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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 96 | Agosto 1989

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Nicaragua

La guerra retrocede: crisis de la política USA

El proceso de paz avanzó más en seis días que en los últimos seis meses. En estos días, el diálogo entre el gobierno de Nicaragua y los 21 partidos del país, con el resultado de acuerdos; y el diálogo de los cinco Presidentes centroamericanos, también con el resultado de acuerdos, representan un vuelco y una sorpresa.

Equipo Envío

En la primera semana de agosto ocurrieron estos dos acontecimientos, de una trascendencia que, sin exageración, podría calificarse de histórica, como anteriormente lo fueron los acontecimientos de Esquipulas II y de Sapoá. Los dos acontecimientos agarraron fuera de base a las fuerzas más derechistas de Nicaragua, de Centroamérica y de los Estados Unidos. Los dos acercan la hora de la paz.

Las vísperas: cómo estaban las cosas en Estados Unidos y en Nicaragua

El 20 de enero de 1989 George Bush recibió en herencia la guerra contrarrevolucionaria diseñada e implementada por el gobierno Reagan durante 8 años. Era un herencia problemática. Desde 1985 la contrarrevolución del que ya nunca pudo recuperarse. Tantos años de desgaste político-militar de la fórmula contrarrevolucionaria obligaban a Bush a reconsiderar seriamente qué haría con la herencia del mandatario que abandonaba la Casa Blanca y al que había acompañado como vicepresidente.

Se abrían ante él tres caminos desechar a los contrarrevolucionarios y suplirlos con tropas norteamericanas (la intervención directa), continuar con ellos (la guerra de baja intensidad) o de negociar con los sandinistas (solución político-negociada). Por realismo político, este tercer camino resultaba el más ventajoso para el gobierno norteamericano. Sin embargo, no fue el elegido. Una vez más la ideología se impuso el pragmatismo. Aunque el Acuerdo Bipartidista del 24 de marzo de 1989 pudo tener para algunos la apariencia de que abría las puertas a una salid política, al ambigüedad de este texto de compromiso implicaba claramente la posibilidad de continuar con la guerra contrarrevolucionaria -la ya famosa "guerra de baja intensidad"-. Impulsando una "guerra política" anti-sandinista en el marco de las elecciones, el gobierno Bush podría llegar a conseguir posteriormente, utilizando todas las formas de lucha, su nada oculta voluntad política: el derrocamiento del gobierno sandinista y el fin de la revolución nicaragüense.

Después de 2 meses de relativo silencio, el gobierno de Estados Unidos decidió prolongar el conflicto, interviniendo políticamente y a corto plazo en las elecciones nicaragüenses, mientras mantenía a los contras en sus campamentos hondureños con abundante ayuda "humanitaria" para poder seguir interviniendo militarmente con ellos después de las elecciones.

En estos primeros meses del año se fueron acumulando las pruebas de que ésta era su opción: negativa a un diálogo bilateral con Nicaragua- aún cuando éste le fue solicitado con la mediación del Cardenal Obando-, aprobación de fondos millonarios para apoyar a los partidos ultraderechistas de Nicaragua, presiones al Congreso para que condenara la ley electoral y la ley de medios aprobadas por la Asamblea nicaragüense y para que diera luz verde a la CIA para realizar acciones encubiertas en el proceso electoral -presiones que consiguieron el voto favorable de los congresistas en cuanto a las leyes-. A todo esto hay que añadir la presencia de más de 3 mil contrarrevolucionarios en el interior de Nicaragua realizados hostigamientos militares, ataques terroristas contra civiles y actividades de sabotaje económica y de propaganda política contraria a las elecciones.

Todos estos hechos han ido mostrando que no hay en el gobierno norteamericano intención real de "jugar limpio" en esta coyuntura que se enrumba hacia unas elecciones en las que el proyecto revolucionario y el contrarrevolucionario medirá sus fuerzas en las urnas.

Al llegar las vísperas de los históricos acontecimientos de este mes, todo indicaba que la opción norteamericana era la prolongación del conflicto por medios políticos valiéndose de los partidos ultraderechistas de Nicaragua, a la vez que movilizan a una parte de los contras dentro de Nicaragua y mantenía a otra en reserva e Honduras para continuar con ellos la guerra de agresión. Aunque esta opción no negaba tensiones del gobierno estadounidense, sí mostraba qué sector imponía sus posiciones.

En contrapartida a esta realidad, la opción de Nicaragua es propiciar el clima que cierre el paso a la intervención y a la prolongación del conflicto y fuerce a una salida política. Para ello, el mejor instrumento es la realización de elecciones libres y honestas, en las que el FSLN da por hecho su victoria.

Elecciones que sean honestas y que lo parezcan. Para ello el gobierno trata de ir abriendo un camino electoral rectilíneo y pluralista que cuente con la mayor cantidad de jueces imparciales que lo avalen. Por eso ha invitado a observadores internacionales de la ONU y la OEA, que serán testigos del proceso desde ahora hasta el mismo día de las elecciones.

Organizar unas elecciones libres y honestas y ganarles abrumadoramente es el arma con la que el gobierno de Nicaragua espera no sólo seguir desarrollando el proyecto revolucionario y seguir cumpliendo con todos los compromisos adquiridos en los diversos encuentros de Esquipulas sino también quitar armas al gobierno norteamericano impidiéndole que prolongue el conflicto.

La legitimación interna e internacional de una limpia y clara victoria electoral del FSLN profundizaría las contradicciones que en el tema centroamericano mantiene el gobierno Bush con sectores republicanos ultraderechista y sectores liberales demócratas y aumentaría las posibilidades de lograr por fin una opción de convivencia negociada entre Estados Unidos y Nicaragua.

En nuestro análisis de julio, al evaluar la difícil situación del país, acosado por la crisis económica y por la política agresiva de los Estados Unidos -ahora, por la "agresividad electoral" de Bush y muy probablemente después de las elecciones por la prolongación de la guerra-, señalábamos que el camino que el gobierno de Nicaragua se ha trazado para llegar con éxito a las elecciones podría verse alterado, abriéndose entonces para la revolución otras dos opciones.

Una más radical, que implicaría el establecimiento de una economía de guerra según la realidad nicaragüense y por tanto, el cierre de espacios políticos con un estado de excepción. Otra, menos radical, que sería una profundización del actual modelo, neutralizado con firmeza a los productos que boicotearan la concertación económica buscando favorecer así la estrategia norteamericana y entrando en una dinámica acción-reacción que, aplicando la legalidad vigente, terminara sacando del juego político a los partidos ultraderechistas que actúan según las líneas de esta misma estrategia desestabilizadora.

Al llegar las vísperas de los históricos acontecimientos de este mes todo indicaba que la opción del gobierno de Nicaragua era mantener a toda costa y con la mayor coherencia la primera de las opciones: conservar lo más rectilíneamente posible el camino a las elecciones y celebrar éstas de tal forma y con tales resultados que desactivaran la opción contrarrevolucionaria y obligaran a Bush a abandonar definitivamente la herencia de Reagan. No podían descartarse, sin embargo, las otras dos opciones. Los acuerdos de Managua y los de Esquipulas V en Tela fortalecieron, quizás definitivamente, la primera de las tres opciones.

19 de Julio: la celebración de diez años de revolución

La celebración del décimo aniversario del triunfo revolucionario en Managua estuvo precedida de una intensa etapa de preparación con la que el FSLN comenzó, de hecho, su campaña electoral, y con la que buscó renovar su cercanía a los sectores populares, tan golpeados por la crisis económica. El acercamiento se concretó en dos fórmulas: visitas a los hogares y aporte de soluciones concretas.

Casi 100 mil familias de Managua fueron visitadas por activistas del FSLN que estaban a la escucha de las críticas que hoy el pueblo hace a la revolución y a sus estructuras y dirigentes. también a la escucha de las soluciones y demandas que los sectores populares exigen, proponen y sugieren.

Hubo también una ofensiva -que se ha mantenido después consistentemente- de encuentros de los máximos dirigentes de la revolución con diversos sectores productivos y de la población buscando cómo ir ofreciendo soluciones parciales a las demandas socioeconómicas más urgentes. La lógica económica del plan de concertación -que ha tenido una aplicación y una proyección por momentos sumamente rígida- empezó así a flexibilizarse políticamente, sin romperse la lógica, para beneficiar más a los sectores que hasta el momento tenían más apretada la faja y estaban siendo menos favorecidos por la concertación. Aunque estos ajustes políticos pudieran retrasar algo los objetivos estratégicos del plan, son necesarios para que el camino a las elecciones pueda recorrerse con la mayor normalidad posible.

Este mes hubo encuentros con los transportistas para concederles, entre otras cosas, créditos amplios y reducción de impuestos para la compra de vehículos;, con los medianos y pequeños cafetaleros para facilitarles la compra de camiones y favorecer a los más pequeños con rápidos desembolsos de sus reliquidaciones pendientes: con los ganadores de la Región V para garantizarles también condiciones ventajosas en la adquisición de vehículos y hacerles ofertas en cuanto a la compra-venta de su producción. Por otro lado, se entregaron también esos días centenares de títulos de propiedad de sus viviendas a vecinos de diversos barrios de Managua y de otras ciudades, mientras que otros se les condonaban las deudas que tenían pendientes con el antiguo Ministerio de la Vivienda.

A la par que el gobierno ofrecía todas estas respuestas materiales, también entregó miles de reconocimientos morales -medallas y diplomas en actos públicos- a todos " los que hicieron posible con su esfuerzo llegar a celebrar el décimo aniversario".

Renovando la esperanza en una revolución en una revolución que, a causa de una guerra tan prolongada, ha tenido que retrasar sus planes y sus sueños de una más acelerada y profunda transformación social, Managua de preparó a celebrar otro 19 de julio, este año especialmente simbólico, y a la vez en una coyuntura especialmente compleja. Más de 300 mil personas se congregaron para este conmemoración en la plaza contiguo a la lago de cantando canciones del tiempo de la insurrección y reafirmando su apoyo a la revolución. En un momento de tan dura crisis económica, tan cercana la impactante devaluación de junio, una concentración de esta magnitud y con tan visible entusiasmo, fue una discutible victoria política.

En Managua, donde es más amarga la crisis económica

Por razones de austeridad, no hubo movilizaciones en vehículos desde las regiones para asistir al acto de Managua. Sólo dos delegaciones amplias de Masaya y de León, que llegaron caminando en la noche. La mayoría de los asistentes era, pues, gente de Managua, el lugar de Nicaragua que más amargamente sabe de las consecuencias de la crisis económica. El FSLN demostró su poder de convocatoria. Y ante tanto pueblo reunido quiso renovar la esperanza de los comienzos: "Hicimos la revolución para ser libres y vivir, ¡Y vendrán días mejores! Porque el pueblo así lo decidió. El pueblo nicaragüense lo decidió cuando acabó con el reino de la muerte para instaurar el reino de la vida...", dijo el Presidente Daniel Ortega.

Fue una mañana radiante de sol, y en medio de nublados días de lluvia, que llegada con la fuerza de un invierno retrasado. Fue un discurso claramente moderado y conciliador el de Daniel Ortega, en medio de una coyuntura llena de incertidumbres. Para que el FSLN pudiera mantener esa "primera opción" de llegar a las elecciones para lograr con ellas la paz, era necesario insistir en el diálogo negociador . Y ese fue el corazón del discurso del Presidente ante gran parte de la población capitalina.

El Presidente Daniel Ortega hace un triple llamado al diálogo

Un triple llamado al diálogo. En primer lugar, a los presidentes centroamericanos, cuando aún la reunión en Tela no tenía fecha, para que unidos exigieran -"no pedir, sino exigir"- al gobierno de Estados Unidos "que respete el Acuerdo de los presidentes centroamericanos, que nos dejen actuar, y si queremos sacar a la contra, que nos dejen sacar a la contra y que no estén presionando..." Para lograr esa postura común de resistencia era necesario que el diálogo iniciado en el proceso de Esquipulas recobrara fuerza.

Diálogo también con los partidos políticos, para asegurar un camino pluralista hacia las elecciones. A los partidos de oposición, el Presidente Ortega pidió "una posición responsable" y los llamó aprovechar la "oportunidad de participar consecuentemente en el proceso electoral."

Finalmente, y una vez más, un llamado a Estados Unidos a dialogar: "No va afectar a los Estados Unidos el hecho de que dialoguen con Nicaragua. ¿En qué los puede afectar? Engrandece más bien a los Estados Unidos un gesto como ése. Entonces, ¿qué esperan los Estado Unidos?"

Mucho esperaba Nicaragua del resultado de estos tres diálogos, a los que solamente convocaba el Presidente de Nicaragua en una mañana donde la incertidumbre hizo un paréntesis a la fiesta. Mucho esperaba: del resultado de estos tres diálogos podía resultar que el conflicto Estados Unidos-Nicaragua perdiera o ganara intensidad.

Sólo dos semanas después, el diálogo con los partidos y el de los presidentes centroamericanos concluían con resultados tan positivos que nos hacían atisbar esos "días mejores" anunciados entre canciones al cumplirse los 10 años de la revolución.

El diálogo con los partidos políticos: 23 horas de debate pluralista

Durante 23 horas, desde las 9:30 de la mañana del jueves 3 de agosto hasta las 8 de la mañana del viernes 4 de agosto, estuvieron reunidos en Managua con el Presidente Daniel Ortega representaciones de los 21 partidos que están legalizados actualmente en Nicaragua, incluido el FSLN, que acudió al diálogo con una delegación diferenciada de la que en la reunión representó al gobierno.

Después de 53 intervenciones de los representantes de los partidos, que protagonizaron un muy acalorado y pluralista debate, se llegó a la firma de acuerdos, que por su importancia recogemos textualmente en este mismo número. Al término del diálogo, sandinista y opositores emplearon varias veces la palabra "histórico para calificar el encuentro.

No era fácil llegar a acuerdos en un diálogo como éste y en esta coyuntura. Nunca es fácil el diálogo entre el FSLN y los partidos nicaragüenses, por lo muy heterogéneo y muy fragmentado del espectro político nacional que, para entenderlo mejor, podríamos agrupar en tres grandes bloques.

El bloque ultra-derechista, sumiso desde hace 10 años a las líneas que les son trazadas por el gobierno norteamericano. Dirigen este grupo de partidos los empresarios del COSEP. En 1984 se abstuvieron de participar en las elecciones y se llamaban coordinadora Democrática. Hoy, se han unido a ellos otros partidos de contradictorias ideologías para intentar conformar una alianza que es frágil y aún no está legalizada, la UNO (Unión Nacional Opositora).

El bloque ultra-izquierdista, que exige al FSLN definiciones y actuaciones más radicales y en el que hay 3 pequeños partidos: MAP-ML (Movimiento de Acción Popular Marxista-Leninista ), PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores y el de más reciente fundación, MUR (Movimiento de Unidad Revolucionaria). Estos dos últimos no estaban legalizados en las elecciones del 84 y los tres no constituyen aún una alianza electoral.

El bloque de centro, tampoco conformado aún en alianza, en el que se incluyen partidos que representan tres corrientes políticas importantes: conservadores, liberales y socialcristianos (con el PCD de Guido, que consiguió el segundo lugar en 1984; el PLIUN, escisión del PLI, que consiguió el tercer lugar; y el PSC de Erick Ramírez, que fue abstencionista en 1984 por su vinculación a la Coordinadora y hoy cuenta con apoyo de la DC europea).

Las dificultades que el gobierno del FSLN tiene para dialogar y llegar a acuerdo con estos tres bloques de partidos -20 agrupaciones en total no se dan únicamente por los variadísimos intereses que representan, sino por las contradicciones que existen a lo interno de los mismos bloques. Ninguno de ellos ha logrado conformarse aún en alianza, con programas y candidatos únicos, aún cuando esta unidad podría darles una mejor posición para las próximas elecciones.

Las contradicciones son más clamorosas en la UNO. El 26 de julio, anunciado ya el Diálogo Nacional, los 12 partidos que hoy buscan integrar esta alianza, se unieron a puertas cerradas para discutir una agenda de 6 puntos, en un encuentro que su vocero, el diario "La Prensa", anunció como "reunión trascendental". En la agenda se discutirían las gestiones para legalizar definitivamente la UNO como alianza, los criterios para la elección de candidatos, la conformación del plan de gobierno, etc. Aunque para estos 12 partidos era "trascendental" llegar unidos y unificados al Diálogo Nacional, no pudieron llegar a ninguna conclusión unitaria ni siquiera en el primer punto de la agenda, posponiendo la reunión para agosto cuando, según el calendario electoral, deben inscribirse oficialmente los candidatos.

El diálogo, convocado pro el Presidente Ortega sería para discutir aspectos reglamentarios de la ley electoral que dieran a los partidos que decidieran participar en las elecciones las mayores garantías de pureza electoral. Todos decidieron asistir al Diálogo Nacional, que fue anunciado el 19 de julio y convocado finalmente para el 3 de agosto, en las mismas vísperas de la reunión de Esquipulas V, que ya estaba fechada para el 5-7 de agosto.

Para entender mejor los tan positivos, pero nada previsibles, resultados del diálogo es determinante conocer cómo habían imaginado el Diálogo Nacional los partidos ultraderechistas de la UNO. "La Prensa" predijo "otro show" sandinista -uno más-, vacío de contenido y "preparado para la exportación". Y hasta diseño la agenda que tendría el encuentro: un largo discurso del Presidente Ortega seguido de otro largo discurso del Presidente del Consejo Supremo Electoral: "La mayor parte del programa, -decía el diario el 29 de julio- la tomarán los discursos de Ortega y Fiallos, o sea que los partidos opositores que vayan llegarán más a oír que a demandar. Después habrá unos minutos para los reclamos de la oposición, que seguramente serán ignorados. Todo ha sido preparado como un acto de propaganda, el máximo que ha concebido Ortega en materia electoral".

En resumen, promesas, nada de debate, nada de diálogo real y una salida apresurada del Presidente Ortega para la reunión de Tela, dejando inconcluso el diálogo, del que llevaría únicamente el efecto propagandístico. "De esta manera -editorializó "La Prensa" el 27 de julio- intenta el sandinismo distraer la atención de los presidentes centroamericanos y obligar a éstos a concentrarse solamente en el punto de interés para los sandinistas: la desmovilización de la Resistencia Nicaragüense".

Presos de su propio prejuicio, alentándolo y publicitándolo a diario, el grupo de partidos ultra-derechistas fueron el diálogo con una estrategia tendiente a demostrar el "show". Ante la retórica que esperaban recibir del FSLN plantearían ellos su habituales posiciones maximalistas: el fin del servicio militar, la reducción del ejército, la disolución de la trilogía estado-partido-ejército y cosas así. Una vez más, la retórica y el maximalismo no darían como resultado ningún acuerdo y todo el "show" vendría a probar, también una vez más, la "intransigencia" sandinista y la falta de condiciones "democrática" para unas elecciones legítimas.

Los partidos de ultra-izquierda querían hacer del diálogo, fundamentalmente, un foro para denunciar a la envalentonada por lo que ellos consideran "concesiones" del FSLN. Un foro también para defender y radicalizar a la revolución, para condenar al imperialismo y, sobre todo, para señalar aspectos que consideran anti-populares en el actual plan de concertación económica.

Los partidos centristas, interesados en participar en las elecciones ya no en boicotearlas, tenían otra posición: estaban muy interesadas en la discusión a profundidad de los reglamentos electorales, que esperan les ayuden a asegurarse las máximas garantías electorales .

El FSLN, partido en el gobierno, convencido de la importancia que para la paz tendrán unas elecciones en las que haya la mayor legitimidad interna posible y la participación más pluralista, fuer al diálogo a flexibilizar al máximo las reglamentaciones de la ley electoral, de la ley de medios y de la misma ley del servicio militar, todo con el fin de mantener lo más rectilíneamente posible el camino pre-electoral. Fue al diálogo a dialogar realmente, por difícil que esto fuera. El diálogo no iba a ser, por convicción del FSLN, el "show" que imaginó la ultraderecha.

Como partido, el FSLN también llevaba sus propias demandas: la exigencia de la desmovilización de la contra y el imperdir la participación de la CIA en el proceso electoral. Por eso, el gobierno invitó como testigos de esta reunión a funcionarios de la ONU, de la OEA y del Centro para la Democracia. También puso el gobierno como testigo a todo pueblo, que pudo escuchar íntegramente las 23 horas de debate por la emisora estatal "La Voz de Nicaragua" - que transmitió también al extranjero por onda corta y hasta donde alcanza su señal este acontecimiento-. Otras emisoras ofrecieron amplios resúmenes y también hubo emisiones especiales de la TV.

Desde el inicio del diálogo, en la mañana del día 3, todos pudieron darse cuenta que "La Prensa" no podría escribir en sus páginas la "crónica del show anunciado". El Diálogo Nacional iba en serio y se notó desde el comienzo. Daniel Ortega fue incisivo pero brevísimo en su intervención inicial, el Comandante Bayardo Arce -que representaba al FSLN junto a Dionisio Marenco- inició el debate con sugerencias muy concretas para que fueran evaluadas por todos. Y a las 3 horas de debate ya había surgido un acuerdo concreto y muy aplaudido pro todos: desde septiembre hasta las elecciones de febrero se suspendería el reclutamiento para el servicio militar.

La ultraderecha sólo iba preparada para hacer de antagonista en el escenario de un "show" que había diseñado de memoria... No esperaba un debate ni tan amplio ni tan racional no sólo con el FSLN, sino con el bloque de centro y con el del ultra-izquierda. No esperaba tampoco nada concreto final. El Presidente señaló desde el comienzo que no abandonarían el lugar de la reunión sin lograr el máximo consenso en el máximo número de acuerdos de cara a garantizar condiciones para las elecciones. Y así fue , a pesar del cansancio que asaltó a casi todos.

Sin salir del Centro Olof Palme los políticos almorzaron merendaron, cenaron... y desayunaron al día siguiente hasta que fueron firmados importante cuerdos para la reglamentación de la ley electoral. Y mas importante aún, hasta que todos firmaron dos llamados que resultan trascendentales en esta coyuntura. Uno, a los presidentes centroamericanos para que aprobaran el plan desmovilización de los contrarrevolucionarios y otro "a los gobiernos con intereses en la región a abstenerse de realizar actividades encubiertas en el proceso electoral". (Aunque no hubo consenso para nombrar a Estados Unidos y a la CIA, la referencia era clara).

Por su parte, los 3 partidos de izquierda decidieron firmar únicamente estos dos puntos -"exigiendo", no pidiendo- la desmovilización de los contras y la no injerencia de la CIA, con la convicción de que es la paz y la soberanía nacional que hay contenidas en estos dos puntos las que pueden garantizar la democracia y no así la casuística de los reglamentos, a los que restaron importancia durante el debate.

PRINCIPALES ACUERDOS DEL GOBIERNO Y LOS PARTIDOS POLITICOS


1. El gobierno de Nicaragua y los partidos políticos hacen un llamado a los presidentes centroamericanos a fin de que el plan de desmovilización, reubicación o repatriación voluntaria de las fuerzas contrarrevolucionarias sea aprobado conforme a los acuerdos de Esquipulas II y Esquipulas IV (Costa del Sol). El gobierno de Nicaragua promulgará una amnistía incondicional a ex -guardias somocistas y contras que será efectiva al cumplirse el plan de desmovilización.

2. Los partidos políticos hacen un llamado a los gobiernos con intereses en la región centroamericana a abstenerse de realizar actividades encubiertas en el proceso electoral de Nicaragua. Todo apoyo a los partidos deberá realizarse de conformidad con las leyes de Nicaragua.

3. El Presidente de la República adquieren 9 compromisos. Entre ellos, suspender hasta febrero/90 el reclutamiento para el servicio militar, hacer tutelar la ley de medios por el Consejo Supremo Electoral en asuntos de su competencia durante el proceso electoral, derogar la ley del mantenimiento del orden y la seguridad pública, etc.

4. Los partidos políticos, con el respaldo del Presidente de la República, proponen al Consejo Supremo Electoral 30 medidas reglamentarias tendientes a proporcionar el mayor grado posible de pureza electoral. Se refieren a las listas de ciudadanos inscritos, normas para la votación y escrutinio de cada junta receptora de votos, no instalación de juntas receptora de votos, en unidades militares, etc.

5. Se acuerda que los ganadores en las elecciones del 25 de febrero de 1990 tomarán posesión el 24 de abril (Asamblea) y el 25 de abril (Presidente y Vicepresidente).


Los sorprendentes acuerdos del Diálogo Nacional

Lo más sorprendente de los acuerdos del Diálogo Nacional es que, a pesar de las claras dificultades que habían objetivamente para conseguirlos, se consiguieron. La interpretación de por qué y de cómo se lograron es aún más difícil si se piensa que para los partidos de ultraderecha, la estrategia ha sido precisamente el no acordar nada con el gobierno para ir así deslegitimando-boicoteando unas elecciones en las que tienen conciencia de que van a perder. ¿Por qué la ultraderecha representada en la delegación de la UNO firmó estos acuerdos? Varios factores confluyeron:

-La falta de unidad interna que hay en esta alianza, más publicitada periodísticamente que consolidada políticamente.

- La interpretación previa que se habían hecho ellos mismos, tanto del desarrollo del diálogo como de la voluntad política con que el FSLN y los restantes partidos acudieron a él. (Es importante señalar que la UNO tiene una curiosa auto-conciencia de ser la "única oposición" del país. A causa de ella jamás tienen en cuenta a los otros 8 partidos con los que debatieron en el diálogo).

-La presencia de testigos cualifacados y de todo el pueblo como testigo, y los obligó a argumentar ampliamente sus posiciones. Estos les hizo poner al desnudo la incoherencia o la impopularidad de muchas, dejándoles a la vez sin nuevos argumentos.Todo ello en definitiva los fue empujando a un debate real y no pre-concebido a una discusión pragmática y no ideologizada, donde fórmulas y recetas de otros momentos políticos no les sirvieron. La falta de previsión en la dirección real que tuvo el diálogo los encontró movidos y sin criterios comunes ante los aspectos concretos del reglamento electoral.

Por muchas razones la firma de la ultra-derecha sorprendió a todos. También a la UNO en su conjunto, que había confiado a una delegación de 5 representantes (5 de sus 12 partidos) el "asistir al show" pero que al final recibió de ellos un extenso documento que implica un gran número de compromisos y que supone una aceptación y legitimación de las próximas elecciones.

Tensiones en la UNO posteriores a la firma de los acuerdos

El comunicado de la UNO del 5 de agosto refleja las tensiones de la ultraderecha posteriores a la firma. Aunque necesariamente aceptan los compromisos asumidos por sus 5 Delegados, especifican que esa delegación fue coyuntural, para referirse después a "elementos básicos" que faltan y que "comprometen su lucha", entre ellos la reestruturación del Poder Electoral, que está en plenas funciones desde hace más de 2 meses. De nuevo, la estrategia del maximalismo. De todas formas, lo que parece haberles afectado más, según se desprende de este comunicado, es el llamado hecho por todos los partidos de Nicaragua para que la contrarrevolución sea desmovilización de la Resistencia no puede constituir una medida aislada, sino que debe ser acompañada simultáneamente con la disminución drástica y acelerada de los efectivos del desmesurado ejército sandinista y la desmilitarización de las instituciones estatales y de las organizaciones partidarias, pues de otro modo no podrán echarse las bases de una auténtica democracia".

Es lógica una reacción así, por maximalista que también sea, ante lo que puede considerarse lo más sorprendente de los acuerdos. Porque, aunque parezca increíble, no hacía ni un mes que una delegación de la UNO había firmado una declaración conjunta con la dirigencia contrarrevolucionaria, en la que ésta aceptaba "negociar su desmovilización" si el gobierno de Nicaragua "satisfacía las demandas de la UNO", entendiéndose, lógicamente, que se trataba del tipo de demandas que UNO reclama permanentemente y que implica, de hecho, el desmantelamiento de la revolución sin que esto se ponga a discusión en las urnas. Asegurando así un círculo vicioso boicoteado (desmovilización de la contrarrevolución sólo si antes se suicida la revolución), la UNO apostaba de nuevo por el mantenimiento de la contra en armas en Honduras, como "garantes de la democracia en Nicaragua", tal como habían declarado ambas agrupaciones en abril/89.

¿Qué balance hacer de tan histórico Diálogo Nacional?

En primer lugar, el hecho de llegar a resultados como los alcanzados muestra la madurez política que el FSLN y muchos partidos nicaragüenses han alcanzado con el objetivo de lograr unas elecciones que serían la mejor herramienta para poner fin a la opción militar del gobierno Bush. En este mismo carro se subió la ultraderecha, porque no pudo articular en las 23 horas del debate una posición homogénea con la que mantener su estrategia boicoteadora.

En segundo lugar, el FSLN ganó porque vio altamente fortalecida su "primera opción" de llegar a las elecciones sin modificar el actual modelo económico y político para así desactivar la guerra. Los partidos de centro ganaron porque el clima de paz -la desmovilización de la contrarrevolución- y la ausencia de acciones encubiertas de la CIA a favor de la ultraderechista UNO les favorecen a ellos en las elecciones y favorecen un juego electoral limpio en el que esperan conseguir mayores cuotas de poder que las que ahora tienen. También ganaron los partidos de ultraizquierda que pudieron exponer ampliamente sus posiciones ante la población y consiguieron los dos grandes acuerdos que querían obtener con el FSLN.

En tercer lugar, puede decirse que la ultraderecha no ganó. Porque no ganaron los Estados Unidos. El diálogo y sus resultados vienen a quebrar significativamente la estrategia que los Estados Unidos venían articulando dentro de Nicaragua y que estaba siendo consistente con un boicot a las elecciones bajo todas las fórmulas posibles con el fin de poder continuar con la guerra contrarrevolucionaria después de las elecciones. La ultraderechista Coordinadora tampoco quería renunciar ala herencia de Reagan. La opción del gobierno norteamericano ha sido siempre también era ahora su propia opción. El reciente acuerdo que habían hecho con la contrarrevolución lo confirma con claridad.

En este sentido, los resultados del Diálogo Nacional no eran los que quería el gobierno de Estados Unidos. No se llegó a la firma porque se haya dado un cambio de política en el gobierno norteamericano ni porque exista autonomía de la ultraderechista Coordinadora Democrática respecto de esta política. Se llegó a estos resultados por una serie de factores que llevaron a esta contradictoria alianza llamada UNO a firmar acuerdos que van en contra de la estrategia básica que mantiene desde que Reagan se fue del poder.

Por todo esto, los Acuerdos de Managua en este agosto de 1989 se parecen a los Acuerdos de Sapoá en marzo de 1988, cuando la contrarrevolución perdió la brújula y, dividida y sorprendida, firmó compromisos que eran contradictorios con sus propios intereses coyunturales, y que afectaban los del imperialismo norteamericano. Igualmente ahora, la ultraderecha firma acuerdos que quiebran su estrategia y descolocan la estrategia de Estados Unidos. Una sorpresa política de tal magnitud tenía que encontrar un eco inmediato en la reunión de presidentes de Tela.

El diálogo de los Presidentes centroamericanos: ¿fin de la contrarrevolución?

Si en el diálogo entre el gobierno de Nicaragua y los partidos políticos era difícil alcanzar un acuerdo significativo, no lo era menos el conseguir acuerdos que hicieran avanzar el proceso de paz en la quinta reunión de diálogo de los presidentes centroamericanos. Esta reunión -después de casi 3 meses de posposiciones- se celebraría en Tela (Honduras), al cumplirse dos años de aquel otro acontecimiento histórico que fue Esquipulas II.

Es obvio que los presidentes que llegaban a Esquipulas V no eran los mismos de hacía dos años. Muy cercanas las elecciones en Costa Rica, Arias aparecía debilitado por una crisis económica cada vez más compleja y por las manchas que sobre su Nobel de Paz han arrojado las evidencias de que llegó ala presidencia por una campaña que financió el narcotráfico internacional. También Cerezo estaba en su punto mas bajo de popularidad interna a internacional, acosado por las fuerzas ultraderechistas de Guatemala y por apremiantes reivindicaciones de diversos sectores sociales.

La tradicional dependencia que el gobierno de Estados Unidos tiene el gobierno tiene el gobierno de Honduras se ha profundizado en estos dos años por la necesidad de la ayuda norteamericana para lograr algo de estabilidad económica y social.

Finalmente, Duarte había sido sustituido por el ultraderechista Cristiani. Por primera vez ARENA, el partidos de los escuadrones de la muerte, aparecía en el escenario de Esquipulas.

La presencia de Cristiani marcaba el cambio más importante y era previsible que sus demandas crearían obstáculos. Así fue.

EL gobierno salvadoreño, desde la previa reunión de Vicecancilleres, se empeño en imponer la "tesis del simetría" -viejo recurso del gobierno Reagan- que intenta hacer equivalentes los casos de la contra y del FMLN para aplicarle a ambos grupos armados las mismas recetas, a pesar de que su origen y objetivos, sus bases logísticas y su base social son diametralmente diferentes.

Junto a la simetría, el otro obstáculo importante era que los gobernantes centroamericanos, y especialmente Oscar Arias, seguían criticando a Nicaragua y demandándole más "democratización". El 31 de julio, y según información aparecida en "La Prensa", Arias calificaba de "otro juego de Ortega", el Diálogo Nacional convocado por el Presidente nicaragüense, afirmando que "las condiciones expuestas (para ese diálogo) no expresan una voluntad de generar acuerdos importantes". Se unía así Arias a la interpretación de la ultra-derecha nicaragüense que, como él, sólo esperaba un "show".

- El contexto general de unos gobiernos centroamericanos muy vulnerables a las presiones del gobierno norteamericano y las dos banderas de la simetría y la democratización enarboladas por Cristiani y Arias, no hacían augurar resultados fáciles en la cumbre presidencial.

Sin embargo, el 3 y el 4 de agosto estas dos banderas empezaron a arriarse. Por un lado, los acuerdos firmados en Managua por todos los partidos sorprendieron a los gobernantes centroamericanos y quitaron toda validez al argumento de la "democratización" de Nicaragua. En esas mismas fechas, y tras 20 horas de tensa reunión, los 5 Cancilleres centroamericanos reunidos en Guatemala para preparar la agenda de los presidentes concluían -naturalmente, con la oposición del canciller salvadoreño- que la simetría no era tema de agenda en la cumbre .

Como era lógico, el primer punto de la agenda tenía que ser la discusión del plan de desmovilización de la contrarrevolución, que había sido ya aprobado por los presidentes en Esquipulas IV (febrero) y esbozado en una primera redacción por los 5 Vicecancilleres (mayo) y que estaba aún pendiente de una redacción definitiva y de la firma presidencial para que pudiera implementarse. El tema era delicado, porque el gobierno de Estados Unidos había decidido, con el Acuerdo bipartidista, mantener con vida a los contras hasta febrero de 1990, dejando así abierta la posibilidad de reactivar entonces la opción militar. Si Bush no quería desechar la herencia de Reagan, no debían los centroamericanos tomar esa decisión.

En una carta que los 4 aliados centroamericanos recibieron del gobierno norteamericano, éste les lanzaba una consigna que debían defender en Tela: "La democratización antes de la desmovilización". Pero los Acuerdos del Diálogo Nacional en Managua, en los que se expresaba un consenso nacional de todos los partidos sobre la democratización y se establecía el marco jurídico-legal para las elecciones, dejaron vacía de contenido esta consigna: si ya había acuerdo sobre la democratización, ya era la hora de la desmovilización.

Estados Unidos comenzó a presionar a los centroamericano por otras vías. Sólo r horas después de firmados los acuerdos del Diálogo Nacional, Bush recibía personalmente a Bermúdez y a otros dirigentes contrarrevolucionarios dándoles un único mensaje: "Los seguiremos apoyando". El gobierno de Estados Unidos hizo publicar la foto de este encuentro en los medios de comunicación del área como un claro signo de presión a los presidentes. Después vinieron las llamadas telefónicas del propio Bush a los gobernantes -aún cuando estaba en su punto álgido la crisis de los rehenes en el Líbano- y otras formas de presión: al gobierno de Honduras se le congeló un préstamos de $70 millones.

Las entretelas de la Cumbre de Tela

La cumbre se inició por fin den la tarde del 5 de agosto, con pronósticos muy contradictorios. Terminó en la tarde del día 7. Hasta el último momento hubo presiones norteamericanas. Una de las últimas fue la llamada telefónica que Baker hizo a Arias y que duró una hora. Baker insistía en que la contra no fuera desmovilizada, pues las presiones de la ultraderecha del gobierno Bush eran muy fuertes.

Hubo otras estretelas en Tela. Las tensiones entre Honduras y Nicaragua por la demanda nicaragüense contra Honduras en la Corte Internacional de Justicia de la Haya fueron las más agudas de la reunión. Y por primera vez en las 5 reuniones del proceso de Esquipulas ni siquiera se mencionó el tema de la democracia en Nicaragua. Tanto habían allanado el camino los Acuerdos del Diálogo Nacional.

Los resultados de Esquipulas V han hecho retroceder la guerra y han puesto en crisis la política de Estados Unidos. La desmovilización de la contrarrevolución -que tendrá que ser total el 5 de diciembre- estará apoyada por una Comisión Internacional de Apoyo y Verificación (CIAV), compuesta por la ONU y la OEA, que deberá conformarse a más tardar en la primera semana de septiembre. Honduras está jurídicamente obligada a cumplir y ninguno de los pasos del plan, detalladamente articulado, dejan resquicio a interpretaciones arbitrarias. En términos reales y políticos, la desmovilización no podrá ser voluntaria sino que, según la letra del acuerdo, simplemente tendrá que ser. Lo que es voluntario es la repatriación.

PRINCIPALES ACUERDOS DE LA CUMBRE PRESIDENCIAL (Esquipulas V)


1. Se creará la Comisión Internacional de Apoyo y Verificación (CIAV) para lo cual se invitará a los Secretarios Generales de la ONU y la OEA. Este deberá estar instalada dentro de 30 días a partir del 7 de agosto.

2. Los 5 presidentes centroamericanos instan a la contrarrevolución a aceptar la ejecución del plan de desmovilización en el curso de los 90 días posteriores a la constitución de la CIAV.

3. La CIAV será responsable de todas las actividades que hagan posible la desmovilización, repatriación o reubicación voluntaria de los contras, incluyendo la recepción en los lugares de destino y la instalación de los repatriados. Igualmente velará por la seguridad material y los derechos humanos de los desmovilizados.

4. Se celebrarán consultas entre la CIAV, el gobierno de Nicaragua, los otros gobiernos centroamericanos, la contrarrevolución y funcionarios de organismos humanitarios con el fin de agilizar la ejecución de este plan. La CIAV recibirá las armas, equipos y pertrechos de los integrantes de la contrarrevolución.

5. El presidente de Honduras se compromete a oficializar la petición de su gobierno al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la integración y envío a territorio hondureño de una fuerza internacional de paz que impida el uso del territorio hondureño por parte de fuerzas irregulares. Cuando, de acuerdo al informe de la CIAV, la contrarrevolución quede desmovilizada Nicaragua desistirá la demanda incoada contra Honduras en La Haya.

6. Se insta al FMLN y al gobierno de El Salvador a llevar a cabo un diálogo constructivo a efectos de lograr una paz justa y duradera en un proceso e mutuas concesiones.


Esquipulas V significa el final no solo militar sino político de la contrarrevolución como proyecto, aunque algunos contras puedan sobrevivir durante un tiempo en forma de bandas de maleantes en zonas aisladas de Nicaragua. La contrarrevolución, que empezó a dejar ser un problema militar a partir de 1985, dejaría de ser un problema político y se transformaría en un problema policial.

Respecto a El Salvador, Cristiani quedó aislado clamando por la simetría. Ni Arias ni Cerezo ni Azcona lo apoyaron en una petición que carecía de todo asidero. Aunque el gobierno de ARENA consiguió que en el acuerdo se le reconocieran valores democráticos que no tiene, el FMLN logró que en el anexo se instara a un "diálogo constructivo" ente el gobierno y el FMLN para poner fin a la guerra. Es ésta la demanda que los revolucionarios salvadoreños vienen planteando, especialmente a partir de este año. Hoy esta demanda cuenta con el respaldo de los presidentes centroamericanos y con una mayor proyección y espacio internacional.

Siendo la estrategia de AREN no dialogar ni negociar nada con el FMLN, los acuerdos de Esquipulas V no sólo ayudan a hacer más ancho el camino que puede conducir una solución político-negociada, sino que a más corto plazo podrían contribuir también más ultra-derechista de ARENA, que quieran poner fin al conflicto mediante una "guerra total" e imponiendo un marco institucional fascista que cierre el espacio a los partidos políticos y organizaciones sociales de diversos signo ideológico.

Los acuerdos de Tela son históricos. Representan un nuevo e importante golpe a la hegemonía norteamericana en la región. El hecho de que Honduras y Costa Rica estén en período electoral pesó bastante para que los presidentes de estos dos países estuvieran más interesados que otras veces en mejorar sus imágenes públicas. Conseguir acuerdos significativos podría ayudarlos en este sentido. Sin elecciones a la vista, éste era también caso de Cerezo. Una mejoría en su imagen aumentaría sus márgenes de maniobra dentro de Guatemala.

El factor adicional fue la urgencia que tenía el gobierno de Azcona de impedir que Nicaragua introdujera definitivamente la demanda contra Honduras en la Corte Internacional de Justicia por mantener a los contras en su territorio. Como la condena sería segura, esto perjudicaría el resultado de otro diferendo que Honduras está tramitando en la Corte sobre sus derechos sobre aguas del Golfo de Fonseca y podría también alentar a Nicaragua a reabrir el caso por el que hace muchísimos años la Corte decidió a favor de Honduras la soberanía sobre zonas fronterizas entre ambos países. A este problema hay que sumar la campaña que los más diversos sectores sociales de Honduras han venido haciendo exigiendo la salida de la contra.

Por otro lado, yendo más al fondo, los hechos han mostrado que la cúpula del poder hondureño, en la que los militares ejercen una total hegemonía, ha asistido desde hace años a la debacle militar de la contrarrevolución y, partiendo de la realidad de esta derrota estratégica, ha llegado a la conclusión de que deshacerse de los contras no implica necesariamente renunciar a la ayuda norteamericana, que tan en abundancia llegó al país en forma de créditos, pertrechos militares, entrenamiento, etc.

Al contrario, por lo que se ve, juzgan los militares que ellos, directamente pueden ser mejor y más estable muro de contención del "comunismo sandinista" que los propios contras y que el ofrecerse al gobierno de Estado Unidos para jugar este papel de garantes de la estabilidad regional se están asegurando estratégicamente tanto un buen nivel de asistencia militar como suficiente asistencia económica para el país, con el fin de mantener su estabilidad social. Es un planteamiento más realista, y más favorable a sus intereses que la guerra que Reagan les impuso también a ellos. "Cerradas las opciones militares, los Estados Unidos tendrán que comprender que nosotros somos la mejor opción de contención del expansionismo sandinista", dijo un alto jefe militar de Honduras a periodistas que cubrían la cumbre presidencial.

En este sentido y con 4 años de diferencia, los hondureños estarían aprendiendo de lo que Oscar Arias decía de Costa Rica en relación a Nicaragua cuando aún era candidato a presidente. Para Arias, mientras hubiera una Nicaragua sandinista, Costa Rica tendría asegurado un notable flujo de dólares, que llegaría sin falta para mantener su estabilidad democrática, pues nunca Estados Unidos permitiría la desestabilización de Costa Rica por razones económicas si era vecina de una Nicaragua revolucionaria. La lógica del candidato Arias es hoy la misma lógica que la que los militares hondureños parecen estar asumiendo. Esta lógica pudo también haber influido en la firma de los Acuerdos de Tela.

Pocas horas después de la firma, a su regreso a Nicaragua, el Presidente Daniel Ortega anunciaba con júbilo los resultados. "Estamos en las umbrales de la paz", dijo. Desde esta nueva situación volvió a llamar al gobierno de Estados Unidos al diálogo bilateral. Este diálogo, el más decisivo para alcanzar la paz es, sin embargo, el más difícil de conseguir.

El diálogo con Estados Unidos ¿Los demócratas tienen la palabra?

Son muchas las ocasiones en que Nicaragua llamó a un diálogo bilateral al gobierno del Presidente Reagan. Siempre encontró ante sí una férrea voluntad de guerra y el silencio. Al asumir Bush la presidencia, la primera solicitud que Nicaragua hizo en este sentido fue hace poco, pidiendo para ello, sin éxito, la mediación del Cardenal Obando. El 19 de julio, antes del Diálogo Nacional y la reunión de Tela, el Presidente Ortega insistió en el llamado a Estados Unidos. De regreso a Managua, ya con dos ases de triunfo en la mano que han puesto al gobierno Bush contra la pared, Ortega volvió a insistir.

Cualquiera puede valorar las dificultades que existen para que este diálogo se inicie y más aún si se plantea antes de que se celebren las elecciones nicaragüenses.

A pesar de todo, y al igual que en 1987, tras los acuerdos de Esquipulas -que fueron también una sorpresa que desconcertó al gobierno norteamericano-, podría iniciarse nuevamente un diálogo indirecto en el que los demócratas empezaran a jugar mas protágonicamente a favor de la negociación y la normalización de las relaciones entre los dos países. La menor homogeneidad interna del gobierno Bush en el tema nicaragüense, si se la compara con la que tenía el gobierno Reagan, podría facilitar esta tendencia.

En 1987 fue el demócrata Jim Wright, líder de la Cámara, quien llevó adelante este diálogo tripartito entre el gobierno de Nicaragua, los demócratas -y por su vía- los republicanos. Los resultados fueron positivos para hacer avanzar el proceso de paz. Pero aquel diálogo quedó enterrado tanto por republicanos como por demócratas con la firma del Acuerdo Bipartidista con el que Bush hizo por fin la paz dentro de un Congreso excesivamente polarizado en el tema de Nicaragua. Ahora, sin violar los ambiguos y elásticos márgenes de este Acuerdo -que permiten emplear la "ayuda y la reubicación de los contras los demócratas podían encontrar en los Acuerdos de Tela una puerta por la que ir abriendo un cambio de política hacia Nicaragua, en la que quedara abandonada definitivamente la opción de la guerra.

Antes de la Cumbre de Esquipulas V hubo síntomas alentadores en la dirección de que los demócratas recobren protagonismo. 83 congresistas escribieron al Secretario de Estado James Baker denunciando con detalle las actividades armadas del contrarrevolución entre el 13 de abril y el 18 de junio, a pesar de que les está congelada la ayuda militar. Los congresistas demanda una investigación, y si se comprobara la veracidad de la información que aportan, exigen que se les suspenda también a los contras la ayuda humanitaria.

En esta incitativa fue muy activo el senador demócrata Christopher Dodd, que en el mes de julio viajó por toda Centroamérica para conocer las opiniones de los distintos sectores sociales, y que más recientemente envió a sus delegados personales a Tela, a la vez que escribía a Baker protestando por la presión ejercida sobre Azcona al congelársele la ayuda de $70 millones.

La posibilidad de que se reabra el diálogo indirecto y tripartito es aún incipiente. Pero los dos grandes avances conseguidos al iniciar agosto podrían hacerlo avanzar. Para evitar optimismos exagerados, no puede olvidarse que si hoy Bush no quiere pleitos con el Congreso, los demócratas tampoco quieren pleitos con Bush. Pero no es simple optimismo afirma que en el tema de la guerra contrarrevolucionaria el gobierno Bush está hoy profundamente aislado. Y que los planes que seguramente implementará para romper ese aislamiento, pese a eventuales logros inmediatos, difícilmente lograrán contener eficazmente la tendencia al declive de la opción por al "guerra de baja intensidad.

A la posición más pragmática que podría empezar a imponerse en los Estados Unidos hay que sumar la influencia que pudiera tener sobre los políticos norteamericanos la postura soviética en el caso de Nicaragua . Toda la política global de la URSS está hoy a favor de las soluciones político-negociadas. Así lo expresó el Canciller Shevardnadze al comentar los acuerdos de Esquipulas V, reafirmando en esta ocasión su apoyo a Nicaragua, y aclarando que fue en consultas con el gobiernos sandinista que decidió detener el envío de armas al ejército nicaragüense. La URSS expresa así su posición:

"Los cinco estados centroamericanos han demostrado comprender bien los problemas de la región, saber enfocarlos con sabiduría, audacia y realismo. Han logrado encontrar un exacto equilibrio de intereses y ofrecer métodos realistas de eliminación de las preocupaciones mutuas... Los acuerdos conseguidos en Tela permiten, en mi opinión, abordar de lleno la solución de un problema con el cese de los suministros militares a la región. En este caso, lo fundamental es que la URSS y los Estados Unidos se comprometan a abstenerse de estos suministros. Quiero recordar que ante un relajamiento de la tensa situación de Nicaragua, la Unión Soviética detuvo hace algún tiempo el cumplimiento de sus compromisos de venta de armas. Nos consta que los cinco presidentes confían en una colaboración por parte de la OEA y la ONU y la nuestra será una postura de apoyo a una eficaz participación de la ONU en la realización de los acuerdos suscritos en Honduras por los cinco presidentes... Sin temor a exagerar debo decir que el gobierno nicaragüense cumple estrictamente los compromisos de democratización contraidos en virtud de lo acordado en Guatemala y El Salvador demostrando con eso gran valentía política y el verdadero interés en restaurar la paz... Quisiéramos que Washington mostrara coherencia en la renuncia a los métodos de fuerza y en la aplicación de otros, diplomáticos y políticos. Efecto positivo tendría la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Nicaragua. El primer paso en ese sentido sería la apertura de un diálogo directo entre ambos países. Este tema está presente en nuestros contactos con representantes de la administración estadounidense... Toda la comunidad mundial está interesada en el arreglo de conflictos regionales. Tales principios universales deben ser aplicables a diferentes focos de tensión regional, se hallen en el Africa Suroccidental, Centroamérica o Afganistán. Procuramos atenernos estrictamente a esos principios, viendo en los mismos la mejor forma de evitar que en la tierra surjan focos de tensión".

Acuerdos de Managua y Acuerdos de Tela: dos caras de la misma moneda

Pese a las dificultades que pueda tener el diálogo con los Estados Unidos, los acuerdos surgidos del diálogo con los partidos políticos y los surgido del diálogo entre los presidentes centroamericanos han hecho retroceder la guerra, han hecho avanzar la paz y han allanado el camino hacia las elecciones. Managua y Tela son dos caras de una misma moneda. Ambos documentos han neutralizado eficazmente a los principales neutralizadores que tienen el proceso electoral y la paz: Estados Unidos, la contra y la oposición interna de Nicaragua.

¿Comprará esta moneda de dos caras al gobierno norteamericano para que se decida a abandonar definitivamente la opción militar y haga de su opción política un juego limpio con el que camine a unas elecciones en las que toca al pueblo nicaragüense decidir su futuro? Lo que hoy por hoy es cierto es que de las tres opciones que tienen ante sí el gobierno de Nicaragua (continuar con la actual concertación económica y el proceso pluralista para ganar la paz mediante elecciones; profundizar dicho modelo aplicando por ejemplo sanciones justas y legales a los abiertos y beligerantes boicoteadores económicos y políticos; o alterarlo radicalmente como efecto de las dificultades económicas corriendo el riesgo de regionalizar el conflicto), la más viable es la primera. Aquella por la que Nicaragua ha venido luchando obstinadamente desde hace muchos años como el medio más realista para avanzar en la transición democrática hacia un socialismo también democrático.

Como contrapartida, de las tres opciones de Bush (intervención directa, continuación de la guerra de baja intensidad y solución política-negociada) la única que la historia va mostrando cada vez más y más realista es la solución política. Muchas más batallas tendrán que librarse para que, por fin, quede definitivamente sepultada la opción militar. Pero la hora se acerca.

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