, las diferencias son significativas principalmente entre las opiniones de los obreros agrícolas y las del resto de trabajadores. De hecho, en todas las proposiciones los obreros agrícolas tienen el mayor porcentaje de abstenciones, lo que significa que hay un alto nivel de ignorancia entre ellos. Esto explica las proporciones más bajas que tienen en todas las definiciones.

Para la gran mayoría de los trabajadores, la concertación aparece como una oportunidad de negociación y también una expresión de reconciliación. Se trata de dos consideraciones concretas. Cuando se abordan temas más abstractos: arma de lucha de la burguesía o concesión de parte e los trabajadores, la ignorancia es más grande y las opiniones están más divididas.

Los empleados administrativos y los obreros industriales tienen el grado más alto de respuestas claras, pero se nota que se dividen en dos grupos totalmente opuestos ante las definiciones más abstractas. No son homogéneos, tampoco lo son los obreros de operaciones. De los tres grupos, entre el 40 y el 50% son conscientes de que la concertación es un arma de la burguesía. Un poco menos piensa que fue una concesión de los trabajadores. Una proporción similar no considera este proceso como arma burguesa y no piensa que hubo concesión de parte de los trabajadores.

Es interesante notar que ante la concertación vista como arma de lucha de la burguesía, las respuestas afirmativas se reparten de la manera siguiente entre los simpatizantes de los varios sindicatos: un 53.2% para los que se dicen cerca de la CST, un 12.2% para los cercanos a la CTN y un 5.6% para los de la CUS. Lo mismo vale para la simpatía política: un 53.8% en el caso del FSLN y un 14% en el caso de la UNO.







Opiniones sobre los sindicatos

El 97.6% de los trabajadores estima que los sindicatos son necesarios, lo que indica un alto grado de conciencia sindical. Pero eso no contradice ni una visión del mundo dependiente ni una ideología interclasista. En la mayoría, se puede interpretar como una actitud práctica frente a la situación concreta de los trabajadores.

Una mayoría de un 71% desea la unidad sindical. Un 58% afirma que los sindicatos dividen a la clase obrera. El 79.4% de los que así opinan trabajan en el Ingenio San Antonio. La opinión de que el sindicato tiene el papel de luchar contra el patrón recibe respuestas diversas. El 58.3% afirma que así debe ser. Es posible que la propiedad estatal de los ingenios azucareros esté en el origen de estas opiniones.

Imagen general de los sindicatos

En el juicio sobre la orientación general de la acción sindical se nota que la proporción entre las apreciaciones positivas y negativas es de 3 a 1 hacia la CST, de 2 a 1 hacia la CTN y de 1 a 1 hacia la CUS. En este último caso, la opinión de que la CUS está vendida a la patronal o vinculada con el imperialismo supera la opinión contraria -respectivamente, 3% y 4%-. Estas cifras, naturalmente expresan opiniones de los trabajadores y no necesariamente una realidad objetiva. Hay que recordar también que los simpatizantes de la CST son dos veces mas numerosos en la muestra que los de la CTN y cerca de siete veces más numerosos que los de la CUS.

En cuanto a la organización interna, la CST es criticada por su falta de independencia (el 38% de NO frente al 43% de SI) y por su burocratización (el 26% de SI frente al 47% de NO). La CTN recibe las mismas críticas, pero proporcionalmente en una medida más alta, pues las cifras son iguales entre las opiniones positivas y las negativas. La CUS recibe más criticas a propósito de su eficacia (el 13% de NO y el 12% de SI) y también a propósito de su burocratización (el 10.9% de NO y el 11.6% de SI). No hay duda de que la pertenencia sindical o la simpatía por una central particular influyen las opiniones que se tienen sobre las demás.



Imagen interior de los sindicatos

Se trataba de estudiar la imagen que las centrales sindicales tienen entre sus propios simpatizantes para así eliminar los factores externos que podían influir en esa imagen.

Es seguro que las opiniones sobre las centrales sindicales dependen bastante de las simpatías que uno tiene. Pero podemos decir que en general los trabajadores partidarios de la CST tienen más confianza en su central que los otros en las suyas. El concepto "politizada" parece interpretado de manera relativamente positiva por los de la CST y parcialmente por los de la CUS y negativa entre los simpatizantes de la CTN. Debe recordarse que la proporción de simpatizantes de la CUS es baja y que los porcentajes representan solamente indicaciones. Sin embargo, las tendencias parecen bastantes claras.

La crítica interna relativamente más fuerte a la CST es la falta de independencia (el 28%). El 20% la acusa de ser burocratizada y el 8% de ser corrupta. En la CTN, sólo el 5% dice que sufre de burocratización, pero el 25% la acusa de corrupción y de falta de independencia. Entre los simpatizantes de la CUS, el 6% dice que es corrupta, pero un 27% dice no poder contestar a esta pregunta. El 12% dice que no es independiente.

La gran mayoría de los simpatizantes de todas las centrales encuentran la central de su elección eficaz y dicen que defiende bien los trabajadores. Solamente la CUS está un poco más criticada desde este punto de vista (el 6%), habiendo tambien un cierto nivel de ignorancia sobre este punto (el 9%). Así son, en resumen, y entre sus simpatizantes las imágenes de los centrales sindicales:

CST: Central eficaz, que defiende bien a los trabajadores en todos los aspectos, que no es muy corrupta, pero con un cierto nivel de burocratización y falta de independencia (se supone que respecto del FSLN).

CTN: Central eficaz, que defiende bien a los trabajadores, no politizada en el sentido negativo de la palabra, con una cierta duda sobre su vinculación con el imperialismo (más del 20% de ignorancia), con falta de independencia y también acusada fuertemente de corrupción (una cuarta parte de sus simpatizantes así lo cree).

CUS: Central eficaz, con bastante ignorancia entre sus simpatizantes sobre cómo defiende a los trabajadores y sobre su grado de corrupción.

Qué piensan de los medios de comunicación

Los medios de comunicación contribuyen a la reproducción o a la transformación de las mentalidades. Según la encuesta, se puede estimar que entre el 70 y el 75% de los trabajadores permanentes tiene acceso a la prensa escrita y el 90% a las distintas emisoras de radio, aunque esto no significa necesariamente que los programas escuchados sean de tipo político.

No existen grandes sorpresas cuando se estudian algunas de las características de los oyentes de las radios o de los lectores de los periódicos. Los simpatizantes de la CST tienen porcentajes más altos de preferencia por los medios sandinistas (entre el 56% y el 59%). Las cifras de los simpatizantes del FSLN son prácticamente las mismas y por eso no están indicadas en el cuadro. Para los simpatizantes de la CTN, la Radio Corporación ocupa el primer lugar y para los de la CUS, Radio Nicaragua. Los que se identifican con la UNO escuchan más Radio Corporación.

Los católicos se encuentran, con un promedio similar al conjunto, un poco más inclinados a la Radio Católica y a Radio Corporación.
Los evangélicos escuchan mucho menos el conjunto de las emisoras, pero la mitad de ellos se conectan con Ondas de Luz.

Para los que se dicen sin religión, Radio Sandino es la más escuchada (60%).












Conciencia social conciencia de clase y acción sindical

Además de conocer la opinión de los trabajadores del azúcar sobre ciertos temas importantes para el trabajo sindical actual, la investigación tuvo como objetivo estudiar el grado de conciencia social y de conciencia de clase entre estos obreros. La primera conclusión la hacemos a partir de la conciencia de que uno es o no un actor histórico. Esa conciencia está vinculada con el desarrollo de las fuerzas productivas -capacidades técnicas y conocimiento-. La segunda la hacemos partir de la noción de relaciones sociales de producción y una capacidad por lo menos implícita de analizar la sociedad.

Los trabajadores azucareros se caracterizan por estar dispersos en varias regiones del país. No existe una concentración industrial que ayude a crear una conciencia común, ni entre los varios sectores de los producción ni tampoco entre los distintos ingenios. Significa esto que el trabajo está situado en un espacio restringido, que favorece la percepción de la vida colectiva a un nivel de micro-dimensión o al nivel de la empresa, en detrimento de una macro-dimensión, de una perspectiva más amplia. En la medida en que esta perspectiva existe entre los trabajadores, se debe a otros factores: los medios de comunicación, la enseñanza y la acción sindical.

El factor objetivo de las características del trabajo de estos obreros conduce a una personalización de las relaciones sociales de producción, en el sentido de que el patrón o su delegado es percibido como persona, más que como el representante de la clase que posee el capital o del Estado. Hace también que la empresa sea vista por una parte apreciable de los trabajadores como una gran familia. Esto pareciera una transposición de la imagen de la hacienda al sistema industrial, a pesar de que los ingenios fueron nacionalizados por el gobierno sandinista. La nacionalización produjo cambios principalmente al nivel de la estructura, pero tuvo pocas consecuencias directas en la conciencia de los trabajadores. Es un hecho socio-cultural bien conocido que las costumbres mentales no se transforman rápidamente.


Por otra parte, la mayoría de los trabajadores viven en un ambiente rural y provienen de familias donde la actividad agrícola ha sido siempre predominante. Si los trabajadores permanentes dependen de la empresa para su vida económica, una gran parte de su reproducción social, al nivel de la familia, de la educación de los hijos, de las relaciones sociales cotidianas, de las costumbres culturales y religiosas, se realiza en comarcas o en pueblos de pequeña dimensión. Para los trabajadores temporales, los zafreros, esta situación es todavía más marcada, porque tampoco su base económica depende exclusivamente del ingenio. En los dos grupos la consecuencia es que la mentalidad tradicional se reproduce de manera significativa y aunque algunos elementos nuevos se integren aisladamente no logran cambiarla fundamentalmente. A menudo, el discurso sindical, inspirado por una conciencia social más desarrollada, se superpone a la cultura popular, sin penetrarla realmente.

Este modelo cultural tradicional tiene también un cierto papel en la consolidación de las relaciones de producción, porque se caracteriza por una estructura vertical y una visión sagrada del universo. La relación es generalmente directa. Es decir, se crea un cierto tipo de cultura que les da carácter de "naturales" a los fenómenos sociales. Aunque sólo una minoría atribuía un origen divino a la autoridad patronal, la verticalidad de las relaciones queda en el fondo del pensamiento y ahí actúa en esa dirección.

Una situación así ilustra lo que podemos llamar una transición cultural propia de un sistema económico capitalista, que utiliza formas precapitalistas de organización de la producción: ingenios implantados en regiones rurales y una mano de obra parcialmente integrada en la relación capital/trabajo (los trabajadores temporales). Se constituye así un proletariado y un semi-proletariado objetivamente incorporados a las relaciones de producción capitalistas pero que reproducen rasgos culturales de las sociedades pre-capitalistas. Viven socialmente insertados en las estructuras tradicionales de la familia rural, de la comarca, del pueblo, que constituyen las bases de sus reproducción social y cultural. Evidentemente, éstas no son inmóviles y se transforman poco a poco bajo las influencias de la movilidad geográfica o de la educación, pero no conducen a la toma de conciencia social que es típica de una clase social obrera industrial.

Los diez años de revolución sandinista trajeron a la sociedad nicaragüense un elemento nuevo de transición: la tendencia hacia una organización socialista de la economía. Nunca se integró toda la sociedad en estas nuevas relaciones y la economía mixta fue la base del sistema. Sin embargo, en el caso de la industria azucarera, se cambiaron las relaciones sociales de producción a causa de la nacionalización de los ingenios. Pero el nuevo sistema no parece haber influido de manera fundamental en la mentalidad de los trabajadores del azúcar.

De hecho, estas nuevas relaciones se quedaron para los trabajadores a un nivel bastante teórico. Ciertamente, hubo mejoras sociales en las condiciones de trabajo -también las hubo para el resto de los sectores laborales-, pero las limitaciones económicas del país y la falta de cuadros nuevos adecuados al cambio impidieron una transformación profunda de la vida cotidiana de los trabajadores.

Se debe añadir a esto que las condiciones generales del entorno social no cambiaron. Los trabajadores continuaron viviendo en sus comarcas o en los pobres ranchos del ingenio. La estructura fundamental de la organización del trabajo no cambió y el patrón fue reemplazado por un director. No hubo co-gestión. Además, el papel del sindicato principal, la CST, no era tan autónomo, por su vinculación al FSLN. Al mismo tiempo tenía que defender los intereses de los trabajadores y apoyar la transformación de la sociedad puesta en marcha por el gobierno sandinista. Por esto, se encontró muchas veces ante las contradicciones que creaban las orientaciones económicas del gobierno, desgastado por la guerra y necesitado de favorecer la agroexportación.

El único ingenio diferente a los demás fue el Timal o "Victoria de Julio", creado por el gobierno sandinista con la cooperación cubana y bajo nuevas condiciones de trabajo, en particular la mecanización de la zafra. El personal, que vino en gran medida de otros lugares del país, tenía su fuente de concientización social y política fuera del lugar de trabajo.

Finalmente, la encuesta muestra también que los trabajadores del sector azucarero adoptan una visión del mundo moderno de tipo individualista. Recordemos que los trabajadores de ideología no-tradicional son un poco más de la mitad. La transición de la tradicionalidad la hacen hacia el individualismo, lo que corresponde a la entrada en la visión del mundo de una sociedad de tipo neoliberal o de consumo. Esta tendencia se da aún un poco más entre los empleados administrativos.



No se trata de afirmar que los valores individuales sean negativos en sí mismos, pero muy a menudo entran en conflicto con una preocupación social y con un compromiso en favor de la transformación de la sociedad en beneficio de las mayorías.

Este cuadro general de la conciencia social de los trabajadores azucareros no se contrapone a actitudes concretas de beligerancia en pro de reivindicaciones laborales. De hecho, el análisis de los dos grupos muestra - que los zafreros que como grupo no tienen visiones del mundo articuladas y tienen ideologías sin lógicas fuertes - manifiestan una combatividad aún más acentuada que los trabajadores permanentes. Eso significa que actitudes y acciones prácticas, directamente vinculadas a los intereses visibles, pueden existir sin que un pensamiento más elaborado sea necesariamente interiorizado por la gente que protagoniza esas luchas. Eso se confirma con el hecho de que dentro de los simpatizantes de la CST o del FSLN, se encuentran proporciones importantes de trabajadores con una mentalidad tradicional. En otras palabras, el espíritu reivindicativo no depende de la conciencia de clase y la existencia de una beligerancia reivindicativa no es indicio suficiente de que exista conciencia de clase.

La conciencia de clase

Existe diferencia entre conciencia social y conciencia de clase. La conciencia de clase incluye una visión del mundo analítica o moderna y no tradicional, pero además un tipo de ideología capaz de percibir las estructuras de la sociedad como constituidas por clases sociales que tienen intereses propios, objetivamente opuestos y que tienen su base en la organización económica. Algunos elementos concretos, como la convicción de pertenecer a una determinada clase y la expresión de solidaridad con elementos de la misma clase en otros sectores de la economía, completan la conciencia de clase.

En este sentido, la conciencia de clase, en el sentido pleno de la palabra, no está muy desarrollada entre los trabajadores del azúcar. Según nuestro estudio, sólo entre el 10 y el 15% la tienen. Evidentemente, eso no significa que la mayoría no sean capaces de organizar una huelga propia de su sector o aun de participar en una huelga general. Pero estas reacciones entran en la lógica de las actitudes prácticas, importantes para la lucha obrera, pero no suficientes para asegurar a largo plazo un movimiento de transformación social. Esta afirmación no constituye una sub-valoración de las cualidades sociales de los trabajadores del sector azucarero. Solamente pone en evidencia una situación objetiva, explicable por las condiciones sociales históricas y actuales de su existencia colectiva. Esta situación es la que ofrece una materia prima para la acción sindical.

La función del sindicalismo

Desde esta perspectiva se pueden plantear varias cuestiones a los sindicatos. En este caso, solamente dos. La primera concierne al tipo de acción que pueden tener los sindicatos y la segunda, a los grupos claves para desarrollar esa acción.

En primer lugar, la acción sindical puede definirse como reivindicadora. Se trata de la organización concreta de la lucha laboral en los distintos sectores donde los intereses de los trabajadores están en juego. El salario es sin duda la principal de las reivindicaciones. Y así es percibido por los trabajadores. Pero sería importante preguntarse si otros objetivos no tendrían que entrar más en la consideración de la actividad sindical: las condiciones de trabajo, la salud, la vivienda.

Corresponde a los sindicatos el definir si la promoción de la conciencia de clase es un elemento integral de su acción en el medio de trabajo. No se trata de una posición demagógica, ni de utilizar un vocabulario radical a menudo vacío de contenido concreto, ni tampoco de promover un tipo de lucha sin salida, sino de plantear las condiciones de un cambio de sociedad y el lugar que la clase trabajadora puede ocupar en ese proceso. Es perfectamente posible que los sindicatos piensen que ése no es su papel. Pero si creyeran que lo es, sus exigencias serían evidentemente otras que las simplemente reivindicativas.

Si las condiciones sociales generales de la producción azucarera no conducen por sí mismas al desarrollo de una conciencia de clase, la iniciativa debe provenir de las instituciones paralelas al proceso, como son los sindicatos u otras formas del movimiento obrero. Se trata de una acción de formación que no puede ser puramente masiva, sino dirigida inicialmente a grupos reducidos y con una pedagogía adecuada.

La formación de la conciencia de clase no puede seguir el modelo escolar. Es por la práctica de clase que se llega a la conciencia y en este sentido, la acción reivindicativa tiene en esta formación su lugar central. Sin embargo, una formación no se logra sin una relación dialéctica entre la práctica y la reflexión. Esta última requiere un conocimiento teórico de los mecanismos sociales. Si ciertos sindicatos definen la formación de la conciencia colectiva de los trabajadores como parte esencial de su misión, deben también elaborar una metodología activa adecuada a esta tarea.

Una opción educativa de largo plazo

Toda metodología de formación no escolar debe partir de la realidad cultural de los grupos sociales para que ellos mismos la transformen. No sirven ataques directos o indirectos a las características culturales que comparte el grupo que se quiere educar, sean costumbres locales, creencias religiosas o maneras de vivir. Hay que ayudar a transformar estas características, y poco a poco, lo que no sirva para explicar el mundo, para motivar la acción personal o colectiva, para definir una utopía social por la que vale la pena luchar, caerá por sí mismo.

Lo primero a definir para una acción educativa a largo plazo, es cuáles son los grupos más susceptibles de ser los promotores de esta conciencia y cuáles grupos constituyen objetivamente un freno.

Según la encuesta, los obreros industriales parecen más cercanos de esta perspectiva y los obreros agrícolas menos. Sin embargo, en cada grupo existen diversas potencialidades. Hay que estudiarlas y reflexionar sobre ellas. Conociendo el terreno, éste se abona mejor y también se hace mejor la siembra y la cosecha es más prometedora.

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