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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 114 | Abril 1991

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Centroamérica

¿Los planes de ajuste desajustan la ecología?

Centroamérica es una región anti-ecológica. Los programas de ajuste estructural pueden empeorar la ya preocupante situación ambiental.

Equipo Envío

Desde finales de los años 80, la general preocupación por el futuro del medio ambiente mundial y por los recursos naturales de la Tierra llego a ser tan común que hasta apareció en el discurso oficial de instituciones como el Banco Mundial o la corporación petrolera Shell...

La palabra "ambientalista" o "ecologista", que había sido usada inicialmente para calificar a los amantes de la naturaleza que se dedicaban a proteger ballenas o especies de aves exóticas, cubre ahora a mucha más gente, a los que luchan por la sobrevivencia de la selva del Amazonas como pulmón natural del planeta que garantiza su equilibrio térmico, a los que combaten contra los productos industriales que afectan la capa de ozono que envuelve la Tierra, a los que se preocupan por la reforestación de las "tierras arrasadas" por la guerra en Centroamérica o a los que en Nicaragua protegen nuestras playas de los desechos o nuestro territorio de la "basura tóxica" de las empresas transnacionales.

Pero, mientras el número de personas que se reconocen a sí mismas como ecologistas ha aumentado muchísimo, la tradicional concepción que los que se dedican a los problemas del desarrollo tienen sobre los "problemas ambientales" se ha quedado estancada, sin que logren elaborar una estrategia integral que no sólo tenga en cuenta la preservación de los recursos naturales de la Tierra sino también una justa distribución de esos recursos y un desarrollo ecológicamente sustentable para todos.

En la actualidad, mientras el Banco Mundial y la AID han incorporado ya a sus discursos la causa ecológica, siguen promoviendo proyectos que contribuyen a una seria degradación de la ecología y que no tienen en cuenta las causas fundamentales del deterioro ambiental por tener como único objetivo la preservación de los intereses políticos y económicos de los Estados Unidos.

Centroamérica: una región en crisis ecológica

Los abundantes recursos naturales de Centroamérica están desapareciendo. En los últimos 30 años el 60% de sus bosques fue cortado para elaborar carbón o leña o para dar paso a la extensión del cultivo del algodón o a los pastos para ganadería o a cultivos de granos básicos. La deforestación continua extendiéndose: 4 mil kilómetros cuadrados de bosques centroamericanos se pierden cada año. Los bosques cubrían el 75% de la superficie de Costa Rica en 1950. A comienzos de los años 80 esta extensión se había reducido al 30%. Según un reciente informe, el Honduran Research Center estima que durante los últimos años, los contras, los refugiados nicaragüenses y las maniobras militares que hace Estados Unidos en el país destruyeron anualmente 80 mil hectáreas de bosques hondureños.

La deforestación y una política de cultivos intensivos ha provocado una masiva erosión de los mejores suelos de Centroamérica, lo que ha aumentado la sedimentación en lagos y ríos, amenazando así el agua disponible y los recursos pesqueros. Más de la mitad del territorio salvadoreño ha sufrido una seria degradación en sus suelos a causa de la erosión. La deforestación produce también cambios climáticos, que han sometido a la región centroamericana a una serie cíclica de sequías e inundaciones en la pasada década.

Los desechos industriales y los desechos humanos no tratados han contaminado las aguas y el uso y abuso de pesticidas ha envenenado las aguas, los suelos y la atmósfera. Desde mediados de los años 60 y a lo largo de la década del 70, Centroamérica era el principal consumidor per cápita en el mundo de pesticidas, importando el 40% de todas las exportaciones que de estos productos hacían los Estados Unidos. Guatemala registra el más alto nivel de DDT en la leche materna y en el cuerpo humano que se conoce en todo el mundo, 185 veces superior a los limites que señala la Organización Mundial de la Salud como tolerables. Al margen de la guerra, la diarrea provocada por la ingestión de aguas contaminadas o no suficientemente potables es la principal causa de muerte en la región. Sólo 1 de cada 10 salvadoreños tiene acceso al agua potable.

De esta base de recursos naturales, ya tan deteriorados, depende la mayoría de los centroamericanos, que son pobres, para sobrevivir. Esto vincula estrechamente el problema ecológico al contexto socio-económico. Según el Ministro de IRENA (Instituto de Recursos Naturales y del Ambiente) de Nicaragua, Jaime Incer Barquero, es difícil establecer fronteras en estos temas. "Cómo definir que cosa es un problema ambiental? El ambiente es todo: ambiente es salud, ambiente es combatir la pobreza, ambiente es mejorar la calidad de vida, ambiente es el uso racional de los recursos naturales..."

Las raíces de esta crisis

Las dos principales razones históricas de la degradación ambiental de Centroamérica, relacionadas entre sí, son el modelo de desarrollo basado en la agro-exportación y la pobreza que este modelo provoca y profundiza. La militarización de la región, especialmente la que propició Estados Unidos en la década de los 80, debe también ser mencionada por sus consecuencias sociales y ecológicas.

El modelo de desarrollo agro-exportador, basado en una producción extensiva e intensiva dedicada a la exportación provoca una sobre-explotación de los suelos y una sobre-explotación de la mano de obra y asegura beneficios a un sector muy minoritario de la población, el sector terrateniente. La expansión del cultivo del algodón y de la ganadería durante los años 50, 60 y 70 ha sido la causa de la destrucción de miles de hectáreas de bosques.

El algodón se apropió prácticamente de todas las tierras llanas de la costa del Pacífico, desde Guatemala hasta Costa Rica e introdujo el uso masivo de agroquímicos muy dañinos. Todos estos suelos - anteriormente reconocidos por su fertilidad -, despojados desde entonces de sus nutrientes naturales, tardaran años en recuperarse. En Nicaragua, que en 1973 comenzó a ser el 15 exportador mundial de algodón, la deforestación dejo a la región occidental del país a expensas de los estragos del viento y de las lluvias. Las tormentas de polvo sólo empezaron a ser paliadas a comienzos de los 80 con el proyecto de siembra de árboles rompe-vientos en lugares estratégicos de la región que fomentó el gobierno sandinista. Estas tormentas de polvo eran tan densas que obligaban a los conductores de vehículos a encender las luces en pleno día.

La expansión de la ganadería para la exportación de carne ha destruido también bosques y suelos. Una tercera parte del bosque húmedo de Nicaragua desapareció en los años 70 en la medida en que el país se convertía en el principal proveedor latinoamericano de carne para el mercado de Estados Unidos. En 1980, el 22% de toda la tierra centroamericana se empleaba para pastos, siendo a este rubro al que más tierras se dedicaban en toda la región.

En ambos productos, algodón y carne, la expansión siguió el mismo modelo destructor. Los pequeños campesinos eran expulsados de sus tierras fértiles y forzados a ocupar tierras en otras zonas del país. Estas nuevas tierras fueron deforestadas, no resultaron aptas para la agricultura, pues producían sólo durante 2 o 3 años y el algodón y el ganado las reclamaban pronto en su expansión, obligando nuevamente a los campesinos a desplazarse en busca de nuevas tierras.

A mediados de los años 70, el privilegiado 4% de la población centroamericana era propietaria del 70% de las tierras, mientras que la inmensa mayoría, el 77%, sólo poseía el 7%. Las estadísticas muestran que en los años 70 un alto porcentaje de propiedades agrícolas - que van desde el 46% del total de las propiedades en Costa Rica hasta el 92% de las de El Salvador - eran tan pequeñas que no servían ni para cubrir las necesidades de subsistencia de una familia. Un informe del Banco Mundial de 1989, sobre Costa Rica, El Salvador y Haití, reconocía que esta desigual distribución de la tierra, que fuerza a los campesinos a emigrar hacia tierras que son malas para el cultivo, unida a la alta tasa de natalidad, es la causa principal de la degradación ambiental en estos países.

Además del daño ecológico que provoca la emigración campesina a tierras agrícolas marginales, la pobreza que provoca un modelo de desarrollo al servicio de una minoría tiene otras consecuencias en el deterioro ambiental. Por carecer de alternativas para una mínima sobrevivencia, los centroamericanos pobres se ven forzados a explotar irracionalmente los recursos naturales. Uno de los mejores ejemplos es el de la leña. La madera es usada en nuestros países en más de un 86% para cubrir necesidades domésticas e industriales. Expertos del IRENA de Nicaragua estiman que sólo en Managua se consumen 50 mil dólares diarios en leña, que se vende en pequeñas cantidades para cocinar en los hogares más humildes, no incluyéndose en esta cantidad el uso industrial. Centenares de managuas cortan diariamente los árboles de su ciudad para tener con que cocinar o para vender leña en lugares cercanos y así ganar algo para comer.

Los efectos ecológicos directos de los proyectos militares llevados a cabo en Guatemala y en El Salvador son bien conocidos. La metrallas y las bombas han devastado enormes áreas en estos dos países. Grandes extensiones del norte de El Salvador se han convertido virtualmente en un desierto, con cosechas destruidas, pueblos arrasados, bosques quemados y la tierra herida por los cráteres de las bombas.

Además de la deforestación y de sus trágicas consecuencias ecológicas, la combinación de bombardeos e incendios ha dañado la productividad de los suelos, dificultando la filtración de agua y disminuyendo así los mantos de aguas subterráneas.

Los efectos ecológicos indirectos de la represión militar tienen que ver con el éxodo de miles de campesinos, desarraigados de sus tierras y de sus recursos de sobrevivencia. En Guatemala, con el objetivo de aislar a los guerrilleros de su base social campesina, el ejército ha forzado a miles de personas a concentrarse en "aldeas estratégicas" cercanas a las ciudades, donde los suelos están muy deteriorados. En El Salvador, los refugiados internos han sobrepoblado ciertas zonas de la costa del país, donde la sobre-explotación de los recursos pesqueros ha causado estragos en la fauna marina. Sólo un ejemplo tragos: en 1982 la deforestación causada por campesinos refugiados sin tierra, en busca de parcelas donde sembrar sus milpas, provoco que unas lluvias torrenciales causaran un alud de las tierras deforestadas por ellos en Monte Bello. El aluvión aplasto a los refugiados que vivían en la base del monte y 700 de ellos murieron.

Ajustes estructurales: más destrucción y más empobrecimiento

Un reciente informe del Banco Mundial afirma: "Un sano ecologismo ha sido reconocido como elemento fundamental a ser incorporado en los procesos de desarrollo y el Banco Mundial enfatiza ahora la necesidad de una preocupación por el medio ambiente como factor integral de sus actividades". Pero mientras esta retórica ambientalista impregna el discurso del Banco Mundial, el de la AID y el del mismo gobierno norteamericano, todos siguen promoviendo los mismos programas económicos: aunque ahora hablan de ecologismo, los programas no son otra cosa que "más de lo mismo". En el mejor de los casos, ponen parches a algunos problemas ambientales, pero, en general, sirven únicamente para reforzar el injusto orden social de los países y para aumentar su deterioro ecológico.

La fórmula de "ajustes estructurales" impuesta por el FMI y el Banco Mundial a los países latinoamericanos para enfrentar sus crisis económicas exige a los gobiernos que corten sus déficits fiscales con la reducción de empleados estatales, con la congelación de los salarios de estos, con recortes en los subsidios y con la anulación de los programas sociales. El objetivo es promover la producción de exportación a costa de la producción de consumo interno, eliminar las barreras arancelarias y suprimir toda legislación que desestimule la inversión extranjera. El resultado de estos programas está siendo el mismo en todos los países: recesión, desempleo masivo, drástica caída de la producción para el mercado interno, creciente explotación de los trabajadores y de los recursos naturales, desnacionalización de la economía.

Este tipo de programas de ajuste esta minando el sustrato ecológico de los países, uno tras otro. En el frenesí exportador que se trata de imponer, la sobre-explotación de los recursos naturales suele ser una de las soluciones más a la mano. La exportación de madera esta dejando peladas las montañas, promoviendo una erosión masiva, secando las fuentes de agua. Los nuevos productos de exportación que se proponen requieren un uso masivo de agroquímicos, los grandes pesqueros arruinan los arrecifes de coral donde viven y se alimentan los peces y los desechos de las minas están contaminando ríos y mares. Los ajustes estructurales están ajustados para que una elite minoritaria obtenga a corto plazo grandes beneficios.

El ex-funcionario del Banco Mundial, Chandra Hardy, declaró a Interpress Service que los ajustes estructurales "echan la carga más pesada sobre los hombros de los pobres". En un documento de trabajo del Banco Mundial de 1989 se afirma sobre estos programas: "La población situada por debajo de la línea de pobreza sufrirá un daño irreparable en su salud, nutrición y educación". Según Hardy, "aliviar la pobreza mundial no es todavía la principal prioridad de la agenda del desarrollo económico. Eso vendrá después del crecimiento del producto interno bruto, del saneamiento fiscal, de la privatización y de la liberalización de los mercados..." La UNICEF informa que los ingresos familiares promedio se redujeron en América Latina durante los años 80 en un 10%. El ajuste en si mismo, y no la eliminación de la pobreza, se ha convertido en el objetivo de las instituciones financieras internacionales.

Los ajustes estructurales no enfrentan las raíces de la degradación ambiental ni las de la pobreza y sólo servirán para profundizar ambos males. Según Hardy, las instituciones financieras internacionales "rechazan las condiciones que requeriría un avance en la reducción de las importaciones y en la reducción de las desigualdades sociales. Esa condición seria, por ejemplo, una autentica reforma agraria. Pero no quieren entrar en eso porque esos son temas demasiado polémicos".

¿Y qué sucede cuando, hechos los ajustes estructurales, los países reciben a cambio nuevos créditos? El Banco Mundial ha sido muy criticado por los ambientalistas a causa de las consecuencias anti-ecológicas de sus programas. Según el director de un grupo ambientalista canadiense, la nueva conciencia ecológica de estas instituciones no es otra cosa que "continuar con los mismos viejos proyectos de desarrollo plantando algunos arbolitos en sus contornos".

La producción de no-tradicionales para la exportación

Una de las "nuevas" estrategias de desarrollo que Estados Unidos propone a Centroamérica y el Caribe es la promoción de productos no-tradicionales para la exportación. Fundamentalmente, se trata de flores, plantas verdes de adorno, algunas frutas y vegetales exóticos para el consumo de lujo del mercado norteamericano. Como estos cultivos no son propios de la región, requieren generalmente de capital intensivo y de una gran dosis de fertilizantes o herbicidas para que se aclimaten a las tierras tropicales.

La AID ha estimulado a los gobiernos centroamericanos a incentivar estos cultivos no-tradicionales a costa de la reducción de créditos y de precios de garantía para la producción de alimentos básicos. Aún cuando en sus regulaciones la AID establece teóricamente que sus programas deben tener en cuenta el no producir daños ecológicos, la realidad practica es que los proyectos de la AID están provocando un deterioro ambiental, tanto directo como indirecto, al deteriorar la base de los recursos del país y de la mayoría de la población y al incrementar la pobreza y el número de campesinos sin tierra.

El grupo norteamericano Amigos de la Tierra informa que un crédito de 6 millones y medio de dólares entregados por la AID a Honduras para un proyecto camaronero de exportación fue utilizado de tal manera que los manglares de una extensa zona costera están desapareciendo rápidamente. Los pescadores locales y los campesinos que saben que estos manglares protegen la costa, dan abrigo a la vida marina y sirven de hogar a valiosas especies han perdido su tradicional medio de vida y han tenido que desplazarse a otras zonas.

En Guatemala, los estudios de varias instituciones muestran que el 100% de las mujeres examinadas en tres departamentos tienen en su leche materna un inaceptable nivel de contaminación por pesticidas. Se sabe también que los cultivos no-tradicionales requieren de un incremento en el uso de estos pesticidas, mayor que el que necesitan otros cultivos. Mientras las exportaciones no-tradicionales se incrementaron en Guatemala en un 23.3% entre 1989 y 1990, la Asociación Guatemalteca de Exportadores No- Tradicionales informó que cantidades significativas de los productos exportados fueron puestos en cuarentena o rechazados directamente por los Estados Unidos, aunque después se vendieron en otro país con menos restricciones sanitarias.

El gobierno de Costa Rica ha reducido los créditos, los servicios y los precios de garantía a la producción del maíz, frijol y arroz - los tres alimentos de la dieta básica - para incentivar la producción de productos no-tradicionales. En este tipo de producción no es fácil que los pequeños campesinos produzcan y comercialicen siempre con exito. Muchos han sufrido grandes pérdidas, lo que les ha llevado a perder también sus tierras por incapacidad de pagar sus créditos.

Sheldon Annis, antiguo investigador del Consejo de Desarrollo Exterior, afirmó ante el Comité del Congreso norteamericano encargado del problema del hambre, que el creciente empobrecimiento de Centroamérica es un resultado directo de la política de la AID en favor de la producción no-tradicional. El capital intensivo, los costosos agroquímicos y la sofisticación técnica que requieren, la buena tierra, las conexiones de mercadeo internacional y las complejas instalaciones de almacenaje que necesitan estos nuevos cultivos no son los más apropiadas para lograr un desarrollo armónico de la región. Annis insistió en que esta política incrementa el número de campesinos sin tierra, afecta la producción de los pequeños campesinos y perjudica la producción de alimentos básicos.

La Iniciativa para las Américas del gobierno Bush

El Plan Bush para América Latina ha sido ya puesto en marcha parcialmente en Centroamérica a través del programa de pago de la deuda externa llamado "canje de deuda-po-naturaleza". El objetivo último de este Plan es crear una zona de libre comercio en todo el continente. Actualmente este libre comercio ya se da entre Estados Unidos, Canadá y México.

La iniciativa "deuda-por-naturaleza" propone perdonar una pequeña porción de la deuda publica de América Latina estableciendo con este dinero un fondo ecológico. Las reglas para la participación en este programa incluyen el implementar en el país ajustes estructurales, el reformar las leyes internas sobre inversión extranjera para abrir puertas al capital transnacional y el adherirse a un estricto calendario de pagos de la deuda pendiente con la banca privada.

Algunas de las consecuencias anti-ecológicas de las políticas de ajuste estructural ya las hemos sugerido. Una política de puertas abiertas a inversiones extranjeras podría significar la explotación irracional de los recursos naturales en beneficio de empresas e inversionistas de fuera, con la consiguiente destrucción ambiental. Y aunque es cierto que por un lado, el programa disminuye el monto de la deuda pública, por el otro, exige el estricto pago de la deuda privada, con lo que las presiones para lograr ese pago podrían resultar en una indiscriminada explotación de los recursos naturales como medio más rápido y fácil de lograr el dinero necesario para cumplir. Puede aumentar la destrucción con esa lógica cortoplacista de la ganancia inmediata, con esa estricta lógica del mercado que es propia del capitalismo voraz que se esta imponiendo a los países subdesarrollados.

Según el Grupo para Políticas Alternativas, con base en Washington, mientras que este plan podría generar fondos para un desarrollo sostenido, no existe en el ni presión ni obligación alguna para que el gobierno que recibe esos fondos implemente una justa canalización de los mismos. Tampoco incluye el plan mecanismos para medir el impacto que en el medio ambiente tiene el ajuste estructural o las nuevas inversiones extranjeras que este promueve.

El libre comercio que propone el Plan Bush requiere de una flexibilización o de una supresión total de las restricciones impuestas a la inversión extranjera en los países latinoamericanos. Frente al tratado de libre comercio que ya existe entre México y Estados Unidos, diversos grupos ambientalistas norteamericanos han expresado su preocupación porque las restricciones basadas en un respeto al medio ambiente están siendo removidas y porque dar tantas facilidades a los inversores atraerá la instalación de industrias que contaminen más el ambiente o que exploten irracionalmente los recursos naturales provocando que estos -incluyendo tierras y aguas - se deterioren aún más de lo que ya están.

El Grupo para Políticas Alternativas concluye que el plan deuda-por-naturaleza "está claramente diseñado para provocar cambios que lleven a más ajustes estructurales o que promuevan una permanente adhesión a este tipo de políticas". No existe detrás de este plan ni del Plan Bush en su conjunto ninguna intención altruista ni mínimamente enfocada a un verdadero desarrollo del continente. Se trata de un intento más de Estados Unidos por salvar su deteriorada situación económica, actuando como "parásito internacional" de otras economías para así mantener sus posiciones hegemónicas.

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