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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 101 | Enero 1990

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Nicaragua

En la recta final: elecciones para la paz

La intervención militar de Estados Unidos en Panamá, la continua agresión contra Nicaragua a través de la contrarrevolución armada y los obstáculos a una salida negociada al conflicto salvadoreño son signos de la decisión de Bush de continuar con su estrategia de guerra en Centroamérica.

Equipo Envío

Al finalizar el año y la década, en los últimos días del mes de diciembre de 1989, Estados Unidos demostró que no está dispuesto a abandonar el recurso a la fuerza militar. A los pocos días de consumar la intervención en Panamá, el Jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas norteamericanas Colin Powell, declaró: "Con la invasión hemos colocado un cartel en la puerta de nuestra casa que dice: Aquí vive una superpotencia. No importa lo que sucede en la Europa del Este".

Frente a la determinación bélica de Estados Unidos, Nicaragua continúa intentando neutralizar los planes militaristas norteamericanos. Internamente, por la vía electoral y regionalmente, defendiendo los acuerdos de paz centroamericanos. En el plano internacional, el proceso de paz de Esquipulas dio claras señales de desgaste, mientras que el proceso electoral juega cada vez más claramente en favor de la consolidación y la legitimación de la revolución.

Entre Esquipulas V y Esquipulas VI una tensión creciente

A comienzos del mes de diciembre, el proceso de paz centroamericano y la posibilidad de resolver con una solución negociada el conflicto regional entró una vez más en crisis por las permanentes presiones de los Estados Unidos y la creciente inestabilidad en los países del área. Eran varios los acontecimientos que potenciaban esta última crisis:

- El fin del cese al fuego decidido por el gobierno de Nicaragua causa de la continua infiltración de contras en territorio nicaragüense llevó al ejército sandinista a movilizar sus tropas hacia la frontera con Honduras, tensionando las relaciones entre los dos países.

- El rechazo de Estados Unidos a cumplir con los acuerdos de Esquipulas V en Tela, que establecían los pasos para la desmovilización de los contras, y el colapso de las negociaciones entre el gobierno de Nicaragua y la dirigencia contrarrevolucionaria en Washington y New York, ponían de manifiesto que la guerra iba a continuar, como componente de la estrategia norteamericana contra el proceso electoral nicaragüense.

- La ofensiva militar del FMLN, durante la cual la caída de una avioneta cargada de cohetes tierra-aire para la guerrilla salvadoreña dio pie al gobierno de Cristiani para romper relaciones diplomáticas y comerciales con Nicaragua, ponía en peligro la continuación del mismo proceso de negociaciones regionales, creando una gran inestabilidad entre los dos países con conflictos internos más agudos.

- La campaña norteamericana contra el proceso electoral nicaragüense se intensificaba, proyectando la imagen de que el FSLN iba a perder las elecciones de febrero del 90.

Finalmente, las crecientes tensiones entre Noriega y el gobierno de Estados Unidos durante estos meses que precedieron a la intervención norteamericana del 20 de diciembre afectaban también, aunque de manera indirecta, todo el proceso negociaciones.

De esta manera, entre la cumbre de presidentes centroamericanos de agosto (Esquipulas V) y la programación cumbre de Esquipulas VI -anunciada a celebrarse en Managua en la primera semana de diciembre- el panorama regional se había ido ensombreciendo progresivamente.

Mientras el FSLN en Nicaragua y el FMLN en El Salvador luchan por la solución negociada de los conflictos en estos dos países, el gobierno de Estados Unidos mantiene tenazmente su recurso a la fuerza militar para resguardar sus intereses hegemónicos en ambos países y en toda la región.

Aunque la guerra de baja intensidad contra Nicaragua ha enfatizado en algunos momentos los aspectos económicos o políticos o diplomáticos sobre los militares, la realidad muestra que el proyecto de fondo no ha variado ni en los años de Reagan ni en la transición de Reagan a Bush: se trata de destruir por la fuerza la revolución sandinista. En los otros países de la región, la injerencia político-militar norteamericana intenta abortar cualquier proceso de cambio.

Los últimos acontecimientos en Centroamérica -mantenimiento de los contras, negativa a la negociación en El Salvador, invasión de Panamá- son el reflejo de la rigidez ideológica de la clase política norteamericana y de su incapacidad para aceptar que las esferas de influencia políticas-militares de las superpotencias están llamadas a desaparecer con el fin de la guerra fría. Esta rigidez y esta ceguera hacen que para muchos en América Latina Bush aparezca con un nuevo perfil, el de "el Ceaucescu del bloque capitalista".

Es en el marco del creciente enfrentamiento de las estrategias centroamericanas de negociación y la estrategia militarista de Estados Unidos -mantenida a pesar de la distención en Europa- en donde hay que ubicar los acontecimientos de ese mes, entre ellos la cumbre centroamericana celebrada en San Isidro de Coronado, Costa Rica.

Las metas de los contrincantes en vísperas de la Cumbre

La agenda básica de la cumbre, establecida en previa reunión por los cinco cancilleres del área, incluía 3 puntos: desmovilización de la contrarrevolución nicaragüense, situación salvadoreña y extensión del mandato de la ONUCA tanto en El Salvador como en Nicaragua.

Por primera vez en la historia del proceso de Esquipulas, el gobierno de Estados Unidos, en vez de presionar por la postergación de la reunión presionó por su celebración. ¿Por qué esta anomalía? Al estarse generando una acelerada dinámica de tensión en el área, podría preverse no sólo un fracaso de la cumbre sino la ruptura del mismo proceso de paz. Este fracaso y esta eventual ruptura serían una buena ocasión para que Estados Unidos incrementara su estrategia desestabilizadora contra una Nicaragua empeñada en el proceso electoral.

Estados Unidos quería obtener de la cumbre un claro apoyo al gobierno de Cristiani -desgastado internacionalmente tras los bombardeos a la población civil y la represión desatada contra dirigentes religiosos y políticos-. Buscaba una descalificación del FMLN y el establecimiento de una simetría entre el FMLN y la contra, que ya había comenzado a aparecer -aunque todavía de forma leve, ambigua y hasta contradictoria- en los acuerdos de Esquipulas V en Tela. Finalmente, Estados Unidos -y sus aliados nicaragüenses de la UNO- querían reintroducir el tema de la democratización interna de Nicaragua vinculándolo de nuevo a la desmovilización de los contras para usarlo como pieza de desgaste en el proceso electoral nicaragüense.

Nicaragua tenía también sus propios objetivos. Trataba de reactivar el proceso de paz, en grave crisis -el presidente Cristiani había afirmado que no participaría en ninguna cumbre más-. Su meta principal era la ratificación de la desmovilización de la contra en un plazo inmediato, el destino de los fondos norteamericanos de ayuda "humanitaria" para este proceso desmovilizador y la participación de las fuerzas de la ONUCA en el mismo, pues la CIAV no había mostrado capacidad de acción en este sentido.

El presidente Alfredo Cristiani fue a la cumbre en una posición dura, con el doble objetivo de recuperar legitimidad para su gobierno y conseguir, además de condenas al FMLN, exigencias para que se desarmara antes de cualquier diálogo negociador.

El FMLN hizo conocer su posición a través de los gobiernos de Nicaragua y Costa rica. Pedía un cese al fuego inmediato con supervisión internacional y negociaciones simultáneas de todas las fuerzas sociales y políticas salvadoreñas para lograr la desmilitarización y democratización del país y el respeto a los derechos humanos. También pedía la remoción de 7 altos oficiales salvadoreños implicados en el bombardeo contra la población durante la ofensiva y en el asesinato de los sacerdotes jesuitas.

El propósito de Honduras era evitar la demanda que Nicaragua le ha introducido en la Corte Internacional de Justicia por su colaboración en la guerra contrarrevolucionaria, guerra calificada ya de "ilegal" por la misma Corte.

El presidente de Guatemala llegó a San Isidro preocupado por los avances militares y diplomáticos conseguidos con la ofensiva del FMLN. Y el presidente Arias fue a la cumbre con su permanente objetivo de proyectarse como el arquitecto de Esquipulas, defendiendo a Cristiani como el único capaz de establecer un puente de diálogo entre el FMLN y los sectores más derechistas de ARENA.

El documento de Esquipulas VI: resultados polémicos

El documento final de la cumbre, redactado por Arias y Cerezo, representó una derrota diplomática para el FMLN. El apoyo "decidido" expresado por los presidentes centroamericanos al presidente Cristiani y más todavía, la simetría relativa que el documento establece entre la contrarrevolución nicaragüense y el FMLN de llamar al FMLN a que "inmediata y efectivamente cese las hostilidades y se incorpore al proceso de diálogo ya iniciado", proceso en el que sólo se le ha propuesto la rendición, representaron más retrocesos que avances en el camino hacia una solución negociada en El Salvador. Y salvaguardaron la posición norteamericana de continuar implementando la vía militar en el conflicto salvadoreño, porque un FMLN con la capacidad demostrada para actuar exitosamente en San Salvador no puede estar dispuesto a desarmarse sin antes negociar.

La petición de los presidentes de que se amplíe la participación de la ONU en la implementación de los acuerdos de paz, solicitando específicamente a Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de la ONU, que efectúe "las acciones necesaria para que se reinicie el diálogo entre el gobierno de El Salvador y el FMLN y contribuya así a su exitoso desarrollo" es una puerta abierta para una negociación real y uno de los puntos más concretos del documento.

Si Estados Unidos consiguió sacar adelante en la cumbre sus principales objetivos respecto a El Salvador, no logró los mismos frutos en el caso de Nicaragua. El documento de San Isidro es un significativo -si no el último clavo en el ataúd de la contra. Los presidentes acordaron solicitar que los fondos aprobados por el gobierno norteamericano para esta sean entregados "a la mayor brevedad posible" a la CIAV, para emplearlos en la desmovilización de los contras.

Los Estados Unidos fracasaron, sobre todo, al no lograr reintroducir el tema de la democratización interna de Nicaragua. Según el diario "Los Angeles Times", Antonio Lacayo, el jefe de campaña de Violeta Chamorro, había solicitado al presidente Arias que la cumbre decidiera el envío de delegados de los presidentes centroamericanos a Nicaragua para poner fin a la violencia que, según él, estaba caracterizando el proceso electoral nicaragüense. Arias se negó, aduciendo que no estaba dispuesto a arriesgar el apoyo que necesitaba Cristiani al introducir en la cumbre un tema tan conflictivo.

La unión fue larga y tensa, con un dramático capítulo final sobre el caso de Honduras en la Corte Internacional de La Haya, que se resolvió con la flexibilidad del gobierno de Nicaragua, que acordó retrasar en seis meses la fecha de presentación de la posición hondureña.

Al terminar la cumbre, ya en la madrugada, el presidente Daniel Ortega fue abordado por los medios de comunicación con la pregunta de si Nicaragua había vendido al FMLN a cambio de la desmovilización de los contras. Muchos sectores del pueblo de Nicaragua no sólo tuvieron preguntas, sino tristeza y una honda preocupación. A las pocas horas, el FMLN rechazaba "con indignación" los resultados de la cumbre.

Entre todos los que en el mundo son solidarios con la revolución sandinista y con la lucha del pueblo salvadoreño, la cumbre de San Isidro ha sido el paso que ha creado más confusión y discusión de todos los dados en este largo proceso negociador que se inició en 1983 con Contadora y que tomó en 1987 en Esquipulas un nuevo rumbo.

Tres eran los aspectos del documento que centraban las críticas. El primero, ¿cómo dar un respaldo incondicional a un gobierno responsable de bombardear a la población civil de las ciudades, de desatar una auténtica persecución contra las Iglesias con cateos, torturas, expulsiones, destrucción de locales y el asesinato de los jesuitas y de impedir a la Cruz Roja Internacional el evacuar conflicto en violación de los convenios de Ginebra.

En segundo lugar, ¿cómo consagrar la simetría entre el FMLN y la contra precisamente en el momento en que es más clara la fuerza ascendente del FMLN y es una evidencia la derrota de la contrarrevolución?

En tercer lugar, ¿cómo exigir la desmovilización y el desarme del FMLN cuando su presión militar es la única garantía de que se depure a las fuerzas armadas salvadoreñas, responsables de una política de sistemática violación de los derechos humanos, y se inicie una negociación seria del conflicto? Desde esta perspectiva, desmovilizar al FMLN es cerrar toda perspectiva a una solución negociada.

En Nicaragua, la inicial indignación frente al documento resultante de Esquipulas VI fue matizándose en la medida en que se caía en la cuenta de la complejidad del cuadro regional e internacional en que el gobierno de Nicaragua tuvo que moverse durante la cumbre.

Según el gobierno nicaragüense, el mayor peligro de esta reunión era caer en la provocación que representaba la inflexibilidad pro-Cristiani de los otros cuatro presidentes, negarse a la firma de un documento que legitimara al gobierno salvadoreño y quedar así como el "culpable" de la ruptura del proceso de paz con la imagen de una Nicaragua guerrerista, responsable de enterrar los acuerdos de paz, Estados Unidos hubiera quedado con las manos libres para intensificar su continuada estrategia de guerra de baja intensidad.

El gobierno nicaragüense dijo también que una firma no bastaba para legitimar al presidente Cristiani. La prueba vino a los pocos días con la resolución de la 44 Asamblea General de la ONU sobre el conflicto salvadoreño que, de hecho, deslegitima al gobierno salvadoreño por su violación sistemática de los derechos humanos. Se demostró así la cumbre centroamericana no quitó una sola piedra del muro de represión que separa al gobierno salvadoreño de la comunidad internacional.

Como expresión complementaria a su firma en el documento de San Isidro, el presidente Ortega acusó, dos días después de la cumbre, al gobierno de Cristiani de violar los acuerdos en materia de respeto a los derechos humanos al continuar los bombardeos contra la población civil. Mientras que "Barricada", periódico del FSLN, afirmaba que la cumbre era sólo una batalla dentro de una guerra más larga, haciendo una distinción entre la "apariencia" de que Cristiani había sido legitimado, con la "esencia" del documento: "ha quedado comprometido a impulsar la negociación política como único camino para democratizar el país", resaltando la solicitud que se hace al Secretario General de la ONU para que se involucre en este proceso negociador.

Si Nicaragua hubiera sido señalada como responsable de la ruptura del proceso de paz, hubiera puesto en riesgo el apoyo económico de los países de Europa occidental -muy interesados en conservar el marco de referencia creado por Esquipulas- y hubiera tensionado sus relaciones con la URSS. La Unión Soviética ve en el proceso regional de paz el medio mas eficaz para impedir la regionalización de un conflicto en el que se mantiene muchas diferencias con los Estados Unidos.

Qué puso de manifiesto la ofensiva del FMLN

La ofensiva del FMLN puso de manifiesto que, en la actualidad y dentro del marco de la distensión con los Estados Unidos, los soviéticos priorizan la paz regional según el marco de Esquipulas sobre los avances revolucionarios en El Salvador. En los primeros días de la ofensiva del FMLN la cancillería soviética criticó ésta, partiendo de un análisis que no comparten ni el FMLN ni el gobierno de Nicaragua ni muchos otros gobiernos y fuerzas políticas en el mundo. "En la actual correlación de fuerzas existentes en ese país -decía el comunicado de la URSS- la nueva oleada de violencia no podrá alterar el equilibrio y sólo provocará nuevas víctimas civiles". volver al diálogo "ya iniciado" era la propuesta soviética.

Las tensiones surgidas en el área tras la caída accidental en El Salvador de una avioneta que transportaba misiles tierra-aire para la guerrilla y que desembocó en la ruptura de relaciones de El Salvador con Nicaragua fue un problema importante que tuvo que enfrentar la URSS en la cumbre Gorbachov-Bush logró que su prioridad centroamericana se impusiera sobre los otros temas de la agenda. La URSS declaró -y Bush aceptó- que no se trataba de misiles soviéticos ni provistos por los soviéticos. Más allá de esta evidencia, el resto del asunto quedó en las brumas que suelen envolver estos asuntos cuando los problemas derivados de la misma guerra en que se dan son muchos más trascendentales.

Las contradicciones que provocó el documento de San Isidro entre todas las fuerzas solidarias con los procesos revolucionarios en Centroamérica revelan el cambio que ha experimentado la coyuntura centroamericana y el desgaste del proceso de Esquipulas que, pese a todo, logró mantenerse en pie.

Pero la crisis que significó la cumbre y los resultados de Esquipulas VI quedaron superados pocos días después por una crisis mayor: la provocada con la invasión de Panamá, que alienta las tendencias de las fuerzas más guerreristas de la región, los ejércitos de El Salvador, Guatemala y Honduras, opuestos a la negociación y defensores de la estrategia militarista de Estados Unidos. Y así, mientras Nicaragua defendía su soberanía nacional respondiendo con firmeza a las provocaciones norteamericanas contra la embajada de Nicaragua en Panamá, los otros gobiernos del área respaldaron en distintas formas la decisión injerencista de los Estados Unidos en la patria de Torrijos.

A pesar de que la cumbre de San Isidro es el signo más claro de que el proceso de Esquipulas se está agotando ya, en San Isidro se sembró también el germen de un posible relanzamiento del proceso negociador. Los acuerdos de esta sexta cumbre, al solicitar al Secretario General de la ONU que "involucre más directamente en el proceso de paz a los Estados con intereses en la región", abre un nuevo camino.

La falta de realismo que sobre la situación salvadoreña quedó plasmada en el último acuerdo y la incapacidad de los presidentes de El Salvador y Guatemala para controlar la sistemática violación de los derechos humanos y civiles que cometen sus ejércitos, ponen en evidencia ante la comunidad internacional que es necesario crear una nueva dinámica para que avance realmente el proceso de paz. El papel ampliado de la ONU -a través de su Secretaría y de los "cascos azules" de la ONUCA, presentes en la región desde el 4 de diciembre- pueden facilitar el que se vaya creando el andamiaje concreto de esta dinámica, cuyo desarrollo depende de la presión que sobre la derecha salvadoreña causen las futuras oleadas de la ofensiva salvadoreña y de la lucidez de la solidaridad internacional para exigir que los muros de la doctrina Monroe se desmoronen a la par que caen en la Europa oriental los que levantó la Doctrina Breznev.

El proceso electoral es una herramienta para la paz

Con grandes costos Nicaragua ha mantenido su flexibilidad en aras de sostener con vida el proceso de paz para con él hacer frene a la escalada militarista de los Estados Unidos en la región. El centro de su estrategia negociadora ha sido la defensa del derecho internacional. En el terreno interno, Nicaragua busca neutralizar la agresión norteamericana por la vía electoral.

Hasta el momento, la decisión de Nicaragua de abrir su proceso electoral a la más amplia observación internacional ha servido para controlar las tensiones externas a las cuales están sometidas estas elecciones. Y hasta el momento, la mayor preocupación que ha expresado la misión de observadores de la ONU, la ONUVEN es el "incremento de tensión política originado por el recrudecimiento de la actividad militar y la interrupción del cese del fuego". En áreas campesinas del país, las emboscadas, ataques y amenazas que está desarrollando la contrarrevolución impiden el normal desarrollo del proceso electoral.

Día tras día los contras hacen incursiones en zonas rurales con el objetivo cada vez más claro de asesinar a activistas, candidatos y simpatizantes del FSLN y de propagandizar la opción de la ONU. Pero su blanco no son sólo los sandinistas. El 1 de enero, una emboscada contrarrevolucionaria dirigida contra un vehículo de la Iglesia, dejó como resultado dos religiosas asesinadas -una norteamericana, Maureen Courtney y una mískita, Teresa Rosales- causando heridas a otra religiosa miskita, Francisca Colomer, y al obispo auxiliar de la Costa Atlántica, Pablo Schmitz, de origen norteamericano. Es éste el ataque más grave realizado por la contrarrevolución contra miembros de la estructura eclesiástica durante nueve años de guerra.

A la par que continúa la actividad armada de la contrarrevolución, también se ha incrementado la violencia callejera en torno a las actividades de la campaña electoral. Esta violencia se da fundamentalmente entre jóvenes simpatizantes del FSLN y de la UNO -también de otros partidos-, pero no había pasado de altercados y de algunas piedras -por uno y otro lado- hasta que en víspera de la cumbre centroamericana y en la ciudad de Masatepe, se produjeron incidentes mucho más violentos, que dejaron un muerto y varios heridos. El informe sobre los hechos elaborados por los observadores electorales de la OEA indica que simpatizantes del FSLN y de la UNO participaron en la violencia y que fue imposible reconstruir la secuencia de los hechos que dieron inicio a los actos de violencia.

Si los primeros pasos de la violencia no fueron claros, los resultados finales lo fueron más. La casa de campaña del FSLN fue destruida y un vehículo de Naciones Unidas asignado al Ministerio de Agricultura fue quemado por jóvenes de la UNO. El hombre que resultó muerto en los incidentes era simpatizante del FSLN y su familia responsabilizó a la UNO por su muerte. Después de los hechos, los dos principales dirigentes de la UNO en Masatepe retiraron sus candidaturas.

Fue sintomático que una delegación de norteamericanos del Center For Democracy que estaba observando la manifestación de la UNO en Masatepe viajó inmediatamente a la cumbre de San Isidro y la embajada norteamericana en Costa Rica intentó introducir al grupo en la cumbre para que diera su versión sobre los hechos, según la cual responsabilizaban al FSLN del pleito y de la muerte de quien afirmaban era un activista de la UNO. Los observadores gringos calificaban el altercado de Masatepe como "un plan intencional de los sandinistas para destruir las elecciones". Hasta las mismas autoridades costarricenses se vieron obligadas a denunciar la arrogancia de los funcionarios norteamericanos por no respetar el protocolo de la cumbre.

Finalmente, aunque el presidente Arias había excluido de la agenda el tema de la democratización de Nicaragua y el Center for Democracy no pudo entrar en la cumbre, sí lograron estos "observadores" influir en los medios de comunicación, hambrientos de noticias de cualquier índole mientras desesperaban esperando los resultados de una cumbre tan difícil. Esto contribuyó a reforzar internacionalmente una imagen falsa sobre la que trabaja con insistencia y aceleradamente el gobierno de Estados Unidos: el FSLN va a suspender las elecciones porque teme perderlas.

La delegación del Center for Democracy estaba formada por individuos vinculados a la extrema derecha norteamericana y a la CIA. Peter Kelly es abogado de una firma que representa al dirigente de la contrarrevolución angoleña. Jonas Savimbi y representó al fallecido dictador filipino, Ferdinand Marcos. Brent Bozell es el fundador del Wold Freedom Foundation (WFF), registrado en Estados Unidos como agente extranjero de la contra. Allan Winstein es ex-director de la NED, organismo creado por Reagan y actual vía para el financiamiento norteamericano a la UNO.

Como señaló el Instituto for Media Analysis (IMA), "que semejante constelación de ideólogos estuvieran presentes en el único motín serio después de tres meses de campaña, motín en el que fue asesinada una persona, causa sospecha. Que el grupo dejara Masatepe y viajara inmediatamente a San José también es sospechoso". Tanto Edgard Chamorro, ex-dirigente contrarrevolucionario y David McMichel, ex-miembro de la CIA, declararon en Managua como miembros del IMA que la operación tenía todas las señales de ser un montaje de la CIA, institución que ellos conocen muy bien y desde dentro.

El informe de la ONUVEN señala dos causas internas del incremento de las tensiones políticas en Nicaragua. La primera es el aumento de discursos deslegitimadores del proceso electoral que promueven la UNO y el diario "La Prensa": "Preocupa la persistencia de la descalificación de las autoridades electorales, la anticipación de fraude electoral y la reiteración del argumento de que la única explicación de una eventual derrota de la UNO en las urnas es el fraude". Según ONUVEN, la otra causa de las tensiones políticas es "la identificación, ya no de actores individuales, sino del conjunto de la alianza opositora con la Guardia Nacional de Somoza, con la contrarrevolución, con la guerra identificación que hace el FSLN en su campaña, en particular en su propaganda televisiva.

Aunque es cierto que esta identificación incrementa la agresividad de los nicaragüenses que simpatizan con la revolución y puede causar tensiones innecesarias en el proceso electoral, como afirma la ONUVEN, el mismo candidato a vicepresidente por la UNO, Virgilio Godoy, hace esta identificación. Estas fueron sus declaraciones el 1 de diciembre, al iniciarse la etapa más intensa de la campaña electoral: "De alguna manera -dijo Godoy-, el perfil que el oficialismo ha querido crear diciendo que la UNO y la Resistencia somos la misma cosa, corresponde a la realidad, porque efectivamente estamos trabajando conjuntamente en este proyecto cívico por cambiar las cosas". La misma identificación UNO -contras la hace a diario la radio contrarrevolucionaria "15 de septiembre", que pide a sus oyentes que "sigan las recomendaciones de los líderes de la oposición interna", y reproduce las declaraciones de los dirigentes de la UNO, especialmente las que "anuncian" el fraude sandinista.

A partir de la invasión de Panamá, la UNO ha incrementado la identificación de los sandinistas con Noriega y es mayor su insistencia que hay que prepararse para el fraude electoral.

En esta coyuntura y ante el envalentonamiento de la derecha norteamericana por los acontecimientos de Europa Oriental -que interpretan como el fracaso del socialismo- y por la invasión de Panamá -donde no encontraron mucha resistencia nacionalista-, el FSLN tiene como su principal prioridad el garantizar unas elecciones que los observadores califiquen como libres, justas y honestas. Las elecciones se convierten así en la principal arma para un pequeño país sometido a largos años de guerra de baja intensidad, cuyo componente militar se ha acrecentado en los últimos meses. Las elecciones son también para el FSLN la principal herramienta con la que quebrar el acuerdo bipartidista elaborado en marzo/89 por el Congreso norteamericano, paso esencial para iniciar la normalización de relaciones con Estados Unidos y la solución negociada del conflicto regional.

Las encuestas electorales aclaran más el panorama

Durante el mes de diciembre se aclaró algo una de las grandes incógnitas del proceso electoral nicaragüense: el voto indeciso. Hasta diciembre, casi un 50% del electorado no contestaba a la pregunta de cuál era el candidato de su preferencia. En diciembre, el grado de indecisión se redujo a un 25% a la vez que el FSLN incrementaba su ventaja sobre la UNO.

Otra interrogante de estos meses, que ha empezado a aclararse en el mes de diciembre, es la de las notables discrepancias entre las distintas encuestas realizadas en Nicaragua. Las instituciones de opinión pública nicaragüenses realizaron encuestas que daban ventaja a Daniel Ortega, mientras que las instituciones extranjeras se la daban a Violeta Chamorro. A principios de octubre, Itztani-INOP daba a Ortega una ventaja sobre Chamorro de 26% a 21% mientras que ECO señalaba que Ortega superaba a Chamorro por 29% contra 21%. A fines de octubre, Borge y Asociados, empresa costarricense contrataba por "La Prensa", diario que dirige Violeta Chamorro, concluía que la ventaja de Violeta sobre Daniel era de 56% frente a 22%. Otra institución extranjera, con sede en Costa Rica, la CID-Gallup, también daba la victoria a la UNO: Chamorro con 40% y Ortega con 29%. Finalmente, una tercera empresa extranjera, Univisión-Bendixon-Schroth registró un insignificante margen a favor de Ortega: 40% sobre 39% para Chamorro. A mediados de noviembre, ECO y la Universidad Centroamericana de Managua hicieron pública una nueva encuesta: Daniel con 35% y Violeta con 16%. Según los profesores de la UCA, una de las limitaciones que tenía esta encuesta -al igual que todas las anteriores- era la escasa representatividad de la población rural en la muestra.

Dos elementos diferenciaban las encuestas de las empresas nacionales de las extranjeras. Primariamente, las extranjeras arrojaban resultados en los que los niveles de indecisión de los votantes eran menores que en las nacionales. En segundo lugar, las empresas extranjeras no hacían pública ni su metodología ni sus muestras.

Para solucionar este segundo problema, la Fundación Friedrich Ebert, de la RFA, y la UCA patrocinaron en diciembre un seminario al que fueron invitadas todas estas instituciones de opinión pública. Todas las empresas nacionales, incluyendo la Fundación Manolo Morales -que no ha hecho encuestas desde agosto- se hicieron presentes. Asistieron también la Bendixon-Schroth y una nueva empresa de Estados Unidos, la Greenberg-Lake. Las dos empresas costarricenses que habían dado tan amplios márgenes a Violeta Chamorro no llegaron, lamentando la UCA y la Friedrich Ebert su ausencia. En un primer momento, la CID-Gallup -que no tiene el reconocimiento de la Gallup de Estados Unidos- reclamó tres pasajes en vez de dos y más adelante dijo necesitar garantías de la embajada nicaragüense en Costa Rica. A juicio de la Fredrich Ebert y de la UCA, esta empresa fabricó excusas tratando de eludir una investigación pública de sus métodos. Por otra parte, Borge y Asociados indicó en Costa Rica y no podían enviar a su personal a Nicaragua.

En vísperas de las elecciones, seminario con empresas encuestadoras

En el seminario se analizaron los resultados de todas las encuestas realizadas hasta el momento según cinco criterios:

- representatividad de su universo y distribución geográfica.

- representatividad de las tendencias políticas de la población en las elecciones de 1994.

- representatividad demográfica por sexo y edad.

- representatividad de los grupos ocupacionales básicos.

- neutralidad del instrumento de recopilación de opiniones.

Hubo acuerdo en que la CID-Gallup era deficiente por la inducción sistemática y burda en las preguntas y por el orden en que las incluía en el cuestionario. Hubo también acuerdo en que Borge y Asociados eran deficiente en su composición demográfica y en la selección de ocupaciones no representativas (sobre-representación de personas de mayor edad y amas de casa, dos grupos que tienden siempre a ser más conservadores que los jóvenes y los hombres y mujeres que tienen empleo fuera de su casa). Hubo discusión sobre la representatividad de la distribución geográfica de la encuesta de Bendixon-Schroth. Esta empresa prometió enviar su metodología completa para superar las dudas existentes sobre su procedimiento.

Todas las empresas presentes en el seminario acordaron suscribir un código de ética y práctica profesional y utilizar los nuevos datos resultantes de la inscripción electoral como el mejor camino para poder obtener una muestra representativa de la población rural.

Al final del seminario, la empresa Greenberg-Lake, firmaron que realizó sondeos para el senador Christopher Dodd y para la campaña presidencial de Walter Mondale, presentó una encuesta realizada entre el 23 de noviembre y el 3 de diciembre. Esta encuesta utilizaba los datos de la inscripción electoral y puede calificarse como la primera encuesta realmente nacional. Los resultados obtenidos por esta empresa norteamericana fueron de 44% para Daniel Ortega y 27% para Violeta Chamorro, no tan alejados de los de la encuesta de ECO en noviembre (35% vs. 16%). La encuesta de Greenberg-Lake aclaró dos incógnitas. En primer lugar, presentó resultados sobre el comportamiento de la población rural que, al igual que la de la ciudad prefiera a Daniel sobre Violeta. En segundo lugar, mostró un notable descenso del número de indecisos, que se calcula ahora en un 23%.

Según Stanley Greenberg, "el bloque del FSLN es muy sólido y no se podrá erosionar fácilmente en el curso de la campaña y el bloque de la UNO dista mucho de ser tan sólido como el de FSLN". Mientras que un 86% de los que dicen que van a votar por Ortega manifiestan estar muy seguros de su voto, sólo el 67% de los que se declaran votantes de la UNO dicen tener esa seguridad.

Tendencia ascendente favorable al FSLN

La encuesta más reciente de ECO, realizada entre el 18 y el 22 de diciembre entre la población urbana, muestra una tendencia ascendente de preferencias por el FSLN. Mientras que en noviembre un 43% de los que decían que iban a votar optaban por Ortega y un 27% por Chamorro, a mediados de diciembre un 48% mostró su intención de votar por Daniel y sólo un 15% por Chamorro. Aunque ECO no recoge el voto rural, como lo había hecho antes Greenberg-Lake, sí indica una clara tendencia a la victoria del FSLN en las ciudades.

En noviembre, Envío analizó el voto indeciso señalando las posiciones anti-imperialistas y progresistas de la mayoría de esa población aún indecisa. Las últimas encuestas indican ya un decantamiento de ésta por el FSLN y por Daniel Ortega. Se espera que el número de indecisos descienda aún más en las encuestas de enero y febrero, que darán una idea más precisa de cuál será el resultado de las elecciones. Aunque puede ser que los indecisos que se definan en la última hora, lo hagan por la UNO, parece difícil que aún con estos votos la alianza opositora logre recuperar el terreno perdido. Todas las encuestas muestran también que el FSLN aventaja a la ultraderechista UNO en la elección para diputados a la Asamblea Nacional, aunque esta ventaja es algo menor que la que tiene en la elección presidencial.

La campaña electoral está "en lo fino"

Respecto a la campaña, que está "en lo fino", más que una batalla de imágenes a través de los medios masivos, el método utilizado por los dos principales contrincantes.

FSLN y UNO, es el contacto directo con el pueblo en vistas a ciudades, pueblos y comarcas. El FSLN ha hecho un despliegue de movilizaciones nunca visto. Tanto Daniel Ortega como Sergio Ramírez están visitando todos los municipios del país dando un aire de alegría y fiesta popular a la campaña, como una alternativa al inicio de ésta, donde todo estaba más cargado de actos formales y discursos encaminados a la persuasión ideológica y a la polémica política. La campaña sandinista está marcada ahora por masivas cabalgatas, bailes y actos folclóricos y por una relación directa con el pueblo y con sus dirigentes naturales -maestros, religiosos, productores-, los que el FSLN reconoce públicamente en estos actos de campaña.

Por otro lado, la falta de unidad de la alianza opositora y la debilidad de las estructuras partidarias de los grupos que la componen ha ido jugando en contra de la UNO. La UNO no pudo llenar las listas a diputados en todos los municipios del país y desde el inicio de la campaña, más de 100 candidatos a concejales - también a diputados- han renunciado a sus candidaturas, aduciendo en muchos casos la presencia en las listas de la UNO de ex-miembros de la guardia nacional somocista.

Esto, y la imagen de vuelta al pasado que no puede dejar de proyectar la UNO -por el estilo y discurso de bastantes de sus candidatos- ha ido mermando sus posibilidades de victoria. Los conflictos internos de la UNO, entre el grupo empresarial de Bolaños, el de Virgilio Godoy y el de Violeta Chamorro, han debilitado la campaña, proyectando la imagen de la incapacidad para gobernar que tienen estos políticos si fueran elegidos. La decisión de Violeta Chamorro de nombrar a Alfredo César como su consejero principal, contra la vehemente oposición de Virgilio Godoy, ha sido lo más destacado en una prolongada serie de roces. A niel de los municipios, los conflictos surgen cuando uno de los muchos partidos de la coalición recibe candidaturas prioritarias sobre otro.

La reciente hospitalización en Estados Unidos de Violeta Chamorro -por enfermedad de los huesos- vino a colmar la imagen de debilidad y crisis que proyecta la UNO, mientras que los más recientes acontecimientos regionales -la lucha popular en El Salvador y la invasión norteamericana a Panamá- han favorecido el FSLN.

La probable victoria del FSLN: una tentación para Estados Unidos

A sólo seis semanas del día de las elecciones, los grandes márgenes de ventaja que las encuestas dan al FSLN y los crecientes problemas de unidad dentro de la UNO podrían tentar a la alianza pro-norteamericana a abandonar la campaña, aprovechando o creando aún incidente para justificar ese retiro.

El FSLN, que ve en las elecciones la principal herramienta para poner fin al acuerdo bipartidista que mantiene viva a la contra y a la guerra de baja intensidad, a la vez que para legitimar y consolidar la revolución, está decidido a celebrar a toda costa las elecciones y a hacerlo con la más total credibilidad. El FSLN sabe, al igual que la UNO, que ganará esas elecciones. A pesar de la crítica situación regional -el punto más alto de la guerra en El Salvador y la invasión de Panamá- y a pesar de que las provocaciones norteamericanas contra la embajada de Nicaragua en Panamá llevaron a un momento extremadamente difícil -"el más delicado en 10 años de revolución", según Daniel Ortega-el gobierno de Nicaragua no ha declarado un estado de emergencia, que en este momento podría ser aprovechado como pretexto de retiro por la UNO. A su vez, la policía se mantiene siempre a distancia en las manifestaciones para no involucrarse en eventuales incidentes de violencia.

No sin contradicciones, pero manteniéndose firme en la trayectoria de estos años, Nicaragua sigue teniendo en la puerta de su casa un cartel que dice: "Aquí vive un pequeño país que defiende su dignidad aferrándose al derecho internacional y confiando en su pueblo. No importan las provocaciones de la superpotencia del norte".

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