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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 95 | Julio 1989

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Nicaragua

David resistió a Goliat: 10 años de política exterior

¿Cuales han sido las relaciones de Nicaragua con los países del bloque socialista? ¿Han cambiado después de la perestroika? ¿Qué significa el no alineamiento de Nicaragua? ¿Cuáles han sido los momentos más críticos por los que ha atravesado la revolución al defenderse de la agresión norteamericana? Con la salida de Reagan de la Casa Blanca, ¿habrá cambios en las relaciones Estados Unidos-Nicaragua?

Equipo Envío

A diez años de revolución, Envío hace balance de la política exterior de Nicaragua entrevistando a Alejandro Bendaña, Secretario General de la Cancillería nicaragüense desde 1984. Tras el triunfo de la revolución y durante tres años, Bendaña -doctor en historia, buen conocedor de los Estados Unidos- asumió tareas diplomáticas en las Naciones Unidas, trasladándose después a Managua. Desde la Cancillería le ha tocado asumir una diversa gama de tareas que pasan por protagonizar debates televizados en Estados Unidos con Elliot Abrams, el ideologo de la guerra contrarrevolucionaria, hasta acompañar al Presidente Ortega en muchos de sus viajes al extranjero. A través de visión global, y con perspectiva, van apareciendo las tramas fundamentales y los principios con los que la revolución sandinista ha cofeccionado su política internacional.

"No existen colonias democráticas, nuestro mejor aliado fue Reagan"

ENVÍO

- ¿Cuál sería el hilo conductor de la política exterior de Nicaragua durante estos diez años?

BENDANA

- Yo creo que la política exterior de una nación no se puede distinguir de su política interior. Y no sólo porque en este siglo la política la hacen cada vez mas los pueblos y porque la diplomacia se ha convertido en una practica cada vez mas publica y menos privada a causa de la revolución en las comunicaciones, sino también porque en la medida en que avanza la democratización, las aspiraciones del pueblo necesariamente deben reflejarse en la política externa. En Nicaragua se libró una batalla por lograr la autodeterminación genuina, una independencia que era indispensable para lograr los profundos cambios estructurales que exigía el pueblo. Porque sin autodeterminación, sin independencia, sin soberanía, sencilla y llanamente, no puede haber democracia.

No existen colonias democráticas. La independencia es precondición de la democracia. Haber librado una guerra contra el somocismo como sistema de dependencia, fue algo que no comprendieron algunos sectores internos. Pero claro, la independencia no es un fin en si misma, sino un medio para lograr un objetivo social libre y soberanamente. Desde un principio nosotros estábamos bien claros que acabar con Somoza y el somocismo, necesariamente conllevaba a un enfrentamiento con los Estados Unidos y con su Doctrina Monroe, que no admite la independencia, menos aun en Centroamérica.

¿Cómo defender la independencia de un país pequeño ante un coloso? Era necesario buscar en el ámbito internacional el común denominador mas amplio posible en defensa del principio de autodeterminación, derecho incoherente a los pueblos y reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en el derecho internacional. Obviamente, no íbamos a ser tan provincianos como para pensar que habiendo luchado por unos ideales, no íbamos a defender esos ideales a nivel internacional, y no íbamos a buscar en el concierto de los países No Alineados, en el concierto de países latinoamericanos, cómo unir nuestras voces a aquellas voces que y desde hacia muchos años pregonaban el respeto a la defensa de los pueblos y que de hecho habían estado al lado nuestro durante la guerra de liberación. Ya como Estado, como gobierno constituido, podíamos recurrir a los mecanismos y organismos internacionales que en la mayorías de los casos estaban comprometidos con la defensa de la soberanía de los Estados.

Y es en ese contexto que nuestra política exterior hace uso de esos recursos, tanto a nivel de pueblos como a nivel de gobiernos, para articular con estos dos frentes el mas amplio frente internacional y anti-intervencionista posible, apelando a los pueblos para que los pueblos apelaran a sus gobiernos, pero apelando también a los gobiernos a fin de que respetaran el derecho de los nicaragüenses a darse el sistema político, económico y social que libremente habían elegido. Es decir, capitalizar y organizar políticamente la tremenda simpatía con que el pueblo nicaragüense ha contado a nivel internacional.

ENVÍO

- ¿En estos diez años habría algunas etapas bien definidas en la política exterior, alguna periodización?

BENDAÑA

- La periodización nos la impusieron. Tuvimos que descubrir nuevas modalidades de lucha, nuevos instrumentos pacíficos para cumplir con nuestro compromiso de resguardar la soberanía de Nicaragua. Se dan etapas en la medida en que fueron incrementándose cualitativa y cuantitativamente los intentos de los Estados Unidos de subvertir, desestabilizar y acabar con la revolución nicaragüense tuvo que esgrimir nuevas armas, cada vez menos fulminantes. Creo que hubo una etapa decisiva cuando a medidos de 1982 ya no podíamos tener dudas con respecto a los objetivos de las intenciones de la administración Reagan. Ya veíamos en el terreno el resultado de la decisión tomada en noviembre de 1981 de asignar sumas multimillonarias a la CIA para la constitución de un ejército mercenario que desde territorio hondureño lanzara ataques criminales contra nuestro pueblo y sus recursos económicos.

Posteriormente, en octubre de 1983 vimos, con la invasión a Grenada, que esta administración no tendría recelos ni reparos para lanzar una invasión directa. En este sentido, nuestro mejor aliado diplomático siempre fue Ronald Reagan, porque su obsesión agresiva contra Nicaragua, violentaba flagrantemente el derecho internacional, incluso el derecho interno de los Estados Unidos. Se proponía vender a un público incrédulo que era justificado recurrir a la violencia mercenaria, al terrorismo, al minado de puertos, a la publicación de manuales sobre tácticas terroristas, al involucramiento con redes de narcotraficantes para sostener logísticamente su guerra contrarrevolucionaria, a embargos comerciales y bloqueos financieros.

Al llegar a estos extremos, nuestra respuesta fue simple: apelar a pueblos y a gobiernos, apelar al sentido común, apelar al derecho, apelar a la decencia y moralidad, y preguntar si esa violencia empleada por la potencia mas poderosa de este hemisferio contra un pueblo tan pequeño podía ser justificada, si el atropello al derecho internacional iba a ser aceptable a la comunidad de naciones civilizadas, si el recurso al terrorismo como un instrumento político iba a ser tolerado. Descubrimos que instancias hasta conservadoras, como la Corte Internacional de Justicia, cuando le llevamos el planteamiento de si la política de Estados Unidos hacia Nicaragua era legal, tuvo que decir que era ilegal. Cuando fuimos ante el publico norteamericano y les preguntamos si podían estar de cuerdo con las diferencias objetivas que podrían existir entre Estados Unidos y Nicaragua tenían necesariamente que resolverse con la muerte de niños nicaragüenses, decían que no. El pueblo norteamericano, los pueblos del mundo, tienen una conciencia. Y las conciencias tarde o temprano impactan a los gobiernos, incluso al mismo gobierno norteamericano.

La etapa de la guerra reaganiana fue tremendamente difícil, tremendamente costosa, pero al fin y al cabo los pueblos y los gobiernos se dieron cuenta de que la administración Reagan era la extremista y los nicaragüenses eramos los moderados. Que éramos los revolucionarios los que estábamos haciendo un llamado a que se respetara el orden y el derecho constituido, y era el conservador Ronald Reagan el que pregonaba violar las normas establecidas para cumplir con un propósito extremista. Es conciencia intencional -no nos debemos engañar- la impulso el pueblo armado de Nicaragua con su sangre y sacrificio. Hubo identificación internacional con la lucha del pueblo nicaragüense.

Si no hubiéramos podido demostrar en el combate nuestra decisión de defender nuestra independencia hasta las ultimas consecuencias, difícilmente se hubieran generado esos movimientos organizados masivamente a favor de Nicaragua, difícilmente los pueblos habrían salido a las calles a defendernos. Cada vez que el señor Reagan se aparecía por Europa Occidental, alguien que le recordaba a Nicaragua. Y si no era en las calles con banderas del FSLN, era en las oficinas de gobierno. Por eso, al haberse ido Ronald Reagan entramos en una nueva etapa diplomática.

Ya se reconoce universalmente que la política reaganiana, la política de agresión en su modalidad reaganiana fracasó. Y que los métodos empleados por Reagan no van a poder emplearse nunca con éxito contra Nicaragua. Nosotros quisiéramos pensar a partir de la experiencia nicaragüense o a partir de la experiencia vietnamita, los nuevos gobernantes norteamericanos van a llegar a la convicción de que esos métodos de terror son al menos contraproducentes, incluso para sus propios intereses. Pero todavía no ven esto.

En esta nueva etapa de Bush, los norteamericanos están buscando nuevas modalidades, con el mismo objetivo de tratar de liquidar al gobierno sandinista. Y son quizás métodos mas peligrosos porque son mas inteligentes que los de Reagan. Lo primero que han hecho es precisamente bajarle la intensidad, en términos publicitarios, a su política injerencista. Porque nuestra arma diplomatica en el tiempo de Reagan consistía en aprovechar el alto perfil gringo para informar con alarma sobre los hechos y las realidades. Los americanos también aprenden de sus experiencias y en esta etapa lo que van a hacer es limitar la discusión publica, en el Congreso e internacionalmente. Porque hay una correlación de fuerzas entre la capacidad que tiene la CIA de lanzar opciones indiscriminadas y el nivel de conocimientos que tenga el publico norteamericano y la comunidad internacional de esas operaciones. Mientras más se sabe, menos pueden actuar.

En el actual contexto, tal vez va a ser más difícil la denuncia. Muchos creen que con la llegada de Bush y el Acuerdo Bipartidista, se acaba la guerra y la normalización de relaciones es inevitable. Ojalá así fuera, pero no es así. Los objetivos no varían. Menos mal que Bush tiene que enfrentar el legado de Reagan, y a los Estados Unidos nadie les puede creer que ya son simplemente observadores imparciales de los acontecimientos en Nicaragua y Centroamérica. Nunca lo han sido y nunca lo serán.

"Los No Alineados son nuestros aliados naturales y nuestra defensa es alzar la voz"

ENVÍO

- ¿Qué significado tiene para Nicaragua que el principio de no-alineamiento haya pasado a la Constitución de la República como principio fundamental?

BENDAÑA

- A los 40 días del triunfo de la revolución sandinista, Nicaragua se incorpora al Movimiento de Países No Alineados en la Cumbre que se reuní en septiembre de 1979 en La Habana. Por primera vez en la historia de América Latina el movimiento se reunía en Cuba. Yo creo que aquí hay dos factores importantes que están muy interrelacionados. Primero, nosotros veíamos que el Movimiento de No Alineados recogía los principios por los que había luchado nuestro pueblo: la autodeterminación de los pueblos, la defensa de la independencia y la soberanía, reivindicaciones que, derivadas de nuestra condición de revolucionarios, teníamos que plantear no sólo en el orden nacional sino también en el orden internacional.

Y en orden internacional esos principios no son radicales. Planteábamos la necesidad de un nuevo orden económico internacional, de un nuevo orden político internacional, para que pueblos llegados al poder, por mas que fueran sus Estados nacionales, pudieran llevar a cabo sus transformaciones sociales libres de intervenciones, libres de injerencias extranjeras. Veíamos las limitaciones políticas y económicas de carácter global que hay sobre cualquier país pequeño independiente que busca la liberación y busca el respeto a los derechos humanos de su pueblo en todas las dimensiones.

El Movimiento de Países No Alineados recoge esas aspiraciones y colectivamente exige cambios, principalmente a través del derecho, a través de resoluciones de las Naciones Unidas. Poco a poco esa fuerza colectiva puede llegar a incidir en la constitución de un nuevo orden político y un nuevo orden económico intencional, que a su vez permitan a los países pequeños hacer efectiva su independencia y acelerar cambios sociales.

En segundo lugar, en el Movimiento de Países No Alineados encontramos a nuestros aliados naturales. Había una coalición de países, casi 90, que podían coincidir con el postulado nicaragüense de defensa de los pequeños ante los grandes. Nuestra revolución nunca estuvo aislada. Esta nación independiente ingresaba a un concierto de naciones independientes, y en la medida en que se cometiera una agresión, una injerencia, una intervención contra Nicaragua, se atacaba también al Movimiento.

El espaldarazo del Movimiento a la nueva nación nicaragüense fue el primer saludo que nos hizo la comunidad internacional y ese apoyo se ha mantenido firme. Peor no se trata simplemente de una expresión que se da cada tantos años cuando se reúnen los jefes de Estado, sino de la articulación de un compromiso político de generar una fuerza moral, una fuerza diplomática, en defensa del proyecto nicaragüense, que se expresa continuamente en Naciones Unidas y en los organismos multilaterales. A través del Movimiento de Países No Alineados nosotros pudimos comenzar a aislar en organismos multilaterales a los Estados Unidos, asegurarnos de que ya no estábamos solos y salir victoriosos en nuestra campaña por lograr un escaño en el Consejo de Seguridad, así como en otros múltiples organismos.

Lo hicimos en aquellos organismos donde impera la democracia y que no son precisamente el Fondo Monetario, el Banco Interamericano y el Banco Mundial. En esos organismos donde tuvimos espacios se respetaba y se hacia respetar el derecho de Nicaragua, y allí asegurábamos que el costo político de cualquier aventura injerencista iba a ser muy alto. En otras palabras, el Movimiento de los No Alineados fue un escalón importante en nuestra defensa y en nuestra proyección como país. Con el tiempo ganamos una estatura moral que nos llevaría incluso en 1988 a postular la candidatura de Nicaragua como presidente del Movimiento en su conjunto.

ENVÍO

- El voto de Nicaragua en la ONU, ¿sería un ejemplo de no-alineamiento?, ¿Hay instancias en que el voto de Nicaragua es diverso al de la Unión Soviética? Y más en concreto, ¿cómo fue el voto de Nicaragua sobre el conflicto de Afganistán?

BENDAÑA

- Hay que recordar que en los últimos 15 años el Movimiento de Países No Alineados ha logrado constituir un bloque de casi 100 naciones que defienden una serie de posiciones en toda la problemática política, económica, social y ecológica del mundo. Son posiciones avanzadas, posiciones progresistas, que poco a poco han ido adquiriendo el carácter de jurisprudencia, principalmente a través de las Naciones Unidas. Porque es en las Naciones Unidas donde nosotros, los Países No Alineados, en la forma de resoluciones, planteamos nuestras posturas ante los otros grupos de países, ante el bloque de los países socialistas y el de los países occidentales, y les invitamos a aceptar nuestros postulados.

El bloque socialista, en general, no tiene problemas en apegarse a las posiciones de los No Alineados. Pero el bloque occidental, y principalmente los Estados Unidos, incluyendo a sus aliados mas cercanos, tienen un récord casi consistente de oponerse a todo lo que sea iniciativa de los No Alineados: dialogo Norte-Sur, reducción de armamentos, dialogo sobre la deuda, Sudáfrica, Medio Oriente, Centroamérica. En otras palabras, en Naciones Unidas prevalece la dinámica Norte-Sur y en ella los socialistas se colocan al lado del Sur.

Entonces, no es que Nicaragua coincida con las posiciones del bloque socialista. Nicaragua coincide y es parte de las posiciones no alineadas. Los países socialistas coinciden con las posiciones de los No Alineados, aunque eso no quiere decir que haya una coincidencia total. De hecho, en el caso de Afganistán, que ha sido uno de los casos mas difíciles para el Movimiento que dividió al Movimiento -porque el Movimiento de Países No Alineados también es heterogéneo y puede tener posiciones comunes pero también intereses contradictorios, porque en el Tercer Mundo hay explotadores y explotados, hay regímenes que representan a los explotadores y otros que representan a los explotadores y otros que representan a los explotados- en ese caso Afganistán, Nicaragua enfrentó una de las decisiones mas importantes y que mas tempranamente tuvo que hacer.

Fue entre Navidad y Año Nuevo de 1979 y dentro de los No Alineados vimos debates furibundos sobre la legalidad o ilegalidad de la intervención soviética y se dio la famosa batalla de principios de si el gobierno afgano había invitado en uso de sus derechos soberanos al contingente soviético, o si el contingente soviético se había autoinvitado y había desplazado al gobierno.

Nicaragua se enfrentó a una situación compleja. Y en nuestra decisión se dieron una serie de factores. Teníamos apenas 6 meses de experiencia en política exterior. Y ocurrió algo que creo que incidió fundamentalmente. En esos mismos días apareció en Nicaragua una delegación de congresistas norteamericanos. Se debatía entonces en el Congreso norteamericano un famoso paquete de 75 millones de asistencia en prestamos. A un congresista, en nombre de la administración, se le ocurrió decir a nuestro joven gobierno revolucionario que la aprobación del paquete dependía de la condena que hiciéramos de la Unión Soviética. ¡¿Para que mas?! Ahí mismo, el Padre Miguel D'Escoto, en términos diplomáticos, les dijo que podían hacer con sus 75 millones, que en este país había acabado la época del soborno y que si para algo habíamos luchado era para ser independientes y no para vender nuestras decisiones a cambio de un palto de lentejas.

Creo que eso, mas que nada, contribuyo a que la decisión de Nicaragua fuera abstenerse ante la resolución de condena a la Unión Soviética promovida por los Estados Unidos y los occidentales. Hubo quienes votaron en contra de la resolución, pero nuestra posición fue de abstención. Y la explicamos: nosotros no condenábamos toda forma de intervención y teníamos que reconocer que en Afganistán se había dado la intervención y no sólo una parte y no solo de una forma, sino de diversas fuentes de intervención debían ser condenadas.

En esa ocasión, nosotros propusimos, aunque pocos nos escucharan, que se hiciera una resolución llamando al respeto a la condición de no alineamiento de Afganistán y de condena a todas las formas de intervención, porque para nadie era un secreto que la CIA, utilizando a Pakistán, había venido montando un movimiento armado en el propio Afganistán y que eso también merecía ser condenado, lo mismo que había que condenar el desplazamiento de unidades militares norteamericanas cerca de la región y las amenazas a otros países de esa área del mundo. Con India y Zimbabwe, rechazamos que se nos presionara a definirnos dentro de un marco Este-Oeste e insistimos en la defensa de los principios del no alineamiento.

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- Dentro de este esfuerzo de Nicaragua par ubicarse en una posición de no-alineamiento, ¿se ha conseguido que el conflicto nicaragüense haya escapado del esquema Este-Oeste o hemos fracasado en ese punto?

BENDAÑA

- La quintaesencia del no alineamiento es salirse de la interpretación de ese esquema. Las naciones del Sur luchan para que no se les enmarque en la contradicción Este-Oeste. Que la contienda Este-Oeste no se traslade al Tercer Mundo es un postulado fundamental de los No Alineado, de manera que las contradicciones que en los países del Movimiento pudieran tener principalmente con la gran potencia norteamericana no se interpreten como una contienda Este-Oeste, sino como una confrontación Norte-Sur. Luchamos par que la reivindicación alrededor de la independencia y la soberanía y la lucha por poner fin al colonialismo y a la dependencia no se mal interprete como algo teledirigido desde Moscú, Pekín o La Habana.

Que se entienda que es una lucha derivada de aspiraciones comunes a los pueblos y particularmente a pueblos y particularmente a pueblos explotados por las grandes naciones colonizadoras. En el contexto de América Latina la nación explotadora son los Estados Unidos. El Movimiento de los No Alineados ha luchado consistentemente en Naciones Unidas y en todos los foros por defender la tesis de que el llamado conflicto centroamericano no forma parte de la contienda Este-Oeste y que tiene que valorarse, primero que nada, como consecuencia de las profundas injusticias que en el orden social y económico se dan en la región y, segundo, a partir de la intervención norteamericana y que son esos dos factores los que explican las convulsiones en Centroamérica y no la aspiración de la Unión soviética a establecer aquí cabezas de playa para, tragándose a Centroamérica, llegar a México y tragarse también a Texas.

¿Hasta que punto hemos tenido éxito? Yo creo que los No Alineados, en muchos sentidos, le enseñaron el camino a Contadora y hasta en el proceso de Esquipulas se aceptaron las nociones que por primera vez nosotros defendimos y pedimos a los No alineados: que no se viera el conflicto en términos Este-Oeste y que se exigiera el fin de toda presencia militar extranjera en la región centroamericana y se defendiera la capacidad de los propios países de la región de llegar a soluciones propias y sin la intervención extranjera.

Los No Alineados acuerparon estas posiciones, las fueron asumiendo, y poco a poco los latinoamericanos y hasta los centroamericanos las lograron asumir aunque fuera nominalmente. Todo esto está reflejado en Naciones Unidas resolución tras resolución a lo largo de los últimos 10 años. El proceso culmina, podríamos decir, con la perestroika, cuando dentro de los mismos Estados Unidos cambió la percepción de la Unión Soviética y hasta los sectores mas recalcitrantes comienzan a preguntarse por primera vez si efectivamente existe una aspiración imperialista soviética en Centroamérica. Con este cambio de óptica, los mismos norteamericanos de derecha se unen al coro que diez años antes se había empezado a escuchar en La Habana. Hoy hasta los soviéticos son no alineados...

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- ¿La primera retórica antiimperialista del gobierno revolucionario, como se puede juzgar hoy retrospectivamente? ¿Entra en el capitulo de los errores? ¿Habrá provocado una cierta justificación para la política agresiva de los Estados unidos o no ha tenido ningún tipo de influjo en ésta?

BENDAÑA

- Habría que valorarlo. Pero pedirle a la revolución sandinista que no expresara sus reivindicaciones, sus júbilos, su triunfo, seria como pedirle a un niño recién nacido que no llorara. Se lo repetimos a la saciedad a los norteamericanos: teníamos pleno derecho internacional a ser "chillones" porque habíamos estado reprimidos por 140 años. Teníamos pleno derecho y gozábamos en poder defender los postulados del Movimiento de los Países No Alineados y nuestras propias posiciones en Naciones Unidas y gozábamos al hacerlo en términos mas claros y categóricos posibles. Estábamos orgullosos de nuestra independencia y no lo escondíamos.

Los sandinistas siempre han hablado claro y la política exterior no tiene por que ser oscura, ambigua. Mas tarde explicaremos que elevar el tono en nuestras comparecencias y en nuestra proyección diplomática era un elemento esencial de nuestra defensa. A veces nos preguntan por que las tonalidades, por qué la retórica, por que las notas de disonancia. Respondemos que cuando sabemos que hay un violador con una larga trayectoria de agresiones que nos mira con ojos amenazadores a un nación recen triunfante, pegar el grito se convierte en un elemento indispensable de defensa. Y si no se cometió el crimen, tal vez en algo incidió el hecho de que habíamos elevado el tono.

Porque lo peor hubiera sido quedarse callados y dejar que pasara desapercibida la amenaza. Incluso los documentos históricos nos demuestran hoy que esta modalidad de defensa, de recurrir a las Naciones Unidas, de recurrir a los foros internacionales, de recurrir al Tribunal Internacional de Justicia, fue absolutamente acertada, porque ahora sabemos que tuvo que ser tomada en cuenta en el calculo político de los propios norteamericanos a la hora en que contemplaron la intervención contra Nicaragua, sobre todo en 1983, en los meses posteriores a la invasión de Grenada.

Nuestra "retórica" la podemos ver no sólo desde el punto de vista del jubilo y de la expresión de independencia nacional. Lo último que quisiéramos es hablar como habla Honduras en los foros internacionales. Evidentemente, el discurso de un país agredido no puede ser el mismo que el de otro cuya única preocupación es no ofender a nadie. No nos queda otra salida. Y no nos confundamos: lo que mas le preocupaba y lo que mas ofendía a los Estados Unidos no era el tono sino el contenido, porque nuestros postulados siempre se basaron en el derecho y los planteamientos eran eminentemente razonables y, si se quiere, eminentemente conservadores.

Lo que planteamos a nivel internacional es que hubiera "law and order", que se respetaran las reglas del juego establecidas en la Carta de Naciones Unidas y en el Derecho Internacional. Todos los talentos de Reagan, "el gran comunicador", le sirvieron para poco, ante los argumentos de la pequeña Nicaragua.

"Contadora y Esquipulas son un triunfo de Nicaragua"

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- Aliados y moderados del Frente Sandinista y de la revolución afirman que el apoyo inicial a la revolución salvadoreña, creyendo que el triunfo en El Salvador era inminente, impuso a Nicaragua una hipoteca muy pesad. Algunos sandinistas piensan que Nicaragua no ha tenido solidaridad revolucionaria suficiente hacia los movimientos de El Salvador, y sobre todo de Guatemala, y que eso ha repercutido en contra de la misma defensa de la revolución...

BENDAÑA

- Mi opinión es que la mejor contribución que Nicaragua puede hacer el triunfo de las causas populares, progresistas y democráticas en nuestra región es asegurar la sobrevivencia de la revolución sandinista.

Una Nicaragua aplastada, una Nicaragua intervenida militarmente, significara un retroceso de unos 20 años en el curso de la historia de la liberación de los pueblos. A las fuerzas democráticas del mundo les interesa, ya no sólo por cuestión de principios sino también para fortalecer sus propias posiciones internacionales, el asegurar la sobrevivencia de Nicaragua. Y aquí teníamos que ser un ejemplo de independencia. Nuestros propios postulados políticos nos llevaban a expresar nuestro apoyo moral, político y diplomático a la causa del pueblo salvadoreño y eso lo hicimos y lo batallamos en los No Alineados y en Naciones Unidas.

Nadie puede dudar hoy que el triunfo de la revolución nicaragüense significo un avance estratégico para las fuerzas progresistas de nuestra región y que la revolución lleva 10 años y el significado que eso tiene para los que luchan por la liberación de los pueblos es enorme. Porque, si Estados Unidos no pudo vencer a un pueblo empobrecido, en un país pequeño y semidestruido, entonces ¿a quien puede vencer? Si un país y un pueblo pequeño pudo mantener su luchan con dignidad, pudo asegurar su independencia entonces otros pueblos lo pueden hacer. Incluso, pueden estar en mejor condiciones que nosotros para hacerlo.

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- ¿Quiere decir entonces que Nicaragua no ha jugado una política internacional tradicional de intereses nacionales, de balances de poder, sino que el carácter revolucionario del proceso nicaragüense ha influido profundamente en la política internacional? ¿La apelación al derecho internacional significa algo nuevo para los países pobres?

BENDAÑA

- La contribución de Nicaragua a la historia de las relaciones internacionales es haber demostrado que el derecho internacional es una arma a la que pueden recurrir los Estados revolucionarios. No es que otras revoluciones ignoraran el derecho pero en la medida que avanzaba la causa de la democracia, es decir, el grado de independencia, se hacia factible apelar cada vez mas a los instrumentos y a los organismos internacionales con éxito, cosa que hubiera sido muy difícil hace 20 ó 25 años. Si la revolución sandinista se hubiera hecho hace 25 años, yo creo que también nos habrían aislado en la región, como lo hicieron con Cuba.

Pero en la década de los 80 ya no lo pudieron lograr con Nicaragua. Y no sólo por el recurso que nosotros hicimos a los mecanismos del derecho internacional sino porque la misma capacidad decreciente de los Estados Unidos de manipular esos instrumentos: las Naciones Unidas de los años 80 no son la misma ONU que la de los años 50 y la OEA de los años 60, con mayorías pro-americanas, no es la de hoy. Todo ello nos presenta nuevas condiciones y oportunidades.

En esas condiciones, apelamos a la Corte Internacional, que es una institución eminentemente conservadora y que era hasta mirada con recelo por muchos países del Tercer Mundo y socialistas. Muchos de ellos nos decían que era peligroso apelar a la Corte, que se podría hasta "legitimar" la agresión en la eventualidad de que la Corte no admitiera el caso. Sin embargo, le tomamos la palabra al derecho internacional, al principio de la autodeterminación, al principio de autodeterminación de los pueblos, al principio de la no intervención. Porque no se trata de postulados teóricos, sino de obligaciones jurídicas asumidas libremente por los Estados, que juega a favor de los pueblos en lucha y, aunque no siempre se respetan, lo último que podemos hacer es dejar de exigir su respeto. Porque el peligro que vimos durante la década de Reagan fue precisamente ese: la tendencia al consentimiento y a la resignación ante la violación del derecho internacional por parte del poderoso.

Tratamos de articular el mayor numero de fuerzas alrededor de una posición anti-intervencionista asumiendo como bandera propia los postulados que los Estados Unidos y los gobiernos están obligados a respetar. Nosotros nos decíamos: "Que vengan aquí a defender la causa del gobierno sandinista". Lo que planteábamos era: "Señores, hagan respetar la Carta de Naciones Unidas en Nicaragua y en Centroamérica y permitan que los mecanismos de solución pacifica contemplados, tanto en la carta de la OEA como en la de la ONU, asuman vigencia". Hoy era Nicaragua, pero mañana podría ser otra nación la que requeriría de protección y solidaridad.

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- En este contexto, ¿qué significó Contadora? ¿Es exagerado calificarla como un hito en la realización de la herencia de Bolívar en América Latina? ¿O ha sido un paso destruido totalmente por la actual crisis de América Latina? ¿Queda algo permanente de la iniciativa de Contadora?

BENDAÑA

- Contadora representó el primer intento colectivo latinoamericano para evitar la intervención militar norteamericana y el estallido de una guerra regional. Tiene antecedentes en la defensa torrijista del Canal o en la reacción latinoamericana ante la brutal actuación de Estados Unidos en la crisis de las Malvinas. Contadora y Grupo el de Apoyo tuvieron aquel momento culminante cuando sus 8 cancilleres viajaron a Washington a pedir a Shultz que respetara las disposiciones que ellos habían elaborado sobre no intervención y no apoyo a la contra. Shultz les respondió con una nueva petición de ayuda a la contra. En más de una ocasión, Contadora presentaría un proyecto de Acuerdo regional y Nicaragua lo apoyaría, pero no los amigos de Estados Unidos de Centroamérica.

Algunos interpretaron esto como una derrota para Contadora. Creo que fue lo contrario. La presentación del Acta y las gestiones ante Washington representaban la actuación de una nueva América Latina en defensa de los intereses de la región. Representaban una nueva definición de la seguridad de toda América Latina en defensa de sus propios países. Porque -y así lo dijeron ellos mismos- la seguridad propia, de cada uno, se veía afectada por la política norteamericana hacia la región y hacia Nicaragua particularmente. Creo que ninguno de los cancilleres de los países de Contadora ignoraba el hecho de que, en el momento que se produjera una intervención militar norteamericana, se darían también estallidos sociales en sus propios países.

Hay ahora una nueva visión de lo que es la seguridad y esta se profundiza a nivel económico alrededor del Consenso de Cartagena. Ahora la seguridad de América Latina se define tanto en términos políticos como económicos, y para la defensa de una seguridad política y económica es indispensable la acción colectiva. Esto, incluso, se ha institucionalizado. Nosotros creemos que Contadora contribuyó de manera importante a impedir a lo largo de 6 años, del 83 al 87, una intervención militar masiva contra Nicaragua. No impidió la guerra de la contra, no impidió la continuación de la injerencia americana, pero si impidió la guerra generalizada de Centroamérica, que estuvo al borde de estallar en mas de una ocasión a partir de las operaciones de la contra desde territorio hondureño.

El segundo gran logro de Contadora es haber dado a origen a Esquipulas. Esquipulas no hubiera podido surgir, ningún Plan Arias habría tenido acogida alguna, de no haber sido por Contadora. Esquipulas se enmarca en el esfuerzo de Contadora. Esquipulas representa la culminación de Contadora, porque Contadora estaba abocada a asegurara que los centroamericanos pudieran dialogar y negociar entre ellos mismos y en el momento en que eso se cumpliera, Contadora podría hacerse a un lado. Lo que Contadora no ha podido lograr, lo que Esquipulas no ha podido lograr, es desactivar la tensión de ese segundo componente de la llamada crisis centroamericana, que es la relación anormal entre los Estados Unidos y Nicaragua. La realidad es que el peso de la opinión latinoamericana en Washington siempre ha sido mínimo.

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- Pasar de Contadora a Esquipulas, ¿no habrá sido en realidad caer Nicaragua en la trampa de unos acuerdos destinados a arrancar conseciones únicamente a Nicaragua? ¿No ser Esquipulas un retroceso en el planeamiento y en los énfasis que Nicaragua pretendió negociar en Contadora?

BENDAÑA

- No necesariamente. En primer lugar, no hay ninguna contradicción, según lo que quieren plantear los derechistas nicaragüenses o internacionales, entre el programa del Frente Sandinista y el concepto de democratización que plantea Esquipulas. Quizá en un principio nosotros nos dejamos influenciar demasiado por la retórica que la política norteamericana había logrado hacer prevalecer en el vocabulario político internacional. Los Estados Unidos hablan de que están luchando por la democracia, de que están luchando por elecciones libres, de que están luchando por los derechos humanos.

Y en determinado momento, nosotros oímos esas palabras, empleadas hipócritamente por la administración Reagan y repetidas por los derechistas de nuestra región, que sabemos no tienen el menor interés en hacer reales estos conceptos a lo interno de sus propios países, y reaccionábamos en contra. Porque históricamente ha sido usado estos términos que se ha pretendido justificar la intervención contra nuestro países. Son solo campanadas: cuando los Estados Unidos dicen que vienen a defender la democracia en Centroamérica, ¡córranse los verdaderos demócratas!.

Pero poco a poco pudimos ir aprendiendo a arrebatarle esa bandera a los Estados Unidos, a los sectores de derecha. En 1979 y 80 Nicaragua firmó todos los convenios que Somoza había rehusado firmar en materia de protección a los derechos humanos, que obligan al país a un rendimiento de cuentas internacional. También incorporamos en el programa de gobierno, llegando al punto que le hemos dado vuelta a la tortilla y hoy quien plantea que la democracia exista, quien plantea que todos los países centroamericanos deben abrir sus puestas a todos los organismos especializados y competentes en materia de derechos humanos en el mundo, es Nicaragua. Y esto lo hemos defendido en la última Cumbre, en las reuniones de los cancilleres, y ha sido rechazado por los propios "paladines de la democracia" de Centroamérica.

En eses contexto, no se puede hablar de concesiones. Se trata de tomarles la palabra. A veces ha sido difícil. Se trata de agarrar la acusación de la administración Reagan y de neutralizarla con una mejor aplicación de nuestros postulados y una flexibilización de los medios para lograr nuestros objetivos. No le tenemos miedo a definir que es democracia en el contexto centroamericano, no le tenemos miedo a la observación internacional, no hay país en América Latina que haya admitido mayor numero de visitas de diversos organismos de derechos humanos en los últimos 10 años que Nicaragua.

Aquí en este país no se puede esconder a nadie. Aunque lo quisiéramos esconder no podríamos, porque vivimos bajo una lupa internacional y bajo la exploración de los satélites norteamericanos y aquí cualquier periodista se mete en cualquier lado. Y que así sea. Le damos bienvenida a los grupos de derechos humanos porque podemos demostrar que este proyecto es consustancialmente democrático y ya no solo en materia de derechos políticos y civiles sino también en los derechos económicos, sociales y culturales. Y no sólo lo vamos a demostrar en Nicaragua sino que vamos a insistir en que estos derechos se hagan realidad en Centroamérica y con verificación internacional.

Que Esquipulas haya podido recoger este postulado es esencialmente un logro nicaragüense. No fue una imposición de las otras cuatro "democracias" sobre Nicaragua, sino que fue una imposición de Nicaragua sobre los otro cuatro. Porque cuando se comienza a hablar de derechos, sobre todo de derechos económicos, de derechos civiles, de derechos sociales en los otros países centroamericanos, cuando los gobernantes firman compromisos políticos en ese sentido, entonces, los pueblos, las organizaciones populares, tienen un nuevo instrumento, que es lo que se ha llamado "Esquipulas de los Pueblos". Y no es sólo a Nicaragua a quien se le puede exigir cumplimiento, porque nosotros estamos cumpliendo. Los pueblos y los organismos internacionales también tiene la obligación de vigilar estrictamente y en términos imparciales el cumplimiento de todos los países firmantes.

ENVIO

- En esta línea, ¿qué significa que el presidente Ortega no haya estado presente en la toma de posesión de Alfredo Cristiana en El Salvador? ¿No será un signo de que se entorpecerán los avances del proceso de paz?

BENDAÑA

- El proceso de paz tiene una dinámica que nosotros creemos es irreversible. Y aunque se ha alargado, el camino sigue abierto. Nosotros podemos esperar y exigir que el gobierno salvadoreño cumpla con los compromisos que el Estado salvadoreño ha asumido en el marco de Esquipulas y que no permita el que se le utilice como instrumento de intereses lejanos a la región, de los norteamericanos, para bloquear o para tratar de matar el proceso de paz. La problemática salvadoreña es compleja y nosotros creemos que incumbe fundamentalmente al pueblo salvadoreño resolver esa problemática.

La madurez, el sentido de responsabilidad, de conciencia, que han evidenciado en los últimos años los revolucionarios, ya no sólo en El Salvador sino en el resto de Centroamérica, es enorme. La lucha continua pero hay una conciencia real en las fuerzas progresistas de que se tiene que avanzar buscando como hacerlo con la menor violencia, con la menor perdida de vidas posibles. Y esto significa, sobre todo, agotar las posibilidades de llegar a una solución negociada. Claro que no podemos ser optimistas con ARENA, con un gobierno integrado por mata-monjas y patrocinadores de escuadrones de la muerte.

Creo que este ha sido otro planeamiento introducido por la revolución sandinista en la dinámica interna de otros países centroamericanos. Sin Esquipulas es difícil concebir a un Rubén Zamora o a un Guillermo Ungo en las calles de San Salvador. Sin Esquipulas es difícil concebir que en Guatemala se hayan dado por lo menos algunos intentos de dialogo con las fuerzas revolucionarias. Todo esto también indica que se tiene que hacer los mayores esfuerzos posibles para aislar en lo interno y en lo internacional a las fuerzas mas reaccionarias, a las fuerzas mas fascistas que existen en todos nuestros países. Y mantener la convicción de que la justicia y la moral de las causas progresistas vencerán y aislaran a las fuerzas reaccionarias por mas tortuoso que sea el camino hasta conseguirlo.

"David venció la embestida de Goliat"

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- Aparece una gran coherencia en la finalidad de la política exterior nicaragüense, en su articulación con las finalidades de transformar internamente a Nicaragua y en las logros que se han ido consiguiendo. Pero es evidente que esto se ha ido consiguiendo a través de grandes crisis. ¿Cuáles serían las crisis mayores en la que se ha visto la política exterior de Nicaragua y como las ha enfrentado?

BENDAÑA

- No es fácil para un país pequeño con recursos cada vez mas limitados enfrentarse en el plano político, diplomático e informativo contra la maquinaria de una potencia con centenares de personas en todos los países del mundo que, bajo la orden directa la Presidencia de los Estados Unidos, obedecían a su obsesión de terminar con nuestra revolución. Libraban una batalla contra Nicaragua que se hizo sentir en todas las capitales del mundo en forma de presión, en forma de intimidación, en forma de chantajes y de amenazas de todo tipo.

Nosotros en cada viaje, que hemos hecho a cualquier lugar, hemos comprobado que los norteamericanos, aun en los países socialistas, no dejan de presionar. Contra esto hemos tenido que luchar. El mismo Reagan dijo unos días antes de dejar de ser presidente que no se explicaba como los sandinistas con todo su maquinaria internacional habían logrado confundir a tantos sectores del pueblo, del Congreso norteamericano y del mundo... Si supiera que los que trabajaban en este tipo de proyección informativa era verdaderamente pocos, ¡éramos cuatro gatos! Por cada uno de nosotros creo que había 500 de ellos, con la tecnología mas sofisticada del mundo a su alcance.

Y sin embargo, no lograron imponerse. Eso lo vimos en el último viaje del Presidente Ortega a Europa. Los gobiernos aliados de los norteamericanos recordaban que el punto de Nicaragua lo habían incluido los Estados Unidos siempre en lugar prioritario en la agenda de sus relaciones bilaterales. Sin embargo, Daniel habló con Kohl, con Thatcher, con Martens. Nadie puede acusar a estos gobernantes de ser grandes revolucionarios. Sin embargo, las conversaciones fueron de respeto mutuo y Daniel Ortega fue recibido como el Presidente legítimo de Nicaragua por los propios aliados de Estados Unidos.

Hemos podido demostrar al mundo que con pocos recursos, con pocos compañeros, en un reducido numero de embajadas, hemos logrado hacer algo. Claro que la diplomacia y proyección nuestra no depende de embajadas, no depende de un gran servicio exterior, no de pende de tener grandes presupuestos para influenciar los medios de comunicación. La hemos construido abriendo nuestras puertas. Que viniera aquí la gente y que regresaran a sus países a contar objetivamente lo que habían visto. Porque teníamos la seguridad de que si eran honestos, lo positivo iba a ser mayor que lo negativo. Y eso fue masa exitoso y mas dinámico que el propio esfuerzo diplomática norteamericano.

Querríamos tener la cuenta de cuanto gastaron los norteamericanos en ocho años de campaña propagandística obsesiva que los llevó incluso a violar su propio derecho internacional. Y el resultado de su campana, que se suponía iba a provocar una crisis política en Nicaragua, a lo que llegó fue a crear una crisis política en Washington, que prácticamente paralizó a la administración alrededor del escándalo Irán-Contras. En otras palabras, la limitación mas grande que tuvimos, que seguimos teniendo y que tendremos es la falta de recursos, pero esto no fue un impedimento para dar a conocer las posiciones de Nicaragua.

Hemos luchado y los americanos también. Hemos llevado la batalla informativa a los propios Estados Unidos. Con este tipo de limitación tendremos que seguir luchando. Hay otras limitaciones que nos imponen, lamentablemente, algunos sectores a lo interno de Nicaragua y a lo interno de Centroamérica. En un principio se podían comprender mejor las posiciones de esos sectores, porque desde el 81 apostaron al probable ganador y lo hicieron, sobre todo, después del 82, cuando se puso gruesa la cosa. Pensaron y dijeron: resulta netamente imposible que este gobierno sandinista pueda sobrevivir la embestida norteamericana. Para ellos era evidente que nos iban a derrotar.

Y si van a ganar los norteamericanos, ¿para qué tener posiciones de flexibilidad, para qué acatar la legalidad internacional, por qué no prestarse como instrumento político de los norteamericanos a lo interno, por qué no prestar el territorio para armar a los contras, como los llamaba la misma administración Reagan desde 1982? En 6 meses va a haber 30 mil contras y van a estar marchando por las calles de Managua: ésa era la esperanza de ellos, eso les prometió la administración. Pero, de hecho, estos señores apostaron al perdedor.

Para ellos no tenía sentido entrar en posiciones realistas, pragmáticas, porque para ellos lo realista, dentro de su marco histórico político, iba a ser que el gobierno de Nicaragua sería a derrocado, porque ningún gobierno se podía enfrentar a los Estados Unidos en los términos nuestros y sobrevivir. Pero se equivocaron. Ahora lucharemos contra otro tipo de incomprensión: la capacidad norteamericana de poder exigir ese tipo de sumisión en nuestro país, en nuestra región, se ha desgastado en 10 años, pero está lejos de agotarse.

Esa limitación la tendremos que seguir afrontando porque hay sectores en Centroamérica y, lamentablemente en nuestro propio país, que no se dan cuenta de que en 1979 no hubo un simple cambio de gobierno sino que se inauguró un nuevo período en la historia de Nicaragua, y que en ese período tienen cabida todos los sectores políticos razonables, nacionalista e independientes, al margen de su ideología. Aunque la Centroamérica del 79 nunca la van a poder reconstruir, hay también un marco de coexistencia y de respeto mutuo que puede y debe prevalecer entre los gobiernos centroamericano. Lo que queremos es que no nos tengan miedo, porque el resto es en el campo de las ideas.

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- ¿Y si no en Reagan, pero sí en los mas estructural de la política exterior norteamericana el intento hubiera sido principalmente destrozarnos económicamente? ¿En este sentido, no habríamos perdido la batalla?

BENDAÑA

- La administración Reagan se propuso, entre otras cosas, crear una crisis económica en función de provocar una crisis política y es ahí donde les fallo el calculo. La crisis económica no llegó a una crisis política. Porque, ¿dónde están el colapso político o los estallidos sociales que por presiones económicas se iban a producir, como los que producen en Venezuela o Argentina en condiciones mucho menos difíciles que las que vive hoy Nicaragua?

Nos han impuesto la crisis económica, han logrado imponernos sacrificios, pero sigue dándose el error histórico que cometen los Estados Unidos y que es fundamentalmente el de subestimar a los pueblos. Subestiman totalmente la capacidad del pueblo de Nicaragua. Dictaminaron que este pueblo no era capaz de aguantar en lo político y en lo militar, de aguantar en lo económico y no acaban de entender el fracaso. Lejos de hacer un análisis de por qué fracasó, dicen que fue porque no hubo un consenso bipartidista en Estados Unidos.

Fracasó porque se estrellaron contra la voluntad férrea de los nicaragüenses de defender un proyecto propio que fue, ha sido y continua siendo atacado en lo militar, pero que ahora sufre la acentuación del ataque económico. Subestiman también la capacidad de este pueblo de asumir las medidas que son necesarias para asegurar la sobrevivencia. Y subestiman la voluntad de la comunidad internacional de reconocer el legítimo esfuerzo de Nicaragua y de prestarle su apoyo.

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- ¿Hoy Nicaragua es un Estado y en un pueblo mas respetado y mas influyente en el concierto de las naciones que, por ejemplo, en el comienzo del proceso, de 1979 a 1982?

BENDAÑA

- Antes del 79, cuando yo daba charlas sobre Nicaragua en Estados Unidos, había que comenzar explicándole a la gente que Nicaragua no quedaba en Africa y que no se confundieran con Nigeria... Aunque todavía hay estudiantes norteamericanos de secundaria que les preguntas dónde queda Centroamérica y te señalan Kansas en el mapa. La verdad es que hoy no existe capital en el mundo que no tenga como punto de referencia a Nicaragua, no existe cancillería en el mundo que al abordar el tema de América Latina no piense en Nicaragua, por todo lo que significa, desde una perspectiva política o desde cualquier otra perspectiva.

Tantas veces nos han dicho en las cancillerías del mudo cuando las hemos visitado: "Nosotros aquí tenemos una sección sobre América Latina, pero la verdad es que pasamos el 80% del tiempo viendo los asuntos de ustedes y de Centroamérica". Bueno, para bien o para mal, hemos captado la atención en el mundo occidental. Nicaragua es un símbolo que continúa asombrando al mundo, que continúa asombrando el mundo, que continúa suscitando envidias, continúa suscitando celos. Cuántas veces se le han acercado al Padre Miguel D'Escoto después de un discurso, sobre todo los latinoamericanos, y le han dicho: "Nosotros quisiéramos haber dicho lo que usted dijo y con esa claridad, porque todo lo que usted dijo es verdad, pero no podemos por las presiones".

Eso es reconocido universalmente. Y si hemos logrado romper con una serie de convenciones diplomáticas ha sido precisamente por la fuerza, por la capacidad y por la creatividad que es inherente a este proyecto y que el mismo pueblo inspira en sus diplomáticos. Y cuando hablamos de la representación de Nicaragua, de nuestras embajadas, hablamos de dos o tres compañeros, la mayoría de ellos apoyándose en la solidaridad y en su familia. Peor no por pequeña ha dejado de ser efectiva nuestra presencia.

Cómo han sido las relaciones con los países socialistas antes y después de la perestroika

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- ¿Cuál fue la política exterior de Nicaragua con el bloque socialista en el período anterior a la perestroika?

BENDAÑA

- Relacionarse con los países socialistas era para nosotros una reivindicación histórica. Yo creo que el hecho de que Somoza le hubiera estampado a todos nuestros pasaportes la prohibición de viajar a cualquier país dentro de la llamada "cortina de hierro", nos indujo aceleradamente a normalizar relaciones diplomáticas con todos estos países y a entrar en relaciones de amistad con ellos. Porque eso era una expresión de soberanía. Teníamos y tenemos el derecho soberano a mantener relaciones con todos los gobiernos del mundo.

A partir del 19 de julio de 1979, aquí ya no se acepta que Washington tuviera el poder de dictaminar con qué países podía tener relaciones Nicaragua, que dirigentes, que gobernantes podían venir a Nicaragua y si nosotros podíamos entrar en relaciones de intercambio político, diplomático y hasta deportivo con uno o con otro país. Y ése era el mundo para la mayoría de los nicaragüenses: las naciones no amigas de Estados Unidos eran desconocidas. Pero los nicaragüenses son curiosos en materia de política internacional y querían conocer el mundo en su globalidad. Además, cuando nosotros solicitamos colaboración, fueron los países socialistas los que estuvieron presentes, ofreciendo cooperación sin condicionamientos.

Luego vino la guerra con la creación del ejército mercenario de los Estados Unidos: los contras destruyendo centros de salud y los socialistas construyéndolos, el ejército mercenario matando maestros y los compañeros cubanos mandando maestros. No había que leer ni a Marx ni a Lenin para que el nica sintiera simpatía por ellos. En las áreas rurales nicaragüenses, nuestros campesinos sabían perfectamente que posición tenían los países socialistas. Y en el momento en que tuvimos que articular nuestras fuerzas de defensa para resistir la embestida norteamericana, fueron los socialistas los que nos ofrecieron armas para defendernos, aunque también Francia y Grecia nos ayudaron en la primera etapa.

Ya para entonces, lo mas importante para Nicaragua era contar con los medios indispensables para la defensa y la seguridad. Entonces, la relación política y diplomática establecidas se amplia a una colaboración de asistencia y de suministros militar. Con el embargo y la baja en las exportaciones, tenemos que estrechar nuestras relaciones de cooperación con los países socialistas. En muchos sentidos, el señor Ronald Reagan fue el responsable del salto cualitativo de nuestras relaciones con los socialistas.

También se trataba de hacer una contribución a Centroamérica. Con el ejemplo podíamos demostrar a nuestros vecinos centroamericanos los beneficios que podrían derivar par la región de las relaciones de cooperación comercial y tecnológica con los países socialistas. Había por nuestra parte un imperativo económico, que era la diversificación de nuestra dependencia.

Así como en lo político queríamos diversificar nuestras relaciones internacionales, también en lo económico buscábamos como escapar de la dependencia conscientes de que no podemos conseguir una independencia económica absoluta por nuestra condición de país en vías de desarrollo, pero si podemos lograr disminuir nuestro grado de dependencia de un solo centro de poder. Para fortalecer la independencia política teníamos que diversificar la dependencia económica. Porque en la medida en que diversificáramos nuestro comercio, nuestras fuentes de financiamiento, nuestras fuentes de tecnología, nuestros mercados, menor sería la capacidad de cualquier país de exigirle a Nicaragua posiciones políticas, menor la capacidad de condicionar su asistencia.

Muchas veces nos han preguntado si los soviéticos nos exigen condiciones a cambio de su apoyo. Para el mundo occidental es muy difícil de creer que quien ayuda económicamente no exija concesiones políticas o ideológicas. Es muy difícil para ellos creer que a los países socialistas, por respeto propio y por respeto a la revolución nicaragüense, ni se les ocurre hacer demandas de orden político. Tal vez no lo hacen porque nunca fueron colonialistas y los otros países occidentales si lo fueron.

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- Llama la atención que las relaciones de Nicaragua con la China Popular hayan sido aparentemente tan débiles y tan poco desarrolladas...

BENDAÑA

- Al principio hubo un problemita en estas relaciones. Uno de los puntos en que insistimos era en nuestro derecho a tener relaciones con el gobierno que nos diera la gana. En 1979, Nicaragua heredó las relaciones con el gobierno de China Nacionalista, con Taiwan. Entonces, aunque hubo interés de establecer lazos con la República Popular China, nos dimos cuenta que se nos exigía la ruptura previa de relaciones con el gobierno de Taiwan como pre-condición para mantener relaciones plenas con el gobierno de la República Popular China. Como no entendimos de exigencias de nadie, la cosa se estanco, aunque hubo contactos, conversaciones y hasta algunos intercambios comerciales.

Poco a poco se fueron desvaneciendo recelos, se fueron fortaleciendo contactos y en su momento, fruto de una reflexión y decisión soberanas, Nicaragua reconoció diplomáticamente a la República Popular China y se dio el primer intercambio a alto nivel y se establecieron las embajadas y desde entonces hemos mantenido relaciones cordiales. Y de cordiales podrán pasar a ser muy buenas el día en que se normalicen las relaciones entre China y Vietnam. Creemos también que es muy importante que los países que se identifican con Nicaragua, los países que se enorgullecen de tener orígenes revolucionarios y concepciones revolucionarias, dejen de tener reparos en condenar la agresión contra los países pequeños revolucionarios, llamando al agresor por su nombre.

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- ¿Qué ha supuesto diplomática e ideológicamente para los países del Tercer Mudo, la perestroika, el nuevo pensamiento internacional de Gorbachov? ¿Qué supondrá el éxito o el fracaso de esta reestructuración?

BENDAÑA

- La perestroika abre un nuevo capitulo en la histórica contemporáneo. Los postulados de la guerra fría, los que llevaron a Occidente a una política violentamente anticomunista, los que sostuvieron ideológicamente una política antisoviética en los últimos 40 años, están siendo severamente cuestionados, aunque no por ello podemos decir que la perestroika va a neutralizar el impulso inherentemente antirrevolucionarios del mayor centro de poder capitalista del mundo. Tampoco la guerra fría puede desaparecer simplemente por la voluntad e iniciativa de una de las partes.

En la medida en que la perestroika ha ayudado a desatar una dinámica de solución negociada de los llamados conflictos regionales, en la medida en que ha desvirtuado la imagen de un "comunismo agresivo" en el mundo, se crean nuevos espacios, nuevas posibilidades de pacificación. Hoy en los Estados Unidos son cada vez menos la que te alegan que la aspiración soviética es establecer un cabeza de playa en Nicaragua y desde ahí subvertir la resto de los gobiernos centroamericanos.

Es asombroso: si uno ve las encuestas en Norteamérica, ha habido un cambio bastante significativo en la percepción popular de la Unión Soviética y concretamente de la personas de Gorbachov. Si la administración norteamericana es incapaz de convencer a su propio pueblo de que la Unión Soviética continúa siendo un ogro o el imperio del mal, poco van a poder convencer a otros gobiernos o a los pueblos centroamericanos. Difícilmente se justifica que la política de los Estados Unidos hacia Nicaragua o hacia un país del Tercer Mundo se base en el anticomunismo visceral. Debemos, sin embargo, ser cautelosos.

Creo que la proyección internacional de la perestroika no tiene que llevar necesariamente, como postulan algunos, a que los problemas regionales se negocien entre Washington y Moscú sino a que las grandes potencias respeten y hagan respetar las soluciones que los propios pueblos y gobiernos de las regiones propongan para sus propios problemas y en algunos casos, que sirvan hasta como garantes del cumplimiento de posibles acuerdos. Nosotros no podemos juzgar -sería prematuro hacerlo- que impacto ha tenido la perestroika, que va a significar para los conflictos en Centroamérica, porque la respuesta a esa pregunta pasa por Washington. Lo que hay que preguntarse es si la perestroika va a lograr modificaciones de fondo en la política de los Estados Unidos hacia la región. Y en ese sentido podremos valorar si ha sido un éxito o no, en términos de haber contribuido a la pacificación, a la solución de los conflictos, a la justicia social en nuestra región. Si los Estados Unidos van a aceptar las nuevas reglas de juego expuestas racional y brillantemente por Gorbachov, no lo sabemos. Y mientras no las acepten, tendremos lamentablemente que mantenernos en pie de lucha.

"La Comunidad Europea y Japón son contrapeso de Estados Unidos"

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- ¿Cuál ha sido el papel de Europa Occidental en la política exterior de Nicaragua?

BENDAÑA

- Nosotros hemos concebido siempre el papel de Europa Occidental como el de contrapeso a la presión y a la influencia predominante de los Estados Unidos en Centroamérica. Los países centroamericanos somos países pequeños, débiles, necesitados de recursos externos para vencer los obstáculos del subdesarrollo. Históricamente, los Estados Unidos han perpetuado y explotado esa situación de debilidad en función de lograr sus intereses hegemónicos en la región. Por todo esto creemos que los europeos occidentales pueden contribuir a la efectiva independencia y desarrollo de América Central, en la medida en que tengan aquí una mayor presencia política y económica. No ignoramos que la realidad que es hoy la Comunidad Europea ofrece un tremendo potencial para que Europa pueda contribuir a este objetivo.

Y estas consideraciones no habrán estado lejos de las visiones de los mismos gobiernos europeos a la hora de instituir el dialogo político entre los cancilleres de los 12 con los cancilleres de Centroamérica. Ya se han dado cinco reuniones esta índole desde 1984. Las razones para es mayor beligerancia de Europa Occidental en su relación con América Central, que, insisto, no ha llegado a los niveles que puede y debe alcanzar, son diversas. En algunos casos, los países y gobiernos asumieron posiciones de avanzada en nuestra región de cara a salvar la reputación de la OTAN, de cara a poder tratar de influenciar a los Estados Unidos para que se convencieran de que efectivamente se podía convivir con el modelo nicaragüense y para que vieran, aun dentro del esquema Este-Oeste, que gobiernos con posiciones hasta hace poco pronunciadamente antisoviéticas, podían tener al mismo tiempo relaciones respetuosas e incluso de colaboración económica con el gobierno nicaragüense.

Esta posición la tomaron no sólo los países escandinavos, que han sido extraordinaria y consistentemente generosos con nosotros, en su aporte a la independencia y al desarrollo nicaragüense particularmente Suecia, sino también otros países que no veían una amenaza en la independencia de Nicaragua y de otros países de Centroamérica, según ellos para así enfrentar la supuesta penetración del mundo socialista. Eran gobiernos como el de Francia, el nuevo gobierno español de Felipe González, etc.

En Europa percibían que Centroamérica era un laboratorio social, donde los mismos intereses occidentales debían ponerse del lado del cambio social y no oponerse rotunda y militarmente a él, como lo hacían los Estados Unidos. Vieron que el no alineamiento era un proyecto vigente y que la preservación de las buenas relaciones entre Europa Occidental y países como Nicaragua o movimientos revolucionarios como el FMLN-FDR, eran de interés de los centroamericanos y de los mismos europeos para deshacerse así de regímenes dictatoriales, fascistas y violadores de los derechos humanos. Se trataba de un imperativo, ya no solo moral sino político, exigido por los propios pueblos de esas naciones.

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- Japón no ha figurado con relevancia en la política exterior de Nicaragua, incluso en la de toda Centroamérica, mientras que por otro lado su presencia comercial en el área es muy fuerte. ¿Cómo se explica esto?

BENDAÑA

- Bueno, ellos mismos nos explican que su prioridad son las relaciones con Estados Unidos y que su política hacia la América Latina pasa por Washington. Creo que gradualmente habrá conciencia de que existen oportunidades políticas para naciones que, como el Japón, han adquirido un nuevo poderío económico y tiene la oportunidad de traducir ese poderío en posiciones políticas propias y en contribuciones hacia la paz. En esta época post-reaganiana, cuando aparentemente disminuyeron las enormes presiones que, como consta públicamente, se desarrollaron sobre los aliados de Estados Unidos en Europa Occidental, en Japón, y que en muchos sentidos condicionaron las relaciones de estos países con Nicaragua esperamos que se den las rectificaciones correspondientes.

Esperamos que en una nueva etapa, estos gobiernos puedan asumir un papel beligerante, porque, como lo dijimos muchos años y lo dijeron muchos latinoamericanos, los proceso de Contadora y Esquipulas no necesitan un mayor apoyo retórico, necesitan apoyo material. Necesitamos que las voces de los centroamericanos, de los latinoamericanos, se escuchen ya no sólo en las capitales de los aliados de los Estados Unidos, sino que esos aliados las hagan también repercutir en el mismo Washington.

Porque el clamor de paz y el clamor de desarrollo existen y ni la paz ni el desarrollo son factores ajenos a los mismos intereses políticos de estos países. Lo que esta en juego es construir un mundo donde las diferencias se pueden dirimir pacíficamente. Si esos principios se violan abiertamente es grave, pero es mas grave aun que la comunidad internacional no levante su voz. Si no lo hace, se vuelve cómplice de la violación.

De la sumisión al latinoamericanismo: entre Somoza y el futuro

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- ¿Cómo caracterizarías la política internacional de la Nicaragua pre-revolucionaria? ¿Qué significó el somocismo dentro del "patio trasero"? Y hacia el futuro, ¿cuál va a ser la diplomacia nicaragüense en medio de la actual crisis latinoamericana, teniendo en cuenta la mayor apertura europea o la relación con los No Alineados?

BENDAÑA

- Nosotros no podemos olvidar nunca nuestra condición de país centroamericano y nuestra vocación de integración, y no sólo porque la integración es la antítesis del aislamiento que los Estados Unidos nos ha pretendido imponer, sino también porque tomamos parte de una realidad regional histórica y cultural.

La política exterior de Nicaragua antes de 1979 era la política exterior de Estados Unidos, una política colonial, Y sin necesidad de que los Estados Unidos le dijera a Somoza que tenía que hacer, ya lo estaba haciendo Somoza por instinto. Era el mas fiel aliado que podía existir. En la pizarra de Naciones Unidas, cuando votaban los Estados Unidos, lo único que tenía que hacer Nicaragua era seguir ese indicativo...

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- ¿Y había algo más...? ¿Tal vez el liderazgo de la Nicaragua somocista en ese servilismo centroamericano?

BENDAÑA

- Claro. Era una voz a favor de la multilateralización de las posiciones norteamericanas. En el contexto centroamericano Somoza aspiró a ser el procónsul norteamericano. Era el peón, lo que era el Sha en Irán, lo era Somoza aquí. Representó, creyó, una etapa negra, nefasta, en la historia de América Latina. Ya los países latinoamericanos se venían independizando y en Centroamérica quedaba, sobre todo, Nicaragua.

Preguntarnos cual será en el futuro nuestra política exterior es volver a reafirmar nuestra condición de centroamericanos y latinoamericanos. El gran reto es hacernos acompañar de una América Latina cada vez mas autónoma, mas independiente, teniendo en cuenta que la independencia no significa ser enemigo de los Estados Unidos. Podría haber contradicciones, como necesariamente las tiene que haber entre un país rico y otro pobres -porque no nos entienden-, pero reconocemos nuestra condición de ser parte de una comunidad de naciones americanas y vimos en una misma región en la cual deber prevalecer el entendimiento. Hay que buscar el entendimiento con los Estados Unidos, pero no un entendimiento como el que vivía Somoza con sumisión, porque esas no son relaciones de respeto.

Exigimos el respeto norteamericano hacia las posiciones latinoamericanas. La política exterior independentista es una manifestación del proceso de democratización que se viene llevando a cabo a lo largo y ancho de América Latina. Existe un común denominador que es a la defensa de la autodeterminación con un énfasis cada vez mayor en los factores económicos que impactan sobre las aspiraciones y derechos sociales. Nuestra retaguardia estratégica es América Latina, porque es condición de latinoamericanos no la perdemos con la revolución sino que la fortalecemos. Las contradicciones Nicaragua - Estados Unidos son también contradicciones Latinoamérica - Estados Unidos. Nicaragua simplemente es una voz mas en el concierto de naciones en desarrollo que demandan mayor justicia en sus relaciones políticas y económicas con los poderosos.

El pueblo norteamericano, el de Vietnam y el de Nicaragua

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- ¿Cuál ha sido el impacto de las personas dedicadas a la política internacional de Nicaragua en la forja de esta estrategia, en la dirección de esta política? El aspecto humano y el moral de esta política también habrá tenido una influencia...

BENDAÑA

- Muchas veces a lo largo de los últimos diez años se ha comentado lo extraordinario de la audacia, determinación y creatividad de la política exterior nicaragüense. ¿Cómo se explica esto? Creo que tiene mucho que ver con el factor de la mística, el factor del convencimiento de estar en lo correcto históricamente, defendiendo postulados legales y, sobre todo, morales. Nuestra diplomacia no es un oficio, es una expresión de convicciones personales y colectivas.

Un discurso nuestro no es simplemente otro discurso mas sino que muchas veces es un llamado a la conciencia del individuo y de las naciones del individuo y de las naciones ante la muerte y la destrucción salvaje impuesta injustamente a nuestra patria. Existe un alto componente moral en nuestra diplomacia y no sólo porque nuestro canciller sea un sacerdote. En muchos sentidos todos somos religiosos. El énfasis que nosotros le hemos puesto a la moralidad en la política exterior es algo consustancial al mismo cristianismo y es algo que tiene que ver con el componente cristiano en la propia revolución. No tenemos reparos en admitir que queremos la paz.

Derecho y moral, moral y derecho: son los temas que continuamos esgrimiendo. Y a veces algunos observadores internacionales dicen que hemos desarrollado una combinación "sui generis" del derecho canónico y del derecho internacional... Sin embargo, lo único que hacemos es tratar de ser lógicos con una serie de postulados que son los que guían, que son los que inspiraron la Carta de Naciones Unidas, con lo que dijo Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno es paz. No estamos hablando pues, de un postulado radical.

Radical podría ser solamente en el contexto de un mundo que se ha alejado de la legalidad de un postulado radical. Radical podría ser solamente en el contexto de un mundo que se ha alejado de la legalidad y de la moralidad y que requiere de una sacudía. Y no es que pretendamos ser la conciencia del mundo internacional, pero nosotros tememos que reflejar lo que nos indica nuestro pueblo, con el fervor, la convicción y con toda la indignación y reclamo que siente nuestro pueblo. Lo mas difícil ha sido explicarle al pueblo que hay que recurrir a los instrumentos internacionales, a los organismos internacionales, en vez de la represalia directa.

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- ¿Cuál fue la trayectoria que te llevó a este servicio a la revolución desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, desde la Secretaria General de la Cancillería?

BENDAÑA

- En mi caso, después de haber tenido la fortuna de haber nacido en Nicaragua en el año en que nací -1950- fue también aleccionador haber podido vivir en Estados Unido en los años 60 y 70 y haberme podido identificar allí también con mi generación en movilizaciones contra la guerra de Vietnam, participando en manifestaciones multitudinarias en Washington que hicieron temblar a Johnson y a Nixon y en luchas básicas que ayudaron a frenar esa guerra sucia. Fue una generación que aprendió que eran incluso, las balas y la represión porque mataron a estudiantes en las universidades y encarcelaron a miles. Todo esto despertaba una conciencia anti-imperialista. Vimos también que habían posibilidades de hacer variar los rumbos políticos intervencionistas asumidos por los propios gobernantes norteamericanos.

Esa fe en el pueblo norteamericano no la podemos perder. Estamos convencidos de que es imperativo que el pueblo norteamericano continúe viniendo a Nicaragua, continúe empapándose de los hechos. Es importante para nuestro pueblo saber que el pueblo norteamericano no quiere la guerra y no siente enemistad con el pueblo nicaragüense. Creemos que la legalidad y la moralidad se tienen que imponer.

Algunos nos equivocamos cuando en 1981 subestimamos la capacidad agresiva de la administración Reagan. Si en aquel año nos hubieran dicho que se iban a minar los puertos, que se iba a formar un ejército contrarrevolucionario, que se iban a publicar manuales terroristas, que se iba a declarar un embargo, no lo habríamos creído. Creíamos que habría problemas, contradicciones, y que nos aplicarian una política de desestabilización.

Pero el grado de violencia y salvajismo a que se llegó es casi increíble. Sin embargo, no nos equivocamos con el pueblo norteamericano. Porque a lo largo de los 8 años de esa pesadilla que se llamó Ronald Reagan no hay encuesta que muestre apoyo mayoritario para su política intervencionista. Eventualmente, la firmeza del pueblo estadounidense logró incidir en un Congreso semivacilante. Ya para el año 1987 estaba claro que la administración Reagan no podría asegurar ayuda militar del Congreso para su contras. Se lo debemos en gran parte, al pueblo de Vietnam, cuyo heroísmo impacto en la conciencia del pueblo norteamericano, y les ayudó despertar y a entender lo que podría significar un involucramiento militar de Estados Unidos en Centraomérica.

Y se lo debemos sobre todo, a la lucha del propio pueblo de Nicaragua, que logró suscitar en Estados Unidos la interrogante: "¿Reagan nos está mintiendo?" Y ya después: "Si Ronald Reagan miente, bien puede ser que los sandinistas estén diciendo la verdad..." Hemos aprendido que es cierto lo que dijo Lincoln: a todo el pueblo norteamericano se le puede engañar algunas veces, a una parte del puede le puede engañar siempre, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo.

"Nicaragua tiene amigos por todas partes"

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- Profundizar en la diferencia entre el pueblo norteamericano y su gobierno respecto a muchos problemas de política exterior ha sido un largo aprendizaje para muchos nicaragüenses en estos diez años de revolución... ¿Para ti también...?

BENDAÑA

- Sí, y aquellos años 60 fueron un tiempo ideal para ese aprendizaje. Tuve amigos nicaragüenses que cayeron bajo las balas de Somoza y amigos americanos en un pantano de Vietnam. Tuvimos que preguntarnos por qué habían muerto y quien los había matado. Recuerdo una carta de un amigo norteamericano, donde decía que se había dado cuenta de que lo habían engañado y que la guerra contra el pueblo de Vietnam, era injusta e inmoral.

La experiencia de Chile, la elección de Allende, también nos marcó. Creímos que era posible que el socialismo llegara al poder sin la violencia. La brutalidad de Pinochet y luego, sobre todo, las revelaciones del papel nefasto que habían jugado los Estados Unidos en la destrucción de esa esperanza de América Latina, también nos ayudó a forjar conciencia. Chile, Vietnam, Nicaragua... Habían denominadores comunes y tenían que ser objeto no sólo de estudio sino de practica. En el 75 trate de estudiar el fenómeno del colonialismo. Cuando le explique a un profesor que quería estudiar cual era el fenómeno del imperialismo en Nicaragua el me dijo: "No lo estudie en su país, porque usted no puede ser objetivo cuando estudie su propio país".

Le hice caso y me puse a investigar el colonialismo en Argentina. Porque Argentina, con tremendos recursos humanos, y naturales, también se desgarraba en la injusticia, en la violencia, en la inestabilidad. Así que empece a investigar que peculiaridad había tomado el colonialismo, ya no americano sino inglés, en ese país y fui a Argentina un año. A los pocos meses se dio el golpe de Estado de Videla. Se desato una ola de represión y nos detuvieron a muchos latinoamericanos. Nos dimos cuenta pronto que aquellas redadas militares no estaban tampoco desvinculadas de la política norteamericana. Ni desvinculadas del aviso que me llegó de que no volviera a Nicaragua.

La toma de la casa de Chema Castillo nos sacudió a todos los nicaragüenses en el exterior, porque algunos habíamos caído como en un pesimismo después de golpe contra Allende. Comenzamos a trabajar en los Estados Unidos, a hablar con los congresistas, a denunciar la corrupción y las barbaridades de Somoza. Después de octubre del 77 se multiplica el movimiento de solidaridad, se dan las primeras audiencias en el Congreso, ya vemos a Somoza a la defensiva. El momento culminante fue en junio de 1979, en las vísperas del triunfo, cuando Carter envía al Secretario de la OEA a pedir la intervención. No hubo ciudad de importancia en los Estados Unidos en la que no se realizaran manifestaciones anti-intervencionistas. Y en alguna medida, esas manifestaciones y esas tomas de oficinas contribuyeron a que no se diera la intervención militar que contempló la administración de Carter.

Ya estabamos haciendo valijas para regresara a Nicaragua... Fuimos ingenuos al pensar que a nosotros, los que conocíamos los Estados unidos y teníamos conocimientos de idiomas, no nos tocaría asumir el trabajo de representación de la revolución en el exterior. Y efectivamente así fue. A pesar de las protestas. A mi me trasladaron temporalmente a New York a ayudar a formar parte del primer equipo nicaragüense en las Naciones Unidas. Pero lo temporal duro casi 3 años... Mientras llegaba Víctor Hugo Tinoco, que fue nuestro primer embajador ante Naciones Unidas, me toco hacer la intervención oficial de Nicaragua en Naciones Unidas, el 23 de agosto de 1979, en el día de Namibia. Nosotros ni sabíamos como se hacia un discurso.

Claro que sabíamos de Namibia, pero había que aprender que era un Consejo de Naciones Unidas para Namibia y como eran las introducciones protocolares... Después de hablar fue rotundo el silencio. En primer lugar, lo que se había escuchado en boca de Nicaragua hasta aquel momento había sido evidentemente muy distinto. Además, en aquella intervención nos identificamos militantemente con la SWAPO y hablamos del compromiso de luchar contra todas las formas del colonialismo al que recientemente habíamos escapado. Dijeron algunos diplomáticos de otros países que teníamos que ser mas "diplomáticos"... Y menos mal que no hemos cambiado en todos estos 10 años, porque seguimos identificándonos con todas las causas de los pueblos oprimidos.

Adentrarnos en Naciones Unidas fue una gran experiencia para todos. Era un laberinto de comités, de comisiones, de grupos de trabajo, de redacción, de como elaborar resoluciones, de trampas que le podían estar haciendo a uno... Y todos éramos novatos... A pesar de todo, logramos hacer una de las delegaciones mas fuertes y mas activas. ¿Y por que? Porque contábamos con apoyo de todas partes. Descubrimos hermanos de Africa, Asia y especialmente de América Latina, representantes de sus países en Naciones Unidas.

Los amigos que estaban por todas partes. Un compañero latinoamericano que hacia las limpiezas del edificio se acerco un día a nosotros y nos felicitó: "Gracias por habernos representado". Le preguntamos si era nicaragüense y nos dijo: "No, soy boliviano, pero es lo mismo: nos sentimos representados por Nicaragua". Esos compañeros eran valiosísimos porque eran los que oían la información, los que se daban cuenta de lo que pasaba en los salones, mas que los propios delegados, y eran los que nos llegaban a contar todo. A veces sabíamos que iban a hacer los americanos antes de que lo supieran todos los miembros de su misma delegación. Eramos pocos, sin experiencia, sin entrenamiento, pero rápidamente nos dimos cuenta como es que había que hacer.

Experiencias similares se vivieron en todo lugar donde tuviéramos representación, o en toda reunión a que nos tocara asistir. Nunca pudimos haber estado mas orgullosos de ser nicaragüenses y de que nos hubieran confiado la representación de nuestro pueblo.

Por años fuimos de las delegaciones mejor informadas. ¿Y por qué? Porque Nicaragua tiene amigos por todas partes. Y ese también es un sector para que los países pequeños podamos hacer una eficaz política exterior. Esa solidaridad es la que permite que David prevalezca sobre Goliat.

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