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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 93 | Mayo 1989

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Nicaragua

La organización campesina: cimiento de la nueva Nicaragua

A partir del triunfo revolucionario hay en Nicaragua más propietarios privados que nunca. Entregando tierras con la Reforma Agraria y manteniendo el modelo de economía mixta, la revolución sandinista ha incrementado en todo el país la propiedad privada de los pequeños, medianos y grandes productores del campo y la incidencia de éstos en la economía del país.

Equipo Envío

Hoy, los productores privados de estos tres estratos tienen en sus manos el 60% de la tierra cultivada en un país que es eminentemente agrícola y cuyo futuro de desarrollo pasa por los caminos de la agroindustria. Con casi 125 mil afiliados, la UNAG (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos) es la organización más representativa de los productores privados -principalmente campesinos- de Nicaragua y una de las más luchadoras a nivel nacional. En manos de los miembros de la UNAG está el 60% de la producción nacional de café, el 50% de la del algodón, el 65% de la carne, el 80% de la de granos básicos y el 90% de la de frutas y hortalizas. En la otra orilla está el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada), controlado por un sector muy derechizado de los grandes productores, que actúa en la práctica como un partido político contrario a la revolución, con una probada y constante línea reaganiana.

Envío habló con Daniel Núñez y Ariel Bucardo, presidente y vicepresidente de la UNAG, para hacer un balance de la organización al cumplirse 10 años de una revolución que cambió para siempre el futuro de los campesinos nicaragüenses.

"Le llamábamos burgués a cualquier compañero"

ARIEL - "Cuando se hizo la revolución algunos teníamos esquemas y le llamábamos burgués a cualquier compañero que tenía diez vacas o al que había conseguido tener una camioneta o una casa en un pueblo como Santo Domingo Chontales, Río Blanco o Jalapa... Después fuimos viendo que son hombres dedicados al trabajo, que viven en el monte y de lo que producen y que muchos de ellos jamás han hecho un viaje fuera del país. También este sector necesitaba de alguien que se les acercara y, de hecho, el único organismo que se les acercó en estos años difíciles fue la UNAG. No fue fácil ese acercamiento. Porque había algunos que decían: "La UNAG anda peligrosa hablando con esa gente". Y empezaban a medirnos por cuántas veces íbamos donde ellos... Era al comienzo, había muchos esquemas.

Porque ha habido concepciones equivocadas de compañeros y de organismos que no están claros de las políticas de esta revolución. Y esta revolución le da oportunidad de seguir produciendo y trabajando a todos los sectores que quieran hacerlo y la economía mixta abre espacios para todos. La UNAG ha hecho esfuerzos por atraer a nuestro seno, el seno de una organización que es revolucionaria -y así nos consideramos- a todos los que querían producir. Con eso le hemos ido quitando fuerza a las organizaciones que dicen representar a los productores, pero que en realidad representan intereses políticos ajenos a los intereses nacionales. Hablo del COSEP, naturalmente.

Pero porque hayamos dado atención a todos, y también a los que tenían casa o camioneta o sus vacas, no hemos abandonado al campesino pobre. Hoy, el 98% de los miembros de UNAG a todos los niveles proviene del campesinado pobre y el 95% de los cuadros de la UNAG está dedicado al trabajo de organización de los campesinos pobres y del movimiento cooperativo. A veces esos esquemáticos nos han dicho que somos una organización de la burguesía agraria porque atendemos a los medianos y a los grandes productores y dejamos a los campesinos pequeños, pobres. Pero eso no es cierto. La historia y los números hablan.

Tres etapas complejas de una nueva historia

La UNAG nació año y medio después de la revolución. Para entonces, 1981, ya existía un movimiento de cooperativas organizado por los obreros agrícolas integrados en la ATC (Asociación de Trabajadores del Campo), organización que ya existía y fue activa en los últimos años del somocismo. Pero las reivindicaciones de los obreros agrícolas no eran las mismas que las de los campesinos. Las principales preocupaciones del trabajador del campo son el salario y las condiciones sociales y de trabajo; están acostumbrada a trabajar bajo normas laborales que tienen horarios limitados, no tienen patrimonio, sólo cuentan con su fuerza de trabajo. En cambio, los intereses de los campesinos son otros: el crédito, el abastecimiento, los insumos para la cosecha, la tierra. A partir de esta contradicción de intereses se hizo clara la necesidad de crear una organización propia de los campesinos productores. Y así nació la UNAG.

Hasta el momento del nacimiento de esta nueva organización, los campesinos pequeños y medianos y un grupo de grandes productores patrióticos que habían estado vinculados a la lucha contra Somoza no tenían ninguna alternativa para organizarse. El COSEP no era esa alternativa por su grado de derechización. Y no había más.

De 1981 en adelante, la UNAG desarrolló diferentes formas organizativas tratando de responder a la lógica y a la tradición histórica del campesinado nicaragüense. Los mismos productores iban marcando las pautas del avance de la organización. En algunas comunidades se organizaron comités comarcales. En otras, uniones de productores de base, uniones de cooperativas, polos campesinos. En ese proceso fue tomando su forma la UNAG y perfilándose como la estructura representativa de los productores del campo.

En este desarrollo, muy poco lineal, se puede distinguir tres etapas. En la primera, de 1981 a 1983 se priorizó la atención al sector cooperativo, a los miles de campesinos pobres que estaban siendo beneficiados por la reforma agraria. En la segunda, de 1984 a 1985, se incorpora a la organización a los medianos y grandes productores, principalmente a los que se encuentran en zonas de guerra en donde hasta entonces hubo escasa o nula presencia de la revolución y en donde la contrarrevolución había conseguido base social. La tercera etapa se inicia en 1986 y llega hasta hoy. Arranca con la celebración del Primer Congreso nacional Campesino, que inicia una etapa de consolidación del trabajo realizado durante años y un reacomodo de las formas de organización a las realidades de cada una de las zonas en donde la UNAG está hoy presente.

Primera etapa: cooperativas y campesinos pobres

En la primera etapa el trabajo de la UNAG fue dirigido fundamentalmente a fomentar la cooperativización de los campesinos que estaban recibiendo tierras por el programa de reforma agraria. Organizar a estos campesinos más pobres, que demandaban tierra, una revindicación histórica del campesinado, era el centro de las actividades. El campesino presionaba por organizarse para obtener la tierra y las instituciones que tenían que ver con la aplicación de la reforma agraria condicionaban la entrega de tierras a la formación de cooperativas. En este terreno, un poco cerrado, se movió la UNAG.

Desde el comienzo hubo varias modalidades de cooperativas. Las Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS), compuestas por pequeños o medianos productores que mantenían su finca de manera individual, pero que se unían para obtener crédito, asistencia técnica, abastecimiento, mecanización.... Para los servicios. Las Cooperativas Agrícolas Sandinistas (CAS) formadas por campesinos que no tenían tierra y habían sido beneficiados por la reforma agraria y que trabajaban la tierra colectivamente.

Los Colectivos de Trabajo (CT), pequeños grupos de campesinos con menos de 8 miembros o grupos familiares que trabajaban de forma colectiva la tierra, que ya era propia o que les había sido asignada por la reforma agraria.

Se dieron también entonces los primeros pasos para la formación de las Cooperativas de Surco Muerto (CSM), formadas por campesinos que poseían un área determinada y decidían realizar todas las labores agrícolas colectivamente; sus parcelas estaban separadas por un surco no sembrado que marcaba los límites de la parcela de cada socio de la cooperativa. Todas estas modalidades de cooperativas iniciadas entonces se mantienen hasta ahora.



En esta primera fase de desarrollo de la organización ya hace su aparición la guerra, que lo atraviesa y lo trastoca todo. Las CAS y gran cantidad de CCS tienen que organizarse para defenderse de las bandas contrarrevolucionarias. Empiezan a darse asesinatos y secuestros de dirigentes de cooperativas y la violenta destrucción de las mismas. En las montañas de la Región I y VI los campesinos tienen que abandonar sus lugares de origen. Los campesinos que permanecen en sus cooperativas no sólo tienen ya reivindicaciones económicas sido que se ven obligados a defender con las armas su tierra. En las zonas de guerra, las cooperativas se convierten en uno de los más importantes bastiones de la defensa de toda la nación. En Jalapa el movimiento cooperativo jugó un papel decisivo en la defensa militar. También en Pantasma y en Wiwilí los campesinos se convirtieron en un ejemplo para todo el país.

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- ¿Cómo valoran ustedes hoy esta primera etapa?

ARIEL

- "Una conquista muy importante fue la tierra. Y otra, y a la par, lo fue el organizar a los campesinos para que defendieran esa conquista frente a los contrarrevolucionarios jefeados por Reagan. El campesino jugó un papel fundamental en la defensa organizada del país, a pesar de los esfuerzos que hizo la contra por desbaratar las cooperativas. En estos ocho años de agresión más de 6,500 campesinos fueron asesinados defendiendo su tierra, sus cooperativas o sus pequeñas y medianas propiedades. Esto es algo fundamental, histórico.

En 1982 logramos definir una ley de cooperativas agropecuarias con la aprobación de la ley de reforma agraria. Creemos que al principio hubo una concepción muy esquemática en la aplicación de la reforma agraria. Se impuso al campesinado una manera de organizarse para obtener la tierra, se le impuso la cooperativización. Pero a lo largo de su historia los campesinos habían trabajado la tierra de forma individual y no estaban acostumbrados a formas colectivas de trabajo. Eso viene después con el desarrollo de la conciencia. Si desde el comienzo hubiéramos sido mucho más flexibles en la entrega de tierras y en las modalidades de organización de los campesinos para obtenerla, posiblemente hubiéramos fortalecido mucho más al movimiento cooperativo, y sobre todo las CAS. Pero se violentaron algunos principios cooperativos por la concepción que se tenía del cooperativismo y pro la aplicación que hacían de la reforma agraria los organismos encargados.

Todo eso fue cambiando y aún con todo, hemos avanzado. A estas alturas ya la reforma agraria no tiene por tarea la afectación de tierras que son propiedad privada sino la recuperación de tierras que quedaron abandonadas por la guerra, la necesidad de incorporar a todos a la producción y la urgencia de ayudar a las cooperativas a fortalecerse tecnológicamente y con capacitación en la gestión empresarial.

Porque las cooperativas son pequeñas empresas y en la medida en que las consolidemos podrán ser empresas fuertes. Otra dificultad en el arranque fue que no logramos tener un programa claro y definido para el campesinado desde el punto de vista económico. No se desarrollaron políticas económicas con miras a la integración masiva del campesinado. Los proyectos del gobierno estuvieron dirigidos sobre todo a grandes empresas, a grandes proyectos de producción estatal. Se aplicaron también de forma verticalista una serie de políticas cuestionables. Programas de desarrollo para hacer grandes talleres, centros de mecanización, proyectos de viviendas financiados por organismos internacionales o nacionales... Todo dirigido al campesino y hecho con buena intención, pero no con los métodos correctos, porque surgieron desde arriba y se trasladaron sin más a los campesinos. Esto no siempre los asumieron de manera consciente porque no eran sus necesidades más sentidas y porque no habían reivindicado estos proyectos.

Hoy, el movimiento cooperativo, nuestra prioridad en esta primera etapa, está luchando por tener una dinámica mucho más propia, por alcanzar una autonomía plena real, donde las instituciones del país sean sus elementos de apoyo pero no sus directores o sus sustitutos. Y es que aún tenemos la falla de querer decidir en nombre de los demás....

Segunda etapa: los productores de zonas de guerra

A partir de 1984 la guerra se incrementa en todo el país, pero afecta fundamentalmente la vida de los campesinos de las zonas montañosas de las Regiones V y VI. Los pequeños y medianos productores de estas regiones, ganaderos y cafetaleros, empiezan a ser influenciados por la actividad y la propaganda contrarrevolucionaria. En algunos casos, se convierten en base social de la contra, que les ofrece alternativas para el futuro, dibujadas en un triunfo que presentaban a muy corto plazo.



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- ¿Cambia con la guerra la UNAG? ¿Cómo responde a esta problemática?

RIEL

- "En estos años es de vital importancia hacer esfuerzos para ofrecer a los productores de zonas de guerra alternativas de participación, no tanto política sino económica, para que continúen produciendo. La UNAG empieza la lucha para incidir realmente en este sector. Desde el principio ya habíamos dicho que la UNAG era una organización amplia y democrática donde cabían todos los productores patrióticos que estuvieran interesados en la reconstrucción de Nicaragua. No teníamos, pues, que cambiar ninguna línea sino empezar a trabajar en las zonas en donde había problemas. Y eso hicimos. Nos empezamos a movilizar a las profundidades de las Regiones V y VI para conocer cuáles eran las más importantes reivindicaciones de este sector en cuanto a abastecimiento, precios, etc. La UNAG empezó a ser vocera de esta gente y así logramos atraer a una gran cantidad de pequeños productores, ganaderos y cafetaleros, y también a algunos medianos.

Enfrentamos muchos problemas. Si a una comarca llegaba la contra y entraba en la casa de uno de estos productores, cuando llegaba después el ejército, lo tomaba por colaborador de la contra y en vez de ganarlo, lo enfrentaba. Esto creaba muchos problemas políticos. Algunos productores fueron maltratados y aunque fueron casos aislados, se conocían, eso afectaba a la revolución, creaba miedo. Cada una de las instancias del Estado -el ejército, el ministerio del interior, etc.- tenía su propia concepción de cómo tratar a estos campesinos, pero algunos mecanismos de tratamiento no fueron correctos y esto dificultaba la relación.

Alguien debía ponerse al frente de ellos y representar sus intereses, que no eran muy distintos de los de otros sectores del país, pero el hecho de estar en zonas de guerra requería de mayor habilidad política. Para atraer a estos sectores procuramos que fueran líderes naturales los que se pusieran al frente de sus propias regiones. En esta etapa tuvimos que enfrentarnos a la contrarrevolución y a la vez, a algunos errores de las instituciones estatales. Esto fue más difícil, porque para algunos organismos del gobierno nos estábamos poniendo de parte de los enemigos de la revolución.

Fue un período preñado de dificultades. En busca de enfrentar mejor el incremento de la guerra, se evacuó también a muchos campesinos de las zonas fronterizas hacia nuevos asentamientos. Hubo algunos errores de tratamiento, porque estos desplazamientos no siempre se dieron con la voluntad absoluta del campesinado. Además, miles de familias emigraron a ciudades cercanas: Jinotega, Managua, Matagalpa... y enfrentaron grandes dificultades económicas y sociales, dejando abandonados su lugar y sus fincas.

En esta fase se agudizan también los problemas en lo que llamamos los términos de intercambio entre la ciudad y el campo. Se dificultó el abastecimiento hacia el campo de productos indispensables: botas, molinos de moler maíz, machetes, clavos de herrar, zinc, pastillas de cuajo... Cuando los campesinos conseguían estos productos era a precios muy elevados y no había ningún control. Esta problemática venía de antes, surgió de la ruptura que provocó la revolución en las estructuras de abastecimiento que el somocismo tenía en el campo, que fueron sustituidas por otros mecanismos no siempre eficaces.

Por otro lado, lo que el campesino producía era controlado por el Estado a través del Ministerio de Comercio (MICOIN), que fijaba el precio a los productos campesinos y establecía que estos productos sólo podían ser vendidos por este ministerio o por comerciantes autorizados. Fue el tiempo de los famosos "tranques" a la salida de los pueblos para impedir que el campesinado fuera a vender directamente al mercado el maíz, los frijoles, el arroz, el queso. La política de MICOIN restringía e poder adquisitivo del campesinado y desestimulaba la producción. Yo no digo si era correcta o no, pero sí creo que esta medida tendría que haber sido acompañada por otras: garantizar los precios de los productos que el campesino necesitaba y los precios y la comercialización de los productos que producía. Una doble vía, pues. Pero sólo había control de una vía, en un solo sentido.

Este período fue muy difícil, muy complejo pero creemos que fue fundamental en el mismo desarrollo de la UNAG. Podíamos habernos quedado sólo con el movimiento cooperativo y con los campesinos de las zonas de paz, pero no lo hicimos. También quisimos llegar a los campesinos de las zonas de guerra y lo logramos.

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- ¿Y cómo caracterizan el papel jugado por los campesinos del Pacífico, en zonas en donde las guerra no afectó tan directamente su vida?

ARIEL

- En Nicaragua la guerra fue enfrentada y vencida fundamentalmente por dos sectores sociales: los jóvenes y los trabajadores de todo el país. Y aunque el movimiento cooperativo del Pacífico no estuvo territorialmente afectado por el enfrentamiento militar, fue fundamental en la movilización miliciana. En los primeros años estos campesinos se organizaron en muchísimos batallones que fueron a defender la patria a las zonas de guerra. Después, fue el cumplimiento del servicio militar y del servicio de reserva. El 20% de los miembros de las cooperativas han estado movilizados de forma permanente en las diferentes modalidades de la defensa militar.

También dieron otros aportes los campesinos del Pacífico. De las Regiones II, III y IV se formaron brigadas para apoyar proyectos que se realizaban en zonas de guerra. Por ejemplo, en Río San Juan, donde durante tres años fueron a ayudar a otros campesinos desplazados por la guerra a desmontar, a chapodar potreros, a sembrar la palma africana, a construir viviendas y letrinas... Fue una expresión de la solidaridad campesina. Durante años los campesinos del Pacífico se han movilizado para el corte del café en las zonas de guerra en la Región VI, corriendo los mismos riesgos que corrían los productores cafetaleros.

Tercera etapa: cuatro líneas fundamentales

En abril de 1986 se celebró el Primer Congreso Nacional Campesino, a nivel nacional, y con la participación de miles de campesinos de todos los sectores. El Congreso fue la culminación de muchas asambleas de base donde se discutieron las líneas de trabajo de la organización. Era la primera experiencia de este tipo en la que se metía la UNAG.

Las líneas giraron en torno a cuatro ejes fundamentales. El primero, luchar de manera organizada porque las políticas del Estado hacia el campo fueran mucho mas flexibles y contaran con la participación democrática y los aportes del campesinado, organizado o no. Políticas de acopio, de liberación de precios de los productos campesinos, aplicación de la reforma agraria respetando la voluntad de los campesinos para trabajar en forma colectiva o no, coordinación de los productores eficientes para que se les respetaran sus propiedades, políticas que dieran confianza a los medianos productores para seguir trabajando en zonas de guerra: todo esto fue materia de reflexión y de lucha.

Una segunda línea fue buscar alternativas en la organización de los distintos sectores -pequeños, medianos y grandes productores-. Y nuevas formas de organización para las cooperativas: unir cooperativas de una misma zona para enfrentar problemas comunes, capacitar a las cooperativas para que dirijan con autonomía su movimiento y luchen contra el paternalismo y el verticalismo estatal. También, la creación de asociaciones de productores por rubro o por territorio como una alternativa para los productores individuales que no quieran cooperativizarse. Y todo esto dentro de la UNAG, espacio que cobija todas estas formas de organización.

Como una tercera línea UNAG se planteó hacer frente a los problemas del intercambio ciudad-campo. El Congreso decidió que la misma UNAG debía buscar las alternativas que permitieran llevar los productos campesinos a todas las zonas y que el campesinado se organizara y aportara recursos para hacerlo posible. Se impulsó así el proyecto de las Tiendas Campesinas y se creó lo que ya se conoce como ECODEPA (Empresa Cooperativa de Productores Agropecuarios), instrumento para gestionar y obtener recursos a través de UNAG. Estas Tiendas Campesinas son el primer proyecto grande que realizan los campesinos como alternativa que soluciones sus problemas. El Estado lo reconoce y lo apoya de manera general. Hoy existe 280 tiendas con 52 mil socios, que han aportado fondos propios para ellas. Las tiendas están ubicadas en lugares donde se concentran campesinos pobres, que junto a los coopertivistas son hoy la mayoría de sus miembros.

La cuarta línea fue impulsar la integración de la mujer de manera consciente y organizada en las distintas tareas de la UNAG, para que ésta asuma responsabilidades en los órganos de gestión y de poder, participe más activamente y sea más reconocida por el campesinado. La mujer empieza ya a dirigir cooperativas y a formar parte de las directivas municipales de la UNAG.




"Hoy discutimos con el gobierno las políticas económicas"

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- En este proceso ha habido, como es lógico, roces y coincidencias con las políticas oficiales. ¿Cómo describirían la relación de la UNAG con las instituciones estatales, qué mecanismos han existido?

DANIEL

- "Ha sido y es una relación con dos vertientes. Apoyamos las políticas del Estado cuando benefician de manera coherente a nuestro sector. Y las criticamos y combatimos cuando se apartan de esto. Tenemos diferentes formas de comunicación, que van desde la base hasta la presidencia de la República, donde discutimos políticas crediticias, de producción, de reforma agraria, de precios, de acopio, etc. Creemos que es deber del Estado el impulsar la democratización de la economía en el campo. Y democratizar significa fortalecer y desarrollar la infraestructura, capacitación, asistencia técnica, abastecimiento técnico material, crédito justo y eficiente, servicios, acopio y precios de garantía para nuestros productores.

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- ¿Ha sido fácil criticar y combatir políticas que ustedes han juzgado erróneas?

DANIEL

- Hemos enfrentado problemas con algunos funcionarios en el territorio. A algunos les cuesta aceptar o interpretar correctamente el proyecto de economía mixta y de pluralismo político en el que se basa la revolución y han creído que estatizando las empresas y la propiedad se resuelven los problemas. Se olvidan que en Nicaragua el 60% de la tierra y de la producción está en las manos de pequeños y medianos productores. Nosotros hemos defendido que la reforma agraria no puede ser sólo política sino que tiene que ser un proceso integral que logre transformaciones económicas que garanticen el desarrollo del país.

Ahora, para resolver más eficazmente bastantes problemas hemos organizado asociaciones por rubro de producción. Estas asociaciones participan en las diferentes comisiones que ha creado el estado para discutir los problemas específicos de cada rubro agropecuario. Nos sentamos junto a las instituciones estatales para discutir, cuestionar y aprobar las políticas crediticias o de precios o de impuestos, costos de producción, lo que sea. En estas comisiones está participando la clase trabajadora como una fuerza fundamental. Hoy tenemos más de 90 asociaciones, con un papel activo en las discusiones de la política económica. Yo, como presidente de la UNAG, participo en el consejo Nacional de Planificación (CNP), donde se discuten y se aprueban las políticas nacionales. Todo esto testimonia el avance de la democracia participativa en Nicaragua desde que triunfó la revolución".



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- ¿Que frutos ha tenido esta participación y esta comunicación entre los productores y el gobierno?

DANIEL

- Nosotros hemos mantenido el criterio que para lograr una comunicación fluida tiene que ser a través de estas asociaciones de producción por rubros, donde deben establecerse compromisos mutuos. Los resultados ya son positivos. En las comunicaciones que hemos tenido con diferentes ministros y hasta con el Presidente Ortega los productores afiliados a UNAG -y también al COSEP-, que ya estamos organizados por rubros, hemos conformado comisiones mixtas donde libremente hacemos críticas y aportes. A partir de enero/89, UNAG trabajó en todas las regiones con sus afiliados para presentar al gobierno un estudio sobre lo que creemos que tiene que ser la estrategia para sacar adelante nuestra economía. Lo presentamos al gobierno y fue acogido como un importante aporte. Ahí recomendamos que se defina mejor y más coherentemente la política hacia la pequeña y mediana producción, que por su peso social y económico tiene que convertirse en la vanguardia del desarrollo de nuestra economía.

Ahora vemos con toda claridad que la dirigencia de la revolución no estuvo equivocada cuando nos dio la tarea de atender a todos los sectores productivos. Han ido creciendo los afiliados, han ido surgiendo líderes. Ya en las elecciones del 84 el FSLN lanzó como candidatos a diputados a la Asamblea Nacional a 26 productores que eran dirigentes de la UNAG. A la distancia vemos el crecimiento, vemos que no hemos andado perdidos, que hemos trabajado. No ha sido fácil el crecimiento y desarrollo de UNAG, por lo complejo de la organización, pero también por los conceptos que algunos cuadros y militantes sandinistas tenían del campesinado. Había secretarios políticos hermanos nuestros de algunas regiones, que si miraban a un promotor de la UNAG con un mediano productor lo amenazaban. Le decían: "Mirá, sos un desviado, platicando con ése que es un burgués". Así era, y creó problemas en el campo. Lograr combatir esas ideas dogmáticas fue trabajo de tiempo.

Poco a poco nos fuimos ganando la confianza. Por el trabajo. Uno de los errores que reconocemos es no haber defendido más desde el comienzo los intereses de los productores, haber sido conservadores en combatir abusos que se daban en el campo, habernos limitado a ser funcionarios y no dirigentes vinculados directamente con la base. Pero ahora ya hemos estado descubriendo e la base a los dirigentes que le van a dar más fuerza y pujanza a la organización, a los líderes naturales de las comarcas -celebradores de la Palabra, maestros rurales, grandes productores, no importa quiénes sean-. Lo importante es que sean de verdad líderes, que el pueblo les crea y les siga.

Hemos ganado también la confianza de países y organismos no gubernamentales de Suecia, Holanda, Finlandia, Bélgica, Noruega, Canadá, Francia, Inglaterra y otros más. Somos miembros plenos de la Confederación de Cooperativas Internacional, que afilia a más de mil millones de cooperativistas de todo el mundo".

Con los obreros agrícolas y con los productores del COSEP

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- Trabajadores del campo y productores del campo... ¿Cuál es la actual relación con la UNAG con la ATC?

DANIEL

- Es de hermanos que enfrentan contradicciones y que las resuelven e la discusión para ir encontrando así un camino común que nos permita racionalizar recursos y trabajar con mayor eficiencia. Trabajadores y productores del campo representamos el soporte básico de la economía nacional. A partir de 1984, la UNAG, la ATC y el Ministerio del Trabajo tuvimos importantes discusiones para recuperar la jornada laboral en el campo, que por diferentes razones se había caído en más de un 50%.

En aquellos debates nosotros poníamos el ejemplo del campesino de la frontera agrícola -donde está el peso de la producción nacional-, que trabaja desde el amanecer hasta el atardecer y decíamos que no concebíamos ni podíamos permitir que n obrero agrícola trabajara sólo 2 ó 3 horas diarias. Cuando argumentábamos así, nos acusaban de tener una mentalidad capitalista, pero el padre tiempo que es el que vence y convence, le dio a cada quien su razón... En medio de todos los problemas heredados del atraso y el subdesarrollo, tenemos que reconocer que la ATC y la Central Sandinista de Trabajadores han venido fortaleciendo la organización del trabajo y han luchado por defender la patria y elevar la productividad. Hoy estamos discutiendo dialécticamente con la ATC la política de unidad nacional. Hemos tenido contradicciones, no podía existir un alguna de miel, pero las contradicciones conducen al desarrollo cuando se lucha por un mismo fin.

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- ¿Y cómo define la UNAG la política de unidad nacional en la situación actual?

DANIEL

.- Desde que se fundó UNAG trabajamos dentro de la política de unidad nacional. Porque hay que unir lo que el imperialismo desintegró con la bandera de "divide y vencerás". Como sector gremial queremos contribuir al fortalecimiento de la unidad. Nosotros creemos que aún dentro del COSEP hay elementos que han sido víctimas de la política oscurantista del gobierno Reagan. Ojalá que un día, Enrique Bolaños y Ramiro Gurdián puedan darse cuenta de que la UNAG ha hecho una gran defensa de la iniciativa privada y que en esa defensa hemos puesto infinidad de muertos. Con esta mentalidad unitaria nos hemos atraído en estos años a sectores importantes de productores que antes pertenecían a otras organizaciones. Por ejemplo, a la ADACH (Asociación de Algodoneros de Chinandega) hoy afiliados a UNAG, y a una gran cantidad de productores: a Juan Ramón Amador, responsable nacional de ganadería, que fue antes afiliado al COSEP, a Juan Tijerino, que fue fundador de FAGANIC y hoy es hasta nuestro representante en la Asamblea Nacional.

La unidad nacional se define trabajando por el engrandecimiento de la patria, luchando juntos contra los enemigos externos e internos. La unidad nacional la tenemos que hacer los productores para invertir nuestros recursos aquí en Nicaragua y que no pase lo que pasó en los 60 y en los 70, cuando el crecimiento económico del país se quedó e los bancos de Estados Unidos y Europa.

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- Y en esta coyuntura de concertación económica, ¿cómo se define la UNAG ante el COSEP, ese sector de grandes productores que no se siente representado por ustedes?

DANIEL

- Si, hay un sector de grandes productores, especialmente del Pacífico, que no nos reconocen como su organización. No sólo eso, nos acusan de ser una organización pro-oficialista. Pero la fuerza de la razón es más poderosa que la del dogma y nos sentimos optimistas al ver cómo hemos ido atrayendo a las filas de la UNAG a grandes productores cafetaleros, ganaderos, algodoneros y arroceros que antes se afiliaban al COSEP y a los que con mucho respeto calificamos de productores patrióticos. Las contradicciones que hoy tenemos con el COSEP son normales en un proceso de transformaciones como el que vivimos en Nicaragua. Nosotros, de todas formas seguidos luchando por la unidad del gremio, independientemente de concepciones filosóficas, pues sostenemos el principio de que los productores nos entendemos mejor como gremio que como políticos. De hecho, ya nos hemos sentado a discutir los problemas nacionales y eso nos ha vuelto más libres, más capaces de apoyar una verdadera concertación.

"Hay que garantizar el gallopinto en medio de la crisis"

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- Según la UNAG, ¿cuáles son las razones de la crisis económica e la que estamos y cómo creen ustedes que hay que hacerle frente?

DANIEL

- Las raíces de esta crisis están en parte en la crisis económica internacional, de la que no escapan ni los países industrializados. E nuestro caso, hay una razón más poderosa: la guerra de agresión del gobierno norteamericano. La política de Reagan ha sido el enemigo número uno de la iniciativa privada nicaragüense. También existen otros problemas que tienen que ver con esta crisis: la falta de infraestructura que heredamos de la dictadura, la falta inicial de política revolucionaria hacia los pequeños productores y los errores que se cometieron en los primeros años de la revolución al poner obstáculos a la comercialización de los granos básicos y al no dar atención a la pequeña y mediana producción.

Para hacerle frente a esta crisis consideramos que debe definirse una estrategia clara hacia los diferentes rubros de producción agropecuaria, potenciando con políticas preferenciales los dos rubros de agroexportación que son más rentables, la ganadería y las caficultura. Políticas que tengan como premisa una justa relación entre el costo de producción y el valor del producto, una comercialización ágil, garantías de acopio, crédito de acuerdo a la realidad económica de cada sector. Y por otra parte, que los productores, así como exigimos del gobierno compromisos, seamos también capaces de cumplir cabalmente con los nuestros.

Es importante tener en cuenta lo de los rubros de producción. En Nicaragua, las condiciones para sembrar los diferentes rubros de agroexportación están dadas por regiones. La caficultura tiene su potencial, por la calidad del suelo y por el clima, en las Regiones I y VI, donde los pequeños y medianos productores junto a las cooperativas tienen el 60% de la producción cafetalero. Hacia este sector tiene que haber una clara definición sobre su participación en la transformación de la caficultura. Porque no podemos estar pensando que el desarrollo del país lo vamos a hacer con los grandes productores y con las empresas estatales. De la misma manera con la ganadería, el ajonjolí y el algodón, si es que éste demuestra su rentabilidad. No podemos seguir definiendo políticas coyunturales, tenemos que trabajar para definir políticas que nos permitan conocer qué es lo que necesitamos y hacia dónde vamos en la reconstrucción de nuestra economía.

Las políticas en relación a los granos básicos también tienen que ser claramente definidas, de manera que a las cooperativas y al pequeño y mediano productor se le garantice una relación equitativa entre los costos de producción y el precio del producto. Porque muchas veces un quintal de frijoles se está vendiendo en el exterior a 50 dólares y aquí lo estamos pagando a 20 ó 25. Esto desestimula a los productores. Nosotros hemos dicho que asegurar el gallopinto (arroz y frijoles) era un problema ideológico en Nicaragua, porque es la comida básica de la mayoría. Pero las políticas económicas no han visto el maíz, el arroz y el frijol como productos estratégicos. Y lo son, porque sin gallopinto y tortilla o hay ni corte de café ni corte de algodón. En nuestras manos está el 80% de la producción nacional de granos básicos. Podemos garantizar el gallopinto a nuestro pueblo.

Por otra parte, tenemos que desarrollar la mentalidad de invertir las utilidades para poco a poco, ir desprendiéndonos del crédito y contribuir con el trabajo de todos -productores, trabajadores, técnicos y profesionales del Estado- a una estrategia nacional de recuperación económica. Creemos que hacerle frente a la política económica es una tarea tan difícil como lo fue el salir victoriosos -aunque estemos debilitados- de esta guerra. Pero si fuimos capaces de derrotar la agresión, también seremos tercos e inclaudicables para recuperar nuestra economía.

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- ¿Cómo valoran las medidas económicas de ajuste?

DANIEL

- Desde el principio las hemos apoyado produciendo en medio de las dificultades, incluyendo el huracán Juana. Y prueba de esto es la gran cosecha de granos básicos que hemos sacado en la postrera. Estamos convencidos de que estas medidas eran una necesidad urgente para ir frenando la inflación, porque si o, el desenfreno en el que estábamos nos hubiera llevado al principio y eso hubiera sido fatal para el proyecto de economía mixta y pluralismo político, que necesita afianzarse. Pero el apoyo a estas medidas no se logra sólo con discursos, por eso trabajamos para fortalecer la conciencia nacional, la conciencia patriótica de los sectores sociales que llevan el peso de la economía. Para nosotros los campesinos, estas medidas han sido uno de los retos más importantes que se os presentan después de haber vencido la guerra. pero estamos convencidos de que con el trabajo de obreros y campesinos vamos a garantizar el gallopinto al pueblo.

Los campesinos hemos sido siempre fuente de honradez y e trabajo, ahora estamos recuperando la dignidad y la palabra. Les hemos insistido a nuestros hermanos para que mantengan la beligerancia, para que cuando vayamos a cualquier oficina del gobierno ya no lleguemos humillados ni con la cabeza baja. Y si no nos quieren atender tenemos que responder: "Escúcheme, compañero, porque parte de su salario sale de la producción que yo gano con mis brazos". Entre los campesinos está naciendo una generación nacionalista, latinoamericanista, anti-imperialista. A 10 años e revolución podemos decir que el mayor logro nuestro ha sido el habernos apropiado política e ideológicamente del proyecto de economía mixta. Y porque nos hemos apropiado de él, podemos defenderlo. Como una organización totalmente nueva en este país, el gran aporte que hemos hecho al campesinado es convencernos de que en este proyecto somos autores y protagonistas".

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